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Qué duda cabe que la muerte, sea esta de decisiones, una serie de pasos previos y poste-
un familiar cercano, de un líder carismático o riores al entierro, y por supuesto, el entierro
de una figura nacional, tiene un enorme impac- mismo. Los arqueólogos tendemos a reducir las
to en la sociedad, causando pesar e incertidum- prácticas funerarias a sólo el entierro, es decir
bre. Aun cuando nuestras creencias la tumba, el cuerpo y los artefactos asociados,
escatológicas nos aseguren que la vida conti- olvidando que antes que éste se realice se da
núa después de la muerte, ésta constituye una una larga secuencia de actividades prescritas,
radical perturbación en el orden establecido, y donde también se reflejan las creencias y prin-
puede generar crisis en todo orden de cosas. cipios ordenadores de la sociedad. Éstas, lamen-
Como resultado de la muerte, y a fin de contra- tablemente, dejan poca o ninguna huella en el
rrestar sus efectos adversos, las sociedades y registro arqueológico, y por lo tanto sólo pue-
los individuos reaccionan a través de prácticas den ser estudiadas indirectamente. Un ejemplo
rituales y ceremonias funerarias. En los ritua- de la incapacidad que tenemos para acercarnos
les de la muerte, desde los más simples para a los rituales funerarios viene de nuestras pro-
enterrar a un mendigo hasta las más elaboradas pias excavaciones. Desde que en 1991 inicia-
exequias reales, se reflejan de manera patente mos las excavaciones en el cementerio de San
algunas de las estructuras sociales y culturales José de Moro registramos con enormes paicas
más importantes. En la definición de la forma de cerámica en los pisos y niveles
como será tratado el cuerpo luego de la muerte estratigráficos que coincidían con las bocas de
entran en juego los sistemas de creencias, las las tumbas (Castillo y Donnan 1994b, Castillo
identidades y roles de los individuos, la estruc- ms.). Estos recipientes se usan hasta hoy como
tura social, las diferencias de género y edad, la depósitos de granos, o como contenedores para
capacidad de acumular y la disposición de gas- grandes cantidades de chicha de maíz. No tenía
tar en rituales. mucho sentido el encontrar artefactos usados
Las prácticas funerarias, sean estas a tra- para la producción y el consumo de la chica en
vés de entierros, inhumaciones, cremaciones o un espacio destinado casi exclusivamente para
simplemente de la disposición sumaria de los el entierro de individuos de la elite Mochica del
cuerpos, no suelen ser procesos casuales ni Valle del Jequetepeque. Al principio pensába-
carentes de orden sino, por el contrario, son mos que corresponderían a una ocupación do-
generalmente actividades rituales y méstica del sitio, que habría ocurrido luego de
estandarizadas que involucran un conjunto de que cesaran sus funciones funerarias, pero la
Luis Jaime Castillo Butters. Profesor Principal del Departamento de Humanidades, Sección Arqueología y Director de Relaciones
Internacionales y Cooperación de la Pontificia Universidad Católica del Perú. (lcastil@pucp.edu.pe).
Los dioses del antiguo Perú. Krzysztof Makowski, editor. Págs. 103-135. Colección Arte y Tesoros del Perú. Lima, Banco de
Crédito del Perú, 2000.
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 3
Fig. 2. Tumba Mochica Tardío M-U405 (1996) de San José de Moro. Pertenece a una mujer adulta. Se aprecia 7 ollas
con huellas de uso una fina botella de asa estribo con diseños pictóricos de línea fina.
debieron corresponder, puesto que, por ejem- incluyeron extensas excavaciones de tumbas,
plo, los descendientes ricos de un individuos particularmente al pie de la Huaca de la Luna
de bajo status pudieron conferirle un entierro (Kroeber 1925; Uhle 1915). Uhle descubrió
elaborado, o viceversa, los deudos empobreci- entierros en fosos simples y otros en cámaras
dos de un individuo de alto rango sólo pudie- de adobes con nichos que incluían numerosas
ron afrontar un entierro miserable. Sin embar- piezas de cerámica, y donde los individuos es-
go, lo que estudia la arqueología no es la posi- taban, generalmente, en posición extendida so-
ción de un individuo, sino la estructura de la bre sus espaldas. Esta posición es la típica para
sociedad, que se refleja adecuadamente en los los entierros de esta sociedad y la distinguen
segmentos que se definen en grandes coleccio- de los patrones anteriores, Cupisnique, y pos-
nes de tumbas. Nunca sabremos a ciencia cier- teriores, Lambayeque y Chimú, que suelen ser
ta si, efectivamente, el Señor de Sipán o la Sa- flexionados. La fascinación por las tumbas y
cerdotisa de Moro fueron miembros de la rea- por los objetos de alto valor y buena preserva-
leza Mochica, pero de lo que no cabe duda es ción que se encuentra en ellas, continuó con los
que existió en esta sociedad un segmento so- trabajos de Rafael Larco, quien excavó cemen-
cial privilegiado al que se le otorgaba un trata- terios en los valles desde Chicama a Santa. A
miento funerario muy por encima del que reci- través de estas excavaciones Larco llegó a re-
bían los individuos ordinarios. unir la más extensa colección de cerámica
Mochica existente y estudiando sus
CONTEXTOS FUNERARIOS superposiciones, las asociaciones de objetos
dentro de cada tumba y la variación estilística
MOCHICAS: UN RECUENTO DE
de los objetos, llegó a establecer su famosa se-
LAS INVESTIGACIONES cuencia cerámica de cinco fases (Larco 1938,
1939, 1945 y 1948) (Figura 3).
Uno de los aspectos que más se ha estudia- A fines de los años treinta y cuarenta
do acerca de la sociedad Mochica son sus prác- Wendell Bennett y los miembros del proyecto
ticas funerarias. Los primeros estudios cientí- Virú realizaron excavaciones funerarias en la
ficos sobre esta sociedad, realizados en las costa norte del Perú (Bennett 1939). En el mar-
Huacas de Moche por Max Uhle en 1899, co de estos trabajos el descubrimiento
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 5
Fig. 5. Conjunto de narigueras de oro de estilo Mochica Temprano. Museo de Oro del Perú, Lima.
Fig. 10. Finas piezas de cerámica tal como se encontraron en la tumba de elite de Cerro La Mina.
decapitadores, seres híbridos con característi- famoso por el hallazgo de dos tumbas de muje-
cas de felinos y de «perros lunares». Las tum- res que se han interpretado como las
bas de los «gigantes» de Dos Cabezas presen- Sacerdotisas que aparecen en las escenas de
taron otro patrón singular: asociadas a cada una sacrificio del arte Mochica (Figuras 12 y 13).
de ellas apareció una cámara pequeña con mi- En base al análisis de los entierros dispo-
niaturas de mascara y coronas y, en general los nibles hasta 1991 Christopher B. Donnan pu-
mismos artefactos que habían sido encontrados blicó un artículo fundamental en el que analiza
en las tumbas. Es decir que incluían lo que los patrones funerarios Mochicas, reconocien-
Donnan ha llamado «Tumbas en Miniatura». do que para entender su variabilidad era indis-
El otro proyecto de excavaciones funera- pensable estudiar 5 aspectos: la preparación de
rias en el valle de Jequetepeque es el que veni- cadáver, el envoltorio funerario, la cámara fu-
mos conduciendo en San José de Moro desde neraria, la cantidad y calidad de las ofrendas y
1991 y que empezó con la codirección de la localización de la tumba. Estos cinco aspec-
Christopher Donnan (Figura 11) (Castillo y tos, considerados simultáneamente y nunca uno
Donnan 1994b; Donnan y Castillo 1992, 1994). de ellos por si solo, permitirían establecer la
En San José de Moro se han excavado una gran posición social, o status de los individuos
cantidad de entierros Mochicas de individuos (Donnan 1995:121-122). El análisis de Donnan
de la elite. Estos entierros tienen generalmente reveló que más allá de la singularidad de cada
la forma de tumbas de bota, dentro de las cua- entierro, existiría un verdaderamente un patrón,
les se encuentran los individuos envueltos en es decir un orden subyacente, quizá un cuerpo
telas y ataúdes de caña, rodeados de ofrendas de normas que determinaban como se debía tra-
de hueso y metal, así como una gran cantidad tar un cuerpo después de la muerte, dependien-
de recipientes de cerámica de formas y estilos do de su ubicación en la sociedad. El trabajo
muy diversos. Las tumbas de San José de Moro de Donnan, sin embargo, no trató de explicar
han producido algunos de los ejemplos más ela- las diferencias regionales en los patrones. Tam-
borados de cerámica ceremonial encontrados en poco intentó adentrarse en el ritual funerario,
el norte del Perú. Sin embargo, el sitio se hizo ya que como vimos poco es lo que se conserva
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 10
Fig. 11. Vista general del área funeraria del sitio arqueológico de San José de Moro.
de las prácticas que se realizan antes o después con ellas. Asimismo, la iconografía
del entierro mismo. Finalmente, desde 1991 se Mochica nos ofrece algunos singulares ejem-
han hecho importantes descubrimientos fune- plos de representaciones de rituales funerarios
rarios Mochicas, suficientes como para, a solo (Donnan y McClelland 1979, 1999). En estas
5 años de la publicación del artículo de Donnan, representaciones se priorizan los rituales que
intentar un nuevo recuento, o al menos una conducen al entierro, por lo que ambas fuentes
reconsideración de los aspectos que no se pu- resultan complementarias.
dieron tratar en este. A medida que se excavan más cementerios
o tumbas singulares en diferentes sitios es po-
ESTUDIOS DE PATRONES sible verificar que existen verdaderos patrones
E IDENTIDADES funerarios, es decir que las tumbas que apare-
cen en un sitio fueron construidas y ocupadas
En base a la información sobre los contex- siguiendo las mismas normas. En nuestras
tos antes referidos ha sido posible reconstruir excavaciones en San José de Moro, por ejem-
una imagen cada vez más elaborada, sin em- plo hemos podido definir básicamente dos tipo
bargo incompleta, de los rituales funerarios de tumbas Mochicas, de bota y de cámara, cada
practicados por los Mochicas. Como se dijo en uno de los cuales corresponde a un patrón dife-
la introducción, de esto rituales los entierros rente (Castillo y Donnan 1994b). En Sipán,
son los elementos más visibles y tangibles, por Huaca de la Luna y Huaca el Brujo también se
lo que no debemos perder de vista que una se- han excavado tumbas de cámara, pero éstas per-
rie de actividades ocurrieron antes y después tenecen a periodos y regiones diferentes de San
de los entierros y formaron parte de los ritua- José de Moro, y por lo tanto sus patrones son
les funerarios. Podemos intentar una recons- ligeramente distintos. Al comparar los diferen-
trucción de estas actividades rituales a través tes patrones nos percatamos que existen ciertas
de la evidencia arqueológica que encontramos variantes regionales en los patrones de enterra-
asociada con las tumbas, tanto en los rellenos miento, particularmente entre las regiones
como en los pisos de actividad que se asocian Mochica Norte, que comprende los valles de
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 11
Fig. 12. Tumba Mochica Tardío M-U41 (1991) correspondiente a la primera Sacerdotisa excavada en
San José de Moro.
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 12
Fig. 13. Tumba Mochica Tardío M-U103 (1992) correspondiente a la segunda Sacerdotisa excavada
en San José de Moro..
Piura a Jequetepeque, y Mochica Sur, que com- H45CM1 excavado por Donnan y Cock
prende los valles de Chicama a Nepeña (Figura (Donnan y McClelland 1997), son tumbas de
14) (Castillo y Donnan 1994a). Una primera foso muy superficiales. Es evidente en este caso
diferencia en los patrones funerarios entre es- que, aun cuando existía un medio adverso a la
tas regiones se verifica en las formas de las tum- construcción de tumbas de bota, se insistió en
bas. Mientras que en San José de Moro, en el ello y los entierros elaborados se hicieron en
valle de Jequetepeque, se han encontrado gran este tipo de estructuras. En los valles de Moche,
cantidad de tumbas de forma de bota (Figura al sur, no se han reportado tumbas de bota, sino
15); en la Huaca de la Luna, Huanchaco y la tumbas de foso, las más elaboradas de las cua-
Huaca de la Cruz, en los valles de Moche y Virú, les conducen a cámaras con nichos en las pare-
predominan los entierros en fosas que condu- des (Uceda 1997, Uceda et al 1994, Franco et
cen a pequeñas cámaras. Esta diferencia bien al 1998). Otro ejemplo de patrones diferencia-
puede deberse a una adaptación a las condicio- dos son las tumbas de Cámara de San José de
nes naturales del terreno, ya que si se encuen- Moro y en Sipán. Mientras que en Sipán estas
tra un terreno compacto, que permita la exca- están construidas en el interior de una estruc-
vación de una cámara lateral a una cierta pro- tura artificial de adobes, en San José de Moro
fundidad, resultará más económica la excava- se trata de fosos excavados en el estéril y luego
ción de una tumba de bota, que una tumba de reforzados por muros de adobes.
fosa. Sin embargo en Pacatnamú, también en el Una segunda diferencia entre los patrones
valle de Jequetepeque, donde el subsuelo está regionales de enterramiento es la inclusión en
formado por un cascajo muy compacto, tres las tumbas de artefactos de uso doméstico. En
tumbas de elite fueron excavadas en forma de general, en las tumbas Mochicas es relativamen-
bota (Ubbelohde-Doering 1983). Las tumbas de te escasa la presencia de artefactos de uso coti-
menor rango, por ejemplo todo el cementerio diano. Sin embargo, tanto en Pacatnamú como
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 13
en San José de Moro se han encontrado gran Norte y Mochica Sur que se viene verificando
cantidad de ollas y jarras domésticas en las tum- en todo orden de cosas, desde las secuencias
bas, independientemente de que éstas sean de cerámicas diferenciadas, hasta la organización
individuos de la elite o del pueblo. Frecuente- de los sitios y las técnica constructivas (Casti-
mente estos artefactos presentan manchas de llo y Donnan 1994a). Al interior de estas re-
hollín o el desgaste natural que produjo su uso, giones habrían existido diferentes entidades
por lo que asumimos que no solo se trata de políticas en diferentes momentos interactuando
objetos de forma doméstica, sino que realmen- entre si. Los patrones funerarios diferenciados
te fueron usados. En los contextos funerarios corroborarían esta división.
Mochica Sur publicados son poco frecuentes los La distribución de los individuos en los ce-
artefactos domésticos de cerámica. Las tumbas menterios se realiza siguiendo normas y crite-
incluyen muchos objetos de cerámica, algunos rios de agrupación muy definidos. La arqueo-
de manufactura simple, pero no ollas o jarras logía está abocada a entender las normas que
que pudieron ser usadas en las cocinas. regulan este orden y a partir de ellas intenta
Muchas de diferencias en los patrones tie- definir las características organizativas de la
ne un carácter regional que refleja el patrón de sociedad. Los cementerios son espacios gene-
división política entre las regiones Mochica ralmente muy organizados, puesto que en ellos
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 14
Fig. 15. Tumba Mochica Medio M-U514 (1997). Presenta estructura funeraria con forma de bota. Nótese el uso de
una tapa de adobes que sella la cámara funeraria donde yace el individuo y las ofrendas.
se reflejan patrones de diferenciación social, de los únicos criterios no son los de clase social,
afinidad, de parentesco, de afiliación a grupos sino que la participación en algún ritual, o la
religiosos, cultos o ceremonias. En el caso de pertenencia e un culto en particular pudo ser
los cementerios Mochicas existe abundante evi- un elemento ordenador. En 1972 el Proyecto
dencia para asumir que las actividades funera- Moche-Chan Chan excavó la trinchera B en la
rias estuvieron escrupulosamente normadas. Un planicie entre las Huacas del Sol y la Luna. En
ejemplo de esto son las plataformas funerarias ella se encontró lo que parecería ser una estruc-
de alto rango (Donnan y Mackey 1978) que tura funeraria hecha de adobe sólido al interior
suelen estar directamente asociadas a grandes de la cual se encontraban los entierros de hom-
templos como los de Sipán (Alva y Donnan bres adultos (Donnan y Mackey 1978: 101-
1993) o Huaca de la Luna (Uhle 1915). Recien- 158). Estas tumbas presentaron una cantidad
temente las excavaciones conducidas en las inusual de objetos de cerámica y metal, entre
Huacas de Moche, el Brujo y Dos Cabezas han los que destacan elementos circulares y cua-
revelado que también existieron importantes drangulares de tocados que se han interpretado
tumbas al interior de las grandes plataformas como los tocados que se usaban para la cere-
ceremoniales. Éstas eran generalmente construi- monia de los Corredores que llevan bolsas con
das durante el proceso de enterramiento ritual pallares. En San José de Moro se ha encontra-
de los templos (Tello 1997, Uceda 1997) o per- do un cementerio donde al menos dos tumbas
forando la masa de la plataforma y alterando contiguas y un número no determinado de tum-
las estructuras previamente conservadas (Fran- bas huaqueadas alrededor de estas correspon-
co et al. 1998). Resta encontrar una de estas dan a mujeres enterradas con elementos de la
grandes tumbas intactas. indumentaria de las Sacerdotisas de la Ceremo-
Los patrones de agrupaciones y el estable- nia del Sacrificio. En Dos Cabezas las
cimiento de cementerios especializados nos excavaciones de Christopher Donnan están re-
ofrecen importante información acerca de la velando entierros muy ricos de individuos
forma cómo se organizaban los diferentes seg- inusualmente altos, que estarían relacionados
mentos de la sociedad Mochica. Parecería que con rituales guerreros. Finalmente, las
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 15
Fig. 18. Nariguera de oro con representación de la Sacerdotisa entregando la copa al Guerrero del Búho. Proyecto
Arqueológico Sipán, Lambayeque.
Los individuos encontrados en las tumbas bastado su papel en los rituales para que se les
de Sipán o San José de Moro fueron enterrados asociara de por vida con la personalidad asu-
con algunos elementos que se asocian con imá- mida en eventos rituales. En San José de Moro
genes frecuentemente representadas en el arte, se han encontrado tres tumbas con supuestas
lo que no necesariamente quiere decir que hu- sacerdotisas, la mayor de aproximadamente 40
bieran vivido con estas mismas identidades. años, la intermedia de poco más de veinte, y la
Pero las congruencias relacionadas con el sexo menor una niña de al menos siete años. La de-
y la edad de los individuos, con los demás ele- terminación del sexo de esta última reposa solo
mentos del ajuar y con la cada vez más eviden- en los elementos de su tumba, particularmente
te asociación entre las elites Mochicas y los ri- un tocado que se asemeja al de las Sacerdotisas.
tuales ceremoniales, permite inferir que si exis- Si estas identificaciones son correctas, enton-
tió una asociación de este tipo. Nuestra impre- ces la función de Sacerdotisa habría sido un rol
sión es que las personas identificadas tuvieron hereditario, cubierto sólo por mujeres quizá del
una estrecha relación con la ejecución de los mismo linaje o línea familiar. Esto quiere decir
rituales y muy probablemente durante ellos ha- que estas mujeres habrían sido seleccionadas
brían tomado la identidad, o encarnado a la di- para cumplir la función de Sacerdotisas desde
vinidad representada. Si bien es importante que su nacimiento. Es posible sostener que no po-
estas personas hubieran mantenido la misma demos demostrar que estas mujeres fueron la
identidad a tiempo completo, debe haber encarnación de las Sacerdotisas, pero
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 17
Fig. 19. Esqueletos de mujeres jóvenes sacrificadas y colcadas en una antecámara dentro de la estructura funeraria de
adobe perteneciente a la tumba M-U41.
ciertamente tampoco podemos descartar esta in- representadas, o al menos de integrar redes de
terpretación. En cualquier caso al tener la ca- interacción con estas sociedades. El estudio de
pacidad de asumir su condición, si quiera bre- las identidades y las afiliaciones se diferencia
vemente, hubieran conferido un carácter indis- del de los patrones que se centran en el estudio
cutiblemente próximo a ellas. Estas funciones de lo que es común, debido a que ellas más bien
parecerían estar reservadas sólo a miembros de se enfocan en la diferencia específica, en lo sin-
elite, por lo que estas identidades ceremoniales gular de los entierros que, sin comprometer la
habrían sido parte del sistema de legitimación integridad del patrón y por lo tanto de la perte-
del poder. Al llegarles la hora de la muerte se nencia a lo Mochica, señala las cualidades in-
les revistió con la identidad que habrían tenido dividuales de los individuos (Castillo ms.).
en vida. Pero las investigaciones Mochicas están de-
Pero los rituales funerarios no sólo servían mostrando que la muerte no necesariamente
para crear identidades rituales, a través de las conducía directamente a la tumba, ni que ésta
ofrendas también se puede ver que se reflejan era el lugar definitivo de reposo. Si bien la in-
afiliaciones y afinidades con estructuras esta- mensa mayoría de los entierros Mochicas son
tales, regionales, locales y hasta familiares. A primarios y definitivos, el estudio de tumbas
través de la inclusión de artefactos que marca- de elite demuestra que algunos individuos de-
rían estos diferentes niveles los individuos es- bían esperar el momento adecuado para ser en-
tarían expresando su capacidad de acceder a los terrados. Tanto en Sipán como en San José de
diferentes niveles políticos y sociales. En San Moro se han encontrado individuos cuyos hue-
José de Moro, por ejemplo, la presencia de ar- sos toráxicos están desordenados, o donde fal-
tefactos de cerámica y piedra de origen ta una gran cantidad de costillas, vértebras o
foráneos, marcarían la capacidad de sus posee- huesos de las manos (Verano 1994:325; Nelson
dores de intermediar con las tradiciones y Castillo 1998). La interpretación de este
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 18
Fig. 20. Tumba Mochica Tardío M-U115e (1992): Contexto funerario parcialmente saqueado
en tiempos prehispánicos.
inusual hecho es que ciertos individuos luego aparecen en las tumbas en pares, con otros cuer-
de morir y ser embalsamados, fueron guarda- pos cuyos huesos están perfectamente articula-
dos en lugares abiertos durante largos periodos. dos. Estos segundos corresponderían al grupo
Una vez envuelto en telas, se descompuso el de los individuos sacrificados como parte de los
interior de la zona toráxica al punto de que los rituales funerarios de algunos individuos im-
huesos se desarticularon y soltaron. Cuando les portantes. Algunos de éstos han sido llamado
llegó el momento definitivo del entierro algu- guardianes si aparecen sobre las tumbas, o en
nos huesos ya podrían estar faltando por el efec- el relleno de las mismas, más aun si sus pies
to del movimiento, el descuido o los animales. están cortados. En la tumba del sacerdote gue-
En cualquier caso el traslado hasta su lugar de rrero de Virú (Strong y Evans 1952) se encon-
reposo definitivo significó que los huesos suel- traron dos mujeres jóvenes sobre el ataúd del
tos se movieron de su posición anatómica, personaje principal. Ambas estaban en posicio-
amontonándose o sólo desordenándose. Este nes forzadas y se presume que fueron sacrifi-
tipo de enterramiento secundario nos indicaría cadas y arrojadas en la tumba en el momento
que los Mochicas concebían que los cuerpos de en que esta era rellenada. En las tumbas de San
algunos individuos debían esperar condiciones José de Moro se encontraron con frecuencia este
adecuadas para ser enterrados. Mientras éstas tipo de individuos (Castillo y Donnan 1994b).
no se produjeran deberían esperar. Cuando mo- En la tumba de la Sacerdotisa aparecieron dos
ría una persona de determinada característica, mujeres jóvenes en la antecámara (Figura 19).
o simplemente la persona a la que estaban asig- Una de ellas estaba extendida pero con una
nados, eran sacadas de su lugar de espera y en- orientación este-oeste muy inusual, la otra es-
terradas. El entierro para estos individuos, en- taba completamente flexionada y apoyada so-
tonces, no es un efecto inmediato de la muerte, bre su lado derecho. En otras tumbas se han
sino de condiciones prescritas. Muchas veces encontrado hombres jóvenes en los rellenos.
encontramos que este tipo de individuos Los sacrificados parecen haber muerto de
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 19
Fig. 26. Representación escultórica de un cortejo fúnebre Chimú sobre una tarima de cañas. Pieza encontrada median-
te una excavación de rescate dentro de una estructura funeraria Chimú parcialmente saqueada en tiempos del
Virreinato en la Huaca de la Luna. Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna.
seguidos de dos tocadores de quena. Los tres y brazos abiertos vestido y con un tocado ela-
personajes siguientes forman un grupo muy sin- borado.
gular ya que parece tratarse de tres ciegos, pues- La tercera sección es la más breve (Figura
to que intencionalmente se ha omitido repre- 22c). Primero aparece un conjunto formado por
sentar los ojos en cada uno de ellos. De estos, dos personajes que llevan al hombro una litera
el primero lleva un gran báculo, mientras que en forma de hamaca en la que aparece un per-
el segundo y tercero van cogidos de la espalda sonaje echado. Este tipo de representación es
del anterior. Ésta es una de las pocas represen- generalmente interpretada como el transporte de
taciones de ciegos en un contexto ceremonial, un muerto enfardelado y parecería ser el centro
aun cuando es muy frecuente encontrar repre- de la representación, y la razón de ser de la pro-
sentaciones modeladas de ciegos o individuos cesión. Escenas semejantes no son muy frecuen-
con limitaciones físicas. A continuación viene tes en el arte Mochica (Figura 24), pero sí en el
el primer cuerpo frontal, éste sin vestimenta y arte Chimú (Figuras 25 y 26). Detrás del fardo
sin cabeza. y sus cargadores aparece un personaje que lle-
El segundo segmento está compuesto por va en la mano una concha de Strombus. El per-
músicos y dos parejas de individuos (Figura sonaje frontal que aparece al final de esta sec-
22b). Inician el segmento dos músicos tocando ción esta desnudo y lleva un tocado elaborado.
tambores (Figuras 22b, 23) seguidos de una Finalmente, la cuarta sección se inicia con
pareja copulando en la que se ha representado una estructura en forma de U con escalones
conspicuamente los órganos genitales del hom- adornando las paredes (Figura 27), frente a la
bre. No es frecuente encontrar personajes cual figuran dos pequeños individuos. A conti-
copulando en escenas complejas (Donnan 1978, nuación aparece, dentro de una pequeña estruc-
1982) y la función de esta pareja en este ceramio tura con escaleras, un individuo llevando una
no es evidente. Detrás de la pareja aparece un copa ceremonial en la mano. Este segmento se-
personaje con una gran sonaja y dos personajes ria adscribible a la Escena del Sacrificio (Alva
tocando zampoñas. Finalmente vemos una pa- y Donnan 1993, Castillo 2000) y representaría
reja de individuos intercambiando grandes con- al individuo principal que recibe la copa con
chas de Strombus. Estos últimos pueden ser re- sangre de los prisioneros. Cinco músicos si-
lacionados con la Escena del Entierro, y en par- guen, los tres primeros tocando quenas y los
ticular con una de sus partes que se denomina dos últimos tacando sonajas de doble cuerpo.
la Trasferencia de Conchas. La segunda sec- Los últimos seis personajes son dos pequeñas
ción acaba con un personaje frontal de piernas cabezas humanas, seguidas de dos guerreros con
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 23
Fig. 28. Tema del Entierro (Donnan y McClelland 1999, fig. 5.45).
Fig. 29. Botella con representación pictórica del Tema Fig. 30. Botella escultórica con representación de Ai-
del Entierro. Colección Ganoza, Trujillo. Apaec sobre una pirámide recibiendo a la Iguana
Antrpomorfizada que llega con un grupo de gallinazos
La Transferencia de la Concha es la segunda atados con una soga. Museo Rafael Larco
sección en importancia fuera del entierro, aun- Herrera, Lima.
que en muchos casos aparece reducida a sus
elementos mínimos. Si se analizan las diferen- con una muy elaborada vestimenta de guerrero
tes versiones de esta sección, en los ceramios recibe una ofrenda de conchas Strombus suce-
donde aparece representada, se puede ver cómo sivamente del Ai-Apaec, de la Iguana
un personaje aparentemente humano, ataviado Antropomorfizada y de una Sacerdotisa
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 25
Fig. 34. Pieza escultórica Mochica Temprano con representación de un entierro. Museo Fowler, California, EE.UU..
Fig. 35. Detalle de pieza escultórica con representación de un entiero. Vista del ataúd con el fardo al interior. Museo
Fowler, California, EE.UU.
Castillo, Los Rituales Mochicas de la Muerte 28
Fig. 38. Detalle de tinajas rodeadas de estructuras circulares que reforzaban el cuello de las mismas.
dentro de un ataúd. Una diferencia que quizá ceremonial funerario. Estas identidades no solo
es aun más significativa es la identificación del son la de los individuos identificados como sa-
carácter delo individuos involucrados en el ri- cerdotes o dioses, sino las de simples guerre-
tual. En los ejemplos del Tema del Entierro los ros y corredores. Las identidades y las posicio-
actores principales son Dioses, mientras que en nes sociales se recrearon en las tumba a través
el otro caso los actores son todos seres huma- de la combinación de artefactos, del tratamien-
nos. Aparentemente se reservaría la dignidad de to de los cuerpos y de la construcción de las
un entierro conducido por divinidades sólo para tumbas.
los individuos de posición social más alta, Las ceremonias que conducían al entierro
mientras que el resto de los mortales tendría que de un individuo importante eran muy elabora-
tener un cortejo formado por hombres y muje- das y complejas, e involucraban la participa-
res. ción de muchas personas. Inversamente. Las
ceremonias reservadas para los miembros más
pobres de la sociedad eran sumamente simples
CONCLUSIONES
y poco ornamentadas. Parte importante en las
ceremonias eran los desfiles y otras activida-
Los rituales de la muerte estuvieron para
des con músicos y danzantes, la ingestión de
los Mochicas entre las actividades ceremonia-
chicha y la ofrenda de productos (Figuras 36,
les más importantes y más estrictamente regu-
37 y 38). Estos rituales parecen también haber
ladas. En ellos se invirtió gran cantidad de la
estrado relacionados con actos de sacrificios,
riqueza socialmente generada y se contó con la
de animales o de algún ser humano.
participación de personas y grupos sociales en
proporción a la posición de los individuos. Su-
ponemos que el papel fundamental de los ritua- BILIOGRAFÍA
les de elite era dar continuidad a la comunidad
luego de la ruptura del orden que significaba la Alva A., Walter, 1988. Discovering the New
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