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Metafísica 2015

Guía temática de Introducción a “qué es metafísica”, de M. Heidegger (en: M. Heidegger,


Hitos, Madrid, Alianza, 2000, pp. 299-312.

Prof. Oscar M. Esquisabel

El objetivo de abordar este texto de Heidegger es, fundamentalmente, indagar el concepto


de metafísica que en él se propone, no ofrecer una interpretación integral del contenido
de toda la introducción, que es sumamente complejo.
De acuerdo con ello, y en vista de las temáticas que hemos desarrollado en clase, la clave
interpretativa que proponemos es concebir la metafísica según Heidegger de acuerdo con
dos puntos de vista:

1. la investigación “metafísica” propuesta por Heidegger, en el sentido de lo que trasciende


toda “clausura categorial”. Para esta investigación, Heidegger rechaza de forma más o
menos explícita la denominación “metafísica” en su acepción tradicional, por el riesgo de
retomar los riesgos de la filosofía tradicional. Así, la investigación metafísica heideggeriana
queda mejor caracterizada con la expresión “pensar la verdad del ser”.

2. La metafísica tradicional, que, según Heidegger, debe ser superada a causa de sus
limitaciones. Es la metafísica que no piensa la verdad del ser, sino el “ente en cuanto
ente”: es la metafísica que 1. busca enunciar y analizar las categorías fundamentales de lo
que llamamos ente y 2. trata de fundamentar de una manera absoluta el conjunto de
categorías mediante las cuales comprendemos los entes.

Téngase en cuenta que, por la complejidad del texto, no podemos dar una versión acabada
del punto de vista heideggeriano. Más bien, se intenta que se aborde preliminarmente la
problemática, para que pueda confrontarse con las ya vistas. La idea fundamental es que
mientras otros planteamientos metafísicos buscan aclarar y fundamentar un conjunto de
categorías, la “metafísica” heideggeriana apunta a lo que trasciende toda categoría. Sin
embargo, no indagaremos por el momento (porque se trata de una introducción) de qué
manera se verifica esta investigación ni tampoco en qué términos es posible para
Heidegger.

Podemos dividir la Introducción, de manera más o menos artificial, en las siguientes seis
secciones.

1. El planteamiento del problema: la metafísica como pensamiento del ente en cuanto


ente y la necesidad de su “superación” en términos de un “pensar la verdad del ser” (pp.
299-301)

2. El problema central de la metafísica tradicional: el olvido del ser y la relación esencial


entre ser y hombre (pp. 302-303)

3. La tarea de Ser y tiempo (la obra fundamental de Heidegger) en el marco de la


superación de la metafísica y del olvido del ser (pp. 304-307)

4. El carácter temporal de toda interpretación del ser de los entes (307-309)

5. El programa de la ontoteología como algo que debe ser superado (309-311)


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6. La superación de la metafísica desde el interior mismo de la metafísica: la metafísica


como pregunta por la nada y el principio de razón suficiente: “¿por qué hay algo y no más
bien la nada?” (pp. 311-312)

Dejaremos a un lado por el momento las secciones 3 y 4, para ocuparnos


fundamentalmente de 1, 2, 5 y, parcialmente, 6.

Antes de comenzar con las secciones, es necesario hacer una aclaración preliminar,
al menos de carácter provisional, que tiene que ver con la distinción que introduce
Heidegger entre ‘ser’ y ‘ente’. No es sencillo captarla, pero la distinción tiene alguna
semejanza lejana (aunque no se identifica) con la diferencia entre la cosa y su esencia o
entre la cosa y aquello que hace que la cosa sea lo que es. El ente es, en términos
generales, la cosa de la que predicamos propiedades,conocemos, juzgamos, entendemos,
etc. etc.
En la medida en que hacemos todo esto, colocamos a la cosa dentro de un marco
de categorías determinadas, que nos especifican qué es la cosa y cuáles son sus
posibilidades en lo que respecta a sus propiedades y modos de existencia. Cuando
especificamos esas categorías y las explicitamos, decimos que hemos establecido sus
condiciones “esenciales” (en algún sentido, no necesariamente el platónico, aristotélico o
escolástico). Si podemos unificar esas categorías e interconectarlas entre sí, especialmente
a partir de un concepto único, decimos que hemos investigado el “ser del ente”, es decir,
hemos elucidado en qué consiste que el ente “sea” (cumple con tal o cual conjunto de
categorías).
Así, es más fácil ver la distinción entre el ser y el ente: el ser de un ente no es (no
debería ser) otro ente más, una cosa, sino una condición categorial, quizá dependiente de
una categoría principal (por ejemplo, ¿se le ocurre una categoría principal para
Aristóteles?). Pero esa categoría no puede ser entendida como una cosa o ente
suplementario.
De allí que para Heidegger sea necesario distinguir entre ser y ente: el ser es la
condición de que podamos comprender un ente en un sentido o en otro.
Por otra parte, es preciso distinguir, a su vez, entre “ser del ente” y “ser sin más” (o
“verdad del ser”). Pensemos primero el “ser del ente”: de manera aproximada, el “ser del
ente” corresponde a lo que denominé en clase el “cierre o clausura categorial”, es decir, la
posibilidad de unificar totalmente las categorías que nos permiten comprender las cosas,
sin que haya fisuras: todo ente queda perfectamente caracterizado dentro de un cierre
categorial. El “ser del ente” es más o menos equivalente al “cierre categorial”.
Por ejemplo, pensemos en la posibilidad de el “cierre categorial” de la moderna
ciencia de la naturaleza. Este cierre categorial impone una regla de juego fundamental:
toda explicación de las cosas tiene que tener lugar dentro del conjunto de conceptos y
procedimientos explicativos de la ciencia. Todo lo que no siga esta regla de juego se hace
por lo menos “sospechoso”.
No obstante, podemos plantear ahora la cuestión del ser no del ente, sino del
cierre categorial mismo, en el sentido de que podemos proponer una cuestión de
“segundo orden”: ¿cuáles son las condiciones del cierre categorial en cuanto tal?. Ello
equivale a relativizarlo o, al menos, someterlo a una posible restricción (por ejemplo,
mediante la pregunta ¿por qué esto y no más bien esto otro?). Este cuestionamiento está
vinculado con la posibilidad de la mutliplicidad de cierres categoriales, que, a su vez,
pueden ser indagados respecto de su propio “ser” (es decir, la condición de la condición).
La cuestión del ser sin más o de la “verdad del ser” se dirige, de acuerdo con esta
interpretación, a la indagación de la condición misma que hace posible toda clausura
categorial. Esta condición, por su propia naturaleza, tiene que trascender cualquier cierre
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categorial que pueda proponerse como interpretación. Por esa razón, la investigación que
propone Heidegger es de carácter fundamentalmente “trascendente”.

Veamos, ahora sí, de manera breve, las secciones que propusimos revisar:

1. El planteamiento del problema: la metafísica como pensamiento del ente en cuanto


ente y la necesidad de su “superación” en términos de un “pensar la verdad del ser” (pp.
299-301)

La metafísica aparece como el árbol de las ciencias: la metáfora es la clásica que


utiliza Descartes en los principios de la filosofía. La metafísica son las raíces del árbol de las
ciencias. La cuestión es: las raíces son el fundamento, la metafísica da el fundamento, pero
¿Dónde arraigan las raíces? ¿Cuál es el fundamento del fundamento? La metáfora apunta,
precisamente a la doble cuestión: a la del ser del ente (¿cuál es el cierre categorial de la
metafísica como fundamento de las otras ciencias?) y a la del ser sin más (¿Cuál es el
origen o fundamento de este cierre categorial? ¿Puede fijarse o al menos investigarse?).
En este sentido, la metafísica tradicional debe ser superada porque

1. no asume de manera explícita (no la tematiza) la diferenciación entre ser y ente,


aunque la utiliza de manera más o menos implícita, se queda, por decirlo así, en la
explicación del ente en cuanto ente, por lo que no tematiza la clausura categorial en
cuanto tal (aunque hay excepciones. Piense cuáles podrían ser): por el contrario, se
satisface en realizar un análisis categorial que le permita encontrar un ente o cosa que
tenga un carácter paradigmático o ejemplar, pero no va más allá (piense, por ejemplo, en
la teología aristotélica o en la cristiana).

2. mucho menos, no indaga la condición de todo cierre categorial, lo trascendente


como tal.

2. El olvido del ser y la relación esencial entre ser y hombre.

1 y 2 conforman lo que en la Introducción Heidegger denomina “el olvido del ser”.


Es cierto que este “olvido” tiene connotaciones místicas, pero nuestra explicación recoge
aproximadamente el sentido más “prosaico” (aunque no menos importante) de la tesis
heideggeriana. Precisamente, la superación de la metafísica, según lo propone Heidegger,
debe apuntar a la superación de este olvido del ser mediante un doble giro: en primer
lugar, tiene que plantear la cuestión del ser del ente, en el sentido de una indagación o
investigación del cierre categorial en cuanto tal. Esta tarea, en parte, se cumple
parcialmente en Ser y tiempo, aunque, según Heidegger, de una manera insuficiente. En
segundo lugar, y más importante que lo primero, debe apuntar a un cuestionamiento del
ser sin más (es decir, a la condición de toda condición categorial). El ser sin más es la
trascendencia por excelencia, es decir, aquello para lo cual se carece esencialmente de
todo concepto. Podríamos decir que el ser sin más es el punto de fisura de todo cierre
categorial, aquello para lo cual no tenemos de antemano nombre. La superación de la
metafísica es, por eso mismo, la superación de la forma tradicional de hacer filosofía. Por
otra parte, la forma de recobrarse de este olvido (la metafísica pregunta por el “ente”,
pero esencialmente no pregunta por el “ser”) consiste en indagar la interconexión entre
ser y hombre. Preliminarmente, esta tarea fue asumida por Ser y tiempo, pero no
avanzaremos más en este sentido. Diremos, simplemente, que para que haya cierres
categoriales se requiere esencialmente de la acción del hombre sobre las cosas: el hombre
(el Dasein, como lo denomina Heidegger) “descubre” (en el sentido estricto de la palabra)
mediante su acción posibilidades de ser de las cosas, pero esto remite a una relación
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fundamental del hacer del hombre con lo que es condición de toda condición, que es lo
que se debe investigar (si es posible). En esta investigación radica la posibilidad de toda
metafísica (y del olvido mismo del ser).

5. La superación de la ontoteología:

la metafísica tradicional se muestra al mismo tiempo como ontología y como


teología. La ontología como una investigación del ente en cuanto ente; la teología como un
tratamiento del ente supremo. En ambos, sin embargo, queda sin investigar algo más
fundamental, que es la naturaleza del cierre categorial que la metafísica occidental
impone, es decir, la imposición de sucesivas interpretaciones del ser de los entes (por
ejemplo, como ousía en Aristóteles, como pensamiento y extensión en Descartes, como
subjetividad trascendental en Kant, espíritu absoluto en Hegel, eterno retorno en
Nietzsche o condiciones materiales de la producción, en Marx, para dar ejemplos
aproximados). Por esa razón, la metafísica tradicional debe ser superada, pero no en el
sentido de una destrucción total, sino en el sentido de una superación desde su propio
interior, aprovechando las fisuras que se producen en los cierres categoriales. La tesis de
Heidegger es que el olvido del ser se cobra su venganza al presentarse encubierto, como lo
no dicho o tácito en el cierre categorial. En este sentido, la tarea de la metafísica es
superarse a sí misma, mediante la explicitación de lo no dicho. Esta tarea es, al mismo
tiempo, interpretativa y “destructiva”. Interpretativa, porque tiene que hacer explícito lo
tácito, hacer ver lo que no está dicho o “revelar” un sentido. Destructiva porque, para
hacerlo, debe desmontar o disolver los conceptos que estaban fijados en significados
establecidos.

6. La superación de la metafísica desde el interior mismo de la metafísica: la


metafísica como pregunta por la nada y el principio de razón suficiente: “¿por qué hay
algo y no más bien la nada?”

La tarea de la superación de la metafísica desde dentro de la metafísica, en orden a


indagar la cuestión de la “verdad del ser” tiene como punto de partida la tarea en principio
negativa de oponer las cosas (entes) y sus interpretaciones (o cierres categoriales)
predeterminados a aquello que consiste en la condición de cualquier y todo cierre
categorial. Ello equivale a sostener que el ser (la condición fundamental de toda condición)
no se identifica ni con ente alguno (la condición de todo cierre categorial no es una cosa) y
ni tampoco con ningún cierre categorial específico que hace comprensible las cosas desde
un punto de vista unilateral. Por esa razón, el ser sin más es la “nada del ente” y, por esa
razón, la indagación metafísica en busca de la trascendencia (la superación de la
metafísica) debe iniciarse con una investigación del principio de razón suficiente “¿por qué
hay algo y no más bien la nada?”, es decir, parafraseando, ¿por qué hay entes siempre a la
luz de determinadas formas de comprenderlos y no el ser sin más (en el sentido indicado)?

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