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Módulo 5
Enseñar en aulas conectadas
Introducción
Los y las invitamos a dirigir la mirada sobre sus prácticas, sus clases. La propuesta es
pensar junto a ustedes el modo en que utilizamos y combinamos los medios digitales
a la hora de enseñar que en particular en el actual contexto de emergencia sanitaria
facilitan el encuentro con nuestras y nuestros estudiantes.
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Por el contrario, se trata de ventanas para mirar y pensar juntas y juntos, con
distancia y cercanía a la vez, para mirarnos y reconocernos (o no) en ciertos relatos y
experiencias, tanto desde nuestra reciente práctica docente como desde la formación
inicial finalizada hace poco tiempo. Una invitación a hacernos preguntas que nos
permitan construir nuevos saberes.
Objetivos
Contenidos
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Para empezar a acercarse a las escenas, las y los invitamos a observarlas y
reflexionar a partir de los siguientes interrogantes. Pero no se trata solo de una
lectura veloz, sino de pensar algunas respuestas que luego pondremos en común:
Aulas conectadas
A continuación, les proponemos un breve recorrido por algunas dimensiones que nos
resultan especialmente significativas para pensar qué sucede en las aulas cuando
trabajamos con medios digitales. Pero, antes de empezar, tal vez sea necesario
preguntarnos a qué nos referimos cuando hablamos de aulas conectadas.
En principio, son aulas donde se llevan adelante clases con una cierta disponibilidad
de recursos tecnológicos (netbooks, notebooks, tablets, celulares, entre otros.) o con
la posibilidad de conectarse a internet y/o a intranet (red cerrada entre dispositivos).
Son clases donde docentes y estudiantes se encuentran con dispositivos a la mano (o
su bolsillo), que convocan su atención en mayor o menor medida, más allá de que el
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planteo de la clase los incluya o no. Es decir, hablamos de aulas conectadas cuando
existe disponibilidad tecnológica, independientemente de la propuesta de enseñanza.
En las situaciones de clase que analizamos, sin embargo, los medios digitales se
pensaron como parte de la propuesta y llegan a partir de la consigna que trae el
docente. Son ejemplos que suceden en la presencialidad y en un contexto anterior a la
pandemia, donde se utilizan las netbooks del Programa Conectar Igualdad, que fue
discontinuado en el año 2016. Pero, también, incluiremos el aula conectada actual,
aquella que sucede en los formatos híbridos que hoy transitamos, dispuestos, aunque
sea en parte, a través de plataformas digitales que moldean nuestro estar y hacer allí.
Las y los invitamos, entonces, a pensar qué pasa en las aulas conectadas y cómo se
tensionan algunas dimensiones que son centrales (y desafiantes) a la hora de pensar
una clase. Y también, cómo esas posibilidades en conflicto entre medios digitales y
escuelas, de las que hablamos en los módulos 2 y 3, median y reconfiguran los
tiempos de interacción y de atención, las relaciones con otras y otros y la vinculación
con los saberes.
Es común escuchar entre docentes expresiones del estilo “no se llega con el
programa”, “quedó corto el tiempo de la clase” ¿Cuáles son los principales desafíos
que hemos atravesado en las aulas (presenciales o por otros medios) a la hora de
organizar los tiempos de una clase, de una secuencia, de un trimestre?, ¿cuáles son
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los principales obstáculos que se nos han presentado?, ¿cómo los resolvimos y quién
nos ayudó? y ¿bajo qué condiciones los tiempos funcionaron como anticipamos en
papel? ¿y cuando incluimos medios digitales?
¿Y qué sucede con el tiempo en la virtualidad y los límites impuestos por algunas
plataformas? O ¿qué sucede cuando ese límite se desdibuja y la asincronía hace que
perdamos noción de cuando termina y empieza una clase? ¿Es posible fijar tiempos
cuando nuestro trabajo migró a plataformas de mensajería o a redes sociales?
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¿Cómo cambia el tiempo de la enseñanza en esos nuevos escenarios no presenciales
o híbridos?
De alguna forma, la escuela es, entre otras cosas, una arquitectura del tiempo
(institucional) y de los tiempos (de las personas que la habitan).
Sin embargo, a estos primeros intentos se impuso una realidad cambiante, que en
principio puso en evidencia cómo las desigualdades y exclusiones que son propias de
nuestro sistema son más crueles y determinantes cuando el encuentro no se produce
en las escuelas sino desde las casas, cuando el aula no puede operar su cierto (aunque
limitado) efecto igualador. Porque perdemos la calendarización y estructuración que
nos daba el edificio escolar, pero también porque el docente ya no puede solo (¿pudo
alguna vez?) disponer de los tiempos de trabajo con el saber y, por el contrario,
requiere de ayudas inesperadas de la familia o el entorno doméstico de cada una y
cada uno.
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Así, la dificultad o demora en el tiempo que podía darse en momentos de la clase por
el uso de ciertos recursos digitales, como observamos en las situaciones analizadas, se
convirtió en el nuevo escenario en un tema crucial que determinó el poder estar o no
presentes en la clase, en el marco de la “nueva materialidad” (inmaterial) que tomó “el
aula” en sí misma o lo que pudiera oficiar de ella: entornos digitales flexibles, ubicuos,
cambiantes, transitorios, de disponibilidad intermitente. Y acá es donde se produce
una cierta igualación de docentes con experiencia y sin experiencia, porque en esta
nueva realidad no tenemos herramientas para anticipar los desafíos y prever
imponderables que permitan organizar el tiempo y los tiempos: todo parece
imprevisto, todo es nuevo.
Es por eso que en este nuevo contexto algunos autores hablan de un tiempo y un
espacio dislocado, de un aula/escuela que pierda su cierta efectividad para garantizar
el encuentro y organizar las prácticas. Y es que la ausencia o intermitencia de la
estructura material del aula da lugar a prácticas nuevas, más o menos fragmentadas,
donde en el mejor de los casos nos encontramos en un aula virtual, pero en la realidad
cada una y uno accede como puede de acuerdo a una oferta muy diversa, a veces
digital y a veces en papel.
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Moodle es un acrónimo en inglés de Module Object-Oriented Dynamic Learning Environment
(Entorno de Aprendizaje Dinámico Modular Orientado a Objeto). Es una plataforma diseñada para dar
lugar a distintos modos de organización de la enseñanza y el aprendizaje por medios virtuales.
Una de las características fundamentales de Moodle es que es software libre de Código Abierto bajo
Licencia Pública General GNU (Licencia Pública General), es decir que no está diseñada por grandes
compañías, bajo licencias de Copyright, sino por una comunidad desarrolladores a lo largo del mundo,
que colaboran entre sí y ponen a disposición lo nuevo que se produce para toda la comunidad para que
pueda ser reutilizado y personalizado según necesidades. El sitio oficial es: https://docs.moodle.org/
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Esto nos obliga a repensar el tiempo y el espacio del aula atravesado por las
posibilidades de acceso (que no es solo tener/no tener conexión o dispositivos sino
también saber usarlos) tanto de docentes como de estudiantes. Y también en un
tiempo que es también un espacio (el “lugar” que encontramos para hacer escuela es
cada es un lapso de tiempo) y una organización que debe atender a nuevas y diversas
temporalidades, porque el encuentro ya no es sincrónico (no estamos todos juntos al
mismo tiempo).
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consumidores/espectadores “eligen” desde abajo qué producto discreto/aislado
consumen desde sus dispositivos personales.
Convocar la atención es una necesidad en las aulas presenciales y por otros medios y
muchas veces el camino que elegimos, como la docente de la escena 1, es seleccionar
recursos en lenguajes y formatos digitales (visuales o audiovisuales), que suponemos
más cercanos a los intereses y consumos culturales de las chicas y los chicos. Una
suposición bien fundamentada por las pedagogías críticas y constructivas, pero
también alimentada por modelos de inclusión digital y discursos tecnopedagógicos,
que pregonan la necesidad de apelar a las emociones de los estudiantes (en los
mismos términos que el mercado los interpela como consumidores) para involucrarlos
y mantenerlos atentos y ocupados en lo escolar.
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De este modo, no desconocemos la importancia del involucramiento de los sujetos en
el aprendizaje, pero es necesario debatir las formas de lograrlo: ¿es el formato en sí
mismo (digital, dinámico o interactivo) lo que lo va a lograr la atención y la
motivación? Entonces, ¿un cuento escrito puede (o no) convocar la atención de niños,
niñas y adolescentes por su forma narrativa? Más aún, ¿cuál es la profundidad y la
duración de la atención que se logra a través de la visualización de piezas dinámicas
en pantallas?, ¿creen que imitando lógicas que no son propias de la escuela vamos a
recuperar, en ciertos momentos, la atención de las y los estudiantes? Pero, de ese
modo, ¿no contribuimos a un tipo de atención que dificulta el trabajo con el saber
propuesto por la escuela, como tomar distancia, detenerse y profundizar?
La escena de nivel Superior nos da algunas pistas en este sentido. Aun sabiendo que
las características de esta formación son muy distintas a la del Secundario. En esta
clase en concreto, el formador está trabajando sobre un tipo de estrategia didáctica,
resulta interesante observar el despliegue en sí mismo de la clase: ¿qué mediaciones
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realiza el docente para la presentación de los recursos seleccionados y qué
interrogantes plantea a medida que aborda cada uno?, ¿qué puntos de anclaje utiliza
con lo que viene trabajando en clases anteriores?, ¿qué promueve en sus estudiantes
no solo desde lo dicho, sino desde lo realizado a través de prácticas que pueden ser
consideradas para los distintos niveles educativos?
Son esos anclajes, esos diálogos entre los recursos y el mundo significativo de las y
los estudiantes, entre lo conceptual, lo global y lo local, entre lo colectivo y lo personal,
lo que moviliza el interés de los estudiantes y determina su implicación en la
propuesta. Esto se logra a través de una consigna que no es lineal, sino compleja, en
varias capas sucesivas, pero también de una forma de selección de los recursos
digitales que se hace en conjunto con las y los estudiantes. Se trata, en ambos casos,
de prácticas a considerar al momento de pensar la enseñanza con este tipo de
materiales.
No obstante, también en este caso podemos adelantar que las decisiones didácticas
que se tomen en el diseño de la secuencia, las previsiones que adopte o no el o la
docente antes y durante la clase, sus intervenciones y el conocimiento que tenga
sobre las plataformas u otros recursos digitales que proponga, lo que determinará el
grado de motivación y sostén de la atención de las y los estudiantes.
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Participación y relaciones con el saber: de tensiones y desafíos
A partir de este recorrido, ¿qué modos de vinculación con los saberes promueve la
cultura digital? Los medios digitales invitan al acceso constante de contenidos cada
vez más breves y efímeros, que se hiperconectan entre sí, que se actualizan y
reproducen fácilmente, que poseen “brillo” y movimiento que de alguna manera borra
sus propios bordes: ¿dónde termina un contenido web?, ¿cuánto es el tiempo al que
invitan para el análisis detenido de los contenidos y para un trabajo más rico de
desmenuzar, de contrastar de fuentes, de elaborar, por ejemplo, de un argumento
basado en fuentes para compartir en una red digital? Desde este punto de partida,
existe claramente una tensión con la propuesta escolar, que se propone como tiempo
de suspensión y pausa para abordar el mundo, para el disfrute y el privilegio del
vínculo con el saber.
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Algo similar sucede con la participación, con los intercambios en el aula que permiten
dar cuenta de la producción de los estudiantes y que cada vez más toman las formas
de lo que sucede extramuros. En su análisis sobre la clase, Dussel y otros (2015)
plantean que en este marco de débil interacciones (por breves, superficiales, veloces)
y predominio de discursos horizontales (informales, coloquiales, para fomentar la
toma de la palabra, con bajo nivel de abstracción) muchos docentes se dan por
satisfechos si los alumnos participan y aseguran que hay una pedagogía que celebra
el entusiasmo y el proceso de producción más que el resultado. En esta pedagogía, se
unen la demanda de una visión pseudoconstructivista de mantener activos a los
estudiantes y la imperiosa necesidad de capturar la atención, siempre elusiva.
Como contrapartida de estos modos del intercambio, las autoras observan que en las
producciones digitales de los estudiantes hay un corrimiento de los saberes
disciplinares a saberes propios de sus consumos culturales y destrezas técnicas sobre
los programas u otros medios digitales que se utilicen. Un trabajo posterior realizado
por el mismo equipo de investigación da cuenta de esto, en el marco de una clase de
historia y de la revisión de un conjunto de producciones audiovisuales de las y los
estudiantes.
“En el primer video, que presenta la Guerra Fría, la estudiante de quince años usó
texto e imagen sobre un fondo negro. Es un video sencillo, realizado sobre el
template del Power Point, que incluye algunas animaciones y efectos en el cambio
de diapositivas, y está musicalizado con la canción Crying de Aerosmith, de tono
melancólico. La selección de las imágenes no es la tradicional de los libros de texto,
sino que se nutre sobre todo de la cultura pop: la secuencia se abre con una foto de
la película Rocky (Estados Unidos, 1976), que muestra la lucha del protagonista con
el boxeador ruso. Hay muchas imágenes de historietas o cómics en la presentación,
parte de las cuales son claramente paródicas; otras tienen una ambivalencia muy
problemática. Por ejemplo, la que representa a la URSS está tomada de un sitio web
de William Dees y tiene algunos matices antisemitas, como se ve en la
representación exagerada de la estrella de David, además de la presentación de la
URSS como el gran oso amenazante, estereotipo típico de la Guerra Fría. El hecho de
que el mapa diga ‘Rusia’, en vez de Unión Soviética, no parece llamar la atención de
nadie (la profesora lo considera un trabajo excelente); tampoco que la imagen que se
refiere a la crisis de Berlín de 1947 tenga una imagen del Muro, construido en 1961, y
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que, por lo tanto, sea una imagen poco pertinente para representar esa crisis”.
(Dussel y otros, 2018, p. 110)
Y es aquí donde vemos que en este punto convergen los anteriores, ya que la
individualización de las pantallas y la necesidad de utilizar tiempo de la clase para otro
tipo de operaciones técnicas, desafía la organización de una secuencia que haga lugar
al diálogo extendido y a la discusión profunda. A esto se suma una cultura mediática
que, aunque prometía una democratización y pluralidad de la participación ciudadana,
promueve en cambio la formulación de expresiones “simples” bajo formas de una
emocionalidad impulsiva y superficial. El debate en el aula se parece más al
intercambio de las plataformas, que ofrecen botones para reaccionar, y que abonan
así prácticas de rápida opinión y poco detenimiento para el pensamiento, la
contrastación de fuentes y la argumentación.
En un artículo, Patricia Sadovsky y José Antonio Castorina (2020) señalan que una
de las grandes novedades que trajo la pandemia fue, por un lado, la creciente
centralidad que adquirió ́ la enseñanza como problema y, por otro, los múltiples y
diversos espacios de comunicación e intercambio con otros que se generaron para
ello. Así, frente a la pérdida de lo orgánicamente interactivo de la escuela (lo
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cotidiano del encuentro y la palabra que viene y va), la respuesta no fue menos
conversación sino, por el contrario, más.
“Los distintos problemas que los docentes enfrentaron en esta crisis los llevaron a
buscar respuestas con los pares, con los chicos y sus familias, a desplegar su trabajo
en niveles de interacción antes desconocidos. Una actitud reflexiva se fue instalando
en la búsqueda de respuestas, en la necesidad de optar por modos de actuar
originales y también orientada por la revisión de las prácticas que se iban
desarrollando. Como dijimos, muchas de las certezas que proveía la institución
escolar –aun debilitadas, pero existentes– se pusieron en cuestión y la identidad
docente comenzó a resignificarse”. (Sadovsky, Castorina, 2020, p. 220)
A modo de cierre
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Así nos acercamos al final, resta encontrarnos e intercambiar, seguir pensando juntos
cuándo, cómo y dónde la cultura digital en las escuelas, qué hacemos con este mundo
y cómo lo transmitimos a los nuevos, para que hagan con él algo nuevo, algo que no
conocemos. ¡Ya falta muy poco para terminar el trayecto!
Cuarto debate
Por ello, les proponemos pensar en una situación real o hipotética en la que se
incluya el recurso analizado para avanzar en los criterios pedagógicos. Para
ponernos en situación les pedimos, en primera instancia, que acuerden grupalmente
y expliciten: espacio curricular, año y contenido a enseñar.
A partir de ello, pensemos: ¿Para qué y cómo trabajarían con el recurso? ¿Por qué
eligieron ese y no otro? ¿Podrían haber elegido otro? ¿Por qué? ¿Qué lugar creen
que ocupa la selección del recurso en una propuesta? ¿Qué aspectos del contexto
tendrían en cuenta? ¿Cómo trabajarían los tiempos? ¿Y la atención? ¿Qué otras
preguntas se harían?
Les pedimos que un/a integrante del grupo comparta sus acuerdos grupales
(mencionando a sus compañeras/os)”. Además, comenten de manera individual
aportes de otros grupos que les llamen la atención o les parezcan interesantes.
¡Nos leemos!
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Cimolai, S. y Segal A. (2015). Aprender a leer material audiovisual. Una clase de
Geografía en un profesorado en Historia. En Cecilia Ros y otros), Experiencias
de enseñanza con TIC en la formación docente. Ciudad Autónoma de Buenos
Aires: Ministerio de Educación de la Nación
Dussel, I., Ferrante, P., González, D., Montero, J. (2018). Las pedagogías en
movimiento: usos y apropiaciones de las tecnologías digitales por parte de
docentes y alumnos en escuelas secundarias públicas bonaerenses. En
Alejandra Birgin y otros, Las TIC en la escuela secundaria bonaerense: usos y
representaciones en la actividad pedagógica. Ciudad Autónoma de Buenos
Aires: Unipe, Editorial Universitaria.
Dussel, I., Ferrante, P., González, D., Montero, J. (2015) Transformaciones de los
saberes y participación cultural a partir de la introducción de las netbooks en
escuelas secundarias. En Ana Pereyra y otros, Prácticas pedagógicas y
políticas educativas : investigaciones en el territorio bonaerense. Gonnet :
Unipe, Editorial Universitaria.
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Autor(es): Equipo de la Dirección de Formación Docente
Permanente. Dirección Provincial de Educación Superior, DGCyE.
Provincia de Buenos Aires (2021)
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