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M a r ía F e r n a n d a G u t ié r

P r o f e s o r a Tit u l a r . D e p a r t a n
d e M ic r o b io l o g ía . U n iv e r s i
Ja v e r ia n a , B o g o t á .

mfgut¡er@javer¡ana.edu.c

G e r m á n C u b il l o s A lón

Q u ím ic o , U n iv e r s id a d Na c ió n -
M a g is t e r en I n g e n ie r ía A,vibien
E d it o r R e v is t a I n n o v a c ió n y C íe »

gercubillos@hotmail.com
• í

sta entrevista, realizada el 27 de marzo de 2013, además de continuar con

E
el objetivo que tiene la revista de realizar entrevistas a Científicos colombia­
nos para que el público, y en especial las nuevas generaciones conozcan un
poco la historia de personas que han desarrollado su vida alrededor de la
investigación en nuestro país, quiere hacer un reconocimiento al personaje
a quien la ACAC le otorgó el premio a VIDA Y OBRA DE UN CIENTÍFICO.

Se trata del Doctor Moisés Wasserman, quien aceptó darnos la entrevista


alrededor de un café en un sitio ubicado en la emblemática zona conocida
por los bogotanos como el “Park Way”. Desde el primer momento nos dimos cuenta de que esta
zona debía ser muy conocida por él, pues a lo largo del rato que estuvimos allí, los vendedores y
las personas del barrio lo saludaban como se saluda al “buen vecino” y con un “hola profesor”.
No obstante, esta relación de familiaridad no fue la que obligó a que la entrevista tuviera que des­
plazarse a otro lugar. Fue la presencia sonora del vendedor de aguacates, cuyo tono de voz mucho
más alto y agresivo que el de nuestro entrevistado, superaba en decibeles la conversación pausa­
da y en tono bajo, de nuestro invitado. Sin embargo, allí entre los aguacates, los carros pasando y
un lindo sol mañanero, iniciamos nuestra conversación. Le explicamos inicialmente la razón y los
objetivos de la entrevista y comenzamos a proponerle los temas preparados.

¡María FernandaGutiérrez) mfg: — Déjeme primero hacerle una pregunta, ¿a Usted


le aburren las entrevistas o le parecen ricas?
Moisés Wasserman Lerner) MWL: —Eso depende, a veces son unas charlas muy agradables, depen-
ciendo del entrevistador. Es distinto cuando un periodista lo llama a uno por teléfono y dice “—Pero
cígame qué es tal y tal...”.

— Lo primero no es una pregunta, es más una pro­


Germán Cubillos Alonso) gca:
puesta, y es que nos haga un mini relato de quién es Moisés Wasserman.
M.W.L —A esta altura, cuando me dan el premio de vida y obra, yo todavía estoy pensando qué voy
a ser cuando sea grande. Y hay algo de cierto, pues yo he vivido todo de manera algo experimental,
no puedo decir que desde la infancia tenía un propósito claro. Cambié muchas veces mi ruta. Cuando
terminé el bachillerato en el Colegio Hebreo, en mi casa había un dilema, mi intención era irme a vivir
una vida socialista en un kibutz, sin embargo, yo era buen estudiante, mis padres eran profesionales y
por eso se esperaba que yo también lo fuera. Mi mamá es de las primeras egresadas de la Universidad
Nacional. Yo jugaba entre estudiar filosofía y estudiar algo de ciencias. Obviamente, mis padres presio­
naban por las ciencias, a ellos les gustaba algo un poco más ingenieril, pero bueno, ciencias también
estaba bien. Me decidí por la química. En el colegio me gustó mucho la química, también la física, era
bueno en matemáticas, pero tuve un profesor de química que era un viejito muy curioso y muy simpático
que nos incentivó mucho. Esta no fue, evidentemente, una decisión dada por una fuerte vocación, fue
solo una opción.

31
Lo mismo sucedió cuando terminé la carrera. La bioquí­
mica no existía en el currículo de Química, solo estaba
como electiva, no era una asignatura obligatoria. Para ese
momento, el profesor Arturo Gil había regresado a la Uni­
versidad Nacional, de hacer su maestría en Estados Unidos,
y había una misión norteamericana de la Universidad de
Nebraska en la facultad de veterinaria. Ellos fueron los que
introdujeron la bioquímica en la Universidad. Tomé esta
electiva y me gustó mucho, me sentí muy motivado por la
bioquímica, así que resolví hacer la tesis en bioquímica. De
nuevo, esta fue una decisión muy compleja porque yo era
monitor de fisicoquímica y se veía como feo hacer la tesis
en bioquímica. Fue una tesis accidentada, como solían ser
en aquella época estos procesos, con falta de reactivos y
pocos equipos. Si hubiera sabido esto antes, no me hubiera
metido, pero finalmente la hice, me gradué y, ahí sí, me fui
a un kibutz a vivir la vida socialista. Estuve tres años, pero
finalmente resolví seguir estudiando; y allí sí tenía claro que
quería estudiar bioquímica. Hice un doctorado en bioquími­
ca en la Universidad Hebrea en Jerusalén, luego un breve
posdoctorado en la Universidad de Nueva York.
Un día me casé, al día siguiente me gradué y el tercer día
me fui al doctorado. Cuando estaba haciendo el doctorado
nació mi hijo, y ya cuando lo estaba terminando empezó la
idea de regresar. Pasé parte del corto posdoctorado pen­
• En la Universidad sando en qué iba a hacer cuando regresara. En ese momento, salió un artículo en la revista Nature que
Nacional de
se llamaba “Los juegos que juegan los parásitos” o algo por el estilo, de un profesor Blumm. Era un
Colombia 1968.
artículo muy interesante, pues mostraba como los parásitos en su evolución habían desarrollado meca­
nismos de evasión al sistema inmune y mecanismos de supervivencia a un hospedero para establecer
una relación de parásito. Fue muy interesante, así que me fui a visitarlo, le dije que quería regresar a
Colombia y él me dijo que este era el lugar preciso para estudiar estos parásitos. Hablamos del Tripa-
nosoma cruzi, que era por el que él se inclinaba y además era el parásito que más se estudiaba en Lati­
noamérica. Era ampliamente estudiado en Argentina, Brasil, acá en Colombia también había algo, pero
mucho menos. Con esa idea me vine, escribí algunas cartas y la única universidad que me respondió
positivamente fue la Universidad de Valle que, en esa época, sin duda era la que tenía el grupo más
fuerte de bioquímica del país; estaban Alvaro Alegría, Carlos Corredor, Luis Alejandro Barrera, era un
grupo muy fuerte de bioquímicos. Pero, por razones familiares y personales, yo no quería ir a Cali. Todo
esto sucedía en el año 1978.

• Grado de
Químico - Facultad
de Ciencias,
Universidad
Nacional de
Colombia 1969.
Cuando llegué a Colombia, tuve la suerte de vincularme simultáneamente a la Universidad Nacional
(UN) y al Instituto Nacional de Salud (INS). Desde entonces trabajé en cooperación entre estas dos insti-
tuciones. Algunas veces mi dedicación y mi tiempo eran mayores en una y otras veces en la otra. Cuando
salió la ley que no permitía tener dos empleos públicos, la Universidad me propuso que me fuera de
dedicación exclusiva y que me comisionaba para seguirtrabajando en el INS. Toda la vida he trabajado
y estudiado en el sector público.
Cuando regresé había un grupo trabajando en Tripanosoma cruzi, del cual ya había leído mucho,
pero era un grupo que tenía un acercamiento muy tradicional, y yo estaba en una línea en desarrollo
explosivo en ese momento que era la biología molecular y la ingeniería genética. Estábamos ya en el
año 8o y Frederick Sanger estaba recibiendo el premio Nobel de Química.
En el INS ingresé al grupo de microbiología, donde mi primera publica­
ción fue con Salmonella, pero había en ese mismo grupo una especie
de subgrupo dirigido por Carlos Espinal, que tenía una relación muy
fuerte con los institutos nacionales de salud y con la agencia interame­
ricana de desarrollo en un programa sobre malaria. Hablamos y yo me
comprometí a desarrollar unos temas en malaria, temas más bioquími-
eos y moleculares, lo cual él apoyó. Para esa época se retiró del INS el
fundador del grupo de bioquímica y, como no había muchos bioquími­
cos en los alrededores, me propusieron liderar el grupo, lo cual acepté.
Esa fue una lucha interesante de transformación del grupo donde se
reunían personas muy ilustres conocedoras del tema, pero de otra ge­
neración. Para ellos la bioquímica era la química clínica del laboratorio,
Hasta el punto que allí se hacían parciales de orina, glicemias y esas
cosas. Yo estuve casi dos años tratando de convencer a las directivas
que ese grupo, con esa calidad de gente y esa infraestructura, no podía
desperdiciarse haciendo glicemias. Finalmente, el grupo se transformó,
prestando muy poco servicio de ese tipo y dedicado solo a la investiga­
ción. Si algún servicio se prestaba era el de apoyar a otros grupos en el
desarrollo de sus proyectos de investigación con las técnicas de bioquí-
•nica y biología molecular que empezábamos a estandarizar.
Yo no sé si eso dice quién soy, pero sí les da un contexto de qué
sucedía a mi alrededor.
• En Jerusalén

G.C. — En ese momento, como usted decía, ¡a bioquímica en la UN casi no doctorado1975


xistía, pero había profesores de muy buen nivel.
M.W.L —Es que cuando me fui solo había un profesor y cuando regresé había por lo menos dos per­
sonas con doctorado en Bélgica, Gerardo Pérez y Virginia Montes, que tenían líneas serias de investiga­
ron. También estaba la maestría, y yo me incorporé inmediatamente en 1979 para reemplazar a alguien
que se había ido y que finalmente no regresó. Casi sin nombramiento de planta ya tenía tres estudiantes
ze maestría y participé inmediatamente en la configuración del programa de doctorado que pronto em­
pezó a funcionar. También empecé a dar clases, cosa que es muy importante en la universidad, donde
.a tarea es la formación y la investigación es necesaria para que la formación sea buena. La UN no hace
ivestigación per se, sino como parte de su esfuerzo de formación.

M.F.G. — Pero ¿qué tenían el Plasmodiumy la Malaria, enfermedad que este


roduce, que lo llevó a seguir por ahí?
M.W.L —Una vez existía el proyecto, empecé a leer. El Plasmodium es un bicho supremamente
' nteresante, la enfermedad tiene un impacto tremendo en la gente, así que cualquier aporte que con-

33
tribuya con la solución es ganancia; además, es un parásito que cam­
bia de formas, tiene sistemas de diferenciación sofisticados, cambia
de hospedero, cambia de órgano dentro de los hospederos, tiene un
proceso de desarrollo celular muy complejo y sobre el cual realmente
se sabía poco. Todo eso me llevó a apasionarme con él. Es que yo soy
bastante obsesivo.
• Plasmodium
Falciparum.
11 — En éxitos, ¿cuál cree que ha sido su gran aporte a la ciencia?
Se queda pensando, el ruido de la calle se mantenía, el vendedor callejero continuaba promo-
cionando su verde producto y el Doctor Wasserman se veía cómodo conversando.

M.W.L -Difícil pregunta. ¿Quieren que cambiemos de lugar?

Puesto que los tres estábamos pensando lo mismo, la decisión fue unánime. Él nos
condujo a uno de esos lugares que todos quisiéramos tener. ¡Una buhardilla con
tamaño de apartamento, ahí, en un costado del Park Way! Un hermoso lugar, soli­
tario, silencioso, algo desordenado, lleno de libros, buena música, muy acogedor,
un par de escritorios y muchas cajas llenas de “tesoros” , esos tesoros pendientes
que se han acumulado en el transcurso de toda una vida y están listos para ser dis­
frutados cuando la vida ceda espacio. En ese plácido recinto encontramos también
una cocina, donde el Doctor Wasserman desplegaba, según nos dijo, su gusto por
las artes culinarias antes de su paso por la rectoría de la UN. Es claro en afirmar
que no cocina comida tradicional sino platos europeos, de la Europa central, de la
cocina vieja clásica judía aprendida de su madre. Pensamos que a esta entrevista
te hizo falta una degustación.

M.F.G. -Retomemos la pregunta, ¿cuál ha sido su gran aporte a la ciencia?


M.W.L —Esto puede no ser muy motivador, pero en la inmensa mayoría de las veces los científicos no
generan grandes aportes sino pequeñas contribuciones. Son algunos pocos los muy afortunados y bri­
llantes que a veces logran generar un cambio en una dirección o algo de este tipo, pero son una minoría.
La ciencia moderna se construye con aportes relativamente modestos. De lo que estoy orgulloso es de
haber llegado a un lugar donde se publicaba muy poco para el mundo y haber logrado llevar a mi grupo
a publicar por 33 o 34 años en revistas internacionales. Esto implica que se acumula una cantidad de

p pequeños resultados en el campo del Plasmodium.


Nos concentramos mucho en el fenómeno de invasión al eritrocito y las
señales moleculares entre la célula que invade y la que es invadida. Mira­
r / mos cómo eso afectaba las estructuras y los procesos internos de la célula
/ ¡M \ invadida. Ese fue el tema más importante de trabajo. Colateralmente con
eso, hicimos algunas cosas más aplicadas, desarrollamos técnicas mole­
culares para diagnóstico y para definir resistencia a fármacos y cosas de
ese tipo. Posteriormente introdujimos una línea alterna, un viejo parásito
que es muy interesante, la Giardia. Ésta la trabajamos por varías razones:
(c t )} j una logística, que es por su capacidad de cultivo, pues el Plasmodium es
supremamente difícil y sofisticado de cultivar, y yo necesitaba tener un pa­
/ rásito que no requiriera equipo tan complejo para poderlo estudiar. Otra
k iJ cosa que me motivó fue mi interés por estudiar los aspectos evolutivos
• Plasmodium de este parásito, al que llaman “fósil vivo”, por ser un organismo que se separó tempranamente en la
Malariae.
línea evolutiva, manteniendo características de eucariote pero también algunas de los procariotes. Su
facilidad de reproducción in vitro, lo hace un modelo interesante en el que se puede estudiar la degra­
dación regulada de proteínas, ya que dentro del proceso de diferenciación hay funciones que hay que
suspender y otras nuevas que hay que generar. Este era un proceso muy conocido en otros eucariotes
y no era conocido en Giardia. Ahí, mi grupo hizo un aporte pequeño que hace parte del conocimiento y
que se ha publicado. Esas son las cosas con las que estoy satisfecho.
Pero, siempre, la formación de personas fue central. Además de haber sido profesor todo el tiempo y
haber dictado cursos de bioquímica, disfruté la relación directa con los estudiantes en los trabajos de
grado y las tesis. No recuerdo exactamente cuántas llevo pero son más de cien dirigidas. Hay bastantes
personas a las que he formado.

M.F.G. — ¿Cuál es el éxito para atraerlas?

M.W.L —Pues han venido por varias razones, pero sobre todo porque veían una línea coherente de in­
vestigación, continua, donde había posibilidades de formación, donde tenían pasantías en otros lados,
y veían un grupo con entusiasmo y compromiso grande con la investigación.

— Esta pregunta está relacionada con lo que pasó durante varios


años, por lo menos en la UN: algunos investigadores decían que querían
investigar, que tenían nuevas ideas, pero que no podían porque no tenían
equipos, que no lograban tener un laboratorio sofisticado. La pregunta
es, ¿para hacer investigación sólo es necesario tener un laboratorio muy
sofisticado?
M.W.L —Ninguna de las dos es suficiente. Ni tener un laboratorio muy sofisticado ni únicamente
tener ¡deas, las ideas no son suficientes para la investigación, se necesita infraestructura, recursos,
equipos. Es realmente una combinación de los dos componentes. Las cosas en un país sin tantos recur­
sos como el nuestro son distintas. El laboratorio se va construyendo a medida que se va necesitando, a
medida que lo va exigiendo la investigación. Nosotros empezamos el cultivo del Plasmodium con unas
cámaras de electroforesis construidas por nosotros mismos con plástico que comprábamos y pegába­
mos; los electrodos los hacíamos con las asas de platino microbiológicas, la cámara de cultivo estaba
lejos de ser una cámara de flujo laminar, era una cámara de madera que nosotros mismos construimos
con puertas de vidrio, con luz UV que se prendía cuando no trabajábamos para que se desinfectara y
la atmósfera la hacíamos con un desecador y una vela como en la microbiología del siglo XIX. Así ge­
nerábamos una atmósfera bastante buena y empezamos a trabajar con eso y publicamos un artículo
en The American Journal of Tropical Medicine, que en ese momento era una de las revistas de primera
línea. Allí publicamos lo primero en Plasmodium y para ese entonces teníamos un microscopio, un par

• Premio Alejandro
Angel Escobar
1984.
Entrega: Presidente
Belisario Betancur.

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de centrífugas y las cámaras hechas por nosotros. SÍ se pueden hacer con cosas sencillas, pero con el
tiempo se van generando exigencias. Ahora hay campos donde esto es impensable. Hoy en día en el la­
boratorio hacemos espectrometría de masas. No tenemos espectrómetro de masas, pero lo hacemos en
otro lugar. Hacemos cosas muy sofisticadas que se van adquiriendo a medida que se van necesitando.
Nosotros empezamos cuando Sanger, en 1980, ganaba su segundo premio Nobel por haber secuen-
ciado el DNA del fago fiXi74, y nosotros, cuatro años más tarde, ya estábamos haciendo secuenciación
en el laboratorio. Eso significa que vamos creciendo. Ahora hay grupos muy sólidos en química de es­
tructuras, en elucidación de estructuras químicas complejas, con equipos muy sofisticados, pero esto
también lo adquirieron a medida que lo necesitaban. Creo que el reclamo de que “no hay con qué” no
es muy cierto en muchos casos. A mí no me gustan quienes dicen “en mis tiempos vivíamos en carpas
y ustedes se quejan por...”. Tampoco es así, la gente puede no tener acceso a un laboratorio, pero la
historia en Colombia demuestra que la persistencia, la insistencia y el compromiso con una tarea final­
mente llevan a tenerlo y los que lo logran son los que tienen persistencia y no aquellos que por alguna
suerte maravillosa los recibieron.

— ¿Usted cree que en Colombia se puede hacer ciencia?

—Yo creo que sí, claro, y creo que se hace; y se hace ciencia signiñ'cativa. Ahora se estila mu­
cho medir los impactos. Hay discusión en cuanto qué tan buenos y legítimos son esos medidores en
ciertas circunstancias, pero incluso con esos medidores hay ciencia colombiana con impacto.

I____ I — Usted, que ho estado permanentemente participando en todo lo


que tiene que ver con la ciencia en Colombia, a partir de los indicadores
que se proponen para medir su estado de desarrollo, como las patentes,
las publicaciones y el número de investigadores, ¿podría decirnos en qué
estado estamos en relación con América Latina?

L... ...... J —Todavía somos una comunidad pequeña, incipiente, poco madura pero muchísimo más
grande de lo que éramos hace veinte años, de eso sí no hay ninguna duda. El número de grupos ha
• Coperación crecido y eso es bueno. Hay muchos que critican el número de grupos y yo entiendo esa crítica; pero,
Internacional por otro lado, incluso viéndolo desde el punto de vista evolutivo, uno necesita inicialmente una gran
Japón 1990. variedad para que luego haya selección natural. Viéndolo así, ya es importante.
Pero es más que eso, hay estímulo a jóvenes, hay más jóvenes metidos
y eso promete. Nuestros impactos ya se ven en Latinoamérica, ya en las
gráficas aparecemos cuantitativamente, pequeños pero aparecemos
permanentemente. Ya en las gráficas de mediciones de impacto,
Colombia aparece. Y no es ficticio. Hay investigaciones en donde
Colombia realmente aparece. Hay algunos grupos que sobresalen por
cantidad e importancia de sus publicaciones. Hay una comunidad
con presencia continua y permanente en revistas internacionales. Lo
internacional no es solo que nos vean por fuera, es que se publica
donde uno quiere que lo lean. Hay trabajos importantísimos que se
publican para que se lean en Colombia, porque es allí donde se debe
leer y eso está muy bien. Hay otros momentos donde la información
es más general y eso también está bien a nivel internacional. Hay
críticas de que se publica más en revistas de menor impacto que en las
de mayor impacto y hay también explicaciones del por qué es eso. El
costo de un artículo colombiano es muy, muy, muy inferior al costo de
un artículo equivalente extranjero, eso indica que sí se está trabajando
con recursos relativamente menores.
CH S — En ese sentido, alguien en algún evento preguntaba cómo
hacemos para que, además de publicaren inglés, la gente también publique
en español, sabiendo que lo necesitamos.
M.W.L -Yo creo que publicar en una revista en particular, no es por el gusto personal de hacerlo en
esa revista, sino a partir de quién quiere uno que lo lea. Con el surgimiento de Publindex, en Colcien-
cias, y el ranking de las revistas colombianas, criticado por mucha gente —y yo entiendo las críticas—, ya
se está manifestando que existen revistas que son leídas y están indexadas, de tal forma que por fuera
también se puede acceder a las revistas nuestras y que de alguna forma ya se está publicando bastante
más hacia el interioren castellano. En el área mía, que es ciencias biomédicas y ciencias biológicas, hay
varias revistas en castellano de muy buen nivel y que tienen buena aceptación y mucha gente publica
en ellas.
Hay mitos de que en Colombia no se hacen estudios sociales, y es un mito, pues en Colombia sí se
hacen, hay muchos grupos de investigación social y se hace más investigación social que en ciencias
naturales. Y estos estudios se publican fundamentalmente en castellano. Eso es natural, pues usual­
mente tratan sobre problemas que nos interesan más acá, aunque les podrían interesar a todo el mun­
do. Es posible que haya que trabajar un poco más en ese campo. Pero no estamos en una situación en
que la gente no publica.

B E S — Quisiéramos hacerle una pregunta que es un poco abstracta:


¿Cuáles son los compromisos de un científico en Colombia en este momento?
M.W.L —Pues yo creo que hay varios compromisos. Yo no soy de la línea de la absoluta pertinencia de
la que hablan muchos. Yo soy de los que cree queV al científico hay que darle la opción de que también
escoja el tema que le interese, que casi siempre es un problema importante también aquí. Una vez en la
universidad me pusieron a mirar la pertinencia de todos los proyectos de biología. Esto fue hace más de
diez años y todos tenían una justificación muy definida para un problema nuestro. Haciendo un esfuer­
zo, y no en biología, había por allá una medición de la distancia de las efeidas o algo así, que podría de­
cirse que no tenía mucha incidencia en Colombia. Pero de todos modos tenia incidencia formativa. Hay
algunos que critican a la investigación que es solo para formar. Sí, no debe ser solo para formar, debe
generar conocimiento nuevo, pero el componente de formación es muy importante. En ese proyecto de
las efeidas, surgió un astrónomo que ahora puede estar trabajando en un satélite de comunicaciones o
alguna cosa de esas; pues está muy bien y tienen efecto.

37
El primer compromiso del investigador es inicialmente con él mismo. Él tiene que reflexionar muy
bien y ver qué es lo que quiere y tratar de enfocarse hacia lo que quiere. Lo segundo, que sea un pro­
blema importante. A veces nos metemos en pseudoproblemas y eso debemos tratar de evitarlo. Que
sea un problema de verdad, real. No que su solución vaya a resolver la situación del país, porque eso
son pocos los que lo hacen, pero sí que sea un problema real. Yo creo que en Colombia no hay todavía
muchos investigadores profesionales y que aún no estamos en una condición que nos permita inves­
tigadores puros, investigadores que no formen. Puros en el sentido de que no formen. Me encanta un
matemático que sea puro, pero me parece que tiene que estar vinculado con la formación. En Colombia,
desvincular la investigación de la formación no me parece una opción adecuada. Hay institutos donde
el investigador no tiene nada que ver con formación, aunque eso tampoco es tan cierto, pues en to­
dos esos grandes institutos como el Max Planck o los grandes institutos americanos de investigación,
tienen estudiantes por cantidades. Pero, digamos que uno se puede imaginar un instituto aislado en
una burbuja, donde los investigadores están solitos, dedicados a investigar. No obstante, en Colombia
eso no es válido imaginarlo. En Colombia, el investigador tiene que estar vinculado con un proceso de
formación. Incluso, si se está vinculado a institutos nacionales que tienen estudiantes a quienes no los
gradúan los institutos —los gradúan las universidades—, pero que hacen su trabajo allá. Los centros de
investigación como el CIF, CIDEIN, CIB, el INVEMAR, aunque son centros de investigación, están vincu­
lados a procesos formativos.
Es decir, los tres compromisos que yo creo debe tener un investigador en Colombia son: ser auténtico
con él mismo, que el problema sea de verdad y que esté muy vinculado con la formación.

« Simposio de la
Red Caldas 1994.

G E ZS E Q Q E S — ¿Usted cree que el interés de los jóvenes por lo ciencia


está creciendo? Y. si no lo está, ¿cómo hacemos para que crezca?

....—Yo creo que eso no solo es un problema colombiano, es un problema mundial. Otros, que
tienen más recursos, lo resuelven con estrategias como chuparse todos los buenos estudiantes de cien­
cias de los otros lugares. Por ejemplo, la emigración científica a los Estados Unidos es grandísima, por
la cantidad de oportunidades de estudio y trabajo que ofrecen. Es que en gran medida, las vocaciones
propias no son suficientes y tienen que buscar otras. Así que el problema no es solo nuestro. Pero es un
problema que se origina en la educación desde muy temprano. Nosotros tenemos nuestra catastrófica
formación matemática y no es solo que las matemáticas son importantes, que sí lo son, sino que acá
sellan a los niños desde chiquitos: “—Este es malo para matemáticas, así que olvídese de ciencias,
usted dediqúese a la historia” y eso es un problema gravísimo que tenemos y que finalmente se deriva
de malos maestros.

i n
• Cruz de Boyacá
al Instituto
Nacional de Salud
1997 -
Entregan:
Presidente Ernesto
Samper,
Ministra Cecilia
Forero de Saad.

-Pero el futuro pinta mal.


M.W.L —Sí, lo que quiero decir es que es un trabajo de largo término, pues obviamente debemos
trabajar para estimularlos. Están las olimpiadas, eso estimula a los niños, está el programa “ondas”,
proyectos como “manos a la masa” y otros proyectos derivados con iniciativas importantes. Pero se
siguen perdiendo gran cantidad de vocaciones simplemente porque el niño no supo encontrarla. En
primero de primaria le dijeron “es que usted no entiende nada de esto”, y ahí termina el esfuerzo del
niño por tratar de acercarse. Ese es un problema de largo término que requiere una mejor formación de
nuestros maestros y del sistema educativo. Un sistema mucho mejory más integrado. Que sea de largo
término no quiere decir que no se deba empezar ese esfuerzo en paralelo con los otros esfuerzos.

G.C. 31 — ¿Debemos contarles a los jóvenes las historias de los


investigadores para que vean que ellos son personas comunes y corrientes,
que tuvieron que hacer distintos esfuerzos y que pasaron por distintas
etapas hasta que llegaron a ser lo que son hoy? ¿Es válido contarles a las
nuevas generaciones los “pequeños aportes”, como usted los llama, de los
científicos colombianos?
M.W.L —Sí, son pequeños aportes, pero hay que rescatar que son significativos, que Colombia ha
producido cosas significativas. Últimamente ha habido en la prensa cosas que se han cruzado por ahí
de gente muy respetada. Yo creo que la ciencia colombiana ha hecho cosas significativas. Los niños mu­
chas veces se guían por ejemplos que reciben. Si hay un futbolista que atrae mucho, pues hay muchos
niños que van a querer jugar fútbol. Si hay, por ejemplo, algunos niños que llegan a conocer personas
que les parecen interesantes, posiblemente también quieran meterse en este mundo. Yo creo que se
requieren múltiples iniciativas que estimulen el interés. La base de la ciencia es la curiosidad, el interés.
Cualquier cosa que estimule la curiosidad y el interés va a generar niños interesados. Pero la cuestión es
cómo aumentarese número. Porque siempre se logra con unos pocos, pero ¿cómo hacerque sean más?

M.F.G. — ¿Cuál cree Usted que debe ser el papel del científico colombiano
ante la necesidad de incentivar la cultura científica?
M.W.L — Si, ese componente es difícil de exigírselo al científico, no se puede exigir que lo haga todo.
Cada uno tiene sus fortalezas y sus defectos. Hay científicos que no escriben para afuera y es muy di­
fícil que por cada proyecto escriba un documento para el público en general. Colciencias alguna vez lo
planteó pero era imposible, pues no se le puede pedir a todo el mundo que tenga esa disposición. Hay
algunos que pueden hacerlo y otros no.

jin
Sin embargo, es importante que, si bien no todos los niños van a ser científicos, gran parte de
la población tenga una cultura científica. Si un científico escribe feo y confiesa que no ha leído una
biografía de algún personaje, es un tipo inculto; pero un ciudadano se considera muy culto incluso
si no sabe cómo funciona el universo ni qué es la materia, ni la vida, como si eso no fuera cultura y
estuviera excluido de la cultura. Esa es otra de las cosas que puede lograr una buena educación. Que
aunque la gente no se dedique a la ciencia y no tenga una profesión científica, sí tenga una cultu­
ra, una mínima ilustración científica. Eso también ayudaría muchísimo a mejorar otras cosas, como
construir una forma más racional de tomar decisiones y de enfrentar la vida. A propósito, el domingo
salió un artículo mío en El Tiempo, donde con frecuencia me publican escritos, sobre la importancia
de la estadística. Su título es: “ Estadística, en vos confiamos”. Es una defensa de la estadística y
terminaba diciendo que la estadística había tenido un gran impacto en la moral, porque al trasladar
ciertos eventos del nivel individual al nivel social, se genera un cambio en la percepción de lo que es
normal. En un momento, lo normal tenía una connotación de moral, hoy en día tiene una connotación
de distribución, frecuencia. Lo normal es lo más frecuente, no es lo moral como era hace apenas unos
años. Lo que quiero decir con eso es que una ilustración científica, o entender bien la estadística,
incluso tiene implicaciones de tolerancia de poblaciones minoritarias o de ciertas poblaciones que
no por ser menos frecuentes son inmorales. Incluso en ese campo la cultura científica puede tener un
impacto muy grande en la sociedad.

G.C. m - Y ese es el papel que debería tener la divulgación científica que


es tan baja en Colombia.
M.W.L —Sí, es cierto, la divulgación científica es muy baja en Colombia. Es poquísima.

M.F.G. I — ¿Qué opina de estas asociaciones que tratan de fortalecer los


gremios o las de facultades como ACOFACIEN? ¿Qué impacto tienen para
fortalecer la ciencia?
M.W.L —Hay muchas asociaciones de distinto tipo y algunas de ellas hacen labores de divulgación.
No las conozco suficiente para juzgar, pero no es una labor muy fuerte ni armónica entre ellas. Hay mu­
chas asociaciones profesionales con carácter gremial que hacen algo de eso. Hay algunas academias
que también hacen algo. Alguien las define como sociedades de hombres viejos y ahora hay mujeres,
que nunca son viejas, pero de todas formas no son las que tienen el lenguaje que va al público. Su
lenguaje es muy especializado y preciso; y esa, que es la ventaja de la ciencia, en este caso es una des­
ventaja. La ventaja de la ciencia es que su lenguaje es muy preciso, exacto, no permite ambigüedades
y por eso es un lenguaje que para unos es oscuro, porque se necesita una preparación para entenderlo
y no todo científico es capaz de traducirlo a un lenguaje que la gente entienda. Yo diría que muy pocos
son capaces de hacer eso.

• Sesión Solemne
Academia
Colombiana de
Ciencias Exactas,
Físicas y Naturales
1998.
En la foto:
Santiago Díaz,
Hernando Groot,
Luis Duque
Goméz, Luis
Eduardo Mora
Osejo.
Hay varias asociaciones de facultades. La primera de ellas, creo que fue la de medicina, ASCOFA-
ME; está la de los ingenieros que es ACOFI ; la de ciencias que es ACOFACIEN; en ciencias humanas
debe haber algunas que no conozco. Son otro gremio, son los gremios de las facultades y se ocupan
de sus problemas. Por ejemplo, trabajan en la construcción de los exámenes ECAES. Pero, aunque
debería ser una de sus funciones, yo no veo, en su actividad, estímulo hacia ellas. Los ingenieros
deberían tratar de estimular las vocaciones ingenieriles, pero no conozco iniciativas muy fuertes.
Tampoco se le ven iniciativas muy fuertes en ACOFACIEN. Yo estuve cuando era decano, pero no vi
iniciativas en ese sentido.
■%
G.C.A. I — ¿La Academia de Ciencias hace divulgación?

M.W.L — Yo estimo mucho a la Academia, fui presidente por cuatro años, sé que ha participado y que
participa en proyectos de educación no universitaria. Hace parte de un proyecto francés de pequeños
investigadores, que es un proyecto de colegios, y la academia está vinculada con la red de academias
de América y ha sacado algunos módulos y producido algo para la enseñanza de ciencias para el cole­
gio. Pero no tiene una actividad de divulgación de la ciencia como tal. Tiene su revista, que es científica
para científicos. Tiene reuniones y conferencias para científicos. Tuvo un par de iniciativas, como un
círculo de filosofía y de historia de la ciencia, pero es para científicos especializados en filosofía y en
historia de la ciencia. Tampoco es para un público lego. Creo que las academias no son un ámbito am­
plio de difusión de las ciencias.

• Medalla
al Mérito en
Investigación
Universidad
Nacional 2001.
Entrega Rector
Victor Manuel
Moncayo.

M.F.G. — ¿Qué opina Usted del papel del Instituto Nacional de Salud? El IN5,
que antes trabajaba en investigación, ahora está más dedicado a la vigilancia
epidemiológica, pero debería tener una fortaleza en investigación. ¿Usted
cómo lo ve?
M.W.L —Yo creo que los Institutos nacionales sufrieron una transformación negativa que, a mi pare­
cer, fue la siguiente. Ellos fueron refundados por Carlos Lleras Restrepo en el 78. Entre estos están el
Instituto Nacional de Salud, el Instituto de Cancerología, Ingeominas, el ICA, el Instituto de Bienestar
Familiar, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Todos ellos eran corrientes que confluían. En el caso
del INS, se unieron el instituto que producía la vacuna contra la viruela con el que producía la vacuna
contra la fiebre amarilla, con el laboratorio Samper Martínez, con el instituto de proyectos especiales de
una división del Ministerio de Salud. Algo parecido sucedió con los otros y generaron grandes institutos
que tenían características muy particulares. Tenían y tienen una infraestructura de las más importantes
del país, tienen un personal fijo y pagado por el estado, cosa que no es usual ahora, y eran en su inicio,
y aún formalmente lo son, adscritos a los ministerios pero descentralizados y con un alto nivel de au­
tonomía, que fue lo que se perdió. La concepción era que fueran de investigación y prestaran algunos
servicios muy especializados. Por su alto nivel de autonomía servían como asesores verdaderos del
ministerio y, a veces, como críticos del ministerio al cual estaban adscritos. Esa era su esencia y eso
era muy sensato. Yo creo que el INS lo fue, y cuando yo estuve de director insistí mucho en que fuera de
investigación, autónomo sobre los temas que le interesaban al país en salud. Yo creo que por lo menos
con los ministros con los que yo tuve relación, un tiempo corto con el Ministro Augusto Galán y la mayo­
ría del tiempo con la ministra Forero de Saade, eso se entendió y se respetó muy bien.
Algo parecido pasaba con los otros institutos, creo. El switch que hubo fue que los convirtieron en el
brazo técnico de los ministerios, que es algo completamente distinto, pues allí una de sus tareas era no
criticar al ministerio sino demostrar que lo que hacían los ministerios estaba muy bien hecho. Esto los
llevó a perder su autonomía y se puede argumentar con lógica que sean brazos del ministerio, pero se
convirtieron en instituciones al servicio del ministerio y dadoras de servicios y perdieron esa capacidad
crítica y de generar conocimiento en el área que tenían anteriormente y eso debería recuperarse. Esto
ha llevado a cosas malas. INGEOMINAS hasta cambió de nombre, empezaron a surgir problemas con las
licencias que había entregado y la forma como lo había hecho; de pronto una crisis con las vacunas de
fiebre amarilla y el INS ya no las producía; y lo que era una estrategia de seguridad nacional en algún
tiempo dejó de serlo, pues ya no era una urgencia; y cuando fue urgencia ya no estaba. Empezó a asumir
otras tareas y se volvió el ejecutor de una política de vacunación y perdió su objetividad en mostrar si
tenía éxito o no la política, si las vacunas que estaban comprando eran buenas o no. En fin, perdió su
capacidad crítica. Eso pasó con todos. Por ejemplo, el Instituto de Bienestar Familiar, que era fortísimo
en nutrición, perdió esa fortaleza totalmente, así que ahora no es una autoridad en nutrición.

— ¿Para dónde va el INS?


M.W.L —Pues acaban de nombrar a Fernando De la Hoz, un epidemiólogo de lujo, recientemente
director del doctorado en epidemiología de la UN. Yo espero que se recupere lo científico en gran
parte. Hasta hace poco los nombramientos fueron muy políticos, personas del Ministerio, secretarios
de salud, candidatos a gobernador, parlamentarios. Esto fue infortunado en el desarrollo de los insti­
tutos nacionales. La recuperación depende del ministro que esté, de si él considera que debe ser un
científico el que esté a la cabeza de esto y si él no necesita un cargo para alguien. Ojalá se recupere.
No es una añoranza del pasado lo que tengo, es una necesidad de que vuelva a tener un alto nivel de
autonomía y vuelva a ser un instituto de alta calidad en investigación científica, aunque el ministerio
pierda un ayudante.

• Congreso de la
República, debate
Ley Ciencia y
Tecnología, 2006.

43
EO S — En este momento, como exrector, como ciudadana y como
investigador, ¿cómo ve la UN en cuanto a cultura, ciencia y academia?
M.W.L —La UN es una pequeña sociedad supremamente compleja, lo cual es, a su vez, parte de su
fortaleza. Primero, porque yo creo que hay un espíritu crítico sobre los problemas del país, independien­
te, de mucha producción en todos los campos y en muchas direcciones, y tiene un potencial inmenso.
Pero estas instituciones tienen una gran fragilidad. El progreso no va en línea recta sino que oscila. Mi
esperanza es que la pendiente sea positiva a largo término. Es importante para la universidad conservar
su aspiración de universidad de investigación y no solo por su nombre, sino porque es la forma como
puede hacer el mejor aporte al país. Es la forma como va a producir los mejores profesionales y los
mejores posgraduados. La investigación es la columna vertebral de la formación moderna. Segundo,
porque aborda problemas muy sustanciales, en el campo social y en el de las ciencias naturales y las
tecnologías. O sea que yo la veo como una institución de primera importancia para el país, con un po­
tencial inmenso. Es una universidad que tiene tres mil profesores, más de mil con título doctoral, y los
otros al menos tienen maestría. Eso ya es una comunidad altamente significativa. Tiene estudiantes
que son seleccionados mediante un examen de admisión, pues, desafortunadamente no hay cupo para
todos los aspirantes, pero esto lleva a que sean muy buenos. Solo el 8% de los que se presentan entran
y se presentan solo los mejores de los cursos. O sea que es una doble selección. Todo esto la convierte
en un cuerpo muy fuerte para el país.

* En el laboratorio,
Universidad
Nacional de
Colombia 2008.

G.C.A. i — Pero ¿cuáles son sus principales riesgos?

M.W.L —Yo creo que los principales riesgos se derivan también de eso, del pluralismo. La ventaja del
pluralismo es que lleva a muchas ideas. Yo creo que hay también internamente tendencias que quieren
lograr el gobierno de la universidad utilizándola como un instrumento más directo para modificaciones
sociales y políticas. Yo creo que la Universidad tiene que incidir en los cambios sociales, pero no creo
que deba ser un instrumento de política. Incluso un instrumento partidista. Eso sería catastrófico, porque
precisamente su gran ventaja es que, para los académicos, su mayor aspiración es tumbar un paradigma,
todo el tiempo se busca esto y es muy importante porque todo el tiempo están en una actitud y en un
pensamiento crítico y porque hay muchos grupos que piensan distinto y se confrontan. Eso parecería una
parálisis, pero en realidad es un movimiento, más lento pero más seguro. No hay una ideología predomi­
nante. En el momento en que haya esta ideología, se corre el riesgo de perder la gran ventaja del pluralis­
mo y de tener muchas ideas distintas discutiéndose, ese puede ser el principal peligro.
El otro peligro, que es más externo pero también muy grave, es el desfinanciamiento. Una universidad
con este potencial y que empiece a ser poco competitiva para conseguir profesores jóvenes nuevos, y
que no tenga la forma de que los profesores desarrollen sus intereses, lleva a una situación de deterioro
y de falta de competitividad con el sector privado. Allí, el padre de familia o el joven tendrán que recurrir
a préstamos y financiará ese profesor de excelencia o esa educación especial que hasta ahora la viene
financiando el estado en la UN y en otras universidades públicas.
Si se pierde esa capacidad de financiamiento estatal, estamos en gran riesgo que nos pase lo que
pasó con la educación media y básica, que en un momento eran equivalentes la pública y la privada,
incluso era mejor la pública, pero ahora ya no. Cuando yo entré a la universidad, los chachos eran los
del Camilo Torres, los del Nicolás Esguerra. Hoy en día estos colegios no aparecen entre los primeros
quinientos colegios de Colombia. Eso es gravísimo. Eso se debe a que perdieron su capacidad de com­
petir, por los buenos profesores que terminan en los privados. La otra razón es de una insuficiencia eco­
nómica para dotar laboratorios. Ahora están tratando de recuperarlos, no sé a qué costos, pero estamos
en peligro de que el desfinanciamiento crónico de la universidad pública origine ese mismo problema.
En este momento, creo que todavía la UN es competitiva con respecto a las privadas para captar
profesores. Sobre todo cuando se calcula al término más largo por los aumentos de productividad. Pero
los sueldos de enganche ya no son competitivos. Y para quien llega del exterior con familia, el sueldo
de enganche es un argumento muy fuerte. Pero si sigue la situación así, puede deteriorarse su competi­
tividad y en ese caso estaríamos en una situación tristísima, lo que yo he llamado un “apartheid educa­
tivo”, que ya sucede en la educación media donde ningún muchacho, de estrato tres para adelante, va
a un colegio público. En colegios privados también hay de dos clases. Una es la de colegios al norte de
Bogotá y otra cosa son los de Soacha. Por eso no digo público y privado. Esto lleva a que haya poblacio­
nes que nunca se encuentran, porque los jóvenes de estrato cuatro para arriba están en unos colegios
distintos. Hay división total. Si llegamos a esa misma situación en la educación pública superior, yo creo
que para la sociedad colombiana sería grave.

Í M 1 — Habíamos pensado que se ha publicado bastante de lo que usted


dice de la Universidad. Pero me acabo de acordar que hace poco surgió esto
de las donaciones para las universidades. La Universidad de los Andes
nació y surgió de fuertes donaciones. ¿Hay posibilidad de que eso pueda
ocurrir en la UN?
M.W.L —Yo creo que eso hay que incentivarlo también, ya hay asociaciones de egresados de la UN
mucho más organizadas. Se hicieron algunos esfuerzos de carnetización y ya hay bases de datos con
algo así como cincuenta mil egresados. Yo pienso que la universidad debía ser activa en ese campo.
Nuevamente, acá hay una confrontación ideológica. Hay muchas críticas con respecto a las donacio­
nes, y en especial a la donación de Luis Carlos Sarmiento Angulo. Decían que estábamos privatizando la
Universidad y resulta que era exactamente lo contrario: privatizar es agarrar dineros públicos y ponerlos
al servicio de objetivos privados. Nosotros estábamos agarrando dineros privados y poniéndolos al
servicio de objetivos públicos. Eso es lo contrario de privatizar. De todos modos hay una resistencia
grande que debe romperse.
En todo el mundo, los costos de la educación superior crecen en una forma muy superior a como
crece el costo de vida. Esto es uno de los problemas financieros de las universidades públicas. Que
la ley congeló los presupuestos de crecimiento normal y solo se reconoce el aumento de presupuesto
según el incremento en el costo de vida y eso no es adecuado. La educación superior crece muy por
encima de eso. Solo con pensar en la renovación de equipos, en la renovación de los sistemas de comu­
nicaciones, todo eso tiene unos costos altísimos. El costo de los profesores de calidad crece muy por
encima del IPC; en Estados Unidos están preocupados porque las universidades de prestigio están en
50.000 y 60.000 dólares al año y eso es una fortuna incluso para los norteamericanos. Esta situación se
ha compensado en muchas partes con recursos adicionales, que no implican privatizar la universidad,

45
y permiten que la universidad mantenga su alta calidad. Se ha trabajado por el sentido de pertenencia
de los egresados. Las personas que han estudiado por fuera reciben diariamente una cartica con una
tarjeta que le permite hacer su donación. Resulta que egresados de pregrado de Colombia que hacen un
posgrado en el extranjero, cuando deciden hacer una donación la hacen a la universidad extranjera. Se
ve mal que los egresados no hagan donaciones. Yo pienso que eso debe ser conquistado.

ft&ÉJi — Como vamos a completar el par de horas, para no abusar de su


tiempo, es hora de terminar: ¿Qué otras actividades culturales, además de
la investigación y la docencia, le interesan? ¿Cuáles son sus preferencias?
M.W.L —Yo desde hace bastante tiempo he incursionadó con artículos en la prensa, lo cual se deriva
de mi interés por otros temas. Yo leo bastante. Ahora me estoy recuperando, pues estaba muy corto de
tiempo cuando estaba en la rectoría; sin embargo algo leía, para no volverme bruto. Hay temas, sobre
todo en los últimos tiempos, a los que me he dedicado a estudiar más profundamente. Al principio du­
daba entre filosofía y ciencias, estoy muy contento de haberme ido por las ciencias, pero leo bastante
de filosofía. Yo hice un solo sabático en mis 33 años de servicio en la universidad, lo cual lamento. Lo
hice en un departamento de antropología de una Universidad Americana y lo hice por un interés muy
grande que tengo en el sustento biológico de fenómenos sociales, sobre todo de la ética. Más que bio­
ética, estoy interesado en los elementos biológicos que han llevado al hombre a tener ética, cómo se
ha desarrollado la ética. Esto se puede llamar ética evolutiva y espero ahora dedicarle un tiempo, ahora
que estoy en proceso de alejamiento de la bioquímica misma, dedicarme un tiempo a estudiar ese tema
que me gusta mucho. De leer, leo muy desordenadamente, leo novelas todavía, antes leía muchas más.
Antes leía e iba mucho a teatro, ahora voy bastante menos.

• Donacion del
Edificio de Ciencia
y Tecnología 2008.

M.F.G. — Es la segunda vez que dice que ahora hace algo que antes
hacía más. Cosas como las novelas las ha dejado; el teatro, lo ha
dejado. ¿Por qué?
M.W.L —Porque uno va cambiando en el tiempo. Ahora disfruto mucho sentándome con un libro muy
pesado de filosofía, ética o moral, que posiblemente antes no lo entendía y no lo disfrutaba tanto, pre­
fería libros más fáciles de leer. Ahora las cosas complejas me producen gusto, el gusto por entender y yo
creo que en ese sentido he evolucionado un poco. Pero eso no quita que no disfrute otras actividades.
Voy a cine, a todo tipo de cine, pero prefiero las películas buenas, no esas muy bobas de Hollywood.
Pero hay cine americano muy bueno, allí no hay problema. Con mi esposa vamos con frecuencia a cine,
ya vimos todas las nominadas a los Oscar.

a r
Ü9 — ¿Algún buen director que le guste de manera particular?
•e
M.W.L —Tengo una gran ventaja —que le enerva mucho a mi esposa pero que para mí es una venta­
ja— y es que tengo para el cine una tremendamente mala memoria; así que puedo ver una película dos
veces, pues como no recuerdo quiénes son los actores, el director, la disfruto dos veces. Claro que, a
medida que la voy viendo, voy recordando lo que viene pero de todas maneras la puedo ver perfecta­
mente dos veces. De pronto hay algunos actores que sí recuerdo. En la última racha de películas que
llegaron, a pesar de que tenía una crítica medio regular, yo quedé supremamente impresionado con
Lincoln. Me dio durísimo, porque tratan algunos de los problemas en los que estoy metido, como el
de moral política. Me pareció una película realmente extraordinaria, con un personaje extraordinario.
Daniel Day-Lewis es un actor increíble. En general vamos mucho a cine. Vamos a los teatros, aunque a
veces uno se enerva porque timbra un celular o porque prenden un celular y se queda uno con la luz
amarilla o blanca brillando al lado, pero tiene su encanto. A veces nos quedamos en la casa.

M.F.G. i — ¿Viaja por placer? ¿Se goza un viaje?

M.W.L V.

—Yo disfruto los viajes, inclusive los de trabajo. Tuve viajes espantosos; alguna vez me fui tres
días para la China, viajé dos días de ida, estuve dos allá y tres de regreso y con todo y eso lo disfruté.
La estadía allá la disfruté, el viaje no; ese sí me pareció muy pesado. Pero cuando mi hijo estaba más
pequeño, viajamos mucho por tierra aquí en Colombia, A mí me gusta manejar, puedo manejar sin
problemas mucho tiempo y me gusta mucho el viaje por tierra. En una época no lo hicimos porque era
un riesgo, luego lo recuperamos un poco y ahora volvimos a disminuir. Viajamos a los mismos lugares.
No viajo mucho por vacaciones, pero espero ahora hacerlo un poco más. Ahora me voy por dos meses
en viaje de placer combinado con esto que estoy haciendo. Voy para donde está mi hijo. Él es profesor
de una universidad americana, está en la Universidad de Purdue. Ya se doctoró, hizo posdoctorado y
ya está de profesor.

M - É l fue alumno mío. Aún guardo un trabajo que él hizo en química


teórica, que era hacer el análisis del personaje principal del libro Opus
nigrum de Margueríte Yourcenar, un médico alquimista del siglo XVI. Lo
tengo guardado, pues no era muy frecuente que un estudiante de primer
semestre tuviera ese excelente manejo del lenguaje.
M.W.L —Él es un pela’o muy talentoso, muy bueno, es químico teórico, profesor en química teórica y
tiene muchos intereses en lecturas distintas. Él es profesor y está en el proceso de tenencia de cátedra,
que es un proceso muy exigente. Vamos a estar un par de meses allá, paseando.

M.F.G. — ¿Usted es abuelo?

M.W.L —Todavía no.

• XIX Convención
Científica
Nacional,
investigación e
innovación con
impacto social
2012.

47
m - Y en música, ¿cuál es su preferencia?
M.W.L -Soy muy cuadriculado, mi músico preferido es Bach, pero también oigo otros. Como músico
no soy tan bueno, mi hijo sí es muy buen pianista. Yo, cuando chiquito, estudie violín, pero no soy buen
músico, soy solo un buen oyente.

ESES — Entonces, ¿no le entusiasma mucho Bogotá en esta semana con su


“Bogotá es Beethoven”?
M.W.L —No, claro que sí, no es que odie a los otros. Pero mi preferido es Bach.

M.F.G. — ¿Qué lo hace descansar?

M.W.L f —Cuando estuve de rector, fueron seis años, casi no tomé vacaciones, las acumulé todas. Soto
descanso haciendo otra cosa, que usualmente es leyendo. Hace tres años compramos una casa peque­
ña en Tenza, en el pueblo. No es finca, porque en la finca hay que trabajar. Está en el pueblo, y cuando
hay un problema de electricidad, llamo al electricista. Pero es una casa muy tranquila, con un pedazo de
jardín, con una vista muy bonita y un clima excelente. Lo que hacemos allá es caminary leer. El descan­
so se inicia cuando llegamos. La carretera es tan mala que no es fácil llegar. Son 120 kilómetros, pero
toma como tres o tres horas y media. Eso tiene la ventaja de que cuando uno llega, está en otro mundo.
Hay un hotel muy lindo que era de la Corporación Colombiana de Turismo cuando tenía hoteles. Ahora
es de otros socios y es bueno. Pero la carretera es tan mala que no va mucha gente.
Allá hay buenos artesanos, hay canastos y cosas muy bonitas, el pueblo es muy hermoso, colonial,
blanco, tierra ni fría ni caliente. Mi hijo dice que son o°C, ni frío ni caliente. Es un clima perfecto, está
como a 1.600 metros de altura. Uno está en mangas de camisa; el clima, el pueblo, y la gente es muy
tranquila y muy querida. Caminamos, leemos y espero tener la capacidad física para seguir caminando
y seguir leyendo. Así descanso mejor.

ÉM¿9 — Bueno, creo que t e n e mo s una radi ograf í a que pu e de


s e r i nter es ante.

M.F.G. — Déjeme le hago una pregunta textual que teníamos en nuestros


documentos: Un mensaje final para los jóvenes interesados en ciencia.
M.W.L -No, ¡que le den! Que es posible, es gratificante, si están interesados es una buena escogen-
cia. Cuando uno quiere llegar a un nivel donde no está simplemente repitiendo y trabajando en la su­
perficie sino que uno quiere penetrar un poco más en cualquier campo, tiene que trabajar. Pero es muy
gratificante en todos los sentidos y vale la pena. Que no lo duden por tener unas dificultades iniciales.
Estas luego revierten en más placer.

Después de una hora y cuarenta y siete minutos, dejamos al Doctor Wasserman en su


entorno. Y de manera espontánea, sin mucho que pensar, rápidamente resumimos a nuestro
personaje: ES UN INTELECTUAL
Cuando es posible entrevistar a un personaje que ha vivido la ciencia desde diversas aristas,
que ha cultivado la observación del mundo como una disciplina de todos los días y vivido la
cultura como una totalidad inseparable, el material obtenido supera el espacio disponible de
publicación. Aunque muchos pasajes de la entrevista quedan porfuera, posiblemente para otro
documento, aquí hemos condensado aquello que nos permite verlo en su dimensión como
investigador, como docente, como ser humano, como ejemplo de excelencia para las nuevas
generaciones.
Gracias, Doctor Wasserman, por abrirnos las puertas de su historia.

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