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Facultad de Humanidades
Escuela de Psicología
Formación Integral II
02 de Enero
Tolerancia y límites en la
libertad de expresión
Estudiante:
Carlos Benjamín Silva Gálvez
Docentes:
Natacha Cárcamo
Eduardo Urbina
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Este cuestionamiento por lo establecido ya sea por las necesidades atingentes a grupos
minoritarios y/o demandas importantes debe ser visto como una responsabilidad para todos
los ciudadanos, sin embargo esta tarea suele recaer a las nuevas generaciones, que como
tratamos en clase, son los principales agentes de cambio en la sociedad.
Es aquí donde las diversas protestas exigen una verdadera libertad de expresión. No hace
falta ir tan lejos, pues en nuestro país recientemente ha vuelto a recorrer por las calles de
Santiago y Valparaíso el llamado Bus de la libertad, trayendo otra vez sobre la mesa la
discusión sobre la inclusión, tolerancia y respeto que hay hacia las diversidades sexuales.
Pero ya no solamente por parte de la población, sino también el rol del gobierno frente a
esto, que se ha puesto en tela de juicio por hacer caso omiso a las demandas del Movilh,
figurando como un cómplice más de las discriminaciones hacia la comunidad LGBTIQ+.
No fue entonces hasta el epílogo de la Segunda Guerra Mundial que se hizo necesario
establecer un documento universal para resguardar la integridad física y la libertad de
opinión de las personas. Sin embargo, la demanda de expresarse libremente se remonta
siglos atrás, específicamente en el S. XVII, donde la creación de la imprenta en Inglaterra
llegó en conjunto con la censura, ya que como lo menciona Climent (2016):
Los autores o impresores tenían que someter sus obras a un control previo que,
dependiendo de la materia sobre la que versaba el libro o el impreso, correspondía
evaluar a diferentes instituciones; (...) Si era un libro de religión debía ser
examinado por autoridades religiosas (p.242).
La examinación y control de los enunciados en los escritos provocó, como era de esperar,
un malestar generalizado a lo largo del país, que por medio de las obras de John Milton se
logró expresar y determinar que la censura es inconcebible e incompatible para cualquier
sistema que pretenda ser democrático, pues el “libre circulamiento de información permite
tomar conciencia sobre todos aquellos temas de interés público y posicionarse respecto a
los mismos” (Climent, 2016, pp. 239-240).
Debemos tener en cuenta, a la censura al momento de tratar, analizar y/o discutir cualquier
aspecto del tema del presente ensayo, pues como bien se mencionó anteriormente, desde la
concepción de cualquier idea u opinión (y en este caso protesta) se manifestará una fuerza
opositora que sobrepondrá sus ambiciones. Es frente a este contexto, que considero
pertinente ligar este tópico con la problemática existente de libertad de expresión y censura
que sufre la comunidad LGBTIQ+ (lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex, queer), pues
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es allí donde, a mi modo de ver, existe una exclusión y un largo camino por recorrer, si lo
ponemos en perspectiva frente a las demandas de otros grupos minoritarios. A si mismo, lo
muestra la encuesta del INDH del 2018, destacando a los homosexuales y lesbianas como
el cuarto grupo más discriminado y vulnerado respecto a sus DD.HH.
Se podría abordar una larga cadena de acontecimientos que han sucedido en Chile a lo
largo de la historia si se refiere a la discriminación y censura de la comunidad LGBTIQ+,
pero he decidido rescatar dos sucesos ocurridos el pasado 2020, que a mi criterio son los
más impactantes y atingentes al tema seleccionado.
El primero respecta sobre el recorrido del Bus de la Libertad, iniciativa liderada por
Marcela Aranda, directora del Observatorio Legislativo Cristiano. Tal y como se realizó en
2017, el bus recorrió las calles con enunciados transfóbicos y homofóbicos, como: “Los
niños tienen pene, Las niñas tienen vulva, Que no te engañen”; “Si naces hombre, eres
hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo”; “Nicolás tiene derecho a un papá y una
mamá”(RADIO UCHILE). Iniciativa que produjo un claro disgusto por parte de la
comunidad LGBTIQ+, pues no hace más que incitar injustificadamente al odio, al rechazo
y a la desinformación. Ante esta contraposición, Marcela Aranda exclama para 24Horas:
"Esperamos que en Chile se respete y resguarde la libertad de expresión y desplazamiento"
(El Mostrador, 2020).
Marcela en conjunto con todas las personas homofóbicas y transfóbicas que apoyan sus
declaraciones, suelen caer en el reiterado error de justificar sus discursos de odio y
exclusión bajo la libertad de expresar sus ideas y juicios. Libertad que mencionadas
personas la adjudican como un derecho intrínseco, no obstante, como lo declara la
Convención Americana de Derechos Humanos, “toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento y de expresión” (Silva, 2015), entonces, ¿dónde queda la libertad de la
comunidad LGBTIQ+ de poder expresarse libremente, si existen dichos que lo atentan?
Por lo tanto, la libertad de expresión tiene como límite la dignidad de la otra persona: no
podemos emitir juicios o realizar actividades que atenten a la dignidad de terceros, pues
aspectos de la vida personal, como la orientación sexual o el género con el que uno se
sienta identificado, no deberían ser asuntos considerados para respetar a un individuo, ya
que el respeto debe formar parte esencial de una cultura que pretende ser justa.
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Pero quedarnos con estos dichos no es suficiente, es menester como ciudadano responsable
ponerlas en práctica a través de la ética del cuidado, pues el cuidado “representa una
condición del ser humano de protección afectiva de las relaciones vitales” (Arias, 2007,
p.27), protección que debe ir más allá de las personas con las que tengamos una relación
directa, debemos por ejemplo, participar en intervenciones sociales, luchar contra la
desinformación de dichos como el Bus de la Libertad, educar a los más pequeños sobre la
libertad constituyente que posee cada individuo en sociedad, informarse y dar cabida a
políticos con discursos que incluyan a grupos minoritarios, etc.
El otro acontecimiento que considero recalcable, con respecto a la tolerancia y censura del
tópico expuesto, fue lo realizado por
Toda esta polémica nace por una demanda previa de Movilh que pretendía despenalizar el
art. 365, que consiste en que “El que accediere carnalmente a un menor de dieciocho años
de su mismo sexo, sin que medien las circunstancias de los delitos de violación o estupro,
será penado con reclusión menor en sus grados mínimo a medio” (Art. 365, 1874). Petición
judicial que causó total rechazo para la población más conservadora, puesto que
injustificadamente se asoció al Movilh y a la comunidad LGBTIQ+ como entes avaladores
de abusos a menores y prostitución infantil.
Demanda que busca justicia, pues, ¿Por qué una relación heterosexual con consentimiento
entre una persona mayor de 14 años con un mayor de edad está permitida por la ley, y no en
el caso de una relación sexual entre sujetos del mismo sexo? Existe claramente una censura
hacia los derechos de esta comunidad, que además de la exclusión y discriminación que
sufren día a día, existe a su vez un respaldo legal en la constitución de nuestro país, por lo
que el cambio de paradigma sobre la percepción de la comunidad LGBTIQ+ será un
prolongado desafío.
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El hilo conductor que connota el propósito del presente ensayo podría reducirse en
la relevancia que debemos otorgarle a la responsabilidad social, porque es a través de ésta
que se invita a comprometerse como ciudadano para poder alcanzar en conjunto, una
sociedad más justa y digna. Este objetivo que tenemos como entes sociales, no puede
entenderse sin la lucha por los derechos intrínsecos del ser humano, ya que como se expuso
con la libertad de expresión, se requiere que planteemos un cuestionamiento constante
sobre las necesidades que precisamos, es decir, por la tolerancia e inclusión que debieran
merecer todas las personas, puesto que como bien menciona Jaime Bellolio frente al Bus de
la Libertad: “los mensajes de odio que pretenden denigrar a otra persona son simplemente
inaceptables en una sociedad democrática” (González, T. 2020).
Es también por medio de la ética del cuidado que Arias (2007), propone que debemos
resguardar la idea del cuidado como un propósito y forma de consideración consigo mismo
y con los demás. A raíz de esto, deben implementarse ciertos retos de intervención social,
tales como fortalecer la predisposición ética por nuestro cuidado, el del tercero y del
entorno; reformular el cuidado según las necesidades que requiera cierta agrupación en un
determinado contexto sociohistórico, y la más atingente a lo tratado, situar el cuidado como
un imperativo ético-político, es decir, una exigencia jurídica y una responsabilidad política
(Arias, 2007).
Invito a los lectores seguir informándose frente a estos casos de vulneración hacia los
grupos minoritarios, pues, como se delimitó en un principio, solo se atendió a la
problemática de libertad de expresión que sufre la comunidad LGTBIQ+.
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Referencias Bibliográficas
Arias, R. (2007). Aportes de una lectura en relación con la ética del cuidado y los derechos
humanos para la intervención social en el siglo XXI. Revista del Departamento de
Trabajo Social, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de
Colombia, (9), 25-36.
Molina Girón, L. A. (2013). ¿Cómo la escuela educa para una ciudadanía activa? Una
experiencia de educación cívica ciudadana en Canadá. Multidisciplinary Journal of
Educational Research. 3(3), 296-326. https://dx.doi.org/10.447/remie.2013.017
Presentan demanda internacional contra el Estado de Chile por permitir que se acuse
falsamente al movimiento LGBTI de abuso de menores. (29 de Diciembre de 2020).
Movilh. https://www.movilh.cl/.
Regresa el "Bus de la Libertad": Marcela Aranda pide que respeten derecho a expresarse y
Movilh recuerda que solo trajo "odio". (16 de Noviembre de 2020). El Mostrador.
https://www.elmostrador.cl/