Está en la página 1de 14

-.

<( Capítulo 12

co ~~lQJ~~udencia
:J
o · I ..:.. El paralelismo entre dolo e imprudenoia ·
I - lmpritd~ncirr como conocibilidad_
Los conceptos de dolo e imprudencia parecen estar, a primera vista, 1,
en dos planos completamente distintos. El dolo es un concepto neutral
al valor. Designa la relación de uila persona con un acontecer, sin pre-
suponer con eso una valoración negativa de ese acontecer. En el uso ge-
neral del lenguaje no sólo acciones punibles o reproche.bles-en alguna
otl'a forma son designadas como "dolosas", sino también acciones neu-
trales o dignas de·elogio t,. Alguíen puede salvar a un hombre, p. ej., do•
losamente, de mo1i.r ahogado o conducir dolosamente por un desvío a
través de un paisaje hermoso. En cambio, en ese sentido, el concepto de
imprudencia no es valorativamente neutro. Sólo se lo emplea para de-
nominar la relación de una persona con un hecho valorado negativa-
mente. Según el uso general del lenguaje, no se puede salvar impru•
dentemente aun hombre ele morir ahogado; y sise habla deque alguien
ha tomado imprudentemente un desvío por un hermoso paisaje, se ex-
presará con ello, a la vez, que no-habría debido tomar ese desvío.
El componente valorativo contenido en el concepto de la in1pruden- 2
cía propio del lenguaje coloquial ha conducido a que, en los delitos im-
prudentes -a diferencia de lo que ocurre en los delitos dolosos--, no se
clisti.nga hasta hoy, de modo suficientemente claro, entre el acontecer
objet.ivo presupuesto para la punibilidnd y la rP-lación, necesaria para

., E~to ~~ m,•mi~ C'ierlo <'ll al \1,0 ,¡,.¡ idin11,:1.,spai1ol. Las piimems ac~pcione$ <le
· ,lulo· S(ln clist·alim«n·, t• ~11b(:r ü)kci,incuio de la Real Academia Espai\ola): "dolo (del
\at.c/olirnJ. l.111. Ellg,uio, fraude, ;;i111uladó11. Z. m. De1~ Voluntad deliberada de cometer
un d11lilo 11,mbie:ndtts de su ilicitud. 3. m. Der. En los actosj\1rídicos, voluntad maliciosa
de eng:1ñ111· a 11lguitm ode incumplil' unnobligación contraída". Sin embargo, también es
verdad que existe la expresión "dolo bueno" (1. m. Der. Sagai precaución con quo cada
cual debe defendei• su dm•ccho), e¡ue existía también en latin(do!us bonus).'Peroya d he-
cho de que parl\ adoptar esta forma no disvaliosa haya que agregar el adjetivo "bueno"
---00mo aclaración contra1ia al sentido genert1l-, habla de la prevalencia del s~1tido
negativo; esdeei.r,que, en espnñol, "dolo"no es claramenteu neutral al valor". (N. de'!\:.)
2!rn Helmut Frh1ter

lá imprudencia, del autor con ese acontecer. l<)n correspondencia con la


definición del § 276, II, BGB **, aún hoy la opinión dominante ve la f
esencia de la impl'udenáa en una lesión al deber de cuidado, es decir,~
eil. una conducta contraria al deber en relación con el bien jurfdíco pro-
tegido1. Pero esta así llamada contrariedad al cuidado es sólo una ex-
presión distinta para el presupuesto ya conocido a partír de la imputa-
ción objetiva, de que la conducta del autor tenga que implicar un riesgo
jurídicamente reprobado.para el bien jurídico típicamente protegido
(cf. n.2 m. 10/5 ss.). Por eso, ella no es precisamente una narticularidad
del delito imprudente, sino que integra el acontecer Óbjetivo presu-
puesto para la punibilidad, el cual -como ha demostrado la elabora-
ción de la.teoría de 1a imputación objetiva-tiene que darse exacta-
m.ente del mismo modo en los delitos dolosos y en los imprudentesZ.
3 Para reflejar esta equivalencia estructural en el esquema del hecho
p1mible y evitar, a la vez, analizal' duplicadamente, en el delito impru-
dente, presupuestos idénticos de la pnnibílidad, se debe desgravar del
concepto de imprudencia del lenguaje coloquial todos aquellos elemen-
tos que ya son objeto de la imputación objetiva.Al así procede1; se obtie-
ne no sólo para los delitos de actividad3, sino también para los delitos de
resultado, un concepto de imprudencia que, a la postre, está estructu• 1
rada de modo ampliamente paralelo al del dolo, El autor actúa impnt-
dentemente si sufre un error de tipo evitable, es decir, si no conoció to-
das las circunstancias que realizan el ~ipo, pero tales circunstancias le
eran conocibles'· El concepto de conocibiüdad se remite así a la capa-
cidad de percepción y aleonocimiento empírico del autor.Al autor le son
conocibles las circunstancias que re·alizan el tipo, cuando, si hubiera
, prestado la atención ·debida, las habría conocido ~:plicando su conoci-
miento empírico (al respecto, cf.,_conmayor detalle, n.º m. 12/12 ss.}.

'''' El li 276, II, BGB (Óódigo Civil alemán>, dice: "Actú11 imprudentemente quien
1w presta el cttidado requel'ido en el ámbito de relación". Esta disposición tiene cierto
parnlolísmocon el 111-t. 512 <lel C6digo 8il'il (lrgcntino::'La c1t-/pa del deudor~¡¡ el ~u.m.•
plim iimto de hi. oblígatión Có11SÍ$/e en la omfaión de a1¡11ella6 dilige11cics que exigiere la
nali¡ra/ez(I de la obligación,.)' que corrnspom/icse11 a las circunst<11uwi.c1s <le las per~o•
1ws, ckl liempo _v de,' lugar'. <N. de T.-. 1
:i ·· Cf.. p. ej., Wessel,;.,1:Íeulke,AT, tl.~ m. 667, coll ob·as referencias.
z En profundidad sobi·.! la relación conceµtual enti'e delito doloso e imprndente,
Pupµe, AT 1, n.' m. 16/1 ss.
.~ En los delitos de actividad, el concepto de imprndoncía se agota, con todo, en la
conocibilidad del acontecer típico; cf., p. ej., para la eb1iedad en el tránsito,Nlv'Herzog,
§ 31/3, n.'rn. 32, con otras referencias.
4 Al respecto, cf. con mayor detalle Jakobs, 4,T, n.2m. 9/1 ss., conotros referencias.
(-

':/\
r ·,
(,
( i
Sin embargo, con esta definición formal no se responde aún a la pre- · 4
gunta de por qué, ál autor por imprndencia, puede serle reprochado el
acontecer típico. La no aplicación de la capacidad para reconocer un
e
acontecer no revela, a primera vista, ninguna relación con el acontecer, (
y, en esa medida, no parece ser apropiada para fundamentar tal repro•
che. En correspondéncia con ello, hay crecientes opiniones de peso, en la
e
doctrina, que ven en la punición de la imprudencia inconsciente (sobre ( '..:
este concepto, cf. n.2 m.12/22) u.na lesión al principio de culpabilidad5•
Pero esta crítica, en las consecuencias, es de muy corto alcance, porque r.
la aplicación de la propia capacidad es regida por actitudes y preferen~ (
cias valorativas de las personas6• Que e1las apliquen su capacidad para
reconocer situaciones de };lecho y en qué medida lo hagan depende de (
modo decisivo de cuán importante les resulte el respectivo asunto. ~or
esta razón, también en la imprudencia hay un ilícito de motivación. Es- . f
te consiste en que, pata el autor, no fuera suficientemente importante (' ,
evitar el acontecer típico (al respecto, empero, cf. tambiénn.2 m.12/21).
e
2 - La, necesidad de un.a apreci.acwn i11dividual . (
La couocibilidad de las circunstancias que realizan. el tipo deb~ ser ~ ; t-
juzgada, en Derecho penal1 , según los conocimientos y capacidades in- \
dividuales del autor. Aquel que proviene de un apartado pueblo del Hi- e
malaya y ve por primera vez en·su vida un tome.corriente, sin tener.ldea
de qué es eso, no se comporta imprudentemente si le da un alambl'e a un f-
niño pequeño que éste puede introducir en un tomacorriente. Dado que
él ni siquiera tiene el conocimiento empírico necesario pm·a reconocer el
e
peligro de muerte, no ha reconocido este peligro, independientemente e
de cuán importante fuese para él evitarlo. Lo mismo vale si alguien sa-.
be, por cierto, qué es un tomaco1Tiente, pero, por su inteligencia muy in- r
ferior al término medio, no es capaz de extrae1~ a pal'til' de ese conoci-
miento, la conclusión de la peligrosidad de la conducta respectiva. Tam•
e
{
poco en un caso así se puede hacer un reproche por imprudencia.
Apreciai· la imprudencia. según los conocimientos y capacidades del 6 ('
autor es una consecuencia obvia del principio de cnlpabilidad, y, por (
ello, desde el punto de vístn de las consecuencias, está reconocidae~for-
r
5 cr., p. ej., I<ohler,AT, pp. 177 ss., con ot!'as referencias. (
° Cf, al 1·cspecto fundamental, Velten, Ncrmke1mtnis u11d Ncrm.versüi¡u:lnis .·
1
("
(2002), pp, 22 ss., con otras l'eferencías.
1 En cambio, en el Derecho civil 1·ige Ull concepto de imprudencia objetivad?, l'!:$· .
pecto del cual, sin embargo, s011 eoni:iderndas también capacidades do! auto1• que v11n e
más allá del estándar rnumal; cf. Lliwisoh, en:Staudinger, lfommentar zum BC:13, ree• . (
laboración 2004, ~ 276, BGB, n.0 ni, 28 ss., con otras refei•encias. '
e-
(
(
252 . Helmut Fríster
( ,
(', ma genera}. Sin embargo, la opinión dominante tiene el punt9 de vista
de que los éonocimientos y capacidades individuales del a ~ recién
Fi tend1·ían importancia para la culpabilidad de la imp1·ude~ Según
e·. esta opinión, el tipo hnpl'uder>.te ya está cumplido si un tercero imagi-
nado en la situación y con los conocitnient.os especiales del autor habría
( , podido reconocer el acontecer típico8. Si uno sigue esta clasificación y, a
la vez, evalúa ya en el tipo objetivo _:_tal como lo hace la opinión domi•
(t "·
nante-la e,xistencia de un riesgojurídicamente reprobado, sobre la ba-
e se de la situación de hecho conocible para un tercero imaginado (cf. n.e
m.10/33), eltii odel delito impmdente se agota en el tipo objetivo del ilí-
e cito, ya tratado . onstatru· que el autorha producido impmdehtemente
e1 resultado·t tiene, entonces, la misma significación que constata1•
(
que este resultado le es objetivamente imputable9•En consecuencia,·se-
e gún la opinión dominante, los requisitos específicos deb:eproche porim·
e 7
prudencia se analizan. recién en el marco de la culpabilidad.
Esta estructura es consec.uente-prescindlendo de la consideración
e sistemáticamente equivocada de la conocibilidad en el tipo objetivo (cf.
n.2 m. 10/34 ss.)-, en la medida en que el ilícito jul'fdico-penal se defi•
e na, a la manera de la llamada_teoda causal de fa acción, sólo como un
e acontecer objetivo que contradice la ley penal respectiva, y, por ello,
también vea en el dolo del autor solamente un requisito de la culpabili-

,
e-
__
dad. Pero si, respecto del delito doloso, en correspondencia con la es•
tl·uctura final reconocida hoy casi en forma general, se parte de que in-
tegra el ilícito jurídico-penal l¡,, configuración de una voluntad defec-
e tuosa del autor (cf. n.~m.7/10), no habrá ninguna razón pru·a desplazar
al defecto dela confi~racíón de la vohmtad, del ilícito a la culpabilidad,
e , en caso de impmdencia10.Así cómo, en el delito doloso, la decisión enfa-
( vor del acontecer típico es un prestipuesto ya del ilícito jurídico~penali
nsí tambié1r.ya lo es 1 en el delito imprudente, sobre la base de las mis-
( mas premisas, la insuficiente motivación para evitar el acontecer típi-
( ; co, y, en cons.ecuencia, tiene que ser-constatada ya en el tipo.
8 Por dlo, \;isto desde las consecuencias, se debe analizar ya en el tip~
e del delito imprudente la conocibilidad del acontecer típico, sobre la bas
de los conocinüentos y capacida~les lndividuales del autor11 • Este esqu
(
(
~; Ct: Christirm rf!tger,.11T: nY m. _3741 y Roxí1,,AT J, n.~n\. 2,J/53 s.:;., co11 otraa re..
( ferencias, ·
~ As!, explícitamente, Roxin,Ai 1, n,• m. 24/10, con otras referencias.
G-~· 10 Burkhardt, en: Wolter/F1·eund \comp.), Sm,{tat, Stra{zumesswig w1d Stmf.
prozess imge$amtenStrafi-ecllissystcm (1996J, pp. 99,130.
( 11 Así tnmbiénMih1cliKom111/Duttge, ~ 15, n.0 m. 94~s.;Fi-eund, l(Ope1·•/i'S, pp. 63,

(' 70 ss.; G!'opp, A~, n.' m. 12/86 ss.; SK/Hoye1; an_exo al § 16, n.2 m. l3 ss.; Jakobs,AT, n.~

(
(
('-
Capítulo 12-La imprudencia
............... _····-· ··- _ . -· . 253
mano sólose corresponde con el concepto de ilícito ampliamente recono-
cido para el delito doloso, sino que, más allá de elfo, tambiél) µene la ven-
taja de hacer destacar clai"amente el paralelismo estructural que existe
en el esquema de los delitos dolosos e imprudentes. La conocibilídad in-
dividual de las circunstancias que realizan el tipo en el delito impruden-
te se corresponde con el conocimiento de las circunstancias que realizan
el típo en el 9-elito doloso. Verdad es que la conocibilidad individual no ea
un hecho psíquico real, pero caracteriza un hecho hipotéticamente psí-
quico, que se habría producido en caso de que hubiera habido una sufi-
ciente motivación para evitar el acontecer típico, y que, en esa medida,
puede ser considerado en un sentido amplio totalmente como.tipo subje-
tivo del delito impl11dente. Sin embargo, esta caracterización es, hasta
ahora, bastante inusual. Por ello, al realizar trabajos dé exámenes, si
bien la conocibilidad individual debería ser analizada en ~1 tipo, sería
mejor renunciar, empero, a la denominación de "tipo sübjetivo".
3 - El momento de la co11ocibilidad
Exactamente igual que el dolo (cf. n.º m. 11/4 s.), también la impru-\ 9
dencia tiene que existir al momento en que se ejecuta la acción que rea-
liza el tipo. Si las circunstancias que realizan el tipo le resultan conoci-
bles al autor recién después de esa acción, su actuar no se debe a que la
evitacíón del acontecer típico no fuera suficientemente importante pa-
ra él, y, por ello, no puede fundamentar un ilícito imprudente. bsimis-
mo, no existe imprudencia cuando el autor habría podidó' coÚQcetl¡ls__~
cil'Cuñstanciaaque reabzan elJíposofo antes de cometer el hecho.,.1.m:.o..
, faño al momento de cometerlo. Quien, como testigo ante el tribunal,
' ·c1ec1a1·a falsamente sobre un suceso que ocurrió tres años antes, no ac-
túa imprudentemente por el mero hecho de que un año atrás aún ha-
bría podido reconocer la falta de veracidad de su declarác;ón. Si, en el
ínterin, el recuerdo falso se ha fijado tanto en el testigo, que él conside.-
1·aría correcta su declaración aun en caso de reflexionar intensamente,
no se le podl'á hacer el reproche de no haber tomado suficientemente en
serio su obligación de dedanu· conforme a la verdad12. · . ·•
El pdncipio de qLte la imprudencia tiene que existir al momento de 10 ·
la acción del lw<•ho no ~ufre 1111,, l·'Xr.('peión, ann en caso de que alguien

m. fJ/8 ss.; Ilenzikowski,RestrihtiverTéil.erbcgriífund fahrlassige Begehuag(1997), pp.


2591,.; Stratenwe1th/Kuhlen,L1T 1, 1••~m. 15112 ss.; Weber, Gi1ssel-FS, pp.133ss.;,OO
Zielinski, §§15, 16. n.~m. 35 ss.
12 Al respecto, cf. con mayor detalle RGSt, t. 63, pp. 370,372; así como, eP :-ieneral,
BGHSt, t. 14, pp. 62, 54 s.
254 Helm.ut Frister

asuma una conducta sin estar en condiciones de mantener dentro de lí-


mites permitidos loB desgos ligados a ella.Así, un médico enfermo de
mal de Parkinson qu.e realiza una operación·de corazón haciendo caso
omiso ele que sus manos tiemblan fuertemente en razón de su enfel'me-
dad, por lo que coi'tá la vena equivocada a raíz de lo cual el paciente
muere, actúa imprudentemente en·raz6n de que podía reconocer que,
debido a sus manos temblorosas, el llevar a cabo la operación estaba li-
gado a un riesgo de muerte para el paciente. En ese sentido, carece de
itnpo1tancia que, durante la operación, no tuviera ninguna posibilidad
de controlar el temblor de sus manos. Por ello, no es correcta la idea, ex-
tendida en la doctrina, de que, en la asíllamada imprudenciapor asun-
ción, la puni.bilidad se podría fundamentar sólo mediante una antici-
pación de la acción típica 13. El médico podía reconocer el riesgo de
muerte para el pacíente no sólo al comenzar la operación, sino también
durante todo el tiempo en que la lleva a cabo, y, por ello, ha actuado im-
prndentemente también al mómento mismo de cortar la vena.
n Sólo· es necesario anticipar la acción típica en los casos de impruden-
cia por asunción, cuando, tras el comienzo de la actividad en cuestión,
su continuación está permitida o, bajo ciertas circunstancias, incluso
es obHgatoria.Así, en el ejemplo recién dado, la intenupción de la ope-
racíón puede estar lígada a riesgos aunmayores, para el paciente, que
su coxitinuación por un médico con manos temblorosas. Si, en un caso
así, no está disponible ningún otro médico capaz de realizar la opera-
ción, el continua4a, si"bien seguirá siendo imptudente, estará justifi-
cado por consentimiento presunto-en razón de que el paciente, en ca-
so de duda, $e habría decidido en favor del riesgo menor-. Por consi-
' guiente, el médico 1;io podrá ser penado por esa continuación, sino ~ólo
porque él comenzó en sí a operar, y, por medio de ello, produjo mediata-
mente la muerte del paciente14. Pero eso no es una excepción al princi-
pio de que la imprudencia tiene que existir al momento de realizarse la
acción típica, porque e~ médico podía reconocer el riesgo de muerte que
había para su paci0nte, también al comenzar la operación.

Il -;; Los presupuestos de la conocibilídad


1•.·~· ]];¿ conodm íento empfrfr:o necesal'io
12 La cuestión de·si al autor le es posible conocer el acontecer típico de-
pende decisivamente de qué esfuerzos de conocimiento le exija el Dere-

·J.S Cf., p. ej., Jakobs>AT, n.~ m. 9/14.


14 Sobre esta así-llamadaactio illicita Íll~ausa, cf. n.'m.1415 s.
((
(
Capítulo 12-La imprudencia 255
e
(
cho 16. Si cada ciudadano t.uviera que informars~, ant~s de-realizar to- (
das sus acciones, de sus posibles consecuencias ~n todo su alcance, prác- (
ticamente cualquier acontecer típico tendría que ser califkado de cono-
cible; y su causación, entonces, de impl'udente. Según ello, inqluso e
quien, sin saber qué es un tomacorriente, le proporcionara un alambre j.

i, a un niño que juega cerca de uno de ellos (éf. el ejemplo den.gm.1_2/5),


¡
e
t actuai1a imprudentemente, en razón de que también él, si se hu~iera (.
informado previamente sobre laa consecuencias de su acción1 habría re-
conocido que el niñO" podía ser lesionado omuerto porjugar con el alam- e
bl'e en el tomacorriente. Pero un mandato de informarse, sin ningún
motivo, sobre-las consecuencias posibles de cadaaccí6n, no se adecuaría

a la realidad de la vida. Si los hombres tuvieran que acatar tal mándá- e
to, no podrían llegar a actuar más, sino que se ocuparían sólo de infor- e
marse sobre las consecuencias de las acciones que planeasen hacer. ·
Por esta razón, el Derecho exige de los ciudadanos sola.ment~ que 13
.( .

empleen su propio conocimiento empM~o para evaluar sus acciones. La


posibilidad de quo se produzca el acontecer típico sólo es conociblé si el (
autor, en caso de que hubiera aplicado su saber empírico, la habría re- (
conocido. Aquel que ve a un niño pequeño jugando con un alambre cer-
ca de un tomacorriente podrá• 1·econocer, aplicando su saber empfrico, t·
que el niño podría lesionarse oincluso mol'ir-én tanto sepa qué es un (
tomaconiente-. Si, no obstante, le da al niño un alambre, el Derecho
partirá de que aquél no le da a la vida ni a la integridad corporal ~el ni- f-
ño laimportancia que, en virtud del Derecho, teri.dríaque darles. La cir-
cunstancia de que él, posiblemente, ni siquiel'a haya llegado a tener la ( ·
idea de emplearsu conocimiento empírico no lo exime. Esa falta de pen-
samiento se basa, asimismo1 en que al respectivo autor no le era de su-
e
ficiente 1mportancia evitar el acontecer típico, y ello fundamenta en• (
tonces elilícito de motivación del delito imprudente (cf. n.2 m. 12/4).
El propio conocimiento empírico del autor también es determinante 14-
e
para la cuestión de si, y en qué medida, una acción puede ser llevada u (
cabo sin un asesoramiento técnico previo. Si, p. ej., alguien construye (
un edificio sin hacer realizar ¡.irnviamente un cálculo estático d~ peri-
tos, un derrumbe posterior do! edificio será conocible para él, en;tanto {
él mismo posea e.1 conocimient.o empírico necesario para saber que un (
edificio erigido sin un cálculo estático de peritos puede derrumbarse. Si
él, en razón de capacidades intelectuales limitadas o por otras razoMs, (
nn tiene el conocimiento empírico necesario para ello, el derrumbe pos-
terior del edificio no era conocible para él. En cambio, n~ interes~a qué (
e
15 Al respecto, cf., instructivo, Burkhardt(nota 10), pp. 99, 123 ss. e
(,
e
( 1
( '

r 256 Helmut Frister

e consecuencías habría conducido el cálculo estático a recabar antes de


C-· ser erigido un edificio. El peligro de del'l'u1nbe que resulta de la omisión
de todo cálculo estático sigue siendo conocible para el autor mismo, a\m
r cuando, en el caso concreto, no se habría reconocido el defecto estático,
( si se hubiera realizado tal cálculo16, · ·
15 En correspóndencia con ello, el t·ecabar asesoramiento técnico tiene
( · importancia, para la imprudencia, sólo en ia medida en que eso pueda
excluir una conocibilidad originariamente existente del acontecer típi-
e co. Aquel que antes de la cop.struccióu de un edificio ha hecho hacer un
( cálculo estático podrá confiarse--en tanto ese cálculo no revele erro.res
conocibles por aplicación de su conocimiento empírico- en que el pla-
e neamiento de.la construcción no tiene defectos de estática. Debido al
( cálculo de est~tica realizado, ya no lo alcanza la Tegla de experiencia,
que él conoce, de que un edificio erigido sin tales cálculos puede de-
( , rrumbarse. Lo:mismo rige si alguien excluye posibles p€1ligros median.-
e te investigaciones hechas por sí mismo, es decir, p. ej., en el caso arriba
mencionado, si revisa concíenzudamente la habitación en busca de un
e tomacorriénte; antes de darle al niño un alambre parajugar. Si el niño
e: se lesiona, má¡¡ allá de esa medida de seguridad, en un tomacorriente
que estaba "perfectamente camuflado", no se podrá hacer contra el ac-
( tuante un reproche por imprudencia.
f- 2 .,.,. ,., El necesario conocimiento de la base
e· ...,., . d~la d¡t1,~aci61i de hecho ..

e 16 Para conoce·r, aplicando el conocimiento experimental, la posibili-


.dad de que se produzca un acontecer, el sujeto cognoscente tiene que
e haber pe1·cibido una situación de hecho a partir de la cual, según suco-
nocimiento empfrico, se derive la posibilidad de que se produzca el
e acontecer l'espectivó. Si una situación de hecho tal no era perceptible
( , sensorialm.ente, se excluye de antemano·un reproche por imprudencia.
Pero aun cuando el act.uantc hubiera podido percibir una situación de
e hecho tal. el reproche de la imprnde!ncia sólo estájustificado si él ha de-
( · jado de prestar la atención debida. Quien le da un alambre a lln ni.fi.o
que juega ~n el sector de juegos ~e un negocio particular no actúa im•
( prudentemente por el solo hecho de que, si hubiera investigado deta-
Uadamente elsectol' de juegos, habría podido reconocer sin más que allí
e· había un tomaconiente no asegurado, En tanto no haya puntos de con-
~ \ tacto de una lei,;ión de esa índole ~el debei- detomal·medidas deseguri-
e 16 Sobre la cuestión conespondiente <le fa evitabilidad del en:orde prohibición, cf.
(- Puppe,AT1, n.~m. 33/12.
(
( ·
Capítulo 12- La imprudencia 257

dad en el ámbito de relación, aquél no tendrá que investiga1: ~l sector de


juegos en busca de la existehcia de un tomacorriente no asegürado.
Dado que los hombres no pueden estar prestando atendói;i ~on ojos y 17
oídos constantemente y en todas partes, la no percepción qe¡,ma situa-
ción de hecho que fundamenta un peligro sólo fundamenta úp. reproche
de imprudencia si el actuante tenía U11motivo para prestar atención. Pe-
ro tal motivo sólo existe si él ya sabe-o hab1ia podido sabed~ aplican-
do su conocimiento empíricó- que podría darse una situación de hecho
de esa índole. Por ello, desdeel punto de vista de las consecuencias, la co-
nocibilidad delacontecei' típico ptesupone el conocimiento de una situa-
ción de hecho a partir de la cual, según el conocimiento empfriéo del au-
tor, se derive el riesgo de un acontecer tal17• Pero esta situación de he-
cho ya conocida por el autor no necesariamente tiene que crear ti:idavía
un riesgojurídicamente reprobado deque se realice el tipo 18. Muchos ca•
sos de imprudencia se caracterizan precisamente por el hecho ~e que el
autor ha dejado de prestar la atención debida ante una conducta de ries-
go pe1mitido. Así, actúa imprudentemente aquel que, al conducir un au-
tomóvil, no presta atención al tránsito oa un semáforo en rojo y en razón
de esto causa un accidente de tránsito fatal 19. :', : .

3 _: ez tiempo 11ece$ario
El no aplicar el conocimie~to empírico existente sólo fundi.;11enta la 18
conociqilidad del acontecer típico, si el agente disponía de suficiente
t;iempo como para poder aplicar su conocimiento empírico. _ Eso podr!a
faltar, p. ej., si una mujer que conduce de noche por la autopista un au-
tomóvil ve repentinamente delante de sí."un animal del tamaño de un
conejo ode U!). gato"1 porlo que espontáneamente dobla el coche hacia la
izquierda y causa por ello un accidente, en el que fallece la acompañan-
te (cf. el ejemplo en n.Q m. 8/6). Dado que también el proces<i'de conQci-
miento requiere un cierto tiempo, en las fracciones de segundo anterio-
res a su acción espontánea la conductora no tione tiempo suficiente co-
mo pa.1·a tener presente que una conducl.a de esa naturaleza puede te-
net consecuencias fat.ales. Quieu de ese modo reacciona espontánea-
mentP en forma i.sntínea, no art.{w. <:'úrno regla completament,e general,

¡; Al r~$pel'to, cf. Struensee, JZ.1987, pp. 53 ss.; Burkhardt(nota 10}, pp. 99, 119;
SKlHoyer, apéndice al§ 16, n.'m. 31 ss.; de otro modo, p. ej., Roxin,.AT-1, n.~m. 24/75.
l& En esa medida, de otra opinión, Str.uensee, JZ, 1987, pp. 53 ss.;SK/Hoyer, apén-
dice al§ 16, n.0m. 34; y la edición ante1ior de este libro.
19 En esa medida, acertadamente, Roxin,AT l,n.11 m.24/75.
258 Helmut Fhster

en fo1~ma impr,udente-en contra de 1a jurisprudencia jue, en ese sen-


tido, se inclina a intensificar por demás las exigencias 0- . Verdad es
que comete uh error, pero ese error no se basa en que para el sujeto no
fuese suficientemente importante evitar el acontecer típico.
19 Hay que distinguir los casos de carencia de conocimiento por falta de
tiempo, de aquellos en los cuales el agente ya no tiene tiempo suficien-
te como para reaccionar ante un conocimiento existente o posible. Si el
conductor de un automóvil, al que repentinamente le aparece de un sal-
to un niño delante del auto> conoce el peligro opuede conocerlo recién en
un momento en el qué ya no es posible frenar o desviarse a tiempo, ob-
viaménte, no será punible. Con frecuencia, esto se fundamenta dicien-
do que la imprudencia presupone,junto a la conocibilidad, también.la
evitabilidad d_el acontecer típico 21• Pero la evitabílidadya está conte•
nida·en el conéepto de acción (cf. n.2 m. 8/4 ss.), y, por ello, no es un ele-
mento especial del delito imprudente. La solución correcta de los casos
descdptos, válida por igual para delitos dolosos e imprudentes, i·esulta
del hecho de que el movimiento del vehículo le es imputable al conduc-
tor como su acción sólo en la medida en que él pueda conducirlo volun-
tariamente. Si recién posteriormente conoce o puede conocer el aco~te-
ce1· típico, le habrá faltado el conocimiento o la conocibilidad de ese
acontecer al momento de la acción, de modo que no habrá actuado ni do-
losa ni imprudentemente.

III .::-:~ Las forXl:laS de la impl·udenda


1 _ :L~s diversos grados de imprudencía
20 En contraposición con el conocimiento, la conocibilidad es un concep-
to gL·aduable. Un hecho puede ser reconocido fácilmente o no tan fácil-
mente. En correspondencia con ello, se pueden distinguir, en el fondo,
diversos grados contini10s de imprudencia. Cuanto menos hubiera teni-
do que rcfl.exionar el autor para obtener el conocimiento de la posibili-
dad del acontecel' típícc, tanto más grave será el 1·eptoche de impruden-
t\ia a formularle. En tanto la ley no haya dispuesto una regulación.espe-
cial, el grado de la imp1·u.dencia es considet'ado recién en la medición de
la pena(§46, II, z.~oración,3.2 variante, StGB).Perohaydelitos cuyo u..
po ptesupone un gracl:l elevado de imprudencia, la llamada temeddad.
. ·Tal'exigencia de temeridad se halla especialmente en los delitos califi•
'

2~ ·Sobre el eje.mplo dado, cf, OLG Franl<furt, VRS, t. 28, pp. 364 ss.
·?i Sobre la evitabilidacl como supuesto requisito dela imprudencia, cf., p. ej., Wes-
sels/Beµlke,AT, n.2 m. 678,y Roxin,AT 1, n.em, 2,jll}6.
rC
(
e
( ,
cados por el resultado 22, como, p. ej., el robo con resultado de mu·e ~ ( ,
(§ 251, StGB) o el incendio con resultado de muerte(§ 306c, StGB). El au-
tor actúa contemeridad cuando la posibilidad del acontecertf]ico es tan e
manifiesta que a poco de reflexionar yahabría sido conocida· 3•· · (.
La punibilidad prevista en el Derecho vigente, como regla general, para 21 (,
toda forma de imprudencia es criticada, con razón24 • Cualquier persona
se comporta en su vidaen fonna levemente imprudente, en un gran nú• ( ,
mero de situaciones, p. ej., al buscaren la guantera un pañue~o mientras
conduce un automóvil oal entregarjuguetes enmanos de su pequeño h\· F,
jo,sin reflexionar intensamente acerca de si de este modo, quizá, éste po- ( 1
dl'ia resultar lesion_ado. El ilícito de motivación de la imprudencia así de
leve no se convierte en más elevado por el hecho ele que, como consé- (
cuencia de ello, se tealíce efectivamente a la postre la posibilidad, reco-
nocible en todos esos casos, de un acontecer típico. Por ello, es suma- e
mente cuestionable que en la imprudencia sólo leve se alcance ya el con•
tenido del ilícito material (cf. n.2 m. 3/16) necesario para justificar una
.. (',
pena criminal. Si bien an cie1-ta forma es comprensible que los hombi¿s
siempre quieran tener un culpable cuando se llega a una lesión del bieh ('
jurídico de gravedad, tales necesidades de pena. contrarias al principio
de culpabilidad no podríanjustificar la pena de un De1·echo penal de cul-
pabilidad (cf. n.t m. 3/32). Pot ello, de lege ferend1.1-2I, laimprudencialeve
ya no debería estar sancionada mediante el Derecho penal.
fi·I
( 1 1

·2 - Lr;i, llamada imprudencia co1t$cien,te


t.
f-,
Junto a los diversos grados de imprudencia, la opinión dominante 22 1
1
(¡ 1

distingue además entre imprudencia inconsciente y consciente.Actua-


ría de modo conscientemente imprudente el autor que si bien reconoce
t
\)i f .1
la posibilidad de un acontecer típico, confía de modo in·acional en.:que
no se realizará tal acontecer. El concepto de imprudencia consciente no r 1

aparece en la ley. Es un producto de la descripción del dolo eventual con


un elemento volitivo del dolo, autónomo (cf. n.~m. 11/21). Si la confian-· .( ' I
ri
za irracional en que no se produzca el acontecer típico se concibe-tal
como se propone en este libro- como una falta de subsunción bajo las ( , 1

reglas de experiencia que le son conocidas al ager1te (n.2 n1. 11/25), no


hay imprudencia consciente. Entonces, en los casos en los cuales el au• f l 1

(
12 En profimdidadsobre sus exigencias de imputación incrementadas, Puppe,AT e 1

1, pp. 1s:~ ss. ·


:l3 Al respecto, cf. BGHSt, t. 33,pp. 66, 67 s.; t. 43,pp.158, 168. .
fe , 1

tt Cf. Roxin, AT 1, n.~m. 24/92, con otras rcfel'encias. ( : 1


25 Roxin,AT 1, n.Ym. 24/124 ss., ya según el Del'echo vigente pretende no pnnlbles
las formas leves de impl'Udencia. Pel'o eso es prácticamente incompatible conla jey. e 1

e
e 1

(
1
(
(
(
260 Helmut Frister
(,
C. tor confía irracionalmente en que el acontecer típico no se producirá, él
(:; no habrá. reconocido, en última instancia, la posibilidad del acontecer
típico y, por ende, habrá actuado en forma inconscientemente impru-
e dente. En su~tancia, esto no conduce a consecuencias diferentes, en ra-
( zón de que tampoco para la opinión dominante rigen reglas especiales
para la así llamada impmdencia consciente.
('
e IV - El objeto de la imp1·udancia

C· 23 Al igual que el dolo (cf. n.~ m. 11/30), también la imprudencia tiene


que refe1•irse a todas las circunstancias que realizan el tipo, Si el autor
C· no puede reconocer una de estas circunstancias, existe un error de tipo
( inevitable. ~sto es sólo una expresión distinta para decir que et autor
no actúa imprudentemente. Si, p. ej., alguien compra una cosa malha-
( bída en un hurto, padecerá un error de tipo inevitable respecto del tipo
de lavado de dinero(§ 261, II, n.Q 1, StGB), si es que él sí puede recono·
e cer, por cier~o, que 1a cosa proviene de un hurto, pero no que ese hurto
e ha sido cometido por el miembro de una banda de ladrones. Dado que,
conforme al§ 261, I, n.2 4, StGB, sólo el hurto cometido por el miembro
e de una banda es hecho previo idóneo de lavado de dinero, el autorno pue-
r, de reconocer, en un caso así, todas las circunstancias que integran el ti•
po lega1del lavado de dinero, y, por ello, no es punible por lavado de dine-
<=-- ro temerario(§ 261, V, StGB). En cambio, respecto del tipo de la recepta-
ción (§ 259, I, StGB) actuaría de modo plenamente imprudente-por-
e que, a ese respecto, todo hecho antijurídico es suficiente como hecho
(, previo-. Pru.-o una receptaciónimprudente no es punible(§ 15, StGB).
24 La cuestión de si, y en qué medida, el autor está en condiciones de
e subsumir a~ertadamente las circunstancias que realizan el tipo bajo la
(. ley penal respectiva, es decir, p. ej., de reconocer que ya la reunión de
tres personas constituye una banda, carece de importancia para la im-
( . prudencia. Así como un error de subsunción no excluye el dolo (cf. n.2 m.
e 11/32), un error de subsunción inevitable deja intacta la imprudencia.
La delimitación entre error de tipo y de subsunción opera, en el delito
( imprudente, según las mismas reglas que en el delito doloso (cf. n.~m.
11/33 ss. ), pero aquí apenas podrá tener importancia práctica. Pues en
e raso de que el autor considere pel'mitido su actuaren virtud de un error
( de subsunci9n inevitable, actuará, conforme al§ 17, StGB, sin culpabi-
lidad, de modo que será impune igual que si hubiera tenido un error
e 1nevitable de tipo. Por ello, desde el punto de vista de las consecuencias,
en los delitos imprudentes la punibilidad depende de la distinción en-
( - tre ei·ror de tipo y de subsunción, sólo si el error no se refiere a la anti-
( juridicidad, sino exclusivamente a la punibilidad de la conducta en
e
(
( '-"'""'NJON,O.~"'"""A•,_._,__..,>NIM..,."1-MM.-lilit,1,...,,11~•A-.l....,....,,_..tt.,,..,_tt,,,t"~M---...,..,~r,,,,r~"-M"-•~~~4J',..\~nMt~l,,1.\'l~'\VU..ltP™\t,'.',.Y/l",'l'l«Qff;t'\~\',',',\"f~tl1t('l'ft:,,!-I':"',"'....•..'

/
Capítulo_12 - La imprude1icia. __ ... ·--- -···- _-··· __,......... ... ·------·- _ 261

cuestión. Si bien tales casos son concebibles en teoría, no d~se~peñan


. ningún papel en la práctica.

fl) V - La imputación del i-esultado producidor ·


lil.\\imprÜden.cia ' ' :
La imputación del resultado producido a la imprudencia debe ser 25
juzgada aplicando las reglas expuestas para el delito doloso (cf. n. 2 m.
11/43 ss.). Al igual que el dolo, la imprudencia tampoco tiene que refe-
rirse a todas las particularidades del curso causal realizádo 26• SiA se
anticipa a otro en una rnta antes de pasar una loma y por ello causa un
choque frontal en el que B sufre una lesión que al principio parece rela-
tivamente inocua, pero de cuya infección muei·e en el hospital tres se-
manas después,A no tendrá que haber podido prever la posibilidad de
esa infección de la herida, para ser punible por homicidio imprudente
(§ 222, StGB). Dado 'lue el cansar accidentes de tránsito también está
jurídicamente rnprobado en razón de que tales accidentes pueden con-
ducir a la muerte en virtud de la infección de lesiones que al principio
parecen inocuas, es suficiente con que A haya podido reconocel' la posi•
bilidad de un choque con consecuencias fatales, como derivado de su ac-
ción. Entonces, a él le era conocible la causación del tesultado típico por
una vía que está jurídicamente reprobada también debidc, a~u propie-
dad de producir el resultado en la forma ocurrida, de modo que el resul-
tado producido - aplicando correspondientt!.mente las N~as desarro-
lladas para el delito doloso (cf. n.!.> m. 11150)- le es ímptifble a él por
imprudencia. ··. . .··.
Sin embargo, hay casos en los cuales el curso causal conocible para el 26
autor, desde el punto de vista de m1a consideración objetivii, no implica
a la vez el riesgo jurídicamente reprobado de que se produjera el curso .. )
· causal realizado. Como ejemplo, represéntese una vez más el caso en
que A le sirve a B, como almuerzo, pescado que, según aqu.él podía reco-
nocer, estaba en mal estado,junto con hongos venenosos, c:omo supues-
tos chnmpiñones (cf. n.9 rn.1 1''17'1, pero i;upóngase ahora que A no ha sa-
bido, y en virtud de su limitado conocimiento en Botánica. no podía sa-
berlo, que se trataba de hnnwJ~ vt>11enosos. Si B no tiene deseos de co-
mer pescado, por lo que sóio come los supuestos champiñónes, de lo cual
muere, se habrá realizado objetivamente un riesgo jw·ídicamente re-
prob!'do, de modo que la muerte de Bes objetivamente imputable aA.

20 Al respecto, cf. BGH, NStZ, 2008, p. 686, con 1iota reprobato1·,a de Hai·dtung,
StV, 2008, pp.407 ss. .
2fi2 Helnmt Frister

Pero dado que.fl. no podía saber que se trataba de hongos venenosos, se•
gún la situación de hecho que le era conocible, el curso causal real.izado
quedó fuera de los límites de lo previsible según la experiencia general
de la vida. Por ello, si bienA habrá actuado imprudentemente al servir
pescado que, según él podía darse cuenta, estaba en mal estado, el re-
sultado producido no es imputable a esa imprudencia, de modo que A,
en suma, no es puni~le por homicidio imprudente(§ 222, StGB).

Lecturas recomendaáa.s! BGHSt, t.14, pp. 52/55 (conocibilidadal,momen•


to del hei¡ho); t. 33, pp. 66/69 (temeridad).

También podría gustarte