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DISOLUCION Y LIQUIDACION
El proceso de extinción jurídica de una sociedad comprende tres fases o momentos, que tienen
lugar de forma sucesiva:
- Disolución
- Liquidación
- Extinción
Durante la disolución, la sociedad sigue subsistiendo con su misma personalidad jurídica, con
una importante modificación de su objeto o fin, pues abandona el ejercicio de comercio o
explotación empresarial de su objeto social para dedicarse a una actividad meramente
conservativa y liquidataria. La disolución abre el periodo de liquidación, durante el cual la
sociedad disuelta lleva a cabo las operaciones necesaria para salvar y liquidar todas las
relaciones jurídicas a que haya dado lugar su actuación en el tráfico, es decir cobrar todo lo que
a la sociedad se adeuda y tratar de cumplir con el pasivo social (pagar deudas). Al cierre de la
liquidación, con la distribución a los socios del remanente patrimonial si existiera, se produce
propiamente la extinción de la sociedad, con la cancelación de la matrícula de comercio.
El Código de Comercio establece en el Art. 372 que el contrato constitutivo puede prever
causales de resolución parcial y luego en los Arts. 373 y 374 establece casuales de resolución
parcial para ciertas sociedades:
i) En la sociedad colectiva, comandita simple y asociación accidental o cuentas en
participación, la muerte de un socio resuelve parcialmente el contrato. Sin
embargo en las sociedades colectivas y en comandita simple puede estipularse que
la sociedad continúe con los herederos del socio fallecido si éstos tienen capacidad
para ejercer el comercio.
ii) En la sociedad en comandita puede condicionarse la incorporación de los herederos
a la transformación de su parte en comanditaria.
iii) En la sociedad de responsabilidad limitada se aplicará lo dispuesto en el artículo
212.
iv) En todas las sociedades mencionadas en el artículo anterior, cualquier socio puede
ser excluido si media justa causa. Debiendo entenderse que existe justa causa
cuando el socio:
1) Incurra en grave incumplimiento de sus obligaciones;
2) Cometa actos fraudulentos o dolosos contra la sociedad;
3) Use, en su provecho personal, la firma o el patrimonio social, sin autorización;
4) Sea declarado en quiebra, pierda su capacidad o esté inhabilitado para ejercer
el comercio, excepto si se trata de sociedades anónimas o de responsabilidad
limitada.
Estas causas también son aplicables a los socios gestores de las sociedades en
comandita por acciones.
La exclusión de un socio debe solicitarse dentro de los 90 días siguientes a la fecha en la que se
conoció la causal, y produce los siguientes efectos: 1) El socio excluido tiene derecho a recibir
en dinero el valor que represente su parte de interés, cuotas y beneficio que le correspondan a
la fecha de su exclusión; 2) Respecto a las operaciones pendientes el socio excluido participa en
los beneficios y soporta las pérdidas de esas operaciones; 3) La sociedad puede retener, hasta
la liquidación de las operaciones en curso, la parte del socio excluido; 4) En el caso de aportes
de uso de un bien, la restitución de su valor se pagará en dinero si éste es indispensable a la
sociedad; y 5) Frente a terceros, el socio excluido responde por las obligaciones sociales hasta
el momento de la inscripción, en el Registro de Comercio, de la modificación correspondiente
al contrato social, dicha exclusión y, en su caso, su suspensión provisional, se solicitará por los
representantes de la sociedad o por cualquier socio bajo su responsabilidad personal. El juez
procederá sumariamente.
III. Disolución
3.1 Causales
Como se infiere de la lectura de las causales de disolución, los socios podrían voluntariamente
y amparados en dichas causales, pactar por la disolución. No obstante, es también posible que
los socios no puedan llegar a un acuerdo consensuado para llevar adelante una disolución
voluntaria, en este caso se prevé (Art. 380)que la disolución pueda ser resuelta y determinada
en la vía jurisdiccional. Será también una disolución declarada judicialmente, aquella que haya
sido promovida por los acreedores de la sociedad ante el Juez competente, en ambos casos se
debe probar cualquiera de las causales precedentemente expuestas. Con todo, aunque existan
diferentes formas o causales de disolución, debe tenerse presente que ésta tiene siempre el
mismo efecto, pues produce en todo caso la apertura del periodo de liquidación.
La administración de la sociedad comercial hasta que se decida la disolución queda a cargo del
gerente, directorio o administrar que cumplía dichas funciones hasta esa fecha. Una vez
acordada la disolución, declarada judicialmente o producida alguna causal probada para
proceder a la misma, los administradores tomarán las medidas necesarias para iniciar la
liquidación de la sociedad, siendo responsables, solidaria e ilimitadamente, respecto de
terceros y ante los socios por cualquier operación ajena a tal fin, sin perjuicio de la
responsabilidad de éstos. La disolución surte efecto respecto a terceros desde la fecha de su
inscripción en el Registro de Comercio previa publicación conforme a ley.
En la práctica podrían presentarse varios casos en los que la disolución no necesariamente sea
la mejor medida a asumir, pero aún así ser aparentemente la única alternativa. Por ejemplo un
caso en el que dos socios en una sociedad de responsabilidad limitada, pactan en el documento
constitutivo que la sociedad no continuará con los herederos, seguramente intentando
preservar la característica personalista de este tipo societario. Sin embargo, al fallecer ambos
socios en un accidente común, los herederos si tienen predisposición para poder continuar con
la empresa.
En estos casos el Art. 383 del C.Com establece un principio como regla de interpretación:
“Frente a la duda en la existencia de una causal de disolución se estará en favor de la
subsistencia de la sociedad”
El hecho de que existan varias formas de disolución no implica--como vimos—que los efectos
de ésta varíen en cada caso. Y es que la disolución, cualquiera que sea el modo en que se
produzca, comporta como principal efecto –y sin solución de continuidad—la apertura del
período de liquidación.
Dado que la sociedad disuelta subsiste durante el periodo de liquidación, es posible que aquella
decida revocar la disolución y retornar a la vida activa para continuar con el ejerció de las
actividades propias del objeto social. Pero las condiciones de valides de esta posible
reactivación no son comunes para cualquier supuesto de disolución a depender de gran medida
de la forma en que esta se haya producido.
Antes que nada, la posibilidad de que una sociedad salga del estado de liquidación para
reanudar su actividad comercial se excluye en las hipótesis de disolución judicial debidamente
inscrita en el registro de comercio.
IV. Liquidación
4.1 Concepto
La primera alternativa que establece el C.Com. es que los liquidadores sean las personas que
estaban a cargo del órgano administrativo, durante el periodo de vida activa de la sociedad,
salvo que los socios pacten en decisión diferente. Es decir, que en una primera instancia los
llamados a hacerse cargo de la liquidación serían los gerentes, directores o administradores. En
los hechos, al margen de las diferencias que puedan existir entre los administradores y los
liquidadores, la similitud sustancial de sus respectivas funciones permiten extender el régimen
de administradores a los liquidadores, en todo aquello que no se encuentre expresamente
previsto y que no sea incompatible con su especial naturaleza
Como en el caso de los administradores, y conforme al art. 387 del C. Com., las funciones de los
liquidadores son de dos clases: funciones de mera gestión referenciadas al orden interno a la
sociedad, y funciones de representación que afectan a la esfera externa de la sociedad. Todas
estas funciones, en todo caso, están orientadas al interés final de los socios y acreedores de la
sociedad disuelta, y consisten en la realización de las oportunas operaciones de liquidación de
relaciones jurídicas pendientes, la división y distribución del patrimonio resultando entre los
socios y la cancelación final de los asientos registrado de la sociedad.
En concreto corresponde a los liquidadores la representación de la sociedad en todo aquello
que sea necesario para los fines de la liquidación es así que el Art. 389 del C.Com establece: “La
representación de la sociedad durante la liquidación estará́ a cargo de los liquidadores con
todas las facultades para celebrar los actos necesarios con el objeto de realizar el activo y
cancelar el pasivo”.
Las facultades y responsabilidad del liquidador deberán estar expresamente otorgadas por los
socios mediante poder notariado. El liquidador se sujetará a dichas facultades siendo
responsable frente a la sociedad y terceros por los daños y perjuicios ocasionados debido a su
incumplimiento.
Dentro de los 30 días de asumido el cargo, los liquidadores levantarán un inventario completo
y elaborarán un balance de liquidación, documentos que se pondrán en conocimiento y a
disposición de los socios. El plazo señalado puede ampliarse hasta ciento veinte días por
acuerdo de simple mayoría. Su incumplimiento es causal de remoción y hace a los liquidadores
responsables por los daños y perjuicios
El pago de las obligaciones sociales y laborales será prioritario a cualquier otro pago, debiendo
cancelarse después las deudas públicas (ej. Obligaciones tributarias) y finalmente a los
acreedores comunes.
Una vez canceladas la totalidad de las deudas se entenderá que el pasivo social queda
extinguido, y los liquidadores elaborarán el balance final y un proyecto de distribución del
patrimonio, que deberán ser sometidos a la aprobación de los socios.
4.5 Distribución
Ningún socio podrá recibir el haber que le corresponda, mientras no queden extinguidas las
obligaciones de la sociedad o estén suficientemente garantizadas las pendientes. Por regla
general, la liquidación de la sociedad se articula a través de una multitud de actos aislados de
cobro de deudas, pago de créditos de conclusión de operaciones pendientes enajenación
singular de bienes que acaban arrojando- en su caso- un patrimonio remanente que finalmente
es objeto de división entre los socios.