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SAN AGUSTÍN COMENTA LA 2ª LECTURA

1 Cor 12,12-30: Si amo sin envidia lo que tiene mi hermano, es mío

...Hemos descubierto, pues, que se puede tener fe sin tener caridad. Que
nadie, por lo tanto, se jacte de cualquier don de la Iglesia, si tal vez
sobresale en ella por algún don que le haya sido concedido. Vea si posee
la caridad. El mismo apóstol Pablo habló, enumerándolos, de muchos
dones de Dios presentes en los miembros de Cristo que constituyen la
Iglesia, diciendo que a cada uno se le han concedido los dones adecuados
y que no puede darse que todos posean el mismo. Pero ninguno quedará
sin su don: apóstoles, profetas, doctores, intérpretes, habladores de
lenguas, poseedores del poder de curación, de auxilio, de gobierno,
distintas clases de lenguas. Éstos son los mencionados; pero vemos que
hay otros muchos en las distintas personas. Que nadie, pues, se apene
porque no se le ha concedido lo que ve que se concedió a otro: tenga la
caridad, no sienta envidia de quien posee el don y poseerá con quien lo
tiene lo que él personalmente no tiene. En efecto, cualquier cosa que
posea mi hermano, si no siento envidia de ello y lo amo, es mío. No lo
tengo personalmente, pero lo tengo en él; no sería mío, si no formásemos
un solo cuerpo bajo una misma cabeza.

Si, por ejemplo, la mano izquierda tiene un anillo y no la derecha, ¿acaso


está ésta sin adorno? Mira las dos manos y verás que una lo tiene y la
otra no; mira el conjunto del cuerpo al que se unen ambas manos y
advierte que la que no tiene adorno lo tiene en aquella que lo tiene. Los
ojos ven por donde se ha de ir, los pies van por donde los ojos ven; ni los
pies pueden ver, ni los ojos caminar. Pero el pie te responde: «También
yo tengo luz, pero no en mí, sino en el ojo, pues el ojo no ve sólo para sí
y no para mí». Dicen igualmente los ojos: «También nosotros caminamos,
no por nosotros, sino por los pies; pues los pies no se llevan sólo a sí
mismos y no a nosotros». De esta manera, cada miembro, según los
oficios distintos y peculiares que se les han confiado, ejecutan lo que les
ordena la mente; no obstante eso, todos constituyen un solo cuerpo y
forman una unidad; y no se arrogan lo que tienen otros miembros en el
caso de que no lo posean ellos, ni piensan que les es ajeno lo que todos
tienen al mismo tiempo en el único cuerpo.

Finalmente, hermanos, si a algún miembro del cuerpo le sobreviene


alguna molestia, ¿cuál de los restantes miembros le negará su ayuda?
¿Qué cosa hay en el hombre más en el extremo que el pie? Y en el mismo
pie, ¿qué más en el extremo que la planta? Y en la misma planta, ¿qué
otra cosa que la misma piel con que se pisa la tierra? Así y todo, esta
extremidad del cuerpo forma tal parte del conjunto que, si en ese mismo
lugar se clava una espina, todos los miembros concurren a prestar su
ayuda para extraerla: al instante se doblan las rodillas; se dobla la espina
-no la que hirió, sino la que sostiene todo el dorso-; se sienta, para sacar
la espina; ya el mismo hecho de sentarse para sacar la espina es obra del
cuerpo entero. ¡Cuán pequeño es el lugar que sufre la molestia! Es tan
pequeño cuanto la espina que lo punzó; y, sin embargo, el cuerpo en su
totalidad no se desentiende de la molestia sufrida por aquel extremo y
exiguo lugar; los restantes miembros no sufren dolor alguno, pero todos
lo sienten en aquel único lugar.

De aquí tomó el Apóstol un ejemplo de la caridad, exhortándonos a


amarnos mutuamente como se aman los miembros en el cuerpo. Dice él:
Si sufre un miembro, se compadecen también los otros, y si es glorificado
uno solo, se alegran todos. Vosotros sois el cuerpo de Cristo y sus
miembros (1 Cor 12,26-27). Si así se aman los miembros que tienen su
cabeza en la tierra, ¡cómo deben amarse aquellos que la tienen en el
cielo! Es cierto que tampoco se aman si se apartan de su cabeza; pero
cuando esa cabeza de tal manera lo es, de tal manera ha sido exaltada y
de tal manera colocada a la derecha del Padre, que, no obstante, se fatiga
aquí en la tierra; no en sí misma, sino en sus miembros, hasta el punto
de decir al final: tuve hambre, tuve sed, fui huésped cuando se le
pregunte: ¿ Cuándo te vimos hambriento o sediento?, como si
respondiera: « Yo estaba en el cielo en cuanto Cabeza; pero en la tierra
los miembros tenían sed», a esta cabeza no nos unimos si no es por la
caridad.

Así, pues, hermanos, vemos que cada miembro, en su competencia,


realiza su tarea propia, de forma que el ojo ve, pero no obra; la mano, en
cambio, obra, pero no ve; el oído oye, pero ni ve ni obra; la lengua habla,
pero ni ve ni oye; y aunque cada miembro tiene funciones distintas y
separadas, unidos en el conjunto del cuerpo tienen algo común entre
todos. Las funciones son distintas, pero la salud es única. En los
miembros de Cristo la caridad es lo mismo que la salud en los miembros
del cuerpo. El ojo está colocado en el lugar mejor, el lugar destacado,
puesto como consejero en la fortaleza, para que desde ella mire, vea y
muestre. Gran honor el de los ojos por su ubicación, por su agilidad y por
cierta fuerza que no tienen los demás miembros. De aquí que los hombres
juran por sus ojos con más frecuencia que por cualquier otro miembro.
Nadie ha dicho a otro: «Te amo como a mis oídos», a pesar de que el
sentido del oído es casi igual y está cercano a los ojos. ¿Qué decir de los
restantes? A diario dicen los hombres: «Te amo como a mis propios
ojos». Y el Apóstol, indicando que se tiene mayor amor a los ojos que a
los restantes miembros, para mostrarse amado por la Iglesia de Dios,
dice: Doy testimonio en favor vuestro de que, si os hubiera sido posible,
hubiérais sacado vuestros ojos y me los habríais dado a mí (Gál 4,15).

Nada hay, por tanto, en el cuerpo más sublime y más respetado que los
ojos y nada hay quizá más en la extremidad del cuerpo que el dedo
meñique del pie. Aun siendo así, conviene que en el cuerpo haya dedos y
que estén sanos,-antes que sean ojo cubierto de legañas por alguna
afección, pues la salud, común a todos los miembros, es más preciosa
que las funciones de cada uno de ellos. Así ves que en la Iglesia un
hombre tiene un don pequeño, y, con todo, tiene la caridad; quizá veas
en la misma Iglesia otro más eminente, con un don mayor, que, sin
embargo, no tiene caridad; sea el primero el dedo más alejado, y el
segundo el ojo. El que pudo obtener la salud, ése es el que más aporta al
conjunto del cuerpo. Finalmente, es molestia para el cuerpo entero el
miembro que enferma, y, en verdad, todos los miembros aportan su
colaboración para que sane el enfermo y la mayor parte de las veces
sana. Pero si no hubiera sanado y la podredumbre engendrada indicase la
imposibilidad de ello, de tal modo se mira por el bien de todos, que se le
separa de la unidad del cuerpo.

Sermón 162 A, 4-6

Tercer Domingo después de Epifanía –

Nehemías 8:1-3.5-6.8-10; Salmo 19; 1 Corintios 12:12-31a; Lucas 4:14-21

Introducción

1 Corintios 12 es un texto muy conocido por su uso de la imagen del cuerpo humano para referirse a la
Iglesia, a la comunidad unida a Cristo. El tema principal, sin embargo, no es el cuerpo en sí, ni siquiera la
iglesia en tanto cuerpo, sino el uso de los dones de cada miembro de dicho cuerpo en beneficio del total, de
la comunidad, del cuerpo todo. En otras palabras, que la Iglesia es un cuerpo con Cristo a la cabeza se da
por sentado, pues se usa como imagen para el argumento que se busca desarrollar.

Repaso exegético

En primer lugar, llamo la atención a lo expresado por Néstor Míguez en su estudio de Pentecostés del año
pasado (EEH 3), en cuanto a que 1 Corintios 12-14 forma un quiasmo (estructura concéntrica):
A. Dones espirituales 12:4-30.
B. Motivación correcta en el uso de los dones 12:31-14:1a.
A’. Dones espirituales 14:1b-40.
Pablo desarrolla el tema de los dones o carismas de la comunidad, estableciendo en estos tres capítulos
una jerarquía: todos son buenos porque todos provienen de Dios, pero los mejores son los que mayor bien
hacen a la comunidad; y ninguno de ellos se compara con el don de la caridad.
El cap. 12 comienza con las palabras “en cuanto a los espirituales”, término que se puede referir a los
dones, como muchas versiones de la Biblia traducen, o a quienes se consideran espirituales entre los
Corintios. Se trata, pues, de un grupo de la Iglesia que se siente espiritual o que juzga según los dones
dados a cada cual.
No sólo los cap. 12 a 14 forman un quiasmo; 12:4-30 también:
A. La variedad de dones (vv. 4-11) (lectura del domingo anterior)
B. Un solo cuerpo (vv. 12-27) (lectura de hoy)
A’. La variedad de dones (vv. 28-30) (lectura de hoy)
V. 12: El símil del cuerpo, como imagen de la sociedad o del estado, era muy conocido y usado en el
discurso político, especialmente para combatir sediciones e instar a la concordia.
V. 13: Pablo repite parcialmente el argumento de Gálatas 3:28, pero en forma abreviada.
Vv. 14ss: comienza a percibirse cómo Pablo usa una imagen conocida con una intención subversiva: no
usa el símil del cuerpo para instar a los más desprotegidos a la sumisión, sino al contrario, para instar a los
sabios y poderosos según el mundo, a prenderse en un nuevo proyecto. Esto lo desarrolla de varias
maneras: en los vv. 14-17, refutando a quienes podrían sentirse menos: “si no soy ojo no soy del cuerpo”;
en los vv. 18-26, refutando a quienes pretenden despreciar a los demás miembros de la comunidad: “Y no
puede el ojo decir a la mano ‘¡No te necesito!’”, con el argumento de que es Dios quien ha puesto muchos
miembros diferentes en el cuerpo y que justamente los miembros más “despreciables” resultan ser los más
necesarios y los que Dios ha revestido de mayor honor (vv. 22-26).
Vv. 26-27: Pablo usa otros dos lugares comunes de su cultura: los de sufrir-con y alegrarse-con: Nadie
puede pretender que la suerte de los y las demás no le afecta, pues entonces no serían un cuerpo. “Y
ustedes son el cuerpo de Cristo”, por ende, no hay escapatoria: hay que terminar con las divisiones
internas.
Vv. 28-30: Así como es voluntad divina que un cuerpo tenga diversidad de miembros y de funciones, la
Iglesia tiene, también por voluntad divina, diversidad de funciones. Y así como en el cuerpo la mano no
tiene por qué sentirse menos por no ser ojo (v. 15), en la comunidad nadie tiene por qué sentir que el don
que se le ha concedido es menos que otros dones. Y, siguiendo con la imagen, así como el ojo no puede
despreciar a la mano (v. 21), nadie puede despreciar el don dado a otra persona, ¡ni a la persona, por
supuesto!
El uso de primero, segundo, etc. en la enumeración no debe entenderse como jerarquización, pues
entonces Pablo estaría haciendo exactamente aquello que critica. Se debe entender, mejor, como
enumeración, como si fuera contando con los dedos: profecía, fe, lenguas...
Llama la atención el uso del término kybérnesis, usualmente traducido como gobierno (v. 28). El término se
refiere a la función del timonel del barco, sin cuya habilidad el barco no puede llegar a ningún lado.
V. 31a. El verbo aspirar a, buscar con afán, puede entenderse tanto como un imperativo (“¡Busquen!”)
como por un indicativo (“buscan/buscáis”). Si entendemos el argumento de Pablo como una crítica a la
búsqueda de dones supuestos superiores por los/as corintios/as, el indicativo es preferible, pues es todavía
parte de la crítica que les hace: Ustedes buscan los dones superiores; yo les voy a mostrar algo mejor.

Breve reflexión teológica

Ser un cuerpo implica más que ser parte de la misma entidad o emprendimiento. Quizás un cuerpo enfermo
tenga todos sus miembros, pero no funcionan, no se comunica la cabeza con los miembros o no logran el
equilibrio necesario para recobrar la salud (= la armonía.).
Hoy, el problema de la Iglesia no parece ser la regulación de los dones, sino su supresión; o, cuanto
mucho, su especialización: la Iglesia que tiene el don de profecía no tiene el de milagros; la que tiene el
don de la administración no tiene el don de lenguas (glosolalia); la que tiene el don de la enseñanza no
tiene el de la fe; y así sucesivamente. Para mantener el símil del cuerpo, hoy cada una de nuestras
denominaciones y organizaciones es parte desmembrada de un mismo cuerpo, universal sí, pero
desmembrado. El desafío de este texto, entonces, es cómo se aplica la problemática de este capítulo, el
ordenamiento de los dones espirituales, a nuestra realidad, donde los dones que se reconocen o aceptan
son, cuanto mucho, unos pocos. De paso, una autocrítica de parte de quienes dirigen las Iglesias y
congregaciones no vendría mal, puesto que tantas veces nos da miedo el aporte de dones diferentes, ¡en
especial, si no nos fue dado en lo personal!
En su artículo en RIBLA 20 (1995) 116-121, Pablo Richard analiza la opción de Pablo por los pobres de la
comunidad. Una minoría de ricos, sabios y poderosos intenta imponer en la comunidad de Corinto las
mismas reglas de juego (discriminadoras e injustas) que se usan en el resto de la sociedad: los tribunales
para dirimir “injusticias” (6:1-8), la Cena como ocasión de mostrar quién puede llenarse de comida y de
bebida (11:17-22), el uso de los dones y carismas en provecho propio (12-14). En todas estas instancias,
frente a la puja por imponerse a fuerza de influencia o beneficios, Pablo opta por la mayoría pobre,
ignorante y discriminada que forma la Iglesia de Corinto. Pero Pablo no opta por los pobres porque sean
mayoría, sino por una cuestión teológica de principio: Dios eligió lo pobre, lo ignorante, lo débil del mundo
para mostrar una forma distinta de vivir y de relacionarnos mutuamente. Porque, como él expresa en
Gálatas 3:28, “(en Cristo) ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Las mismas estrategias misioneras de Pablo y sus compañeros
muestran que él no entiende esta nueva comunidad como una donde se borre toda diferencia entre unos
grupos y otros, sino que las diferencias no son obstáculo para recibir los dones de Dios, del Señor y del
Espíritu sin acepción de personas, porque toda persona que haya sido bautizada con Cristo, es parte del
cuerpo de Cristo, y el cuerpo requiere de todos sus miembros.
Dijimos que Pablo repite aquel versículo de Gálatas donde se afirma que ya no hay características étnicas,
de género, ni sociales que puedan impedir el acceso a Dios (Gálatas 3:28). Un detalle muy revelador, sin
embargo, es que, cuando Pablo lo repite en 1 Corintios 12:13, omite aquella parte del versículo sobre la
diferencia entre varón y mujer. ¿Qué pudo haber ocasionado esta omisión? ¿Casualidad? Difícilmente. Más
bien creemos, con otros/as autores/as, que al menos un grupo estaba tratando de imponer nuevas
costumbres (véase en el cap. 11 la controversia sobre la negativa de las mujeres a usar velos en la Iglesia)
en la comunidad corintia, tomando en serio aquella afirmación de Pablo en Gálatas 3:28. Constatando que
no sólo hay divisiones y luchas en sus relaciones, sino que éstas se manifiestan también cuando la
comunidad se reúne para adorar, Pablo podría haber obviado aquí aquel tercer par de la comparación para
evitar dar al grupo “ofensivo” de Corinto un argumento a su favor. Tenemos que lamentar, sin embargo, que
el hilo siempre se corte por lo más débil, que por razones de “orden” se postergue la igualdad de las
mujeres. Pablo pudo subvertir una imagen tan fuerte como la del cuerpo en beneficio de una comunidad sin
excluidos socialmente, pero (al menos en estos capítulos) no pudo mantener su máxima de Gálatas 3:28.
Con esto no quiero hacer de Pablo un misógino irredento; al contrario, su propia praxis lo muestra de otra
manera. Digo solamente que, sean cuales fueren las circunstancias que lo llevaron a acortar Gálatas 3:28,
me hubiera gustado ver que no fuera el par “varón ni mujer” el que quedase fuera, especialmente porque
tan a menudo hay cuestiones de “orden” o de otra naturaleza urgente que lleva a los paladines de la
igualdad y la liberación a postergar la igualdad de la mujer.

Pistas para la predicación

Hago una propuesta muy básica de predicación pensando en las Iglesias que conozco y sospechando que
si hay pastoras/es de otras Iglesias que usen este material, se van a ver reflejadas /os también. Pero como
las características particulares varían tanto, dejo a cada quien completar las pistas según la sabiduría le
dicte.
1. Hacer una lista de los dones o carismas que creemos que tiene nuestra comunidad o Iglesia. Si la
congregación está acostumbrada al sermón dialogado, esta revisión puede hacerse en conjunto.
2. Compararla con las listas de 1 Corintios 12:4-11 y 28-30. ¿Qué pasó con los que no tenemos entre
nosotras/os? (Quizás haya que explicar el significado de algunos dones).
3. El problema en la comunidad de Corinto: multiplicidad de dones, y discriminación (“si no sos mano, no te
necesito”).
4. El problema de nuestras iglesias: uniformidad de dones, y discriminación (“si sos de otra condición
social/racial/económica/política/sexual, no te necesito”).
5. La solución de Pablo: la variedad de dones, lejos de ser un problema (aunque se usen
desordenadamente) es voluntad de Dios. No se trata de reprimir o despreciar dones diferentes del que yo
recibí, sino de ver la función de todos los dones en la construcción de la Iglesia. Tampoco se trata de
dejarse despreciar (“como no soy mano, no sirvo”). Puesto que son dones de Dios, nadie puede no tener
alguno, y sería ingratitud no reconocerlos y no usarlos, que para eso fueron dados.
6. Nuestras soluciones: ¿podrán ser las mismas?

2. De acuerdo a estas citas bíblicas de San Pablo, por qué será que la Iglesia se considera el Cuerpo Místico de Cristo?

Porque Jesucristo es la Cabeza de un Cuerpo que no se ve a simple vista. Por eso se llama Cuerpo Místico. Y todos nosotros
somos los miembros de ese Cuerpo y estamos unidos entre sí de manera también invisible, mística, espiritual. Todos estamos
unidos entre sí y todos estamos unidos a la Cabeza que es Cristo.

San Pablo no lo dice, pero hay teólogos que enseñan que el Cuello de ese Cuerpo es la Santísima Virgen María, que es la
comunicación entre la Cabeza y el resto del Cuerpo.

3. Vamos a sacar el simbolismo de Cristo como Cabeza de ese Cuerpo que todos formamos con El.
Igual que la cabeza en el cuerpo humano, Jesucristo, Dios y Señor, envía todo el influjo vital al resto del Cuerpo. ¿Cuál es
ese influjo vital? Su Gracia, sin la cual el Cuerpo no tendría vida.

4. Continuemos con el símil sobrenatural que nos da San Pablo. Si todos los miembros de cuerpo están unidos entre sí,
¿cómo se aplica eso a nuestra vida espiritual como miembros del Cuerpo Místico de Cristo?

Todo lo que hacemos bueno o malo repercute en los demás miembros de ese Cuerpo. Si duele una muela, todo el cuerpo se
siente mal ¿no es así? Si hay un dolor o algo insano en alguna parte del cuerpo humano, todo lo demás queda afectado. Lo mismo
como miembros del Cuerpo Místico de Cristo.

Cuando alguien te pisa un pie, todo tu cuerpo lo siente. Igualmente en el Cuerpo que formamos todos con Cristo. Lo sienten
todos los miembros y lo siente la Cabeza (Cristo).

Asimismo, si tienes sed y alguien te da un vaso de agua, eso hace sentir bien a todo el cuerpo. Apliquemos eso al Cuerpo
Místico. Lo siente todo el Cuerpo y lo registra la Cabeza también. ¿No?

5. ¿Qué sucede cuando un miembro queda separado del cuerpo?

Al no recibir el influjo vital, se muere. Fíjense cuán serio es esto si lo aplicamos al Cuerpo Místico: el que se separa se
muere...muerte espiritual.

6. ¿Qué debemos hacer para mantener sano todo el Cuerpo Místico de Cristo?

. Unirnos más y más a la Cabeza que es Cristo, recibiendo los Sacramentos con frecuencia, orando más, amándolo sobre
todas las cosas, etc. Si no estamos unidos a Él -bien unidos- corremos el riesgo de enfermarnos, de no recibir la savia espiritual
(gracia) que viene de la Cabeza.

. Tener una verdadera devoción a la Virgen María que siempre nos lleva a su Hijo. Recordémosla como el Cuello de ese
Cuerpo Espiritual que formamos todos con Cristo.

. Ayudarnos entre todos tanto en lo físico, como en la vida espiritual, para que todos podamos ser miembros sanos y
útiles del Cuerpo Místico de Cristo.

. Tener conciencia de que, al estar en pecado, interrumpimos el flujo de la gracia divina a través del Cuerpo Místico de
Cristo.

. Evitar no separarnos del Cuerpo Místico. Separados morimos.

. Saber que al arrepentirnos y confesarnos, restauramos la salud al Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia. Por eso,
dice el Catecismo, que la Confesión nos reconcilia con Dios, pero también nos reconcilia con la Iglesia.

7. ¿Qué otras aplicaciones prácticas para la vida del Católico tiene la Doctrina del Cuerpo Místico? Pensemos en las
funciones que tiene cada miembro...

En el cuerpo humano, hay manos, pies, codos, venas, articulaciones, huesos, etc., etc. Ahora imaginemos por un momento
que la mano suspende sus funciones, que la vena quisiera ser arteria, que los huesos empiezan a querer funcionar como músculos,
el estómago dice que ya no trabaja más, el pie quiere estar al final del brazo. Se formaría una confusión terrible en ese cuerpo ¿no?

La comparación de la Iglesia con el cuerpo humano es bien clara y bien útil para sacar enseñanzas. ¿Cuáles enseñanzas
podemos sacar?

. Cada miembro tiene su función propia dentro del Cuerpo Místico de Cristo.

. Unos miembros pueden ser más grandes o más importantes que otros, pero todos son necesarios. Pensemos en alguna parte
poco importante del cuerpo humano. Por ejemplo, las uñas. ¿Cómo haríamos sin uñas? Aún lo más insignificante es necesario.

. Todos tenemos obligación de cumplir nuestra función específica. Ninguno puede ponerse en huelga o pelear y separarse.

8. En estos momentos la Iglesia en todo el continente americano está organizando la Misión Evangelizadora. Ya está por
comenzar en Caracas. ¿Quiénes somos la Iglesia? ¿Sólo los Obispos y los Sacerdotes?
La Iglesia, el Cuerpo Místico de Cristo, somos todos. Nadie se queda fuera. Aunque alguno sea uña, esa uña es necesaria.
Todos tenemos una responsabilidad para con Cristo (la Cabeza). para con la Iglesia (el Cuerpo) y para con cada miembro (cada uno
de nosotros).

Fíjense lo que dice San Pablo en Rm. 12, 6-8. Todos y cada uno tenemos una función. Los Colegios Católicos y cada uno de
los alumnos tienen una función en esta Misión Evangelizadora de la Iglesia de Caracas.

Estas clases de teología nos van preparando para saber algo de nuestra Fe Católica, para poder defenderla y explicarla. Pero,
sobre todo, tenemos que pedir la gracia a la Cabeza, Cristo, para que nos envíe toda la fuerza evangelizadora que vamos a
necesitar.

SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 4, 1-2: PL 54, 148-149)

EL ESPECIAL SERVICIO DE NUESTRO MINISTERIO

Aunque toda la Iglesia está organizada en distintos grados, de manera que la integridad del sagrado cuerpo consta de una diversidad de miembros,
sin embargo, como dice el Apóstol, todos somos uno en Cristo Jesús; y esta diversidad de funciones no es en modo alguno causa de división entre
los miembros, ya que todos, por humilde que sea su función, están unidos a la cabeza. En efecto, nuestra unidad de fe y de bautismo hace de todos
nosotros una sociedad indiscriminada, en la que todos gozan de la misma dignidad, según aquellas palabras de san Pedro, tan dignas de
consideración: También Vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para
ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo; y más adelante: Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios.

La señal de la cruz hace reyes a todos los regenerados en Cristo, y la unción del Espíritu Santo los consagra sacerdotes; y así, además de este
especial servicio de nuestro ministerio, todos los cristianos espirituales y perfectos deben saber que son partícipes del linaje regio y del oficio
sacerdotal. ¿Qué hay más regio que un espíritu que, sometido a Dios, rige su propio cuerpo? ¿Y qué hay más sacerdotal que ofrecer a Dios una
conciencia pura y las inmaculadas víctimas de nuestra piedad en el altar del corazón? Aunque esto, por gracia de Dios, es común a todos, sin
embargo, es también digno y laudable que os alegréis del día de nuestra promoción como de un honor que os atañe también a vosotros; para que
sea celebrado así en todo el cuerpo de la Iglesia el único sacramento del pontificado, cuya unción consecratoria se derrama ciertamente con más
profusión en la parte superior, pero desciende también con abundancia a las partes inferiores.

Así pues, amadísimos hermanos, aunque todos tenemos razón para gozarnos de nuestra común participación en este oficio, nuestro motivo de
alegría será más auténtico y elevado si no detenéis vuestra atención en nuestra humilde persona, ya que es mucho más provechoso y adecuado
elevar nuestra mente a la contemplación de la gloria del bienaventurado Pedro y celebrar este día solemne con la veneración de aquel que fue
inundado tan copiosamente por la misma fuente de todos los carismas, de modo que, habiendo sido el único que recibió en su persona tanta
abundancia de dones, nada pasa a los demás si no es a través de él. Así, el Verbo hecho carne habitaba ya entre nosotros, y Cristo se había
entregado totalmente a la salvación del género humano.

RESPONSORIO Mt 16, 18; Sal 47, 9

R. Dijo Jesús a Simón: «Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, * y los poderes del infierno no la derrotarán.»
V. Dios la ha fundado para siempre.
R. Y los poderes del infierno no la derrotarán.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor, tú que nos has prometido que las fuerzas del mal nunca prevalecerán contra la Iglesia, cimentada sobre la roca de Pedro, haz que, por la
intercesión del papa san León Magno, tu pueblo permanezca siempre firme en la verdad y goce de una paz estable y verdadera. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

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