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Reseña Sobre La Teoria Sobre Satira
Reseña Sobre La Teoria Sobre Satira
Garrido de Villena, aunque quizás podría compaginarse su lectura con un estudio anterior de
Mercedes Cobos, que no se menciona en sus páginas.
JOSEPH PÉREZ repasa el problema de Felipe II y la defensa de la fe en su tiempo, mientras que
FRANCISCO R U I Z RAMÓN vuelve al tema clásico de la evolución del Don Juan original al Don Juan
romántico de José Zorrilla. G U I L L L E R M O SERES analiza los antecedentes de la Filosofía secreta de
Juan Pérez de Moya desde Alfonso X el Sabio y M A R I E - C L A I R E ZIMMERMANN comenta el soneto
n° 2 9 6 de Quevedo, titulado «Compara el curso de su amor con el de un arroyo».
Hay algunas erratas y ultracorrecciones leves del idioma. Si los teatreros han incurrido en
algunos neologismos como didascalismo, en otro artículo aparece una voz como dissincronía y en
varios casos se cuelan voces o usos no propios del castellano, como, por ejemplo, soldar una
deuda (por saldarla), fallido por fallado, despido por despedida o simbólica por simbolismo, en
fin, usos ocasionales que disuenan muy ligeramente en un libro bien hecho, pero que no llegan
nunca a hacer difícil su lectura.
En suma, a la vista de su contenido, no sólo el homenajeado puede sentirse honrado por sus
discípulos y amigos, sino que el buen siglodorista también hallará en esta nueva obra una
extraordinaria panoplia de hispanistas, abundantes motivos de interés, importantes
actualizaciones, algún descubrimiento reseñable y bastantes pistas certeras sobre las verdaderas
novedades del hispanismo áureo internacional.
Estudios sobre la sátira española en el Siglo de Oro. Eds. Carlos Vaíllo y Ramón Valdés, Madrid,
Castalia, 2 0 0 6 . 2 5 6 p.
(ISBN: 84-9740-200-6; Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica, 27.)
CRITICÓN. Núm. 100 (2007). Estudios sobre la sátira española en el Siglo de Oro, eds. Carlos Vaíllo y Ramón Valdés.
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Tras el Prólogo aludido, el libro se abre con un brillante estudio de Mercedes BLANCO sobre el
Góngora satírico: «Fragmentos de un discurso satírico en la obra de Góngora». Partiendo de la
evolución del modelo «horaciano-ariostesco», se señala cómo Góngora, «el poeta satírico más
apreciado en su tiempo», contribuyó a inventar una nueva forma de sátira. Ésta se expresa en los
romances con estribillo, las letrillas, las décimas y los sonetos, es aparentemente más sincera que la
clásica, y posee un calado social muy hondo, pese a su aspecto chistoso. Por medio de tres
apartados bien documentados —«la sátira como maledicencia», «un arte epigramático», y una
«crisis irrisoria», en denominación de Gracián—, se demuestra la radical novedad de la sátira
gongorina, que escapa de los imprecisos límites entre lo burlesco y lo satírico; y también su
complejidad, que hace dudar entre una interpretación que privilegie el juego de ingenio o el
propósito político y moral.
Marco Antonio CORONEL analiza las «Estructuras satíricas en los relatos picarescos», a partir
de las relaciones sátira-novela en cuanto al ridendo dicere verum horaciano. Desde la conocida y
discutida influencia de La Celestina en el Lazarillo, se relaciona la esencia joco-seria de la sátira, la
mixtura de la tragicomedia en La Celestina, y la dramaticidad propia del diálogo, tanto teatral
como satírico, en su doble vertiente erasmista-lucianesca. A partir de estos presupuestos, se pasa
revista a la «sátira picaresca» desde planteamientos muy amplios: huellas de la sátira clásica (viaje,
sueños, banquete, prosímetro), vínculos con obras de «literatura didáctica», o con los libros de
caballería y la obra cervantina. El autor concluye que la novela picaresca hereda varias
«estructuras» —de la sátira clásica, de la medieval y de la erasmiana renacentista— que se
sustancian en ciertos «esquemas arguméntales» y «temas» expresados en forma jocosa y con
finalidad correctora. La narración testimonial del picaro reelabora todo ello en clave paródica, y
lo dota de la necesaria y trascendente función simbólica.
Henry ETTINGHAUSEN estudia «La sátira antijudía de Quevedo» desde su profundo conoci-
miento de la obra del autor, tanto en verso como en prosa. Su argumentación se basa preferen-
temente en la Execración contra los judíos, El Buscón, algunos cuadros de La Fortuna con seso y
la hora de todos, y los Sueños. Ettinghausen adelanta que la sátira de Quevedo contra los judíos es
puramente destructiva y fruto de la xenofobia del autor, y divide su análisis en dos partes: la
primera dedicada a la caracterización de los judíos como «ingratos deicidas», y la segunda, más
extensa, a la violenta caricatura de los mismos por ser usureros, avaros, sucios, y demás
vituperios, incluido el insulto personal. El estudio permite apreciar la riqueza de las metáforas
quevedianas, la amplitud de su particular bestiario de capacidad descalificadora y «potencia
vitriólica»; pero, al mismo tiempo, sitúa la aversión de Quevedo en el contexto de su tiempo y de
la coyuntura económica olivarista. Por último, plantea la pregunta, debatida en los últimos años
por la crítica, de si puede hablarse o no de «antisemitismo», y de si la exclusión xenófoba de los
judíos puede extenderse a otros pueblos también vituperados por el autor, en razón de su
condición de enemigos o amenazas para el pueblo cristiano y la Monarquía Hispánica.
Jorge GARCÍA L Ó P E Z , en «Justo Lipsio y la República literaria», analiza muy minuciosamente
las críticas contra la obra de Lipsio que se hallan en la primera versión ( 1 6 1 7 - 1 6 2 0 ? ) de la
República literaria, un somnium en la línea de la prosa culta de fines del siglo xvi y principios del
x v n . En este sentido, el artículo se ocupa no sólo de las sátiras que aparecen en la República...,
sino de las notables y ya conocidas diferencias entre las dos redacciones, e incluso de la atribución
de la primera a Diego de Saavedra Fajardo, «que debe ser puesta seriamente en cuarentena». En el
anónimo autor de la primera redacción, que pudo haber coincidido con Saavedra en su juventud,
se aprecia cosmopolitismo, una compleja y vasta visión de la cultura europea, una llamativa
curiosidad por las corrientes de la filosofía de su tiempo, pero también una finura crítica contra el
humanismo de fines del siglo xvi y contra el estoicismo tardío. Comparando la primera redacción
con la de veinte años después, se percibe en aquella una «pasmosa ausencia de complejos» que se
reflejan, por ejemplo, en la crítica del Erasmo humanista, o la burla de la obra de Lipsio, y el
CRITICÓN. Núm. 100 (2007). Estudios sobre la sátira española en el Siglo de Oro, eds. Carlos Vaíllo y Ramón Valdés.
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ataque a su estoicismo cristiano. A todo ello debe sumarse que el anónimo autor no es partidario
del estilo lacónico que Justo Lipsio encarnaba y Erycius Puteanus defendía, y que tanto se asemeja
al estilo de Saavedra en sus obras de paternidad reconocida.
Asunción RALLO, en «La sátira lucianesca. El Crótalon entre los lucianistas italianos y la sátira
erasmista», muestra un rico ejemplo de imitación compuesta, y de las dos vías de penetración del
lucianismo en España: la erasmiana y la italiana. El estudio comienza por consideraciones
generales sobre la sátira menipea y sus más reconocidos autores y recursos (personificación
alegórica, sueño, viaje alegórico), para centrarse a continuación en el Canto XVIII del Crótalon,
que «contrahace las Historias Verdaderas de Luciano». En dicho episodio confluyen distintos
recursos propios de la sátira, como el viaje fantástico, la narración autobiográfica en boca de
personajes alegóricos, y la prosopopeya de virtudes y vicios. Pero, además, en él se refunde la
citada obra de Luciano y el Philalite, de Mafeo Vegio, un diálogo que sólo aparece en la
traducción italiana de las obras de Luciano, de Nicoló de Lonigo, reeditada hasta 1 5 4 3 . El
comentario del fragmento revela la técnica de imitación del autor del Crótalon y la transformación
de la sátira lucianesca, enriquecida con la mordacidad de Erasmo y con las «deleitables fábulas»
del lucianismo italiano.
Lía SCHWARTZ estudia en su artículo «Las diatribas satíricas de Persio y Juvenal en las sátiras
en verso de Quevedo», con el fin de «recontextualizar históricamente» las relaciones de las sátiras
de Quevedo con sus autores preferidos, esos doctos amigos difuntos a los que alude en el soneto
Retirado en la paz de estos desiertos. Desde su doble conocimiento, de la sátira en el Siglo de Oro
y de la obra de Quevedo, Schwartz se refiere a la empatia o identificación del autor con los
clásicos, y plantea desde esa perspectiva su fructífero diálogo con los dos satíricos. Tras unas
páginas dedicadas a cómo el género satírico era preferido por los humanistas —Pontano, Erasmo,
Lipsio— y cómo la satura romana, a su vez, asimilaba y hacía suyos los modelos griegos, se
analiza la lectura que hace Quevedo de Persio y Juvenal, y en menor medida de Horacio y
Marcial. Las abundantes citas de Juvenal —«mi Juvenal», dice Quevedo— no se reflejan en la
dispositio de los poemas, sino en la inventio y la elocutio, porque nuestro autor lo admiraba, igual
que a Persio, por su función ética. Ambos transmitían verdades estoicas que servían, incorporadas
al imaginario de la época, como motivos o tipos de poemas morales y satíricos. De ahí que su
reelaboración creadora por parte de Quevedo interese más que un mero estudio de fuentes o
influencias, y que dicha transformación se interprete ahora en relación con la revitalización
continua de los clásicos, y enriquezca y diversifique la recepción de la obra de Quevedo.
Carlos VAÍLLO, con «La sátira de un expatriado español: la Olla podrida (1655), de Marcos
Fernández», rescata un texto tan raro como jugoso, del que, además, está preparando una edición.
El artículo se remonta a las escasísimas menciones del texto y de su autor, siempre dependiendo
del Doctor Carlos García, maliciosamente retratado en la Olla..., también expatriado y profesor
de español en Francia. Se da noticia de los ejemplares conocidos de la obra, y de los escasos datos
biográficos de su autor —algunos de ellos enigmáticos o equívocos— cuya vida transcurre entre
Francia y los Países Bajos, en un momento tan intenso como la firma de los Tratados de Westfalia.
Tanto la posibilidad de que conociera allí a Saavedra Fajardo —autor de las Locuras de Europa,
diálogo de política internacional que transcurre en Münster— como el pie de imprenta falso
—Amberes por Amsterdam— como la curiosa lista de los «alumnos» de Marcos Fernández,
bastarían para atraer la atención hacia un texto que es indudablemente satírico, como revela la
segunda parte del artículo: empezando por el título; continuando por el primero de los siete
capítulos, dedicado al Congreso de Münster, que tanto recuerda a la Satyre Ménipée francesa
(1594-1595), de decisivo papel contra los Estados Generales; y siguiendo por la sátira de estados y
oficios, por la alternancia de burlas y veras, y por los ecos o citas de autores con los que
Fernández comparte recursos hiperbólicos y caricaturescos, como Rabelais, Quevedo, y hasta los
aspectos más «bufonescos» del Quijote.
CRITICÓN. Núm. 100 (2007). Estudios sobre la sátira española en el Siglo de Oro, eds. Carlos Vaíllo y Ramón Valdés.
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a
M Soledad ARREDONDO
Universidad Complutense
CRITICÓN. Núm. 100 (2007). Estudios sobre la sátira española en el Siglo de Oro, eds. Carlos Vaíllo y Ramón Valdés.