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SEGMENTACION TECTONICA ANDINA Y SU ZONIFICACION

METALOGENETICA

En esta sección se discutirán tres temas principales: la segmentación tectónica de la


Andes, la distribución de las distintas provincias metálicas y la evolución
metalogenética.

Al igual que con muchos temas centrales de la metalogénesis andina, las implicaciones
de las segmentaciones tectónicas de los Andes en términos de magmatismo y depósitos
de mineral fueron planteadas por primera vez por Sillito (1974), quien propuso 16
límites tectónicos entre Oº (Carnegie Ridge) y 44º S (Chile). Cresta). Algunos de estos
límites, que fueron propuestos en base a estructuras principales, actividad sísmica y
volcánica, principales unidades morfológicas, afloramientos antiguos del terreno y las
intersecciones con dorsales oceánicas, coinciden con los límites longitudinales de los
cinturones metálicos. Por lo tanto, el cinturón de estaño está restringido a tres
segmentos, encerrados por los límites 5 (límites norte del cinturón del centro reciente
Andes volcanes y del bloque Altiplano-Puna) y 8 (límite norte de la Cordillera de
Domeyko y paso oeste en el cinturón longitudinal de volcanes recientes).

LA SEGMENTACIÓN TECTÓNICA ANDINA

Es el resultado de una serie de heterogeneidades a lo largo del cinturón, que está


formado por terrenos viejos y jóvenes y bloques tectónicos. Entre los formadores se
encuentra el Macizo Precámbrico de Arequipa, en el suroeste de Perú (Petford y
Atherton, 1995), mientras que la Cordillera Occidental de Colombia está formada por
un prisma oceánico del Cretácico acumulado en el continente durante el Terciario. Si se
consideran las heterogeneidades de la corteza continental, la geometría del continente,
las complejidades de las placas oceánicas (por ejemplo, las dorsales) y la variación en la
velocidad y el ángulo de convergencia entre las placas (y sus consecuencias en la zona
de subducción), la segmentación longitudinal es una consecuencia natural.

La cordillera de los Andes constituye una de las cadenas de montañas más


impresionantes del planeta. Los Andes se encuentran situados sobre una zona de
convergencia entre las placas oceánicas Nazca y Cocos las cuales subductan debajo de
la placa continental de América del Sur. Jordan et al (1983) divide la Cordillera de los
Andes en tres segmentos:
Los Andes Septentrionales: Se extiende desde Venezuela (12°N) hasta el Norte del
Perú (4°S), este segmento resulta de la interacción de las placas Caribe, Cocos, Nazca y
Panamá. Los Andes Septentrionales occidentales responden a fenómenos ligados a la
acreción de fragmentos de corteza oceánica y de arcos insulares producidos durante el
Cretáceo superior y Paleoceno están ligados al levantamiento de series Paleozoicas
deformadas y terrenos precámbricos.

Los Andes Centrales: Se prolongan desde el Norte de Perú (4º latitud S) hasta
Argentina (40º latitud S). La estructuración de este segmento resulta de la subducción
de la placa oceánica Nazca/Farallón debajo de la placa continental Sudamericana. La
parte Sur de los Andes Centrales está caracterizada por la presencia del Altiplano, la
cual se desarrolla entre las cordilleras Occidental y Oriental. La parte Norte de los
Andes Centrales se articula únicamente sobre una gran cordillera (Occidental/Oriental)
generando en su borde oriental una basta cuenca de Antepaís.

Los Andes Meridionales: Se desarrollan entre 40º y 55º de latitud S. Este segmento es
interpretado como resultado de la subducción de las placas Nazca, Antártica y Scotia
debajo de la placa continental.

Sin embargo, las relaciones entre los límites tectónicos y los cinturones metálicos son
bastante inciertas en términos de causa-efecto. Por lo tanto, el estaño puede ser, en
parte, una consecuencia de la corteza continental más gruesa entre los límites 5 y 8, que
podría haber favorecido el proceso de mezcla de magma propuesto por Dietrich et al.
(1999). A cambio, la pausa del cinturón de hierro al norte del límite 9 puede
interpretarse en términos del mayor grado de erosión que afecta a la serie del Cretácico
Inferior, resultando en el destecho de los niveles batolíticos. En general, los niveles de
erosión se han considerado un factor importante para explicar la distribución de los
cinturones metálicos en los Andes (Petersen, 1970; Goossens, 1972b). Este factor puede
ser importante a escala regional y local, por ejemplo, los niveles de erosión más
profundos del oeste peruano. Andes el flanco puede ser favorable para la cosecha de
depósitos de pórfido de cobre (Petersen, 1970). Además, diferentes niveles de erosión
en el cinturón de estaño de Bolivia exponen depósitos de Sn-W del Triásico al Jurásico
relacionados con rocas plutónicas asentadas más profundamente en la parte norte del
cinturón y depósitos Terciarios de Sn-Ag asociados a complejos subvolcánicos poco
profundos en el segmento sur.

Además de los niveles de erosión, se han considerado varios otros factores para explicar
las discontinuidades longitudinales de las provincias metálicas andinas (Oyarzún, 1985,
1990). Así, las condiciones paleogeográficas mesozoicas en el centro de Perú fueron
favorables a la abundante deposición de sedimentos carbonáticos, factor considerado
favorable para el rico desarrollo de la provincia polimetálica de este país. A cambio,
esta provincia está menos desarrollada en Bolivia, donde la mayoría de las series
sedimentarias tienen una composición clástica, hecho que parece confirmar esta
hipótesis. Sin embargo, los sedimentos carbonáticos mesozoicos en Chile albergan
depósitos de cobre o plata, y los minerales de Pb-Zn están pobremente representados
(excepto en la Cordillera Patagónica). En consecuencia, la presencia de rocas
sedimentarias ricas en carbonático aparece como un factor contribuyente, pero no
decisivo.

La presencia de "dominios metálicos" (Routhier, 1980), definidos como volúmenes de


la corteza continental que están dotados de un potencial metalífero especial durante
largos tiempos geológicos, tampoco es una buena explicación para la segmentación
metálica longitudinal andina. De hecho, aunque las provincias metálicas andinas
paleozoicas similares en naturaleza, su distribución geográfica diferente no es
consistente con el concepto de dominios metálicos. Así, incluso los cinturones de Sn-W,
que tienen una posición "continental" coherente en las tres eras geológicas, presentan,
sin embargo, situaciones latitudinales diferentes
Es probable que la respuesta elusiva sea una combinación de factores, que involucran la
tectónica de placas, la mezcla de magma, la naturaleza de las rocas anfitrionas, los
niveles regionales de erosión, etc. Por ejemplo, el hecho de que los segmentos andinos
entre 26º30 'S y 30º30' S parecen anómalos rico en oro, es interpretado por Sasso y
Clark (1998) en términos de una astenosfera de afloramiento, una ruptura transversal en
la losa subductora y una contaminación mínima por litologías de la corteza superficial.
Por lo tanto, tanto el Cu como el Au se consideran contribuidos directamente por la
astenosfera a la zona de fusión parcial en la cuña litosférica suprayacente.

ZONIFICACIÓN METALOGENÉTICA

En cuanto a la zonificación metalogenética andino, el hecho de que las rocas ígneas


volcánicas y subvolcánicas modernas también presentan tal zonificación (con magmas
alcalinos y ricos en K a mayor distancia de la actual trinchera oceánica, Palacios y
Oyarzun, 1975). Aunque los mismos factores propuestos para explicar la segmentación
longitudinal han sido considerados para la zonificación transversal, la tectónica de
placas ha recibido una mayor atención. Así, Sillito (1972) propuso un modelo de
"geoestill" basado en elementos metálicos proporcionados por la placa subductora a la
zona de fusión de la losa litosférica, y Oyarzún y Frutos (1974) un modelo similar, pero
basado en los elementos "aniónicos", como azufre y halógenos.

La distribución de las provincias metalúrgicas Cu y Sn a ambos lados del Océano


Pacífico, presenta una notable "simetría de reflexión", con los cinturones de cobre más
cercanos a las trincheras oceánicas y los cinturones de estaño en una posición interior.
En el margen asiático, esta disposición comprende la posición preferencial de Cu en los
arcos de islas y de Sn (W) en el borde continental. Esta simetría sugiere que la
zonificación metálica andina es consecuencia de un mecanismo geológico general, al
menos con respecto a sus provincias mejor definidas y mutuamente excluyentes (la
provincia Sn es muy pobre en Cu y casi no hay Sn en la provincia Cu). La búsqueda de
este mecanismo postulado implica la selección de aquellos rasgos geológicos que
aparecen como más significativos en términos de metalogenia regional, y el examen
crítico de sus posibles roles. En esta perspectiva, la hipótesis de Ishihara (1977, 1978)
presenta un interés especial. Este autor considera dos tipos de series magmáticas: los
magmas de magnetita (oxidantes) y los ilmeníticos (reductores). El hecho de que se
requiera un carácter oxidante del magma para la separación del azufre como SO2 , un
paso necesario para permitir la posterior actividad mineralizante de este elemento
(Burnham y Ohmoto, 1980) hace que las series de magnetitas sean favorables para las
mineralizaciones de sulfuros. A cambio, el carácter reductor de la serie ilmenítica
(debido a una mayor contaminación por reducción de rocas sedimentarias en los lechos
corticales superiores) favorece las mineralizaciones de estaño (ya que Sn 2+ no se
incorpora a minerales petrográficos, como es el caso de (Sn 4+ La presencia (aunque no
exclusiva) de granitoides tipo S, pertenecientes a la serie ilmenítica de Ishihara, en los
cinturones magmáticos orientales de Bolivia y Argentina (Ishihara, 1977, 1981;
Llambías, com. Pers. 1984) es consistente con este modelo. También es consistente el
hecho de que los cinturones magmáticos occidentales que contienen magnetita y
mineralización de sulfuros incluyen solo granitoides de tipo I, pertenecientes a la serie
de magnetitas (Ishihara y Ulriksen, 1980). Además, estas relaciones son similares a las
informadas por Ishihara (1977, 1978) para el este Asia. Allí, la provincia de Sn en el
borde continental está asociada a granitoides ilmeníticos y la provincia de arco insular
sulfófilo (Cu, Mo, Pb, Zn) a rocas magmáticas de la serie magnetita. La participación de
la losa oceánica subductora en el proceso se sustenta en una relación precisa establecida
en Japón entre la velocidad de convergencia de las placas y la "productividad" de
diferentes segmentos de arco en términos de azufre volcánico (Ishihara, 1981).

Si bien la importancia de la tectónica de placas en términos de metalogénesis andina


está bien sostenida, también es cierto que la evolución tectónica y magmática de
algunos segmentos andinos incluye períodos en los que el proceso de subducción fue
perturbado o exhibió poca actividad. Este es el caso, por ejemplo, de la cuenca del
Cretácico Inferior en Perú (Atherton y Webb, 1989) y Chile (Levi y Aguirre, 1981). Es
posible que en estas circunstancias participen mecanismos más complejos, como el
propuesto por Márquez et al. (1999) para el cinturón volcánico mexicano, que involucra
tanto un penacho astenosférico como un proceso relacionado con la subducción, o el
modelo propuesto por Sasso y Clark (1998) para el segmento andino entre 26º30 'S y
30º30' S, ya mencionado en esta revisión.

La comparación de la evolución metalogenética pospaleozoica del cinturón andino con


la de los arcos insulares, por ejemplo, el arco de Fidji, revela interesantes similitudes,
especialmente en términos de aumento tanto en el número de diferentes tipos de
depósitos de mineral como en la magnitud alcanzada por los más grandes. Para el caso
de los arcos insulares, esta evolución es paralela al desarrollo de una corteza tonalítica
diorítica. Así, en Fidji (Colley y Greenbaum, 1980), esta corteza se desarrolló durante el
Terciario, luego de una etapa de vulcanismo toleítico y andesítico y episodio
compresivo. No solo aumentó considerablemente el número y la magnitud de los
depósitos de sulfuros, sino también el número de metales involucrados y el número de
tipos de depósitos metálicos (de uno: sulfuros de macizo a cuatro, incluidos los
depósitos de pórfido de cobre).

En cuanto al cinturón andino es sorprendente la cantidad de depósitos importantes de


edad Terciaria, así como su distribución en o alrededor de la parte central de los Andes
(10º S a 35º S), donde la corteza continental alcanzó su máximo espesor. Ese es el caso
de todas las provincias metálicas, excepto el cinturón de hierro (aunque el importante
yacimiento pliocénico de magnetita de El Laco se encuentra en el alto Andes a 23º49
'S). Ciertamente, el posible efecto de los niveles de erosión debe considerarse un factor
contribuyente, ya que las rocas hipabysales o subvolcánicas intrusivas del Terciario
normalmente se erosionan a un nivel que es favorable tanto para la exposición como
para la preservación de la mayoría de los tipos de depósitos hidrotermales. los
depósitos de pórfido de cobre pre-terciario bien conservados en los Andes alcanzan el
orden de magnitud de los mayores del Terciario, y lo mismo ocurre con otros tipos de
depósitos, como los del cinturón de estaño boliviano.

En términos metalogénicos, una corteza evolucionada implica un mayor grado de


complejidad estructural, mejores oportunidades de mezcla de magma, aportes de
estratos sedimentarios con diferentes composiciones químicas, etc. Además, varios
niveles geológicos, desde la astenosfera hasta los estratos sedimentarios pueden
participar en la generación y diferenciación de magmas y en la génesis de los depósitos
minerales resultantes de su emplazamiento e interacciones con las rocas y fluidos
hospedadores en los niveles superiores de la corteza.

BIBLIOGRAGIA

https://www.aulados.net/Geologia_yacimientos/Metalogenesis_Andina/Metalogenesis_Andina.h
tm

https://es.slideshare.net/laurarojasperea/tectonica-andina-y-su-componente-cizallante

https://es.scribd.com/document/478448166/Metalogenesis-Andina-TRADUCDO-docx

https://es.calameo.com/read/0008201292320aad9e6d3

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