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EL BURRITO DE

NAVIDAD

Una familia de burritos iba a ir a Belén. Tenían un hijo pequeño y le dijeron


que iba a tener la oportunidad de conocer al Niño Santo. El burrito estaba
muy nervioso ya que era la 1ª vez que viajaría a un lugar tan lejano y se
durmió soñando con el viaje.
Por la noche, el burrito tosía y tosía y pasó una noche horrible con la tos. A la
mañana siguiente papá burro salió al campo a buscar unas hierbas para
cocerlas y hacer una infusión para que el burrito dejara de toser y se sintiera
mejor. Mientras tanto, su mamá decidió ir a visitar a su vecina la ovejita, para
pedirle un poco de lana y hacer una bufanda a su hijo, para que no cogiera un
fastidioso constipado que les impidiera ir de viaje.
Mamá burra, que era muy educada y generosa, llevó a su vecina unas ricas
galletas de plantas aromáticas que ella misma había cocinado el día anterior.
La oveja Ciscabel, que así era como se llamaba, se puso muy contenta al
recibir un regalo tan exquisito y no dudó en dar a mamá burra toda la lana
que necesitaba para hacer una auténtica bufanda de lana merina suave y
calentita. Además, contó a mamá burra que ella también quería ir a conocer
al Niño Santo, por lo que harían el camino juntos. El camino fue largo. Hacía
un viento intenso que helaba la cara y las orejas, incluso, a mitad del viaje
comenzó a nevar. El burrito que nunca había visto la nieve, se quedó
sorprendido y jugó durante un rato con sus padres. Era muy divertido, estaba
fría, pero ¡era tan bonita! Cuando llegaron al Portal había mucha animación.
Gente de todos los lugares e incluso tres Reyes que habían llegado de tierras
distantes cargados de regalos para el Niño Santo.
El burrito nada más llegar se puso al lado del Niño Jesús y le lamía las manitas.
Al Niño parecía gustarle mucho la bufanda del burrito y le tiraba de ella, pero
al burrito no le importaba ¡Era un Niño tan precioso! En aquel momento mamá
burra se dio cuenta de que el Niño tiritaba de frío y como era muy rápida
tejiendo decidió hacer una colchita de lana para taparle, pero había un
problema; a la ovejita le quedaba muy poca lana y sólo pudo sacar un pequeño
ovillo. Mamá burra enseguida se puso a tejer, y el ovillo por arte de magia, en
vez de acabarse, aumentaba de tamaño.¡" Que cosa más rara!" dijo mamá
burra asombrada y siguió tejiendo como si nada, hasta que acabó la colcha.
Para entonces, el ovillo era grandísimo y su tamaño sorprendió a todos los que
se encontraban en el Pesebre.! "que ovillo más enorme!”, comentaron.
La colcha quedó preciosa y tan calentita que el Niño Jesús dejó de tiritar y se
quedó dormidito plácidamente. Mamá burra seguía dando vueltas a su
cabeza pensando qué podía haber ocurrido con el ovillo, pero no encontraba
explicación razonable. La noche se iba acercando y la familia de burritos y la
ovejita tenían que marcharse antes que se cubrieran de sombras los caminos.
De vuelta a casa, mamá burra se dio cuenta de que su hijo llevaba el ovillo de
lana en una bolsa que se ponía colgada al cuello y que ella le había hecho
para que guardase sus cosas; así que muy intrigada, le preguntó - ¿de dónde
has sacado ese ovillo de lana? Yo lo dejé en el Pesebre. -¡Me lo ha dado el
Niño Santo! -contestó el burrito. Desde entonces, mamá burra utiliza el ovillo
de lana para tejer todas sus prendas, porque nunca se acaba. Era un ovillo
mágico, suave y mullido. Y como mamá burra era una experta tejedora,
decidió hacer una bufanda distinta para cada uno de sus vecinos, para que
estuviesen calentitos y no cogieran la gripe.
A cambio sus vecinos le llevaron una enorme cesta de frutas, que hicieron las
delicias del pequeño burrito, que nunca olvidaría su 1ª Navidad.

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