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ERle FONER

La historia de Ia
Iibertad en EE.UU.

TRADUCCIÓN DE ALBINO SANTOS MOSQUERA

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1
1'.1lCIONES P ~NÍNSULA
IIAIlCHI.ONA
I

EL NACIMIENTO
DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE

La libertad estadounidense nació con una revolución. Durante Ia


lucha por Ia independencia se transformaron Ias ideas de libertad
heredadas del pasado y surgieron también otras nuevas. Asimismo,
se cuestionó y se amplió Ia definición de quiénes tenían derecho a
gozar de 10 que Ia Constitución llamó «los beneficios de Ia liber-
tad». La revolución de Ia Independencia estadounidense brindó un
legado duradero, aunque contradictorio, a Ias generaciones futuras.
Su ensalzainiento de Ia imagen de Ia nueva nación como refugio de
Ia libertad en un mundo dominado por Ia opresión encuentra aún un
gran eco en Ia cultura política de hoy en día. Pero aquellos Estados
Unidos, una nación concebida en libertad, albergaban una pobla-
ción esclava en rápido crecimiento, 10 que contradecía Ia confianza
con Ia que sus fundadores afirmaban que Ia libertad era un derecho
humano inalienable y universal.

L INGLÉS NACIDO LIBRE

a «libertad», como es lógico, no se incorporó de repente ai voca-


bulario norteamericano en 1776; de hecho, pocas palabras tenían
tanta presencia en el discurso político transatlántico dei sigla XVIII.
a Norteamérica colonial era heredera de múltiples formas de en-
t nder Ia libertad: algunas tan antiguas como Ias ciudades-Estado de
Ia antigua Grecia; otras tan novedosas por aquel entonces como Ia
IIustración. Algunas establecieron los cimientos de Ias concepciones
. ntcmporáneas de Ia libertad; otras nos resultan hoy totalmente
I s n cidas.
ún tina defini i n mún 11 Ia Norteamérica británica, Ia
lih 'rlfl I no .ra tan O UI1 '~t:1lUS pollti O 50 ia! orno una condición
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espiritual. En el mundo antiguo, Ia ausencia de autocontrol era en- autoridad». La del individuo sin restricciones y ejercitador de unos
tendida como una forma de esclavitud, como Ia antítesis de Ia vida derechos naturales que generaciones posteriores tendrían por imagen
libre. «Mostradme un hombre que no sea un esclavo -escribió representativa de Ia libertad era para aquellos colonos puritanos Ia
Séneca-. Uno es esclavo del sexo, el otro 10 es del dinero, y aún viva encarnación de Ia anarquía: Ia antítesis de Ia libertado «Cuando
otro 10 es de Ia ambición». Esta forma de entender Ia libertad como cada hombre tiene libertad para seguir su propia imaginación», de-
sometimiento a un código moral era de fundamental importancia claró en su momento el pastor puritano Thomas Hooker, el desastre
en Ia cosmología cristiana de Ia que estaba imbuida Ia visión que resultaba inevitable porque «todos actúan en perjuicio del bien
los primeros colonos tenían del mundo. Allí donde floreció, el cris- común».'
tianismo consagró Ia idea de liberación, pero entendida como una La autoridad comunitaria fue siempre más débil en Ias colonias
condición más espiritual que terrenal. Desde su Caída ante Dios, el más laicas, Ias situadas al sur de Ia commonwealth puritana. Incluso
hombre había sido proclive a sucumbir a sus apetitos y pasiones. La lentro de Ia propia Nueva Inglaterra, como tan amargamente la-
libertad significaba, pues, abandonar esa vida de pecado para adherir- mentaban diversas jeremiadas de comienzos del sigla XVIII, no tardó
se a Ias ensefianzas de Cristo. «Donde está el Espíritu del Sefior, allí n decaer Ia disposición a aceptar Ia reglamentación de Ia comuni-
hay libertad», proclama el Nuevo Testamento. Según esta defini- dad en nombre de Ia libertado A mediados de ese mismo siglo, Ia idea
ción, servidumbre y libertad eran estados que, lejos de contradecir- de que Nueva Inglaterra ocupaba un lugar especial en los planes que
se, se reforzaban mutuamente, pues quienes aceptaban Ia doctrina Dias tenía para Ia humanidad había quedado ya subsumida dentro
de Cristo pasaban, a un tiempo, a estar «libres de pecado» y a ser de una exaltación más general del conjunto del mundo protestante
«siervos de Dios». I angloamericano como baluarte frente a Ia tiranía y el papismo. Pero
Los nuevos pobladores puritanos del Massachusetts colonial, Ia interpretación cristiana de Ia libertad como salvación espiritual
convencidos de que su colonia era Ia encarnación misma del cristia- sobrevivió hasta tiempos de Ia Independencia e, incluso, hasta Ia ac-
nismo verdadero, plantaron esa definición espiritual de Ia libertad ualidad. Los episodios de resurgimiento religioso (revivals) dei pe-
en suelo americano. En un discurso de 1645 ante el parlamento de dado final de Ia era colonial, conocidos por Ias historiadores como
Massachusetts en el que compendió Ia esencia 'de Ias concepciones 1 Gran Despertar, fortalecieron esa concepción de Ia libertado En
puritanas de Ia libertad,John Winthrop, a Ia saión gobernador de Ia ví peras de Ia independencia, predicadores como Jonathan Bou-
colonia, diferenció nítidamente entre una «libertad natural», que iher insistían enque «Ia verdadera libertad» significaba «ser libres
sugería «una libertad para el mal», y una «libertad moral [...] una para hacer todo 10 que está bien y estar some tidos a restricciones para
libertad para hacer solam ente 10 que está bien», Esta definición n hacer nada que esté mal», y no «un derecho a hacer todo aquello
de «libertad» como emanación de una abnegación y una elección mo- que nos plazca».'
ral personales era perfectamente compatible con una serie de severas Esta equiparación de Ia libertad con Ia acción moral prosperó
restricciones a Ia libertad de expresión, de religión, de movimientos I mbién de forma secularizada en el mundo atlántico del siglo XVIII.
y de comportamiento personal. Los deseos individuales debían ce- 1\8f, del mismo modo que Ia libertad religiosa suponía Ia obediencia
der ante Ias necesidades de Ia comunidad, y Ia «libertad cristiana» n Dios, Ia «libertad civil» descansaba sobre Ia obediencia a Ia ley. Ya
significaba sumisión no sólo a Ia voluntad de Dios, sino también a Ia '11 Ia Antigüedad, Aristóteles había advertido a los hombres de que
autoridad secular, a un conjunto bien entendido de responsabili- 11 ) «vieran esclavitud en el hecho de vivir conforme al gobierno de
dades y deberes interconectados: una sumisión no menos total por 11 'onstitución». La ley era Ia «salvación» de Ia libertad, no su
el hecho de que fuera voluntaria, El delito civil más habitual en Ias ulv srsaria. Los filósofos modernos de Ia libertad también estable-
juzgados de Ia Nucva Inglaterra .olonial ira ,I d ' «d 'sa ato a Ia 'j '1"011 una distin 'ión .ontrastn la ntre Ia «libertad ilimitada» y

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«una vida vivida bajo el imperio de Ia ley». La libertad, según escri- Pero Ia libertad británica distaba mucho de ser universal. Desde su
bió J ohn Locke, significaba no que cada persona fuese Iibre de hacer óptica nacionalista (y, a menudo, xenófoba), casi todas Ias e1emásna-
10 que deseara, sino «Ia posesión de una regIa de conducta vigente, ciones de Ia Tierra eran pueblos «esclavizados» (por el papismo, Ia
común para todos Ios miembros de esa sociedad y cuya elaboración tiranía o Ia barbarie). «Libertad [...] en ningún otro lugar florecerá
ha corrido a cargo delpoder Iegislativo». Tal como sugiere Ia for- -escribió el poetaJohn Dryden-. Libertad, prerrogativa privativa
mulación de Locke, Ia libertad -en su forma civiI- dependía de Ia del súbdito inglés». Los británicos no encontraban contradicción
obediencia a Ia Iey, siempre y cuando Ios textos Iegales fuesen pro- alguna en autoproclamarse ciudadanos de un país de libertad pre-
mulgados por representantes electos y no fueran aplicados de forma cisamente cuando los navíos británicos transportaban millones de
arbitraria. Ahí estribaba Ia esencia misma de Ia idea británica de li- africanos hacia Ia esclavituel en el Nuevo Mundo. «Los britânicos
bertad, elemento central del pensarniento social y político a ambos nunca, nunca, nunca serán esclavos», rezaba Ia popular canción «Rule,
lados deI Atlántico. Hasta Ia década de 1770, Ia mayoría de Ios colo- Britannia». Lo que en ella no se decía era que Ios britânicos no pudie-
nos estaban convencidos de formar parte del sistema político más ran poseer esclavos, pues durante Ia mayor parte deI siglo XVIII, casi
libre jamás conocido por Ia humanidad.s naelie creía que Ios africanos estuvieran facultados para gozar de los
En eI siglo XVIII, Ia «tradición inventada» del inglés nacido libre derechos de Ios ingleses varones.?
había pasado ya a constituir un elemento central de Ia cultura políti- La libertad británica tampoco era incompatible con una extensa
ca angloamericana y un pilar fundamental en Ia conciencia nacional arnplitud de grados de libertad personaI en Ia propia metrópoli: una
que por entonces se estaba consolidando en Gran Bretafía. Por de- ciedad jerárquica y aristocrática con una «nación política» res-
finición, Ia nación británica era una comunidad de individuos libres Tingida (Ia formada por quienes tenían derecho a votar y a ser ele-
y su pasado consistia en una «história de libertad». La creencia de idos para cargos públicos). Las protecciones e1eIderecho consuetu-
que Ia libertad era Ia herencia común de todos Ios británicos y que . linario regían para todos, pero Ios requisitos de propiedad y otras
su imperio era su único depositario mundial había contribuido a le- . ndiciones para el ejercicio del sufragio limitaban el electorado
gitimar Ia colonización de América del Norte. Posteriormente sir- dieciochesco a menos del 5 por 100 de Ia población masculina adul-
, '
vió también para caracterizar Ias guerras imperiales contra Ias cató- ta. (EI «derecho ele magistratura», según escribió ]oseph Priestley
licas Francia y Espana como Iuchas entre Ia libertad y Ia tiranía, una n su Essay on the First Principies of Government [1768], no era im-
definición muy difundida tanto en Ias colonias como en Ia madre I r scindible para Ia libertad británica. Los hombres «pueden gozar
patria. La libertad británica exaltaba el imperio de Ia Iey, eI derecho I libertad civil, pero no política».) EI derecho británico tampoco
a vivir conforme a Ia Iegislación a Ia que Ia propia comunidad del . ncebía a Ias trabajadores dependi entes como sujetos plenamente
individuo había dado su consentimiento, Ias restricciones al ejerci- libres. Las Ieyes contra vagos y maleantes castigaban a quienes no
cio arbitrario de Ia autoridad política, y ciertos derechos, como eI de lispusieran de medios visibles ele autosostenimiento, Ias leyes de
los juicios con jurado, consagrados en el derecho consuetudinario. fiores y siervos» exigían aIos empleados una obediencia estricta
Guardaba una identificación estrecha con Ia religión protestante y sus empleadores y Ios incumpliInientos de Ias contratos Iaborales
se Ia invocaba con particular estridencia cuando se pretendía acen- irnn considerados delitos penales y castigados como tales. La mis-
tuar el contraste entre Ios británicos y Ios súbditos «serviles» de los m: armada cuyo dominio de Ios mares protegía Ia Iibertad de Ia
países católicos.' 11::l i n frente aI dominio extranjero estaba formada por marinos
Ni que decir tiene que Ia idea de Iibertad como condición natu- 11)1" sad p r destacamentos de enganche en Ias calles de Londres y
ral de Ia humanidad no era para nada e1esconocida en una naci6n que I.iv 'rp< 01. En esc S .ntid ,Ia libertad britânica era descendi ente di-
había producido obras s ricas 0111 Ias d john Milton y john L Ice. I" 'tn I, unu int .rpr 'to 'i li) d . la lib .rtad derivada de Ia Edad Media,

lI)
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cuando por «libertades» se entendían una serie de privilegios for- mismo tiempo, Ias limitaciones ai ejercicio de Ia autoridad política
males, como el autogobierno o Ia exención fiscal concedidos a gru- eran un rasgo central de Ia libertad británica. Existia Ia creencia ge-
pos particulares por contrato, estatuto o decreto real. Sólo quienes neralizada de que el poder y Ia libertad eran mutuos antagonistas
gozaban de Ia «libertad de Ia ciudad», por ejemplo, podían dedi- naturales, y, con su equilibrada constitución y con el principio de
carse a ciertas actividades económicas. Esta concepción medieval que ningún hombre (ni siquiera el rey) estaba por encima de Ia ley,
de Ia libertad presuponía Ia presencia de un mundo jerárquico en Ias británicos aseguraban haber disefiado los mejores medios posi-
el que apenas existian los derechos individuales tal como los enten- bles con los que impedir el absolutismo político. Estas ideas echa-
demos en el sentido moderno, y en el que unas clases sociales disfru- ron profundas raíces no sólo en Ia nación política, sino también de
taban de privilegios políticos y económicos negados a otras. Algunos forma mucho más generalizada, en Ia sociedad británica en su con-
ecos de esa vieja noción restringida de libertad sobrevivían aún en junto. Los trabajadores dependientes, los marineros y los artes anos
aquella Norteamérica temprana (por ejemplo, en Ia norma de Ia ciu- utilizaban tan insistentemente ellenguaje de Ia libertad británica y
dad de Nueva York que limitaba el derecho a trabajar en determina- de los derechos emanados dei derecho consuetudinario anglosajón
dos oficios a aquellos que estuvieran en posesión dei estatus legal de orno los panfletistas y los parlamentarios. En el siglo XVIII, Ia cate-
«hombre libre»). 7 oría de Ia persona libre había dejado de ser un simple estatus legal
Cualesquiera que fueran sus limitaciones y exclusiones, sería im- (como fue en tiempos medievales) para convertirse en un poderoso
posible, tal como escribe el historiador Gordon Wood, «exagerar el lemento de Ia ideologia popular. A ambas orillas dei Atlántico, Ia
grado en que los ingleses dei siglo XVIII se deleitaban en su reputa- libertad se erigió en el «grito de guerra de los insurrectos». Las fre-
ción mundial de libertad», un comentario tan aplicable a Ias colonias uentes acciones multitudinarias de protesta contra Ias violaciones
norteamericanas como a Ia madre patria. Era posible incluso (si así de derechos tradicionales dieron expresión concreta a Ia definición de
se deseaba) subdividir Ia libertad británica en Ias partes de Ias que se «libertad» como resistencia frente a Ia tiranía. «Somos hombres li-
componía, algo a 10 que numerosos autores de Ia época se mostraron I r s -súbditos británicos- no esclavos de nacimiento», rezaba
proclives. Así, Ia libertad política significaba el, derecho a participar uno de los lemas movilizadores de los llamados «reguladores», que
en los asuntos públicos; Ia libertad civil, Ia protección de Ia persona protestaban contra Ia infrarrepresentación de los asentamientos oc-
y Ia propiedad propias frente a Ia invasión dei gobierno; Ia libertad .identales en Ia asamblea legislativa de Carolina dei Sur durante Ia
personal, conciencia y movimiento emancipados; Ia libertad religio- li cada de 1760.9
sa, el derecho de los protestantes a ejercer su culto como mejor les Esta tensión entre Ia libertad como poder para participar en los
pareciera. Pero el todo sobrepasaba a Ia suma de esas partes. La li- 1. untos públicos y Ia libertad como conjunto de derechos individua-
bertad británica era, a un tiempo, un conjunto de derechos concre- I s que precisaban de protección frente a Ia interferencia gubema-
tos, una característica nacional y un estado de ánimo. Tan ubicuo y m ntal nos ayuda a definir Ia diferencia entre dos lenguajes políticos
proteico era aquel concepto que sus elementos constituyentes (que, distintos que florecieron en el mundo angloamericano. Uno de
en épocas posteriores, se nos antojarían incongruentes entre sí) 10- 11 s, que los académicos han bautizado con el nombre de «republi-
graban coexistir entonces sin mayores problemas." mnismo» (aunque pocos eran los que en Ia Inglaterra del siglo XVIII
La libertad británica, por ejemplo, incorporaba diversas actitu- usaban esa palabra, pues evocaba recuerdos de Ia época en Ia que
des contradictorias ante el poder político. Por una parte, el desarro- •. rio T fue decapitado), elogiaba Ia participación activa en Ia vida pú-
110 histórico de Ia idea resultaba inseparable dei auge dei Estado- hli 0, levada a Ia cate oría d n ia de Ia libertad. Heredero de un
nación y alcanzó su apoteosis precisamente cuando Gran Bretafia li! nj i qu e remoi mhn n 11\ ), lor .n ia rena ntista e incluso a Ia·
emergió como I~ pot n ia irnp rial más d sta .ada d I mundo. AJ 111i~ü xlnd lási 'U, ·11' -puhlicn: iS1l10 sos: .nía ql1 ,r r su naturale-
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za como ser social, el hombre lograba alcanzar su máximo grado de luntad. La Libertad a Ia que me refiero es Ia libertad social». Pero es
realización cuando dejaba a un lado su interés particular para procu- fácil comprender el atractivo del liberalismo en el jerárquico mundo
rar el bien común. La libertad republicana podía ser expansiva y atlántico del siglo XVIII: llamaba a cuestionar todos los privilegios
democrática, como ocurría cuando hacía referencia a los derechos legales y Ias disposiciones gubernamentales que dificultaban el pro-
compartidos por el conjunto de Ia comunidad. Pero también evi- greso individual, desde Ias prerrogativas económicas de Ias grandes
denciaba una dimensión excluyente, basada en Ia clase social, cuan- ompafiías concesionarias a Ia intolerancia religiosa legalizada. Y
do daba por sentado que sólo los ciudadanos que eran duefios de esde su punto mismo de partida (el de que Ias personas poseían
propiedades poseían aquella cualidad conocida como «virtud», en- derechos naturales que ningún gobierno podía vulnerar), ellibera-
tendida en el siglo XVIII no sólo como una característica personal y li mo abría Ia puerta a quienes se hallaban privados de derechos, a
moral, sino también como una disposición a supeditar Ias pasiones I~ mujeres e, incluso, a los esclavos para que pusieran en entredi-
y los deseos privados aI bien público. «Sólo un pueblo virtuoso es ho Ias limitaciones que pesaban sobre su propia libertad."
capaz de ser libre», escribió Benjamin Franklin." AI final, elliberalismo y el republicanismo acabarían siendo vis-
Si Ia libertad republicana era una cualidad cívica y social, sólo al t s como concepciones alternativas y contradictorias de Ia libertado
alcance de los ciudadanos de un «Estado libre» (regido conforme al I ro en el siglo XVIII, sus respectivos lenguajes se solapaban y, a
consentimiento de los gobernados), Ia libertad exaltada por ellibe- 11 cnudo, se reforzaban mutuamente. Muchos líderes de Ia Indepen-
ralismo del siglo XVIII era esencialmente individual y privada. Según I ncia estadounidense se nos antojan, a nuestro parecer contempo-
John Locke, padre fundador del liberalismo moderno, el gobierno rnneo, simultáneamente republicanos (por su interés por el bien
se instaura para asegurar «Ia vida, Ias libertades y Ias propiedades», público y por Ias obligaciones de los ciudadanos para con el sistema
que constituyen los derechos naturales de todos los hombres, y debe I gobierno) y liberales (por su preocupación por los derechos indi-
limitarse fundamentalmente a tal tarea. Para Lecke y sus discípulos viduales). Ambas ideologías políticas podían inspirar un compromi-
del siglo XVIII, Ia libertad no significaba participación cívica, sino con el gobierno constitucional, con Ia libertad de expresión y de
autonomía personal: «no estar sometido a lavoluntad inconstante, I iligión, y con Ia limitación deI poder arbitrario. Ambas ponían es-

incierta, desconocida y arbitraria de otro hombre». La protección p ial énfasis en Ia seguridad de Ia propiedad como fundamento de
de Ia libertad exigía el blindaje de un determinado espacio de vida I. libertado Además, Ia influencia omnipresente de Ia moral protes-
privada e intereses personales (que contenía, entre otros elementos, tnn atenuaba 10 que, posteriormente, se conocería como el amora-
Ias relaciones familiares, Ias preferencias religiosas y Ia actividad llsrno del liberalismo.
económica) frente a Ia intervención del Estado. El bien público no Lo cierto es que, en Ia era colonial, Ia «libertad» servía de punto
era tanto un ideal que el gobierno tuviera que procurar consciente- 11, ncuentro entre Ias interpretaciones liberal y republicana del go-
mente como el resultado del empeno de los individuos libres por I j .rno y Ia sociedad. No parecía existir necesariamente ninguna
materializar sus múltiples ambiciones privadas. Il I' intradicción entre Ia libertad personal elemental para elliberalis-
Elliberalismo, como bien dice el historiador Pierre Manent, es- 1110 y Ia libertad pública de Ia tradición republicana. Por otra parte,

cindió al «ciudadano» del «hornbre», y separó el terreno político de t " , pronunciaran desde una perspectiva liberal, republicana o una
Ia vida del social. Sus críticos 10 calificaron de mera excusa para el rnmbinación de ambas, Ia mayoría de 10s comentaristas de entonces
egoísmo y Ia ausencia de mentalidad cívica. «La libertad [...] que me I 1111 Ian que sólo había unos determinados tipos de personas que
fascina -proclamó Edmund Burke- no es Ia Libertad solitaria, 111 run pl nam ntc capaccs de gozar de los beneficios de Ia libertad

desconectada, individual y eg ísta, orno si t d l Iornbre tuviera d 'j r r sus d rcch S. A ambos lacl s del Atlántico era todo un
que regular el onjunto d r su iondu .ta cn fun 'i)1 de su propia v - I omn cI ,I P msn 111i 'lHO polít] 'O afirmar qu Ias p rsonas depen-
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dientes carecían de voluntad propia y, por Ia tanto, eran incapaces desde Ias primeros días de Ia era colonial, fueron muchos Ias emi-
de participar en Ias asuntos públicos. La libertad, escribió el influ- grantes que partieron hacia allí desde Gran Bretafia y el Conti-
yente teórico político Richard Price, descansaba sobre «una idea nente atraídos por Ia promesa de que el Nuevo Mundo significaría
general [...] Ia idea de Ia autodirección o el autogobierno». Quienes no una liberación con respecto a Ias desigualdades económicas y Ia de-
controlaban su propia vida no debían contar con voz ni con voto en pendencia que tan extendidas estaban en el Viejo Mundo. Apenas
el gobierno del Estado. La libertad política exigía independencia lesembarcar en Jamestown en 1607, John Smith sefialó que, en
económica. '3 América, «todo hombre puede ser amo y sefior de su propio trabajo
La propiedad, por 10 tanto, estaba «entretejida» con Ias concep- y de su propia tierra». Durante toda Ia era colonial, Ia mayoría de
ciones dieciochescas de libertad, como el editor neoyorquino John I s inmigrantes libres vivieron con Ia expectativa de adquirir una
Peter Zenger afirmó en 1735. La independencia que se derivaba de nutonomía económica, una previsión favorecida por una literatura
Ia propiedad era una base indispensable de ia libertado EI diccionario promocional que atraía a Ias colonos publicitando una imagen del
del doctor Samuel Johnson definía el vocablo «independencia» Nuevo Mundo como lugar de excepcionales oportunidades para Ia
como «libertad», yThomasJefferson insistia en que Ia dependencia idquisición de propiedades. Las ilusiones de libertad que los emi-
«engendra sumisión y venalidad, ahoga el germen de Ia virtud, y rrantes llevaban consigo a Ia América colonial siempre incluían Ia
prepara instrumentos adecuados a Ias designios de Ia ambición». De promesa de Ia independencia económica y Ia posibilidad de transmi-
ahí Ia ubicuidad del requisito de unos niveles mínimos de propiedad tir algunos bienes raíces aios descendientes. '5
para acceder al voto en Gran Bretafia y Ias colonias. La «verdadera Definir Ia libertad en términos de independencia económica
razón» de tales condiciones previas, según explicó sir William 'i nificaba establecer una marca da línea de separación entre Ias ela-
Blackstone en sus Commentaries on the Laws ofEngland (1765-1769), s capaces de gozar plenamente de sus beneficias y Ias que no 10
era que Ias hombres sin propiedades caerían inevitablemente «bajo .ran. En el siglo XVIII, Ia autonomía económica estaba fuera dei
el dominio inmediato de otros». Desprovistos de voluntad propia, II ance de Ia mayoría de Ias británicos. Atendiendo a ese mismo
sus votos pondrían en peligro Ia «libertad general». No sólo Ia de- -riterío, ni siquiera en Ia Norteamérica colonial había una mayoría
pendencia personal (como en el caso de un sirviente doméstico), I Ia población que fuese realmente libre. En ausencia de una aris-
sino también el trabajo asalariado eran situaciones de dudosa repu- rocracia hereditaria como Ia presente en Inglaterra, Ias colonos se
tación según el cri teria de una amplia mayoría de comentaristas. En 11 rgullecían de no tener «rango alguno por encima del de hombre
Ia Inglaterra de Ias siglas XVII y XVIII, era habitual relacionar Ia mano libre». Pero eran muchos los niveles existentes por debajo de este
de obra asalariada con el servilismo y Ia pérdida de libertad; sólo último. EI media millón de esclavos que trabajaban en Ias colonias
quienes controlaban su propia fuerza de trabajo podían ser conside- 'ontinentales en vísperas de Ia independencia se mantenían obvia-
rados plenamente libres. Las baladas y Ias cuentos populares britá- 111 nte al margen del círculo de Ias personas libres. Las mujeres li-
nicos de Ia época idealizaban Ias figuras de los vagabundos, Ias gita- 1)1' 'S, cuya identidad cívica quedaba subsumida dentro de Ia de sus

nos, Ias salteadores de caminos e incluso Ias mendigos, que eran padres y esposos, y que no tenían derecho legal alguno a su propio
tenidos por personas más Iibres que quienes trabajaban a cambio de t rnbajo, apenas contaban con oportunidades de autonomía econó-
un sueldo. Aún tendrían que pasar muchos afias antes de que Ia idea IlIi .a. Adernás, Ias hombres consideraban a Ias mujeres deficitarias
de que el trabajo asalariado era perfectamente compatible con Ia li- n .uanto a racionalidad, valentia y capacidael ele autoeletermina-
bertad auténtica obtuviese una amplia aceptación popular. '4 d n '11 cneral: cualidad 'S ncccsarias en toelo ciueladano animado
Los planes de colonización de Ia Nortearnérica britânica pre- fiO I' ,I .spfritu I, 10 púhli 'o. I':n 'I íond , cl ideal de Ia independencia
veían reproducir allí Ia estru tura j .rárqui '3 d 'I pnís d . ori r '11. E ro tuhn d .Iinido '11 ]>111'\ ' por ,I '11 .ro: ya fu '1':1 .n Jo C nómico o
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en 10 político, Ia autonomía era un rasgo masculino, y Ia dependen- La presencia predominante de tantos trabajadores que no alcan-
cia, el estado natural de Ias mujeres." zaban a ser realmente libres servía para sustentar Ia también exten-
Pero a veces se olvida que, incluso entre Ia población masculina dida realidad de Ia independencia (y, en consecuencia, Ia libertad)
blanca de Ia Norteamérica colonial, convivían múltiples variedades económica de los hombres que eran propietarios y cabezas de fami-
de libertad parcial, entre Ias que se incluían Ias de Ias siervos por lia. El caso más evidente era el de los hacendados duefios de escla-
contrato, Ias aprendices, los empleados domésticos, los reos depor- vos, que ya desde un primer momento equipararon Ia libertad con
tados y Ias marineros reclutados contra su voluntad para servir en Ia su propia condición de amos, pero también se podía decir 10 mismo
Armada Real británica. La libertad en Ia Norteamérica colonial se de los innumerables artes anos afincados en Ias ciudades del Norte
presentaba como un continuo que iba desde el esclavo -despojado que eran propietarios de uno o dos esclavos y que tenían también a
de todo derecho- hasta el propietario independiente, y era muy su servi cio a varios siervos y aprendices. (En Ia ciudad de Nueva
posible que, a 10 largo de su vida, un solo individuo ocupara más de York y en Filadelfia, los artesanos y los comerciantes, habituados a
una posición en ese espectro. Los contratos de trabajo con los que el vanagloriarse de su propia independencia, constituían el grupo do-
empleado aceptaba una especie de servidumbre por contrato bilate- minante entre los propietarios de esclavos.) Y Ia tan celebrada inde-
ral (renunciando voluntariamente a su libertad durante un período pendencia deI pequeno propietario rural dependía en considerable
determinado) para pagar una deuda previamente contraída supusie- medida del trabajo de Ias mujeres dependientes. Ese dicho popular
ron el grueso de Ia mano de obra no esclava a 10 largo de Ia era co- que recuerda que «el trabajo de Ias mujeres no termina nunca» era
lonial. Incluso en fechas tan tardías como Ia década de 1770, casi Ia literalmente cierto: cocinar, limpiar, coser y ayudar en Ias tareas
mitad de los inmigrantes que llegaban a Norteamérica procedentes agrícolas eran labores que realizaban Ias esposas y Ias hijas de los
de Inglaterra y Escocia suscribían contratos laborales que los liga- granjeros y que solían marcar Ia diferencia entre Ia autosuficiencia y
ban durante un período preestablecido a cambio de que su emplea- Ia dependencia económica. En Ia econornía de base doméstica de Ia
dor les sufragase Ia travesía transatlántica. Estos siervos por contrato Norteamérica colonial, Ia autonornía se fundamentaba en el control
bilateral solían trabajar en los campos de cultivo junto aIos esclavos. obre otras personas. «Libertad y dependencia -escribió el jurista
AI igual que estos últimos, los siervos podían ser comprados yvendi- de PensilvaniaJames Wilson en 1774- [eran] términos opuestos e
dos, y estaban sometidos a castigos corporales, además, su obligación irreconciliables». Pero Wilson olvidó sefialar que, puesto que el
de cumplir con los deberes adquiridos (su «desempeno específico», hombre libre era (por definición) amo de una casa familiar, libertad
según Ia terminología legal) estaba respaldada por los tribunales de y dependencia también estaban inextricablemente ligadas. 18
justicia. «Muchos negros son usados de mejor modo», se quejaba EI siglo XVIII fue un momento de acentuación de Ia estratifica-
una sierva de ese tipo en 1756. Según su testimonio, a ella Ia obli- i6n social en Ia N orteamérica colonial y de ascenso de una alta
gaban a trabajar «día y noche [...] y luego [Ia] ataban y azotaban». I urguesía adinerada que ejercía un dominio creciente sobre Ias ins-
Pero, lógicamente, a diferencia de los esclavos, los siervos por con- ituciones civiles, religiosas y económicas, y que exigía un trato de-
trato podían mirar hacia el futuro con Ia esperanza de verse libres de r r nte de sus inferiores sociales. Pese a ello, en tiempos de Ia lnde-
su servidumbre después de un tiempo. Si sobrevivían a ese período p ndencia, la mayoría de Ia población masculina no esclava estaba
de duros trabajos (cosa que muchos no lograron en los primeros r irrnada por agricultores que eran propietarios de sus propias tie-
tiempos), los siervos eran liberados de toda dependencia y recibían rras. Dado que Ias explotaciones de carácter familiar constituían to-
«derechos de libertad». Los siervos por contrato, como bien co- dnvía cl centro de Ia pr ducción económica, los no propietarios su-
mentó un juez de Pensilvania en 1793, o upaban «una atcgoría in- pon an una pr porción uún mas rcducida de Ia población que en
termedia entre los sclav s y I S hornhr S lihr 'S '7 :1':111 Br 'ta ['I, y 'ltnll)lljo nsulnrindo .ra mu ho meno prevalente.

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LA HISTORIA DE LA LIBERTAD EN EE.UU. EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE

Entre Ia población libre, Ia propiedad estaba repartida de forma más hubo otra palabra que se invocara con mayor frecuencia, aunque
amplia que en ningún país europeo. En Ia Norteamérica colonial, rara vez fuera objeto de una definición precisa. Había árboles de Ia
según ha escrito una reputada historiadora, vivían «miles y miles de libertad, mástiles de Ia libertad, Hijos e Rijas de Ia Libertad, y un
los individuos más libres que el mundo occidental jamás haya cono- desfile sin fin de panfletos con títulos como «Un carro de libertad»
cido».'? o «Alocución sobre Ias hermosas bondades de Ia Libertad» (este úl-
Así pues, Ia aversión a Ia dependencia personal y Ia equiparación timo, un sermón pronunciado por Joseph Allen en Boston en 1772,
de Ia libertad con Ia autonomía adquirieron una profunda raigambre se convertiría en el discurso público más popular de los anos pre-
en Ia Norteamérica británica no sólo como parte de una herencia vios a Ia independencia). Medidas británicas como Ia aprobación de
ideológica, sino también porque esas ideas concordaban con una Ia Ley del Timbre en I765 fueron acogidas a 10 largo y ancho de Ia
realidad social: el amplio reparto de Ia propiedad productiva que geografia colonial con Ia escenificación de funerales por Ia libertad
hacía que un gran número de colonos experimentaran, cuando me- cuidadosamente coreografiados en los que un ataúd era portado a
nos, un pequeno nivel de independencia económica. Lo que el ensa- hombros hasta un cementerio, pero del que finalmente acababa sur-
yista francés Hector St. John Crêvecoeur identificó en 1782 como giendo su ocupante, milagrosamente resucitado en el último mo-
sello distintivo de Ia sociedad norte americana -su «agradable pai- mento (10 que Ia multitud allí congregada cele braba retirándose a
saje uniforme de competencia honrada»- conformaría Ia base ma- continuación a una taberna cercana). La libertad era algo más que
terial para Ia posterior definición de Estados Unidos como «repú- una idea para quienes se resistían a Ia autoridad británica: era una
blica de productores», así como para el corolario de ésta: que Ia pasión. Algunos hombres bien conocidos por su sobriedad hablaban
amplia extensión de Ia condición de propietario -era Ia precondición en tono de vehemente deseo de los «dulces placeres de Ia libertad».
social de Ia libertad." La idea misma de libertad pasó a encarnar toda clase de esperanzas
y expectativas. Según comentó un emigrante británico al arribar a
tas costas de Maryland a comienzos de I 77 5, «están todos enio que-
DEMOCRATIZACIÓN DE LA LIBERTAD idos de libertad»."
Los norteamericanos de Ia época de Ia Independencia no se ha-
Caracterizada por un extenso reparto de Ia propiedad (y, por 10 tan- ían propuesto inicialmente transformar los derechos de los ingleses
to, por una vida política ampliamente participativa), por Ia debilidad n los derechos del hombre. La primera carta colonial -Ia de Vir-
del poder aristocrático y por unas iglesias oficiales mucho menos inia, de I606- había concedido a los colonos Ias mismas «liberta-
poderosas que Ias británicas, Ia N orteamérica colonial era una socie- 1 ,licencias e inmunidades» que aquellas con Ias que habrían con-
dad dotada de un considerable potencial democrático. Pero fue ne- tado si hubieran residido «en nuestro reino de Inglaterra». Y siglo y
cesaria Ia lucha independentista para transformar esta sociedad no m dio después, los colonos americanos eran partícipes de Ia intensi-
ya en un sistema político republicano sin monarca, sino en una na- fi ación del nacionalismo británico que entonces se vivía, y habían
ción que consagrase Ia igualdad y Ias oportunidades como sus razo- r 'afirmado su lealtad al rey y a Ia Constitución. La resistencia a Ias
nes de ser, y que se enorgulleciera de proclamarse asilo de Ia libertad I n .didas recaudatorias británicas de Ia década de I760 empezó con
para toda Ia humanidad. La revolución de Ia Independencia estado- I1l1a invocación de 10s «derechos» de los norte americanos «como
unidense desató una serie de debates públicos y de luchas políticas y úhditos britânicos» que eran dentro del marco establecido por Ia
sociales que democratizaron el concepto de libertado ;( I1SlilUi n de ran Bretafía, «Ia mejor que jamás haya existido
El bando estadounidense libró Ia guerra de Indcpendencia en nu' , los homhr 'S >. AI prin .ipi ,Ia oposición a Ias políticas impe-
nombre de ta lib rtad. En 'S' iarnino ha ia hl s 'para 'ió" políti ':I, no 1111 s np ,I) ;1 prin .ipio hrit: ni ' )s cl ' larga tradi i n (como el de Ia

H I)
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no imposición de tributos sin previa representación o el de los jui- marzo de 1775, todavía se podía oír a Edmund Burke asegurar en el
cios con jurado) y empleó modalidades de resistencia bien conocidas parlamento británico que los colonos estaban dedicados no a Ia «li-
desde hacía tiempo en Ia madre patria: desde Ias peticiones y los bertad en abstracto», sino a una «Iibertad conforme a Ias ideas y a
panfletos hasta Ias actividades multitudinarias. Las medidas británi- los principios ingleses». Pero Ia profundización de Ia crisis impulsó
cas de aquella década (como Ia Ley dei Timbre, Ia Ley de Acuarte- inevitablemente a los americanos a fundar sus reivindicaciones so-
lamiento y los llamados Impuestos Townshend) fueron atacadas en bre eI vocabulario (más abstracto) de los derechos naturales y Ia li-
ocasiones aludiendo a Ia existencia previa de unos derechos natura- bertad universal. Fusionando Ia fe evangélica en el Nuevo Mundo
les, pero con mucha mayor frecuencia fueron critica das en nombre como futura sede de Ia «libertad perfecta» con Ia imagen secular de
de los «derechos y privilegios de losingleses nacidos libres», entre un Viejo Mundo sumido en Ia disipación y eI autoritarismo arbitra-
los que se citaban, sobre todo, Ia libertad frente a Ia arbitrariedad rio, Ia idea de Ia libertad británica fue transformada en un conjunto
gubernamental, Ia seguridad de Ia propiedad, y el derecho a vivir en de derechos universales y Estados Unidos, en un santuario de liber-
una comunidad política cuyas leyes contaran con eI consentimiento ad para toda Ia humanidad. No deja de resultar irónico que fuera un
del pueblo, manifestado a través de los representantes de éste. Aún emigrante de clase baja inglesa, que acababa de llegar a América en
en 1774, Ias invocaciones a Ia ley natural solían combinarse con una 774, quien captara de lleno esa imponente visión dei significado
mezcolanza de otras formas de reivindicación de Ia libertad, como de Ia independencia. Fue Thomas Paine quien proclamó en enero de
ocurría con los «Derechos antiguos, constitucionales y concedidos 776 en El sentido común (eI panfleto más leído de Ia época) 10 si-
por Carta Real» que invocaron los habitantes de Virginia. Ese mis- iente:
mo afio, el primer Congreso Continental defendió sus acciones ape-
lando aios «princípios de Ia constitución inglesa» y a Ias «libertades h, vosotros que amáis a Ia humanidad [...] dad un paso al frente! Todos
[...] de unos súbditos libres y naturales del territorio soberano del I 5 rincones dei viejo mundo están invadidos por Ia opresión. La libertad ha
reino de Inglaterra»." ido perseguida en todo el globo. Asia y África Ia expulsaron de su seno hace
Sin embargo, a medida que eI conflicto se ,fue profundizando, mucho tiempo. Para Europa no es más que una extrafia e Inglaterra le ha
los líderes coloniales pasaron a interpretar Ias políticas de Ia metró- dado ya aviso para que se vaya. [Acoged, oh, a Ia fugitiva y preparadle a
poli como parte de una inmensa conspiración dirigida a destruir Ia ti mpo un asilo para toda Ia humanidadl+
libertad de Norteamérica y empezaron a entender su propia resis-
tencia como algo más que una sim pie revuelta con motivo de una I' rito, como explicó más tarde el propio Paine, para ayudar aios
legislación determinada: su lucha se había convertido en un episodio h mbres «a ser libres», El sentido común anunciaba una profecía de Ia
de un conflicto global entre libertad y despotismo. Las llamadas Le- 11 I surgiría Ia idea decimonónica de Estados Unidos como «impe-
yes Intolerables de 1774, que ordenaban Ia suspensión del parla- t i de libertad». Libre de Ias cargas institucionales -monarquía,
mento de Massachusetts y el cierre del puerto de Boston, represen- Il'j ocracia, privilegios heredados- que oprimían a los puebIos dei
taban el estadio final de ese plan británico de «esclavización de Ias 1 j Mundo, América (y sólo América) era eIlugar en eI que podía
colonias». A partir de ese momento, el derecho a resistir frente a Ia 'h:11' raíces eI principio de Ia libertad universal. Seis meses después,
autoridad arbitraria y Ia identificación de Ia libertad con Ia causa de 111 I laración de Independencia legitimaría Ia rebeIión estadouni-
Dios -tan hondamente arraigados gracias a Ias luchas imperiales dt·ns n s610 invocando los esfuerzos británicos por instaurar una
del siglo XVIlI- fueron invocados ontra Ia pr pia ran Bretafía." I irnnía ab lutista» obre Ias colonias, sino haciendo también refe-
La llegada de Ia ind p n I 11 ia volvi irr ,I vant '11 Nort amé- I ti 'io o Ios dcre hos naturalcs inalienables de Ia humanidad, entre
rica Ia noción d los cI 'I"' 'hos d - los ing'1 'S li 1111+dos '., lib irtncl. En 10 (]U' 10 lil irtnd S )10 .rn sup "'fl Ia cn rango por Ia vida misma. En

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Ia Declaración, eran «Ias leyes de Ia naturaleza y el Dios de esa na-


turaleza», y no Ia constitución británica ni Ia herencia deI inglés
nacido libre, los que justificaban Ia independencia. La idea de liber-
tad como derecho natural se convirtió en un lema de llamamiento
a Ia revolución, un criterio con el que juzgar Ias instituciones exis-
tentes y una justificación para su derrocamiento. La libertad había
dejado de ser un conjunto de derechos concretos o un privilegio
reservado a un cuerpo colectivo de personas en unas circunstancias
ociales específicas, para convertirse en un derecho universal y abier-
to. Y Ia contradicción entre el ideal de libertad universal y Ia realidad
de una sociedad acuciada por Ias desigualdades afectaría a Ia vida
pública estadounidense durante Ia Independencia y mucho tiempo
después."
Así pues, de igual modo que Ias raíces de Ia libertad estadouni-
dense residen en Ias tradiciones de Ia libertad cristiana y del inglés
nacido libre, su transformación en una ideología nueva y distinta
surgió de Ia lucha por Ia independencia y de Ia creación de un Esta-
d nacional que se definió a sí mismo, en palabras de] ames Madi-
s n, como el «taller de Ia libertad para el Mundo Civilizado». En
a «república de Ia mente», por tomar prestada una expresión de
usseau, tanto una nueva historia nacional recién inventada como
,I upuesto destino atribuido a esa nación giraron en torno a Ia idea
ti i Iibertad. «Nuestros antepasados -escribió ]efferson en I775-
li jaron su tierra natal para buscar en estas costas un hogar para Ia
lib rtad civil y religiosa», una manera inspiradora (aunque un tanto
limitada) de explicar los numerosos motivos que llevaron a los colo-
1l0S hasta América. En cuanto al futuro, el conmovedor comentario
11 aine en El sentido común (<<disponemos del poder de recomenzar
A ambos lados del Atlántico, el gorro de Ia libertad simbolizaba el derecho 1·1 rnundo») era representativo de un modo de entender Ia Indepen-
al autogobierno y, en general, a Ia libertad individual. En un .grab~do de 11 ncia estadounidense como un acontecimiento de trascendental
Paul Revere (arriba), publicado en I 770 en Ia Boston Gazette, Britannia apa- 1111\ rtancia histórica, una idea reiterada en innumerables sermo-
rece sentada con el gorro y el escudo nacional, denotando Ia identificación 11 s, tratados políticos y artículos periodísticos de Ia época. Desde el
que por entonces se hacía de Ia libertad con Ia tradición deI ~<inglésn~cido jll in ipio, Ia devoción por Ia libertad constituyó Ia esencia del nacio-
libre». Cinco anos más tarde, en Ia portada de Ia Pennsyluania Magazme, Ia
11 ilism nortearnericano."
libertad se había americanizado. EI escudo rnuestra el blasón de Ia colonia
Adcmás de constituir un contundente rechazo de Ia autoridad
y Ia figura femenina está rodeada ele armas eI h1 lu hn parrióti n, inc1,uiclo
IUI\> irial, Ia rcvolución in I .pcn lcntista tarnbién hizo que se cuestio-
un saco de cartuchos colgado d un :lrbol y marcado '011 Ia pnl:1hra «hbcr-
11\1':111 istru ruras d . pod 'I' h 'I' xladas ')) Ia propia N rtearnérica. La
tad». (Socicdnd r fislÓl'i ':1 d ' Chi 'n~(); So ,i 'dnd ÂII!Í '1I1I1'i1lÂIl1 'l'i(,:1I1:1.)
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Nos ~an dicho que nuestra lucha ha aflojado Ias ataduras del gobierno p
revolución real, según escribió Paine, fue intelectual: «Vemos con
doquier: que 10s hijos y 10s aprendices se han vuelto desobedientes quer
otros ojos, oímos con otros oídos y pensamos ideas distintas de como
escu~las y Ias ~niversidades son hoy más turbulentas, que los índios ha~
10 hacíamos anteriormente». En su repudio de Ia corona y del prin- desairado a qU1enes los custodian y que los negros son ahora más insolente
cipio de Ia aristocracia hereditaria, muchos norte americanos mos- con sus amos. s
traban igualmente su repulsa ante Ia idea misma de Ia desigualdad
humana y Ia sociedad de los privilegios, Ias influencias y el estatus ~a,raJo~ Aelams, aquel vendaval igualitario (incluida Ia reivindica-
inamovible que aquellas venerables tradiciones encarnaban. La na- 10n de hbertad política formulada por su esposa) suponía una afren-
turalidad aparente con Ia que J efferson afirmó en Ia Declaración ta contra el orden natural de Ias cosas."
«que todos los hombres son creados iguales» anunciaba un princi- AI final, Ia Independencia no pus o fin a Ia obediencia que 10 s
pio verdaderamente radical cuyas implicaciones nadie fue capaz de v~~ones cabezas de farnilia estaban facultados a exigir de sus esposas
prever en su totalidad. En Ia América deI Norte británica, se creía IUJo~,e~pleados y esclavos. Pero para los hombres 1ibres, Ia demo~
que el buen orden de una sociedad dependía de Ia obediencia a Ia IratlZaCl~n de Ia libertad fue espectacular, y en ningún otro ámbito
autoridad, es decir, deI poder de los gobernantes sobre sus súbditos, ~e. ma: ,que en 10s ataques contra Ia limitación tradicional de Ia
de los esposos sobre sus esposas, de los padres sobre sus hijos, de los I articipacion política al ámbito de Ios propietarios. «Todos, desdeeI
amos sobre sus siervos y sus aprendices, y de los duefios de esclavos '1.< p~tero hasta eI senador, somos ahora políticos», proclamaba un
sobre estos últimos. La desigualdad había sido un elemento funda- r mitente bostoniano en una carta de 1774. En todas Ias coloni
mental del orden social colonial; Ia Independencia 10 ilegitimó en I s campafías electorales se convirtieron en audaces debates sob~~
muchos sentidos. A partir de entonces, Ia libertad estadounidense I fu.~damentos del gobierno, en Ios que no sólo Ia élite culta, sino
pasaría a estar inextricablemente unida a Ia idea de igualdad (al me- 1 nmbién Ios artesanos, 10s granjeros y los trabajadores asalariado
nos, para quienes pertenecían al círculo de los ciudadanos libres): l~e ~mer~í~n co~ conciencia propia como un nuevo elemento de~
igualdad ante Ia ley, igualdad de derechos políticos, igualdad de I 1 aJe P?htlc?), discutían sobre temas como Ias elecciones anuales,
oportunidades económicas y, en opinión de algunos incluso, igual- ('I su.fr.a,glOuniversal ~asculino, Ia tolerancia religiosa o, incluso, Ia
dad de situación. «Cuando empleo Ias palabras libertad o derechos 1\, lición de Ia esclavitud. La milicia, compuesta en su mayoría por
-explicaba Paine- quiero que se me entienda que me refiero a una I1 I rnbros .de los «órdenes inferiores», que incluían a los siervosy
igualdad perfecta de ambas cosas. [...] El suelo de Ia Libertad es I:), ap~end1ces, se.c~nvirtió en una «escuela de democracia política.
tan igualado como Ia superfície del agua». '7 \I miembros eXlglan el derecho a elegir a todos sus oficiales e insis-
En el ambiente igualitario de Ia Norteamérica de Ia Indepen- 1 1~11n Ia concesión deI derecho al voto para todos los soldados, CUl11-
dencia, fueron varias Ias relaciones de dependencia y Ias formas de I It se~ o no con Ias condiciones de edad o de niveles de propiedad
falta de libertad de antigua raigambre que, de Ia noche a Ia mafiana, I oqueridas. Con ello instauraron una tradición de larga duracióu
pasaron a parecer ilegítimas. El ruego de Abigail Adams a su mari- por Ia que el cumplimiento deI servicio militar permitiría a diverso
do para que tuviera «presentes a Ias damas», su recordatorio en el t up s .excluidos reclamar su derecho a Ia plena ciudadanía. S
sentido de que Ias mujeres, en no menor medida que los hombres, U1e~~sdurante Ia Independencia pedían elecciones anualesy
no debían estar «vinculadas por ley alguna en Ia que no hayan tenido 11 '.pan~lOn e1el~erecho aI voto no se planteaban simplemente Ia
voz ni representación», es bien recordado en Ia actualidad. Menos I ti li J 11ele] ' , vínculo entre propiedad y sufragio ,leusino tarnbi
conocida es Ia respuesta que le dio el propi John Ac1amsy que ilus- 111\ r 'C I fi"\1111611dei concepto mi m de «propiedad». AI término
tra Ia sensación d desmoronami nto d t da .lnsc 1, id as h reda- I I, 'I"n r .volu .ionnria, ,I '00' .pro de pr picda I se había ampliado
das el c1efer'n 'ia qu ' se vivi) por mton ' 'S:
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hasta incluir derechos y libertades además de posesiones físicas. «Un pendencia; quienes carecían de ella no tenían «juicio propio. Hablan
hombre -declaró Madison en Ia Convención Constitucional de y votan siguiendo Ia dirección marcada por algún hombre que sí es
1787- es propietario de sus opiniones y de Ia libertad de transmi- propietario». Adams temía que Ia supresión de Ias requisitos de pro-
tirlas, es propietario de [...] Ia seguridad y Ia libertad de su persona». piedad llegara a «confundir y destruir todas Ias distinciones, hasta
Afias más tarde, él mismo se referiría a Ia obligación que tiene el reducir todos Ias rangos a un único nivel cornún». Pero ésa era pre-
gobiemo de proteger tanto el derecho a poseer propiedad como Ia cisamente Ia meta de Ias demócratas radicales de Ia época. Aun así,
«propiedad» del ciudadano sobre sus derechos. La propiedad dejaba pese a adentrarse bastante por Ia senda de Ia concepción del voto
así de ser un requisito previa para Ia libertad: esta última podía con- como un derecho y no como un privilegio, no solían Ilegar al punto
cebirse como una forma más de propiedad;" de propugnar el sufragio universal, ni siquiera para todos Ias hom-
La concepción de Ia propiedad como idea que incluía Ia propie- bres libres. Las constituciones más democráticas de Ias nuevos esta-
dad sobre la propia persona ayudó a democratizar Ia nación política. dos, como Ia de Pensilvania, suprimieron Ias requisitos electorales
Si todas Ias personas eran propietarias de sus derechos, no había relacionados con Ia propiedad, pero Ias sustituyeron por Ia obliga-
motivo lógico para que no participaran sin excepción en el gobiemo ción de pagar un impuesto electoral, 10 que permitió acceder ai su-
del país. Antes de Ia independencia, el derecho al voto había estado fragio a Ia práctica totalidad de Ia población masculina libre dei es-
sujeto a complejas restricciones que variaban según Ia colonia. En tado, pero siguió excluyendo del derecho al voto a un reducido
todas ellas, sin embargo, Ias requisitos de propiedad, aun resultan- número de varones (básicamente, Ias indigentes y Ias sirvientes do-
do menos excluyentes que en Inglaterra debido a Ia extendida dis- mésticos). El propio Paine, que consideraba que el derecho a Ia par-
tribución de Ia propiedad en sí, bloqueaban el acceso al sufragio a ticipación política era «inseparable dei hombre como tal hombre»,
quienes eran considerados incapaces de tener un juicio indepen- creía que quienes elegían trabajar sirviendo en otras casas (y, por 10
diente (oficiales sin taller propio, siervos, aprendices y personas po- tanto, cedían voluntariamente su autonomía) podían perderlo tem-
bres). En general, Ias mujeres estaban excluidas del voto (aun cuan- poralmente. Paine seguía asumiendo, pues, que «Ia dependencia
do ocasionalmente había habido muj eres propietarias -viudas, en destruye Ia libertad». Pese a todo, y dado que el pago de impuestos
" ,
su gran mayoría- que habían podido acudir a Ias umas) y muchas no implicaba que un hombre fuese económicamente independiente,
colonias imponían también requisitos religiosos de uno u otro tipo. se requisito electoral modificado representó un cambio extraordi-
La lucha por Ia independencia galvanizó Ia participación de cientos nario con respecto a Ia práctica habitual en tiempos coloniales. Ele-
de miles de personas situadas hasta entonces fuera de Ia nación po- vó Ia «libertad personal», en pala bras de un ensayista de Maryland,
lítica. «Todo hombre pobre -escribió alguien desde Maryland- a una posición más importante que Ia posesión de propiedad a Ia
tiene una vida, una libertad personal y derecho a disponer de sus hora de definir Ias fronteras de Ia nación política."
ingresos», por 10 que el voto era un derecho universal y no un privi- En líneas generales, Ia Independencia fue un momento de gran
legio: el «derecho inherente ai sufragio libre» era «el más grande xpansión del derecho al voto gracias a: Ia sustitución de Ias requisi-
derecho de un hombre libre». «El sufragio -proclamaba una peti- t s de propiedad por el pago de impuestos específicos en algunos
ción formulada desde Carolina del Norte por un grupo de personas .stados, Ia reducción sustancial en otros de Ias niveles mínimos de
privadas dei derecho ai voto- [era] un derecho esencial para (e in- pr piedad de bienes raíces establecidos y Ia concesión generalizada
separable de) Ia libertads-i'" cI I derecho de sufragio a Ias soldados. Evidentemente, el debate
Los patriotas conservadores se batieron con coraje por reafirmar s brc cl sufragio se prolongaría durante muchas décadas. Para los
Ia lógica en Ia que se basaban Ias viejas rcstriccion .s, La propicdad, vnroncs blancos, cI proceso d ' dcmocratización no aIcanzó su fin de
y nada más que Ia propi xlad, insistía john Aclam», flip1ifi -:lha inde- trnyccro hasta Ia ira d 'Ja{'!<l!ol1j pura Ias mujeres y Ia población no
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blanca, aún quedaba mucho más por recorrer. Pero incluso en tiem- tución laboral estaba en franca decadencia. Ambos cambios hicieron
pOSde Ia Independencia, e! proceso tuvo una profunda repercusión más acusada aún Ia dicotomía entre libertad y esclavitud, y entre una
en Ias definiciones de libertad predominantes. En ellenguaje popu- conomía nortefia basada en 10 que acabaría conociéndose como
lar de Ia política, cuando no en e! propio derecho, libertad y sufragio «mano de obra libre» y un Sur cada vez más fuertemente ligado ai
se habían vuelto términos intercambiables. «~Cómo puede decirse trabajo de Ios esclavos. En e! transcurso de ese proceso, incluso se
que un hombre es libre e independiente -se preguntaron los veci- t ransformó el significado mismo de términos como master (<<amo»o
nos de Lenox, Massachusetts, en 1778- cuando no se le permite efior») y servant (<<siervo»o «sirviente»). En e! Norte, donde eran
tener voz» en Ias eIecciones? A partir de aquel momento, Ia libertad nsiderados una ofensa contra Ia libertad personal, cayeron en de-
política (e! derecho ai autogobierno) pasaría a significar no sólo, suso. Los trabajadores dependientes pasaron a referirse a su emplea-
como en e! pasado, el derecho de un pueblo a ser gobernado por sus I r como «jefe» en vez de «amo», y los sirvientes domésticos pasa-
representantes electos, sino también el de un individuo a Ia partici- " n a ser llamados «asistentes», En el Sur, «amo» significaba duefio
pación política." ti esclavos y «sirviente» se convirtió en un eufemismo de esclavo.v
En materia tanto económica como política, Ia Independencia Zarandeados por acontecimientos inesperados, los norteameri-
revisó Ias líneas fronterizas entre quienes eran libres y quienes no. anos de Ia era de Ia Independencia sondearon no sólo el significado
En Ia Norteamérica colonial, Ia esclavitud era uno más de los múlti- ri Ia libertad, sino también los medios necesarios para preservaria.
pies sistemas «no libres» de trabajo. En Ia generación que siguió al 111 teresados por Ias condiciones sociales de Ia libertad, les preocupa-

momento mismo de Ia independencia, con Ia rápida disminución de lia saber si una república podía sobrevivir con una numerosa clase
los siervos por contrato bilateral y de los aprendices, y con Ia trans- d pendiente de ciudadanos. La influyente Declaración de Derechos
formación de! servicio doméstico remunerado en una ocupación re- 11' Virginia de junio de 1776, redactada por el hacendado y líder
servada a trabajadores negros y a mujeres blancas, desaparecieron p lítico George Mason, describía aios ciudadanos como «igual-
los estados intermedios entre Ia esclavitud y Ia libertad (ai menos 1I nte libres e independientes», 10 que sugería una conexión entre
para los varones blancos). El declive de estas modalidades laborales I s ualidades de Ia libertad, Ia independencia y Ia igualdad. «EI re-
(muy anterior al momento en e! que dejaron de estar extendidas en p. r o general y tolerablemente equitativo de Ia propiedad de bienes
Gran Bretafia) tuvo numerosas causas, entre Ias que se pueden citar , ,r es -proclamó Noah Webster- es Ia única base de Ia libertad
Ia disponibilidad creciente de trabajadores asalariados y Ias medidas 11'1 ional. La igualdad -afiadió- [era] el alma misma de una repú-
tomadas por un número considerable de siervos y aprendices que "li a», muysuperior en importancia a Ia libertad de prensa, aios
aprovecharon Ia agitación propia de Ia revolución independentista J ri ios con jurado y a otras «salvaguardias de Ia libertad». Hasta un
para huir del control de sus sefiores. Pero Ia democratización de Ia ( onservador como John Adams, que desconfiaba de Ias pretensiones
libertad desempefió un papel importante. La «libertad parcial» era ti '1)1 cráticas de Ia época, no dejaba de creer que «Ia igualdad de
un contrasentido y Ia servidumbre pasó a ser vista cada vez más llh rtad» hacía preciso permitir que «todos los miembros de Ia so-
como una condición incompatible con Ia ciudadanía republicana. l' lad» adquirieran tierras «para que Ia multitud pudiera ser duefia
En 1784, un grupo de neoyorquinos «respetables» liberó a todo un ti p .quefias haciendas». EI objetivo no era tanto Ia igualdad mate-
pasaje de siervos por contrato que acababa de atracar en eI puerto de , 11 ' m Ia independencia generalizada de Ias unidades domésticas
Ia ciudad alegando que e! estatus de éstos era «contrario a [...] Ia idea I supr sión de trastornos sociales como el de Ia pobreza extendi-
de libertad que tan felizmente ha instaurad cs c país». dll, .onsid rada in mpatiblc 011 Ia autonomía.>
En 1800, Ia servidumbre por ontrato I ilat .ral había d sapar - .unnd J F~rson SlISI it \Iy t::1 «propiedad» por «Ia búsqueda de
cido prácticam .ntc d . Fstados nid s y ·1 npr 'ndiznj' '01110 insti- 1I Ieli .idnd in ln collocidn trfn 111to 'I"Hnl1 on la qu se abría Ia

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Declaración de lndependencia, unió el signo de Ia nueva nación con pi dad con Ia libertad, que anteriormente se había empleado para
un proceso democrático y abierto en el que los individuos desarro- 11 finir Ias fronteras de Ia nación política de tal manera que quedasen
llen su propio potencial y traten de hacer realidad sus propios obje- • cluidas de ésta Ias personas que no fueran propietarias, podía ser
tivos vitales. La autorrealización individual, libre de trabas guberna- transformada así en un derecho político por quienes querían ser pro-
mentales, se convertiría así en un elemento central de Ia libertad pi tarios de tierras. A partir de los diversos conflictos por el acceso a
estadounidense. Si se toma seriamente como objetivo, Ia igualdad de 10 territorios occidentales sostenidos no sólo con Gran Bretaíía, sino
oportunidades puede tener consecuencias casi tan perturbadoras del rnrnbién con acreedores, terratenientes e indios, por ejemplo, los
orden de Ias instituciones y Ias jerarquías tradicionales como Ias 1'( lonos de Ia frontera fueron forjando su propio lenguaje diferen-

reivindicaciones de igualdad material. No hay duda de que muchos i. do de libertado Cuando un grupo de ciudadanos de Ohio pidió al
líderes revolucionarios de Ia era de Ia lndependencia dieron por (: ngreso en 1785 que éste arremetiera contra los terratenientes y Ios
sentado que, en Ia nueva república, Ia igualdad de oportunidades I peculadores que estaban acaparando Ia superficie de terreno dis-

desembocaría en un estado bastante aproximado al de Ia igualdad 11 inible, su lema fue «concédannos libertad». Las reclamaciones de

material. Abolidos los privilegios hereditarios y los monopolios \(' ieso preferente a Ia tierra formuladas por los colonos se funda-
mercantilistas, y abierto así el acceso a Ia riqueza a todos 10s hom- ItI mtaban en Ia idea de que Ia posesión de propiedad, por emplear

bres de talento, Ia «libertad perfecta» de comercio y Ia libertad de lI. palabras de un congresista por Carolina deI Norte, era «una si-
10s trabajadores para buscar el empleo que consideraran más desea- t 1111 ión conducente a Ia libertad y deseada por todos».
ble permitirían que todos los ciudadanos industriosos adquirieran Otros buscaron por diferentes vías que el gobierno procurara
propiedades. Dadas, además, Ias circunstancias excepcionales deI urc nomía (y, por consiguiente, libertad) económica para quienes
Nuevo Mundo, con sus extensas áreas de tierras disponibles y su 110 Ia poseían aún. La reivindicación de igualdad indujo también a Ia

abundante población de granjeros y artesanos independientes, no mguardia más radical de los revolucionarios independentistas a re-
parecía que existiera contradicción alguna entre una economía de I lurnar del gobierno que garantizara que todos los norteamericanos
laissez faire liberal y una autonomía económica generalizada. Elimi- nzaran por igual de «Ias bondades y los beneficios» derivados de Ia
nados los favoritismos gubernamentales, el funcionamiento natural 111(1 pendencia nacional. La democratización del sistema político de

de Ia sociedad acabaría por generar justicia, libertad e igualdad. je- 111 tados tras Ia independencia desató una avalancha de promulga-
fferson argumentó que, en vista del rápido aumento de Ia demanda I run S de normas destinadas a fortalecer Ia autonomía económica:
internacional de cereales estadounidenses, Ia libertad de comercio ti i de deudas, política fiscal más equitativa y concesiones directas
beneficiaría aIos norte americanos corri entes y crearía Ias condi cio- III li rras a quienes no Ias poseían. En nombre de Ia libertad, se
nes materiales propicias para una ciudadanía propietaria y empren- I" S intaron peticiones incluso a propósito de limitar Ia cantidad de
dedora. Un gobierno con poderes limitados permitiría que los ciu- 1" opi dad acumulable por un solo individuo. Con independencia
dadanos adquirieran tanto una auténtica independencia económica II1 I sensatez de cada una de aquellas medidas (y no olvidemos que,

como un carácter virtuoso, 10 que conciliaría el orden con Ia liber- I 1I 'li njunto, alarmaron de tal forma a quienes propugnaban una
tad, y Ia igualdad con Ia libertad." 1'111 ti a fiscal y económica prudente que acabaron por inspirar el

La equiparación reforzada de Ia autonomía con Ia libertad no uruvimiento de defensa de un gobierno nacional más fuerte que cul-
podía menos que traer a colación Ia cuestión de Ias precondiciones 111 I1 '11Ia redacción de Ia Constitución de Estados Unidos), el de-
sociales de Ia libertado Si Ia dependencia econórni a rcaba servilis- I1 II n si su ría que Ia Independencia había traído a un primer
mo político, ~no se dcbcría gnrantizar aios .iudadnnos d ' una r pú- ,,11110 cl • Ia P Hti a Ia cuestión de Ias condiciones económicas de Ia
blica cI a eso a Ia propi '(\:1(\ produ ,tiV:1? Ln vin '1111 'i )11 de Ia pro- I 11 1·llId.l~

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LA HISTORIA DE LA LIBERTAD EN EE.UU. EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE

Como otros muchos norteamericanos de su generación, Tho- i ualdad económica (y de que Ias concentraciones desiguales de
mas J efferson creía que carecer de recursos económicos era carecer pr piedad fueran inmunes a Ia interferencia gubernamental). Pero
de libertado J efferson estaba a favor de un Estado limitado, pero, al M, dison y Jefferson también estaban convencidos de que Ias cir-
mismo tiempo, creía que el gobierno podía ayudar a crear el marco runstancias singulares de Ia nueva nación podrían retrasar durante
institucional de Ia libertado Entre los logros de los que más se enor- IIlU ho tiempo el surgimiento de desigualdades económicas de una
gu11ecíaestaban Ias leyes de Virginia que abolieron el mayorazgo (la I 'ala similar a Ia de Ias de Gran Bretafia y Europa. La expansión

limitación de Ia herencia a un linaje específico de herederos para 1111 'ia el oeste, una opción que, como es obvio, no estaba ai alcance
mantener Ia propiedad de una hacienda dentro de una misma fami- dl'l Viejo Mundo, sostendría el «régimen de libertad» dei Nuevo.
lia) y Ia primogenitura (Ia ley que requería que Ias tierras de una fa- IC.11 I fondo, ahí radicaba un poderoso y duradero suefio americano:
milia fueran legadas íntegramente ai hijo varón de mayor edad) a fin I I ti una sociedad de individuos libres igualados por Ia prodigalidad

de impedir el ascenso de una «aristocracia futura» y de establecer dI I, naturaleza.f .


los cimientos de «un gobierno verdaderamente republicano». Con cEl gobierno activo y enérgico era una amenaza a Ia libertad o,
esa misma intención, J efferson propuso conceder cincuenta acres de 11 manos de una ciucladanía virtuosa, constituía la.encarnación rnis-
terreno a «toda persona mayor de edad» que no los poseyera toda- 111' I Ia libertad política? Para Paine, el Estado era un mal necesa-
vía, una medida más mediante Ia que el gobierno podía potenciar Ia 1111, una «sefial de Ia pérdida de Ia inocencia». Para Samuel Adams,
libertad de sus súbditos." . I ún escribió en 1785, Ia autoridad política difícilmente podía ser

J ames Madison, colega y amigo de toda Ia vida de J efferson, coin- I ta como un peligro para Ia libertad, pues «nuestro gobierno ac-
cidía con éste en que el granjero y pequeno propietario rural inde- 11'" tiene en Ia libertad su propio objeto»;'? Pero el repunte iguali-
pendiente constituía «Ia mejor base posible de Ia libertad pública». 1,1 I is a propiciado por Ia revolución independentista despertó rece-
Según escribió el propio Madison, Ia legislación de una república ICI mtre dirigentes influyentes de numerosos estados, temerosos de
debía ir dirigida a «reducir Ia riqueza extrema a un estado de me- 11 11' 1 experimento de Ia independencia terminara por irse a pique si
dianía, y elevar Ia indigencia extrema a un estado de holgura». 1111 hallaba Ia forma de aislar al gobierno de Ias pasiones popula-
Pero Madison no estaba contagiado del optimismo congénito de IC , .reando una estructura gubernamental con Ia que pretendían,
J efferson y le obsesionaba el miedo a que Ias condiciones de igualdad I fll I" tras cosas, garantizar «los beneficios de Ia libertad», los auto-
económica relativa resultaran ser únicamente temporales. EI desa- II de Ia Constitución instituyeron nuevas formas de entender Ia li-
rro11o económico -advirtió a Ia Convención Constitucional- aca- 111I tn I política y civil que, con el tiempo, afectarían profundamente
baría inevitablemente por producir una sociedad con una mayoría d '\11'5 futuro de Ia historia estadounidense.
desprovista de propiedades y con un marcado conflicto de clase en- 1 urante Ia lucha por Ia independencia, alguien que escribía des-
tre ricos y pobres. ~Cómo podría sobrevivir un gobierno basado en clc M ssachusetts comentó que, mientras se debatia Ia Constitución,
Ia voluntad popular cuando los formantes de una mayoría democrá- I \ insia públicas estaban dei lado de Ia Iibertad». Entre los artífi-
tica, hartos de no ser propietarios, tratasen de expoliar a los ricos? II d I ixto, sin embargo, Ia libertad había perdido parte de su an-
Para Madison, Ia respuesta pasaba por estructurar el sistema de go- te I 01' lustre. En 1775, John Adams había insistido en recordar que
bierno de tal forma que impidiera que ningún grupo de interés eco- I I 11 spotisrn democrático es un contrasentido». Pero los nacio-
nómico particular alcanzara el poder por sí solo. Con su elaborado 11 di 11S '0111 Madison acabaron convenciéndose durante Ia década
sistema de controles y contrapesos y su división d Ia s beranía, Ia clc '7H de que cl autogobierno popular, Ia esencia de Ia libertad
Constitución fue liscfiada, '11 parte, '011 ,I obj '1'0 I posibilitar que 1'111 ti' r, ','\1 unn 11m .nnza para 1:1s 'guric1a I de Ia propiedad y, por
el sistema polf: ico r .puhli ':l110 sohr 'vivi '1':1 nl num 'IlIO de ln de- I" 1111110, d 'h II r 'slf'inp;il's ' 11111'11 qu ' 1:1Jib .rrad flor icsc, «TInto

7 7\
LA HISTORIA DE tA LIBERTAD EN EE.UU. EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE

pueden poner en peligro Ia libertad -escribió Madison en EI fede-


,ralista-los abusos de ésta como los abusos del poder». Por decido
de otro modo, Ia libertad pública podría poner en peligro Ia liber-
tad privada, como Ia libertad política podría hacer peligrar Ia libertad
personal, a partir del momento en que se pone el poder en manos
del pueblo. Madison tenía muy presentes Ia tempestuosa cotidianei-
dad democrática en el seno de los estados durante Ia década de 1780
y los ataques colectivos contra el orden público del estilo de Ia Re-
belión de Shays de 1786-1787, en Ia que unos granjeros acuciados
por Ias deudas (muchos de ellos ex soldados de Ia guerra de Indepen-
dencia) clausuraron los juzgados del Massachusetts occidental para
impedir Ia pérdida de sus propiedades a manos de los acreedores.
Que emplearan árboles y mástiles de Ia libertad, los emblemas de Ia
lucha por Ia independencia, como símbolos de su propia causa no
sirvió para se granjearan el aprecio de los defensores de Ia ley y el
orden.f
Lo que los artífices de Ia Constitución pretendían en última ins- I· I rb rada alegoría, extraída de un almanaque publicado en Boston en 1781,
tancia era conciliar el sistema republicano de gobierno con Ia estabi- I li ln que se representaba Ia independencia estadounidense como un triunfo

lidad social mediante Ia difusión del poder político, Ia prohibición a di 10 libertad. La clave que Ia acompafiaba explicael simbolismo: «r. Amé-
I ('I) sentada en ese sector del globo con Ia bandera de Estados Unidos on-
los estados de cualquier contracción de los derechos de propiedad y
d! indo sobre su cabeza, y sosteniendo, en una mano, el ramo de olivo con
el equilibrio entre Ias aspiraciones interesadas de diversos grupos
I I rue invita a Iosnavíos de todas Iasnaciones a ser participe de su comercio,
sociales en conflicto. Madison no abandonó Ia idea de que «Ia virtud
\', ('11 Ia otra, e! paIo sobre el que cuelga el gorro de Ia libertado 2. La fama,
del pueblo» era el sostén esencial de Ia libertado Pero en un mundo
1111) 13 mando Iasgozosasnuevas a todo e! mundo. 3. Britannia, llorando por
en el que Ia virtud cívica parecía quedar aplastada bajo el interés 1.1 p relidade! comercio americano y asistida por un genio maligno [el dia-
propio, Ia preservación de Ia libertad tendría que depender de Ia pro- "10 I, 4· La bandera británica partida sobre su poderosa fortaleza. 5. Los
pia maquinaria gubernamental y no del carácter del pueblo: un paso li me e, los espaíioles y los holandesesnavegando por los puertos de Amé-
muy importante en Ia transición de Ias premisas republicanas a Ias I (11, 6. Una vista de Nueva York en Ia que se exhibe al Traidor [Benedicr]

liberales entre Ia élite política. Aun así, Ia idea republicana de que urold que, afligido por el remordimiento tras haber vendido a su país, se
Ias decisiones políticas y Ias relaciones económicas debían reflejar 11I '01 ado como un judas». (Sociedad Anticuaria Americana.)
un interés por el bien común más que por Ia ganancia privada sobre-
viviría mucho tiempo a Ia era revolucionaria. Ili 'isa ba de «un grado apropiado de autoridad para hacer y ejecutar
Madison, Alexander Hamilton y los demás arquitectos de Ia 1I I, s con vigor». Aunque Madison no concebía el gobierno fede-
Constitución fueron constructores nacionales. Hamilton fue quizá ," 'OJn un poder tan firme y enérgico como el que propugnaba
el más firme proponente de un gobierno «enérgico» que capacita- 1I milt n, él también tenía el propósito de potenciar Ia autoridad
ra a Ia nueva nación para tener una presencia comercial y diplomática III 'ionnl. • I may r peligro para Ia libertad, según creía Madison,
poderosa en los asuntos intcrnacionales. •1 poder y Ia libcrtad, in- I ull 'nba '11 I pod r in .ontrolado de Ias mayorías a nivel de Ias es-

sistía él, ran ornpl '111 .ntnrios, no antit ti 'os, Y' <lu' 1,1 segunda j Hln, , AIII1QU ,1:1 :01 v '11 ,i in 1" .hnz ) Ia propu sta ele Maelison de

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LA HISTORIA DE LA LIBERTAD EN EE.UU. EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE

facultar al Congreso para derogar leyes estatales, Ia Constitución que consideraba «redundante o inútil» Ia inclusión de una Carta de
finalmente aprobada por aquélla creó un gobierno central mucho I rechos. Las enmiendas dirigidas a restringir eI poder federal,
más poderoso que Ia débil autoridad instaurada por los Artículos de ( " \Ía él, no tendrían efecto alguno sobre el peligro que para Ia liber-
Ia Confederación, el marco precedente dei sistema de gobierno es- I ItI planteaban Ias mayorías descontrola das dentro de los estados, y
tadounidense." 11 inguna lista de derechos sería capaz de prever jamás Ia multitud de
Así pues, los creadores de Ia Constitución entendían que Ia li- 111 neras de proceder mediante Ias que podrían funcionar los parla-
bertad era tanto Ia base fundacional de Ia autoridad gubernamental 111 intos estatales en el futuro. «Las barreras de pergamino» acaba-
como una amenaza a Ia gobernabilidad que debía mantenerse bajo I nn demostrándose menos eficaces frente a los abusos de autoridad
controI. En este sentido, el texto constitucional representó un re- i unndo más se Ias necesitase (una apreciación ampliamente confir-
pliegue con respecto al efervescente auge democrático que había III:ldapor momentos de histeria popular como los acaecidos durante
acompafiado a Ia lucha por Ia independencia. «El mismo entusiasmo I I ligro Rojo que siguió a Ia Primera Guerra Mundial o durante Ia
que nos luzo actuar a favor de Ia libertad en los anos 1774 y 1775 'Il' McCarthy de los anos cincuenta del siglo xx, cuando todos los
-comentó Benjamin Rush, uno de los líderes de Ia lucha indepen- PC) 1ires dei Estado participaron de un atropello continuado e impu-
dentista en Pensilvania->- se deja sentir hoy en todas Ias clases, pero 111 de Ia libertad de expresiónj.u

a favor del gobierno». Es dudoso, sin embargo, que «todas Ias clases» lloy en día, cuando se pide a los estadounidenses que definan Ia
coincidieran realmente en esa opinión, pues el proceso de ratifica- I h rtad, éstos recurren instintivamente a Ia Carta de Derechos y, en
ción constitucional desató un debate de alcance nacional a propósito I pc ial, a Ia Primera Enmienda, que contiene garantías sobre Ia li-
de cuáles serían los medi os más adecuados para preservar Ia libertad 111 rtad de expresión, de prensa y de religión. Pero Ia Carta de Dere-
política. Los antifederalistas, como se llamaba a quienes se oponían 1110, despertó escaso entusiasmo en el momento de Ia ratificación y
a Ia ratificación, insistían en que Ia Constitución desplazaba excesi- 111 asi ignorada durante décadas. No sería hasta el siglo xx cuando
vamente el centro de gravedad entre Ia libertad y Ia autoridad hacia I 11l!, zaría a ser venerada comO Ia expresión por antonomasia de Ia
esta última. La libertad, según creían, estaba más segura en manos I I rtad estadounidense. Aun así, Ia Carta de Derechos incidió sutil-
de comunidades más pequenas guiadas por el objetivo dei bien co- IIIlI en eIlenguaje sobre Ia libertado AI ser aplicada inicialmente
mún que en Ias de un poder federal distante y protector de intereses I11 ) o) gobierno federal (y no a los estados), reforzó Ia idea de que el
privados. El «gobierno consolidado» previsto en Ia Constitución, se IHHIr nacional concentrado suponía Ia mayor amenaza posible a Ia
lamentaba Patrick Henry, podía dar lugar a «un gran y poderoso 111 «-rtad. Y puso en marcha un largo proceso durante el que Ia libertad
imperio», pero a costa de Ia libertado «~Qué es Ia libertad? -se pre- I' I ) a ser analizada y debatida con el vocabulario de los derechos:
guntabaJames Lincoln, de Carolina dei Sur-. El poder para gober- 11111 h rencia de Ia vieja definición de «Iibertad» entendida como
narnos a nosotros mismos. Si adoptamos esta Constitución, 2dis- 1111 [unto de poderes y privilegios legalizados específicos que habían
pondremos de tal poder? No».4' II I 1 I a aplicarse a todo «el pueblo» que formaba Ia nación política
AI final, como es bien sabido, se logró Ia ratificación a cambio, \ 110 n rupos o localidades particulares. Lo que en el siglo xx se
en parte, de que se afiadiera Ia Carta de Derechos. El redactado 111111 tría Ia «jerga de los derechos» encarnaba una tensión persisten-
constitucional original, según aducían los antifederalistas, dejaba II " la vida estadounidense entre libertad y democracia. Y es que
desprotegidos frente a Ia intervención gubernamental «aquellos de- I,I ti "" hos s n, a nn tiempo, democráticos y nega dores de Ia de-
rechos personales e inalienables de los hombres» sin los que «no 1111' I', 'in: democráticos en el sentido de que pueden ser reclamados
puede haber libertad». Madis n estaba tan c nven ido d que los li" odos los iu Ia lanos; antid rnocrático por cuanto han de ser
equilibrios y contrap sos d . la ,ol1sti li .ión prot 'g 'r nn ln lib rtad 1"111 id( s rI' intc n los nhusos d .pod 'r, in .luido el poder dei propio

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LA HISTORlA DE LA LIBERTAD EN EE.UU. EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE

pueblo. Las libertades de expresión y de prensa, por ejemplo, fueron religiosas distintas (cuáqueros, anglicanos, menonitas, moravos, lu-
defendidas como protecciones frente a Ia intrusión gubernamental teranos, presbiterianos, baptistas, católicos y judíos), Ias colonias
en Ia expresión individual e, igualmente, como elementos esencia- gozaban de un grado más elevado de libertad religiosa que Ia madre
les en Ia gobernanza democrática, pues sin un libre fIujo de ideas e patria. Pero, aunque colonias como Rhode Island y Pensilvania prac-
información, ni votantes ni legisladores pueden tomar decisiones de ticaban desde hacía tiempo Ia tolerancia, Ia libertad religiosa previa
forma inteligente.r' a Ia revolución independentista surgió más de Ia realidad del plura-
Pese a todo, el concepto de libertad de expresión entendida como lismo religioso que de una teoría de Ia tolerancia religiosa. La se-
un derecho individual, personal, estimulado por Ia Primera Enmien- paración completa entre iglesia y Estado no existia en ningún lugar
da, suponía ciertamente un cambio radical. El término «libertad de de Ia Norteamérica británica. Ni siquiera en Pensilvania, que en
expresión» se había originado en Gran Bretafia con el fin de prote- 1682 otorgó Ia «libertad cristiana» a todos aquellos que reconocie-
ger el debate sin restricciones en el Parlamento; inicialmente, hacía ran a «un Dios Todopoderoso», estaban exentos los cargos públicos
referencia a Ia inrnunidad penal de los legisladores por Ias opiniones de prestar un juramento afirmando su fe en Jesucristo. Antes de Ia
expresadas durante tales debates, no al derecho de los ciudadanos a Tndependencia, Ia mayoría de Ias colonias sostenían instituciones re-
criticar aI gobierno. A 10 largo de Ia era colonial, fueron varios los ligiosas con fondos públicos y discriminaban a católicos, judíos e,
individuos y editores procesados por pronunciar comentarios «sedi- incluso, protestantes disidentes en Ias elecciones y en el acceso a
ciosos» sobre miembros de Ias asambleas legislativas o sobre alguna .argos oficiales. En vísperas de Ia independencia, en Massachusetts
acción de éstos. La prensa colonial rebosaba de polêmicas sobre ontinuaba enviándose a prisión a Ios baptistas que se negaban a
cuestiones políticas, y Ia absolución de John Peter Zenger por sus pagar impuestos para sostener a los pastores congregacionalistas 10-
críticas contra el gobernador real de Nueva York había consolidado ales. (<<Nuestro país aboga por Ia libertad ante Ias más altas instan-
tiempo atrás Ia validez de Ia verdad como defensa frente a Ias impu- ias -se quejaban Ias víctimas-, pero Iuego se Ia niega a sus pro-
'I taciones por difamación sediciosa. Pero incluso Jefferson, un fer- pios vecinossjt"
viente convencido de que «Ia libertad en general depende de Ia li- Como en otros ámbitos, Ia Independencia cataIizó un movi-
bertad de prensa», hizo también hincapié en que quienes llevaban aI miemo que transformó el significado de Ia libertad religiosa. EI im-
público a engano publicando «hechos falsos» debían estar sujetos a , ulso dirigido a separar Ia iglesia del Estado reunió a deístas como
castigo. De todos modos, y aun cuando Ia implementación legal de .J fferson, que esperaba levantar un «muro de separación» que libe-
esos derechos estuviera aún pendi ente de desarrollo, Ia Carta de De- rara del control teológico tanto a Ia política como allibre ejercicio
rechos hizo mucho por instaurar Ias libertades de expresión y de intelectual, ya miembros de Ias sectas evangélicas, que pretendían
prensa como piedras angulares de Ia manera popular de entender Ia pr teger Ia religión del abrazo corruptor del gobierno y que veían
libertad en Estados Unidos." '11 Ia tolerancia un camino que haría posibIe que hombres y mujeres
Más extraordinario aún fue el reconocimiento constitucional de 11.varan vidas verdaderamente cristianas. Por toda Ia nueva nación
Ia libertad religiosa. En Gran Bretafia, hacía tiempo que los llama- , abolió Ia oficialidad de Ias que hasta entonces habían sido igIesias
dos disidentes o inconformistas religiosos invocaban ellenguaje de , tatales (o, 10 que es 10 mismo, se Ias privó de Ia financiación públi-
Ia libertad para pedir Ia revocación de Ias leyes penales conocidas . y de los privilegios legales especiales de los que habían disfrutado
como Ias Test and Corporation Acts, que imponían diversos tipos li sta entonces). Dentro de los estados, Ia religión y Ia autoridad
de inhabilitación para 10s no anglicanos. (Pocos de ellos, no obs- públi a continuaron reforzándose mutuamente mediante Ia imposi-
tante, incluían aios católic s n sus son ros llarnarnicntos a Ia liber- i I d c ndicioncs legal s qu impedían el acceso a cargos públi-
tad religi sa.) Dada 1:1 pr 'S ')1 'ia '/1 .llas d I1l1m 'I'OS:1S .onf siones 'os parti los no .ristianos y -, pro .csarniento judicial continuado de
LA HISTORIA DE LA LIBERTAD EN EE.UU. EL NACIMIENTO DE LA LIBERTAD ESTADOUNIDENSE

delitos como Ia blasfemia y Ia transgresión del descanso domini- trazar una clara línea divisoria entre Ia autoridad pública y un terre-
cal. Aun así, Ia Constitución -que no contiene referencia alguna a no definido como «privado», 10 que reforzaba Ia idea de los dere-
Dios- es un documento puramente secular. AI prohibir Ias pruebas hos entendidos como restricciones al poder del gobierno."
de religiosidad para el acceso a los cargos oficiales federales y, en Ia Así pues, Ia revolución de Ia Independencia democratizó no sólo
Primera Enrnienda, impedir que el gobierno federal pueda legislar '1 cristianismo norteamericano, sino también Ia idea misma de Ia
sobre mate ria religiosa, se alejó radicalmente de Ia práctica habitual libertad religiosa. No deja de ser irónico que, al mismo tiempo que
hasta entonces tanto en Gran Bretaíia como en Ias colonias. Confor- 1:1 separación entre iglesia y Estado creaba el espacio social y político
me a Ia Constitución, era y continúa siendo posible -como un crí- que permitió el florecimiento de una gran multitud de instituciones
tico de aquel entonces denunció- que «un papista, un mahometa- I' .ligiosas, Ia cultura de los derechos individuales de Ia que aquella

no, un deísta o, incluso, un ateo» llegue a ser presidente de Estados s .paración formó parte amenazara con socavar Ia autoridad de Ias
Unidos.47 i rlesias. Un revelador ejemplo 10 constituía Ia experiencia de los
Como Ia libertad de expresión y de prensa, Ia libertad religiosa I Iermanos Moravos, que habían emigrado a Carolina del Norte
venía a reflejar Ia convicción de que, tal como dijo Madison, Ia con- li .sde AIemania en vísperas de Ia Independencia. Según los mayores
ciencia era el más «sagrado» de todos los derechos y ninguna auto- 11, Ia Hermandad, los miembros más jóvenes de Ia comunidad (como
ridad política debía influir en su libre ejercicio ni castigarIo. La li- tnntos otros norte americanos de Ia generación revolucionaria) esta-
bertad religiosa se convirtió (más aún que otras libertades) en el IIr111 empenados en afirmar «su pretendida libertad y sus presuntos
paradigma de «derecho» entendido como cuestión privada que debe cI rechos humanos». Para los mayores, «Ia libertad americana» era
ser protegida frente a Ia intervención gubernamental (conforme a Ia poco más que «una oportunidad para Ia tentación», una amenaza
nueva interpretación de los derechos que surgió con Ia generación pnra el espíritu de abnegación y lealtad comunitaria imprescindi-
de Ia época de Ia Independencia). La libertad religiosa ofrecía una hle para Ia libertad cristiana. Pero pese a aquellos temores, Ia abo-
nueva lógica justificadora de Ia idea de Estados Unidos como faro y Ii .ión del carácter oficial de Ias iglesias no puso fin a Ia influencia de
guía de Ia libertado Madison se opuso con éxito a un impuesto de 1\ religión en Ia sociedad estadounidense, sino todo 10 contrario.
Virginia destinado al sostén general de Ias iglesias cristianas. En su ( ;racias a Ia libertad religiosa, Ia época posindependentista sería es-
argumentación, puso especial énfasis en que uno de los motivos para I' mario de una asombrosa proliferación de confesiones religiosas.
Ia separación completa entre iglesia y Estado era el de fortalecer el 11n Ia actualidad, mientras prosiguen los debates sobre cuál debe ser
significado de Ia Independencia como algo que «brindaba un re- 1\ relación más apropiada entre los asuntos espirituales y los políti-
fugio a los perseguidos y los oprimidos de toda nación y de toda \'0', n Estados Unidos se practican más de r. 300 religiones.s?
religión». Y Ia libertad religiosa constituía un modelo para el con- «Ríndanse a esta poderosa corriente de libertad americana».
junto del sistema de preservación de Ia libertad ideado por el propio Il, imploraba un miernbro del parlamento de Carolina del Sur a
Madison. En una sociedad libre, según escribió éste, «Ia fuente de Ia \111 legas en 1777.50 Y Ia corriente de libertad barrió no sólo con Ia
seguridad de 10s derechos civiles debe ser Ia misma que Ia de los Illt ridad británica, sino también con el principio del gobierno he-
derechos religiosos. En el primer caso, reside en Ia multiplicidad de I litario, con Ias iglesias oficiales, con muchos hábitos tradicionales
intereses, y, en el segundo, en Ia multiplicidad de sectas». Un libre d , .rvilismo y jerarquía, y con los viejos límites de Ia nación políti-
mercado de religiones impediría así que ningún grupo concreto uti- t .1. I r n un área crucial, Ia ola de libertad topó con un obstáculo
lizara el poder político para imponer sus opiniones a I demás. En 111' n .cdi a li fuerza torrencial: Ia antítesis de Ia libertad (Ia es-
una nación de abrumadora mayoría ristiana (aunqu n nec aria- ti, itud) salió de Ia Ind 'P .ndcncia más firmemente afianzada que
mente practicante), Ia separa 'i n mire igl 'sin y l~s1l\do S .rvía para 11111 '\1 '11 10 vida .studounid 'IlS "

H
La Libertad mostrando Ias artes y Ias ciencias (1792). Este cuadro de SamueI
Jennings, encargado por Ia Library Company de Filadelfia, es una de Ias
pocas imágenes visuales de Ios primeros tiempos de Ia república en Ias que
se vincula explícitamente Ia esclavitud con Ia tiranía y Ia libertad con Ia
abolición de aquélla. La figura femenina de Ia Libertad ofrece libras a unos
esclavos recién liberados; bajo su pie izquierdo aparecen unas cadenas rotas.
(Museo Winterthur.) .

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