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Es un hecho penoso darse cuenta de lo pobremente preparados que están los líderes
cristianos cuando se les invita a ser cuidadores espirituales en el verdadero sentido de la
palabra. La mayoría de ellos están acostumbrados a pensar en términos de
organizaciones y montajes espectaculares como si se tratara de un director de circo. Se
han convertido en personas a las que no les son familiares los movimientos significativos
del Espíritu. Es más, a veces se sienten asustados ante ellos.
1.1. La espiritualidad del consejero y la acción del Espíritu Santo en la tarea de consejería
El término “espiritualidad” tiene un significado muy amplio. Puede ser entendido como una ciencia,
como una doctrina o como una cualidad de determinados seres. Principalmente en este sentido
último, queremos definir la espiritualidad como una manera de ser y obrar desde una vocación
divina, en la cual se prefieren aalgunas virtudes según el ejemplo de Cristo, se persiguen fines
específicos y se sirve de particulares medios y prácticas de piedad.
1. La necesidad de salvación: La orientación con la ayuda del Espíritu sólo puede ser llevada
a cabo en armonía con la obra regeneradora y santificadora del Espíritu. Es decir, para
cuidar y guiar a otros hacia la plenitud, el consejero-cuidador debe asegurarse de haber sido
regenerado, haber “nacido del Espíritu” y estar produciendo el fruto del Espíritu en su vida.
2. El fruto del Espíritu en el carácter: El Espíritu Santo es la fuente de todos los cambios
genuinos que transforman la personalidad. No se puede esperar verdadera transformación
en la vida de una persona recurriendo sólo a las herramientas de la psicología o
psicoterapia: “¿Habiendo comenzado por el Espíritu vais a terminar en la carne?” (Gálatas
3:3). Por muy bien instruido o preparado que se encuentre un profesional de la consejería,
no puede guiar a otros a una vida nueva si él mismo no la posee.
4. Los medios espirituales: El Espíritu Santo obra en armonía con sus dones, ejercidos bajo
su dirección y llamamiento. Por otro lado, el Espíritu espera que los consejeros utilicen las
1
Véase: Jay Adams, Capacitado para orientar, Barcelona: Portavoz, 1981, 47-52; ---------, La
práctica de aconsejar, Barcelona: CLIE, 1984, 227-239; ---------, A Theology of Christian Counseling, Grand
Rapids: Zondervan, 1986, 16, 249.
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Escrituras que él mismo ha inspirado, siendo guiados a través de ellas. Las Escrituras deber
proporcionar los planes de acción a seguir en todo proceso de consejería y cuidado.
Para Henry Nouwen, quien sostiene una espiritualidad de carácter contemplativo, no basta con que
el consejero sea alguien regenerado, con deseo de servir, capacitado en la Palabra y poseedor de los
conocimientos y las habilidades sobre consejería y ministerio pastoral. Él señala otros
requerimientos para el cuidador de nuestros tiempos: 2
No sabemos dónde estaremos dentro de dos, diez o veinte años. Pero sí podemos conocer
que el hombre sufre, y el compartir el sufrimiento puede hacernos avanzar. El ministro
está llamado a ayudar a sus muchos huéspedes para que den este paso, para que no se
queden paralizados donde se encuentran, sino que tengan un deseo creciente de ir hacia
adelante, con la convicción de que la total liberación del hombre y de su mundo está
todavía por venir
En su relación 1. La idea de que los demás siempre serán bondadosos, amables, agradecidos
con sus con nosotros como responsables de su vida espiritual. O, en caso contrario,
semejantes es porque son personas inmaduras espiritualmente, falsas, malas o
indignas de amor y bondad.
2. La creencia de que los demás deben reconocer nuestra competencia y
acudir solicitando nuestra ayuda para que les brindamos “soluciones” a sus
problemas.
El elemento básico para conocer el grado de desarrollo emocional de una persona es su historia
personal. La presencia de una infancia más o menos tranquila, emocionalmente satisfactoria, un
hogar estable sin fuertes tensiones entre los padres, la presencia de hermanos, una buena adaptación
escolar y social con sus compañeros, un éxito relativo en el estudio, una actitud equilibrada de su
ambiente frente al sexo, un mínimo de salud, etc., son elementos que favorecen la maduración
psicológica personal. Mientras más negativos sean estos antecedentes, mayores dificultades habrá
encontrado el sujeto para lograr una maduración adecuada.
Toda persona emplea sus energías psíquicas para adaptarse al ambiente, pero cuando las
dificultades ambientales superan cierto grado de intensidad, dichas energías se consumen
principalmente en la solución de estos conflictos. La capacidad de progreso y superación personal
disminuyen. Cuando el conflicto interior se agudiza, sin lograr una adecuada solución, se produce
una regresión del grado de madurez alcanzado a una etapa anterior, y hablamos de neurosis.
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Adaptado de: Luis Bravo Valdivieso, La determinación de la madurez emocional en los candidatos al
seminario; Uriarte, Joan María. Madurez psicológica, espiritual y pastoral. Ponencia pronunciada en el Pontificio
Colegio Español de San José (Roma, noviembre 2005)
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1. Comparta con sus compañeros, qué aportan las ideas de Adams y de Nouwen a su
propio ideal o meta de vida espiritual como cuidador-consejero.
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