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Hermenéutica Nº 2-3

LA LEY NATURAL, NORMA OBJETIVA DE


MORALIDAD

ROLANDO LADINO PADILLA.

I. Introducción
Una de las preocupaciones importantes de los pensadores (filósofos, juristas, teólogos, etc.), dentro
del campo de la ética o moral, ha sido siempre buscar CRITERIOS MORALES OBJETIVOS, es
decir, válidos para todos los hombres y para todos los tiempos, que sirvan a aquéllos para
discernir entre "LO BUENO Y LO MALO", entre "LO QUE SE DEBE HACER Y LO QUE SE
DEBE EVITAR", tanto en el plano individual como social. De hecho, el hombre necesita de
dichos criterios para "realizarse como persona" y yrbretodo para llevar a cabo una convivencia
humana en armonía, paz y fraternidad (1'. La convivencia humana, tan anhelada por el hombre,
resulta una realidad sumamente problemática. La historia del hombre a través del tiempo así lo
manifiesta. Ella constata que pennanentemente el hombre en vez de ser un hermano para el
hombre ha sido y es "un lobo para el hombre" (Horno homini lupus, Hobbes), más aún: un lobo
para una oveja, como lp demuestran las dolorosas guerras y las continuas injusticias contra
personas inocentes '2).
A lo largo de la historia, muchos han sido los criterios de moralidad que no pocos pensadores han
presentado a la humanidad. He aquí algunos de ellos: La conciencia, la razórila felicidad; la
naturaleza humana, el placer, la utilidad, las normas sociales, los sentimientos, el imperativo
categórico, el amor a Dios y al prójimo, etc.1').
En este trabajo nos referiremos solamente a la LEY NATURAL, criterio moral de larguísima
historia y de siempre vigente actualidad; especialmente dentro del ambiente católico.
La LEY NATURAL se denomina también derecho natural, derecho de gentes y ley moral.
Este artículo lo dividiremos en tres partes: En la primera, expondremos fundamentahnente la
doctrina de la Ley Natural en Santo Tomás de Aquino; en la segunda, presentaremos algunos
testimonios de la Sagrada Escritura y del Magisterio de la Iglesia sobre el tema; y finalmente,
daremos una breve reseña histórica sobre la doctrina del lusnaturalismo.

II. La Ley Natural en Santo Tomás de Aquino


Santo Tomás de Aquino, filósofo y teólogo del siglo XIII, es el gran sintetizador y ordenador de una
larga historia sobre la Ley Natural.
Lo hace en la Summa Teológica, concretamente en su Tratado sobre LA LEY (1-2, Cuestiones 90 -
97), y después de haber expuesto la doctrina sobre Dios: su existencia y esencia; la creación, con-
servación y gobierno del mundo; elementos muy importantes para fundamentar el tratado sobre la Ley
Natural.
A. ¿EN QUE CONSISTE LA LEY NATURAL?
Para comenzar diremos que la ley natural consiste en una norma moral grabada, por el Creador,
en la misma naturaleza o "corazón" del hombre para regular sus actos y la convivencia humana y
ordenarlo a su último fin.
Santo Tomás presenta a Dios como el Artífice de todo el universo. Quien lo gobierna y le da un orden
maravilloso, que todo hombre puede apreciar por los sentidos y cuyas leyes, las ciencias van desmbriendo
cada vez con mayor perfección
Así como el Creador ordena el universo inerte e irracional, ha querido ordenar también las
acciones de los hombres a fin de que se realicen como persona y alcancen su último fin: Dios
mismo. El hombre, por el hecho de poseer una naturaleza racional y libre, debe obedecer dichas
normas de una forma libre, siendo responsable y dueño de sus actos. De esta manera, dice el
Aquinatense, el hombre "se hace providente sobre sí y para los demás" (1 - 2 q. 91 a. 2).
El Creador concibe todo el orden del universo y de los hombres desde toda la eternidad. A este orden,
concebido por Dios, el Angélico le llama "Ley eterna". Ella es "la razón del gobierno de todas las cosas
por Dios como supremo gobernante del mundo". Y es eterna porque "la razón divina no concibe nada en
el tiempo". (1 - 2 q. 91 a. 1). Ahora bien, cuando la ley eterna rige y gobierna todas las cosas, se
llama ley natural. Por eso, dice Tomás, todas las criaturas participan de la ley eterna: unas en
forma pasiva y otras en forma activa, es decir, libre: "La criatura racional, entre las demás criaturas,
está sometida a la Divina Providencia de una manera especial, ya que se hace partícipe de esa
Providencia, siendo providente sobre sí y para los demás". (1-2 q. 91 a. 2).
Después de esta argumentación, Santo Tomás define la ley natural como "la participación de la ley
eterna que inclina naturalmente a la creatura racional a la acción debida y al último fin"; (Ibidem)
es "la luz divina impresa en el hombre" (Ibidem). Los seres irracionales también participan de la
ley eterna, "pero solamente la criatura racional participa intelectual y racionalmente de ella".
Por eso, sólo "en la criatura racional se llama propiamente ley, porque ley es algo propio de la
razón. En la criatura irracional se habla de ley solpiente por analogía". (1-2 q. 91 a 2 ad 3) (').
Según esta concepción de la ley natural, toda desobediencia a dicha ley es una ofensa directa a
Dios, su Creador, y todo cumplimiento de sus mandatos constituye un acto de sumisión a El.
B. ¿COMO PUEDE EL HOMBRE CONOCER LA LEY NATURAL?
Ya hemos visto en qué consiste la ley natural. Ahora nos preguntamos ¿cómo es posible su
conocimiento por parte de la creatura racional?
A esta pregunta, Tomás de Aquino responde, que el hombre puede conocer la ley natural a través del
conocimiento de las inclinaciones o tendencias naturales que se dan en él, porque ellas le indican lo
que debe hacer y lo que debe evitar y lo conducen a su fin. La ley natural, escribe el filósofo, en
concordancia a Aristóteles "le inclina naturalmente a la acción debida y al fin" debido. (1-2 q. 91 a
2). Y más adelante afirma: "Todas las cosas hacia las cuales el hombre siente inclinación natural
son aprehendidas naturalmente por la inteligencia como buenas y, por consiguiente, como obligatorias;
sus contrarias, como malas, por lo que deben ser evitadas". (1-2 q. 94 a 2, véase también el a. 4).
Como se ve, según Tomás, toda inclinación natural incluye acciones que se deben realizar y otras que
se deben evitar: obligaciones y deberes y también derechos
(6) .
A través de la historia, el hombre, de hecho, ha llegado fácilmente a conocer los preceptos
fundamentales de la ley natural „por estar inclinado naturalmente a ellos ( I).
C. LOS PRECEPTOS DE LA LEY NATURAL
Como ya se ha dicho, los preceptos o normas de la ley natural se conocen a través de las tendencias
naturales del hombre; por lo tanto, así como las tendencias son varias y de distinta importancia, así
también deben existir varios preceptos y de distinta jerarquía. En este sentido escribe el Angélico: "El
orden de los preceptos de la ley natural es paralelo 41 orden de las inclinaciones naturales" (8)•
El Precepto Fundamental: "haz el bien y evita el mal".
Lo primero que capta la razón práctica (no la razón teórica) es el bien, porque en todas nuestras
acFkones buscamos naturalmente un bien 19). De esta tendencia humana extrae el Escolástico, el
PRIMER PRECEPTO DE LA LEY NATURAL. Este precepto se puede formular de la siguiente
manera: "No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a tí", y "Haz a los demás lo que te
gustaría que te hicieran a tr. Esto se resume en: "HAZ EL BIEN Y EVITA EL MAL" (Ibidem).
Este es un precepto evidente para todos los hombres, según Tomás de Aquino, de la misma manera
como es evidente el principio de contradicción para la razón teórica. Además nuestro filósofo le
llama "precepto fundamental", porque se basa en la tendencia fundamental del hombre y "porque todos
los otros preceptos de la ley natural se fundan en él, de suerte que todo lo que deba hacerse o
evitarse", está aquí contenido (Ibidem). Otros autores denominan a este precepto "LA REGIA DE
ORO DE LA MORALIDAD" (10).
Los Preceptos Básicos o Primarios de la Ley Natural
a) EL PRECEPTO DE LA CONSERVACION DE LA VIDA.
Todo hombre siente una tendencia muy importante, es la tendencia natural a la conservación de la vida
y a la integridad corporal. "Los preceptos que nacen en esta inclinación son aquellos que contribuyen
a conservar la vida del hombre y a evitar todo lo que le pueda dañar". (1-2 q. 94 a. 2 y 100 a. 3). Este
precepto coincide con el quinto mandamiento de la Ley antigua: "No matar" (Ibidem). Actualmente los
autores fundamentan aquí el deber y el derecho de conservar la integridad corporal y psicológica de
la persona y al mismo tiempo a evitar todo lo que pueda dañar al hombre en este sentido. Muchos
moralistas se basan en este precepto para condenar el aborto, la eutanasia, el sucidio, la pena de muerte,
las torturas, la experimentación con seres humanos, la mutilación y esterilización, etc. y la defensa
del derecho no sólo a la vida del hombre, • o a una vida digna del ser humano, etc.
b) EL PRECEPTO DE LA PROCREACION, CRIANZA Y EDUCACION DE LA PROLE
Otra inclinación natural grabada en la naturaleza del hombre es la tendencia a la comunicación sexual.
Ella vela por la conservación de la especie. De esta inclinación nacen los preceptos de la
procreación, crianza y educación de la prole. Es importante hacer notar que, según nuestro autor,
dichas actividades son inseparables. (Cfr. 1-2 q. 94 a. 2). En esta tendencia se encuentra contenido
también el derecho al matrimonio y los deberes de la crianza y educación de los hijos, la paternidad
respqnsable y la estabilidad del matrimonio 112).
EL DEBER DE BUSCAR LA VERDAD
Esta inclinación es específicamente del ser racional. Como Aristóteles (Metaf. L. 1,1) afirma
Tomás que todo hombre busca naturalmente conocer. El precepto que corresponde a esta tendencia es
el de buscar, por todos los medios, el conocimiento de la VERDAD, la verdad en el campo de las
ciencias, de la filosofía y en el campo de lo religioso. (Cfr. 1-2 q. 94 a.2). En esta inclinación se
funda también el derecho a la educación y a la información veraz en todo a 4quello que corresponde a
cada persona (1").
EL PRECEPTO A PARTICIPAR EN LA VIDA COMUNITARIA Y SOCIAL
"El hombre es un ser social por naturaleza", dice Aristóteles. (La Política,
L. I, 1). El hombre como ser social tiene el deber y el derecho de participar en la vida de la comunidad
familiar, laboral, profesional y política. Aquí se fundan también k derechos a reunión, asociación,
etc.. EL PRECEPTO DE TRABAJAR Y EL DERECHO AL TRABAJO
Juan Pablo II, en su encíclica Laboran Exercens, dice que el hombre tiende naturalmente al trabajo,
aunque el trabajo incluye el "sudor". A través del trabajo el hombre se desarrolla como persona y él
es el fundamento de la vida familiar y política. De aquí el derechg al trabajo digno de la persona
humana (1").
EL MANDATO DE LUCHAR POR LA LIBERTAD PERSONAL Y
SOCIAL Y DE LA DIGNIDAD DE LA PERSONA.
En nuestros tiempos, los hombres manifiestan una gran sensibilidad por la dignidad de la persona
humana y por su libertad. Esta realidad la han hecho notar muy especialmente el Existpnyialismo y
los documentos de la Iglesia 116)•
3. Los preceptos secundarios de la Ley Natural y el deber del
hombre de conocer cada vez mejor la Ley Natural.
Además de los preceptos básicos o primarios ya nombrados, Santo Tomás postula que existen otros
preceptos de la ley natural que no son tan evidentes como los anteriores, pero que brotan en forma
inmediata de los preceptos básicos, y que sólo puedan ser conocidos a través de la reflexión del hombre.
(Cfr. 1-2 q. 100 a 1 y a 3). Entre estos últimos preceptos o normas morales, el Aquinatense afirma que
se encuentran algunos de los 10 mandamientos del Antiguo Testamento, porque algunos están entre
los básicos. Según el doctor Angélico, Dios ha querido revelar al hombre normas de conducta que el
hombre puede llegar a conocer por la sola luz, sólo para darnos seguridad en su conocimiento y para
evitarnos errores en el campo moral, tan importante para el hombre. (Cfr. 1-2 q. 100 a 1).
De la doctrina anteriormente expuesta, Tomás de Aquino saca una consecuencia muy importante
para el hombre: su deber de conocer cada vez mejor la Ley Natural. Al respecto es interesante
escuchar lo que escribe Maritain en el Hombre y el Estado al tratar este tema: "El derecho natural es
un código no escrito, y el conocimiento del mismo, por parte del hombre, ha ido aumentando
gradualmente a medida que su ciencia moral se ha ido desarrollando... El conocimiento que tiene
nuestra conciencia moral de la ley sigue imperfecto, sin duda, pero indudablemente seguirá
desarrollándose y refinándose mientras exista la humanidad. Sólo cuando el Evangelio haya pe-
netrado en lo más profundo de la sustancia humana, florecerá el de.recho natural en toda su
perfección" (1'). En ese mismo sentido, el Concilio Vaticano II, al tratar del matrimonio y de la
regulación de la natalidad, afirma que los hombres de ciencia, principalmente los biólogos, los
médicos, los sociólogos y psicólogos, pueden contribuir mucho al bien del matrimonio y de la familia y
a la paz de las conciencias si se esfuerzan por aclarar más a fondo, con estudios convergentes, las
diversas circunstancias favorables a la honesta ordenación de la procreación humana". (Gaudium et Spes,
N952) De este modo los científicos, y en especial los católicos continúa el mismo pensamiento Pablo
VI, en la Humanae Vitae, contribuirán a demostrar con los hechos que, como enseña la Iglesia, "no
puede haber verdadera contradicción entre las leyes divinas que regulan la transmisión de la vida y
aquellas que favorecen un auténtico amor conyugal" (No 24).
D. CARACTERISTICAS DE LA LEY NATURAL
Santo Tomás y los defensores de la ley natural reconocen en ella las siguientes características:
UNIVERSALIDAD, INMUTABILIDAD, INDEBILIDAD Y loBLIGATORIEDAD UNIVERSAL (18).
1. La ley natural es UNIVERSAL porque abarca a todos los hombres, de todos los tiempos y de
todos los lugares. Esta universalidad se funda en la universalidad de la naturaleza humana, que es
idéntica en todos los hombres. Es interesante hacer notar al respecto, que ya antes de Cristo, los
filósofos y juristas la conozcan con el nombre de lus gentiwn (El derecho de las gentes o derecho de
los pueblos), término que es conocido por Santo Tomás. (Cfr. 1-2 q. 94, a. 4).
El Concilio Vaticano II, en su documento Gaudium el Spes, dirigida a todos los hombres, usa el
término "Ius gentium", refiriéndose a la Ley Natural (M79). En este mismo sentido, en la
antigüedad, principalmente los filósofos estoicos hablan de una ciudadanía universal: somos
ciudadanos del mundo.
La universalidad de la naturaleza humana y de la ley natural lleva al hombre a eliminar fronteras y a
tender a la universalidad, buscando la solidaridad internacional y a crear organizaciones interna-
cionales pAra el bien común de la humanidad11').
La segunda característica de la ley natural, en lo que se refiere a los preceptos básicos, es la
INMUTABILIDAD, es decir, que no cambia. En otras palabras, la ley natural es idéntica para todos
los hombres de todos los tiempos. Dicha inmutabilidad se funda en la inmutabilidad de la naturaleza
humana. (Cfr. 1-2 q. 94 a 5). Ya el trágico Sófocles del siglo V antes de Cristo, en su obra An-
tígona, escribe que existen leyes morales "innzutables", dictadas por los mismos dioses a la
humanidad; y Cicerón, en La República, dirá que existe una ley que es la misma en Roma y en Atenas.
(La Rep. III, 17) etc.
La ley natural, siempre en cuanto a sus preceptos básicos, está grabada en el corazón de los hombres
en forma INDELEBLE. Al respecto, Tomás de Aqui no repite las palabras de San Agustín en sus
Confesiones: "Tu ley está escrita en los corazones de los hombres y no puede ser borrada por iniquidad
alguna". (1-2 q. 94 a. 6). Para los demás preceptos, el Doctor Angélico admite la posibilidad de una ig-
norancia invencible, sobre todo a causa de prejuicios y pasiones.
La última característica de la ley natural es una consecuencia de las propiedades anteriores: es la
OBLIGATORIEDAD UNIVERSAL, en cuanto a los preceptos fundamentales, así como lo son hoy
día los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
E. DIOS, EL FUNDAMENTO DE LA LEY MORAL
Para Santo Tomás y una larga tradición occidental, el fundamento último de la ley moral es Dios,
porque él es el Creador de todo lo creado y quien lo gobierna con leyes perfectas, incluido el
hombre. Oigamos al Doctor Angélico: "Como en todo artífice preexiste la idea de las cosas que
reali7ará en su arte, así también preexiste en Dios la idea del orden de aquellas cosas que han de
ser realizadas y según las cuales deben ser gobernadas" (1- 2 q 93 a 1) "y guiadas hacia su último
fin" (ibidem, a 3 ad 1).
Aquí podemos repetir todo lo que se dijo al definir la ley natural.
Por otra parte, el Papa Juan XXIII, sigue la doctrina de Tomás de Aquino cuando escribe: "El
Creador ha impreso, en lo más íntimos del ser humano, un orden que la conciencia humana descubre
y manda observar estrictamente" (Pacem in Tenis N95). Y en la Encíclica Mater et Magistra afirma que
Dios es el único fundamento de la ley natural: "Si se niega a Dios, esos preceptos (naturales) se desin-
tegran completamente" (N° 208).
F. LA PERSONA HUMANA, SUJETO DE LA LEY NATURAL
La persona humana es la realización individual y concreta de la naturaleza humana y, por lo tanto, en
ella se manifiestan concretamente las exigencias de la ley natural. La persona, por su naturaleza
corporal y espiritual es el sujeto propio de derechos y obligaciones. Así lo recuerda el Magisterio de la
Iglesia en repetidas ocasiones.
Veamos lo que dice Juan XXIII sobre este hecho: "El fundamento de toda sociedad bien ordenada es la
persona, es decir, una naturaleza dotada de inteligencia y voluntad libre. Por lo cual, ella es sujeto de
derechos y deberes, los que dimanan inmediatamente y, al mismo tiempo, de su propia naturaleza. Estos
derechos y deberes son, por el mismo, universales e inviolables y no pueden renunciarse por ningún
motivo" (Pacem in Tenis, Nc9).
Al respecto, es necesario tener presente que el hombre es persona desde el primer momento de su
concepción, y, por lo mismo sujeto de derechos desde ese instante O» . G. LA LEY NATURAL Y LAS
LEYES POSITIVAS HUMANAS
La relación entre la ley natural y las leyes positivas humanas es un punto muy importante dentro de la
concepción tomista de la ley. Para Tomás de Aquino, entre ambos tipos o clases de leyes existe una
relación esencial.
1) En primer lugar, toda ley humana debe fundarse y originarse en la ley natural, sólo de esta manera será
moralmente buena y podrá obligar en conciencia a las personas que se las impone. (Cfr. 1-2 q. 95 a. 5).
Por consiguiente, toda ley humana que no derive a la ley natural o esté en contradicción con ella es
moralmente mala, y será, al decir del Angélico, "una corrupción de la ley y una iniquidad", (1-2 q. 95
a. 2); y carecerá, por lo tanto, de todo valor moral y jurídico, y, consecuentemente de
obligatoriedad. Aún más, deberá ser abolida.
2. Dice también Santo Tomás que la ley positiva humana es necesaria, porque la ley natural necesita
de explicitación y promulgación.
La ley natural necesita ser explicitada por la ley humana por su carácter inevitablemente impreciso
con respecto a los hombres, y también por su universalidad o carácter general. La ley humana debe
aclarar y aplicar la ley general a los casos particulares. De ahí, "la diversidad de leyes de las distintas
naciones". (1-2 q. 95 a. 2 ad 3).
Una consecuencia inmediata de esta doctrina es que la explicitación y aplicación de la ley natural debe ser hecha
con gran responsabilidad, conocimiento y reflexión, a fin de no restringirla ni deformarla. De esto se desprende
lógicamente que la formulación de las leyes humanas no puede ser confiada a cualquier persona, ni cualquier
persona puede arrogarse la calidad humana para legislar. Por lo tanto, los legisladores deben ser personas que se
distingan por su responsabilidad, rectitud de vihi conocimiento, autoridad moral, etc. (").
Además, la ley natural necesita ser promulgada y sancionada por la ley humana. El Doctor Angélico sostiene
que muchos preceptos de la ley natural son tan evidentes que no necesitan promulgación; sin embargo, es
conveniente hacerlo para mayor claridad, sobre todo para aquellos preceptos que no son tan evidentes. (Cfr. q.
100 a 3 ad 1 y a. 11).
Por último, la ley humana debe sancionar (asfaltas que se cometan contra
III. El testimonio de la sagrada Iglesia sobre la Ley Natural.
Numerosísimos son los documentos del Magisterio de la Iglesia que hablan de la ley natural o de la ley moral, sobre
todo desde León XIII hasta nuestros días, especialmente cuando se trata,* fundamentar los derechos
humanos ('). la ley natural, teniendo en cuenta el contexto humano, cultural y social de las personas, gravedad de la
falta, su frecuencia, etc.. Sancionar no sólo es una función de justicia, sino también tiene un papel pedagógico: es
decir, de prevenir delitos y formar virtudes, ayudar a la dek,ilkdad humana y fortalecer los propósitos 1"). Al respecto
escribe Tomás. "El hombre tiene por naturaleza una cierta disposición a la virtud, pero la perfección de la virtud ha
de venir al hombre mediante una vida ascética... Para la adquisición de esta disciplina, el hombre no siempre se
encuentra capacitado,... por eso es necesario que alguien imponga esa disciplina a los hombres para llevarlos a la
virtud... Hay jóvenes propensos al vicio y contumaces, que no se conmueven fácilmente con palabras, sino que
necesitan ser apartados del mal mediante la fuerza y el temor... La disciplina que obliga por temor al
castigo es la disciplina de las leyes humanas". (q. 95 al).
Como es lógico, el Magisterio de la Iglesia al igual que, anteriormente los Padres de la Iglesia, tiene como punto
de partida la doctrina de la Sagrada Escritura al respecto.

Los textos clásicos sobre la Ley natural son fundamentalmente los de la Carta de San Pablo a los
Romanos. Escuchémosle: "En verdad, cuando los paganos guiados por la razón natural, sin ley (sin
la ley judía) cumplen los preceptos de la Ley, ellos mismos, sin tener la ley (judía), son para sí
mismos ley. Y con esto muestran que los preceptos de la Ley están escritos en sus corazones, siendo
testigo su conciencia, y las sentencias con que entre sí unos y otros se acusan o se excusan". (2, 14-
16).
El otro texto de la misma carta a los Romanos es el siguiente: "Se trata del desconocimiento del Dios
verdadero por parte de los paganos, desconocimiento culpable, porque ellos lo podrían haber
conocido a través de las maravillas de la creación". Luego el Apóstol continúa: "Por esto Dios los
entregó a los deseos impuros de su corazón, con que deshonran sus propios cuerpos, pues trocaron la
verdad de Dios por la mentira y adoraron a la criatura en lugar de su Creador. Por lo cual, Dios los
entregó a las pasiones vergonzosas, pues las mujeres mudaron el uso natural en uso contra la
naturaleza e igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrazaron en la
concupiscencia de unos con otros". (Romanos I, 24-27). Estos pasajes bíblicos no necesitan
explicación.
En este trabajo citaremos solamente algunos documentos del Magisterio de la Iglesia que, a
nuestro juicio, son los más importantes.
El Concilio Vaticano II, en su Constitución Gaudium et Spes afirma: "El Concilio quiere recordar
ante todo la permanente vigencia del DERECHO NATURAL DE GENTES y sus principios
UNIVERSALES. La conciencia del género humano proclama con firmeza tales principios. Los que se
oponen deliberadamente a tales principios y órdenes que mandan tales actos son CRIMINALES, la
obediencia ciega no puede excusar a quienes las acatan" (Nº 79). Y en otro lugar escribe: "El hombre,
en la profundidad de su conciencia, descubre una ley que no se ha dado a sí mismo, sino que debe
obedecer y cuya voz resuena con claridad a los oídos del corazón cuando conviene, invitándole siempre
a amar y obrar el bien y evitar el mal: Haz esto, evita lo otro". (No 16, véase también los Nos. 26, 27, 51,
75.
Con respecto a la doctrina expuesta por el Concilio sobre la ley natural, es bueno tener presente
que ella es el fruto de una larga historia de la teología cat )ólica y de la doctrina social de la
Iglesia
(24
Por su parte, el Nuevo Código de Derecho Canónico defiende el derecho y el deber de la Iglesia
de proclamar y defender la dignidad de la persona humana. De este deber y de este derecho nos habla
claramente el canon N° 747. "Es misión de la Iglesia anunciar siempre y en todas partes los principios
morales, incluso sobre el orden social, y así emitir el juicio sobre cualquier realidad humana, dado
que lo exigen los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas".
(Agosto, 1983). Cuando el mismo Derecho se refiere al matrimonio dice que esta institución es de
"indole natura ', esto es, que responde a la misma inclinación natural en el hombre. (Canon
1055).
La Sagrada Congregación para la Doctrina de la fe en su "Instrucción sobre el respeto de la vida
naciente y la dignidad de la procreación", dice que la procreación humana y la colaboración responsable de los
esposos de dar la vida deben realizarse "mediante los actos específicos y exclusivos de los esposos, de acuerdo
a las leyes inscritas en la naturaleza de sus personas y en su unión" (N° 5; véase también Gaudium et Spes
N222 y 51). La misma Sagrada Congregación, en una declaración acerca de ciertas cuestiones de
IV. El testimonio de los pensadores de la antiguedad

La noción de LEY NATURAL o DERECHO NATURAL o DERECHO DE GENTES está íntimamente


ligada a la civilización greco-romana. Su historia es muy larga. Aquí sólo mostraremos algunos los de la Edad
Antigua de esa historia (
1. El Testimonio de Sófocles y Jenofonte
Uno de los primeros indicios que encontramos sobre la ley natural está en la obra Antígona de Sófodes, trágico
griego del siglo V antes de Cristo. Antígona es una mujer que es capaz de exponer su vida por cumplir una
ley que está por encima de las leyes de los hombres. Su tío Creonte, Rey de Tebas, había ordenado dejar sin
sepultura el cadáver del hermano de Antígona. Oigamos lo que dice Antígona a su tío, el Tirano de Tebas: "No creí
que tus órdenes tuvieran tanta fuerza para que los mortales pudieran quebrantar las leyes de los dioses, leyes
no escritas e infalibles. Ellas no rigen de hoy ni de ayer: son eternas, y nadie sabe cuando nacieron. No
las violaré por el temor de nadie para exponerme al justo castigo de los dioses.... Si antes muero, por
ganancia lo tengo... Tomar de mi destino esa parte que es mía no constituye un dolor para mí. Al
contrario, si hubiese tolerado que quedara insepulto mi hermano, de eso sí que me doliera: de esto
nada me aflige. Si ahora, te parece necedad lo que hice, tal y9A sólo un necio me acusa de ser necia"
que están por encima de las leyes humanas,
dictadas por los mismos dioses,
eternas e infalibles,
deben ser obedecidas por todos los hombres,
los que las violan se exponen al justo castigo de los dioses, etc.
Otro testimonio, semejante al anterior, es el de Jenofonte en Memorias de Sócrates. Así escribe este
autor:
- "¿Conoces tú, Hipias, dijo Sócrates, leyes que no estén escritas?
Es interesante destacar algunas características de las leyes descritas por Antígona. Son leyes:
- Sí, las que son las mismas en todos los países y cuyo objetivo es el mismo
- ¿Se podría decir que son los hombres quienes las han establecido?
- Imposible, ya que no han podido reunirse para ello, y además habían lenguas diversas.
- Entonces, ¿quién las ha estable cido?
- Personalmente, creo que son los dioses quienes se las han inspirado a los hombres, ya que para todos
los hombres la primera ley es respetar a los dioses.
- Pero el respeto a los padres, ¿no es también una ley universal?
- Sin duda..." (27).
El Testimonio de Heráclito y Platón
Anteriormente, Heráclito, en el fragmento 114 se refiere a la ley natural y a la ley eterna: "...Todas
las leyes humanas se nutren de la única ley divina: desplegando su potencia a su voluntad, que
basta a todo y en todo es victoriosa".
En Platón, la significación filosófica está unida al mundo de las ideas: arquetipos. "Un médico no es
un verdadero médico o un juez verdadero, si no encarnan de algún modo la idea de Juez o de Médico".
Platón no vacila además en usar la expresión "según naturaleza", Kata Füsin, para designar la
conformidad de una cosa con su idea o con su tipo 1').
Testimonio de Aristóteles
Aristóteles, siglo IV antes de Cristo, es considerado el "padre del derecho natural' y él es una de
las fuentes principales de Santo Tomás. Sin embargo, se sabe que Aristóteles en esta materia se
limita a recoger la tradición griega y a trasmitirla al futuro (29). El Estagirita distingue dos clases
de derechos: el natural y el legal. En su Etica a Nicómaco leemos: "De lo justo político una parte
es natural, la otra es legal. Natural es lo que en todas partes tiene la misma fuerza y no depende de
nuestra aprobación o desaprobación. Legal es lo que en principio es indiferente que sea de éste o
de otro modo, pero una vez que han sido constituidas las leyes dejan de ser indiferentes. Por
ejemplo, pagar una mina por el rescate de un prisionero, o sacrificar una cabra en lugar de
dos ovejas". (Libro V, 7).
Las dos clases de derecho que distingue aquí el Filósofo corresponden a la ley natural, válido
para todos los hombres, de todos los tiempos y anterior a cualquier acuerdo humano. El legal o
positivo, en cambio. es propio de cada pueblo o grupo social
Por otra parte, según Aristóteles, todo ser vivo alcanza su perfección en cuanto realiza
actividades conforme a su naturaleza, es decir, para lo que posee una potencia natural. Por lo
tanto, el hombre que posee una naturaleza racional (inteligencia racional), realizará su perfección
en cuanto ejercite esta potencialidad natural. Por consiguiente, las acciones que se realizan
conforme a la naturaleza racional son buenas, y aquellas que no se realizan de acuerdo a dicha
naturaleza, son moralmente malas (31).
4. El Testimonio de la Filosofía Estoica
La Filosofía Estoica es una de las corrientes filosóficas que más claramente ha hablado de la
Ley Natural y del Derecho de Gentes. Los inicios de esta Filosofía se dan en Grecia, pero es
en Roma donde alcanza su mayor auge,
especialmente en el terreno de la ética `).
"El Estoicismo se basa en un panteísmo materialista que evoluciona hacia el
espiritualismo".
"El mundo forma un todo finito y ordenado, puramente material y regido por leyes inflexibles. El
hombre está sometido a este deerminismo como los demás seres...,(33)
La virtud, para el estoicismo, consiste en vivir en conformidad con el orden universal y según la recta
razón. Lo que aparta de la virtud son las pasiones. Por eso, la apatheia consiste en el estado en que
se ha llegado al dominio de las pasiones. En ese momento se forma una sola cosa con el orden
universal y goza de una serenidad que nada le puede perturbar. Ningún dolor, ninguna desgracia
puede alcanzarle, puesto que ve en todo la expresión del orden y sabe que todo está bien". "Oh
mundo, todo lo que te conviene me conviene", dirá Marco Aurelio. Y Epicteto: un esclavo dice al
respecto: "no trates de hacer que lo que sucede suceda según tus deseos, al contrario, quiere lo line
sucede. Así gozarás de la paz interior" (34).
El mismo Epicteto enseña que el criterio para juzgar la bondad de las diversas leyes de los
pueblos, en tiempos diferentes, es la ley natural, esto es, la conformidad o disconformidad con la recta
razón. Así, por ejemplo, si todos los hombres tienen una misma naturaleza, la esclavitud es
ilegítima, y las leyes que las sostengan son "leyes de muertos" y "abismo de iniquidad". En otro: "si
nos inspirásemos tanto, como es debido, del pensamiento de que todos somos hijos de Dios, de que
Dios es el Padre de los hombres y de los dioses, creo que jamás tendríamos idas que nos
empeñeciesen y degradasen" (""). Crisipo, en este mismo sentido, predicaba que no había esclavos
por naturaleza. "Griegos y bárbaros, nobles y gente común, ricos y pobres, esclavos y hombres
libres, son todos iguales; la única diferencia verdader9 s la que separa al insensato del sabio"
Séneca nos dice que el "hombre es una cosa sagrada para el hombre" (Humo sacra res homini); que
todos los hombres estamos emparentados por la consangüinidad. Por esta razón, ya no hay distin
ción entre griegos y bárbaros, entre esclavos y libres: todos somos ciudadanos del mundo.
"Somos miembros de un mismo cuerpo. La naturaleza ha puesto en nosotros, que hemos nacido
iguales, un amor recíoroco y nos ha hecho compañeros" (31). Haciendo eco a estos pensamientos,
Marco Aurelio exclama: "Mi ciudad y mi país, en tanto que soy un Antonino, es Roma; pero, en
cuanto soy hombre, mi ciudad es el mundo". En otras palabras: como hombre, soy ciudadano del
mundo. (Pensées, VI, 44).
Otro representante muy importante del estoicismo es Cicerón; él es el gran divulgador del
pensamiento estoico, junto a otros juristas romanos, tales como Gayo y Ulpiano, quienes ejercieron una
gran influencia en las distintas escuelas del Derecho Romano. Cicerón, con la fuerza de su oratoria
populariza las ideas de las dos leyes: la ley humana, que varía de ciudad en ciudad, y la ley escrita en
la misma naturaleza: universal e inmutable (non scripta, sed nata lex). Su doctrina ejerció gran
influencia entre los cristianos de la época patrística y más tarde en la filosofía escolástica.
En su tratado DE LEGIBUS, libro primero, expone extensamente su pensamiento sobre el tema de la
ley natural. Cicerón se interesa por el problema para fundamentar el Derecho. El dice que el
fundamento del derecho no ha de buscarse en el edicto del pretor ni en las Doce Tablas, sino en la
naturaleza misma del hombre. La verdadera ley es la razón, ella prescribe lo que se debe hacer y lo
que se debe evitar. Por eso, la ley verdadera no es una invención arbitraria del intelecto humano,
sino algo eterno que rige el mundo con sabiduría. El verdadero principio de la ley civil, radica en
la ley fundamental con validez para todos los tiempos. Esta ley es la ley eterna, es decir, la razón
y voluntad divinas. (Cfr. Lib. I, 5). En otro lugar escribe: "Si la voluntad de los pueblos, los
decretos de las autoridades, las sentencias de los jueces, crearan el derecho; entonces para crear
el derecho al bandidaje, al adulterio, a la falsificación de los testamentos, bastaría que estas maneras
de obrar tuviesen la aprobación de la muchedumbre. Si las opiniones y los votos de los insensatos
tuvieran un poder tal que pudiesen cambiar la naturaleza de las cosas, ¿por qué no podrían
decidir que lo que es malo y perjudicial; en adelante debe ser tenido como bueno y saludable?... Para
distinguir una ley buena de otra mala no tenemos otra regla que la naturaleza". (L. I., 16).
Pero el texto más famoso de Cicerón es el del Libro III de La República. Allí escribe: "Existe una ley
verdadera: la recta razón, conforma a la naturaleza, grabada en todos los corazones, inmutable,
eterna, cuya voz enseña y prescribe el bien, prohibe el mal, con sus mandatos y prohibiciones,
jamás se dirige inútilmente a los buenos ni queda impotente ante los malos. Esta ley no puede ser
cambiada ni derogada; no puede ser dispensada de su cumplimiento, ya sea por el pueblo o por el
Senado; y no es necesario buscar un comentador o intérprete. No es una ley en Roma y otra en
Atenas, sino que es Una, sempiterna e inmutable entre todas las gentes y en todos los tiempos:
Uno es siempre su emperador y maestro: Dios, El es su inventor, quien la promulga y es su
sancionador. El hombre, por su parte, no puede desconocerla sin renegar de sí mismo, sin despojarse
de su carácter humano y sin atraer sobre sí el más cruel castigo, aunque haya logrado evitar todos
los demás suplicios".
En su tratado De Inventione (L. II, 53) formula una definición de derecho natural que ha pasado a
la posteridad: "Naturale ius est, quod non opinio genuit, sed quaedam innata vis inseruit". (El
derecho natural es aquella ley que nace de la naturaleza y no del acuerdo de los hombres).
No podemos terminar esta breve reseña de la filosofía estoica sin decir que dicha filosofía ha
constituido una tentativa de la vida moral heroica, sobre todo por su insistencia en la vida anterior,
su idea de la "caritas humani generis" , su exaltación de la ley natural y a la concepción de Dios como
Artífice y Emperador del mundo. Todas estas ideas tienen un gran parecido con la doctrina cristiana
por lo cual han sido retomadas por los autores cristianos (38). Sobre la doctrina de la ley natural, en
particular, Santo Tomás cita a Cicerón, en muchas ocasiones.
V. Conclusiones
Pensamos haber cumplido con el objetivo original de este artículo, exponer los fundamentos de la luz
natural, tanto en sus expresiones tomistas como no tomistas y complementada con la opinión del
Magisterio de la Iglesia. En los tiempos que vivimos es importante tener presente el sentido de la ley
natural, especialmente en lo que se refiere a la dignidad de la persona humana.

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