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28/01/2021 Provincia SSVM

Velorio Hna. Glória da Igreja

La Gloria de la Iglesia es la Pasión de Cristo

Una de las gracias más impresionantes que Dios les concede a los religiosos, dice el padre
Royo Marín, es la de asistir a la muerte de un religioso ejemplar1.
En este sentido, lo “ejemplar” es aquello digno de imitar porque es lo que debe ser.
Por eso, es una gracia impresionante el asistir a la muerte de un religioso que es lo que
debe ser.

¿Quién puede negar que Gloria nos ha dado ejemplo de lo que debe ser un religioso del
Verbo Encarnado?
¿Y alguien podría decirnos dónde aprendió a ser religiosa?
¿En el noviciado de Brasil, o aquí en Italia, o tal vez en Albania?

Creo que ella vivió lo que dice el Directorio de Espiritualidad (n.142), que “no hay otra escuela
más que la Cruz en la cual Jesucristo enseña a sus discípulos cómo deben ser”. Y allí, siendo
una buena discípula de Cristo, aprendió que “el Señor va a la Pasión para hermosear a la
Servidora -como dice el P. Buela- que estaba fea por el pecado y que era incapaz por sí misma
de alcanzar la salvación”2.

Y entonces Gloria lo amó, y lo amó en la cruz.

Y a medida que la cruz crecía, seguramente su amor se fortalecía. Porque es verdad lo


contrario, que “el amor que no nace de la Cruz de Cristo es débil” (DE 137) y ella lo quería
fuerte. Quería estar con su divino Esposo en la Pasión y hemos visto como fue premiado ese
amor… hasta el extremo. Tal vez le decía como San Francisco de Asís: “que muera por amor de
tu amor, ya que por amor de mi amor te dignaste morir”3 (DE 136).

¿Habrá cometió faltas la hermana Gloria? Sin duda. Porque “el justo cae siete veces y se
levanta” (Prov 24,16) Pero ella se purificó con la Sangre de Cristo Jesús en la Pasión, Dios la
perdonó y la colmó de nuevos favores. Pudo aprender que esas mismas faltas, la infinita
misericordia de Dios las convirtió en provecho de su alma.

El P. Royo Marín, pone en el corazón de Gloria esta elevación: “Me amó el buen Dios a pesar de
que le di tantos motivos para odiarme y perderme. Le amaría menos si le hubiera ofendido
menos, porque no hubiera experimentado de una manera tan sensible todo lo que hay de
compasión y de ternura en su corazón, aún para los más indignos. Alma mía: entra en tu
reposo; entrégate a pensamientos de paz, acordándote de los beneficios del Señor”.

1
Cfr. Royo Marín, La Vida Religiosa, p.578
2
Las Servidoras, Tomo II, p. 93
3
San Francisco de Asís, Oración Absorbeat.
28/01/2021 Provincia SSVM
Velorio Hna. Glória da Igreja

Su muerte ha traído bienes inenarrables, sobre todo para las almas de sus sacerdotes, de los
que tuvimos la gracia de presenciar las Bodas del Cordero con su esposa, en esa pequeña
habitación de Roma… Él, que se ofrecía en el gran altar del sacrificio eucarístico y ella, que
se ofrecía con Él, en el pequeño altar de la enfermedad. Porque amor con amor se paga.

Y por este gran amor es que avanzaba en la virtud, y estas almas religiosas, mientras más
avanzan en virtud más temen ofender a Dios, dice el P. Royo Marín. Y ya que quieren ser
fieles a toda costa, lo que más pena les da, no son las cruces o enfermedades, sino que “aman
a Dios y se ven expuestas a la desgracia de ofenderle y perderle”. Como dice San Agustín, solo
un corazón plenamente enamorado de Dios podrá comprender esta pena4.

Pero, gracias a Dios, viene la muerte y viene a cerrar para el alma fiel un pasado lleno de
amarguras y peligros y abrirle un horizonte más bello: una eternidad de triunfos y delicias en
donde el pecado será imposible. “Contemplaré tu rostro, y, al despertar, me saciaré de tu
semblante”. (Sal 17,15)

Pablo VI decía: “un acto supremo de amor y de fidelidad a Cristo; un ejemplo, un


testimonio, un mensaje perenne a los hombres presentes y futuros. Esto es el martirio. Esta
es la gloria de la Iglesia a través de los siglos.”5 Además, la instrucción Verbi Sponsa, decía que
las religiosas contemplativas son la “gloria de la Iglesia y manantial de gracias celestes”.6

Pidamos a la Santísima Virgen, a quien Juan Pablo II llamaba “gloria de la Iglesia  y de todo el
Pueblo de Dios en la tierra” 7, que nosotros también seamos lo que debemos ser, que nos
dejemos modelar en la escuela de la cruz, que confiemos en la misericordia del Esposo
que nunca abandona al alma que busca serle fiel.

“El deseo de morir como los santos ha de animarnos a vivir como los santos”.

La Gloria de la Iglesia es la Pasión de Cristo.

4
Cfr. Marín.
5
San Pablo VI. Canonización de los mártires de Uganda (18 de octubre de 1964)
6
CIVCSVA. Verbi Sponsa, Instrucción sobre la clausura de las Monjas, n.1 (13 de mayo de 1999)
7
San Juan Pablo II. Ángelus (22 de agosto de 1982)

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