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Universidad Nacional de Colombia – Sede Bogotá

Facultad de Ciencias Humanas


Departamento de historia
Historia de Colombia I – Profesor Pablo Rodríguez
Daniel Arturo Molina Macías - Pregrado en Historia

Reformismo borbónico y Revuelta de los Comuneros

El cambio de casa de la corona española, de los Habsburgo a los Borbones, trajo numerosas
implicaciones para la colonia en américa. Al enfocar este tema en la Nueva Granada, debemos
entonces analizar el contexto en que se dieron las tres reformas llevadas a cabo por la corona y la
relación con la revuelta de los comuneros tras la tercera reforma, alimentando el clima de tensión
e inestabilidad política de la corona en la colonia que llevaría a la independencia décadas más
tarde.
Con el anterior objetivo de estudio, tendremos en cuenta textos de Anthony Mcfarlane (Colombia
antes de la Independencia, 1997), Margarita Garrido (Reclamos y Representaciones: variaciones
sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1815, 1998) y John Leddy Phelan (El
Pueblo y el Rey: la revolución comunera en Colombia, 1781. 1980).

Tras su llegada a la corona española, la casa borbona implementó, durante el siglo XVIII, tres
reformas respecto a la colonia. La primera de ellas entre 1717 y 1723, no tuvo mayores
repercusiones, y la segunda entre 1739 y 1749, fue la que estableció el virreinato de la Nueva
Granada. Sin embargo estas dos reformas no implicaron mayores cambios prácticos, quizás por la
no legal, pero sí práctica relativa autonomía de vecinos como Venezuela o Quito, en adición al
complejo funcionamiento de la política a nivel local en la Nueva Granada, mucho más mediada
por influencias personales y familiares entre élites criollas y peninsulares, que por los mandatos
directos de la corona.
Justamente por este juego de influencias entre criollos y peninsulares como funcionamiento
político, la tercera reforma (1780) fue tan problemática y derramó la copa de tensión que política
acrecentada por la fuerte prevalencia dada por Carlos III a peninsulares sobre criollos para altos
cargos. La reforma era de carácter fiscal, económico y político. Los levantamientos, que
inicialmente tomaron lugar en Socorro, Santander, se replicaron en varias zonas del país. Estos
tuvieron como características la integración entre distintos sectores sociales y étnicos, si bien los
intereses no eran los mismos. Desde el sector campesino se evidenciaba la preocupación por el
gravamen al tabaco y el aguardiente, lo que perjudicaba el consumo, la producción y por tanto su
labor. Por su parte, las élites criollas locales, en la misma línea sobre tabaco y aguardiente,
buscaban también eliminar la exacerbada prevalencia de peninsulares para los altos cargos
administrativos (creciente desde la llegada de Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres al virreinato en
1778), así como el retiro del aumento de la alcabala.
Estas pretensiones de representación política criolla se denotan también en las capitulaciones de Zipaquirá
de 1781 al respecto de las demandas comuneras, que así rezan: “VIGÉSIMA SEGUNDA…Que en los
empleos de primera, segunda y tercera plana, hayan de ser antepuestos y privilegiados los
nacionales de esta América a los Europeos…”

La corona no estuvo en condiciones de con fuerzas propias, aplacar las revueltas y motines, y la
movilización dejó un gran precedente, cuando en 1782, con el arzobispo Caballero y Góngora
(quien había fungido como pacificador de los comuneros) posesionado como Virrey, se
completaron las pretensiones de la revuelta. “Se redujo la alcabala al previo 2% en las
provincias interiores de la Nueva Granada, se bajaron los precios del tabaco y del aguardiente y
se extendió un perdón general a todos los que habían participado en la rebelión” (McFarlanne,
pp 393).
En torno al debate sobre si la revolución de los comuneros fue o no semilla de la décadas
posterior independencia, la tendencia predominante entre los autores y autoras tenidos en cuenta,
es que no, pues se buscaba mantener una cierta autonomía local y regional, más que
desvincularse completamente de la corona española.

Así mismo, si bien la diversidad social y étnica con la que contó el movimiento, esto no
implicaba una unidad de carácter nacional o patriota que constituyera la posterior búsqueda
independentista. En palabras de McFarlane: “Aunque la rebelión comunera fue un levantamiento
de particular importancia en la historia de los últimos años de la colonial distinguido por la
escala de su movilización popular y su carácter de coalición policlasista y pluriétnica, su
potencial revolucionario siempre fue muy limitado y no introdujo un cambio en la conciencia
popular” (McFarlane, pp 403)
Bibliografía:

John Leddy Phelan, El Pueblo y el Rey: la revolución comunera en Colombia, 1781.


Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1980.

Margarita Garrido, Reclamos y Representaciones: variaciones sobre la política en el Nuevo


Reino de Granada, 1770-1815. Bogotá: Banco de la República, 1998.

Anthony Mcfarlane, Colombia antes de la Independencia. Bogotá: Banco de la República,


1997, pp. 345-404.

LOS COMUNEROS. CAPITULACIONES DE ZIPAQUIRÁ 05 DE JUNIO DE 1781.


Biblioteca Nacional de Colombia, Documentos de los Comuneros, Tomo III, Ms 371,
Folio13

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