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Características de la pintura barroca.

La pintura barroca presenció el nacimiento de nuevos géneros pictóricos, como son los
bodegones, vanitas y cuadros costumbristas, que enriquecieron la iconografía religiosa
heredada del medioevo.

Se caracterizó por la búsqueda de realismo a través del efectismo (los trampantojos


son comunes) y de una cierta teatralidad.

La luz y el color pasaron a ser grandes protagonistas, encargados de producir la


profundidad y la perspectiva, más que la línea y el trazo.

Las formas fueron particularmente abundantes (como sucedió en todas las artes del
barroco) y las pinturas se llenaron de volumen y de detalle, en lo que para muchos
constituyó el dominio total de las técnicas pictóricas, tanto con óleo como al fresco.

se basan en reflejar la tendencia religiosa de los países católicos y el estilo burgues e


intimista de los protestantes. Todo ello, bajo la búsqueda del realismo a través de
la riqueza de los colores, y la destreza de los pintores, creando contrastes entre luces y
sombras.

Una de las características de la pintura barroca más representativa es el excepcional


dominio de la luz, jugando con la técnica del tenebrismo, que ocultaba parte del cuadro
en las sobras, en un juego de fuertes luces y sombras.
Juego de luces que, ayudó en gran medida, junto a otro tipo de técnicas pictóricas, a
conseguir el dominio de plasmar el volumen y la profundidad en los cuadros. El color y
la iluminación ganarán protagonismo frente al dibujo, frente a la línea, de tal manera,
que los contornos se difuminan.
La luz lo es todo Adopta un papel tan protagonista que las formas quedarán
subordinadas a ella, y se encargará de definir la atmósfera, el ambiente y matizar los
colores del cuadro.

Contexto del barroco.


El siglo XVII fue para España un período de grave crisis política, militar, económica y social que terminó
por convertir el Imperio Español en una potencia de segundo rango dentro de Europa. Los llamados
Austrias menores -Felipe III, Felipe IV y Carlos II- dejaron el gobierno de la nación en manos de ministros
de confianza o validos entre los que destacaron el duque de Lerma y el conde-duque de Olivares. En
política exterior, el duque de Lerma, valido de Felipe III, adoptó una política pacifista y logró acabar con
todos los conflictos heredados del reinado de Felipe II. Por el contrario, el conde-duque de Olivares,
valido de Felipe VI, involucró de lleno a España en la guerra de los Treinta Años, en la que España sufrió
graves derrotas militares.

Durante la segunda mitad del siglo, Francia aprovechó la debilidad militar española y ejerció una
continua presión expansionista sobre los territorios europeos regidos por Carlos II. Como consecuencia
de esta presión, la Corona española perdió buena parte de sus posesiones en Europa, de modo que a
principios del siglo XVIII el Imperio español en Europa estaba totalmente liquidado.

En política interior, la crisis no fue menos importante. El duque de Lerma procedió a la expulsión de
los moriscos (1609), con lo que se arruinaron las tierras de regadío del litoral levantino, y permitió la
generalización de la corrupción administrativa. Posteriormente, la política centralista del conde-duque
de Olivares provocó numerosas sublevaciones en Cataluña, Portugal, Andalucía, Nápoles y Sicilia. La
rebelión catalana fue sofocada el año 1652, mientras que la sublevación portuguesa desembocó en la
independencia de ese país (1668).

Se suele decir que el Arte Barroco es el arte de la Contrarreforma. Para reaccionar


contra la severidad e iconoclastia del Protestantismo, la Iglesia Católica alentó la
edificación de templos con profusión de escultura.

También dirigió a los artistas a alejarse de los temas paganos que tanta aceptación
tuvieron durante el Renacimiento, así como evitar los desnudos y las escenas
escandalosas.

Tanto en las artes visuales como en la música, la influencia de la Iglesia sobre los
artistas iba dirigida a emocionar y enardecer la devoción mediante estímulos
psicológicos.

Estas normas aparentemente conservadoras y austeras derivaron, sin embargo, en


este arte suntuoso y recargado que llamamos Barroco.
También la reforma protestante de Alemania y la creación de la Iglesia Anglicana en el
siglo XVI influyó notablemente en la música de los compositores alemanes e ingleses
de la era barroca.

El siglo XVII fue una época de guerra y violencia como en pocas fases de la historia
europea. La vida se veía frecuentemente atormentada en dolor y muerte. Por eso
también era más necesaria que nunca la exaltación de la vida agitada e intensa para el
hombre barroco.

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