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El imperio de la Razón

A lo largo del siglo XVIII, el pensamiento crítico se convirtió en una herramienta de


transformación. Las “luces de la razón” cercaron a la tradición, minaron los pilares que
la sustentaban y, sobre sus escombros, colocaron los cimientos de un mundo nuevo.
Polémicos, eclécticos, insatisfechos, transgresores, cosmopolitas: a través de sus obras
los pensadores de la Ilustración mantendrían una vitalidad que habría de desafiar el
paso del tiempo.

La Enciclopedia
Discurso preliminar (Jean le Rond D´Alembert) “(...)Después de las reflexiones y
opiniones generales (...) ya es hora de instruir más especialmente al público sobre la
obra que presentamos. (...) Para sostener una carga tan grande como la que teníamos que
sobrellevar era necesario compartirlo entre varios; de inmediato nos pusimos en busca
de un número suficiente de sabios y artistas: artistas hábiles y conocidos por sus
talentos(...)Toda la materia de la Enciclopedia puede reducirse a tres categorías
fundamentales: las ciencias, las artes liberales y las artes mecánicas.(...) Esta obra podrá,
algún día al menos, servir de biblioteca general al hombre de mundo y en todos los
géneros, salvo en el suyo, a un científico, a un profesional. Que desarrollará los
verdaderos principios de las cosas; que indicará sus relaciones; que contribuirá a la
certeza y al progreso de los conocimientos humanos y que al aumentar la cantidad de
estudiosos auténticos, artistas distinguidos y aficionados cultivados, multiplicará
numerosos beneficios para la sociedad.”
Autoridad Política: “(...) El príncipe mantiene la autoridad que tiene sobre los propios
súbditos, y ella está limitada por las leyes de la naturaleza y del estado. Estas leyes son
las condiciones a las cuales están sometidos o se considera que se han sometido, a su
gobierno. Una de esas condiciones consiste en que, teniendo poder y autoridad sobre
ellos sólo por elección y consentimiento, jamás pueda emplear esa autoridad para
quebrar el acta o el contrato mediante el cual le fue transferida. Obrando así, obraría
entonces contra sí mismo, ya que su autoridad no puede subsistir sino mediante el
título que la fundó. (...). El príncipe no puede disponer de su poder y de sus súbditos sin
el consentimiento de la nación e independientemente de la elección establecida en el
contrato de sumisión. Si fuera de otro modo, todo sería nulo y las leyes lo relevarían de
las promesas y de los juramentos que hubiera podido hacer, (...) ya que habría
pretendido disponer de lo que tan sólo tenía en depósito y con cláusula de sustitución de
la misma manera que si hubiese sido suya en plena propiedad y sin condición alguna”.
Copérnico: “... En Italia está prohibido defender el sistema de Copérnico(...) Sería
deseable que un país tan lleno de cultura y conocimientos como Italia quisiera reconocer
un error tan perjudicial para el progreso de las ciencias (...)Ese furor de la Inquisición
contra el movimiento de la Tierra daña incluso a la religión. En efecto, ¿qué pensarán
los débiles y los simples de los dogmas reales que la fe nos obliga a creer, si encuentra
que a esos dogmas se mezclan opiniones dudosas o falsas? ¿ No es mejor afirmar que la
Escritura, en materia de fe, habla según el Espíritu Santo, y en materia de física ha de
hablar como el pueblo(...)?.Mediante esta distinción se responde a todo; tanto la física
como la fe quedan a salvo.”
Igualdad natural(Der. Nat.) : (...)La igualdad natural o moral se funda, pues, en la
constitución de la naturaleza humana común a todos los hombre, que nacen, crecen, se
desarrollan y mueren de igual manera. Puesto que la naturaleza humana es idéntica en
todos los hombres, resulta claro que según el derecho natural cada uno debe estimar y
tratar a los otros como a seres que le son naturalmente iguales, es decir, que son
hombres como él.”
Trata de negros (Comercio de Africa). (...)Esa compra de negros para reducirlos a
esclavitud es un negocio que viola la religión, la moral, las leyes naturales y todos los
derechos de la naturaleza humana (...). Si un tráfico de ese género puede justificarse por
un principio moral, no hay crimen, por atroz que sea, que no pueda legitimarse. Los
reyes, los príncipes, los magistrados no son los propietarios de sus súbditos; carecen,
por tanto, del derecho de disponer de su libertad y a venderlos como esclavos. (...)
Acaso podría decirse que se arruinarían muy pronto esas colonias si se aboliera la
esclavitud de los negros. Pero aunque eso ocurra, ¿ hay que concluir que el género
humano debe ser horriblemente dañado para enriquecernos o contribuir a nuestro lujo?
(...) ¿ tiene derecho los hombres a enriquecerse por procedimientos tan crueles y
criminales? ¿Qué derecho tiene un bandido para desvalijar a un caminante? ¿A quién le
está permitido volverse opulento haciendo desdichados a sus semejantes? ¿Puede ser
legítimo despojar a la especie humana de sus derechos más sagrados únicamente para
satisfacer la avaricia, la vanidad o las pasiones privadas? No...Antes, que se destruyan
las colonias europeas que hacer a tantos hombres desgraciados.(...) Son la libertad y la
industria las verdaderas fuentes de la abundancia. Mientras un pueblo preserve esa
industria y esa libertad, nada tiene que temer. (...) Las almas sensibles y generosas
aplaudirán sin duda estos argumentos a favor de la humanidad; pero la avaricia y la
codicia que dominan la tierra no querrán escucharlas. La Enciclopedia. (selección) Jean
L.. D´Alembert – Denis Diderot. Buenos Aires, Ceal, Biblioteca Básica Universal. .
1982. P. 7 y ss.

Ilustración cristiana: la versión española.


“A la primera vista que demos sobre la naturaleza del hombre, hallaremos que él es
dotado del talento de la observación(...). Si el hombre se ve en la inevitable necesidad
de hacer uso de ese talento desde los primeros días de la infancia, es visto que de ese
principio depende, el que él vaya sucesivamente llenándose de ideas, comparando los
objetos, distinguiendo los seres. De aquí la feliz progresión de sus conocimientos
destinados a la conservación de la vida al cultivo de la sociedad y a la observancia de la
piedad. Ese talento ilustrado con la antorcha de la verdad, conducido por el camino de la
justicia y moderado con las amables cadenas de la Religión, vuelve al hombre sencillo
en su conducta, severo en sus costumbres, pío hacia el Autor de su existencia, dulce y
obsequioso para con sus semejantes.” Santa Cruz y Espejo, Eugenio de. Instrucción
Previa Sobre el Periódico Intitulado “Primicias de la Cultura de Quito” (1791). En
Textos para el estudio de la Ilustración Cristiana. UBA, Facultad de Filosofía y Letras.
1980.

Voltaire el temible: contra los fanáticos.


(A propósito de El Espíritu de las Leyes ): “...Este libro defectuoso, esta obra, debe ser
siempre estimada por los hombres, porque el autor ha dicho sinceramente lo que piensa,
cuando la mayor parte de los escritores de su país, (...) han dicho comúnmente lo que no
piensan. Por todas partes recuerda a los hombres que ellos son libres; presenta a la
naturaleza humana los títulos que ha perdido en la mayor parte de la tierra, combate la
superstición e inspira la moral. ¿Será por medio de esos libros (...)como se conseguirá
que los hombres sean mejores? Si: si los jóvenes leen estos libros con atención, se
preservarán de toda especie de fanatismo, y conocerán que la paz es el fruto de la
tolerancia y el verdadero objeto de toda sociedad.” Voltaire (François Marie Arouet).
La moral Religiosa. Barcelona, F. Granada y Compañía, Editores. 1906 p. 122.
Grageas de luz
La intolerancia: “El único medio de procurar la paz a los hombres es, pues, el de
destruir los dogmas que los dividen y restablecer la verdad que los une: en esto consiste
la paz perpetua. Esta paz no es una quimera, existe en las gentes honradas desde la
China hasta Quebec: veinte príncipes de Europa la han abrazado públicamente, y sólo
los imbéciles se imaginarán creer los dogmas. Es cierto que estos imbéciles son muchos;
pero el corto número que piensa conduce al gran número con el tiempo; el ídolo cae, y
la tolerancia universal se eleva cada día sobre sus escombros; los perseguidores son
aborrecidos por todo el género humano. Que todo hombre justo trabaje, cada uno según
sus fuerzas, en destruir el fanatismo y en establecer la paz que este monstruo ha
desterrado de los reinos, de las familias y del corazón de los desgraciados mortales (...)”
Voltaire. Ibidem p. 48 y 49.
Robos de los papas: “(...)los papas no tiene una pulgada de tierra, en su soberanía, que
no haya sido adquirida por turbulencia s o por fraudes.(...)Veneramos la silla de Roma,
le debemos las indulgencias, la facultad de sacar las almas del purgatorio, el permiso de
casarnos con nuestras cuñadas y con nuestras sobrinas, la una después de la otra, la
canonización de San Ignacio, y la seguridad de ir al paraíso llevando el escapulario;
pero todos estos beneficios no son quizá una razón para retener el bien del otro.”
Voltaire. Ibidem p. 79 -80.

Dejen a los niños en paz


“Afirmemos como máxima irrefutable que los primeros movimientos de la naturaleza
son siempre rectos; que no hay perversidad originaria en el corazón humano; que no se
encuentran en él ni un solo vicio del que no podamos decir cómo ni por dónde ha
penetrado. La única pasión natural del hombre es el amor de sí mismo o amor propio en
su sentido más amplio.(...) ; se vuelve bueno o malo sólo por la aplicación que se hace
de él y por los nexos que se establecen. Hasta que no nazca la razón, que es la guía del
amor propio, es importante que el niño no haga nada por el hecho de que lo ven o lo
oyen(...) sino exclusivamente lo que le pide la naturaleza. (...) Por consiguiente, la
primera educación debe ser negativa. No consiste en enseñar la virtud ni la verdad, sino
en proteger el corazón del vicio y del error(...)”
“Adecuad la educación del hombre al hombre, y no a lo que él no es. ¿No veis que
trabajando para formarlo exclusivamente de una clase lo volvéis inútil a toda otra (...)?
(...) Confiáis en el orden actual de la sociedad sin pensar siquiera que dicho orden esta
sujeto a revoluciones inevitables (...) Nos acercamos a la situación de crisis y al siglo de
las revoluciones. [1]”
[1]. Considero imposible que las grandes monarquías europeas puedan durar mucho
tiempo más; todas han brillado y todo Estado que brilla está próximo a su declinación
(...)”. Rousseau, Jean – Jacques. Emilio. En Dotti, J. (Introducción, notas, selección de
textos y traducción) El mundo de Juan Jacobo Rousseau. Buenos Aires ,Ceal . Los
fundamentos de las ciencias del hombre, 25. 1991. p. 138 y ss.
¿Quienes son los salvajes?
“Los pretendidos salvajes de América son soberanos que reciben a embajadores de
nuestras colonias, trasplantadas a su territorio por nuestra avaricia y nuestra ligereza.
Conocen el honor, del que nunca oyeron hablar nuestros salvajes europeos. Tienen una
patria, la aman, la defienden; concluyen tratados, se baten con valor y hablan a menudo
con heroica energía”. Voltaire. Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las
naciones. En Abadi, M. Voltaire, su pensamiento histórico. Buenos Aires ,Ceal . Los
fundamentos de las ciencias del hombre, 72. 1992. p. 59.
El milagro de pensar
“Aquel que no esté iluminado por la fe no puede ver en un milagro sino una
contravención a las leyes eternas de la naturaleza. No le parece posible que Dios
desordene su propia obra; sabe que todo está unido en el universo por cadenas que nada
puede romper. Sabe que siendo Dios inmutable, sus leyes también lo son; y que ninguna
rueda de la gran máquina puede detenerse sin que se descomponga toda la naturaleza.
Voltaire. Ibidem. P. 66-67.

Vanguardia Feminista
“Las mujeres están sujetas a una ferocidad epidémica.(...) En casi todos los países, la
crueldad de las leyes civiles se ha reunido contra las mujeres a la crueldad de la
naturaleza. Han sido tratadas como niñas imbéciles. No hay ningún tipo de vejaciones
que, en los pueblos civilizados, el hombre no pueda cometer impunemente contra la
mujer.” Diderot, Denis. Sobre las mujeres. En Escritos filosóficos. Madrid, Editora
Nacional. 1975. p. 240 y ss.

Las nuevas ideas políticas: al acecho de la monarquía absoluta


Uno de los pioneros: John Locke
“(...) Dios creó al hombre como criatura a la cual , según su juicio, no le convenía estar
sola; lo presionó por la necesidad, la conveniencia y la inclinación para inducirle a lo
social, y le proporcionó un entendimiento y un lenguaje para hacer posible la relación
social y su disfrute. La primera sociedad se constituyó entre un hombre y su mujer; de
ella surgió la de padres e hijos; a ella se agregó la de amos y sirvientes. Todas estas
sociedades podrán agruparse y efectivamente lo hacían para conformar una familia,
cuyo amo o ama gozaban de cierto poder de mando; cada una de ellas individualmente o
todas en su conjunto no alcanzaban a constituir una sociedad política. (...) Existe
sociedad política donde cada uno de sus miembros a transmitido su poder natural a la
comunidad, para todos los caso en que necesite de la protección de la ley establecida por
ella. De este modo se evita todo juicio privado e individual y la comunidad se convierte
en juez, mediante reglas fijas y permanentes, imparciales para todos. (...) Quienes se han
reunido en un cuerpo, poseen una ley y una judicatura y magistrados comunes ante los
cuales recurrir, dotados de autoridad para zanjar las disputas y castigar a los infractores,
constituyen una sociedad civil. Quienes carezcan de estas instancias comunes están en
estado de naturaleza(...). (...)De allí que sea evidente que la monarquía absoluta, para
algunos el único gobierno posible en el mundo, es incompatible con la sociedad
civil(...).Las personas que no recurren a la autoridad para zanjar sus diferencias viven
todavía en estado de naturaleza, como los que viven bajo el dominio de algún príncipe
absoluto.”
Locke, John. Dos ensayos sobre el gobierno civil . Libro II, Cap. VII, De la sociedad
política o civil. En Teoría política y modernidad: del siglo XVI al siglo XIX ... Buenos
Aires, Ceal . Los fundamentos de las ciencias del hombre, 20. 1991. P 59 –60.

Montesquieu: “Quien mucho abarca... mucho aprieta”.


“En cada Estado hay tres clases de poderes: la potestad legislativa, la potestad ejecutiva
de las cosas relativas al derecho de gentes, y la potestad de las cosas que dependen del
derecho civil. ( ...) La libertad política de un ciudadano es la tranquilidad de espíritu que
proviene de la confianza que cada uno tiene en su seguridad. Para que esta libertad
exista, es necesario un gobierno con el que ningún ciudadano pueda temer a otro
ciudadano. Cuando la potestad legislativa y la potestad ejecutiva se reúnen en la misma
persona o en el mismo cuerpo de magistrados, no hay libertad (...). Tampoco hay
libertad si la potestad de juzgar no está bien deslindada de la potestad legislativa y de la
potestad ejecutiva. Todo se habría perdido si el mismo hombre, la misma corporación
de principales, de nobles, o la misma asamblea del pueblo ejerciera los tres poderes; el
de dictar las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas, y el de juzgar los delitos o
los pleitos entre particulares.” Montesquieu (Charles Louis Joseph de Secondat ) El
espíritu de las leyes. Libro XI, cap. VI, De la constitución de Inglaterra. En Ciria,
Alberto. Montesquieu. Buenos Aires ,Ceal . Los fundamentos de las ciencias del
hombre, 35. 1992. p. 74-75.

Juan Jacobo Rousseau: La naturaleza del poder


“El hombre ha nacido libre y en todas partes se encuentra encadenado. Algunos se creen
los amos de los demás aún siendo más esclavos que ellos. (...) Si no tomase en
consideración más que la fuerza y el efecto que se deriva de ella, diría que, mientras un
pueblo se ve obligado a obedecer y obedece, hace bien, pero que, cuando puede
sacudirse el yugo y consigue liberarse, hace mejor, porque, al recobrar la libertad
basándose en el mismo derecho por el que había sido despojado de ella, está legitimado
para recuperarla, o no lo estaba el que se la arrebató. Sin embargo, el orden social es un
derecho sagrado que sirve de base a todos los restantes. Más este derecho no procede de
la naturaleza, sino que se fundamenta en convenciones. (...)” (Cap. I) “ `Encontrar la
forma de asociación que defienda y proteja de toda fuerza común a la persona y a los
bienes de cada asociado, y gracias a la cual cada uno, en unión de todos los demás,
solamente se obedezca a sí mismo y quede tan libre como antes.´ Las cláusulas de ese
contrato se encuentran tan determinadas por la naturaleza del acto que la más mínima
modificación las convertiría en vanas y de efecto nulo (...). (...)Son las mismas en todas
partes, y en todos lados están admitidas y reconocidas tácitamente, hasta que, una vez
violado el pacto social, cada uno recobra sus derechos originarios y recupera su libertad
natural, perdiendo la libertad convencional por la cual renunció a ella” (Cap. VI).
Rousseau, Jean Jaques. El contrato social. Barcelona, Altaya. 1997. P. 4 y 14-15.

Las nuevas ideas económicas: Fisiocratas y Liberales


El fisiócrata Francois Quesnay: Ilustrado por donde se lo mire.
“II. INSTRUCCIÓN .Que la nación sea instruida de las leyes del orden natural, que
constituyen el gobierno evidentemente más perfecto.(...) Es también necesario que los
conocimientos prácticos y luminosos que la nación adquiere por la experiencia y la
reflexión, se reúnan a la ciencia general del gobierno, a fin de que la autoridad soberana,
siempre iluminada por la evidencia, instituya las mejores leyes y las haga observar
exactamente para la seguridad de todos, y para llegar a la mayor prosperidad posible de
la sociedad.”
“III:TIERRRA, AGRICULTURA, FUENTE UNICA DE RIQUEZAS Que el soberano
y la nación no pierdan nunca de vista que la tierra es la única fuente de las riquezas; y
que es la agricultura la que las multiplica. Porque el aumento de las riquezas asegura el
de la población; los hombres y las riquezas hacen prosperar la agricultura, extienden el
comercio, animan la industria, acrecientan y perpetúan las riquezas. De esta fuente
abundante depende el éxito de todas las partes de la administración del reino.”
XX. QUE NO SE DISMINUYA EL BIENESTAR DE LAS ÚLTIMAS CLASES DE
CIUDADANOS (...)8 . Para autorizar las vejaciones sobre los habitantes de las
campañas, los recaudadores han tenido como máxima que los campesinos tienen que ser
pobres para impedir que sean perezosos. (...) La verdadera causa de la pereza del
campesino oprimido es el precio excesivamente bajo del salario y el poco empleo en el
país, donde las trabas al comercio de las producciones, hacen caer los géneros al no –
valor y donde otras causas han arruinado a la agricultura. (...) La pobreza forzada no es,
pues, el medio de hacer que los campesinos sean laboriosos: sólo la propiedad y el goce
asegurados de su ganancia pueden darles valor y actividad. (...) las riquezas de los
habitantes del campo son las que engendran las riquezas de la nación. Campesinos
pobres, reino pobre.” Quesnay François. Máximas generales de un reino agrícola y
notas sobre esas máximas Cit. en Los fisiócratas. Quesney, Dupont de Numours,
Mirabeau y otros. Buenos Aires, Ceal . Los fundamentos de las ciencias del hombre, 20.
1991. p. 46 y ss.
Adam Smith: El padre oficial de la criatura
“Así pues cualquier sistema que pretende o atraer hacia cierta especie particular de
industria con fomentos y estímulos extraordinarios mayor porción de capitales de una
sociedad, que los que naturalmente se inclinarían a ella, o con extraordinarias
restricciones lanzar violentamente de cierto género de industria particular parte del
capital que de lo contrario se emplearía en ella, es en realidad subversivo, o ruinoso para
el intento mismo que se propone conseguir. Retarda en vez de acelerar los progresos de
la sociedad hacia la grandeza y riqueza verdadera, o real: y disminuye en lugar de
aumentar el valor real del anual producto de la tierra y del trabajo. Todo sistema(...) de
restricción, se debe mirar como proscrito, para que de su propio movimiento se
establezca el simple y obvio de la libertad labrantil, mercantil y manufacturante. Todo
hombre con tal que no viole las leyes de la justicia, debe quedar perfectamente libre
para (...)que puedan salir sus producciones a competir con las de cualquier otro
individuo de la naturaleza humana. (...) Según el sistema de la libertad negociante, al
soberano sólo quedan tres obligaciones principales (...): la primera proteger a la
sociedad de la violencia e invasión de otras sociedades independientes: la segunda, en
poner en lo posible a cubierto de la injusticia y opresión de un miembro de la república
a otro que lo sea también de la misma (...), y la tercera, la de mantener y erigir ciertas
obras y establecimientos públicos, a que nunca pueden alcanzar, ni acomodarse los
intereses de los particulares, o de pocos individuos, sino los de toda la sociedad en
común(...)” Smith, Adam. Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de
las naciones. En Artola, Miguel. Textos fundamentales para la Historia. Madrid,
Alianza. 1979. p. 434.

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