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Las relaciones entre Trujillo y la Iglesia Católica, paso por varias etapas, en su
primera fase fue de luna de miel, empieza en su segundo año de gobierno
cuando decreto un subsidio para la Iglesia por parte del estado dominicano, lo
que le mereció la “Orden Hierosolimitana del Santo Sepulcro por parte del
Arzobispo de Santo Domingo, Monseñor Adolfo Nouel en agosto de 1931.
Al padre Posada, que era orientador de Ramfis, lo sacaron del medio y algunos
obispos y sacerdotes comenzaron a dejar sentir cierta inconformidad y a
producir amagos de protesta que Trujillo resintió y empezó a manifestar en una
actitud menos tolerante y colaboradora con la Iglesia.
La otra víctima del sicariato trujillista fue el padre Gómez, párroco de Higuey,
que sufrió un “accidente” en la carretera Higuey-San Rafael de Yuma, cuando
un poderoso camión embistió su Jeep Land Rover, donde un diácono conocido
con el apodo de “Caifá” perdió el ojo derecho, y el hoy Dr. Duque Rivera
Cedeño, también de Higuey, sufrió traumatismo y facturas de importancia.
El coronel Johnny Abbes García, jefe del temido SIM, en una vulgar acción,
dirigió un atentado contra el arzobispo Ricardo Pittini, en el que se buscaba
asesinarle o herirle, pero los sicarios se limitaron a prodigar un gran susto al
anciano y ciego mitrado. Escenificaron una reyerta entre dos de los
delincuentes, en la que uno corría detrás de otro, blandiendo armas blancas y
revólveres. Los sicarios penetraron violentamente a la iglesia donde estaba
Pittini y sostuvieron un intercambio de disparos, pero felizmente no lograron
impactar al obispo. Los antisociales se hirieron mutuamente con un saldo fatal
para uno de ellos.