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Los Carabancheles

Los Carabancheles fue un antiguo municipio ubicado al sudoeste de la antigua Villa de Madrid
(hoy en día Ciudad de Madrid) que posteriormente fue anexado a Madrid para acabar
convirtiéndose en lo que conocemos hoy como el distrito de Carabanchel.

Historia
Los romanos llegaron a la península ibérica en el siglo II a. C. En la región madrileña se asentaron
en lugares elevados, pero cerca de las cuencas de los ríos Jarama, Tajuña, Henares y Manzanares.
Historiadores como José María Florit y otros, han elaborado la tesis de que la villa tardorromana
de Miacum, mencionada en el Itinerario de Antonino que unía Segovia por el puerto de
Navacerrada con Titulcia en el valle del Jarama, estuviera cerca de la antigua finca de los Montijo,
no muy alejada de la antigua cárcel de Carabanchel. Podría ser una villa surgida en los últimos
tiempos del dominio romano en la Tarraconense, de la que se encontró un mosaico en el siglo XVIII
llamado de "las Cuatro Estaciones", o mosaico de Carabanchel. Actualmente se exhibe en el
Museo Municipal de Madrid.

La Edad Media

No se tiene evidencia contrastada de la presencia visigoda o musulmana en Carabanchel,


población de la que se tiene constancia por vez primera por la ermita de La Magdalena, construida
entre los siglos XII y XIII.
Alfonso VI, rey de Castilla y León cede en señorío las tierras de Carabanchel al conde Pedro
Manrique, alcalde de Madrid.

San Isidro Labrador vivió en un caserío en Carabanchel Bajo durante el siglo XII, y fue sepultado
por primera vez en el cementerio de San Andrés (hoy en día cementerio sacramental de San
Isidro). El desbordamiento de un arroyo que pasaba por este camposanto descubrió el cuerpo
incorrupto de Isidro, lo que fue interpretado como intervención divina, y su cuerpo fue trasladado
entonces al altar mayor de la iglesia de San Andrés. La tradición sitúa en la iglesia de La
Magdalena los cuatro milagros atribuidos a San Isidro en el Códice de Juan Diácono.
La primera vez que se menciona la palabra "Carabanchel" por escrito es en un documento datado
del 1 de enero de 1181, en el que Pedro Manrique de Lara y su hermana María ceden la propiedad
de la villa de Carabanchel, bajo el pago de 100 maravedíes en los que la aldea y su territorio
estaban empeñados, a Gonzalo Díaz, con la particularidad de que se califica a la población como
“dulce perla” (el pergamino original se encuentra en el archivo de la catedral de Toledo). Diez años
más tarde, en 1191, las tierras de Carabanchel son de nuevo vendidas a Lupo Petriz por 300
maravedíes.

Otra referencia escrita a Carabanchel se encuentra en el Fuero de Madrid de 1202, donde se pone
bajo jurisdicción de Madrid a el sexmo de los Carabancheles de Yuso y Suso (respectivamente,
Bajo y Alto) y se permite al ganado madrileño pacer en los prados de Caraque.
El 2 de julio de 1218 los terrenos de Carabanchel se convierten en un señorío eclesiástico
dependiente del arzobispado de Toledo.

A mediados del siglo XV el núcleo de población que existía en torno a la entonces conocida como
iglesia de La Magdalena quedó abandonado, y sus habitantes se distribuyeron entre los concejos
de Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo. Por estos años es cuando se fundan las nuevas iglesias
parroquiales de San Pedro en Carabanchel Alto, y la de San Sebastián en Carabanchel Bajo.
Durante los reinados de Juan II y Enrique IV, los principales problemas de los Carabancheles
venían de la necesidad de obtener tierras propias para que pudiese pastar el ganado, lanar y
conseguir trabajo (dehesas). El juez y corregidor de Madrid Alonso Díaz Montalvo dictó como
propia la dehesa de "La Tabla" en Carabanchel Alto, y el Concejo de Madrid dona en calidad de
común las dehesas de "La Fontanilla" y "Prado Redondo" a Carabanchel Bajo.
Una de las familias principales de Carabanchel en aquellos tiempos fue la de los Zapata, dueños
de casas, viñas, tierras, huertas, majuelos, prados y dehesas.

El 11 de abril de 1478, el rey Fernando el Católico singularizó como depositario del antiguo arte de la
cetrería al concejo de Carabanchel Bajo quien, a partir de entonces, recibió el privilegio de asentar
al gremio de los halconeros reales.
En el año 1488, debido a una epidemia que asolaba Madrid, el concejo madrileño se reunió tres
veces (23 de agosto, y 1 y 15 de septiembre) en la parroquia de San Pedro (De Carabanchel Alto),
para salvaguardar la salud de los munícipes.
El 12 de marzo de 1498 los Reyes Católicos otorgan a la villa de Madrid una cédula para que se
conceda a Carabanchel Bajo un terreno propio que sirviera como dehesa, y que los vecinos
pudiesen llevar allí a pastar al ganado lanar y de labor.
En el siglo XVI el templo de La Magdalena perdió su rango parroquial y fue convertido en ermita,
quedando consagrado a Santa María de la Antigua y adscrito a la iglesia de San Sebastián.

El Renacimiento e Imperio

En 1517, Hernando Colón, hijo del Almirante Cristóbal Colón, escribió a Carlos V la "Cosmografía de
España" en el que se refleja la población de Carabanchel Bajo y Carabanchel Alto con 80 vecinos
(unidades familiares y que representarían unos 320 habitantes) cada localidad.
El lugar donde se ubica la actual ermita de San Isidro pertenecía a Iván de Vargas, el patrón de San
Isidro. La primera ermita, de tenía modestas proporciones, data del año 1528, y se construyó por
iniciativa de Isabel de Portugal, esposa del emperador Carlos I. El motivo fue el agradecimiento al
Santo por haber curado a su hijo, el príncipe Felipe, de unas peligrosas fiebres cuartanas que
contrajo con las aguas de un manantial. En torno al manantial se edificó la ermita, estableciéndose
como santuario dedicado a San Isidro Labrador.​
No obstante, hay varios autores que defienden la edificación posteriormente, en el año 1537, justo
cuando se crea la Cofradía del Santísimo Sacramento y San Isidro.​Incluso hay algunos autores que
defienden la fecha de edificación posterior, apuntando al año 1587. En cada caso los historiadores
parten de la documentación encontrada al fusionarse diversas cofradías madrileñas.
En 1561, Felipe II estableció la Corte en la Villa de Madrid lo que debido a la proximidad de los
Carabancheles con la Villa de Madrid hacen que a partir de ese momento su desarrollo y evolución
vaya intrínsecamente ligado al de la capital de España.
Muchos años después, exactamente a principios del siglo XVIII, el proyecto de la Puente Toledana
fue concebido por Juan Gómez de Mora en 1623 y construido por José de Villarreal entre 1649 y
1660, cuando Felipe IV proyectó enlazar la villa de Madrid con el camino de Toledo por medio de
un puente sobre el Manzanares. Sin embargo, una crecida del río lo destruyó poco después.
Entonces se proyectó uno nuevo en 1671. En 1680, recién terminado el nuevo puente, otra riada lo
volvió a destruir. En esta ocasión los encargados de su reconstrucción fueron José del Olmo, que
realizó el diseño en 1682 y José de Arroyo. Las líneas básicas de este proyecto fueron mantenidas
por Teodoro Ardemans cuando se hizo cargo de las obras en 1684. En estos tiempos Los
Carabancheles fueron parte de lo que hoy en día es el distrito de Arganzuela.

La Edad Semi-Moderna

Durante el siglo XVIII y hasta bien entrado el siglo XIX, los Carabancheles se convierten en una
zona de veraneo para la aristocracia y alta burguesía de Madrid, que tenían allí sus casas y palacios,
muchos de los cuales todavía se conservan.

La segunda ermita de San Isidro fue reconstruida en el año 1725, bajo la vigilancia de Baltasar de
Zúñiga, marqués de Valero, en la época de Felipe V. Es un sencillo templo, de luminosidad interior,
con planta de salón, nave única de tres tramos cubierta por bóvedas de cañón sobre arcos fajones
con lunetas laterales, coro y pórtico a los pies, altar bajo retablo con calle central y dos laterales
sostenidos por grandes columnas salomónicas y una sobria cúpula de media naranja dispuesta
sobre pechinas y soportada por pilastras con capiteles tos años; de escasa esbeltez al carecer de
tambor y formalización externa octogonal, está provista de linterna y cubierta con pizarra. El
exterior de la ermita es simple y elegante y muestra, sobre el atrio, una fachada a modo de
espadaña-campanario rematada con frontón triangular.

Fernando el Católico estableció la capital de la cetrería en Carabanchel Bajo en 1478 mediante un


privilegio específico.
Su nieto Carlos I, años después, dispuso entregar la custodia de la isla de Malta a la Orden de San
Juan de Jerusalén, es lo que se conoce como la Orden de Malta. Y es que en 1530, los corsarios
turcos pirateaban el mar Mediterráneo y Carlos I puso allí a la Orden de San Juan de Jerusalén
como policía para custodiar la isla. Por recibir tal merced, la Orden jerosolimitana había de enviar
anualmente al emperador Carlos I una vistosa rapaz, que la leyenda acabaría denominando 'el
halcón maltés'. El ave era adiestrada en Carabanchel Bajo por el gremio de los halconeros reales.
La tradición se prolongó hasta que Fernando VI, en 1748, acabó con ella. Fue su halconero mayor,
el conde de Fuensalida, el último titulado con tal cargo.
La conocida como Finca de los Montijo es la más antigua de los Carabancheles, pues ya en el siglo
XV, se instaura como mayorazgo de los Zapata y mayorazgo de los Cárdenas y que tras muchos
avatares y por enlaces y cesiones llega a los condes de Miranda. Hacia 1780 los citados condes
llevaron a su villa los capiteles, basas y escudos del palacio que tenían en el centro de Madrid (la
llamada casa de los Salvajes) en la plaza del conde de Barajas. Las piedras blasonadas fueron
colocadas en una balconada y en una columnata que presidía la entrada del palacio de la quinta.
En el Catastro del Marqués de la Ensenada de 1750, se dice que tanto Carabanchel Bajo, como
Carabanchel Alto, son Realengos, bajo la jurisdicción de Madrid, por tanto tenían tierras comunes
a disposición de su población: “prados, cañadas, arroyos y barrancos”. Se mencionan grandes
fincas, como la citada del conde de Miranda y que luego sería propiedad de Eugenia de Montijo, la
de Manuel Dávila, y la de la Huerta de Aluche.
La Finca y fábrica de jabón de los Cabarrús estaba ubicada en Carabanchel Alto. El 31 de julio de
1773 nació en el Carabanchel Alto Teresa Cabarrús Galabert, la conspiradora principal en la caída
de Robespierre y conocida como “Nuestra Señora de Thermidor” durante la Revolución Francesa.
Hija de María Antonia Galabert y de Francisco Cabarrús al que Carlos IV concedió el título de
conde de Cabarrús en 1792. La fábrica de jabón de Carabanchel fue el origen de la fortuna de
Francisco Cabarrús y lo que le permitiría más adelante fundar la Banca Nacional de San Carlos, la
Sociedad de Filipinas o ser ministro de Hacienda junto a José Bonaparte.
El Puente de Toledo enlaza la glorieta de Pirámides, en la orilla este, con la glorieta del Marqués de
Vadillo, en la orilla oeste, enlazando con la antigua Villa de Madrid con el camino de Toledo,
uniendo ambas riberas del río Manzanares,
Es de estilo barroco (churrigueresco). El arquitecto Pedro de Ribera fue el encargado de realizar el
puente actual en el año 1715. Sin embargo, no se retomó el proyecto hasta 1718, cuando el
corregidor Francisco Antonio de Salcedo y Aguirre, marqués de Vadillo, se propuso terminar la
obra. Estas comenzaron en 1719 y concluyeron en 1732.
En el libro de Tomás López, titulado Geografía Histórica de España, de 1788, se habla del término
municipal de Carabanchel Alto como rico en campos de trigo, cebada, centeno, algarrobas,
almortas, guisantes, garbanzos, habas y melones, fruto este último de calidad muy apreciada en
los mercados de la capital, donde se acudía a venderlo, especialmente por septiembre en la
romería de la Virgen del Puerto, a orillas del río Manzanares y en el camino de Extremadura (actual
Paseo de Extremadura). En la plaza del pueblo había una fuente de dos caños inmensos que
mandaba un caudal del agua abundante, aunque no era apta para el consumo humano. Además,
en Carabanchel Alto, en el año 1788, había dos fábricas de bolas de sebo, una de jabón y otra de
licores, todas ellas regentadas por franceses.

La Aristocracia y La Burguesía

El clima de los Carabancheles, más fresco que el de la capital y su proximidad a la misma propició
la construcción de quintas residenciales y de recreo. Entre ellas destacan la Finca de Vista Alegre,
la Finca de los Padres Marianistas en Carabanchel, la Quinta de Santa Rita, el palacio de Eugenia
de Montijo, las villas de Ceriola, la quinta del marqués de Mortara, la quinta del sordo, la finca
“Buenos Aires” de Miguel Nájera, la finca “Las Delicias Cubanas” de la marquesa de Montesclaros,
la villa de González Bravo, y la villa de Jaime Girona.
La Quinta de Recreo de Manuel Godoy, o de los Padres Marianistas se ubicó junto a la cañada que
iba sentido Alcorcón y Boadilla del Monte. Se construyeron una casa-palacio y varias edificaciones
auxiliares por el arquitecto Ramón Durán, discípulo de Ventura Rodríguez. La finca fue comprada
en 1803 por la reina María Luisa de Parma para regalársela a su favorito Manuel Godoy. En 1826 el
estado de la finca era casi ruinoso, y fue vendida al financiero vasco Manuel Ramón de Villachica,
quien la reparó para recuperar su perdido esplendor. Posteriormente, la quinta fue vendida al rico
banquero gaditano José de Fontagud-Gargollo; después pasó a ser propiedad del marqués de
Salamanca, y finalmente la adquirió en 1870 Mariano de Larrinaga, conde de Casa Puente.
Las llamadas cofradías sacramentales, cuya existencia se debía a la actividad de recolectar fondos
para pagar las sepulturas de sus cofrades y para el culto, cobran importancia a partir de 1811,
cuando José Bonaparte acabó con los enterramientos en las iglesias. Las Sacramentales se
constituyen como cementerios exteriores a la ciudad, y tras 1811, "el año del hambre" en el que
fueron enterradas más de 20.000 personas en Madrid, se crearon nuevos cementerios, que
además pudieron acoger los enterramientos por las epidemias de cólera de 1834 y 1865.
A la Sacramental de San Isidro, la primera que se crea en 1811, se le unieron la de San Nicolás, San
Luis, la Patriarcal, San Sebastián, San Martín, San Lorenzo, Santa María y San Justo. De todas ellas,
cinco cerraron en 1884, permaneciendo tres abiertas hasta la actualidad, y en las que se conservan
obras funerarias de estilos barroco, neoclásico, romántico, ecléctico, y modernista. Estas son la
Sacramental de San Lorenzo y San José, con unos grandes patios de los que destaca en el
central, un grupo escultórico de cuatro ángeles que custodian las urnas de los esposos Julián
Romea y Matilde Díez; La Sacramental de Santa María, fundada por el beato Bernardino de
Obregón en 1580 con las limosnas obtenidas en la puerta del Hospital General de la Villa (hoy en
día Centro de Arte Reina Sofía) en el cerro de San Dámaso, lugar donde estuvo la ermita del
pontífice San Dámaso y que fue destruida por las tropas francesas; La Sacramental de San
Miguel, Santa Cruz, Santos Justo y Pastor y San Millán, situada en el cerro de las Ánimas de
Carabanchel Bajo y construida en 1847; La Sacramental de San Isidro, San Pedro, San Andrés y
Ánimas Benditas, cofradía que además construyó la primera plaza de toros de Madrid (Pedro de
Ribera), el pontón de San Isidro o la ermita de San Isidro.

En 1819, Goya adquiere una finca, conocida como la quinta del sordo, cerca del puente de Segovia
y en el camino a la pradera de San Isidro, quizá para vivir allí con Leocadia Weiss a salvo de
rumores, pues ésta estaba casada con Isidoro Weiss, con la que convivió y quizá con la que tuvo
una hija, Rosarito Weiss. De esa época son sus famosas Pinturas negras, catorce obras murales al
óleo al secco sobre la superficie de revoco de las paredes de la casa. El inventario de Antonio de
Brugada de la Quinta del Sordo menciona siete obras en la planta baja y ocho en la alta. Sin
embargo, al Museo del Prado solo llegaron un total de catorce. Charles Yriarte (1867) describe
asimismo una pintura más de las que se conocen en la actualidad, y señala que esta ya había sido
arrancada del muro cuando visitó la finca, siendo trasladada al palacio de Vista Alegre, que
pertenecía al marqués de Salamanca. Muchos críticos consideran que por sus medidas y su tema,
ésta sería Cabezas en un paisaje (Nueva York, colección Stanley Moss).
La Quinta perteneció a Goya y sus descendientes desde 1819 hasta 1859, y en 1909 fue derribada
a causa de su estado de ruina. Las Pinturas Negras se pasaron a lienzo antes del derribo. También
se conservan un par de fuentes de esta finca en Alcalá de Henares, en un taller de arte.
Juan Mieg fue un profesor y naturalista suizo que llegó a España en 1814. En 1825 fijó su residencia
en Carabanchel, donde se le conoce con el mote de "Tío Gigüeño" (por su delgadez y alargada
nariz). Primero vivió en una casa de recreo de la Finca de Vista Alegre, y cuando ésta pasa a ser
Real Posesión se traslada al casco de Carabanchel Bajo. Fue Director del Gabinete de Física y
Química establecido en el Palacio Real de Madrid. Escribió varios libros y tratados científicos y
pintó muchas acuarelas en las que plasmó los alrededores de Madrid, entre ellas cinco sobre
Carabanchel Bajo y Carabanchel Alto.
Tan importante era el trasiego de gentes entre Carabanchel y la capital, que la frecuencia de la
diligencia se triplicó entre 1825 y 1840.
En 1823 el matrimonio al matrimonio Pablo Cabrero y Josefa Martínez Arto, (hija del platero
Antonio Martínez y dueña de la famosísima Real Fábrica Platería de Arto) adquiere una gran finca
en Carabanchel Bajo, donde construyen una finca de recreo a la que llaman Finca de Vista Alegre,
por las buenas vistas que desde ella se tenían, como señaló Pascual Madoz.
El 24 de abril de 1825, Fernando VII, concede su Real permiso para abrir la finca titulada "Vista
alegre", con fonda, villar (sic), huerta, varias habitaciones, jardín con belvedere organizado en
calles y plazas, además de numerosos juegos y columpios. El 28 de abril de 1825 la Finca de Vista
Alegre fue inaugurada.
Se cree que a partir de 1831 ó 1832 el negocio de la Vista Alegre pasó a ser ruinoso. Debió de ser
en el invierno de 1832 cuando la finca pasó a denominarse "Real" es decir, pasó a formar parte de
la Casa Real, propiedad de la reina María Cristina de Borbón, quien inmediatamente comenzaría su
engrandecimiento, comprando fincas adyacentes hasta alcanzar 50 hectáreas cercadas. El casino
se transformó en palacio representativo, complementado con otras construcciones, como la
contigua Estufa Grande, la antaño magnífica casa de Bella Vista destinada a exposición de aves
disecadas, y biblioteca, así como las casas de Dependientes, Administración, Oficios, Caballerizas,
de Vacas, de Gusanos de Seda, la Capilla, la de Juegos, la Codornicera, la Faisanera, el Castillo
Viejo escondido en el bosque, la Ría Navegable de 587 metros de longitud por 2,5 metros de
profundidad con su isla, su lago de 218 metros de perímetro y su cascada, la casa de campo del
que fuera marqués de Negrón llamada de "Navarro" para oratorio y mirador. Además, tenía
muchos árboles: dos olivares; cuatro fanegas de parras, naranjos plantados en círculo con pajarera
en su centro, columpios, laberintos, cuatro norias (Oratorio, Alfarfa, Olivar y otra más), cuatro
fuentes, dos invernaderos enanos, es decir, que necesitaban tener siempre un calor entre los 25 y
30 grados, y otros 3 invernaderos normales, destacando el que estaba junto al palacio, que
disponía hasta de un templete circular con los bustos de Fernando VII y María Cristina y un velador
de piedra.
Dentro de la finca se encontraban las casas-palacio de Vista Alegre, con 37 habitaciones y una
gran plaza flanqueada con 10 estatuas de mármol. Este palacio será conocido después como
Palacio Viejo, al que se añadió un curioso baño circular bajo una cúpula con linterna y un
invernadero, excelente muestra de la llamada arquitectura fernandina; Casa de Navarro, con 11
habitaciones y un mirador desde el que se veía todo Carabanchel Bajo; palacio de Bella Vista, y el
palacio del duque de Rianzares, con 66 habitaciones. Según el relato detallado de Madoz, en el
Palacio Viejo había más de 900 cuadros repartidos en 161 habitaciones. La ampliación y mejoras
terminarían sobre 1836, fecha en la que se rodea de una tapia de ladrillo con siete puertas.
En Vista Alegre vivió la regente María Cristina, quien cogió tanto afecto a la finca, quien tomó
tanto afecto a la finca, que en su exilio de París se hace llamar marquesa de Vista Alegre. En 1846,
María Cristina de Borbón donó a sus hijas Isabel II y Luisa Fernanda la Real Posesión, si bien al
resultar imposible su división quedó en manos de la segunda y su marido el duque de
Montpensier, quienes no muestran el interés que su madre había tenido por la finca y deciden
venderla en 1858.
En 1859 el célebre banquero malagueño José de Salamanca compró Vista Alegre, llevándola a su
máximo esplendor. Renovará el sistema de riego y construirá para sí un palacio propio, conocido
como el Palacio Nuevo bajo la dirección del arquitecto Pascual y Colomer, que ya había construido
para el marqués su Palacio de Recoletos. El Palacio Nuevo llegó a albergar 652 cuadros de los
mejores pintores conocidos).
La Finca de los Montijo es la más antigua de los Carabancheles, pues procede del siglo XV y de los
mayorazgos de Zapata y Cárdenasl. La recibieron en herencia los abuelos de la Emperatriz
Eugenia de Montijo en 1834. La mejoraron embelleciendo el palacete medieval y modernizando la
finca con nuevas construcciones, baños y un teatro. En el jardín de la finca se reutilizaron las
piedras procedentes de la "casa de los Salvajes" de los condes de Miranda y que decoró Prósper
Mérimée hacia 1840. Eugenia, por influencia de su madre y de Prosper Mérimée, acabó
casándose el 15 de enero de 1853 con Carlos Luis Napolleón en la catedral de Notre Dame.
Se dice que en Carabanchel, Mérimée se inspiró en la madre de la Emperatriz para escribir su libro
Carmen, debido al carácter de María Manuela Kirkpatrik; aunque muchos otros comentan que
aquel carácter carmensiano estaba inspirado en la propia Eugenia de Montijo y en su hermana
Paca de Alba. La que fue Emperatriz de los franceses, se retiraba a la Finca de los Montijo siempre
que podía, pues allí tenía hermosos recuerdos, y tras su viudedad regresó a Madrid, muriendo el 11
de julio de 1920.
El casco histórico de Carabanchel Bajo tenía dos fuentes: la de la plaza de la iglesia de San
Sebastián Mártir, y la fuente de la Mina. En 1861 se construye una tercera fuente con agua
procedente del río Lozoya y que es conocida como la "fuente de los niños". Al lado del Palacio
Viejo aún se conserva un depósito con la fecha grabada de ese año.
Los carabancheleros necesitaban agua, y en muchas viviendas se disponía de un pozo que
aprovechaba el agua subterránea existente. Vista Alegre también necesitaba agua para sus
árboles y jardines, y para tal fin disponía de varias norias. El marqués de Salamanca trae el agua
corriente a la finca y manda instalar una fuente para que la usen todos los vecinos de Carabanchel
Bajo, lo que supuso un gran cambio para todo el pueblo.
Cerca de la ermita de San Isidro, entre la Sacramental de Santa María y la Sacramental de San
Isidro se hicieron en 1862 excavaciones que dieron como fruto el hallazgo de diversos restos del
paleolítico hoy diseminados por varios museos de Madrid. En el lugar donde se encontraron se
levanta un obelisco metálico, con una placa conmemorativa en su base.
El duque de Montpensier, Antonio de Orleans, era hijo de Luis Felipe de Orleans, que se
convertiría en el rey burgués de los franceses tras la Revolución de 1830. Militar que había
combatido valientemente en la conquista de Argelia. Su padre intentó que se casará con Isabel II
para convertirlo en rey de España, pero Inglaterra amenazó con una guerra a Francia y España
pues no quería que formaran un bloque continental. El duque de Montpensier se casó con la
hermana pequeña de Isabel II, Luisa Fernanda.
Fue una desgracia histórica para España, pues la política española habría sido muy distinta si Isabel
II, en vez de casarse con Francisco de Asís, lo hubiera hecho con un hombre de valor, carácter y
virtudes como Antonio de Orleans.
Como Francisco de Asís era incapaz de hacerle un hijo a Isabel II, el duque de Montpensier podía
ser Rey consorte al pasar la corona a la hermana de la reina, Luisa Fernanda o a los hijos de éste.
Sin embargo, Isabel II remedió las carencias maritales teniendo, con varios amantes, hijos
oficialmente legítimos.
Perdida pues esta segunda oportunidad, al duque de Montpensier, Antonio de Orleans, no le
quedaba otra que conspirar contra Isabel II, hacerla caer del trono y postularse como sustituto. Le
pillaron financiando lo que sería la Revolución Gloriosa de 1868 y hubo de exiliarse en Portugal
hasta la caída efectiva de Isabel II.
El duque de Montpensier, Antonio de Orleans, regresó a España y empezó la campaña para la
candidatura de Luisa Fernanda, su esposa e hija de Fernando VII al trono vacante. Tenía el apoyo
del general Serrano, jefe del primer Gobierno provisional tras la Revolución Gloriosa de 1868. Pero,
el infante y duque de Sevilla, Enrique, hermano del ex rey Francisco de Asís, publicó un artículo en
"La Época" denunciando las maniobras para ocupar el trono español de “el duque francés”. El
duque de Montpensier se lo tomó tan mal que sintió la necesidad de reivindicar su honor ultrajado
en duelo.
El 12 de marzo de 1870, Enrique y Antonio de Orleans llegaron a la escuela de tiro de la dehesa de
Carabanchel vestidos con la reglamentaria levita negra. Sus padrinos habían discutido las
condiciones del duelo. Se estableció que dispararían alternativamente, sorteándose el orden y la
colocación; se fijó la distancia, 9 metros, marcada por dos piquetes.
Le tocó disparar primero al duque de Montpensier, que erró el tiro; también falló el duque de
Sevilla. El honor ya estaba a salvo, pero al contrario que en otros duelos que se consideraban así
resueltos, habían establecido que seguirían disparando hasta que se hiciera sangre. Antonio de
Orleans hizo pues el tercer disparó impactando en la frente de su adversario, quien cayó muerto.
Pero esa victoria sería en realidad la mayor derrota de Antonio de Orleans, ya que había
derramado sangre real española y eso le despojaría de todas las posibilidades de reinar en la Corte
de Madrid, al ser Enrique de Borbón, infante de España por nacimiento, nieto de Fernando VII y
hermano del rey Francisco de Asís.
La desgraciada muerte de Enrique de Borbón conmocionó a España y a toda Europa. Dado el
carácter de militar del duque de Montpensier (Isabel II le había nombrado capitán general) se le
formó consejo de guerra. Como solía hacer la Justicia en los casos de duelo, se determinó que la
muerte del infante, Enrique de Borbón había sido “accidental”, y al duque de Montpensier le
impusieron un mes de arresto.
Pero el auténtico juicio tuvo lugar en las Cortes a finales de año. Cuando el 16 de noviembre de
1870 las Cortes Constituyentes votaron quién debía ocupar el trono español, el “duque francés”
solo obtuvo 27 votos, frente a los 191 del príncipe italiano Amadeo de Saboya (candidato del
general Prim).
El berrinche del duque de Montpensier fue tal que se negó a reconocer al nuevo rey, perdió su
grado de capitán general y fue desterrado a Baleares, aunque volvería a Madrid al ser elegido
diputado por San Fernando (Cádiz). Aquí volvió a conspirar contra Amadeo de Saboya, como
había hecho contra Isabel II, y algunos señalaron su mano como la que pagó a los asesinos del
general Prim.
Posteriormente en 1881, se cometió el crimen de Opañel en el cual el cadáver de un hombre
cosido a puñaladas se encuentra en una de las zonas de Carabanchel cerca de la finca de Vista
Alegre. Dos años más tarde sucede un acontecimiento que marcó a Carabanchel en el cual la
condesa de Bornos impide el fusilamiento de un militar alegando que en sus tierras no permitiría
que corrieran sangre

La Edad Moderna y La Edad Contemporánea

En 1903, se construyó el hospital militar Gómez Ulla en la zona del actual Barrio de Vista Alegre.
7 años después se construyó el Ayuntamiento de Carabanchel Bajo y 3 años más tarde se crea
una de las primeras colonias madrileñas conocida como “La Colonia de La Prensa”, convirtiendo a
Los Carabancheles en ser la primera ciudad de periodistas en España,
Casi 20 años después sucede el incidente de Carabanchel. Un fraude militar que Manuel Goded
dirigió en contra de la 2º República Española y también en contra del presidente en funciones de
aquellos tiempos, Manuel Azaña.
Después de poco tiempo, la guerra civil empieza y Carabanchel fue una de las zonas más
afectadas por esta.
Al acabar dicha guerra, exactamente a finales de los años 40 y principios de los años 50
(1948-1954), Los Carabancheles pasan a ser parte de Madrid con el propósito de crear una nueva
capital llamada “El Gran Madrid”. Era un proyecto que pretendía anexar a Madrid un total de 15
municipios aproximadamente. Fue apoyado por Francisco Franco y por Núñez Granés durante la
dictadura de Miguel Primo de Rivera. Carabanchel pasó a ser uno solo y a convertirse en un
distrito madrileño. Finalmente, 17 años después exactamente cuando la dictadura española
peligraba por el deterioro de Francisco Franco (básicamente a finales de la época franquista) se
tomó la decisión de dividir a Carabanchel entre 3 distritos: Latina, Carabanchel y Usera. Esto se
hizo para acabar con todas las disputas que hubo por el territorio y su espacio.

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