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Dawn Eberhardt (Adaptación)

Los Regalos

Esta es la historia de una familia muy ocupada, la familia Soto. La familia estaba
compuesta por una mamá, un papá, y tres niños, Tomás, Soledad y Carmen ¡Cada día
de la familia Soto era muy loco! Todos estaban muy ocupados, y a menudo tenían
problemas para conversar el uno con el otro. La mamá y el papá tenían que trabajar y
hacer las tareas de la casa, y cuidar a los niños, ¡y ya saben cuánto trabajo pueden dar
los niños!

Déjenme contarles acerca de un día que lo cambió todo para los Soto. Comenzó como
una típica mañana. Tomás, el hijo mayor, estaba muy ocupado viendo televisión como
para escuchar a su mamá, que le pedía que se arreglara para la escuela. Mientras,
Soledad, su hermana, trataba de mandar a todos y decirles qué hacer.

“Tomás, eres un flojo. Sal de sillón y trae mi libro de arriba. Mamá, tiene que comprarme
zapatos nuevos. Papá, no olvides ir a buscarme a las 5:00 de la tarde.”
Y para colmo, Carmen, la menor de los Soto, lloraba y pataleaba por cualquier cosa.
“¡Mamá, no puedo encontrar mi cintillo!”, gritaba.
“Sólo busca otro y deja de quejarte,” ordenaba Soledad.
La mamá y el papá gritaban, “¡Paren los gritos!” Y el pobre Tomás, seguía mirando
televisión y dijo, “¿Qué?”

Más tarde ese día, Tomás, Soledad y Carmen llegaron de la escuela con cartas de sus
profesores. Tomás tiró la carta en la mesa y se fue hacia la televisión.
“¿Qué dice?” preguntó su mamá.
“¿Qué?” preguntó Tomás, perdido.

A continuación, Soledad entró por la puerta, hablando como siempre. “Mamá, no me


vas a creer esto, pero ese ridículo profesor mandó una carta. No tengo idea de por qué
siempre me molesta. O sea, yo participo en clases, contesto todas las preguntas…”
Soledad siguió hablando y no dejaba a su mamá tomar la palabra.
La cara de Carmen dijo a sus padres todo lo que necesitaban saber acerca de su día.
Estaba cabizbaja y sus ojos estaban enrojecidos cuando le pasó la carta a su papá
con una gran frustración.

El Señor y la Señora Soto se miraron entre ellos. Leyeron las cartas una por una.
“…Tomás miró la ventana todo el día. Cuando lo llamo nunca parece saber sobre qué
estamos hablando.”
“…Soledad tiene problemas para controlar su boca. Habla fuera de turno y apenas
deja que los otros niños hablen.”
“…Hoy Carmen tuvo otra pelea en el recreo.”

El Señor y la Señora Soto llamaron a todos sus hijos a la cocina para una reunión
familiar. En lugar de gritar, dijeron, “¡Tenemos un regalo para cada uno!”
¡Los niños estaban fascinados! Soledad gritó, “¡Denme el mío primero!” Carmen
comenzó a saltar por todos lados y Tomás miró y dijo, “¿Qué?”

“Estos no son regalos con los que puedan jugar, son las habilidades que ustedes
necesitan. Nuestros regalos los ayudarán en la escuela, en la casa y con sus amigos.”
“Tomás, ahora eres ‘Tomás, el buen oyente’. Te vas a sentar y vas a mirar a la cara de
quien te esté hablando, para que estés al tanto de lo que sucede a tu alrededor.

“Soledad, te regalaremos el poder de Domar la Palabra. ‘Soledad, la Domadora de la


Palabra’ reconocerá cuando es apropiado que ella hable y cuando otros tienen ese
poder.

“Finalmente, conozcan a la ‘Calmada Carmen’. Cuando comiences a sentirte nerviosa,


emocionada, enojada o molesta, Carmen, te dirás a ti misma que pares y respirarás
profundamente dos veces.”

“Estos son regalos que pueden compartir. Todos pueden ser mejores oyentes,
respetar el derecho a hablar de alguien, y mantener la calma. ¡Trabajar en estas
habilidades los ayudará a ser la mejor versión de ustedes mismos!”

La vida cambió mucho para la familia Soto después de ese día.


¡A veces los mejores regalos son aquellos que ya tienes en tu interior,
pero que olvidas usar!

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