Está en la página 1de 25

LA INDIFERENCIA DEL AMOR

Por : Nichya

Tímidamente hacen su perezosa aparición algunos apacibles rayos del sol sobre las
sábanas blancas de aquel lecho para dos, Moscú aún se encuentra presa de su
nocturno encantamientos cuando los suspiros hacen eco entre las cuatro paredes de
aquella alcoba, intentando sacudir de su mente el cansancio físico, la bella pelirroja
pretende sostener los sueños de Yulia sobre su hombro; ambas están exhaustas pero
no es este motivo para permanecer en cama cuando las obligaciones deben ser
cumplidas al día; susurrando un suave “buenos días pequeña…” junto al oído, busca el
mejor modo de apartar a la morena de su acostumbrada pereza de todas las mañanas,
sin embargo, ésta reniega de las horas robadas al sueño emitiendo un pequeño
gruñido al tiempo en que hunde el rostro entre los brazos de su tan amada Elena,
inevitablemente una sonrisa trepa por su rostro, felicitándose por adivinar la respuesta
de Yulia, vuelve a intentarlo:

-Yul, preciosa, es tarde, debemos levantarnos…


-(asomando su rostro sobre el pecho de la pelirroja) No cariño, no te dejes engañar,
aquello no es el sol… es solo la luz de una estrella fugaz que le cae a tu rostro para que
me beses…
-(sonriendo) ¡Pero qué cosas tan bellas dices pequeña! Quisiera que fuera verdad, pero
hasta tanto… llegaremos tarde al estudio.

Yulia ronronea mientras esconde nuevamente su rostro entre las manos de su


novia, no quiere dejar las sábanas solas, piensa que necesitan compañía y a ella no le
cuesta mucho cumplir su deseo. Luego de un par de besos, Lena deja caer su mano
sobre el reloj despertador, abre las cobijas deslizando sus pies dentro de las pantuflas,
se aleja en silencio hacia la cocina; la historia se repite cada día, Lena prepara el
desayuno mientras Yulia sigue maldiciendo en el cuarto el deber de iniciar otro día de
trabajo, y al darse por vencida antes de bajar las escaleras se interna en el cuarto de
baño para tomar una ducha que la despierte por completo.
Tras el desayuno no queda más que abandonar la tibieza del refugio en dirección al
enorme edificio donde Iván las espera para continuar con los ensayos de las nuevas
coreografías, seguramente como autómatas al terminar, se dirigirán a la discográfica,
la televisión, la radio y por la noche tarde, el tan esperado regreso al hogar. Nada era
esta vida comprometida a la que solían tener cuando t.A.T.u. era simplemente un
grupo más entre los tantos que aspiraban reconocimiento en Rusia, aunque era de
esperarse, ninguna midió las magnitudes de los cambios que sufrirían no solo sus
vidas, sino ese profundo amor que compartían desde temprana edad, y al firmar aquel
contrato aceptaban las cláusulas que la fama impondría con el pasar del tiempo; ya no
había vuelta atrás, las excusas nunca eran suficientes y por más berrinches que
hicieran, debían encarar su nueva vida con optimismo y responsabilidad. Ni una ni otra
imaginó que de momento a otro, el proyecto que parecía ser una simple proyección de
alguna mente retorcida, ahora se había convertido en el más ambicioso plan que
amenazaba con una increíble facturación de dólares, la mejor apuesta del mercado…
pero así como prometía fama también prometía problemas a corto plazo.
Si bien Yulia siempre se había distinguido por su enérgica y tenaz personalidad,
ahora se hacía evidente la perturbación producida por las exigencias a las cuales no
estaba preparada para soportar, su continuo agotamiento y silencio se habían
convertido para Elena, en el mayor impedimento para sostener una relación que
ambas deseaban hacer perdurar; y de la misma manera, la centrada pelirroja parecía
perder en lapsos toda su entereza y terminaba sorprendiendo con sus continuos
ataques de ira o mal humor… ese era el momento en que corrían a su hogar en busca
de la paz que solo entre ellas eran capaces de ofrecerse, apaciguando la pesadez de
las jornadas con suaves besos y palabras de amor con cada día parecían perder
eficacia, pues desde hacía algún tiempo Yulia había dejado de interesarse por esos
pequeños momentos que podía en la intimidad compartir con su novia, motivo que dio
inicio a la inofensiva, en un principio, desolación de la pelirroja.

Como los últimos viernes Yulia debió internarse en el estudio junto a los
compositores y escritores que intentaban volcar en melodías aquellas historias que la
pequeña muchacha redactaba en ausencia de entusiasmo, y no era para menos,
después de cuatro horas en el gimnasio ensayando coreografías quién podría tener
energías suficientes para soportar aquella tortura… mientras Elena escogía junto al
asesor de modas los nuevos vestuarios y discutía con la nutricionista por aquella
molesta dieta que debía respetar al pie de la letra, ambas coincidían en el mismo
pensamiento: estar juntas, parecía que ese era el único remedio capaz de calmar los
profundos deseos de mandar todo al diablo y que se las arreglaran sin ellas como
pudieran, necesitaban vacaciones pero nadie estaba dispuesto a ceder ante tal
petición. Entrada la noche el reencuentro en el estacionamiento del edificio para ser la
hora más feliz de la jornada, ni una ni otra tiene fuerzas suficientes para sostener la
mirada, ni para acariciarse cuando se encuentran a tan escasa distancia.
Una vez que las puertas del apartamento se cierran, resguardando dentro como en
una pequeña caja de cristal a las dueñas de sus propias verdades, Yulia busca asilo en
el filo de la amplia cama que cada noche comparte con su amada, sus ojos se cierran
al mismo ritmo en que el cuarto de baño se va sumergiendo en un apacible vapor y
ese aroma a hiervas que Lena impregna en el apartamento al llenar la tina de baño
para ayudar a su delgada morena a relajar su cuerpo; no obstante, Yulia se niega a
mover músculo alguno provocando a la pelirroja una mueca de desapruebo, pues
ambas se encuentran en igualdad de condiciones y sin embargo siempre es Elena
quien termina cediendo, dibujando en su pálido y pecoso rostro una sonrisa de
comprensión, la sostiene entre sus brazos para cargarla hasta el cuarto de baño y
ayudarle de ese modo a desprenderse de sus ropas, para finalmente sumergir su
cuerpo desnudo dentro del agua tibia. Sentada tras su espalda enredando el moreno
cuerpo con sus piernas, inicia aquel delicioso masaje de espumas sobre sus hombros y
cerviz, sin poder evitarlo su lengua realiza un pequeño recorrido por cada sitio por el
que la suave esponja ha pasado para dibujar un sin fin de líneas uniformes, y sonríe al
escuchar ese suspiro de alivio que por entre los labios de la morena se escapa; en
algún momento de la sensualidad de su trabajo, Elena sintió bajo la yema de sus
dedos aquellos terribles nudos entre las vértebras de Yulia, provocándola a gesticular
una mueca de enojo, pues si le preguntaba la morena siempre respondía que solo era
una pequeña dolencia, y cómo no le iba a doler si aquella espalda parecía campo de
concentración de estrés y tensión.
Dándose la vuelta lentamente, Yulia busca enfrentarse a la mirada protectora de la
persona que ha reconocido como dueña absoluta de su existencia, en esta ocasión no
puede hacer más que estirar sus delgados brazos para sujetarse de la firmeza de la
pelirroja buscando ser acunada por esos delicados brazos que tanta seguridad le
proporcionan, “¿Te sientes mejor…?” fue la pregunta formulada por Elena junto al oído
de su amor, para obtener solo un interminable silencio a modo de respuesta. Ella
también estaba agotada, por momentos deseaba que su enamorada tuviera al menos
la mitad de las atenciones que ella misma le ofrecía, pero la conocía, aunque Yulia
tuviera el carácter más firme de las dos, Elena era sin duda alguna el cable a tierra de
aquella relación, tal vez porque su personalidad era más maternal que impulsiva, o
porque simplemente gustaba enormemente de contener a Yulia en esos momentos de
profunda desolación… el azul mirar delineó lentamente el contorno de aquellos rojos e
invitantes labios, y sonriendo dulcemente le susurró: “¿Te he dicho alguna vez cuánto
adoro tus manos?”, la pelirroja respondió al elogio con una sonrisa de agobio, y
suavemente posó sus labios sobre la húmeda frente de su amante.
Mientras Elena frotaba la tersa esponja en su cuerpo, Yulia simplemente se dedicó
a observar aquella devoción con la cual su novia tallaba cada rincón de su ser, e
incapaz de resistir un minuto más, la besó profundamente, estaban sintiéndose en ese
estado que poco les permitía pensar, sus cuerpos desnudos relajándose uno cerca del
otro, sus respiraciones mezclándose con el vapor del agua, y ese nuevo deseo que
comenzaba a asaltarlas, al sentir que la respiración de Yulia se aceleraba de un
rápidamente, dejó caer la esponja sin pensarlo dos veces y la sostuvo entre sus
brazos:

-¿Cómo es que eres capaz de transportarme a otro mundo cuando me tocas? Siento
que mi cuerpo va a derrumbarse en cualquier segundo pero no puedo dejar de desear
estar contigo…
-(mirándola a los ojos) Lo sé Yul, sé que estás cansada y no te culpo, yo también lo
estoy, no tenemos que hacer nada que no quieras…
-Ese es el punto Lena, quiero hacerlo pero me siento incapaz de mover un músculo de
mi cuerpo… y es así todos los días, cuando llegamos a la cama lo único que deseo es
estar a tu lado, meterme bajo tu piel, trepar tu cuerpo para besarte, y lo único que
consigo es caer dormida…
* Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas
-Preciosa, no te sientas mal por eso… yo también deseo estar contigo pero sabes cómo
son las cosas ahora, tal vez deberíamos conversar esto con Iván, puede que nos de
unos días libres para descansar… tú sabes…
-Sí lo sé…- Acercándose un poco más para enredar sus brazos alrededor de su cuello
-Pero también sé cuánto te amo, y por qué motivo en el mundo me estás dando un
baño como este…

No podía negarlo, Yulia la conocía demasiado bien como para hacerlo, por lo que
solo pudo sonrojarse como si hubiera hecho algo indebido, sin embargo, del mismo
modo se sentía realizada, pues su plan había dado resultados y ahora Yulia se
convertía en la ardiente amante que tanto extrañaba.
No les hizo falta demasiado preámbulo pues la cercanía de sus cuerpos y la
hermosa desnudez que observaban, había sido la mezcla en su medida justa que
encendiera ese deseo que necesitaban complacer con urgencia… allí estaban, entre
caricias urgidas, sensuales gemidos y ese increíble momento de contención del que no
podían escapar, sin embargo, aunque todo parecía marchar a la perfección, en la
mente de Elena algunas cavilaciones comenzaban a perturbarla: “Y nada cambiaremos
con esto aunque ambas lo deseemos, mañana será nuevamente la misma rutina de
indiferencias y solo será cuestión de tiempo hasta que ambas terminemos por acordar
que esto no está funcionando…” Contrario a esto, los pensamientos de Yulia se
basaban en aquel maravilloso conjunto de perfecciones que comenzaba a sentir en los
profundo de su alma: “Quisiera que tomar su mano y simplemente desaparecer del
mundo, que no existiera nada a nuestro alrededor y vivir el resto de nuestras vidas
amándonos, como ahora, como en este momento en que nada tiene sentido fuera de
nosotras… la amo, cada detalle de su persona, desde sus molestos reclamos de adulta
hasta esa mirada con la cual me traspasa los sentidos, amo todo de ella y si volviera a
nacer, una y mil veces la escogería a ella…” pero la melodiosa voz de su amante no le
permitió continuar con aquella declaración mental de amor eterno…

-Yul… cariño, está bien…


* Yulia la miró sin dejar de moverse, luego se detuvo al comprender…
-Oh, lo siento, yo estaba…
-Perdida en algún sitio… -Pronunció algo herida y bajó su mirada con un gesto de dolor
-No Lena, estaba pensando en ti, en cuánta falta me haces, en cuanta paz le das a mi
alma… no podría pensar en otra cosa que no fueras tú, lo sabes…
-Sí Yul, lo sé… pero es que a veces siento que ya no soy tan importante para ti, siento
que me apartas de tu lado, y eso me está matando…
* Yulia se puso de pie, salió del agua, tomó un par de enormes toallas, extendió su
mano indicándole a la pelirroja que saliera de la tina, y la envolvió dulcemente bajo un
abrazo cubriendo la desnudez de su cuerpo.
-Ver gatita, vamos a la cama y verás que no hay de qué preocuparse.
* Al llegar a la cama, ambas estaban tan relajadas y cansadas que se durmieron
abrazadas luego de un beso y un sentido “te amo…”

A solas…

Yulia despertó al sentir sobre los cristales el molesto sonido provocado por un golpe
de viento, algo exaltada pero aún adormecida giró su cuerpo para acurrucarse en el
vientre de su novia como cada mañana… nada, solo el sitio que había ocupado por la
noche fue lo que encontró a su lado, ciertamente confundida abrió los ojos buscando el
delicado cuerpo de su nombre en cada rincón del cuarto, y del apartamento; lanzando
una rápida mirada al reloj comprendió que algo estaba mal, pues era más de media
mañana, Lena no estaba y ella aún se encontraba en pijamas cuando era un día laboral
como cualquier otro… fue en la pequeña mesa de la cocina donde encontró aquella
breve nota que le dibujó una suave sonrisa en el borde de sus labios…

“Yul: Te veías tan cansada que no me atreví a despertarte. Dejé preparado el


desayuno, solo debes calentarlo pero cariño, por favor, no incendies la casa. Volveré
tarde, ya lo sabes, pero prometo no dejar de pensar en ti ni un minuto, tómate el día
libre, yo hablaré con Iván…
Recuerda cuánto te amo, que disfrutes de tu descanso.
Siempre tuya.
Lena”

Sin duda era la mujer más afortunada del mundo, cómo había hecho para que
Elena decidiera amarla, no lo sabía pero era un hecho, sin embargo, una pequeña
dolencia se albergó a su pecho, pues sabía que con su ausencia el trabajo de la
pelirroja sería doblado y esto no era algo con lo que ella estuviera de acuerdo; pero la
compensaría, ordenaría de una vez el completo desorden que desde hacía días se
había generado en el apartamento, y por la noche la esperaría con una deliciosa cena a
la luz de las velas, sí, definitivamente ese sería el plan del día.
En muy pocas ocasiones debió quedarse sola en casa sin su novia, por lo tanto no
tenía mucha idea de cómo comenzar con la necesaria labor de ordenar el apartamento,
luego de algunas vueltas en pijama mientras disfrutaba el desayuno, subió las
escaleras encontrándose con la alcoba prácticamente en ruinas, y haciendo un gesto
infantil con sus labios al acariciar la parte posterior de su cabeza, dio inicio a lo que
sería una jornada de orden y limpieza en aquel increíble tiradero… parecía mentira que
aquel pequeño apartamento perteneciera a dos jóvenes y coquetas mujeres; pero al
compás las cosas serían seguramente más sencillas.

Bésame, tan extraño es


tienes el sabor
de lo equivocado.
Debe ser que desde hace un mes
todo entre los dos
se nos ha mezclado.
Y ahora es como si recién te conociera
eres fresca y en el viento
te haces trizas cuando llegas.

Evidentemente no había sido una gran idea esa de ordenar el cuarto, ya estaba
casi sobre la media tarde y aún no conseguía terminar de asear la sala principal y el
cuarto de baño, ahora entendía perfectamente por qué Lena siempre le recriminaba la
falta de consideración, siempre que buscaba algo en el armario terminaba por dejar
sus ropas en cualquier sitio menos en el que la había encontrado, sus prendas estaban
regadas por todos los rincones de la vivienda y eso en realidad, era lo que la había
dejado exhausta… mientras doblaba algunas blusas para colocarlas en los estantes, se
sonrió pícaramente al encontrarse con aquella playera desgastada que en una tarde de
travesuras había dibujado, grabando en el centro la directa declaración de: “I want
you here…” y una pequeña flecha indicando el sitio entre sus piernas; era extraño,
pues no podía recordar cuándo había sido la última vez que jugaron a amarse como
dos pequeñas adolescentes ausentes de conciencia y culpa.

Yo te diré
lo que podemos hacer,
amémonos a escondidas nena
estemos donde nadie esté,
hagamos de nuestro amor
el secreto más profundo
y que lo cante todo el mundo
y que, nunca lo podrán saber
pongamos mucho cuidado
en lo que hacemos y delante de quien,
es solo cuestión de ver
y hablando como si nada
que nos escapemos te propondré.

No supo con exactitud en qué momento había sido vencida por los encantos de
Morfeo, pero cuando despertó la sala estaba sumergida en una completa penumbra y
algo atontada buscó el interruptor de la luz, era poco más de las ocho de la noche
¿cuántas horas había dormido? ¿Tres, cuatro? Ya no importaba el tiempo perdido,
ahora lo que realmente debía preocuparle, era que Lena estaba por regresar del
trabajo, seguramente desarmada por tantas obligaciones, y ella aún no había
preparado la cena que su niña se merecía, pero en el preciso instante en que apagaba
el equipo de música y corría hacia el refrigerador, escuchó el tímido tintineo de las
llaves en la puerta de ingreso… demasiado tarde, Lena ya se encontraba de vuelta. La
pelirroja apareció como alma que se la lleva el diablo atravesando el marco y azotando
la puerta tras su espalda, todo indicaba que había sido un pésimo día y esto le provocó
cierto dejo de culpa a la pequeña morena, que con un gesto de completo asombro la
veía desde la puerta de la cocina, sin saber cómo reaccionar corrió a sus brazos para
brindarle un poco de consuelo al agobio de su cuerpo y calentarle un poco la piel,
afuera hacía demasiado frío y lo comprobó al notar las sonrosadas mejillas de su
amada. “Pensé que no volvería sino hasta más tarde… ni siquiera me has dado tiempo
de preparar la cena…”, murmuró la delgada morena mientras le ayudaba con su abrigo
junto a la puerta de ingreso, “Iván estaba encabronado con los coreógrafos y nos
mandó a todos de regreso…”, dijo en respuesta mientras se encaminaba hacia la
cocina en busca de algo con qué engañar el estómago, al abrir el refrigerador sus ojos
se encontraron con los estantes vacíos y algún que otro paquete de frituras a medio
consumir, meneando la cabeza en señal de desapruebo, besó suavemente a su
enamorada en los labios: “Estoy muerta, me voy a dormir…”, y sin esperar respuesta
alguna subió las escaleras cerrando la puerta del cuarto a sus espaldas, dejando a
Yulia en completa desazón, indudablemente mañana sería otro día, pero no estaba del
todo segura de que las cosas fueran a mejorar… se sentó en la cocina mientras
lentamente bebía un vaso con agua: “Ha de estar muy cansada, por eso no ha notado
que ordené el apartamento… si, ha de ser eso…”, dijo ciertamente herida mientras
accionaba el interruptor de la luz para marcharse a dormir.

Dos semanas después…

Mientras conducía de camino a la discográfica aquel frío martes por la mañana,


intentaba encontrar en sus cavilaciones algún motivo que le diera respuestas para el
despectivo trato que estaba teniendo para con la morena, ella siempre había sido
autosuficiente pero el egoísmo de Yulia estaba llevándola al límite de su paciencia,
como si no se diera cuenta (o no quisiera hacerlo) de que en ocasiones a ella también
le hacía falta un cariño o un momento de paz entre el ajetreo diario, que de igual
manera le gustaba que tuviera ciertas atenciones como las tenía ella con Yulia… nada
parecía serle suficiente, nada llenaba ese vacío que nunca supo cómo se dio sitio en
ella, estaba agotada pero nada era el cansancio físico con el agobio mental y el
desgaste de los sentimientos… ¿Es que había caído en el círculo vicioso de la
indiferencia? ¿O simplemente siempre había sido de ese modo y recién ahora era
cuando lo comprendía? Bajó del carro absorta en sus pensamientos, con el paso
arrastrado caminando por los pasillos de la discográfica llevándose consigo el hombro
de todo aquel que se cruzara en su camino, nada parece ser lo suficientemente
importante como para captar toda su atención, ni siquiera los últimos arreglos de la
primera canción de su nuevo disco, solo deseaba llegar a casa y dar por terminado
aquel día, casi exactamente igual a los últimos dos meses…
En el pequeño estudio de ensayo se encontraba el resto del grupo de trabajo
aguardando por su llegada, azotando la puerta con un gesto indefinido en el rostro,
tomó asiento junto al piano, sus apuntes, un par de lentes y una lapicera, pero al
escuchar el amplio silencio al cual le precedió un molesto murmullo, levantó la mirada
enfurecida e histéricamente preguntó sin culpas: “¿Se van a quedar todo el rato
mirándome como unos idiotas o vamos a comenzar con esto de una buena vez…?”,
Nadie se atrevió a desafiar su mal humor, ni siquiera a observarla, pues cuando la
pelirroja se encontraba de malas era mejor mantenerse alejados, lo que tenía de dulce
y tierna también lo tenía de brava. Pero el colérico arranque de Lena no queda sino
entre paréntesis, inmediatamente Iván consiguió adivinar que algo malo estaba
sucediendo con sus dos pequeñas estrellas, y aunque no era su prioridad, sabía que
sus diferencias podrían llevarle insoportables dolores de cabeza, quizás en otro
momento, cuando terminara el ensayo, podría llamarle la atención e interrogarla por
su ácido estado de ánimo.
Minutos después apareció Yulia corriendo torpemente por el salón, llegaba tarde y
eso le valdría por una buena regañada de Iván así que sin perder el tiempo, tomó
asiento junto al resto del grupo y masculló algunas palabras de disculpas por su
retraso, Vania simplemente dibujó una sonrisa socarrona, puesto que si había algo que
realmente podía disfrutar más allá del dinero y de la fama, era regañar a la morena
por sus continuas irresponsabilidades, eso sin duda le salvaría lo tedioso del día. Elena
estaba ausente de aquella escena, su mirada se había perdido hacía rato detrás de los
cristales del enorme ventanal que mostraba la modestia de un pequeño patiecito,
hasta que finalmente una suave voz la arranca de aquel estado de meditación:
-¿Preciosa, estás escuchando lo que digo?
-Yo… lo siento… estaba pensado, ¿qué me decías?
-Que si quieres ir a cenar cuando salgamos de aquí, solo tú y yo…- Le propuso
sonriendo pícaramente
-Me parece genial… a propósito, ¿Dónde estabas que llegaste tarde?- Interrogó
permitiéndole advertir cierta molestia
-Mmmm todo a su debido tiempo, ya lo verás…- Respondió sonriendo para alejarse del
sitio en dirección a Vania, justo al otro lado del salón…
-Iván… ¿crees que podríamos conversar un momento?
* En el preciso instante en que Yulia e Iván se apartan del resto de los empleados para
iniciar aquella plática, la bella pelirroja abandonó en silencio y a espaldas de todos la
sala de ensayos…
-Mira, yo sé que tenemos mucho trabajo en estos días, pero como verás, Lena ha
estado un poco tensa últimamente y yo… quería preguntarte si podrías darnos un par
de días libres para descansar, ya sabes, para estar nosotras solas un tiempo…
-Pues sabes que a estas alturas eso es imposible, estamos obligados a cumplir con las
fechas dispuestas por la discográfica para entregar las nuevas canciones, y ni siquiera
las hemos ensayado… los tiempos se acortan Yulia, tú lo sabes muy bien.
-Sí, claro que lo sé y lo entiendo, pero entiéndenos tú también a nosotras, estamos
realmente cansadas, si nos dieras esto que te pido, cuando regresemos seguramente
estaremos con la mente más clara y podremos incluso entregar todo antes de tiempo…
* Con ese fundamento del cual no estaba completamente segura, Yulia pasó más de
veinte minutos intentando convencer a su manejador que una par de días libre no solo
eran necesarios sino también, una gran idea para terminar el trabajo pendiente, no fue
fácil hacerle entender al hombre que pese a la responsabilidad que tenía con aquel
contrato, también era necesario que les dieran un respiro para descansar sus mentes,
y ciertamente sus agobiados cuerpos… finalmente luego de una ardua negociación, el
hombre accedió al pedido teniendo en cuenta que al hacerlo, él también tendría un par
de días para descansar de aquellos “buenos para nada”, como solía llamarles, por lo
tanto, aceptó más por propio beneficio que por comprensión al reclamo.
-Bien, te daré esos días libres, pero más te vale jovencita que al regreso ensayen esas
canciones y las dejen listas para grabar, eso sí, recién podré dárselos la semana
entrante, sabes que tenemos que hacer la sesiones fotográficas… ¿te parece lunes y
martes?
-Trato hecho…
* Una vez finalizado el acuerdo, Yulia buscó triunfante la lejana mirada de la pelirroja…
ausente, y un tanto desesperada preguntó:
-¿Alguien ha visto a Elena?
-Salió hace momento cuando comenzamos a platicar, debe haber salido por un poco de
aire fresco, aquí está insufrible…

La delgada morena se echó a correr por todo el edificio, pero no encontró rastro
alguno de su amada niña de caireles rojos, dándose por vencida se detuvo en la
recepción a interrogar a Anna, la secretaria del estudio:

-Oye Anna, ¿has visto pasar a Lena por aquí?


-¿Qué, has vuelto a perder a tu novia?
-Así parece, estaba yo conversando con Iván y cuando me di vuelta ya no estaba, ¿tú
la has visto?
-Salió hace aproximadamente 20 minutos, no ha regresado aún…
-¿No ha dicho a dónde iba?
-Pues no, solo me pidió que les avisara que tardaría en volver, llevaba prisa…
-¿Lograste ver hacia dónde iba?
-Al estacionamiento por el auto, después no lo sé…
-Está bien, ya veré cómo le hago para encontrarla, ¡Gracias!

Del mismo modo que su novia, Yulia salió a toda prisa del edificio hasta el
estacionamiento, el carro de Lena no estaba, mientras en su mente enumeraba
aquellos sitios que solían ser el perfecto recipiente de las molestias y fastidios de su
novia, recordó que de pequeña solía ir a un pequeño café donde pasaba horas y horas
leyendo sus libros de fantásticas historias de amor; sonrió ante su certeza cuando
frente al ingreso vio aparcado el carro de Elena. Al asomarse por el ventanal del frente,
la vio sentada en una pequeña mesa al final del salón de espaldas a la calle, con una
mano sostenía una taza y en la otra sus sienes, seguramente perdida en algún extraño
pensamiento… incapaz de resistirse se detuvo a observarla por unos instantes, se veía
pequeña pero hermosa, no importaba la circunstancia su amada siempre era bella y
toda perfección, un poco más enamorada que de costumbre corrió hacia el pequeño
puesto de flores en la esquina, en busca de un buen manojo de lirios, si Elena estaba
de mal humor aquello seguramente le alegraría un poco el día; caminó sigilosa hasta
detenerse a sus espaldas, la pelirroja murmuraba algo que hubiera preferido no
escuchar nunca: “Esto es terrible, no puedo seguir huyendo de ella como hasta ahora…
no soporto si quiera que se me acerque, pero si me quedo y la enfrento seguramente
terminaremos enredadas en una pelea en la cual yo terminaré cediendo como de
costumbre y no quiero hacerlo… es tan egoísta de su parte, y piensa que puede
arreglarlo todo con una estúpida cena… quisiera estar en cualquier sitio en el que Yulia
nunca haya estado y nunca esté…” eso fue lo último que alcanzó a escuchar, quizás
ella siguió murmurando pero la morena no se sintió capaz de escuchar una palabra
más; sus labios comenzaron a temblar al tiempo en que intentaba inútilmente retener
aquel par de lágrimas que ya comenzaban a descender por sus mejillas, y se marchó
dejando a un lado el bello ramo de lirios.
¿Por qué Lena estaba tan enfadada con ella? ¿Por qué no pedirle una plática como
siempre lo había hecho y resolver calmadamente sus diferencias? Cuando las cosas
estaban mal siempre le exponía sus molestias pero ahora prefería reprocharle a
escondidas ¿Qué era lo que tanto le molestaba? Todo se volvió una completa confusión
para la muchacha de azul mirar, pues no había advertido en los últimos días que Lena
quisiera realmente estar lejos de ella, sin embargo sus palabras lo afirmaban
lastimosamente, ¿había algo que ella pudiera hacer para enmendar una situación de la
que se suponía, no debía estar enterada? Esperaría entonces a que Elena finalmente se
decidiera a reprocharle sus broncas, y recién tomaría cartas en el asunto. La pelirroja
permaneció por un cuarto de hora más en aquel café, Yulia aún se encontraba dando
vueltas en su carro por las calles de Moscú intentando encontrar en su mente alguna
explicación para aquello que acababa de suceder, y para cuando la pelirroja regresó al
apartamento, Yulia se encontraba dormida en el cuarto con el control de la tv en las
manos y la pantalla sin señal.

Ese mismo día…

A encontrarse con aquella pequeña muchacha rendida ante el cansancio, sabiendo


que seguramente había intentado permanecer el mayor tiempo posible despierta
esperándola para terminar rindiéndose ante el cansancio y el sueño, Elena sintió una
severa puntada de culpa en medio del pecho, aunque se obligara no podía sentirse de
otro modo, era como si durante aquellos últimos días algún incomprensible suceso
hubiera sido la gota que derramó el vaso de tu paciencia, nada quedaba de templanza
ni de comprensión, solo ese funesto fastidio que le producía permanecer cerca de la
aparente indiferencia de Yulia, y el motivo no era más que simple añoranza, aun
cuando en su mente la historia se complicara ella lo sabía demasiado bien, lo que le
molestaba era la falta de dedicación, la poca atención que le brindaba, echaba de
menos sus caricias, sus besos… y contra ello no había vacunas o soluciones, no estaba
sintiéndose amada aun sabiendo que Yulia de hecho, la amaba más que a su propia
vida, y sin embargo no conseguía demostrarlo como en un principio lo había hecho.
Cuando la tarde se hizo noche la pelirroja aún intentaba recrear en su mente el
preámbulo que durante aquellas horas había estado ensayando en su mente para
exponerle a Yulia en la cena, aquellas molestias que no le daban respiro; en un
principio cuando los síntomas se presentaron, Elena pensó que sería algo pasajero y
que con un poquito de tiempo Yulia volvería a la normalidad, pero los días pasaron e
inclusos los meses sin ver en ese tiempo algún cambio positivo, el problema era
enfrentarse a ella sin dejarle lugar a cambiar de sitio sus sentimientos, pues la morena
tenía esa especial virtud de hacerle cambiar de parecer con un simple gesto; mientras
aguardaba en la sala que despertara de su descanso, encendió la radio para no
sentirse tan desolada.

Algo debió pasar


para que mi fascinación
se terminara...
Algo que no debí
siento que no te conocí
y que no te importaba...
Sé que es algo normal
que el encantamiento del principio
no dure...
Pero crece el amor
y en esta caso corazón
no hay nada que te ayude...
Hoy me parece lo mejor
darle fin a la actuación
creo que lo más sensato es terminar...

Cómo podía encontrar las palabras adecuadas para decirle a su gran amor que
estaba cansada de ella, que ya no hallaba motivo alguno para continuar con aquella
relación que poco a poco estaba devastándola, quizás si platicaban calmadamente
acerca del asunto y acordaban separarse por un tiempo, tal vez unos días, podrían
volver a recomenzar como muchas veces lo habían hecho, no obstante, Elena tenía
muy presente que en esta ocasión las cosas serían completamente diferentes, porque
ella no tenía intenciones realmente de darle una nueva oportunidad, estaba al límite y
mientras meditaba sobre el asunto, podía adivinar cuál sería la reacción de la morena,
seguramente la observaría en silencio sin imponer punto de vista alguno o expresar
sus sentimientos y cavilaciones, la dejaría terminar de hablar y sin más se pondría de
pie para internarse en el cuarto y no salir hasta que ella no se hubiera marchado…
pasaría los días encerrada y no daría brazo a torcer así estuviera muriéndose por
volver a su lado, entonces sería ella misma quien cediera ante el sufrimiento de la
separación volviendo a su lado tiempo después fingiendo demencia… y todo volvería a
comenzar…

Sé que vas a pensar


que estar contigo
fue solamente un capricho...
Que poco conocer
acerca de mis sentimientos
tal vez te vueles con el viento...
Hoy mi paciencia terminó
mi deseo se murió
ya no siento nada que me una a ti...
Todo lo que prometí
al comienzo lo sentí
deberás creerme porque ha sido así...

En algún momento de su estado de meditación se quedó dormida, al despertar las


agujas del reloj estaban posicionadas casi sobre el número once, sujetó su cabeza por
culpa de aquella punzada provocada por el mal descanso, y observando
minuciosamente el recinto encontró sobre la mesilla de la sala una pequeña esquela
que sostuvo entre sus manos para leer:

Lena:
Llamaron las chicas, nos invitaron a salir de antro puesto que mañana
trabajamos solo por la tarde, estabas demasiado dormida así que decidí no
despertarte. Estaremos en el lugar de siempre si te sientes con ganas de salir… si no,
te veré por la mañana.

Cariños
Yulia.

Dejó caer la nota en el mismo sitio donde la había encontrado, tomó las llaves del
carro y del apartamento, vistió su abrigo y se dispuso a marcharse del apartamento sin
más, claramente no iría donde Yulia, pues había muchos sitios mejores donde ahogar
toda su impotencia.

No me vas a dejar...
Creo que sí...
Tan mal...
Perdóname...
Para qué me hiciste ilusionar...
Yo sé...
Qué sabes...
Te descuidé encerrándote en mi mundo...
Sí que te dejaré...
No lo harás...
Lo haré...
Atrévete...
Esta vez no retrocederé...
Verás...
No quiero ver...
Lo mejor cada uno por su lado...

Tomando de un bolsillo el móvil telefoneó a casa de sus padres, ciertamente no se


sentía con ánimos para estar sola y quizás el calor del hogar de sus padres le haría
sentir un poco más aliviado el corazón. Tras haber estacionado el carro frente al
ingreso del hogar de su infancia, se tomó algunos minutos antes de descender del
vehículo, pero cuando estaba dispuesta a enterrar el trago amargo entre las sábanas
de su niñez, tropezó de repente con la amigable imagen de Vitya:

-¿Lena?
-¡Vitya! ¡Tanto tiempo sin verte!- Dijo besándolo en ambas mejillas
-¿Cómo estás pecosa? ¿Qué haces por aquí?
-Pues solo viene a pasar la noche en casa de mis padres, ¿tú?
-Iba camino a mi casa cuando casi me llevas por delante, ¿Y Yulia, no vives con ella
ahora?
-Si… pero ella salió esta noche, y pues, yo no quería estar sola…- Mencionó intentando
ocultar aquella mueca de dolor que no pudo evitar
-Déjame adivinar, estuvieron peleando…
-No exactamente, pero tenemos algunos problemas…
-¿Quieres hablar de ello?
-Creo que sería bueno…

Abordaron nuevamente el carro de la pelirroja luego de que el muchacho hubiera


propuesto un pequeño café de veinticuatro horas cerca del sitio en el que se
encontraban, sabía que aquella plática sería bastante extensa por lo que prefirió un
sitio en que se sintiera cómodos para ello, tomaron una mesa al fondo del salón y
luego de recibir su orden dieron inicio a la conversación:

-Te vez desanimada, ¿no estás durmiendo bien, verdad?


-Tengo el sueño atrasado…
-A mí no me engañas, no es el trabajo lo que te trae mal… sabes que puedes confiar
en mí, no hace falta que lo diga…
-¿Nunca podré engañarte, cierto?- Vitya asintió con la cabeza -¿Sabes? Todos estos
años que estuve junto a Yulia, todo este tiempo en que no podía dejar de enamorarme
cada día más de sus ojos, de sus labios… de sus sonrisas… siempre pensé que sería
imposible que algún día pudiéramos separarnos realmente, que nunca dejaría de
amarla… y hoy, me encuentro cuestionándome qué es lo que quiero en realidad…
-No entiendo cuál es tu punto…
-Pues verás, ella es mi principio y mi final, no sé qué es lo que hay delante de
nosotras, pero sí lo que hay detrás… aquellos días en que pasábamos horas en la cama
adorándonos, simplemente descubriendo nuestras almas, aquellas tantas veces que el
solo hecho de estar separadas por un par de cuadras nos lastimaba profundamente…
* Vitya la miró aún sin entender
-¿No te estoy diciendo nada, verdad? En estos últimos meses, he estado dejándolo
todo por ella, el descanso, los ratos libres, los sueños, los deseos, y cada vez que la
miro a los ojos, no encuentro aquellas palabras de amor que solía susurrarme al oído,
a veces me pregunto si realmente la tengo o es mi deseo el que me engaña… ella ha
estado cambiando continuamente, bueno, todos lo hacemos en algún momento, pero
ahora es diferente, no lo sé, estoy aquí, enredándome con palabras que ni yo entiendo,
no tengo las cosas en claro… pero aún sé cuánto la amo y cuánto me duele toda esta
situación…
-¿Te refieres a que sientes que ya no te ama como antes?
-No lo sé… solo sé que ella no está conmigo del todo, me deja ir, segura de que
volveré y ya no sé si quiero volver, estoy cansada de llegar a casa por las noches, y
sentir que a mi lado no hay nadie, me duele verla cerca y que no me regale caricias
como solía hacerlo, que ya no corra hacia la puerta cuando escucha mis llaves en la
cerradura, que en el estudio no se acerque a mí para apoyar su cabeza en mi hombro…
(al decir esto último comenzó a sollozar), ella simplemente ha dejado de prestarme
atención, como si hubiéramos regresado en el tiempo, de vuelta a aquellos días en los
que le suplicaba por una caricia, cuando recién nos conocíamos… yo… yo ya no sé qué
es lo que sucede…
-Ay Lena… créeme que entiendo lo que sientes, pero no des las cosas por hecho, ¿has
hablado con ella sobre esto?
-No… estaba pensando hacerlo esta noche pero me dejó plantada y se fue con sus
amigas…- Dijo con tono autoritario en clara señal de perturbación
-Tal vez ella no se esté dando cuenta de esto, piensa que a veces cuando las parejas
conviven por mucho tiempo, la relación pasa a ser una rutina. Ella tal vez sienta lo
mismo, al verte tan cansada como lo estás ahora, y piense que necesitas un espacio,
recuerda que han pasado muchos años juntas y pues, a veces uno siente la necesidad
de oxigenar las relaciones, pero ello no implica que no te amé…
-Pero las cosas nunca fueron así Vit, nuestra relación siempre fue especial, hemos
tenido nuestras peleas, discusiones como todos las tienen, pero nunca existió entre
nosotras el abismo que ha creado con su indiferencia, no lo entiendo… Hace un par de
días, luego de unas semanas, estuvimos juntas y ella estaba perdida en algún lugar de
su mundo… y cuando le pregunté qué sucedía, ella simplemente me respondió que
pensaba en mí…
-¿Crees que estaba pensando en alguien más?
-Pues no lo sé… pero a estas alturas no me resultaría extraño, hace tiempo que no me
presta atención… y pues… yo, no descarto esa idea aunque me duela
-Lena, tú la conoces mejor que nadie, ella no te haría una cosa así, tú lo sabes. Has
dicho que hacía tiempo que no estaban juntas, tal vez estaba realmente pensando en
ti, en el tiempo que pasaron separadas, o algo de eso…
-Puede que tengas razón, pero no quiero engañarme a mí misma…
-(interrumpiéndola) Preciosa… no te quieres engañar por tus deseos pero te estás
dejando engañar por falsos miedos, piénsalo un momento, es cuestión de que
converses con ella, de otro modo, podrías tomar una decisión equivocada y tal vez
nunca sepas qué es lo que realmente pasa por su cabeza, aunque no se trate de ello
realmente… debes intentarlo, dile cómo te sientes, ella te entenderá, pero no estés
torturándote con suposiciones, dale un respiro a tu mente por un momento y déjate
llevar por tus emociones, como lo hacías antes… ponte en su lugar y tal vez puedas
descubrir qué le sucede… eres un espejo de su alma, y si tú no logras entrar en su
corazón, pues créeme… nadie podrá hacerlo…
-Tal vez tengas razón, pero…
-(interrumpiendo nuevamente, y tomando sus manos por encima de la mesa) Basta de
peros Lena, sé que la amas, tú solo estás buscando un pretexto para echarle culpas de
lo que realmente te sucede… díselo, dile que estás cansada, que quieres estar con ella,
que no quieres trabajar más, que ya no quieres armar y desarmar valijas, a mí no me
engañas, sé que esto es lo que te atormenta, pero al firmar aquel contrato tú sabías
que podías perder muchas cosas, entre ellas a Yulia, y ahora tienes que hacerte cargo
de ello, puedes perderla, puedes retenerla, puedes seguir sufriendo y sin dormir… este
es el costo de la fama, nada es gratis en este mundo Lena, ve, dile lo que te sucede, lo
que sientes y lo que piensas, ella sabrá cómo hacerte sentir de nuevo, e incluso,
cuando menos te lo esperes querrás tomar su mano y tomar un avión para seguir tras
tus sueños… te conozco, sé que no eres fácil de caer, y ahora estás cayendo, pero
podrás levantarte, eres fuerte…
-(llorando) No sé cómo se hace Vit, yo ya no sé nada realmente… nadie me dijo que
esto sería tan difícil, si yo hubiera sabido…
-Nada Lena, no digas cosas de las cuales te puedes arrepentir, sé que si pudieras
volver el tiempo, y estuvieras frente a ese contrato una vez más, volverías a firmarlo,
no te engañes a ti misma. Y claro que no, nadie nos dice en este mundo cómo
funcionan realmente las cosas, no hay manuales ni diccionarios para la vida, pero sí
hay cosas por las que vale la pena luchar, el amor es parte de la vida, y la vida hay
que vivirla, una vez te arriesgaste y saltaste al vacío, sin saber realmente si alguien te
esperaba abajo, y cuando pensaste que ibas a estrellarte, allí estuvo ella para
sostenerte entre sus brazos… muchas veces estuvo allí abajo, del otro lado del espejo,
detrás de tus espaldas, velando tus sueños, ¿crees que no estará hoy si te arrojas otra
vez? Pues déjame decirte algo pequeña, ella siempre estuvo y siempre estará, pero
debes hacerle saber que saltarás, ella no puede adivinarlo y eso es lo bueno, entre
ustedes todavía quedan cosas por descubrirse…
-¿Y si ella ya no quiere abrir sus brazos para sostenerme? ¿Si no quiere saltar conmigo
de nuevo? Yo no podría vivir sin ella, no me imagino toda una vida lejos de sus manos,
de sus miradas, de sus sonrisas alegrando mis días…
-(secando las lágrimas de su amiga) Pues si no lo intentas nunca lo sabrás… Vamos,
anímate, ve a descansar ahora, intenta no pensar y mañana, cuando la tengas en
frente, deja que tu corazón hable por ti, él encontrará las palabras adecuadas para que
puedas levantarte…
-¡Gracias Vit! Hablar contigo siempre me aclara las cosas… (sonríe) aunque muchas
veces me has dejado una ensalada (risas) Lamento que todo este tiempo hayamos
estado tan lejos de ti, que no hayamos estado contigo cuando más lo necesitabas, yo
no podré perdonármelo nunca…
-Sé que sus corazones estuvieron conmigo, no tienes que decirlo, yo pude entenderlo a
pesar de todo…
-¿Te llevo a tu casa?
-Si no te ofendes prefiero caminar, me gusta saber que aún estoy vivo…
-¿Vit?
-(arqueando una ceja en interrogación) ¿Mmmm?
-(abrazándolo fuertemente) Te quiero
-Y yo a ti…

Aquella noche era mejor elegir no pensar, solo esconderse por un momento bajo
las cobijas de su cama infantil en aquella alcoba donde había trazado las primeras
líneas de sus sueños, robarle al tiempo un mínimo instante en el que encontrarse
consigo misma dentro de aquel contexto que necesitaba resolverse con rapidez, sintió
sus ojos inundarse de antiguas penas en una incontenible euforia de revelación,
mientras sus manos sostenía temblorosas el marco de aquella luminosa fotografía que
enseñaba el rostro amado de su pequeña morena… así Yulia ahogó coincidiendo en
tiempo su impotencia en el cristal de un vaso de vodka, la salida fácil de sus problemas
parecía no tener final sino hasta encontrarla desparramada en una silla ajena, lloraba
en silencio su pena, esa nebulosa creciendo en su mente sin permitirle hallar principio
al inaudible monólogo de la pelirroja, quiso negarse las palabras que no debió escuchar
y fingir simplemente un ligero dolor de cabeza, hacer de cuenta que aquello nunca
había sucedido pero su propio mar de incertidumbre comenzaba a ahogarse, había una
herida sangrando en su pecho, una que jamás debió abrirse pero sin embargo allí
estaba, latiendo en su pecho tan furiosa como la ira que embargó sus sentidos al salir
de casa azotando la puerta, y no pensar era quizás la solución a su noche de
controversias, porque en la barra de aquel penumbroso bar no estaban las respuestas,
ni las soluciones, ni los ojos verdes de su amada mirándola con ternura, sino su blanca
voz de inviernos reprochándole a la inmadurez de creer, que el alcohol aliviaría esa
punzada de incomprensible culpa en su alma… pero así como era de apasionada por su
amor también era impulsiva por su rencor, y abandonó la silla en dirección a la pista
de baile buscando engañar la incertidumbre del momento:

Tal vez fui yo que no te di


una noche entera
Tal vez nunca te he dado
lo que tú esperabas,
Y no estaba cuando tú me necesitabas
Tal vez no te escuché,
tal vez me descuidé,
Tal vez se me olvidó que yo te amaba.

Las primeras luces del día asomaban tímidas por los pequeños espacios del
firmamento que las nubes no alcanzaban a cubrir, con un ligero tambaleo en las
rodillas la delgada morena descendió de su carro dispuesta a encontrar un poco de
buen descanso entre las sábanas de su cama para dos, con algo de dificultad logró
encajar la llave en el cerrojo y riendo por no saber en qué preciso instante se había
quitado la ropa, se dejó caer pesadamente en el lecho tan solo para entreabrir sus ojos
instantes después, pues la cama se veía extrañamente inmensa aquella mañana… algo
confundida cogió la bocina del teléfono ubicado sobre la mesa de noche, aguardó unos
instantes y al recibir respuesta su nulo pensamiento se convirtió en un inexplicable
ataque de cólera:

-¿Hola?
-¿Quién eres tú? ¿No es este el teléfono de la familia Katina?
* Lena terminó de despertar al escuchar la voz de su morena, en un tono líquido
arrastrando cada vocal en su pronunciación, meció ligeramente la cabeza en señal de
desaprobación…
-Sí, esta es la casa de la familia Katina Yulia, ¿has estado tomando de nuevo?
-¿Y a ti qué te importa? Pásame con Lena…
-Yulia… yo soy Lena- Respondió algo irritada
-¡Hola! ¿Por qué demonios no estás aquí como debería ser?
-Porque tú me dejaste sola… y de todos modos, no estoy en ningún lugar indebido…
-Pues claro que sí, ésta es tu casa, no allí ¿o acaso ya lo has olvidado?
-¡Mira Yulia! Quiero dormir, y tú deberías hacer lo mismo…- Reclamó algo molesta
* Yulia intentó interrumpir
-¡Cállate la boca! ¡Estoy harta de ti, eres una caprichosa!
* Lena cortó la comunicación…
-¡Lena! ¡Lena! – No, no me harás esto ahora…
* Volvió a marcar el mismo número pero nadie respondió a su insistencia, Lena había
desconectado el aparato consiguiendo que Yulia se diera por vencida y en cuestión de
segundos se quedara dormida con el teléfono en la mano. Seis horas después despertó
sintiendo el malestar de su noche de marcha, y volvió a llamar:
-¿En qué maldita parte de este mundo te encuentras?– Interrogó molesta y sin medir
sus palabras
-En casa de mis padres ¿qué demonios te sucede ahora?
-Pues gracias por avisarme, podrías haber dejado una nota…
-Vamos, no es el fin del mundo…
-Te estuve esperando toda la noche y ni siquiera fuiste capaz de llamarme al móvil…
-Espero que la hayas pasado bien, y si me hubieras esperado toda la noche, te hubiera
encontrado en casa cuando llegué…
-¿Cómo crees? –Silencio- ¿Sabes? Mejor quédate con tus padres, tal vez la pases
mejor con ellos…– Dijo cortando la llamada sin esperar contestación de su novia.
* El teléfono en el apartamento sonaba insistente, pero de un golpe lo desconectó y
dejó caer sobre la alfombra.

Las manecillas del reloj casi pisaban el número nueve de su vuelta, el familiar
sonido del tintineo de las llaves en la puerta de ingreso apartaron a Yulia de su pesado
sueño, sin embargo, se sentía demasiado sofocada por la situación como para correr
presurosa al encuentro de su novia como siempre había sucedido, contrario a esto,
caminó sin fuerzas hacia el cuarto de baño en busca de una ducha tibia que aliviara un
poco el escándalo de sus pensamientos y ese mal descanso que había tenido durante
toda la jornada.
Intentando llamar su atención la pelirroja dejó caer ruidosamente sobre la mesa las
llaves y el bolso, la mirada se le extravió en la sutil penumbra del apartamento,
llevaba las manos entumidas por el frío escondidas en las bolsas de su cazadora café,
incapaz de soportar las presiones tomó asiento en el sofá de sala para librarse de las
botas que ya comenzaban a molestarle, y segundos después se encaminó silenciosa
hasta el segundo piso de la vivienda buscando el rostro amado de la morena de ojos
azules. Al ingresar a la alcoba se encontró con una delgada muchacha perdida en sus
cavilaciones, sosteniendo con una de sus manos aquella delicada cadenita que
adornaba su cuello y su pecho, de improviso casi como un acto de rabia le propinó un
puñetazo al colchón sin saber que estaba siendo observada por la razón de su
existencia, mordiendo sus labios en un desesperado intento por contener el llanto que
ya empezaba a apurarle un par de lágrimas, sus emociones se habían vuelto una sola
maraña y la expresión de su rostro se tornó indefinida de un momento a otro.
Elena apartó del todo la puerta apoyando sus sienes en el marco de madera,
apenas observando aquella imagen que le dolía mirar, en sus ojos había cierto rasgo
de resignación y falta de energías, hablar con Yulia nunca había sido tan difícil como
aquella noche lo sentía, pues en esta ocasión debían enfrentarse a la realidad del
aparente estancamiento en que su relación se veía detenida, tenía muy en claro sus
prioridades pero no existían en ella intenciones de ceder ante la herida apariencia de
quien era objeto de su total devoción, pues a su modo de ver, aquella situación se
había extendido más de lo previsto y era tiempo ya de resolverla por las buenas o a los
gritos de ser necesario.

-Necesitamos hablar Yulia…- Inició temerosa sin atreverse a acercarse demasiado…


* Yulia la miró por encima de su hombro con indiferencia, y en unos segundos agitó su
cabeza positivamente mientras Lena se sentaba en el sillón de la esquina del cuarto.
-¿Crees que podrías hacer algo más que mover tu cabeza?– Yulia repitió nuevamente
el gesto anterior pero en sentido contrario- Pues bien, entonces creo que tendrás que
escucharme… No he dormido en toda la noche, incluso creo que no he dormido en los
últimos cinco meses… y pues la verdad es que realmente estoy muy cansada…
-Prueba con dormir un poco…– Expresó con cinismo pero fue interrumpida por Lena
-Tu oportunidad para hablar ya pasó y no quisiste hacerlo, he dicho que tú me
escucharás a mí– Indicó acentuando su frase en signo de molestia -¿Sabes de qué
estoy cansada realmente? ¿O es que aún no te has dado cuenta aún de lo que sucede?
Yo ya no entiendo esta relación, no sé por qué seguimos fingiendo un amor que ha
muerto hace tiempo… que se haga frente al mundo lo entiendo, pero no entre estas
paredes… - Yulia dirigió su mirada bruscamente hacia la pelirroja en signo de confusión
y dolor “¿de qué demonios estás hablando?” pensó… -Y ya no encuentro propósito para
seguir con esta farsa. Me cansé de ser tu tonta niñera, no quiero ya correr tras de ti
con un pañuelo para secar tus lágrimas, ¿y sabes por qué? –Yulia escondió su rostro
de la mirada de la pelirroja para que no viera el modo en que sus ojos se cristalizaban-
Déjame darte una idea de por qué… tú estás cansada, yo te dejo descansar, tú estás
de mal humor, yo hago silencio, tú te deprimes, yo te seco las lágrimas, tú estás feliz y
aunque yo no lo esté debo sonreír… ¿eso te dice algo? Deja que lo siga aclarando para
que puedas entenderlo… esto se supone que debe ser una pareja ¿Qué curiosa
palabra, sabes su significado? Pareja significa dos unidades de una cosa… pues aquí
solo hay una unidad y un cuarto de otra… ¿eso es suficiente? Bien, tal vez para el
demonio lo sea… para mí no lo es…- Dijo muy enojada al terminar la frase
-No sé de qué rayos estás hablando, siempre he estado aquí…
-No sabes de qué estoy hablando y dices que siempre has estado aquí… haremos un
trato entonces, yo me iré y tú te quedarás intentando adivinar de qué demonios estoy
hablando– Expuso con dureza y un algo de culpa
-Si querías irte solo debías decirlo, no hacía falta tanta charla, sabes muy bien donde
está la puerta…- Fue la respuesta más hiriente que pudo hallar en su resentimiento
-Adiós entonces…- Expresó en un tono de voz audible mientras secaba sus lágrimas…

Durante el fin de semana ambas asistieron a los estudios con normalidad dando
inicio a los nuevos ensayos y comenzado a materializar el nuevo proyecto, durante
aquellos días Yulia permanecía encerrada en el apartamento sin contestar los llamados
telefónicos o el timbre en la puerta de ingreso, mientras Elena ejecutaba el mismo plan
de auto consuelo en casa de sus padres. Nadie a su alrededor notó las diferencias que
las estaban enfrentando, el trato era normal como si nada hubiera sucedido siendo
ellas las únicas enteradas en el asunto, sin embargo, parecía que el orgullo pesaba
más en la balanza de los sentimientos, ninguna estaba dispuesta a ceder en aquel
inexplicable juego de tirar y aflojar la cuerda que desde la plática estaba ahorcándolas
lentamente, Yulia estaba tan enceguecida por el rencor de la deshonestidad de su
amante que no le permitía a su mente sentir culpa alguna, mientras que Lena deseaba
fervientemente que la muchacha de azul mirar decidiera por fin dejar de lado su
egoísmo y pedirle por una segunda oportunidad que con gusto le concedería, lo
deseaba aun sabiendo que esto jamás sucedería, la conocía demasiado bien como para
dejarse engañar por sus esperanzas. Durante los ensayos Yulia se vio sorprendida por
el verde y herido mirar de la pelirroja, esto le provocó en ocasiones cierto dolor en el
pecho ante el cual no cedió, pues muy en lo profundo aunque no quería reconocerlo,
deseaba que Lena se acercara a ella tomándola por las caderas y le robara el
acostumbrado beso de todos los días, no obstante, aquella mirada por más sincera que
parecía también llevaba consigo cierto dejo de frialdad y dureza que le hacían sentir
intensos escalofríos en la razón.
Agotadas por el continuo ajetreo el domingo por la noche, mientras recogían en
soledad sus pertenencias antes de abandonar el salón de ensayos, Yulia se acercó
cabizbaja a la pelirroja extrayendo de sus bolsillos un juego de llaves que colocó en un
pupitre frente a Lena, y como si tuviera toda la intención de no ser escuchada mientras
caminaba en dirección a la salida susurro con pocas energías: “Olvidaste tus llaves…”,
pero la pelirroja no volteó a verla, simplemente tomó el objeto colocándolo dentro de
su bolso y no comprendió por qué la morena antes de marcharse le dijo: “Espero que
los disfrutes…”, pues cuando dirigió la vista hacia la puerta en busca de una respuesta
se encontró sola en el amplio cuarto, quizás había escuchado mal o solo había sido un
nuevo comentario irónico de su parte.
Yulia ingresó al apartamento que nuevamente se había convertido en un completo
desorden, sin Elena en casa no era necesario organizar aquel tiradero ni preocuparse
por acomodar sus ropas desparramadas por todo el sitio; se quitó los zapatos en señal
de agobio mientras encendía el equipo de sonido de camino a la cocina, abrió el
refrigerador en busca de algún alimento que no encontró, había olvidado hacer las
compras así que debió conformarse con una manzana y un poco de agua fresca, con
las partituras de las canciones correspondientes al nuevo disto, tomó asiento en el sofá
de la sala:

Recuerda cuando los tiempos eran buenos como los de ayer


cuando un amigo era solo un amigo
sin nada que perder,
dime cuando fue que esa magia se perdió
dime cuando fue que lo bueno se perdió.
Recuerda cuando tu padre te decía
"mejor dar de más"
cuando juraste esa noche a las estrellas
que tú serías igual,
dime cuando fue que esa magia se rompió
y donde quedó escondido todo lo mejor de ti.

Recorrió la sala una y otra vez cambiando de estación en la radio cada vez que un
sentimiento de culpa atravesaba su mente, no le encontraba sentido al hecho de estar
sentada allí intentando fingir que nada había sucedido y que todo estaba bien, no tenía
sentido incluso pensarlo pero de algún modo siempre conseguía entender las cosas
sencillas después de complicarse con ellas, era tan simple que le costaba
comprenderlo, Lena ya no estaba y ella parecía no tener intenciones de ir a buscarla, a
pesar de desearlo con todas sus fuerzas no sabía exactamente cómo debía manejar
aquella lastimosa situación, las grietas en su alma se abrían con cada minuto en que
no podía contemplar la increíble templanza de Elena que siempre le había hecho sentir
segura:

Cómo el mundo que da vueltas al revés


nuestro amor lo hace también,
tu corazón y el mío quieren intentar
y no se pueden encontrar.
Seguro sirve más una razón
que todas las excusas,
si nos queremos tanto cómo puede ser
que no estés a mi lado.
No me explico cómo puedes esconder
lo que sientes negarlo,
la única manera es entender que todo está al revés
nuestro amor también.

Nadie estaba allí junto a ella para susurrarle sueños junto al oído, tampoco existía
en ese sitio donde se sentía abandonada a su propia suerte quien le diera indicaciones
del camino que hacía tiempo había escogido, y en el cual ahora se sentía extraviada,
llovía, tan copiosamente como en su alma, haciéndola sentir en su propia desazón el
abandono de lo inexplicable, como si fuera ella recipiente de eternos llantos, al otro
lado del vidrio pequeñas gotas de agua eran balanceadas por la pequeña brisa que de
tanto en tanto se disponía a esparcir la confusión de sus pensamientos por aquella
ciudad que permanecía ajena a sus circunstancias, ahora a su alrededor solo yacía un
espacio vacío y esa sensación de sofocación que no le permitía hilar las razones que en
su mente, inconscientemente, albergaba desde hacía ya algún tiempo…

Y volviendo la página del tiempo


me he encontrado con un vendaval,
de pasiones que matan en silencio
y organizan la derrota de la paz.

Poniéndose de pie hizo un último intento de llevar sus pensamientos más allá del
egoísmo que no creía sentir, platicándole al mullido sillón donde compartía invaluables
charlas con su amada y a esa rosa roja que había sobrevivido a las ausencias
increíblemente, pero para entonces las interrogantes eran demasiadas y poca claridad
encontraba en su pensamiento, si hasta por instantes creía desconocer a esa
muchacha de cabellos rojos que con ciertos gestos le hacía sentir la culpa que ella no
reconocía como propia… si hasta en ocasiones creía estar viviendo una pesadilla de la
cual no encontraba modo de escapar y huir por medio de su pasión inadecuada a esos
labios carmesí que estremecían su existencia…

No escuché que te marchabas


Me pregunto cómo aún sigo aquí
No quiero mover nada
Puede cambiar eso mi memoria.
Oh… soy lo que soy
Haré lo que quiera, pero no puedo ocultarme
No me iré, no dormiré, no puedo respirar
Hasta que estés respirando aquí conmigo
No me iré, no puedo ocultarme, no puedo ser,
Hasta que estés respirando aquí conmigo.

Cada cavilación aumentaba de modo gradual su histeria, nada tenía sentido


entonces cuando se creía incapaz de hallar en la memoria ese pequeño detalle que
había dejado olvidado en algún rincón del silencioso apartamento, Elena era esa parte
de ella que la empujaba a lo divino y le pintaba sueños de colores en el alma, la
sombra que pisaba sus días para hacerla sentir finalmente viva, no tenía dudas de ello,
estar sin su amada era ciertamente desconocer las verdades universales y dejar de
sentir el armónico palpitar de su corazón… lágrimas derramó sobre su rostro de
esperanzas, siendo absorbidas por las cobijas de aquella cama para dos en la que se
sentía demasiado pequeña, mucho lugar para su cuerpo retorcido en interrogantes,
solo deseaba dormir, sumergirse en un profundo sueño y hallar allí, con un poco de
suerte, ese pequeño detalle que sus ojos estando despierta no lograban encontrar.

Me gusta observarte dormir de noche,


Escucharte respirar a mi lado,
Y aunque el sueño me deje atrás,
No hay un lugar en el que quiera estar
Y ahora nuestra cama está Oh… tan fría
Mis manos se sienten vacías, nadie para tocar
Puedo dormir del lado que quiera
No es lo mismo sin ti
Oh… si regresar a casa, te haría saber que…
Todo que lo quieres, está aquí en este cuarto
Todo lo que quieres
Todo lo que necesitas, está sentado contigo,
Todo lo que quieres.

*********************************************************************

La noche se hacía estruendoso silencio en sus oídos, con un poco de música


funcional se obligó a buscar algo de alivio entre las sábanas de su adolescente
aposento, pero entonces se escuchó le intenso sonido de tres golpes en la ventana y el
cristal que estalla como proyección de los caprichos de su corazón, con el temor
caminando en sentido contrario asomó su abatido rostro por las cortinas para
descubrir, que la vieja rama del árbol junto a su cuarto le había jugado una mala
pasada… amenazante en su condición se acercó sigilosa y perturbada a recoger el
desastre.

Como un río que no sabe ir hasta el mar


olvidamos el camino,
como un pájaro que no quiere escapar
para estar vivo,
seguimos las señales
y entendimos todo al revés,
nuestro amor también.

Dejar de pensar en Yulia no era tarea sencilla, porque cada detalle por más
pequeño o invisible que este fuera, le recordaba lo miserable que se sentía por haberle
puesto final severamente a lo que en realidad era fundamento de su existencia,
convencerse de que toda diferencia podía ser resuelta con un poco de paciencia y
esperanza tampoco era lo indicado, ni esperar que la morena recapacitara y corriera a
sus brazos como ella misma deseaba correr a su cuerpo de calmas tormentas
pasionales para arrebatarle la calma y convertirla en un torbellino de inmensurable
pasión… pero algo dentro de su punzante conciencia le decía suavemente que aquella
noche tampoco llegarían a un acuerdo, su pensamiento negativo le recordaba que en
ocasiones Yulia solía perderse entre la penumbra de las calles en busca de acallar la
conciencia con un poco de alcohol… pero entonces comenzó a cuestionarse
silenciosamente, tal vez no había actuado de modo correcto y estaba haciendo mucho
barullo por nada, sin embargo, al recrear en su mente aquella última plática no pudo
dejar de sentir dolor al recordar el modo en que la delgada morena permaneció en
silencio, con su infantil actitud indiferente fingiendo que nada sucedía cuando la
conocía demasiado bien, sabía con certeza que aquello le había devastado la poca
tranquilidad que entre tanto ajetreo lograba conseguir, que disimulaba sus propias
heridas escondiéndolas bajo un manto de silencios y miradas inexpresivas para no
mostrarse derrotada ante su justa demanda… le enfureció tanto que no haya siquiera
intentado detenerla cuando se marchó, que durante aquellos días de trabajo hubiera
escogido el aparente alejamiento en lugar de acercarse a ella para sanar sus heridas
como muchas veces lo había hecho… si hubiera permanecido algunos instantes más en
la alcoba, hubiera notado aquellas lágrimas que lentamente encontraron su camino en
el rostro amado, la echaba de menos, observaba el aparato telefónico como
invocándola a través del mutismo de su línea, quería llamarla, quería decirle que la
necesitaba a su lado, disculparse y curar sus yagas con suaves besos y caricias
urgentes, pero entonces Yulia jamás comprendería que el amor se hacía de a dos:

Los días sin ti son tan oscuros


tan largos tan grises mis días sin ti,
mis días sin ti son tan absurdos
tan agrios tan duros mis días sin ti,
mis días sin ti no tiene noches
si alguna aparece es inútil dormir,
mis días sin ti son un derroche
las horas no tiene principio ni fin,
tan faltos de aire tan llenos de nada
chatarra inservible basura en el suelo...
Moscas en la casas...
Aquel lunes por la mañana Lena despertó con las primeras luces del día, tomó un
baño de ducha que ligeramente apartó de su lado esa sensación de vacío y amargura
impuesta por mano propia, minutos después de haber cambiado su atuendo por uno
más adecuado, bajó al nivel inferior apurando una taza de café bien caliente y
mientras en casa todos permanecía prisioneros del sueño, abandono la vivienda en
dirección a los estudios de grabación. Allí, en el enorme y desgastado edificio de la
discográfica, estaban ya todos enterados de los dos días de descanso que las pequeñas
estrellas tendrían a modo de compensación por el arduo trabajo de los últimos meses,
Anna se alarmó ligeramente al ver a la bella pelirroja atravesando las puertas de
ingreso, quizás necesitaba alguna cosa y luego se marcharía, caminaba tan rápido que
ni siquiera pudo anunciarla en la oficina de Iván a donde seguramente se dirigía
absorta en sus pensamientos; tocó a la puerta del despacho y tras recibir una
respuesta afirmativa, ingresó al sitio sin más rodeos. Vania quedó ciertamente
desencajado por su presencia, pero inmediatamente su retorcida mente adivinó que
alguna diferencia estaba afectando a la joven pareja, y la más grande de ellas, se
presentaba a exponer sus molestias siendo él quien siempre le ayudaba a enfrentar
esos pequeños lapsos de broncas…

-Siéntate… ¿puedo ayudarte en algo?


-¿Soy la primera en llegar?
* Él hombre la miró sin entender absolutamente nada
-¿De qué hablas Lena?
-De los ensayos, ¿no era a las nueve de la mañana?
-No, la semana pasada Yulia me pidió que les diera dos días libres, acordamos que
serían hoy y mañana ¿no te lo dijo?
* “¿Qué? ¿Yulia pidió días libres y no me dijo nada?”
-Pues… yo… no… no lo sé– Dijo mostrándose confundida
-¿Acaso ustedes están peleadas?
-No… bueno, sí, tuvimos una pelea el jueves y no hemos vuelto a hablar, yo estuve en
donde mis padres, pero… ¿por qué pidió días libres? Ella no me dijo nada…
-Ay Lena… ¿qué demonios sucedió ahora? ¿Qué te ha hecho esta vez?
-Nada… simplemente tuvimos una pelea, pero contesta mi pregunta
-Bueno ella me dijo que te notaba muy cansada, que quería animarte, estar contigo,
prometió comprometerse con el disco del todo si les daba estos días… Lena, dime qué
sucedió… Lena… ¿te sientes bien?
-Yo… tengo que irme, lo siento… después hablamos…- Expresó, y totalmente
confundida salió rápidamente de la oficina sin darle tiempo a Iván para objetar su
huida

*********************************************************************

El insistente llamado del timbre en la puerta del apartamento extrajo a Yulia de su


pesado descanso, algunos minutos le tomó ubicarse en tiempo y espacio mientras con
mirada minuciosa recorría hasta el más recóndito rincón de aquella desolada
habitación, empujada por una incontenible furia bajó rápidamente las escaleras sin
escandalizarse por su pijama, y al encontrarse con el muchacho de la florería no tuvo
más que aguantarse el fastidio y recibirlo inexpresivamente, aunque estaba dispuesta
a mandar al demonio a quien fuera, aquel pobre jovencito de escuálidas formas no
tenía por qué pagar cuentas de sus propias frustraciones… la morena lo había olvidado
por completo, la semana pasada se había comunicado con la florería para aquella
mañana poder sorprender a su amada con un maravilloso ramos de lirios blancos y
comunicarle con este gesto, la feliz noticia de aquel par de días libres para compartir a
su gusto; pero aunque la pelirroja no estaba en casa la cuenta ya había sido pagada y
no le quedó más remedio que recibir las flores de mala gana. Después de aquel
incómodo momento, regresó a la alcoba sin preocuparse de colocar las flores en un
sitio adecuado, simplemente las volcó sobre la mesilla de la sala y subió a recostarse
en la cama, se cubrió hasta la cabeza con las cobijas y solo dejó espacio para que sus
ojos pudieran observar a través del cristal de la ventana, ese día gris que parecía
amenazar con una lluvia en pocos minutos, quizás no era lo indicado pero deseaba
profundamente ponerle un poco de música a su solitaria mañana:

Tráeme el amor que se fue


tráeme a la dicha también,
quiero que vengas a mí
y me vuelvas a querer,
no puedo más si tú no estás
y es que no queda atrás,
mi vida se va sin ti a mi lado...

Estaba a punto de conciliar el sueño cuando, aunque lejano, escuchó el tintinear de


llaves en la puerta del apartamento, tres pasos adentro y la suavidad con que la
puerta es cerrada nuevamente… “Lena…”, pronuncian sus sentidos intentando no caer
nuevamente en el engaño, pues no era la primera vez que creía sentir la presencia de
su tan amada pelirroja y ya no tenía deseo de salir corriendo del cuarto para
encontrarse con el apartamento vacío, solo ella y la proyección de la ausencia de quien
poseía su alma desde siempre. Desde su sitio identificó aquel sonido como el ligero
golpe de unos tacos ascendiendo por la escalera, con cada instante su corazón se
agitaba hasta llegar a un punto en que el sonido de sus latidos comenzó a aturdirla de
manera inesperada, sin saber exactamente cómo reaccionar, cierra los ojos y se
dispone a fingir el sueño que nunca llegó a sus párpados, casi podía sentir el aire
estrellándose en su pecho al escuchar la puerta de la alcoba abrirse, sin embargo
permaneció expectante, inerte, con una mezcla de sensaciones que Lena logra
identificar de inmediato:

I don't wanna say I'm sorry


'Cause I know there is nothing wrong
Don't be afraid there is no need to worry
Cause my feelings for you are still strong
Hold me in your arms
And never let me go
Hold me in your arms
Cause I need you so

Yulia percibió entonces el ligero hundimiento del colchó a su lado, de igual manera
advierte que Elena dará inicio a su discurso incluso aun desconociendo el modo en que
lo hará, pues comprende al escuchar sus repetidos suspiros que no encuentra forma de
deshacerse de ese nerviosismo que la invade de repente, instantes después siente el
suave roce de la mano amada posarse sobre su cabeza, acariciando sus cabellos
despeinados y enredando un poco más sus ideas, aunque lo deseaba Yulia se sentía
incapaz de voltear su rostro y enfrentar finalmente aquella tierna mirada que tantas
veces le había hecho estremecer hasta el alma, porque en ese mínimo instante un par
de lágrimas habían surcado su camino y no era justo que aquella a quien amaba la
viera llorar por lo que aún no comprendía, muerde sus labios intentando evitar que
algún impulso le engañe la realidad, si Elena se había marchado entonces a ella le
correspondía ofrecer una explicación, aunque equivocada esa era la orgullosa
cavilación que daba vueltas por su intranquila mente; la actitud de la morena no es de
gran ayuda para ese momento de verdades, pero debe de intentarlo una vez más:

-Yul… lo siento…- Alcanza a pronunciar mientras sus ojos se inundan de antiguos


dolores y en su garganta gorgotea la herida que desea cerrar- Me has hecho tanta falta
estos meses… me haces falta ahora y me harás falta mañana también… lamento lo que
sucedió, lamento estar sintiéndome así… pero es que tú me haces sentir así… vacía,
sola, siempre en silencio y ausente aunque te encuentres aquí, he estado sintiéndome
tan abandonada… necesitaba de tus caricias, de tus besos y tú no me los diste… Yul…
mírame por favor… necesito verte a los ojos cariño, saber que todavía me veo en ellos,
que hay algo detrás de tus miradas para mi… no te quedes allí como si no te
importara, sé que te importa… lo siento, no debí reaccionar de ese modo, pero es que
yo no sabía qué debía hacer, tenía miedo de perderte y no podía simplemente decirlo,
no sé por qué no lo dije… Yul…
* Yulia rodó sus ojos hasta encontrar los de su pelirroja, una par de lágrimas morían
en sus labios pero permanecía en silencio, solo la observaba, intentando leer su alma,
la mirada de Lena se veía sincera, triste, transparente…

Te regalo mi cintura
y mis labios para
cuando quieras besar,
te regalo mi locura
y las pocas neuronas
que quedan ya,
mis zapatos desteñidos
el diario en el que escribo,
te doy hasta mis suspiros
pero no te vayas más.

-No puedo soportarlo Lena, yo no quiero estar sin ti, perdóname tú, yo no me había
dado cuenta, estaba frente a mí y no logré verlo, pero no tenías que lastimarme de ese
modo, solo tenías que abrir mis ojos… me haces falta a mí también, no sé vivir sin ti,
lejos de tu perfume, de tus caricias, no puedo Lena lo siento… te amo tanto que a
veces me asusta, este sentimiento que no logro comprender, cómo es que eres capaz
de robarme el aliento con solo estar a metros de mi cuerpo, cómo es que tiemblo bajo
tu mirada cuando sonríes… perdóname, estaba perdida pero me has encontrado de
nuevo, te amo… yo no quiero estar sin ti…

Eso era demasiado, la pelirroja no soportó la zozobra con que aquellas palabras
tropezaban de la boca amada, se habían hecho daño simplemente por no atreverse a
pedir por un poco más, no quería seguir escuchar aquellas palabras que le dolían de
modo impensado, así que acercó sus labios tímidamente como intentando acallar ese
sentimiento de abandono que ahora habitaba en ambas, las explicaciones le sobraban,
había comprendido todo en el preciso instante en que la mirada azul rodó hacia la
propia, permitiéndole ver aquellas lágrimas por las cuales ahora se sentía
inmensamente culpable, cuando Yulia le permitió echar un vistazo dentro de su alma,
allí fue donde comprendió que se había dejado convencer por los fantasmas de sus
propios miedos, nublando su vista para no permitirle ver que Yulia siempre había
estado allí y siempre lo estaría… ¿quién estaba más ciega? Se preguntó al tiempo en
que con suavidad recogió de aquellas mejillas las pequeñas lágrimas, reprochándose la
falta de confianza e injustificado temor a perderla, pues aquella que frente a sus ojos
esperaba volver a encontrarse con la parte restante de su ser, jamás había dejado de
pugnar por su felicidad y ciertamente, jamás había dejado de ser la niña traviesa que
con sus locuras había conseguido conquistar su corazón de una vez y para siempre…

Ven aquí
tengo memoria de tenerte así
acurrucada y tierna sobre mí
desvaneciéndote en mis brazos.
Que no ves
que si te llamo es porque te extrañé
si me desmayo cuando respondes
no es nada grave y es humano.

Yulia dejó que esta vez en sus impulsos ganara la razón de los sentimientos, quizás
no era de su agrado que la vieran con la guardia baja pero entonces estando con Elena
su orgullo no tenía mucha razón de ser, jamás hubo pensado que podía ser tan
sencillo, solo debía dejarse mecer por esa paz que habitaba desde siempre en su
amada, lanzarse al vacío con la plena certeza de saber que jamás llegaría a quedar
mal herida… eso era lo que les hacía falta, volver a reconocerse con palabras como
dueñas absolutas de sus vidas, y no hizo falta si quiera aguardar por una respuesta, la
morena estaba tan urgida de las caricias del pálido cuerpo que ni siquiera se preocupó
por mirarla a los ojos una vez más, lo cual para la pelirroja hubiera sido una pérdida
de tiempo, pues si hubiera deseado poner resistencia alguna, al momento de sentir las
pequeñas y cálidas manos de Yulia bajo su blusa, hubiera quedado vencida ante su
encanto.

Deja la luz encendida


quiero mirarte desnuda,
ahora no hay ninguna prisa
y te amaré de punta a punta,
palmo a palmo beso a beso
así como imaginabas,
solo los dos en silencio
enredados en la cama.

Aquellos cuerpos que buscaban en la entrega darle espacio libre a las almas que
deseaban escapar por el mínimo espacio entre la razón y los sentimientos, estaban
sofocadas por el aire que ellas mismas se robaban y apenas habían conseguido
meterse bajo las sábanas, pero es que era cierto… la piel siempre había dicho más que
un montón de sórdidas palabras desde el comienzo del mundo. Los tímidos labios de
aquella de ojos azules se aventuraron lentamente por aquel paisaje que deseaba
profundamente recorrer, haciéndole perder todo vestigio de razón a la dueña de su
vida, y es que aquella a quien comenzaba a amar era casi como el ángel del exterminio
capaz de arrastrarla desde los infiernos hasta los cielos en un mínimo parpadear, en
algún rincón de la alcoba habían quedado los miedos y el llanto, ahora era una simple
cuestión de necesaria entrega y la simple razón de pertenecerse más allá de los lazos
físicos. Enredadas, metida cada una en el cuerpo y en la mente de la otra, dispuestas
fielmente a transmitir con caricias lo que las palabras no llegaban a significar, de ese
modo Yulia encontró el camino exacto que llevó a la pelirroja al límite del placer
dejando atrás sus pudores, hacía tanto que no se sentían de aquel modo que el tiempo
parecía no ser suficiente, ni siquiera la mismísima eternidad parecía alcanzarles para
terminar de pertenecerse, estaban destinadas a vivir y morir con sus almas cocidas
una a otra… un sonoro suspiro decorado de una amplia sonrisa y aquel brillo en el
cerdoso mirar, le indicaron a Yulia que finalmente, después de tanto tiempo de
ausencias, había conseguido encontrar la fórmula exacta de colocar su corazón en el
sitio perfecto, la gloriosa tortura que aquellas delicadas manos desparramaban por su
piel, no quería cerrar sus ojos, el ángel frente a ella la encandilaba con su luz, tenía
miedo de acercarse demasiado al sol y que sus alas se derritieran, pero como si sus
ojos estuvieran en comunión perfecta con el reflejo de la luna en la piel de Lena, soltó
las cadenas y dejó su libertad para ser prisionera del amor.

Había soñado tanto


este precioso momento,
pero esto es lo máximo estoy
estoy entrando en tu cuerpo,
siento tu pecho agitado
y tu vientre como el fuego,
los dos estamos temblando
de pasión y delirio
de amor y deseo.

Para el regreso la pelirroja se tomó su tiempo, quería observar al detalle ese


pequeño cuerpo, nunca supo cómo conseguía quitar del propio su alma para cobijarla
bajo sus párpados, pero la sensación de pertenecerle y sentirse amada por aquel ser
era indescriptible, finalmente el cuerpo de Yulia se retrajo formando un arco casi
perfecto entre sus caderas y sus pensamientos, mientras ella con sumo cuidado se fijó
de sostener aquel delicado tesoro al que no podía dejar de adorar, recostadas una
junto a otro, clamaron por el aire que acaban de robarse para seguramente en minutos
más, volver a comenzar:

Abrázame, apriétame
acaríciame y bésame,
que se queden fundidas
tu piel y mi piel,
quiero amarte una vez
y otra vez y otra vez.
Abrázame...
que del mar de tu cuerpo
yo quiero beber,
hasta la última gota
de amor y placer.
Abrázame...

En la segunda vuelta, cuando al fin sus cuerpos se relajaron, continuaron la danza


del amor repartidas veces, entre caricias, suaves y profundos besos, cómplices
miradas y sentidas palabras de amor… el radio que en todo momento seguía
acompañando su entrega, sin dejar de tocar la sinfonía de sus corazones…

Porque te amo
es mi destino,
soy quien te espera
todos los días,
te amo lo siente mi alma
y es mi alimento
tu dulce risa,
te amo y es para siempre
es un milagro
que Dios le dio
a mi corazón.

Lena dejó caer sus sienes en el vientre encendido de su novia, trazando líneas en
los bordes de sus caderas con la yema de sus dedos, mientras Yulia revolvía sus
cabellos transmitiéndole la serenidad de su aliento, recogiendo las sábanas para cubrir
las huellas del amor en el cuarto… triunfante dejaba florecer en sus labios una
sonrisa…

Amo lo que veo y lo que ocultas,


amo lo que muestras o insinúas,
amo lo que eres o imagino,
te amo en lo ajeno y lo que es mío.
Amo lo que entregas, lo que escondes
amo tus preguntas, tus respuesta
yo amo tus dudas y certezas
te amo en lo simple y lo compleja.
Y amo lo que dices lo que callas
amo tus recuerdos, tus olvidos
amo tus olores, tus fragancias
te amo en el beso y la distancia.

FIN

También podría gustarte