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REFERENTES TEÓRICOS DE LA INVESTIGACIÓN

En el desarrollo del proceso investigativo los postulados teóricos median la relación sujeta
– objeto, colocan los puntos de partida para el análisis y la aprehensión de las
particularidades del objeto de estudio. Al respecto Fallas (2010) establece que la
aproximación teórica:
…refiere al modo de leer, de interpretar, de relacionarse con el ser
social; una relación entre sujeto cognoscente -que busca comprender y
desvendar esa sociedad-y el objeto investigado. Se encuentra
estrechamente imbricada a la manera de explicar esa sociedad y los
fenómenos particulares que la constituyen (p. 102).
Las investigadoras, según Abarca, Alpízar, Rojas y Sibaja (2013) brindan un marco que
interrelaciona el proyecto de investigación con la realidad social, de acuerdo con las
especificidades derivadas de la delimitación del objeto y los sujetos participantes.
Se parte teóricamente de los postulados de la Criminología Crítica, referente principal para
el análisis de la problemática delictiva en el marco de las condiciones sociales, históricas y
materiales en las que se (re)produce.
Estos aportes se colocan en interrelación con los planteamientos de la Teoría de Género,
haciendo énfasis en la construcción social de las masculinidades. Aunado a esto, en
consonancia con la composición etaria de la población participante, se exponen elementos
teóricos para la comprensión de las juventudes como grupos diversos y heterogéneos.
Se concreta un acercamiento histórico y crítico de la realidad, el objeto de estudio se
reconoce como resultado de la mediación entre los elementos estructurales derivados del
sistema capitalista-patriarcal y la cotidianidad del espacio social; se sitúa en la totalidad
compleja que lo particulariza.
A continuación, se condensan los principales supuestos teóricos de análisis:

LA PROBLEMÁTICA CRIMINAL.
El objeto de estudio se centra en el delito de homicidio, por lo que es necesario hacer referencia a
una teoría explicativa que analice la criminalidad desde una postura contextual; por lo tanto,
www.ts.ucr.ac.cr 45 para la comprensión del delito se parte de los postulados de la Criminología
Crítica, ésta permite un análisis centrado en el sistema capitalista- patriarcal.
Sin embargo, en este contexto se utilizan estrategias para la perpetuación de la hegemonía y del
orden social imperante, en este caso existen formas de pensamiento e ideologías de corte
conservador en torno a la criminalidad que legitiman el castigo y la punición en contra de quienes
han infringido las leyes, dichas posturas se retoman a continuación:
Tabla 1. Corrientes Criminológicas.

Corriente Postulados
Teórica
El delito es visto como una “conducta desviada, siendo que las
Escuela Clásica personas que delinquen son quienes atentaban contra el orden
social establecido, de allí la necesidad de controlar estas
desviaciones a través de la legitimidad del Estado para reprimir y
castigar dichas conductas.
Coloca el énfasis en el o la “delincuente” como una persona
enferma, cuya conducta es denominada anormal, dicho análisis
Criminología parte de las características biológicas y psicológicas de las
positivista personas en su individualidad, por lo que la delincuencia se
constituye en una patología, clínicamente observable, de ahí la
necesidad de las condenas y cárceles para la “resocialización” y
normalización de la sociedad, bajo una comprensión a histórica y
natural de la delincuencia.

Posee una visión estabilizadora del sistema, ya que plantea la


“desviación” como un fenómeno normal de la estructura social; sin
Criminología de embargo, la anomía como tal desestabiliza el orden social, pues
la Anomía ésta es una discrepancia entre las normas y los fines culturales
establecidos por la sociedad. La anomía es la tensión entre los
objetivos y medios individuales, a partir de la existencia de los
mismos valores y objetivos para todo el conglomerado social,
partiendo de un consenso de la sociedad –mismos valores-,
ignorando la clase social con intereses enfrentados y centrando la
atención en la delincuencia de las clases desposeídas.

Se centra mayormente en la delincuencia juvenil. Coloca una


Corriente contradicción entre la estructura social y la cultura, de allí la
Subculturalista necesidad de invertir los valores dominantes creando una
subcultura como las bandas juveniles.

Sus postulados están enmarcados en el Interaccionismo Simbólico.


Aquí se estudia los órganos de control social y no al “delincuente”
“Labelling y su comportamiento. En tanto, el estudio del delito no debe
Aproach” centrarse en la acción, sino en la reacción social que provocaba.

Fuente: Elaboración propia, a partir de Baratta (2004), Corigliano (2006) y Larrauri (1992).
Las posturas anteriormente anotadas son debatidas por la Criminología Crítica, una teoría
materialista de la criminalidad; según Aebi (2004) retoma aspectos como la conflictividad
entre clases -donde el derecho penal favorece a las clases dominantes, castigando a las
clases subordinadas-, además de la colocación del delito como construcción social y
producto del sistema de producción capitalista.

Bajo este presupuesto y retomando a Baratta (2004), se colocan algunos postulados de la


Criminología Crítica esenciales para problematizar el objeto de estudio de la presente
investigación:

 Opone un enfoque macrosociológico a uno biopsicológico del comportamiento


desviado, ya que considera la estructura social dentro del sistema capitalista.
 Retoma las relaciones sociales de desigualdad propias de la sociedad capitalista. No
proclama el término delito sino el de comportamiento socialmente negativo.
 Coloca al derecho penal como reproductor de las desigualdades sociales y
perpetuador del sistema; además de reproductor de estereotipos y prejuicios en
torno a la población penal.
 Se coloca como una teoría crítica del control social, asumiendo la crítica al poder
ejercido desde la cárcel como institución total.
 Trasciende la comprensión del delito como concepto jurídico, es decir como
violación al derecho y lo coloca dentro de un contexto más amplio, por ende no lo
analiza desde una postura individualista.
 Historiza la problemática delictual.

Estos constituyen una base para el análisis del delito en un marco socio-histórico; de esta
manera, la comprensión del delito debe trascender la concepción legalista y partir de las
condiciones sociales y materiales que le dan surgimiento y desarrollo. Dicha definición
legalista es colocada por el Estado como una enunciación del delito para controlar las
relaciones sociales, omitiendo causas y factores que interactúan en su comisión, asimismo
es determinado por el poder hegemónico para el “control social”.
Socialmente el delito es visualizado y legitimado como una conducta “desviada”,
determinada ante el incumplimiento de las normas jurídicamente establecidas, su accionar
debe ser objeto de control y castigo.

En este sentido, el estudio criminológico crítico debe enfatizar en las condiciones objetivas
de la estructura y la sociedad, en contraposición con la criminología positivista que concibe
el o la “delincuente” como persona enferma y desviada.

Foucault (1980) reconoce que en la lógica del poder y la coerción se privilegia el castigo, el
control y la vigilancia, existen epistemes institucionales legitimadas a tal punto que son
reproducidas sin cuestionamientos y reflexión, todo ello transversalizado por el poder, el
cual ampara la ejecución de la violencia ejercida por el sistema penal, avalada por las
concepciones sociales existentes alrededor de la criminalidad.

En este marco normativo se instituyen formas de pensamiento establecidas como verdad


única e inamovible. Es así como la presente investigación pretende desmitificar el delito
como aquella conducta “desviada” de carácter individual y retoma el papel que cumple el
sistema capitalista-patriarcal en dichas prácticas.
A MANERA DE CIERRE: MACRO ESTRUCTURAS QUE VULNERABILIZAN

El ser humano se encuentra mediado por múltiples estructuras y construcciones sociales


que condicionan su actuar; éstas se han caracterizado por la distribución desigual del poder
y la pauperización de las condiciones de vida; el sistema capitalista pregona el
enriquecimiento exacerbado, prioriza el capital y no la dignidad humana.

A su vez el patriarcado promueve una diferenciación entre el género femenino y masculino,


lo que implica al mismo tiempo estándares de comportamiento social. Además se
establecen relaciones inter e intragenéricas cargadas de violencia como una forma de
situarse en una posición dominante, los hombres la utilizan como un medio para el ejercicio
del poder.

Tanto el patriarcado como el capitalismo convergen en la configuración de las


problemáticas sociales, esta comprensión trasciende las concepciones que naturalizan,
deshistorizan e individualizan la realidad social, la criminalidad, la construcción social de
las masculinidades y la determinación de las relaciones intragénero; posturas conservadoras
que culpabilizan al individuo e ignoran el contexto histórico sobre el que se sustentan las
desigualdades.

Estos sistemas establecen formas de ser y estar en el mundo, lo que podría llamarse “las
reglas del juego”, mediante el establecimiento de leyes universales de acatamiento
obligatorio, excluyen los sujetos que contradigan la “normalidad”; por lo que existen dos
polos opuestos, lo “normal” y lo “anormal”, que se definen a partir de lo socialmente
establecido y que hacen de la regulación de la conducta humana una herramienta de
perpetuación y (re)producción del sistema.

Es así como la violencia social implica el incumplimiento de los derechos humanos. En


estos contextos la naturalización de la violencia es una constante, se promueve el
aprendizaje social de la misma y la reproducción de patrones de actuación amparados en el
poder; aspecto reforzado por el patriarcado al interponerlas como características masculinas
idealizadas.

Por lo tanto, analizar la criminalidad implica necesariamente considerar al capitalismo y al


patriarcado como dos puntos de referencia claves. De esta manera, las ataduras del ser
humano no son solo de orden económico y material (clase social), lo son también de orden
moral, cultural, político y de género.

ESTRATEGIA METODOLÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN

El presente apartado refiere a los aspectos metodológicos que posibilitaron el acercamiento


al objeto de investigación: el uso de técnicas de recolección, organización y análisis de la
información recolectada.

Se sintetiza el proceso llevado a cabo desde el diseño de la investigación, el desarrollo del


trabajo de campo, la organización y análisis de la información, así como la presentación
pública de los resultados de la misma.

PUNTOS DE PARTIDA DE LA INVESTIGACIÓN.

La comprensión de la criminalidad y las masculinidades como elementos construidos a


partir de un proceso sociohistórico social, implica situar ambas categorías en las estructuras
sociales que posibilitan su (re)producción. No obstante, lo acotado dentro de la presente
investigación, da cuenta de elementos particulares, orientados a partir del objeto de estudio
y los objetivos planteados.

Este ejercicio se realiza sin dejar de lado la totalidad social que se encuentran insertos, no
obstante, la aprehensión de la misma en todas sus dimensiones se imposibilita, ya que como
expone Lessa (2000) haciendo referencia a Lukács, “el ser es totalidad en desarrollo, y la
historia, en su acepción más genérica, el movimiento del ser” (p.208). La realidad es
sociohistórica y por tanto una de sus cualidades fundamentales es el movimiento constante,
resultado de la interrelación de variantes objetivas y subjetivas.

El planteamiento de la investigación se propició a través de los elementos conocidos del


objeto, referentes al protagonismo de la población masculina en la dinámica de homicidios
en el país, lo que demandó en primera instancia contemplar un análisis de género; sin
embargo, fue con el desarrollo del proceso que se establecieron aspectos específicos para
dar cuenta de la complejidad de la temática.
Como indica Lessa (2000) lo conocido se utiliza como punto de partida para el abordaje de
lo desconocido; ante esto, el método “…cumple una función social muy específica: frente a
lo desconocido nos indica cómo proceder para incorporarlo, con la mayor eficiencia posible
a lo ya conocido” (Lessa, 2000, p.201).

Sobre esta particular acepción de la producción de conocimiento, se cimenta la razón


dialéctica y se establece que “…el conocimiento concreto de la realidad consiste, no en la
sistemática adición de unos hechos a otros, y de unos conceptos a otros, sino en un proceso
de concretización, que procede del todo a las partes” (Kosik, 1967, p.62) y viceversa.

El método dialéctico media la relación sujeto-objeto y coloca puntos de partida para el


abordaje del objeto de estudio por parte de las investigadoras, desde una perspectiva en la
que priva la dinamicidad; se parte de la realidad conocida, para develar parte de la no
conocida.

Esta relación según Lessa (2000), se desarrolla a través del percurso de “ida” y “vuelta”, en
el cual inicialmente se plantean características comunes con la finalidad de “…descubrir
cómo clasificar lo “desconocido” al interior de lo que ya conocemos, cuál es su lugar dentro
de la totalidad de lo existente” (Lessa, 2000, p.213); este primer acercamiento de “ida”
aproxima a las manifestaciones del objeto, pero no se tiene acceso a la totalidad, por lo que
los resultados son parciales.

En la presente investigación los elementos específicos de análisis solo pudieron ser


planteados a partir del conocimiento paulatino del objeto, por medio de los cuales se
concreta un verdadero vínculo entre el conocimiento producido con la realidad social. Los
primeros acercamientos a la temática se propiciaron por medio de los relatos de los jóvenes
entrevistados, para dicho momento, la realidad se presentó de manera caótica expuesta en la
lógica narrativa particular de los jóvenes (ver expresiones utilizadas en: anexo2), reflejo de
sus apreciaciones y concepciones acerca de la naturaleza del espacio social en que se han
desarrollado.

Posterior a esto, se articularon los consensos y disensos encontrados a lo interno de cada


una de las historias de vida, a través de lo cual se desarrolló el proceso de “vuelta”. Lessa
(2000) explica que las determinaciones y relaciones establecidas, posibilitan un salto
cualitativo de análisis en el que se inicia el “camino de vuelta”, se trabaja “…directamente
con la representación del objeto en cuanto totalidad…no apenas a sus partes constitutivas
en cuanto tales, sino también a las relaciones que mantienen entre sí, y también, a la
articulación de ellas en una totalidad” (Lessa, 2000, p.214).

Este proceso estipulado por Lessa (2000), potencializó el desarrollo investigativo


dialéctico, permitió un proceso crítico de los planteamientos en la medida que el
acercamiento con el objeto de estudio y cada interacción con los sujetos participantes
posicionaba nuevos elementos de análisis. La constante retroalimentación enriqueció un
objeto que partía de supuestos generales, para insertarlo en la totalidad compleja en se
manifiesta y las particularidades que asume dentro de la misma.

El percurso de “ida” y “vuelta” se desarrolló a lo largo de toda la investigación, la


reformulación de los supuestos teóricos y metodológicos tenía lugar de acuerdo con la
realidad particular expuesta por los jóvenes entrevistados y las nuevas especificidades del
objeto de investigación.

Se inició con un planteamiento abstracto, una realidad manifestada en los medios de


comunicación, en las expresiones cotidianas de las personas y en la disparidad de género
encontrada en las estadísticas de los homicidios en el país.

No obstante, la producción del conocimiento fue resultado del acercamiento con los sujetos
participantes, los cuales a través de sus relatos situaron la violencia homicida en sus
diversas expresiones, dieron cuenta de las motivaciones y justificantes que se erigen sobre
esta actividad ilícita y la realidad vivida a lo interno de las organizaciones criminales, los
aspectos simbólicos y materiales inmersos en dichas dinámicas.

A partir de lo contenido en estas vivencias, se construyeron abstracciones analíticas que


particularizaron la investigación. De este modo, desde un análisis socio histórico y
dialéctico no solo se asumieron las características del objeto de estudio, en el proceso
fueron fundamentales las especificidades de la población participante, ya que por medio de
sus relatos se dio contenido al mismo.

Desde una postura dialéctica, se considera al sujeto de estudio como un ser “…que actúa
objetiva y prácticamente, la de un individuo histórico que despliega su actividad práctica
con respecto a la naturaleza y los hombres y persigue la realización de sus fines e intereses
dentro

de un conjunto determinado de relaciones sociales” (Kosik, 1967, p.25). Sus acciones y


percepciones que se consideran subjetivas, están permeadas por las condiciones objetivas
contextuales, su subjetividad es una expresión concreta de lo objetivo; por lo tanto ambos
elementos confluyen en la construcción social de realidad.

Asimismo, las investigadoras se asumieron como explica Zemelman (1996) en tanto sujetas
históricamente determinadas, sin embargo con la posibilidad de “…a la vez salirse de sí
mismo para no quedarse reducido a la condición de producto histórico” (p.35); lo que
implica la aprehensión crítica de su propia realidad.

Ante este panorama, especifica Lessa (2000),

… el camino de la “ida” y la vuelta deja de manifiesto una intensa y


compleja relación entre la subjetividad y el objeto. En esta relación la
subjetividad se presenta con su totalidad (intuición, raciocinio,
emociones, conocimientos, valores, concepciones de mundo etc), así
como el objeto, en todos los momentos del proceso de reflexión de la
realidad por la conciencia (p.218).

Por lo tanto, enmarcada en la dialéctica, la relación sujeto-objeto no es lineal, la interacción


de ambos conlleva en sí misma el cambio. La historicidad del objeto, la población y las
investigadoras, determinó un desarrollo particular de la investigación y sus resultados.

Asimismo, De Paula (1992) expone que “…una idea fundamental de la dialéctica es la idea
de la indeterminación” (p.40), por tanto, no es posible el conocimiento del objeto de estudio
y la totalidad de los elementos que lo componen, ya que “…al ampliar el campo de lo
conocido terminamos por producir una nueva frontera con lo desconocido” (Lessa, 2000,
p.202).

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