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III.

Perspectivas de madurez integral del consejero cristiano

Es un hecho penoso darse cuenta de lo pobremente preparados que están los líderes
cristianos cuando se les invita a ser cuidadores espirituales en el verdadero sentido de la
palabra. La mayoría de ellos están acostumbrados a pensar en términos de
organizaciones y montajes espectaculares como si se tratara de un director de circo. Se
han convertido en personas a las que no les son familiares los movimientos significativos
del Espíritu. Es más, a veces se sienten asustados ante ellos.

Henry Nouwen, “El sanador herido”, pág. 50

1.1. La espiritualidad del consejero y la acción del Espíritu Santo en la tarea de consejería

El término “espiritualidad” tiene un significado muy amplio. Puede ser entendido como una ciencia,
como una doctrina o como una cualidad de determinados seres. Principalmente en este sentido
último, queremos definir la espiritualidad como una manera de ser y obrar desde una vocación
divina, en la cual se prefieren aalgunas virtudes según el ejemplo de Cristo, se persiguen fines
específicos y se sirve de particulares medios y prácticas de piedad.

¿Cuál es la espiritualidad que debe distinguir al cuidador-consejero de nuestros tiempos? ¿Cómo


puede cuidar de los demás cuidando de sí mismo? Como punto de partida, observemos la obra de
Jay Adams, representante del modelo de consejería bíblica, donde establece lo siguiente: 1

1. La necesidad de salvación: La orientación con la ayuda del Espíritu sólo puede ser llevada
a cabo en armonía con la obra regeneradora y santificadora del Espíritu. Es decir, para
cuidar y guiar a otros hacia la plenitud, el consejero-cuidador debe asegurarse de haber sido
regenerado, haber “nacido del Espíritu” y estar produciendo el fruto del Espíritu en su vida.

2. El fruto del Espíritu en el carácter: El Espíritu Santo es la fuente de todos los cambios
genuinos que transforman la personalidad. No se puede esperar verdadera transformación
en la vida de una persona recurriendo sólo a las herramientas de la psicología o
psicoterapia: “¿Habiendo comenzado por el Espíritu vais a terminar en la carne?” (Gálatas
3:3). Por muy bien instruido o preparado que se encuentre un profesional de la consejería,
no puede guiar a otros a una vida nueva si él mismo no la posee.

3. Transformación de la mente: La obra del Espíritu como consejero es convencer, producir


un cambio en la manera de percibir la realidad y a uno mismo (nouthesis). El término usado
en la Biblia para describir esta función del Espíritu significa al menos: a) Influir en la
mente para vencer la oposición a reconocer la verdad y cambiar (Colosenses 1:28; 3:16), b)
Es una confrontación y corrección que tiene lugar mediante la palabra hablada y c) Su
resultado es siempre el cambio positivo para beneficio amoroso y crecimiento del
aconsejado (1 Corintios 4:14; 2 Timoteo 3:16).

4. Los medios espirituales: El Espíritu Santo obra en armonía con sus dones, ejercidos bajo
su dirección y llamamiento. Por otro lado, el Espíritu espera que los consejeros utilicen las

1
Véase: Jay Adams, Capacitado para orientar, Barcelona: Portavoz, 1981, 47-52; ---------, La
práctica de aconsejar, Barcelona: CLIE, 1984, 227-239; ---------, A Theology of Christian Counseling, Grand
Rapids: Zondervan, 1986, 16, 249.
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Escrituras que él mismo ha inspirado, siendo guiados a través de ellas. Las Escrituras deber
proporcionar los planes de acción a seguir en todo proceso de consejería y cuidado.

Para Henry Nouwen, quien sostiene una espiritualidad de carácter contemplativo, no basta con que
el consejero sea alguien regenerado, con deseo de servir, capacitado en la Palabra y poseedor de los
conocimientos y las habilidades sobre consejería y ministerio pastoral. Él señala otros
requerimientos para el cuidador de nuestros tiempos: 2

1. Mostrarse vulnerable e irrelevante: La verdadera espiritualidad e identidad del


consejero-cuidador requiere despojarse a través del Espíritu, del ego capaz de hacer cosas,
mostrarlas, construirlas, etc. El consejero debe mostrarse como alguien vulnerable,
imperfecto, abierto a ofrecer y recibir amor, que únicamente es capaz de ofrecer su persona
y, por medio de ella, el mensaje de la Palabra de Dios. Según Nouwen, este propósito
espiritual nos libra de la baja autoestima, de la ansiedad, de la depresión, del sentimiento de
incompetencia, impotencia y frustración por no tener un mayor impacto y no resolver las
necesidades, cada vez mayores, de la gente a nuestro alrededor. Esto es lo que corresponde
a un evangelio que proclama que Dios nos ha redimido no por lo que hacemos o logramos,
sino porque nos ama y nos escoge para comunicar su amor que es la verdadera fuente de la
madurez y plenitud humana.

2. La oración contemplativa como práctica integradora: La oración es un acto de amor y


vinculación. Es la primera acción del Espíritu en la vida de la persona que ha conocido al
Dios que es Abba (Romanos 8:15). La pregunta que define la auténtica espiritualidad del
cuidador-consejero no es “¿Cuántas personas te toman en serio?” “¿Cuántos piden tu
consejo o acuden a ti?” “¿A cuántos has ayudado?” o “¿Qué metas o logros has
alcanzado?”, sino: “¿Amas a Jesús?”. Amar a Jesús es conocer su corazón. Si conocemos el
amor y el corazón de Jesús seremos portadores de luz, perdón, reconciliación y paz. Para
ello necesitamos permanecer constantemente en comunicación y en la presencia de Dios
por medio de la oración contemplativa. Esta clase de oración, presenta las siguientes
características:

a. Profundiza nuestra necesidad de pertenencia a Dios en libertad y aceptación total.


Nos hace saber que somos amados, aceptados y enraizados en unidad con el Padre,
sin importar lo competentes o importantes que seamos ante los demás.

b. Ilumina nuestra teología impregnándola de amor. Los consejeros no sólo necesitan


opiniones bien formadas en Biblia y teología para responder a las preguntas
difíciles y dilemas morales de hoy, lo cual puede conducir a la división. Necesitan,
primordialmente, por medio de la oración contemplativa, escuchar una y mil veces
la voz del amor y encontrar allí la fuente de la sabiduría y el valor para orientar
cualquier problema que se les presente.

El sentido primero de la palabra “teología” es el de “unión con Dios en oración”.


Hoy, la teología se ha convertido en una materia académica más y, a menudo, los
teólogos encuentran que les es difícil orar. (Henry Nouwen, En el nombre de Jesús,
pág. 36)

c. Es capaz de articular la vida interior. El mayor caos de nuestro tiempo no es


exterior; sino que se halla al interior del hombre. Muchas veces nuestra
2
Véase: Henry Nouwen, El sanador herido, Madrid: PPC, 2004, 35-61; 99-116; ---------, En el
nombre de Jesús, Madrid: PPC, 2001, 25-38; ---------, Un ministerio creativo, Madrid: PPC, 2000, 71-97.
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espiritualidad y activismo ministerial son sólo forma de evadir el encuentro con


nuestra vida interior, cayendo en la arrogancia, la rutina desgastante y la
superficialidad ministerial. La meta de la oración contemplativa para el cuidador-
consejero deberá ser la clarificación de su mundo interior. A manera de recorrido
por nuestra propia casa, la oración debe revelarnos los sitios oscuros, las
habitaciones iluminadas, los espacios que necesitan ventilación o limpieza. En
otras palabras, orar es un trabajo de re-creación de nosotros mismos, de unificación
e integración de nuestra vida. El Espíritu, como Espíritu de unidad, nos integra para
afrontar la vida con todo nuestro y en unión con los propósitos de Dios.

3. Ofrecer su experiencia de sufrimiento como guía para sus semejantes: El verdadero


cuidador-consejero es el que sana desde sus propias heridas. Como el “varón de dolores”
(Isaías 53:5), la espiritualidad del cuidador- consejero debe ser capaz de convertir sus
propias heridas en la fuente principal de curación para otros. Es por ello que
constantemente nos sentiremos solos o desalentados. Según Nouwen, la forma de vida
cristiana no libera de la soledad, sino que la protege porque nos revela el vacío de nuestra
propia existencia que, puede ser destructivo o esperanzador. Si hacemos de nuestra propia
soledad y dolor una fuente de comprensión y compasión humana, si en vez de negar
nuestras heridas estamos dispuestos a compartir nuestra experiencia como un testimonio de
la gracia, estaremos siendo instrumentos del Espíritu para llevar paz, amor y consuelo a
quienes luchan con sus propios sufrimientos. Aquí surge el concepto de hospitalidad: donde
el que “hospeda” ofrece su propio corazón a manera de hogar, creando un espacio de
interiorización, aceptación y comunión donde el “visitante” pueda sentirse libre y sin miedo
(Véase El sanador herido, cap. 4).

No sabemos dónde estaremos dentro de dos, diez o veinte años. Pero sí podemos conocer
que el hombre sufre, y el compartir el sufrimiento puede hacernos avanzar. El ministro
está llamado a ayudar a sus muchos huéspedes para que den este paso, para que no se
queden paralizados donde se encuentran, sino que tengan un deseo creciente de ir hacia
adelante, con la convicción de que la total liberación del hombre y de su mundo está
todavía por venir

Henry Nouwen, “El sanador herido”, pág. 118

1.2. La distorsión espiritual en el consejero.

A partir de lo anterior, incluyendo elementos de temas anteriores, tenemos el siguiente cuadro


resumen sobre las distorsiones espirituales en el cuidador-consejero:

En su identidad 1. Sentido extremo de responsabilidad, perfeccionismo o necesidad de


o “Self” control.
2. Sensación de impotencia o incompetencia.

3. Sentido extremo de competencia y búsqueda de importancia espiritual. No


aceptación de los propios límites, errores, fracasos, vulnerabilidad y
necesidad de ayuda.
4. Deseo inconsciente, no resuelto aún, de superar la herida o llenar el vacío
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de experiencias en el propio desarrollo.


5. Basar la propia autoestima e identidad en el reconocimiento de los demás,
el logro, el elogio, la aceptación que tiene nuestro trabajo o ministerio.

En su teología o 1. La imagen de un Dios que espera cierto rendimiento o desempeño para


“imagen de recompensarnos, amarnos más o aceptarnos como buenos servidores.
Dios” 2. La imagen de un Dios que siempre nos ayudará, responderá nuestras
preguntas, nos permitirá tener toda situación bajo control y que las
circunstancias se desarrollen según nuestras expectativas.
3. La idea de un Dios que no permitirá que sus ministros sufran si son fieles
a él

En su relación 1. La idea de que los demás siempre serán bondadosos, amables, agradecidos
con sus con nosotros como responsables de su vida espiritual. O, en caso contrario,
semejantes es porque son personas inmaduras espiritualmente, falsas, malas o
indignas de amor y bondad.
2. La creencia de que los demás deben reconocer nuestra competencia y
acudir solicitando nuestra ayuda para que les brindamos “soluciones” a sus
problemas.

1.3. Sabiduría, madurez emocional y salud espiritual del consejero3

El elemento básico para conocer el grado de desarrollo emocional de una persona es su historia
personal. La presencia de una infancia más o menos tranquila, emocionalmente satisfactoria, un
hogar estable sin fuertes tensiones entre los padres, la presencia de hermanos, una buena adaptación
escolar y social con sus compañeros, un éxito relativo en el estudio, una actitud equilibrada de su
ambiente frente al sexo, un mínimo de salud, etc., son elementos que favorecen la maduración
psicológica personal. Mientras más negativos sean estos antecedentes, mayores dificultades habrá
encontrado el sujeto para lograr una maduración adecuada.

Toda persona emplea sus energías psíquicas para adaptarse al ambiente, pero cuando las
dificultades ambientales superan cierto grado de intensidad, dichas energías se consumen
principalmente en la solución de estos conflictos. La capacidad de progreso y superación personal
disminuyen. Cuando el conflicto interior se agudiza, sin lograr una adecuada solución, se produce
una regresión del grado de madurez alcanzado a una etapa anterior, y hablamos de neurosis.

Los principales indicadores de madurez, sabiduría y salud espiritual en el consejero son:

1. En primer lugar debemos fijarnos en el grado en que el cuidador-consejero es capaz


de reconocer y adaptarse a la realidad. Reconocer las dificultades de la vida y de sus
propias limitaciones. El ministro cristiano que niega toda dificultad futura para su

3
Adaptado de: Luis Bravo Valdivieso, La determinación de la madurez emocional en los candidatos al
seminario; Uriarte, Joan María. Madurez psicológica, espiritual y pastoral. Ponencia pronunciada en el Pontificio
Colegio Español de San José (Roma, noviembre 2005)
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vocación, o para quien todos los problemas se arreglarán por medios


exclusivamente sobrenaturales no es convenientemente maduro.

2. En segundo lugar, la actitud madura debe poseer la suficiente confianza personal


para sentirse capacitado para superar las dificultades de la vida y del llamado al
ministerio. También comprende la aceptación de las posibilidades reales de un
fracaso.

3. En tercer lugar, la madurez es la capacidad de dominar los propios impulsos. El


consejero maduro puede postergar sus gratificaciones afectivas sin experimentar
frustraciones exageradas. El sujeto maduro debe ser capaz de regular sus
gratificaciones según las exigencias de la realidad sin reaccionar de manera agresiva
o amargada. Esto puede traducirse en capacidad para ordenar su horario de trabajo y
de descanso, o de renunciar a ciertos agrados actuales para obtener un bien más
definitivo, como ocurre en el estudio.

4. El cuidador consejero maduro logra un perfeccionamiento a través de sus


actividades cotidianas, sin sentirse presionado por un perfeccionismo que le impida
actuar de manera flexible. Debe estar abierto a equivocarse y aceptarlo, al igual que
permitirse el descansar o divertirse con tranquilidad.

5. Otro criterio de madurez emocional es la presencia de un grado equilibrado de


independencia personal en los propios juicios y decisiones. La responsabilidad de la
vocación al ministerio es en último término personal a cada sujeto y no debe
resolverse por presión de un consejero espiritual o del ambiente.

6. Otro índice de madurez afectiva reside en la capacidad de establecer y mantener


relaciones afectivas profundas con otras personas. Dar y recibir afecto
equilibradamente. Esto incluye la presencia de una sexualidad genital adulta,
aceptada como algo normal y necesario.

7. Finalmente, se destaca la buena adaptación a la vida comunitaria y actividades que


de ella deriven. Es importante la aceptación del estudio como medio para una
efectividad ministerial. Sin embargo una sobrevaloración del estudio con
menosprecio de la convivencia o de otras actividades comunitarias puede indicar
una evasión. Una dedicación demasiado excluyente puede originarse en inseguridad
y temor a las relaciones interpersonales, o indicar una evasión de la realidad.

1.4. Preguntas para reflexión grupal y semanario

1. Comparta con sus compañeros, qué aportan las ideas de Adams y de Nouwen a su
propio ideal o meta de vida espiritual como cuidador-consejero.
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2. ¿Cuáles son los peligros de la inmadurez o de la distorsión espiritual en el cuidado de


otros y la consejería?
3. ¿Cuáles son los principales desafíos o retos que la clase de hoy ha dejado en tu corazón
(comparte)?

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