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"Año del Bicentenario del Perú: 200 años de Independencia"

Sánchez Cerro y Unión revolucionaria


Grupo N°4
Integrantes:

 Luis Murillo
 María Padilla
 Camila Urbano
 Sebastián Ascurra
 Valeria Medina

Exposición
Diapositiva N°2

Biografía de Sánchez Cerro


Luis Miguel Sánchez Cerro, Hijo de Antonio Sánchez y de Rosa Cerro. Nació en la ciudad de
Piura el 12 de agosto de 1899, donde permaneció hasta los 17 años, en que terminó sus
estudios de instrucción media. Es el cuarto hijo del matrimonio, siendo 7 los hermanos. Sus
hermanos J. Hortensio y Pablo Ernesto. Figuraron en la administración pública al amparo de él;
Pablo Ernesto llegó a ser representante por Piura ante el Congreso Constituyente y ministro de
Fomento en el primer Gabinete del general Óscar R. Benavides.

Cursó su primaria y secundaria en el Colegio de San Miguel en su ciudad natal, al terminar sus
estudios, viaja a Lima para ser militar. En 1906 ingresa a la escuela militar en Chorrillos y
Egresa el 10 de febrero de 1910. Año en que recibe el despacho de subteniente de la división
superior. Sirvió en diversos cuerpos del Ejército, entre ellos en un regimiento acantonado en
Sullana, perteneciente a la región fronteriza del norte, y luego el regimiento 15 de Infantería
acantonada en Sicuani. En 1912 regresó a Lima y fue ascendido a teniente, siendo incorporado
al batallón de Ingeniería, donde permaneció hasta el 4 de febrero de 1914. Día en el cual se da
el golpe de Estado en contra de Guillermo Billinghurst. Sería baleado por una ametralladora en
el brazo derecho. Y los dedos de la mano quedarían con una Limitada movilidad. Por esto
algunos lo llamarían “el mocho”. Estuvo varios meses en el hospital y volvió al cuartel. Luego
de este suceso sería ascendido a capitán y fue designado adjunto militar en Washington,
donde permaneció hasta 1916. Ocupa más tarde la Jefatura provincial de Carabaya. Forma
parte de la guarnición del equipo y del Departamento de Loreto. En 1918 se le asciende a
sargento mayor. En Iquitos Se subleva el 15 de julio de 1919, cuando recién comenzaba el
régimen leguísta. Pero fracasa. En 1920 es incorporado al regimiento 11 de infantería, con
sede en Arequipa. Permaneció allí hasta diciembre de 1920, en que pasó al regimiento N.º 15
de guarnición en Sicuani.
En 1922 fue separado de su regimiento por las actividades conspirativas que efectuaba y
nombrado juez militar sustituto en el Cuzco. El 21 de agosto de 1922 se subleva contra el
Gobierno de Leguía, resultado herido de gravedad, siendo trasladado en calidad de prisionero
a la isla de Taquile, en el lago Titicaca. Después es enviado al departamento de Madre de Dios,
donde organiza el batallón de colonización N° 4. Hace un ahorro de 10000 soles oro que
entrega el Estado Mayor general. Después se le destaca al extranjero. Va a España donde se
alista en el Ejército. Actúa en la guerra del Riff en Marruecos, siendo su comportamiento
valeroso. Viaja después por Italia y Francia, haciendo estudios en diferentes academias
militares. Su visita a Italia se realiza en 1925. Y se prolongó hasta la mitad de 1926. En agosto
de ese mismo año llega a París. El 15 de enero de 1929 llega al Perú.
En febrero de 1929 fue nombrado en la Dirección de Infantería y de marzo a junio del mismo
año, jefe provincial en Alto Amazonas. En junio de 1929 obtuvo el cargo de primer jefe del
batallón de Zapadores N.º 3 estacionado en Arequipa. Hecho sorprendente si se recuerdan sus
anteriores actividades subversivas
En febrero de 1930 fue ascendido a teniente coronel reteniendo la jefatura del batallón de
Zapadores N.º 3.

La Prensa en su edición del 26 de octubre de 1929 publicó el telegrama que Sánchez Cerro
envió al presidente Leguía en nombre de los jefes y oficiales del batallón de su mando por
“inauguración nuevo período presidencial que significa mismo rumbo progreso y
engrandecimiento nacional, respetuosamente”. Y en el mismo diario apareció, el 3 de mayo de
1930, un telegrama de los elementos representativos de Arequipa reunidos en la Prefectura,
para protestar en “forma enérgica inicuo vituperable atentado criminal fraguado contra su
persona (la de Leguía) por individuos inconscientes destructores progreso nacional”. Firmaban
el comandante Sánchez Cerro con el prefecto Federico Fernandini, fray Mariano Holguín,
obispo diocesano, el general Arias comandante general de la división y otras personalidades.
También han sido publicados telegramas de Sánchez Cerro despachados desde Arequipa a
Leguía felicitándole por el tratado de paz con Chile y por el Tratado Salomón-Lozano. Por lo
menos, este último debe haber sido fraguado por los enemigos de aquel, pues dicho pacto
internacional fue suscrito en 1922 y aprobado por el Congreso en 1927 y en ninguna de esas
fechas Sánchez Cerro vivió en aquella ciudad. Así se comprueba el odio que derramaron sus
enemigos.
En la mañana del 22 de agosto de 1930 los cuerpos de la guarnición de Arequipa salieron a
realizar sus ejercicios habituales; pero los jefes participantes en la conspiración que dirigió el
comandante Sánchez Cerro los reunieron en un lugar en las afueras de la ciudad llamado La
Ollería, en un cerro entre el cementerio y el pueblo de Socabaya. Una vez formados allí, el
regimiento de zapadores N.º 3 y los cuerpos de infantería números 5 y 7enviaron un delegado
a Tingo a fin de dar al cuerpo de artillería de montaña el aviso de la sublevación.
Aparentemente esta unidad se plegó al pronunciamiento y, con sus piezas de artillería, tomó
posiciones estratégicas. Más tarde las tropas sublevadas avanzaron sobre la ciudad, de la cual
se posesionaron sin resistencia, salvo el cuartel de la Guardia Civil. El pueblo confraternizó con
los soldados. Así comenzó un nuevo capítulo de la historia del Perú que culminó con el
derrocamiento del régimen de Leguía.
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Sánchez Cerro cumplió entonces con un propósito que había albergado, a pesar de actitudes
como las antedichas, durante largos años, con fe y optimismo incontrastables a costa de
aparen- tes retrocesos y desviaciones. Entre el caudillo de 1930 y el oficial gravemente herido
en el Palacio de Gobierno el 4 de febrero de 1914, el jefe sublevado y herido en el Cuzco el 21
de agosto de 1922 y el prisionero de Taquile y de San Lorenzo, había una íntima
concatenación. En la época en que fue ayudante de Alfredo Piedra, ministro de Guerra de
Leguía cuando un familiar suyo le anunció que alguna vez sería él mismo ministro, repuso:
“Seré presidente del Perú”. Por su arrogancia, por su voluntariosa audacia, sus compañeros de
la Escuela Militar de Chorrillos le llamaron desde temprano “El Dictador”, según ha revelado
Elías Lozada Benavente en su libro Vaivenes de la política en el que incluye una semblanza de
Sánchez Cerro; y Carlos Miró Quesada Laos en su obra Sánchez Cerro y su tiempo relata lo que
le narró José Manuel García Bedoya sobre lo que pasó una vez en la época en que conspiraban
este personaje y el joven militar: “Al encontrarse hablaron largamente del movimiento que
estaban preparando. Sánchez Cerro, con su fe habitual, le aseguró que el triunfo era
indudable. ¿Y bien, preguntó don José Manuel, cuando triunfe esa revolución, quién será el
presidente? Propuso en seguida varios nombres que fueron descartados por el mayor del
ejército. El presidente seré yo –dijo Sánchez Cerro, dando término a la entrevista ante la
estupefacción de don José Manuel”.
Como para afirmar su primacía, el caudillo de la sublevación dio, el mismo 22 de agosto, un
decreto suscrito por él solo y auto titulándose “Comandante en Jefe del Ejército del Sur y Jefe
de Gobierno”; y allí ofreció garantías para todos los pobladores y la normalización de las
actividades civiles y comerciales de la ciudad bajo la protección del ejército y agregó que
“serán severamente reprimidos todos los actos que, en cualquier forma, tiendan a alterar la
tranquilidad pública o atenten contra el espíritu del movimiento que acaba de consolidarse”.
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Antecedentes:

Es a partir de 1922 a 1929 es decir, durante el período de Leguía, cuando se inicia un desborde
en la vida financiera nacional, volviendo al viejo sistema de equilibrar el Presupuesto con
onerosos créditos, destinados a servicios de administración, pago de deudas pendientes y,
apenas, unos saldos para obras públicas. El Perú contrajo tales compromisos en las peores
condiciones financieras posibles, dando garantías reales, hipotecando sus impuestos, y aun
dando autoridad a los banqueros prestamistas para organizar oficinas de recaudación dentro
del país, a fin de percibir los impuestos nacionales. La política financiera de 1922 a 1929 tiene,
en lo que se refiere a los empréstitos, cierto paralelo con la del guano, por el abuso del crédito
y el destino del empréstito.
La terrible situación que viví el país se puede dividir en tres:

Crisis política:

El gobierno de Leguía había roto el orden constitucional y el Perú necesita reconstruir su vida
política dentro de la legalidad y el respeto de la Constitución.
Las agrupaciones políticas tradicionales no consiguieron realizar la obra de restauración que el
país requería. Junto al fracaso de los 11 años, terminaron de caer los partidos históricos: el
Partido Demócrata, Fundado por Nicolás de Piérola, y el Partido Civil, fundado por Manuel
Pardo.
La Constitución de 1920, elaborada bajo el régimen de leguista, también fracasó. El país la
rechazó por tener un exagerado sistema presidencialista que podía dar lugar a un nuevo poder
despótico y arbitrario. Se anhelaba una reforma constitucional y un cambio radical en la
conducción de la política.
El largo período de Leguía se interrumpió con la revolución de Arequipa del 22 de agosto de
1930, encabezada por el comandante Luis M. Sánchez Cerro, quien presidió una Junta de
Gobierno encargada de afrontar la liquidación del Oncenio y la grave crisis económica que
afectaba al país, después de la gran quiebra bancada de Nueva York.

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Crisis social:

La crisis económica produjo efectos sociales. El presupuesto no pudo mantenerse,


suspendieron las Obras Públicas. La reducción de salarios y el desempleo provocaron marchas
y movilizaciones violentas que en 1930 produjeron muertes y numerosos. Los enfrentamientos
repercutieron en la capital, donde también hubo protestas, y llevaron a la organización de un
Congreso Minero en La Oroya. Estas luchas de los trabajadores solo fueron controladas con la
llegada de tropas de Lima, la posterior persecución de sus líderes. Con la recesión, la crisis de
la balanza de pagos, la devaluación y el desempleo vino, ya después de la deposición de
Leguía, una suspensión de los pagos de la deuda externa, una medida que se mantuvo hasta
1949.
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Crisis económica:
La crisis económica mundial desatada en 1929 en Estados Unidos Tuvo hondas repercusiones
en el Perú.
Esta crisis afectó gravemente a las exportaciones peruanas, cuyo valor se redujo
dramáticamente (cobre, 69%; lanas, 50%; algodón, 42%; y azúcar, 22%), así como también se
replegaron las inversiones en el Perú de capi- tales norteamericanos y británicos. En 1929, las
exportaciones peruanas consistían sobre todo en productos mineros: cobre, petróleo, plomo,
zinc, plata y oro, que representaban el 67% del total, y exportaciones agrícolas, como el
azúcar, el algodón y las lanas, que representaban el tercio restante. Asimismo, en este periodo
empezaron a sentirse las consecuencias de los empréstitos y del crecimiento del gasto fiscal
sobre esta base, que había ido acumulando Leguía. Al producirse el cierre del crédito exterior y
el decaimiento del comercio externo, el presupuesto no pudo ser mantenido, debiendo
suspenderse varias obras públicas. El caso más dramático de una institución empresarial que
sucumbió con la crisis del 29 fue la quiebra del Banco del Perú y Londres.
Para enfrentar esta situación, la libra peruana se reemplazó por el patrón de oro, pero no pudo
contener la devaluación de la moneda y la inflación y el costo de vida se elevó.

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Junta de Gobierno:
El régimen de la “patria nueva” popular se hizo impopular. Lo cual fue capitalizado por el
teniente coronel Luis Miguel Sánchez Cerro, quien se sublevó en Arequipa el 22 de agosto de
1930. 1930.Encabezando la guarnición de Arequipa y Puno. El pronunciamiento respectivo fue
redactado por el jurista arequipeño José Luis Bustamante y Rivero (que años después se
convirtió en presidente constitucional del Perú). manifiesto de Arequipa, el cual contenía un
doble significado: La abolición del régimen vigente y la vuelta del país a una situación propicia
para una reforma constitucional. Este manifiesto fue la matriz ideológica de la Unión
revolucionaria, partido que nació pocos meses más tarde se formó en torno a Sánchez Cerro.

Expresa que la revolución es el producto del deseo nacional, que ha estado reprimido y ha
sufrido durante el largo periodo de Leguía. El cual tanto él como su régimen era tiránico,
corrupto y perverso. Ha ido en contra de la constitución, lo acusa de centralizar al país y
desunirlo y de destrozar la economía. Prometía liquidar todo lo relaciona Leguía y moralizar
económica e institucionalmente al Perú

El movimiento revolucionario se propagó rápidamente por el sur del país. También en Lima el
ambiente era favorable para la revolución. Para dominar la situación, Leguía pretendió formar
un gabinete militar, pero en las primeras horas de la madrugada del 25 de agosto la guarnición
de Lima solicitó su renuncia. Leguía aceptó y renunció el mando.
Ese mismo día se embarcó en el crucero Grau para dirigirse a Panamá, Pero fue regresado a
Lima y recluido en la penitenciaría. Murió el 6 de febrero de 1932, víctima de una penosa
enfermedad en el hospital naval del Callao.
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El 27 de agosto llegó a Lima, vía aérea, el comandante Sánchez Cerro, siendo recibido
apoteósicamente. En el acto constituyó una Junta Militar de Gobierno bajo su presidencia. La
Junta de Gobierno presidida por Luis Miguel Sánchez Cerro gobernó del 27 de agosto de 1930
al 1 de marzo de 1931. Fue un período especialmente crítico para el país.

Luego del levantamiento, turbas en Lima atacaron las casas de Leguía y de sus principales
colaboradores, las que acabaron saqueadas.
Una de las actividades de la junta de Sánchez Cerro fue liquidar la organización de la dictadura
de Leguía.
Sin embargo, el régimen de Sánchez Cerro duró poco. Ello ocurrió, en parte, por la
inestabilidad política promovida por una serie de caudillos y rebeliones militares en diferentes
provincias, que se oponían a la intención de Sánchez Cerro de quedarse en el poder. Esos
fueron meses de aguda agitación social, donde, además de las sangrientas movilizaciones de
trabajadores de la Cerro de Pasco, se produjeron las huelgas estudiantiles por la reforma
universitaria, los paros de trabajadores y obreros de Lima
—entre ellas las de telefonistas mujeres—, un levantamiento dirigido por un sargento en el
cuartel Santa Catalina de Lima, de presunta inspiración aprista, y una suerte de levantamiento
popular en Arequipa. Finalmente, Sánchez Cerro renunció al poder ante un grupo de personas
notables de
Lima, que incluían al arzobispo y al presidente de la Corte Suprema, pero la estabilidad política
solo se restableció cuando asumió el poder una junta de gobierno dirigida por David Samanez
Ocampo y que contó con la participación de líderes provinciales, que convocó a elecciones
para presidente y representantes de un congreso constituyente
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Medidas por tomadas por la junta de Gobierno:


Se derogó la ley conscripción vial, en cuya aplicación se había cometido abusos principalmente
contra los indígenas. Con esta medida, Sánchez cerro ganó mayor popularidad.
Se estableció el Tribunal de Sanción Nacional para juzgar los casos de enriquecimiento ilícito
durante la dictadura leguísta
Se estableció el matrimonio civil, que tenía precedencia al matrimonio religioso, así como el
divorcio absoluto.
• Por decreto ley del 12 de noviembre de 1930 fue disuelta la Confederación General de
Trabajadores del Perú (CGTP), de inspiración comunista, fundada poco tiempo atrás

Para hacer frente a la situación económica del país afectada por la crisis internacional, se
contrató la asesoría de la misión Kemmerer. El Gobierno acogió parte de sus recomendaciones
Como, por ejemplo:
• La devaluación del Sol de oro en el orden del 30%.
• La sustitución del Banco de Reserva por el Banco Central de Reserva y la ampliación de
sus atribuciones otorgándole mayor autonomía frente a decisiones políticas.
La convertibilidad del billete, esto significó la posibilidad de convertir la moneda del papel por
barras de oro o monedas de oro en el BCR o en giros en Nueva York o Londres pagaderos en
oro.
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Las elecciones de 1931:


David Samanez Ocampos, quien asumió el gobierno, encabezando la Junta de Gobierno desde
el 11 de marzo de 1931 hasta el 08 de diciembre de 1931 convoca a elecciones generales y
constituyentes simultáneamente, a la par que manda elaborar a un grupo de intelectuales la
nueva ley electoral.
De estas bases, se obtuvo en el Perú por primera vez: un Registro Electoral Único; se
constituyó el Jurado Nacional de Elecciones, quien lo presidía el Fiscal más antiguo de la Corte
Suprema; se instauró un registro de partidos políticos por primera vez; se instituyó el voto
obligatorio de los varones capa-ces de leer y escribir mayores de veintiún años; se estableció
que los electores sean las personas que dirigieran las mesas de sufragio; y finalmente se
instituyó la representación de las minorías.
Otra de las características del proceso, es que, por primera vez, dos de los partidos políticos de
mayor tradición no participaron. El Partido Civil y el Partido Demócrata habían perdido
adeptos.
Surgen con fuerza, nuevos partidos políticos, como el Partido Aprista quien junto a la Unión
Revolucionaria y el Partido Comunista del Perú tienen gran arraigo popular; y junto a ellos,
surgen nuevos actores políticos, incrementándose la participación política. La política deja de
ser obra y responsabilidad de los grandes señores del siglo XIX.
En las elecciones de 1931 se enfrentaron básicamente el candidato del Partido Aprista
Peruano, Víctor Raúl Haya de la Torre, y Sánchez Cerro, La lucha electoral se planteó el APRA y
la Unión revolucionaria. Sánchez Cerro contó con gran apoyo popular. Gozaba del prestigio de
haber derrocado a Leguía y encarnaba un exaltado nacionalismo. Haya de la Torre, tenía el
apoyo de las clases medias y del proletariado. Esta contienda fue probablemente la
primera en que participaban activamente las masas populares y se utilizaron métodos masivos
y novedosos de propaganda y proselitismo, como mítines y afiches. Otros dos candidatos de
menor convocatoria fueron Arturo Osores, quien encabezó una Coalición Nacional, y el ex
embajador del Perú en Brasil, José María de la Jara y Ureta, que dirigió la Acción Republicana,
donde se congregaron algunos sectores de la aristocracia. El Partido Comunista se aisló,
siguiendo los dictados de la política soviética denominada “clase contra clase”, para promover
una supuesta inminente revolución liderada por obreros industriales y para enfrentarse con los
partidos como el APRA, que eran considerados pequeño burgueses y colaboradores de la
derecha. En un país donde el proletariado era todavía incipiente y las clases medias urbanas
habían irrumpido masivamente, el discurso comunista condenó a ese partido a convertirse en
una secta.
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El Jurado Nacional de Elecciones proclamó presidente electo al Sánchez Cerro por haber
obtenido 152,062 votos. Haya obtuvo 106,007; La Jara y Ureta, 21,921, y Osores, 19,653. Los
apristas no aceptaron el resultado y acusaron de fraude al proceso, lo cual nunca lograron
demostrar. Como mencione anteriormente Sánchez Cerro poseía un gran carisma con el cual
las masas populares se sentían identifica-das. Conocía además el Perú profundo, es decir las
provincias del interior, lo que se explica por su oficio de militar. «Es cholo como nosotros» se
llegó a escuchar en uno de sus memorables mítines. Seducía también su aureola de militar
bravo y bizarro, con muchas cicatrices. Es por ello entendible que obtuviera el triunfo, frente a
un político todavía novel como era Haya. El 8 de diciembre de ese mismo año se instaló el
nuevo Congreso con facultades de Constituyente (es decir, para dar una nueva Constitución), y
ante esta asamblea, Samanez, en representación de la Junta Nacional de Gobierno, hizo
entrega del poder al candidato triunfante, ese mismo día.
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Creación de la PUR:
El Partido Unión Revolucionaria, si bien no tuvo una presencia masiva en la localidad, como si
lo tuvo el Partido Aprista Peruano, fue en la década de los 30 un movimiento importante, al
arrogarse el monopolio de la opinión pública por medio de sus órganos de expresión (como el
diario “La Verdad”), producto de la censura decretada por el gobierno a la oposición
representada principalmente por el aprismo. En Tacna, ubicamos la presencia del
“sanchezcerrismo”, representado en un inicio por los “Clubes Sánchez Cerro” y en un segundo
momento por el Partido Unión Revolucionaria, en sus órganos de expresión, como fueron “La
Nación”, en un momento, bajo la dirección de Augusto Villa de la Tapia, como diario adherente
a la “Revolución de Arequipa” y furibundamente anti-aprista; así como en “La Verdad”, como
órgano propagandístico del partido de Sánchez Cerro.
El Partido Unión Revolucionaria tuvo como antecedente al “Comité de Saneamiento y
Consolidación Revolucionaria”, creado durante el primer gobierno transitorio de Luis M.
Sánchez Cerro se funda el 30 de julio de 1931, estructurándose de manera vertical y
jerarquizada, que iba desde el comité nacional representado por el Comité Central Directivo,
hasta los comités locales representados por los Comité Departamentales y provinciales.

Diapositiva N°13

Una visión general de la Unión Revolucionaria podemos


dividirla para ilustrar mejor en 2 momentos:
El primer momento “sanchezcerrista”, donde se observa un “populismo con-servador y
carismático” (Molinari, 2006, pág. 322), bajo el liderazgo de Sánchez Cerro. El movimiento
sanchezcerrista presenta de forma paradigmática los rasgos contradictorios del populismo ‘de
derecha’: retórica revolucionaria centrada en lo político (el antileguiismo era una de sus señas
de identidad más patentes); conservadurismo primario evidenciado en el rechazo de los
partidos tradicionales y de los movimientos e ideas ‘disolventes’; nacionalismo popular
regeneracionista y moralizador en principio, con exaltados tintes xenófobos simbolizados en el
slogan urrista «Perú para los peruanos»; liderazgo caris-mático de militarismo romántico;
personalismo y paternalismo en la gestión de los problemas[…] (Gonzales, 1994, pág. 233)
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Y el segundo momento, es en donde el proyecto del Estado corporativo no fue asumido en un


inicio, sino hasta la muerte del caudillo y la asunción de la Jefatura por Luis A. Flores, donde se
transforma en un partido fascista.
[…]visión corporativista de la política, de la sociedad y del Estado; afirmación de los valores
espirituales (defensa de la religión, de la moralidad y de la honradez, condensados en el lema
«Verdad, justicia, integridad, patriotismo»), y una idea del progreso nacional conciliable con la
defensa de la propiedad privada, y dirigido a la renovación y modernización de las estructuras
socioeconómicas tradicionales (equilibrio entre el capital y el trabajo, desarrollismo económico
en pro del bienestar social, fomento de la educación, descentralización administrativa,
saneamiento financiero (...) pero no a la introducción de nuevas relaciones de producción.
(Gonzales, 1994, pág. 233)

Diapositiva N°16
Sánchez cerro presidente constitucional de la república
(1930-1933):
Sánchez Cerro inauguró su gobierno el 8 de diciembre de 1931, contando con mayoría
parlamentaria. Su grupo político era la Unión Revolucionaria, en el que descollaba el doctor
Luis Flores. El Congreso lo ascendió al grado de General de Brigada y pasó a discutir una nueva
Constitución, que fue promulgada el 9 de abril de 1933. El nuevo gobierno se inició contando
con una intensa oposición del partido aprista, que desconoció su triunfo. Estuvo por eso lleno
de incidencias políticas que derivaron en acciones sangrientas e hicieron vivir al país un
período de profunda intranquilidad. Ante esta situación, el Congreso aprobó leyes severas,
entre ellas una llamada Ley de Emergencia, que dio al gobierno poderes especiales para
reprimir a los opositores, en especial a los apristas, aunque también a los comunistas. Una
serie de sucesos sangrientos ocurridos en un breve lapso de tiempo dan una idea de la terrible
crisis en la que se debatió por entonces el país:
• Un atentado criminal contra la vida del presidente de la República en la Iglesia de
Miraflores, por obra de José Melgar Márquez, un joven militante aprista. Sánchez Cerro sufrió
un disparo de bala que le perforó un pulmón, pero se recuperó al cabo de un mes.
• Una rebelión de marineros en los buques de la escuadra en el Callao. Fue reprimida
cruentamente, y tras ser sometidos a una corte marcial, fueron fusila-dos ocho marineros,
ante la presencia del ministro de Gobierno, Luis Alberto Flores.

Diapositiva N°17

Obras y medidas durante su gobierno


Sánchez Cerro, presidente constitucional del Perú. Pese a la guerra interna en que se debatía,
el régimen de Sánchez Cerro pudo realizar algunas obras importantes: Promulgó la
Constitución Política de 1933, que se podría calificar de moderada, de carácter mixto
presidencial-parlamentario, y que regiría hasta 1980, aunque en 1968 sería suspendida por el
gobierno revolucionario de las Fuerzas Armadas. Estableció el período presidencial en seis
años y prohibió la reelección inmediata. Otorgó a las cámaras legislativas la facultad de
derribar gabinetes e incluso de privar de su cargo al presidente. Mantuvo el centralismo
administrativo, aunque otorgó autonomía económica y administrativa a los municipios.
Declaró la libertad de cultos.
• Trató de frenar las migraciones a las ciudades, atendiendo las necesidades de los
pueblos.
• Se iniciaron proyectos de colonización gradual de la selva.
• Se amplió la legislación a favor de los indígenas.
• Suspendió el monopolio de los fósforos.
• En el campo laboral y social, se concedió al obrero descanso remunerado por el día del
trabajo (1 de mayo); el horario de verano para obreros y empleados; vacaciones obreras; la
construcción de restaurantes populares; la supresión del impuesto a la sal; el contrato
individual de trabajo.
• En el campo de la minería, estudió la nacionalización de las minas, promulgó la ley de
protección a las brigadas para los lavaderos de oro y suprimió los derechos de minas.
• En el campo de la defensa nacional, y ante la amenaza de un conflicto bélico con
Colombia, se crearon la Jefatura Superior de Defensa Nacional y la Junta Económica de
Defensa; se ordenó la construcción de cuarteles en La Perla, Juliaca e Iquitos; se adquirieron
equipos completos para el Ejército y la Policía.
• En el campo de la educación se crearon escuelas modernas para mil alumnos cada una
y se construyeron 90 centros educativos, así como se inauguraron escuelas prácticas y
especializadas, en todo el país.
Diapositiva N° 19

El incidente de Leticia:
Mediante el Tratado Salomón-Lozano (celebrado en secreto, en 1922, entre las
cancillerías de Perú y Colombia, y recién ratificado en 1927 por el Congreso del Perú),
el Perú cedía a Colombia toda la margen izquierda del río Putumayo y una franja
adyacente al río Amazonas conocida como el Trapecio de Leticia, el cual convertía a
Colombia en país amazónico. A cambio, Colombia nos cedía un territorio bastante
menor, el Triángulo San Miguel-Sucumbios, territorio que además no poseía ningún
recurso valioso y era reclamado como suyo por el Ecuador. El Trapecio de Leticia, por
su parte, era rico en madera y en árboles gomales, además de ser una zona de
importancia agrícola, comercial e industrial. La compensación no fue de ninguna
manera equitativa. El argumento del presidente Augusto B. Leguía para firmar el
Tratado Salomón-Lozano era la urgencia de arreglar nuestros problemas limítrofes con
Colombia, debido a que además teníamos asuntos limítrofes pendientes con Brasil,
Ecuador, Chile y Bolivia, y era posible una alianza de estos Estados contra el Perú.
Asimismo, existió presión norteamericana para la firma del Tratado, como una
compensación a Colombia por la independencia de Panamá, alentada por los Estados
Unidos. El Tratado fue considerado funesto por la población peruana. Los empresarios
Julio C. Arana y Enrique A. Vigil, quienes tenían intereses en la región, impulsaron una
invasión a Leticia. En agosto de 1932, una tropa de la guarnición de Iquitos tomó por
asalto Leticia, iniciándose una guerra no declarada con Colombia. El gobierno peruano,
en ese entonces bajo la presidencia de Luis M. Sánchez Cerro, apoyó esta invasión e
incluso se mostró dispuesto a enfrentarse en una guerra contra Colombia. Sin embargo,
casi inmediatamente Sánchez Cerro fue asesinado, lo cual permitió que el general Óscar
R. Benavides asumiera el mando del gobierno. Benavides, por su parte, no tenía
ninguna intención de enfrentar al Perú en una guerra con Colombia, por lo cual firmó el
“Protocolo de 1934”, en el cual reconoció que Leticia pertenecía a Colombia. Se
especula que una de las causas del asesinato de Sánchez Cerro fue impedir esta
confrontación con Colombia.

 Leticia
El 17 de agosto de 1930, según lo acordado en el Tratado Salomón-Lozano
firmado en marzo de 1922, el Perú cedió a Colombia el trapecio amazónico,
dentro de cuyo territorio se encontraba ubicado el pueblo de Leticia (1). Este
hecho motivó la protesta de gran parte de sus habitantes, que deseaban seguir
perteneciendo a nuestro país. Las manifestaciones contra la presencia
colombiana (2) fueron frecuentes antes del estallido del conflicto entre ambos
países.
Diapositiva N°20

La toma de Leticia:
El 1o de setiembre de 1932, un grupo de civiles que se oponían a la cesión del trapecio
amazónico a Colombia tomó Leticia, desconociendo el Tratado Salomón-Lozano de
1922. Las fuerzas armadas de la región apoyaron la acción, y el gobierno la secundó
poco después. Aquí vemos el local que ocupó la guarnición militar peruana en Leticia
(1) y a un grupo de reservistas desfilando en el hipódromo de Santa Beatriz, en Lima, en
abril de 1933 (2). Unos 30 mil soldados se preparaban para dirigirse a la zona de
conflicto, cuando se produjo el asesinato del presidente Sánchez cerro. Diapositiva 20
Diapositiva N° 21

Inspección de Tropa:
En la mañana del domingo 30 de abril de 1933, el presidente de la República Luis
Miguel Sánchez Cerro llegó hasta el hipódromo de Santa Beatriz, en Lima, para pasar
revista a treinta mil soldados que se encontraban listos para partir hacia la frontera con
Colombia. En estas imágenes lo vemos observando el desfile desde las tribunas de
honor (1) y saliendo del hipódromo tras la ceremonia (2).
Asesinato de Luis Sánchez Cerro:
El domingo 30 de abril de 1933 se efectuó en el hipódromo de Santa Beatriz (ubicado en el
lugar donde ahora está el Campo de Marte) un desfile patriótico de treinta mil movilizables. El
presidente de la República general Luis M. Sánchez Cerro, acudió a presenciarlo desde la
tribuna oficial. Después de que terminó el desfile, a la una de la tarde, más o menos, el
presidente Sánchez Cerro salió, entre los aplausos de la multitud, en un automóvil Hispano-
Suizo descubierto. Para un gobernante que, pocos meses antes, había sido víctima de una
tentativa de asesinato en la iglesia de Miraflores y contra quien se habían sucedido varios
movimientos subversivos, algunos de ellos muy cruentos, y numerosas conspiraciones, este
gesto fue, cuando menos, imprudente. Acaso Sánchez Cerro quería demostrar, en forma
pública, que no tenía miedo. Deliberadamente evitaba usar el automóvil blindado que tenía a
su disposición y que hubiera salvado su vida. Para evitar accidentes y atropellos, Sánchez
Cerro, a quien la gente aplaudía y vivaba mientras él saludaba con una mano, indicó al
conductor del vehículo que avanzara lentamente, pues había muchas personas que
atravesaban de un lugar a otro. En el automóvil siguiente, un Cadillac cerrado, iban los demás
miembros de la Casa Militar. Cuando el primer carro se encontraba más o menos a la mitad de
la distancia de la entrada al hipódromo a la plazuela al frente de este, rompiendo la fila de
gendarmes que abría calle al costado izquierdo, se abalanzó sobre el automóvil presidencial,
seguido a pocos metros de distancia por dos gendarmes y un civil. El agresor se apoyó con la
mano izquierda en la capota y, con un revólver, disparó a quemarropa, por la espalda del
presidente, varios tiros, tres según declararon los en el peritaje que luego practicaron. En esos
momentos, el carro del presidente aceleró su marcha y con ella arrojó hacia el sardinel al
asesino. El segundo auto se detuvo, y los edecanes que se encontraban en el, bajaron y usaron
sus armas. Se oyeron disparos en varias direcciones. Uno de los gendarmes que había
perseguido al agresor, cayó muerto al suelo. El asesino también cayó muerto por uno de los
edecanes cuando su vida debió ser salvaguardada para que se pudieran descubrir luego los
secretos del crimen. Recibió veinte heridas; de ellas cuatro fueron de arma cortante. se
llamaba Abelardo Mendoza Leyva. Circuló la versión muy verosímil de que algunos civiles
también hicieron fuego desde unos árboles, al mismo tiempo que disparaba la tropa. El
presidente, el ministro Manzanilla, el coronel Rodríguez y el mayor Atencio siguieron en el
mismo automóvil y se dirigieron al Hospital Italiano, situado entonces en la avenida Abancay.
Se aplicó suero a la víctima del atentado y se le pusieron inyecciones tónicas; pero todo fue
inútil pues entró en agonía. El fallecimiento se produjo a la una y diez minutos de la tarde.
Según declaraciones que hizo el doctor que lo atendió, la herida que quitó la vida al presidente
fue de necesidad mortal desde el primer momento. El orificio de entrada se encontraba en
plena región precordial con aparente trayectoria de abajo hacia arriba y de adelante hacia
atrás. Necesariamente el proyectil tuvo que haber tocado el corazón y debió haber sido
disparado desde muy poca distancia por la deflagración que se advertía en los tejidos
alrededor del orificio de entrada. No había orificio de salida y la bala debió haber provocado
una intensa hemorragia interna después de haber lesionado el corazón, a juzgar por el estado
de agotamiento de que daba muestras la víctima. Según Luis A. Flores en el discurso que
pronunció en el cementerio, al fallecer Sánchez Cerro, todo su patrimonio consistía en 180
soles. El pabellón nacional fue izado a media asta en los altos de esa casa. Todos los
establecimientos públicos cerraron sus puertas y los espectáculos quedaron suspendidos.
Diapositiva N°23

EL FUNERAL DE SÁNCHEZ CERRO:

A la salida del hipódromo de Santa Beatriz, el presidente Sánchez cerro fue abaleado
por Abelardo Mendoza, quien se encontraba entre la multitud. Sánchez cerro fue
trasladado de inmediato al Hospital Italiano, donde falleció a la 1:30 de la tarde. En
estas imágenes, el velatorio de los restos del mandatario (1) y el cortejo fúnebre en la
Plaza de Armas (2). Desde allí, el cuerpo fue conducido al cementerio Presbítero Matías
Maestro, donde fue sepultado.
Diapositiva N° 24

EL SEPELIO DE SÁNCHEZ CERRO:

Los restos de Sánchez Cerro fueron, desde el 1º de mayo, colocados en un ataúd en la


capilla del Sagrario. Allí recibieron los honores correspon- dientes. La afluencia del
público que acudió a desfilar ante el cadáver fue enorme. Se notó la presencia de gente
de toda condición social, viejos, jóvenes, mujeres y niños. Hubo escenas
impresionantes. Los funerales fueron aplazados hasta el 4 de mayo. Ese día hubo una
parada militar, una silenciosa manifestación popular y un homenaje oficial. La oración
fúnebre en la basílica estuvo a cargo del R. P Armando Bonifaz, provincial de la orden
de los mercedarios.
En el cementerio pronunciaron discursos José Matías Manzanilla, el general Antonio
Beingolea, Luis A. Flores, Alfredo Herrera, José Manuel García Bedoya, José Ignacio
Portocarrero, Lizandro Alvarado Bolo y César Velarde La Barrera. Tan grande resultó la
aglomeración de público que la policía en la alameda del cementerio y en las calles
Maravillas, Mercedarias y Santa Clara, impidió que avanzase.
Durante muchos años hubo flores en el sepulcro de Sánchez Cerro depositadas
diariamente por gente del pueblo.
Diapositiva N° 25

La Estampilla con el retrato de Sánchez Cerro:


La administración de correos llegó a hacer unas estampillas del tipo de diez centavos
que ostentaban el retrato del presiden- te de la República, general Sánchez Cerro. Este,
por decreto de 16 de diciembre de 1932, las mandó dejar sin valor. Después de
producido el asesinato del 30 de abril de 1933, el nuevo presidente de la República
general Óscar R. Benavides y su ministro Julio Chávez Cabello expidieron el decreto de
23 de mayo de 1933 para autorizar la circulación de dichas estampillas que debían
emplearse como tasa adicional en el franqueo de toda encomienda destinada a la
República o al extranjero, a razón d e una estampilla por paquete. El importe que por
concepto de la venta de ellas se recaudara, debía ser aplicado a incrementar los fondos
de la Colecta Nacional.

Diapositiva N° 26

Luis A. Flores:

Alberto Flores Medina, piurano, nacido en 1899 en Ayabaca -como Lizardo Montero-
perteneció a un grupo de ciudadanos que fundó la Unión Revolucionaria UR en 1931,
con el entonces teniente coronel Luis Miguel Sánchez Cerro a la cabeza, y que junto con
el Apra, constituyeron los dos primeros partidos políticos de masas en el Perú con gran
arraigo popular e importante impacto en la urnas.
El urrismo liderado por Flores tras el asesinato de Sánchez Cerro migró al fascismo,
siendo el principal partido de esa tendencia en Sudamérica. Los famosos camisas
negras que hacían maniobras en la playa La Herradura, y que incluían el accionar de
mujeres en posición de liderazgo como Yolanda Coco Ferraro de Zucarrello, quien
falleció el 21 febrero último a los 109 años, lo que pasó desapercibido, pese a ser esta
dama, la última protagonista de una época muy particular de la política nacional: la
década de los treinta.
Considerando el contexto de la época, la forma de hacer política que comprendió el
fascismo tuvo importe influencia en Occidente. De tendencia militarista, puso de moda
el uso de uniforme para sus militantes, así como la entonación de himnos y marchas
combativas, la proclamación incesante de arengas y saludos frenéticos, una forma de
hacer política partidaria no vista antes, eufórica y hasta fanática, siempre más acción
que ideología. Su posicionamiento tuvo lugar gracias al debilitamiento de la democracia
liberal en buena parte de Occidente. La caída de la república de Weimar en Alemania
fue el símbolo de su encumbramiento, puesto que logró ser visto como la única
respuesta eficaz contra el avance del comunismo.
Luis A. Flores fue un patriota aguerrido, defensor a ultranza de sus ideales, quien militó
en la política de su tiempo con disciplina marinera y austeridad franciscana. Fue un
idealista, casi quijotesco, de esos de los que siempre hacen falta. Diapositiva 26
Diapositiva N° 27

Luis A. Flores, el líder del partido fascista peruano:


Luis A. Flores fue el protagonista central del urrismo fascista y su liderazgo alcanzó la
mayor dimensión entre los urristas y simpatizantes urristas en la coyuntura electoral de
1936. De ahí que la presencia de Flores, en ese año, fue decisiva en el entramado de la
política peruana. Es que en 1936 Flores había conseguido ya el perfil de líder fascista-
mussoliniano capaz de embelesar carismáticamente a sus adherentes multitudinarios.
Precisamente, esas multitudes de adherentes urristas organizados en todos los
departamentos del país, construyeron socialmente el carisma de Flores sobre la base de
los esfuerzos casi dramatúrgicos del personaje.
Personaje, a su vez, con una voluntad política férrea y moldeada desde su propia
personalidad autoritaria cuya presencia fue decisiva tanto en la definición fascista del
urrismo como en la contundente sintonía intersubjetiva que implica su relación con
aquellas multitudes ansiosas, de liderazgo mesiánico.  Y se trataba de un liderazgo
mesiánico sobre multitudes curtidas en el fervor a Sánchez Cerro y en la intolerancia
política más extrema frente al aprismo, que sólo podían apasionarse con un actor de las
características de Flores. Además, Flores no era un caudillo tumultuoso sino un político
para quien la organización partidaria, la línea ideológica y el proyecto estratégico eran
tan importantes como su propio liderazgo y su innegable caudillismo carismático.
Es decir, Flores era el claro prototipo de líder fascista y sólo desde ahí se puede
entender la recia intolerancia que lo caracterizó. Y Flores logró desde esa enorme
voluntad política, convertirse en el arquetipo del partido que, casi incondicionalmente
lideraba desde su «jefatura suprema».

Diapositiva N° 28

Así, Flores era ante todo un político, pero un político fascista para quien la política era,
en lo esencial, una guerra contrarrevolucionaria, pero, a su vez, un proyecto, una
propuesta estratégica totalitaria corporativa. De ahí que el urrismo, tal como lo quería
Flores, se convierte en una organización político-militar pero también, como fascista
ortodoxo, Flores dota de una dimensión mística y sacrificial al urrismo, desde el cual la
política queda ligada a la religiosidad del catolicismo popular, que compartían con
intensidad las multitudes urristas.
Además, entre Flores y las multitudes de sus embelesados adherentes, tanto
simpatizantes como militantes urristas, estaba la figura arquetípica, «heroica» y
«martirizada» de Sánchez Cerro, cuyo impacto emocional seguía intacto en 1936 y de
cuya devoción Flores era el primero en dar muestras. Es que esa suerte de cristianismo
rudimentario, desde el cual se establece aquel mesianismo, Flores se asumía como el
«hijo», el depositario del «camino y la verdad» mostrada por el sacralizado y venerado
Sánchez Cerro.
Así, el fascismo promovido por Flores se representaba en el urrismo como el siguiente
paso político-ideológico en el sanchecerrismo orgánico y, a su vez, su continuidad en el

nuevo liderazgo. Es decir, la Unión Revolucionaria bajo la jefatura suprema de Flores se


asumió siempre como sancherrista y sólo desde ahí como fascista. De ahí que el
misticismo y la religiosidad política eran bastante intensos, pues el caudillo era como
veíamos más que un «santo» para las multitudes populares urristas. Era un héroe
«sagrado» muerto, pero, a su vez, guía como se observa también en una de las más
vistosas imágenes panfletarias emitidas por el PUR. –

Diapositiva N° 29

Algunos estatutos del partido fascista que garantizaban


obediencia total al líder:
Artículo 3. La Unión Revolucionaria, por el fallecimiento del fundador, reconoce como jefe
Supremo al Doctor Luis A. Flores, elegido por aclamación de las masas y ratificado por el
Congreso del Partido el 22 de agosto de 1935.
Artículo 4. El vínculo entre el partido y su jefe es indisoluble e indestructible. Su
mantenimiento se considera condición indispensable de la existencia del partido.
Artículo 13. El jefe del Partido, tiene el atributo de la Autoridad Suprema, pudiendo derogar o
desaprobar todos los acuerdos de los organismos del Partido y nombrar y remover todos los
cargos existentes.
Artículo 14. Todos los afiliados prestarán al jefe juramento de adhesión, fidelidad y disciplina.
Diapositiva N° 30
El apoyo electoral fue tremendo: Unión Revolucionaria,
segundo lugar en las elecciones de 1936:
Luis A Flores con el 29.1% de los votos escrutados en las anuladas elecciones de 1936.
Benavides adujo que Eguiguren, virtualmente ganador de las elecciones, había recibido apoyo
del Apra, proscrito en ese momento]. Es decir, 29.1% de votos que significaban el segundo
lugar en los escrutinios y en el último día de información electoral aparece con 52, 248 votos
obtenidos. En primer lugar, quedaba Luis Antonio Eguiguren con 71, 662 votos.
Esos 52, 248 votos que tuvo Flores, liderando a la Unión Revolucionaria muy explícita y
vocingleramente fascista, suponen incluso una cifra mayor a los votos obtenidos por la Falange
de José Antonio Primo en las elecciones españolas de 1936 y con una mayor población
electoral. La falange española alcanzó 40, 000 votos y luego se convirtió en uno de los actores
políticos fundamentales no sólo en la guerra civil sino durante muchos años de la dictadura de
Franco.
Diapositiva N° 31

Decadencia y extinción:
Luis A. Flores y otros dirigentes del partido fueron deportados a Chile. Otros miembros
destacados del movimiento fueron encarcelados. Ya sin la organización que gozó en sus inicios,
la resistencia de los “urristas” contra el gobierno de Benavides fue menguando y en 1938 uno
de sus dirigentes encarcelados, el militar retirado Cirilo Ortega, desconoció a Flores como líder
del partido, ofreció su apoyo al régimen de Benavides y criticó la antigua línea de su partido.
Antonio Rodríguez Ramírez planeó el golpe de Estado junto con el general Cirilo Ortega, jefe de
unos grupos secesionistas de la Unión Revolucionaria. Aparentemente, contaba con el apoyo
de diversos sectores. La rebelión se produjo el 19 de febrero de 1939 (domingo de carnaval),
mientras Benavides se hallaba de excursión en Pisco. Rodríguez ocupó Palacio de Gobierno y
ante la tropa reunida en el patio se proclamó jefe interino de la República, anunciando una
amnistía general, la convocatoria a una Asamblea Constituyente y elecciones libres. El jefe del
Batallón de Asalto de la Guardia Civil del Perú, el mayor GC Luis Rizo Patrón Lembcke (apodado
“el loco”, por algunos miembros de la Guardia Civil que conocieron su rigor), avanzó hacia
Palacio y con una ráfaga de ametralladora abatió a Rodríguez. Junto con este cayeron un
alférez y un guardia. Los demás oficiales comprometidos con el golpe no atinaron a hacer nada
y fueron detenidos.
Cirilo Ortega salió de la cárcel poco después y formó una "fracción disidente" del Partido Unión
Revolucionaria, con la cual prestó su apoyo a Manuel Prado Ugarteche, el candidato
presidencial aliado del presidente Benavides en las elecciones de noviembre de 1939. Pese al
triunfo de Manuel Prado, la UR nunca alcanzó protagonismo en el régimen del nuevo
presidente y perdió gran cantidad de seguidores. José Quesada Larrea organizó el Frente
Patriótico en 1939 con el apoyo de Manuel Vicente Villarán y Luis A. Flores, quienes vivían en
el exilio.
Flores regresó en 1945 del exilio en Chile e intentó reorganizar el partido, pero tras la derrota
del Eje en la Segunda Guerra Mundial, la caída de los regímenes fascistas y el regreso de la
democracia en el Perú, la propuesta de la reformada UR tuvo muy poca acogida entre sus
antiguos seguidores. Flores logró ser elegido como senador por el departamento de Piura en
1946 y posteriormente manifestó su apoyo a la dictadura del general Manuel A. Odría. Pese a
esto, el completo desprestigio de la ideología fascista después de 1945 hizo imposible que el
Partido Unión Revolucionaria recobrase su antigua fuerza. Finalmente, el partido terminó por
disolverse para todo efecto a inicios de la década de 1960 tras varios años de agonía.

Diapositiva N° 32

Sánchez Cerro:

Sánchez Cerro pasa como una tempestad por la historia peruana. Aparece para hacer lo que
muchos habían intentado sin conseguirlo, o sea derribar a un régimen con once años de
duración; estampa entonces su firma en un bello documento cargado de anatema lírico y de
esperanza cívica que conmovió, como no ha ocurrido con ninguna pieza de literatura política,
al país; llega a Lima por el aire cual si fuera un héroe mitológico; gobierna con la ilusión acerba
de sancionar a los delincuentes del pasado cercano; comete el error de ser candidato siendo
presidente y sabe, con tino, rectificarse a tiempo; a pesar de todos los enconos, de todas las
críticas y de todas las burlas, es ungido luego popularmente en comicios sin precedentes;
gobierna sin reposo en tiempos de tremenda crisis económica y de incesantes tempestades
políticas; se considera un paladín nacional frente a lo que cree (junto con la clase dirigente) el
peligro sectario de prematuros ensayos y de peligrosos saltos; no transige con sus enemigos; lo
intentan matar, él manda matar a muchos y algunos matan invocando su nombre, al punto de
que un escritor enemigo suyo lo acusa de “ensangrentamiento ilícito” después de que él acusó
a sus adversarios leguiistas por” enriquecimiento ilícito”; sorprendido por el hecho inesperado
de la ocupación de Leticia y no queriendo contrariar el clamor patriótico de Loreto, pone al
Perú a luchar en heroica soledad contra Colombia y contra la opinión internacional
obsesionada por los aspectos aparentes del litigio; muere al fin asesinado y llega, con las que le
infiere su agresor, a sumar once heridas en el cuerpo. Impávido frente a todos los peligros,
siempre confía en su estrella que identifica con la de la patria
Diapositiva N°33
Físicamente era un hombre sin especiales relieves. Bajo, enteco, macilento, oscuro de tez.
Pesaba poco más de 50 kilos. Sólo tenía fuerza espiritual, pues no había puntos de equivalencia
entre músculos y el alma. Pero dos ojos brillaban con resplandores extraordinarios. Allí estaba
su vida y su acción. Por momentos esos ojos eran lánguidos, suaves y hasta bondadosos; en
otros echaban chispas… Se dice que Sánchez Cero sufría de epilepsia. Nada se sabe al respecto
concretamente. De todos modos, no es exacto que entrara en crisis de la enfermedad que se le
atribuye……Su coraje tan desmesurado y extraordinario acusaba anormalidad. Parece increíble
que se pueda dominar el miedo en forma tan completa. Era un hombre sin nervios. Nacido
para la lucha, vino al mundo sin instinto de peligro……Era conspirador por vocación. Cuando
estuvo en el gobierno seguramente sintió nostalgia de no poder conspirar. En esto se parece a
Vivanco, a Castilla y a Piérola. Es el sino de muchos de nuestro caudillo: conspirar siempre……
En todas sus manifestaciones acusaba originalidad Era muy personal y espontáneo, hasta diría
inconfundible. Le gustaban las comparaciones y los símiles.
El crítico objetivo halla, con la perspectiva de los años, discutibles o censurables muchos actos
de Sánchez Cerro. Pero, en el fondo del error o del acierto, asoma la imagen sincera de un hijo
del pueblo que llegó a la dirección de la República de un niño grande, de un hombre muy
hombre y de un peruano muy peruano.
Jorge Basadre Grohmann. (2014-12-04). Historia de la República del Perú,
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