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El Matrimonio y El Ministerio
El Matrimonio y El Ministerio
“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea... También es necesario que tenga
buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo”
1 Timoteo 3:1-7
Introducción.
- Dios siempre ha establecido normas de conducta muy elevadas para su pueblo, y muy
especialmente para sus ministros.
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
En cuanto al matrimonio, el sacerdote tenía que casarse con una mujer virgen, no
podía casarse con viuda, ni con ramera, ni con repudiada por fornicación
(v.7, 13-14).
En cuanto a lo físico, el sacerdote tenía que ser sin defecto, no podía ser ciego, ni
cojo, ni mutilado, ni sordo, ni con pie ni mano fracturados, ni jorobado, ni enano, ni
tener nube en el ojo, ni sarna, ni empeine (v.16-23).
En cuanto a las vestiduras, los sacerdotes tenían que vestir conforme lo indicado por
Dios, tenían que cubrirse bien.
- Sus vidas santas y su fuerza moral eran la única credencial humana que tenían, y el
poder de Dios en ellos era la fuerza avasalladora que hacía temblar reyes e imperios.
- Así como hubo sacerdotes que deshonraron el ministerio sacerdotal, también hubo
profetas que deshonraron, desobedecieron, en su ministerio profético y murieron.
- También leemos en el libro de Jeremías 29:21 y 23, como sigue: “Así ha dicho
Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, acerca de Acab hijo de Colaías, y acerca de
Sedequías hijo de Maasías, que os profetizan falsamente en mi nombre: He aquí
los entrego yo en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y él los matará
delante de vuestros ojos… Porque hicieron maldad en Israel, y cometieron
adulterio con las mujeres de sus prójimos”.
EN EL NUEVO TESTAMENTO
Ayer como hoy, Dios exige moral, dignidad, austeridad, testimonio, obediencia,
fidelidad, santidad a sus ministros y predicadores.
Si fuertes fueron las exigencias para el ministerio en el AT, mayores son en el NT,
pues, “oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que
cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su
corazón” (Mateo 5:28). Las demandas de la Gracia son mayores que las
de la Ley.
Con relación al matrimonio el sacerdote no podía casarse con una mujer que
hubiera sido mujer de otro, viuda, repudiada, ramera, tenía que casarse con una
virgen.
Tampoco él podía tener más de una mujer, no podía adulterar con la mujer de su
prójimo, ni ir con las rameras, ni repudiar o divorciarse de su esposa para casarse
con otra.
Lo mismo que Dios aplicó a los sacerdotes del AT lo aplica el Espíritu Santo a los
sacerdotes del NT, a los pastores y ministros, ni divorcio ni recasamiento.
Cuando hay divorcio y recasamiento el hombre tiene su legítima esposa con quien se
casó originalmente, que aunque separados físicamente, delante de Dios sigue siendo
su legítima esposa y tiene la que no es legítima.
La Biblia de Jerusalén dice: “que no se haya casado más de una vez”, esto de
“marido de una sola mujer”, es una objeción, un reproche, una censura al divorcio y
al recasamiento, pues volverse a casar siendo viudo no descalifica.
San Pablo dice a los viudos: “Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les
fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia, cásense”
(1 Corintios 7:8, 9).
El caso de David:
- Hay quienes toman el adulterio de David para querer justificar sus adulterios.
En Primer lugar, David era digno de muerte, él mismo se sentenció cuando el
profeta Natán le preguntó, él dijo: “es digno de muerte”. David mismo no murió,
pero murió el hijo del adulterio a los siete días de nacido; él mismo no murió, pero
por haber tenido en poco la Palabra de Dios, por haber menospreciado a Dios, por
unos momentos de placer carnal con la mujer de Urías, la espada y la muerte jamás
se apartaron de su casa.
En segundo lugar, David no ejercía un ministerio sacerdotal, ni profético, ni de
naturaleza y carácter espiritual, no era ministro, él era rey; este era un oficio civil,
político, administrativo, militar. Y aun si hubiese estado atendiendo sus deberes
políticos y militares como rey no hubiese cometido semejante crimen moral y físico.
Si David hubiese sido sacerdote y no rey, se hubiese descalificado como sacerdote,
pues las exigencias morales y ceremoniales para los sacerdotes eran estrictas. El día
que el sacerdote tenía que entrar a ministrar en el santuario no podía tener
relaciones íntimas con su propia esposa, mucho menos podía ser un adúltero.
En tercer lugar, los hijos del sacerdote Elí, que también eran sacerdotes, Ofni y
Finess, murieron el mismo día conforme un profeta de Dios le había avisado a Elí
por ser profanos y adúlteros, pues dormían con las mujeres que velaban a la puerta
del tabernáculo de reunión. “Estos son manchas” (Judas 1:12).
Conclusión.
La Obra de Dios sufre más por los intrusos, profanos, adúlteros e impíos adentro;
que por los Faraones, Herodes, Nerones de afuera.
Estimado amigo y hermano, este es el mensaje auténtico de la Biblia: Dios es amor,
pero también es justo, es fuego consumidor (1 Juan 4:8; 2:29; Hebreos 12:29);
Él nos ama a nosotros, pero odia el pecado en nosotros.
Dios en su amor quiere salvarnos y llevarnos a Su Cielo, a Su gloria, pero en su
justicia no puede salvarnos y llevarnos al Cielo manchados con la inmundicia del
pecado (Apocalipsis 21:27).
Dios en su sabiduría proveyó el plan de redención para lavarnos de nuestros
pecados, perdonarnos y llevarnos al Cielo, la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia
de todo pecado (1 Juan 1:7).
Y entonces limpios tenemos que vivir en santidad, porque sin santidad nadie verá al
Señor (Hebreos 12:14).