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Las teorías sobre el aprendizaje tratan de explicar los procesos internos cuando se aprende

algo, por ejemplo, la adquisición de habilidades intelectuales, la adquisición de información o

conceptos, las estrategias cognoscitivas, destrezas motoras o actitudes. Son muchas las

teorías que conceptualiza el concepto de aprendizaje, específicamente asociado a los distintos

campos de investigación y específicamente a lo referente al niño y más tarde al hombre con

capacidad y criterio de formación. Se entiende entonces por aprendizaje:  al proceso a través

del cual el ser humano adquiere o modifica sus habilidades, destrezas, conocimientos o

conductas, como fruto de la experiencia directa, el estudio, la observación, el razonamiento o

la instrucción. Numerar todos los conceptos sobre el particular implica que existen diversas

teorías y aproximaciones al hecho. Lo que sí es realmente cierto, según los expertos el

aprendizaje se produce de la mejor manera cuando el sujeto se encuentra motivado, es decir,

cuando tiene ganas de aprender y se esfuerza en hacerlo.

Para ello emplea su memoria, su capacidad de atención, su razonamiento lógico o abstracto

y diversas herramientas mentales que la psicología estudia por separado. En la psicología, por

ejemplo, el aprendizaje como proceso goza de gran interés. De hecho, existe una rama entera

de la psicología encargada de ello: la psicología del aprendizaje. Su enfoque se divide en dos

vertientes contrapuestas: la conductual y la cognitiva.

La primera parte de la percepción observable de cambios conductuales en el individuo

luego de percibir determinados estímulos, y del posterior análisis de si dichos cambios son

transitorios o permanentes. La segunda, en cambio, se ocupa de los procesos detrás de la

conducta, que tienen que ver con el procesamiento de la información por el individuo. De

dicho concepto se desprenden algunas explicaciones dadas por Aristóteles (384-322 a.C.),
que aun en pleno siglo XXI tienen vigencia y que son (1) similares, (2) contrastantes, y (3)

contiguas. El último principio es el más importante, y como tal aparece en todas las

explicaciones del aprendizaje asociativo.  El ser humano inició sus procesos de aprendizaje y

lo hizo de manera espontánea y natural con el propósito de adaptarse al medio ambiente. El

humano primitivo tuvo que estudiar los alrededores de su vivienda, distinguir las plantas y los

animales de los cuales se podía dar alimento y abrigo, explorar las áreas donde conseguir agua

y orientarse para lograr volver a su vivienda.

En un sentido más resumido, los humanos no tenían la preocupación del estudio. Al pasar

los siglos, surge la enseñanza intencional. Surgió la organización y se comenzaron a dibujar

los conocimientos en asignaturas, estas cada vez en aumento. Hubo entonces la necesidad de

agruparlas y combinarlas en sistemas de concentración y correlación. De tal manera que las

explicaciones que puedan dar a conceptos más amplios, pueden agruparse, fundamentalmente,

en dos grupos, las conductistas y las cognitivas, ligadas a los dos grandes enfoques que han

dominado, sucesivamente, el panorama de la psicología desde las primeras décadas del siglo

XX. Las teorías conductuales del aprendizaje suponen que éste conduce a un cambio en la

conducta y otorgan especial importancia a los efectos de los acontecimientos externos sobre el

individuo. El conductismo fue la corriente dominante desde los años 20 a los años 60.

Las teorías cognitivas del aprendizaje consideran que el aprendizaje es una actividad mental

que no puede observarse de manera directa y conceden un papel primordial en el aprendizaje

a los procesos del pensamiento y se preocupan por la forma en que estos procesos determinan

la conducta de los individuos. El paradigma cognitivo fue desplazando al conductismo desde

la década de los años 60. En síntesis, se puede decir que el aprendizaje es la cualificación
progresiva de las estructuras con las cuales un ser humano comprende su realidad y actúa

frente a ella (parte de la realidad y vuelve a ella).

  Antes de Feldman (2005), Rojas, F (2001) también teorizo con respecto al aprendizaje y

lo definió como un cambio de conducta, definiéndolo como “el resultado de un cambio

potencial en una conducta -bien a nivel intelectual o psicomotor- que se manifiesta cuando

estímulos externos incorporan nuevos conocimientos, estimulan el desarrollo de habilidades y

destrezas o producen cambios provenientes de nuevas experiencias”. El aprendizaje es el

cambio de actitud de una persona, cuando se adquiere el aprendizaje se modifica

definitivamente la actitud por medio de nuevos conocimientos o experimentos. Ejemplo,

cuando una persona recibe una capacitación cambia de actitud, sin cambio de actitud no hubo

un aprendizaje, esto sin lugar a duda conlleva a las condiciones que permiten un buen

aprendizaje: Motivación. El alumno estará motivado para el estudio cuando sepa cuáles son

los objetivos. La Concentración, o sea, dirección atencional de la conciencia movida por

ciertos intereses espontáneos o suscitados. Los Actitudinales. Que permiten tomar parte

activa en el proceso. En el fondo, todas las etapas requieren, para ser eficaces, la

participación activa del aprendiz. Se ha podido ver que el aprendizaje involucra un individuo

capaz de generar conductas nuevas en su proceso de conocimiento, el logro efectivo del

mismo requiere de la capacidad del aprendizaje es decir; Tener capacidad de aprendizaje

implica: disposición a asumir responsabilidades,   voluntad de actuar con criterios propios en

los diversos ámbitos de la vida humana con independencia y en colaboración con los demás, y

capacidad de controlar los procesos cognitivos que intervienen en una autorregulación eficaz
del aprendizaje.   Responsabilidad, autonomía y autorregula. En conclusión el aprendizaje se

manifiesta en su habilidad para construir conocimiento de manera activa y autorregularse.  

- Fuente: https://concepto.de/aprendizaje-2/

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