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Cara A Cara Con La Muerte
Cara A Cara Con La Muerte
ISSN: 0123-417X
psicaribe@uninorte.edu.co
Universidad del Norte
Colombia
Resumen
¿Cuáles con las consecuencias que puede tener para el niño este pensar
y/o confrontar la muerte?, ¿cómo puede afectar esto el sentido que éstos
den a sus actos?, ¿desde qué edad aproximadamente empieza el ser humano
a preocuparse explícitamente por la muerte?, y ¿cómo repercute dicha
confrontación en la experiencia de vida del niño?, son algunos de los prin-
cipales cuestionamientos que nos proponemos trabajar en este artículo.
Palabras clave: Confrontación con la muerte, búsqueda de sentido.
Abstract
Hay varios aspectos centrales que todo ser humano debe confrontar
en su relación con el mundo objetivo, para erigir así su proyecto vital.
Como bien plantea Yalom (1984) en su libro Psicoterapia Existencial,
hay cuatro aspectos básicos y centrales que deben ser confrontados en
la existencia de toda persona: la muerte, la libertad, la soledad existencial
y el sinsentido. Al respecto, Spinelli (2000) también comenta en su
libro The interpreted world que estos mismos aspectos de los que habla
Yalom son centrales en la existencia de toda persona, y además enfatiza
en la responsabilidad (que Yalom implica en la libertad) y en la ansiedad
(aspecto que también enfatiza May).
Como bien hemos dicho hasta ahora, el ser humano siempre está
constituyendo el mundo y creando su proyecto vital en y a partir de
dicha situación. De esta forma, se entiende que no hay un solo proyecto,
o mejor, una idea de proyecto universal y absoluta para todo ser
humano en cuanto al contenido existencial. Esto, a su vez, implica que
cada ser humano debe vérselas con la creación y orientación de su
propio proyecto vital. Y es aquí donde se confronta entonces el sinsen-
tido: «Si debemos morir, si constituimos nuestro propio mundo, si cada
uno de nosotros está en última instancia solo en el universo indiferente,
entonces, ¿qué significado tiene la vida?, ¿por qué vivimos?, ¿cómo
viviremos? Si no hay un diseño preordenado para nosotros, entonces todos
simple hecho de haber nacido tenemos que vérnosla con él. Tenemos
que asumirlo como parte de esa condición humana de existencia que
nos es dada. A esto es a lo que May (1999) denomina el destino, y que
se refiere a todas aquellas características, límites y cualidades que cons-
tituyen todo lo que «nos es dado» en la vida. Destino implica así nuestra
condición objetiva de vida, tal como son los aspectos culturales, gené-
ricos, circunstanciales y el cósmico. Este último aspecto implica el
nacimiento y la muerte (May). De esta forma, es claro que la muerte,
como la expresión más extrema de la amenaza del no ser, hace parte
inamovible de la existencia, y sólo al confrontarla conscientemente el
ser humano puede crear un proyecto de vida particular altamente grati-
ficante. «La libertad de cada uno de nosotros está en proporción al grado
con el cual confrontamos y nos relacionamos con nuestro destino» (May).
Se trata, en consecuencia, de asumir la actitud adecuada ante el destino,
de afrontarlo con dignidad, aun cuando podamos sufrir al hacerlo. De
lo que se trata en este punto es de confrontar el destino y su aspecto
trágico aunque no se pueda modificar. «Cuando ya no existe ninguna
posibilidad de cambiar el destino, entonces es necesario salir al encuentro
de este destino con la actitud acertada» (Frankl, 1982).
No existe ninguna razón para suponer que sólo los niños con un
lenguaje perfectamente estructurado y capaces de definir formalmente
Bibliografía