Está en la página 1de 4

Oposición de la iglesia al gobierno de Trujillo a partir del 1958

Cabe antes de hablar de la oposición de la iglesia al mandato de Trujillo,


realizar un breve antecedente ilustrando no solo las bajas, sino el panorama
completo que abarco las relaciones de dicha institución y Trujillo.

Cabe mencionar que inmediatamente el presidente Trujillo, asume el poder en


la República Dominicana, una de las primeras iniciativas legislativas fue en el
mes de marzo del 1931, someter una ley al Congreso Nacional para que se le
reconociera personalidad jurídica a la iglesia católica, fue aprobado y
promulgado en el mes de abril de ese mismo año.

Las relaciones entre Trujillo y la Iglesia Católica, paso por varias etapas, en su
primera fase fue de luna de miel, empieza en su segundo año de gobierno
cuando decreto un subsidio para la Iglesia por parte del estado dominicano, lo
que le mereció la “Orden Hierosolimitana del Santo Sepulcro por parte del
Arzobispo de Santo Domingo, Monseñor Adolfo Nouel en agosto de 1931.

Apenas transcurrido un año en el 1932, Trujillo le retiro el subsidio porque el


Vaticano designo como Arzobispo al Padre Rafael Castellanos Martínez por
Monseñor Nouel, y el nuevo Arzobispo no comulgaba con su régimen, por lo
que maniobró para que removieran a Castellanos y retornara Monseñor Nouel
de manera vitalicia.

Monseñor Pinitini es consagrado como Arzobispo de Santo Domingo, en


diciembre del 1935, quien prosternó la iglesia a los pies del dictador, por lo que
las relaciones fueron armoniosa, hasta tal extremo que el 15 de junio del 1954,
se firmó el Concordato, para lo que el General Trujillo Viaja al Vaticano para
firmarlo con el Papa Pio XXII.

Pero… la simbiosis Trujillo-Iglesia comenzó a cambiar desde la invasión del 14


de junio de 1959 (expedición militar revolucionaria de Constanza, Maimon y
Estero Hondo), en que los crímenes, las torturas y los vejámenes generaron un
ambiente de tenso rechazo de esos métodos por parte de sacerdotes y
prelados. Uno de los primeros conflictos empezó cuando el Jefe pretendió que
se le proclamase por el Episcopado Dominicano y hasta por el Vaticano, como
Benefactor de la Iglesia Católica, lo que provocó un forcejeo que causó una
grave erosión entre los dos sectores. Trujillo envió a Roma al padre de la
Orden de los Claretianos, el higüeyano Zenón Castillo de Haza, quien había
estudiado en el Vaticano y tenía estrechas relaciones con algunos cardenales
influyentes en la Santa Sede, pero la misión que se le encomendó fracasó. Al
saber la negativa de El Vaticano, el presidente general se incomodó
profundamente y comenzó a restringir su apoyo a la Iglesia y sus generosos
subsidios a sus programas sociales y religiosos.

Al padre Posada, que era orientador de Ramfis, lo sacaron del medio y algunos
obispos y sacerdotes comenzaron a dejar sentir cierta inconformidad y a
producir amagos de protesta que Trujillo resintió y empezó a manifestar en una
actitud menos tolerante y colaboradora con la Iglesia.
La otra víctima del sicariato trujillista fue el padre Gómez, párroco de Higuey,
que sufrió un “accidente” en la carretera Higuey-San Rafael de Yuma, cuando
un poderoso camión embistió su Jeep Land Rover, donde un diácono conocido
con el apodo de “Caifá” perdió el ojo derecho, y el hoy Dr. Duque Rivera
Cedeño, también de Higuey, sufrió traumatismo y facturas de importancia.

Después de la resistencia manifiesta de los obispos a variar los términos de la


Carta Pastoral de enero de 1960, Trujillo  recrudeció la violencia y el
hostigamiento contra la Iglesia a nivel nacional. El  acoso incluyó  amenazas y
apresamientos, violaciones de templos y  campañas difamatorias por radio y
TV.
Los organismos represivos, con el  SIM a la cabeza, se dedicaron a colocar
bombas y municiones en el interior de los templos para incriminar a sacerdotes
y religiosos en supuestos planes subversivos contra el regímen.

Al mismo tiempo, se emprendió un plan de robo de  vehículos pertenecientes a


congregaciones religiosas para dejarlos abandonados, repletos de botellas  de
ron y cerveza vacías,  en frentes de prostíbulos, bares y casas de citas.

El coronel Johnny Abbes García, jefe del temido SIM, en una vulgar acción,
dirigió un atentado contra el arzobispo Ricardo Pittini, en el que se buscaba
asesinarle o herirle, pero  los sicarios se limitaron a prodigar un gran susto al
anciano y ciego mitrado.   Escenificaron una reyerta entre dos de los
delincuentes, en la que uno corría detrás de otro, blandiendo  armas  blancas y 
revólveres.  Los sicarios penetraron violentamente a la iglesia donde estaba
Pittini y sostuvieron un intercambio de disparos, pero felizmente no lograron
impactar al obispo. Los antisociales se hirieron mutuamente con un saldo fatal
para uno de ellos.

Dentro del mismo contexto de la campaña sucia y aprovechando una salida a


Puerto Rico del nuncio Lino Zanini, el canciller de la República, Lic. Porfirio
Herrera Báez, comunicó al encargado de negocios de la Nunciatura que para el
Gobierno de Trujillo, la ausencia del nuncio  resulta provechosa para las
mejores relaciones con  la jerarquía eclesiástica en el país, por lo que vería con
agrado que el extrañamiento del   religioso se prolongara indefinidamente. En
síntesis, Zanini estaba siendo declarado persona no grata por la dictadura.

En fin, parando las relaciones luego del 1960 en disputas, manteniéndose la


postura de la iglesia luego de la carta de 1960 la adversa a Trujillo, hasta su
derrocamiento.

Formación de movimiento políticos en contra de Trujillo.

Los exiliados dominicanos celebraron un congreso en la Universidad de La


Habana y conformaron el llamado «Frente Unido de la Liberación Dominicana»
con Ángel Morales como presidente. Su principal móvil fue gestionar ayuda
militar ante los gobiernos democráticos de América Latina y el Caribe para
utilizarla contra la dictadura de Trujillo. Entre los miembros figuraba el cuentista
y político dominicano Juan Bosch, quien asumió las gestiones internacionales y
viajó a varios países para reunirse con sus respectivos presidentes.
El 21 de septiembre de 1947 el grupo de dominicanos en el exilio, junto a un
batallón voluntario de militares armados procedentes de Cuba y otros países de
América Latina, partieron hacia Santo Domingo en un movimiento militar
llamado Expedición de Cayo Confites. La expedición fracasó; los
expedicionarios fueron obligados a desembarcar, para luego ser apresados y
llevados al recinto militar de Columbia, ubicado en La Habana.

El 19 de junio de 1949 se realizó un segundo intento fallido para derrocar al


régimen trujillista, terminando los expedicionarios apresados o carbonizados en
un contraataque del ejército dominicano.

El 14 de junio de 1959, varios hombres armados comandados por Enrique


Jiménez Moya aterrizaron en Constanza con la finalidad de derrocar a Trujillo.
Días más tarde, el 20 de junio, desembarcaron en Maimón unos 144 hombres
dirigidos por José Horacio Rodríguez en la provincia de Puerto Plata, quienes
llegaron en una lancha llamada «Carmen Elsa». Luego de varios días de
combate en contra del régimen, los expedicionarios fueron derrotados y
trasladados a la Base Aérea de San Isidro, donde fueron torturados. Algunos
sobrevivieron, pero luego la mayoría fueron fusilados.

Ese mismo año se formó en el país un grupo político de izquierda


llamado Movimiento 14 de junio, compuesto por jóvenes que procuraban un
cambio hacia la democratización del país. El movimiento contó con Manolo
Tavárez Justo y su esposa Minerva Mirabal como líderes. El régimen de Trujillo
se ensañó contra la mayoría de los miembros del grupo y el SIM se encargó de
perseguir, encarcelar y torturar a sus miembros.

Cuando John F. Kennedy tomó posesión como presidente de los Estados


Unidos el 20 de enero de 1961, ya los planes de la CIA para derrocar a Trujillo
estaban en marcha. A pesar de eso, el presidente Kennedy envió al diplomático
Robert D. Murphy para que se entrevistara con Trujillo y lo persuadiera de que
se retirase del poder. Murphy llegó a Santo Domingo el 15 de abril de 1961,
siendo el cuarto y último emisario del gobierno estadounidense que trató de
convencer a Trujillo para que se retirara del poder, planteamiento que fue
ignorado por el dictador.

Para por último, el martes 30 de mayo de 1961, a las 9:45 de la noche, en el


kilómetro 9 de la carretera de Santo Domingo a San Cristóbal, el auto en el que
viajaba Trujillo fue ametrallado en una emboscada urdida por Modesto Díaz,
Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la Maza, Amado García Guerrero,
Manuel «Tunti» Cáceres Michel, Juan Tomás Díaz, Roberto Pastoriza, Luis
Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera, Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejeda. El
vehículo recibió más de 60 impactos de bala de diversos calibres, de los cuales
siete impactaron el cuerpo del dictador causándole la muerte. Su chófer,
Zacarías de la Cruz, recibió varios impactos, pero no perdió la vida, aunque fue
dado por muerto por los ajusticiadores.
Para el complot del 30 de mayo, el gobierno de los Estados Unidos ofreció su
apoyo en armas y logística a quienes buscaban poner fin a la dictadura, pero
no mantuvo su apoyo luego del magnicidio del tirano. Si bien el plan puso fin a
la vida de Trujillo, también supuso la muerte de casi todos los involucrados, al
quedar aislados sin apoyo internacional.

También podría gustarte