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observa que la demanda se duplicó (+51.7%) en este período, con un crecimiento
promedio anual del +2.1%: renovables en +13.1%, fósiles un +2.0%, la hidroeléctrica al
+1.9% anual y la nuclear disminuyó a una tasa del -0.1% anual.
Continuando con estas cifras, en 2019 las energías fósiles participaban con el
84,3% (petróleo 33,1%, carbón 27,0%, gas natural 24,2%), la hidroeléctrica con un
6,4%, las renovables con el 5,0% (eólica, geotérmica, biomasa, solar y otras) y la
nuclear con el 4,3%. Con respecto a 1999, las fósiles decrecieron en un -1,7% (petróleo
-6,6%, carbón +2,2%, gas natural +2,6%), la nuclear en un -2,3% y la hidroeléctrica en
un -0,3%, en cambio las energías renovables aumentaron en un 4,3%.
En la historia de los dos últimos siglos no ha habido sustituciones energéticas (no se remplaza la
antigua energía por la nueva) sino que la nueva fuente comienza a crecer, y llega a un porcentaje
significativo, (…). Las infraestructuras necesarias para añadir la nueva energía necesitan de
“infraestructuras” energéticas de las anteriores (De Castro, 2014).
Analizando a este autor sobre la evolución de las energías entre los años 1820 y
2000, la matriz energética mundial evolucionó de la madera de los bosques
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(biocombustible) a las energías fósiles: carbón, petróleo y gas natural, a la energía
hidroeléctrica y nuclear; identificándose, como la mayor parte de la energía primaria
actualmente está concentrada en las fósiles con un incremento progresivo en la
participación de las renovables.
Con base en las anteriores cifras, la transición será un camino largo por recorrer,
el cual requiere el incremento progresivo de la participación de las energías renovables,
debiéndose tener presente la hipótesis propuesta por De Castro: en doscientos años las
diferentes energías primarias no se han sustituido sino complementado.
Por tanto, la transición hacia energías renovables puede afectar los intereses
nacionales al poner en riesgo la seguridad energética en términos de abastecimiento,
debido porque los países deben disponer de suficientes fuentes de energía primaria
para soportar el desarrollo y el crecimiento económico, sin dejar de lado las inversiones
en la adecuación de las cadenas de valor y de suministro hasta el consumidor.
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REFERENCIAS