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UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER


FACULTAD DE CIENCIAS AGRARIAS Y DEL AMBIENTE
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS AGRÍCOLAS Y PECUARIAS
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

EL SUBDESARROLLO DEL ESPÍRITU INVESTIGATIVO

CONSTRUCCIÓN DEL ESPÍRITU INVESTIGATIVO. El conocimiento científico,


respaldado por el pensamiento del mismo tipo, se supone un imperativo para el estudiante
actual y, para el profesional del mundo contemporáneo. El producto de esta armonía
puede denominarse espíritu investigativo, debiendo tenerse en cuenta que su presencia,
total o relativa o, su ausencia, se deben en todos los casos a circunstancias favorables o
desfavorables del medio social y cultural. Así, el grado de espíritu investigativo, en
principio, puede definirse, operacionalmente, como, la motivación continua provocada
por el medio social y cultural, para escudriñar la realidad en busca de conocimiento
objetivo.

El concepto de espíritu investigativo es complejo: una síntesis de lo que puede


considerarse pensamiento científico y lo que comúnmente se acepta como conocimiento
científico. El espíritu investigativo es una característica natural en los seres humanos.
En todas las culturas y en todos los tiempos lo han desarrollado en mayor o menor
proporción y de esto han dependido siempre, los avances logrados. El deseo de averiguar
el por qué y el cómo de las cosas, es un imperativo para la mente racional y, aunque en no
pocas oportunidades las respuestas a estos interrogantes se dan en forma mítica, el
hombre pretende, aún inconscientemente, encontrar cada vez mejores y más amplias
explicaciones convincentes.

PROBLEMAS ASOCIADOS AL SUBDESARROLLO DEL ESPÍRITU INVESTIGATIVO.


Cada cultura, cada grupo social, aún cada persona, aprovechan este espíritu investigativo
potencial en mayor o menor grado y, según este grado, cada quien o cada colectividad
alcanza proporcionalmente determinados niveles de desarrollo. Por tanto, no puede
cometerse el error de pensar que al estudiante le falta el espíritu investigativo: se trata
más bien de una falta de desarrollo de tal espíritu, provocada por las condiciones
socioculturales, quedando en él como una potencialidad inexplorada o explotada de
manera insuficiente, lo cual hace que pierda de continuo, las posibilidades de comprender
y controlar el mundo fenomenológico. De ello se derivan problemáticas tales como: el
bajo poder de conceptualización y de comunicación, la tendencia a la memorización y, la
ausencia del hábito de lectura.

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En cuanto al bajo poder de conceptualización, hay que enfatizar en que la mente opta
por la información indirecta, lo cual se le presenta como el camino en apariencia más fácil;
se confía entonces en lo que los demás afirman y en consecuencia, las comparaciones
evaluativos y el juicio subjetivo, no aparecen para respaldar un pretendido conocimiento.
Por lo general, el estudiante supone que el profesor es una “enciclopedia” y confía en sus
exposiciones y explicaciones, sin consultar otras fuentes de información ni hacer
comparaciones evaluativos. Así, el estudiante cae en un estado morboso de dogmatismo,
que lo acompañará a lo largo de su vida y adicionalmente, se acompañará de una vaguedad
conceptual. En consecuencia, la posibilidad de comunicar el conocimiento con fines
prácticos, es limitada, al verse comprometidas sus competencias críticas, interpretativas
y argumentativas.

En cuanto a la tendencia a la memorización, se recalca que el verdadero conocimiento, es


consecuencia directa de la comprensión y no de la memorización, por cuanto aquella
provee de seguridad a la persona ante lo que conoce. La tendencia a memorizar aparece
unas veces como causa, otras como consecuencia y otras, como fenómeno concomitante
a la falta de desarrollo del espíritu investigativo. Conduce a un exceso en el uso de la
memoria como instrumento, por cuanto se le confiere la casi totalidad de las
responsabilidades en el aprendizaje, dándole una importancia secundaria a la
comprensión, entre otras razones, porque el estudiante lo ve como la vía más fácil para
salir airoso de las pruebas, exámenes y exigencias académicas del día a día. Es así como
el estudiante se ve limitado en aspectos como el análisis, interpretación y juicio.

Esto es un error fundamental. Desde luego, memorizar es el camino aparentemente más


fácil para adquirir un determinado conocimiento. Pero se dice, “aparentemente”, porque
cuando algo se aprende sólo de memoria, queda como un conocimiento superficial, como un
parche que pudiera desprenderse y, por consiguiente, perderse, pues la memoria tiene,
entre otras cosas, la característica del olvido. Está comprobado que con el paso del
tiempo y con la variedad de circunstancias, lo que se aprende de memoria, se olvida en su
mayor parte. En cambio, lo que se aprende mediante un proceso de comprensión, es
decir, mediante un proceso de indagación acerca de los elementos que entran en relación
con lo que se aprende, no puede olvidarse con el tiempo ni con las circunstancias porque
ya hace parte definitiva de la estructura mental.

Con esto no quiere decirse que la memoria sea negativa en el proceso de


conocimiento. La memoria es un instrumento indispensable para adquirirlo, pero debe
dársele la importancia que en realidad tiene con respecto a la comprensión. El estudiante
de nuestro medio tiende a la memorización, sobre todo porque desconoce el valor de la

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comprensión, lo cual es una consecuencia desafortunada del tipo de orientación recibida.


Tal estudiante se ha acostumbrado, desde los comienzos de la escuela primaria, a confiar
en la memoria para salir avante en las pruebas y en los exámenes.

Otra consecuencia del subdesarrollo del espíritu investigativo es el problema de la falta


de lectura de los textos y libros complementarios indispensables para ampliar y
fundamentar las diversas áreas temáticas, en cualquier tipo o clase de estudio. Esto,
porque no se le reconoce a la lectura su gran valor explorativo o, porque una especie de
morbosa pereza mental, impide el esfuerzo que se requiere para lograr la
conceptualización necesaria. Es así como se dificulta ampliar su léxico, asimilar principios
claves como la ortografía y desarrollar un estilo literario adecuado.

Para que determinados estudiantes realicen la lectura, esta debe ser impuesta como
"tarea" por parte de los profesores, o que comprometa los resultados de algún examen;
aun así, siempre se lee con mezquindad, como si tratara de economizar el tiempo. El
hecho es que a menudo se esquiva la lectura, tal vez porque no se le reconoce su gran
valor explorativo, o porque una especie de morbosa pereza mental, impide el esfuerzo que
se requiere para lograr la conceptualización necesaria.

Se hace imperativo considerar seriamente este problema. Las lecturas complementan las
exposiciones de clase y permiten al alumno la evaluación crítica y, en consecuencia, motiva
el juicio y aumenta la comprensión. Quien lee de manera sistemática aumenta su
capacidad analítica y se previene eficazmente contra el dogmatismo (se refiere, de un
modo general, a la tendencia de asumir ciertos principios o doctrinas de un modo absoluto
y tajante, sin admitir cuestionamientos).,

RECURSOS PARA IMPULSAR EL DESARROLLO DEL ESPÍRITU INVESTIGATIVO.


Para fortalecer el espíritu investigativo, es necesario desarrollar en el estudiante
habilidades de pensamiento básico como la observación, el análisis, la comparación,
integración, además, destrezas como la experimentación la recolección de la información
y la más poderosa “la pregunta”

Se señalan, al menos dos alternativas técnicas para impulsar y desarrollar el espíritu


investigativo, único capaz de humanizar nuestro pensamiento; la primera es la
indagación (Indagar, es un verbo que procede de la lengua latina (indagāre). El término se
utiliza para nombrar a la intención de conocer algo a través de una investigación o
mediante preguntas.), que proporciona de inmediato la crítica ante lo que aparece y que,
por lo mismo, sirve para identificar objetivamente las cosas, los hechos y las

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circunstancias que se necesitan conocer y, la segunda, algo más compleja, es la


Investigación, que se relaciona con todos los sistemas de pensamiento y de acción
orientados hacia la búsqueda y el encuentro de lo desconocido.

Ambas alternativas tienen singular importancia para el estudiante. La primera debe


ponerse en práctica, sobre todo cuanto se recibe información directa y a partir de
procesos de comunicación (clases, lectura, etc.) y la segunda, debe realizarse con
plenitud y de continuo, como una vivencia, en todos los aspectos importantes de la vida
estudiantil y, durante toda la actividad profesional.

Por esta razón, además de desarrollar el espíritu investigativo, como complemento


indispensable, los estudiantes deben realizar con naturalidad el procedimiento para
investigar. Deben, por tanto, conocer los fundamentos del método científico y de las
técnicas que en cada campo de estudio, sean necesarias para aplicarlo.

Ana Milena Gómez Soto – Subdesarrollo del espíritu investigativo

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