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125 INSTRUCTIVOS

instructivos artículos de Ajedrez


Prof. José Luis Matamoros

4- ESTUDIOS el”.
TEÓRICOS Veamos de aclarar con unos ejemplos la
Por Eugenio Znosko- noción del tiempo en relación con el tablero.
Borowsky Supongamos que tenemos un caballo en
g4 y que el adversario nos ofrece su cambio
IV.- El Tiempo jugando Cf6. Como no hay -parece-inconve-
niente, cambiamos. Pero nuestro caballo ha-
Tócanos hoy hablar bía jugado cuatro veces, y el del contrario sólo
del segundo elemento del una. Este cambio supone para nosotros un
juego de Ajedrez, o sea el verdadero derroche: cuatro tiempos contra
tiempo. Su estudio es difícil uno. Infaliblemente, nuestra posición se habrá
por tratarse de un agente totalmente inasequi- debilitado, ya que en los cambios interviene,
ble a nuestros sentidos y de cuyo paso tan sólo además del valor absoluto de las piezas y de la
nos damos cuenta por la sucesión de hechos posición que ocupan, el tiempo empleado en
que deja en pos de sí. Es lógico, siendo así, que llevarlas allí, si dicho tiempo fue utilizado de
su análisis exija gran concentración mental y manera razonable.
amplia abstracción. Si jugamos Ag5 y a continuación Af4, la
Frente al tablero, nos damos inmediata- pérdida de un tiempo es tan evidente que no
mente cuenta de si poseemos un peón o una puede pasar desapercibida Pero no siempre
pieza más o menos que nuestro adversario, ocurre así: hay pérdidas de tiempo que por lo
como salta a la vista quién domina en el cen- sutiles no se advierten, a pesar de que restrin-
tro. gen nuestras posibilidades tanto o más que
Pero el tiempo pasa y se desvanece sin de- una pieza bloqueada. Importa, pues, antes de
jar tras de sí partícula alguna. ¿Cómo estable- jugar, analizar atentamente cuál es el cuadro
cer un análisis sobre lo que no existe? más apropiarlo para cada pieza, y descubrir el
Parece a primera vista que podríamos des- camino más corto para ocuparlo. Si emplea-
entendernos de ese factor y tener tan sólo en mos varios tiempos para colocar una pieza
cuenta la posición tal cual es en el momento donde podía ir directamente, quedará demos-
de analizarla, sin preocuparnos por el cómo y trado que nuestras jugadas fueron incorrec-
por qué. Sin embargo, dicha posición ha sido tas.
condicionada por el pasado, que del mismo Es tal la importancia del factor tiempo,
modo condiciona el porvenir. Y siendo así, que en muchos casos es ventajoso retrasar el
¿cómo evitar ciertos errores si no nos damos desarrollo de una pieza si hay posibilidad de
exacta cuenta de la importancia del tiempo? llevarla a la casilla escogida en menos tiem-
En el Ajedrez, como en todo, importa mucho po del que en aquel momento fuera necesario.
la profunda observación del clásico: “El tiem- Pero se nos puede objetar: ¿cómo aquilatar
po no respeta nada de lo hecho sin contar con nuestra holgura o escasez de tiempo? Pues
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por análogos procedimientos a los empleados
para el análisis de los demás elementos. Así
como con tamos las piezas para saber de qué
lado está la ventaja material y examinamos el
tablero para ver a quién pertenecen las casillas
fuertes y las del centro, asimismo debemos
contar las jugadas que nos sería preciso efec-
tuar antes de llegar a la posición deseada. Si,
desentendiéndonos de las piezas ya desapa-
recidas, calculamos el camino más corto que
cada pieza tendría que recorrer para llegar a
su situación actual, estableceremos el balance
del tiempo de la posición, y este análisis pue-
de ser hecho en cualquier momento de la par- Se puede observar que los blancos, con-
tida, aunque, cuanto más avanza ésta, menos trariando los principios fundamentales de las
importancia tiene este examen exterior, debi- aperturas han dado tres golpes con la misma
do a que las ganancias de tiempo, así como las pieza: el alfil rey, pero han debilitado los peo-
de otros elementos, pueden ser ilusorias, por nes negros de aquel flanco, y esta compensa-
lo cual en ningún caso debemos contentarnos ción a sus pérdidas de tiempo puede resultar-
con un análisis somero o automático. les favorables.
Así, por ejemplo, supongamos que gana- Jugando así, hemos caído en una espe-
mos tiempo colocando un peón en g5. Si lo cie “giuco piano”, con el alfil blanca en b3, en
hemos debilitado, esta jugada puede hacemos lugar de c4, y dos jugadas de peón negro en
perder la partida. más. ¿Cuál sería el balance de las jugadas en
De lo que precede se desprende que de- este momento?
bemos valorar nuestras pérdidas y ganancias En primer lugar, por su sólida protección,
con perfecta ecuanimidad, teniendo en cuen- parece que ahora el alfil es más fuerte: pero
ta, además, que el elemento espacio es muy si nos lanzamos a tanteos atrevidos, pronto
importante, y que todos los valores son fluc- notaremos nuestro error, nos arrepentiremos
tuantes e inestables por alterarlos profunda- de haberlo hecho. Supongamos, por ejemplo,
mente cada uno de los vaivenes que se produ- que, según el sistema de defensa de los dos ca-
cen en el transcurso de la partida. ballos continúa con
Supóngannos, por ejemplo, que un Ruy 6.Cg5 d5
López empieza como sigue: 7.exd5 Ca5
1.e4 e5 Tambiéon se puede jugar 7...Cd4. Con-
2.Cf3 Cc6 fiados en su protección, no retiramos el alfil,
3.Ab5 a6 proseguimos el ataque con:
4.Aa4 b5 8.d6 Cxb3
5.Ab3 Cf6 9.dxc7 Dd5
10.axb3 Dxg2
11.Df3 Dxf3
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12.Cxf3 Ab7
13.Re2 Ad6

En esta situación, el que juega pierde la


partida. ¿Por qué? Porque antes se debía haber
Las negras recuperan el peón y llegan ganado un tiempo y no se hizo. Una jugada
a una posición superior a la de las blancas. antes, los reyes estaban en f4 y en b3, posición
Consecuencia: si era conveniente dotar al alfil
de una sólida protección, era más perjudicial
no poder evitar su cambio.
Por otra parte, el avance de sus peones da
facilidades al negro para tomar el peón dama
en la séptima jugada, pues sacrificando el ca-
ballo en f7 puede continuar con Ab7.
Hacia los finales, la importancia del fac-
tor tiempo se acelera en la misma proporción
que la caída de los cuerpos, llegando un mo-
mento en que el tiempo tan sólo cuenta, pues
que todo depende del número de jugadas. Se
trata de aritmética pura, de simple cálculo. El
peón que llega antes empuña el cetro y gana la casi simétrica: pues bien: quien juega gana el
partida. Sin embargo, como el sino quiere que peón, pues puede jugar Re5, y en respuesta a
toda la regla tenga excepción, en los finales se Rc3 jugar Re4.
llega a posiciones que contradicen de tal suer- A este propósito debemos fijarnos en dos
te las exigencias de tiempo, que quien tiene cosas esenciales: primera, que los cuadros en-
más a su disposición pierde. gendran líneas; segunda, que las jugadas for-
Por ejemplo, en la oposición es conve- man series. Una jugada aislada es tan débil
niente situarse el último, pues pierde quien como una casilla que no estuviera unida a las
tiene que salirse de ella antes. Este caso se da demás. Los sistemas modernos de aperturas
en posiciones como en el siguiente diagrama: forman conjuntos homogéneos integrados
por series de jugadas que, aisladas, carecerían
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de eficacia, y estas ordenaciones han elimina- habremos utilizado sabiamente los principios
do del tablero las partidas antiguas, abiertas a esenciales aplicables al tiempo.
todos los ataques. Por otra parte, cuanto más Pero volvamos a la oposición. Todos sabe-
elevado sea el exponente de nuestras jugadas mos lo que esta palabra significa. Pero séanos
posibles, tanto mejor es nuestra posición. Por permitido añadir que no se trata solamente
tal motivo, si notamos que disminuyen, ¡aten- del Rey, puesto que sin ninguna pieza o peón
ción! , el enemigo progresa en su intento de no puede dar mate. Por lo tanto, sin un peón a
sitiamos y reducirnos. lo menos, la oposición carece de sentido.
Decimos que las jugadas deben ocupar un Para empatar con un peón de menos hay
sitio determinado dentro de la serie prevista, que poseer la oposición. ¿Por qué? Porque en
pero hay que prever que no es indiferente el la posición final Rey blanco en e6, peón blan-
orden de efectuarlas; son abundantes los ejem- co en e7 y el rey negro en e8, hay ahogue, y
plos que demuestran que una jugada es buena como el ahogue anula las partidas, las blancas
o mala tan sólo por haber precedido a otra o no ganan.
por haber sido hecha a continuación. Vea- Supongamos que el ahogue, como en bue-
mos el siguiente diagrama, que corresponde na lógica debiera ser, acarreara la pérdida para
a la partida Alekhine contra Saemisch (Ber- quien no puede jugar. Si así fuera, la oposición
lín, 1923): 1.e4 c5 2.Cf3 Cc6 3.Ae2 e6 4.O-O d6 carecería de objeto.
5.d4 cxd4 6.Cxd4 Cf6 7.Af3 Ce5 8.c4 Cxf3+ 9.Dxf3 La oposición no destruye, pues, las nor-
Ae7 10.Cc3 O-O 11.b3 Cd7 12.Ab2 Af6 13.Tad1 a6 mas señaladas para la mejor utilización de
14.Dg3 Dc7 15.Rh1 Td8 16.f4 b6 17.f5 Ae5 18.fxe6
tiempo, pues entra de lleno en la noción de las
Axg3 19.exf7+ Rh8
casillas conjugadas, y ya en ellas, es impres-
cindible ganar tiempo.
En ellas es indispensable que nuestro rey
ocupe un cuadro determinado cuando el rey
adversario esté en otro, y sólo aquel que dis-
pone de más espacio para sus maniobras pue-
de ganar el tiempo necesario para adquirir la
posición ganadora. Los conocidos estudios de
Sackman, Reichhelm y Lasker muestran cla-
ramente todo el mecanismo de estas manio-
bras, en las que no se trata solamente de ganar
tiempo, sino de adelantarse al adversario y
obstruirle el paso en un sentido determinado.
Otro de los elementos esenciales del Aje-
Las blancas jugarán indefectiblemente Ce6
drez consiste en colocar bien las piezas, o sea
y Cd5; pero ¿cuál debe ser la primera jugada?
colocarlas en las mejores casillas y enlazarlas
Si se juega en primer lugar, 20. Ce6, Db8; 21.
con arte para que en un momento dado inter-
Cg5, las negras responden Ae5 y pueden de-
vengan todas, el menor tiempo posible, en los
fenderse, en tanto que después de 20.Cd5 Db8
ataques y en las defensas.
las blancas tienen a su disposición, además de
En el diagrama antes mencionado:
Ce6, Cc6, que gana la partida. En este caso
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municiones no llegan a tiempo.

El peón blanco de f7 equivale a una dama


por la mala colocación de las piezas negras,
que no pueden proteger a tiempo el cuadro f8.
Frecuentemente, en el transcurso de una
partida se presentan oposiciones semejantes
a las de los finales (posición Zugzwang). En
ellas el jugador pierde por tener que jugar. En
realidad, se trata de un semiempate de todas
las piezas. Sin embargo, no se crea que real-
mente se pierde por la obligación de jugar. De
todos modos, se perdería, por haberse llega-
do a una posición de equilibrio inestable, a
pesar de haber ido ocupando las mejores ca-
sillas defensivas, y en esta posición, en tanto
que uno de los adversarios pue elegir entre
varias jugadas, el otro no dispone de ninguna
que no le sea perjudicial. Pero eso, en lugar de
contradecir nuestra tesis sobre el tiempo, más
bien la confirma.
Cierto que cuando se juega no se piensa
en el espacio ni en el tiempo; la fiebre de la
lucha nos domina. Y, sin embargo, nos sería
muy útil readquirir la sangre fría y pensar en
estas cosas esenciales, aunque no lo parezcan.
Si lo lográramos, evitaríamos muchas derro-
tas, precisamente las más sensibles, puesto
que podemos compararlas a las de un ejérci-
to victorioso que pierde la batalla porque sus
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