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Editorial UD
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Carrera 24 No. 34-37.
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Introducción9
Leopoldo Prieto Páez y Juan Carlos Amador
Alguna vez Italo Calvino aseguró que los clásicos son aquellos “libros de los
cuales se suele oír decir ‘estoy releyendo…’ y nunca estoy leyendo…”. La razón
principal por la que esto sucede es porque “un clásico es un libro que nunca
termina de decir lo que tiene que decir” (Calvino, 1993). Lo mismo valdría para
aquellas obras de pensadores que trascienden en el tiempo, son propuestas que
se renuevan, a ellas se regresa una y otra vez para aprender, para confrontar,
para refutar y, ¿Quién lo creyera?, para crear. Aristóteles o Platón, Adam Smith
y Marx, Habermas o Rawls, todos nombres que son al mismo tiempo seres de
un pasado lejano y nombres de una actualidad insoslayable.
Una obra clásica es aquella que, en el sentido borgiano, merece volver a ser
leída: “que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen
con previo fervor y con una misteriosa lealtad” (Borges, s.f.). En suma, un vín-
culo de fidelidad que no es acrítico, ingenuo o irreflexivo. De hecho la validez
de un clásico está en la posibilidad de confrontarlo, refutarlo y superarlo. Per-
catarse de la genialidad de sus construcciones no es menos interesante que evi-
denciar sus límites y alcances. Y esto es así porque los teóricos, los pensadores
y los escritores son también seres humanos, que han escrito para una audiencia
determinada en un momento determinado, y sus análisis no por profundos,
pertinentes y perspicaces son infalibles.
Pero al mismo tiempo los clásicos son tan de su tiempo como del nuestro, no
es raro el caso del científico presa de la decepción cuando cae en cuenta que
su descubrimiento no es más que un re-descubrimiento, y que ese análisis que
creyó inédito es una lectura renovada de algo dicho hace ya mucho tiempo. El
estadounidense Robert Merton en alguna ocasión mencionó que el trabajo de
muchos, quienes trabajan en las ciencias sociales, se parece más a un pequeño
avance hecho hombros de gigantes, haciendo un guiño a aquella referencia de
Bernardo de Chartres, un viejo canciller medieval, quien siglos antes había dicho
que “somos enanos encaramados a hombros de gigantes. De esa manera, vemos
más y más lejos que ellos, no porque nuestra vista sea más aguda sino porque
ellos nos sostienen en el aire y nos elevan con toda su altura gigantesca”.
Las primeras líneas del libro Modernidad periférica de Beatriz Sarlo es una
aceptación de este postulado. Según sus propias palabras, una obra científica
no es más que la continuación o el legado que deja otra obra, pues “todo libro
comienza como deseo de otro libro como impulso de copia, de robo, de contra-
dicción, como envidia y desmesurada confianza” (Sarlo, 2003). Basada en su
propia experiencia, reconoce que vuelve a este tipo de textos cuando la duda se
atraviesa, cuando el bloqueo aparece, cuando simplemente no se le ocurre nada.
Muchos de los clásicos en ciencias sociales son además teóricos. Es decir, pen-
sadores que intentaban entender los problemas de las sociedades a partir de
abstracciones y generalizaciones que dejaban de lado las particularidades. Un
reconocido sociólogo contemporáneo de hecho mencionaba que la teoría “no solo
es crucial, sino que es el corazón de la ciencia” (Alexander, 2000, p. 13), toda ella
construida por observadores atentos del mundo social, cargados de un innegable
poder de imaginación, erudición y sensibilidad frente a la realidad empírica.
Pero, por cierto, incluir una cita de un texto clásico no implica que un nuevo
hallazgo o la propuesta de un nuevo enfoque ya haya sido dicha. Para Merton
es una forma de establecer un diálogo entre los muertos y los vivos, una suerte
de relación de comunidad científica, de conversación en la que “cada uno está
encantado, a medida que descubre que el otro está de acuerdo con lo que hasta ese
momento solo era una idea que se había ocurrido en la soledad, quizá una simple
sospecha” (Merton, 2002, p. 53). Más allá de cualquier consideración, el volumen
de textos clásicos se va engrosando, va recorriendo ese camino que transita de un
material de interés hacia textos imprescindibles. Ya sea porque siempre tienen
algo que decirnos, porque los envidiamos o porque tenemos irrestricta confianza.
Porque dialogamos con ellos o porque simplemente consideremos provechosa
la relación de estos hombres y mujeres que marcaron un hito en la historia del
pensamiento. No de otra manera se explica que muchas universidades y escuelas
del pensamiento continúen enseñándolos y volviendo a ellos.
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Introducción
El primer capítulo, escrito por Carlos Jilmar Díaz, dedicado a una parte de la
vida y obra de Sigmund Freud, explora las condiciones epocales que rodearon su
tránsito de la medicina y la psiquiatría al psicoanálisis. Además del análisis sobre el
carácter experimental que acompañaba la actividad científica al final del siglo XIX
e inicios del siglo XX, ofrecido por el profesor Díaz, es importante destacar en este
trabajo la caracterización de cada uno de los pasos que permitieron a Freud cons-
tituir un programa de investigación que, a partir del estudio de lo humano, mar-
caron profundamente la psicología y las ciencias sociales a lo largo del siglo XX.
El cuarto capítulo, escrito por Gabriel Restrepo, plantea como punto de par-
tida una semblanza de la obra de Alain Touraine. El autor menciona que la
mejor manera de ofrecer tributo a un intelectual es recrear su obra, confrontarla
y ponerla en paralelo junto con otras tantas, con el fin de promover nuevas
formas de pensamiento. Por esa razón en este apartado el lector encontrará
perspectivas tanto de Touraine como de Restrepo, en un texto que expone los
principales rasgos de la llamada teoría dramática de la sociedad.
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Leopoldo Prieto Páez - Juan Carlos Amador
El capítulo seis, escrito por Juan Carlos Amador, es dedicado a las contri-
buciones de Mijaíl Bajtín a la teoría de la política menor y del acontecimiento.
Aunque no se trata de un texto dedicado en sentido estricto a la vida y obra
de este autor, se abordan algunos conceptos que han sido retomados reciente-
mente por la corriente posestructuralista de la filosofía y la política. Uno de los
aspectos más relevantes de este trabajo es la relación entre capitalismo, subje-
tividad y acontecimiento, categorías que han sido alimentadas por las ideas de
plurilingüismo, polifonía de voces y exotópica, ampliamente desarrolladas por
el pensador ruso.
Con estos textos se cierra el segundo tomo dedicado a poner en cuestión auto-
res fundamentales que se presienten como imprescindibles para las ideas de
hoy. La perspectiva de encontrar, analizar y discutir sobre pensadores latinoa-
mericanos ya ha sido considerada. Este será el reto del Ipazud en las cátedras
que están por venir y que, desde ya, comienzan a perfilarse.
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Introducción
Referencias bibliográficas
Alexander, J. (2000). Las teorías sociológicas desde la segunda guerra mundial. Bar-
celona: Gedisa.
Sarlo, B. (2003). Una modernidad periférica. Buenos Aires: 1920 y 1930. Buenos
Aires: Nueva Visión.
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El debate en torno a la condición
humana: Sigmund Freud y su
investigación (1895-1900)
Introducción
Así concluye Freud su ensayo “Sobre la psicoterapia de la histeria”, que apa-
reció publicado en 1895; escrito que cierra la compilación Estudios sobre la histe-
ria y que, a su vez, reunió cinco historiales clínicos: elaborados unos por Freud
y otros por su colega Josef Breuer. En palabras de Breuer y Freud, esta compi-
lación recoge nuestras experiencias sobre un nuevo método de exploración y
tratamiento de fenómenos histéricos.
Estudios sobre la histeria reúne artículos que dan cuenta de actos del saber que
sus autores no dudan en calificar de nuevo método de exploración y tratamiento.
Textos en los que quedó consignado uno de los momentos de elaboración con-
ceptual en Freud y, para nosotros, al tomarlos, junto con otros aparecidos en
este puntual período, se convierten en la posibilidad de organizar una dis-
cusión que contribuya a comprender cómo aparecen las grandes teorías, qué
lugar ocupan sus creadores, así como los efectos que estas teorías producen en
la comprensión del mundo.
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El debate en torno a la condición humana: Sigmund Freud y su investigación (1895-1900)
Punto de partida
Sigmund Freud se matriculó en el año de 1873 en la Universidad de Viena;
tardó un tiempo considerable en graduarse en medicina, obteniendo su autori-
zación para oficiar como médico en 1881. En el periodo en que Freud se forma
como médico, las enfermedades en general ya son concebidas como un con-
junto de síntomas específicos que, una vez descritos, era necesario relacionarlas
a una causa anatómica o fisiológica. Se buscaba reducir la diversidad de los
hechos a la unidad de un principio. En el caso que fuese anatómica, se presu-
ponía una lesión orgánica localizable. En el caso que fuese fisiológica, era nece-
sario, entonces, asumirla como una disfunción fisiológica, es decir, era preciso
relacionarla con su medio.
A partir del último cuarto del siglo XIX la fisiología comenzó a sustituir la
concepción del organismo como mecanismo compensador, o como economía
cerrada, por la de un organismo conceptualizado en el marco de unas funciones
de autorregulación, que están íntimamente articuladas con funciones de adap-
tación al medio. En otras palabras, Freud se forma como médico en un ambiente
académico en donde comprender la vida se hacía en términos de homeostasis,
es decir, en el momento en el cual los organismos son comprendidos en fun-
ción de la autorregulación, estando íntimamente articulados con funciones de
adaptación al medio. La homeostasis como comprensión ganó terreno frente
al conocimiento de la vida como mecanismo compensador o como economía
cerrada. Esta manera de asumir la medicina es consistente con el positivismo
que, como postura filosófica, rechaza la metafísica y la teología (Canguilhem,
1978, p. 75); esta doctrina filosófica aparece en el seno de la Ilustración del siglo
XVIII y prospera en el siglo XIX, con los espectaculares triunfos de la física, la
química, la astronomía y, como estamos entreviendo, también es asumida por
la medicina. Desde esta perspectiva, en adelante, se discute con vehemencia
la superstición de todo panteísmo, todo misticismo natural, toda mención de
fuerzas divinas ocultas manifestándose en la naturaleza, ya que en variedad
de contextos y durante muchos siglos, las enfermedades fueron consideradas
como posesiones por parte de seres “malignos”, o como el castigo inflingido
por un poder sobrenatural a un vicioso o a un impuro; solo actos de taumatur-
gia podían vencerlas.
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Carlos Jilmar Díaz Soler
por la lepra (XVI), la epilepsia (XVII) y la sífilis (XVIII). Así, a partir del siglo
XVIII, gracias a las ciencias experimentales, el hombre se convierte en un inven-
tor de fenómenos, el encargado de la creación, adquiriendo creciente control y
poderío sobre la naturaleza, gracias a los progresos de la ciencia y su experi-
mentación. Característico, también, de esta tendencia intelectual que busca un
comprender y, en consecuencia, actuar sobre lo humano es que Auguste Comte,
en forma extrema a principio del siglo XIX, considerará posible fundar el estu-
dio del hombre en sociedad sobre una base fiable: inventó el término sociología
y la definió como una especie de física social.
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El debate en torno a la condición humana: Sigmund Freud y su investigación (1895-1900)
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Carlos Jilmar Díaz Soler
razonar que asume las reglas para la investigación provenientes de los físicos y
aplicadas a la fisiología y la medicina. En palabras de Canguilhem, la medicina
experimental no es, entonces, sino una de las figuras del sueño demiúrgico que
sueñan, a mediados del siglo XIX todas las sociedades industriales, en una era
en la cual por conducto de sus aplicaciones el discurso de las ciencias se ha
convertido en un poder social (Canguilhem, 1965, p. 149).
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El debate en torno a la condición humana: Sigmund Freud y su investigación (1895-1900)
antes de obtener una beca para viajar a Paris, a su encuentro con otro importante
personaje del panorama intelectual de la Europa de ese momento: Jean Martin
Charcot, en la Salpêtrière. Encuentro que permite reconocer aspectos centrales de
un segundo acontecimiento académico en la vida intelectual de Freud.
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Carlos Jilmar Díaz Soler
asumió hasta su muerte. Se interesa por la patología del sistema nervioso. Entre
1862 y 1870 es el creador de una nueva neurología, tras hacer observaciones
sobre la esclerosis en placas y las localizaciones medulares. En 1872 le nombran
catedrático de anatomía patológica y comienza a dar clases sobre las localiza-
ciones cerebrales y la epilepsia cortical. Sus lecciones cautivan al mundo entero,
recibiendo en su consulta a las familias reales de España, del Brasil, de Rusia,
también a escritores, actores y periodistas. Fue una figura representativa en
su periodo. En 1881 el Parlamento Francés vota un presupuesto para la crea-
ción de una cátedra de clínica de las enfermedades nerviosas cuyo titular será
Charcot. En 1882 la neurología es reconocida, por primera vez, como disciplina
autónoma. Como médico del hospicio de la Salpêtrière Charcot, con una for-
jada carrera académica, se encuentra con una serie de enfermos que denomina
histéricos, en especial mujeres (Roudinesco, 1986, p. 40).
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Carlos Jilmar Díaz Soler
Dos años antes que apareciese su conjunta publicación con Breuer: Estudios
sobre la histeria, Freud dedica unas palabras a la memoria de su maestro en la
Salpêtrière. En agosto de 1893, como homenaje a su maestro recién muerto,
escribe un texto titulado “Charcot” en donde dedica elogiosas palabras: “nadie
se acercó sin cosechar fruto”. Pero junto con los elogios, encuentra la oportuni-
dad para discutir el estado del conocimiento sobre la histeria, esbozando, desde
entonces, su incomodidad frente a ciertos razonamientos. Con la erudición que
ya lo caracteriza, Freud se dedica a situar el vigoroso aporte de Charcot.
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Carlos Jilmar Díaz Soler
Breuer se sorprendió con el hecho de que todo lo que Anna O. refería estaba
relacionado con el cuidado que le había proporcionado a su padre. Breuer pudo
comprobar que una vez que (en estado hipnótico y esto es importante) Anna
O. había comunicado todos sus temores, afectos y, en general, las ideas que
la acompañaban y la dominaban… cesaban sus males, sus dolores. Después
que la paciente comunica asuntos que en estado de vigilia no consigue decir y,
como parte de la técnica, del tratamiento hipnótico, el médico ordena cancelar
algunos de estos recuerdos dolorosos, que desaparecen al hacer esto. Breuer
había comenzado a tratar a esta paciente con hipnosis repetidamente, hasta que
la paciente comenzó a hablar de sus experiencias específicas y del pasado en las
que habían aparecido los síntomas.
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El debate en torno a la condición humana: Sigmund Freud y su investigación (1895-1900)
Está, así puesto el reto: o renunciaba a esos enfermos a los cuales no era posi-
ble hipnotizar, o procuraba otro camino clínico para lograr ese ensanchamiento
de la conciencia. Era necesario, entonces, prescindir de la hipnosis, pero procu-
rarse otro camino para alcanzar los recuerdos patógenos.
Este problema que apareció con la utilización de la hipnosis colocó a Freud frente
a preguntas de muy difícil solución: ¿Cómo habría de abordarse esa renuencia a
la cura? ¿Debía sugerirse o exigirle al paciente de viva voz que se la depusiera? O,
simplemente, ¿Debía investigársela como a otro fenómeno psíquico?
Si Breuer, con Anna O. había usado el método catártico en una sola paciente,
Freud lo convirtió en una técnica de tratamiento. La utilización del “método
catártico”, es decir, posibilitar que el paciente hablé de sus asuntos, introducido
por Freud en su práctica clínica, le permitió extrañarse con las consideracio-
nes provenientes de la neurología y con sus efectos sobre la clínica establecida
para entender y actuar sobre la histeria. Conceptualización en la cual había sido
fuertemente formado; disciplina que le posibilita en su práctica clínica perca-
tase de los pobres efectos que conseguía.
En el camino de la investigación
Al aplicar el método hipnótico a una serie de enfermos Sigmund Freud se tro-
pieza con dos dificultades. La primera: en palabras de Freud, “no eran hipnoti-
zables todas las personas que mostraban síntomas inequívocamente histéricos
y en las cuales, con toda probabilidad reinaba el mismo mecanismo psíquico”.
La segunda: “debí tomar posición frente al problema de saber qué caracteri-
zaba a la histeria y qué la deslindaba de otras neurosis” (Freud, 1895, p. 264).
Pronto se percata que estas dolencias que provienen del factor eminentemente
humano (la intensa actividad del pensamiento) no habían sido expuestas de
esta manera, que lo humano y su particularidad es un enigma que se encierra
también en la manera como cada quien tramita sus afecciones, y que este mis-
terio estaba sin resolver.
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Carlos Jilmar Díaz Soler
son escasos, pero son casi todos los medios de que dispone de ordina-
rio un ser humano para ejercer influjo psíquico sobre otro. Uno debe
decirse ante todo que la resistencia psíquica, en particular una consti-
tuida desde hace largo tiempo, sólo se puede resolver de manera lenta
y poco a poco, y es preciso armarse de paciencia. Además es lícito
contar con el interés intelectual que empieza a moverse en el enfermo
apenas comenzado el trabajo. En la medida en que se lo esclarece, en
que se le hacen comunicaciones sobre el maravilloso mundo de los
proceso psíquicos, del cual uno mismo ha obtenido visiones en virtud
de tales análisis, se lo lleva a considerarse a sí mismo con el interés
objetivo del investigador y, así, se esfuerza hacía atrás la resistencia
que descansa sobre una base afectiva (…) Puesto que el enfermo sólo
se libera del síntoma histérico reproduciendo las impresiones patoló-
gicas causadoras y declamándolas bajo una exteriorización de afecto,
la tarea del terapeuta consiste sólo en moverlo a ello, y una vez solucio-
nada esa tarea no le resta al médico nada más para corregir ni cance-
lar. (1895, pp. 288–289)
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El debate en torno a la condición humana: Sigmund Freud y su investigación (1895-1900)
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Carlos Jilmar Díaz Soler
Con esto Freud estaba ad-portas de la invención del primer instrumento para
el análisis científico de lo humano. Los elementos que posibilitarían la ade-
cuada orientación con este instrumento fueron poco a poco organizados con-
ceptualmente por Freud. Estos elementos están relacionados con el olvido y sus
efectos, con las resistencias a recordar, con el esfuerzo de la asociación libre,
con la interpretación y, sobre todo, con el lugar del analista y el trabajo para
estar allí.
Freud estaba ad-portas de una epistemología que establece una estrecha vin-
culación entre la observación y la experimentación, en boga y tan querida para
las ciencias biológicas y a la neurología en aquel entonces, pero en un formato
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El debate en torno a la condición humana: Sigmund Freud y su investigación (1895-1900)
que trabaja con la palabra: la del paciente y la del analista; que busca efectos
frente al sufrimiento humano.
Con estas afirmaciones Freud hacía notar que los motivos que hacen que una
persona haga lo que hace, que incluso se comporte como si deseara hacerse
daño, son desconocidos para la persona misma. Es decir el neurótico, es cual-
quiera de nosotros, ha olvidado el proceso que desencadenó sus síntomas. Pero
este olvido es parte estructural del mecanismo del funcionamiento del aparato
psíquico.
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Carlos Jilmar Díaz Soler
subyace. Freud, entonces, estaba frente a una de las conclusiones más impor-
tantes que lo obligarían a continuar su trabajo investigativo hasta el día de su
muerte incluso, en 1939, en Londres.
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El debate en torno a la condición humana: Sigmund Freud y su investigación (1895-1900)
Referencias bibliográficas
Bachelard, G. (1934). El nuevo espíritu científico. México: Editorial Nueva Imagen.
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Apuntes metodológicos para
trabajos de historia intelectual
en Antonio Gramsci
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Apuntes metodológicos para trabajos de historia intelectual en Antonio Gramsci
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Álvaro Oviedo Hernández
La primera guerra mundial había puesto en evidencia la escisión entre las dos
tendencias que convivían en el movimiento político de los obreros, la tenden-
cia reformista, revisionista, chovinista, y la tendencia revolucionaria, marxista e
internacionalista. Mientras que los partidos obreros de masas europeos más fuer-
tes respaldaron a sus respectivas burguesías en sus aspiraciones, en Rusia el par-
tido marxista revolucionario, que resultó mayoritario (bolcheviques), también se
opuso a la guerra, calificada de rapiña para repartir el mundo, y logró deponer
las clases gobernantes y erigir su propio Estado en alianza con los campesinos. Y
por primera vez ensayaba el desarrollo de una economía no basada en la propie-
dad privada sobre los medios de producción. Levanta como alternativa el desa-
rrollo económico planificado con base en la propiedad estatal y cooperativa.
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Apuntes metodológicos para trabajos de historia intelectual en Antonio Gramsci
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Álvaro Oviedo Hernández
El plan de estudios
En sus cartas muestra que tenía desde 1927 un plan de estudios, y cuando
en 1929 obtiene permiso para escribir en la celda, en febrero del mismo año,
empieza sus Cuadernos de la cárcel. Para Togliatti son una continuación del
ensayo sobre la Cuestión Meridional de 1926, es decir el tema principal de
reflexión gramsciana de la cárcel son los intelectuales.
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Apuntes metodológicos para trabajos de historia intelectual en Antonio Gramsci
En primer lugar nos indica que en cada grupo social se crea, al mismo tiempo,
orgánicamente, una o más capas de intelectuales que le dan homogeneidad
y conciencia de su propia función, no solo en el campo económico, sino tam-
bién en el social y político. Pero todo grupo social “esencial”, emergiendo a la
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Álvaro Oviedo Hernández
En esta dirección, adelanta varias claves, entre ellas ubica la escuela como
el instrumento para elaborar intelectuales de diferente grado. Sobre la escuela
regresa en este escrito y otros para llamar la atención sobre la funcionalidad
de los contenidos de la enseñanza, de la pedagogía etc. Y como campo per se
de desarrollo de las funciones de trasmisión del conocimiento adquirido, la
generación de nuevo conocimiento, y por ende luchas culturales, teóricas e
ideológicas.
En cuanto a los partidos políticos señala que para algunos grupos el partido
político no es otra cosa que el modo propio de elaborar su propia categoría de
intelectuales orgánicos, hasta convertirlos en intelectuales políticos calificados,
dirigentes, organizadores de todas las actividades y las funciones inherentes al
desarrollo orgánico de una sociedad integral civil y política. Se convierten en
agentes de actividades generales, de carácter nacional e internacional. En otros
textos lo alude como intelectual colectivo y como príncipe moderno.
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Apuntes metodológicos para trabajos de historia intelectual en Antonio Gramsci
Culmina indicando que el modo de ser del nuevo intelectual no puede seguir
consistiendo en la elocuencia sino en mezclarse activamente en la vida práctica,
como constructor, organizador “persuasor permanentemente”.
Son los que nos permiten diferenciar la etapa en la que cualquier intelectual
reproduce el pensamiento de otro, sigue en actividades de mimesis y difusión,
de la etapa en la que apropiado el pensamiento del otro aparecen diferencias,
puntos que no se comparten, o problemas a los que no responde satisfactoria-
mente la disertación de autor, y se puede pasar a la etapa de construcción del
momento de equilibrio crítico. Y de allí a la etapa de creación de pensamiento y
conocimiento nuevo y a la elaboración autocrítica del mismo.
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Álvaro Oviedo Hernández
En segundo lugar, el registro de todas las obras, incluso las más desdeñables,
en orden cronológico, dividido según temas intrínsecos: de formación intelec-
tual, de madurez, de posesión y aplicación del nuevo modo de pensar y de con-
cebir la vida y el mundo. El leitmotiv, el ritmo del pensamiento en desarrollo, es
más importante que afirmaciones causales o aforismos aislados.
Las que supervisó la edición el autor. Estas sin duda expresan lo que el autor
quería comunicar en la fecha de su publicación. Son las más confiables en el
estudio del pensamiento del mismo. Pueden ser libros, artículos, epistolario,
circulares o glosas.
Las no impresas bajo responsabilidad del autor, que son por lo general
reflexiones provisionales, en borrador, no terminadas. Pueden ser inéditas, las
póstumas, antologías. Igualmente libros, artículos, notas, recopilaciones, gra-
baciones, cartas.
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Apuntes metodológicos para trabajos de historia intelectual en Antonio Gramsci
Al respecto señala que sería utilísimo un inventario crítico de todas las cues-
tiones que se han planteado y discutido en torno a la filosofía de la práxis, con
amplias bibliografías críticas. Obra que considera de gran aliento y que necesa-
riamente tiene que ser abordada por un equipo.
Su balance, el de sus interacciones sería ni más ni menos que hacer una his-
toria de la cultura moderna después de la actividad de los fundadores de la
filosofía de la praxis.
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Álvaro Oviedo Hernández
La filosofía de la praxis, nos indica, tenía dos tareas. Combatir las ideolo-
gías modernas en sus formas más refinadas para constituir su propio grupo de
intelectuales independientes; y educar a las masas populares cuya cultura era
medieval. Esta segunda absorbió sus fuerzas y obligó a alianzas con fuerzas
extrañas para combatir los residuos pre capitalistas en las masas populares.
Pero no basta con el seguimiento del desarrollo de estas líneas del pensamiento
sistematizado, sino de las expresiones culturales de masas.
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Apuntes metodológicos para trabajos de historia intelectual en Antonio Gramsci
Referencias bibliográficas
Gramsci, A. (2003). Cartas de la cárcel: 1926-1937. Puebla: Benemérita Universi-
dad Autónoma de Puebla, Fundazione Instituto Gramsci y ediciones Era.
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Fernand Braudel: conversaciones
sin reloj ni brújula
Introducción
De nada vale que me diga que no existen ya ciudades de provincias y que acaso
nunca han existido: todos los lugares comunican con todos los lugares instantánea-
mente, la sensación de aislamiento se experimenta sólo durante el trayecto de un lugar
a otro, o sea cuando no se está en ningún lugar. Yo justamente me encuentro aquí sin
un aquí ni un allá, reconocible como extraño por los no extraños, tanto al menos como
los no extraños son reconocidos por mí y envidiados. Sí, envidiados. Estoy mirando
desde fuera la vida de una noche cualquiera en una pequeña ciudad cualquiera, y me
doy cuenta de que estoy al margen de las noches cualesquiera por quién sabe cuánto
tiempo, y pienso en miles de ciudades como ésta, en cientos de miles de locales ilumi-
nados donde a esta hora la gente deja que descienda la oscuridad de la noche,
y no tiene en la cabeza ninguno de los pensamientos que tengo yo,
a lo mejor tendrá otros que no serán nada envidiables, pero que
en este momento estaría dispuesto a cambiarme por cualquiera de ellos.
La novedad del acontecimiento y lo que siempre sucede sin ser novedoso o vio-
lento habita el espacio y el tiempo. Podemos llegar a decir que la humanidad, al vivir
y crear la realidad, es simultáneamente temporoespacial o espaciotemporal y que
atiende a los fenómenos en la medida en que estos son detectados por el asombro.
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Fernand Braudel: conversaciones sin reloj ni brújula
acontecimiento para entender el todo. Es posible que parezca solo una preten-
sión, pero si lo pensamos detenidamente, toda nuestra vida no es solo lo que
nos ocurre de forma novedosa y sorprendente, sino todo lo que nos rodea en los
hechos. Aunque nuestra memoria nos traicione con especial insistencia depen-
demos de los que vivimos todos los días y significamos con especial cuidado,
aquello que nos sorprende. Si no consumiéramos ese tibio alimento común de
lo cotidiano difícilmente podríamos acceder a esta conferencia, o mucho menos
al título universitario que ostentaremos tiempo después de escuchar estos
encuentros con las palabras.
De tal modo que la historia en su acepción más clásica marcó nuestra forma
de mirar la vida. El relato universal de Heródoto sobre los grandes episodios
transformó incluso el reconocimiento de nuestra narración íntima. Compren-
demos lo que nos rodea desde la edad o los grandes sucesos. En las familias
tradicionales de herencia o derivación católica se marcaba el paso de los días de
los integrantes, apoyados en los sacramentos y sus apuestas de remembranza.
Pero ¿Qué ocurre entre el gran hecho y la simple acción? Braudel planteaba
que le interesaba la inmovilidad que servía como el bajo continuo de la orquesta
de la civilización, ese instrumento que no cesa de sonar al fondo de todos los
instrumentos que sobresalen: bajo la voz de Farinelli, los violonchelos, los violi-
nes y el clavicémbalo se acompasan con ese sonido conector, ese bajo continuo,
ritmo que las congas salpican en las músicas tropicales y con los cuales meren-
gue, salsas y otros géneros sirven para ejemplificar lo que sucede en el mundo
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Andrés Castiblanco Roldán
ordinario; esa preocupación por la gran corriente histórica que nos domina lo
llevó a pensar en el concepto de la duración, lo que dura, cuánto dura: un ins-
tante, un rato o siempre, con este tenor entendía su proyecto metodológico,
las capas de narraciones y acontecimientos sobre las grandes narraciones y
los acontecimientos telúricos. Utilizo estos ejemplos y términos que van de lo
musical a lo geológico para llamar la atención sobre ese movimiento que no se
percibe pero en el cual se vive.
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Fernand Braudel: conversaciones sin reloj ni brújula
sin historia. Incluso “los no lugares” de Augé tienen ese sentido historizante
que les da el ser testigos del paso de la humanidad y no ser significados de
nada, aunque representen lo que es el ser contemporáneo. En este caso, la línea
que representa Braudel para la Historia se alimenta de un ejercicio transdisci-
plinar en el cual se establece un diálogo con otras latitudes conceptuales, de allí
la importancia de sus aportes al saber contemporáneo.
El problema de la duración
Braudel propone la necesidad de la historia para la constitución de unas cien-
cias del hombre “integrales”, y realiza la diferencia entre el tiempo corto y la
larga duración. En este sentido, plantea la existencia de trabajos sobre el acon-
tecimiento, la microhistoria, los eventos y las diferencias de una duración más
larga. De ciclos que se agrupan en décadas, veintenas o cincuentenas de años,
y de un tiempo más largo, de siglos, que sería el horizonte en el cual se ubica.
Sumado a la medición de periodicidades que se nominalizan, a partir del hecho
social instituyente, como por ejemplo los avatares de la Revolución Industrial o
el Renacimiento y sus movimientos humanistas emergentes.
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Andrés Castiblanco Roldán
En este caso reconoce el valor de estos modelos, pero dice que se trata de
una construcción que cae en la atemporalidad. Aquí, siguiendo directamente
el texto referido del autor, el énfasis en los modelos hace parte del problema y
la crítica, ya que estos son válidos mientras sea válida la realidad que regis-
tran. Esos modelos dependen del tiempo de la precisión y confiabilidad de las
observaciones iniciales con base en las cuales se construyen. Casos como estos
se podrían evidenciar en enfoques como la microhistoria y la historia regional
de los años setenta.
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Fernand Braudel: conversaciones sin reloj ni brújula
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Andrés Castiblanco Roldán
Pero, volviendo a la cita literal de Braudel sobre las escalas en las ciudades
alemanas, el transporte y la velocidad que motivan la preocupación por la
movilidad, y por lo tanto nos devuelve indefectiblemente al tiempo. Marc Augé
recoge un poco la discusión de la movilidad y de la duración en estas frases:
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Fernand Braudel: conversaciones sin reloj ni brújula
Espacio–mundo y Tiempo–espacio
Pensar en definir el espacio es remontarse a la geometría, a los presupues-
tos de sabios como Estrabón o moverse hacia los desarrollos de la técnica y la
definición del espacio, contenedor y testigo, como lo planteó Fernand Braudel
cuando afirmaba que era el escenario de la obra de los hombres. Sin embargo,
esta tendencia a tornar al espacio en algo fijo, uniforme y maleable, tuvo que
cambiarse cuando la misma historia dio cuenta de cómo muchos giros de los
hechos de la humanidad fueron el resultado del impacto del lugar como espa-
cio de experiencia; esta serie de acontecimientos en la teoría social llevaron al
regreso a los elementos transversales: el espacio y el tiempo.
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Andrés Castiblanco Roldán
habilidad de ver la tierra con los ojos de sus primitivos ocupantes, desde el punto
de vista de sus necesidades y capacidades” (Sauer, 1940/1980, p. 44). En este
mismo texto el autor propone toda una metodología de análisis de campo, cuyas
actividades tienen tendencias arqueológicas sobre la retrospectiva del espacio:
Estas dos técnicas son parte de un cuadro de estrategias que buscaron hallar
la trayectoria del tiempo en el espacio y la influencia de este último sobre el
primero. No obstante, la fuerza de esta serie de intenciones con tintes de geo-
grafías culturales se desplazaría por cuenta de la Revolución Cuantitativa que
influyó en los cambios de concepción en el interior de la geografía humana, y
por lo tanto del espacio en su relación con el tiempo.
Sin embargo es en los fines del siglo XX en que se hace el giro espacial y
la geografía comienza a ser no solo medio sino fin de los análisis de la teoría
social. En el panorama de la definición del espacio se hizo sentir la necesidad
de independizar el concepto de la hegemonía de las ciencias naturales y físicas,
las cuales habían puesto sobre el tapete la cuestión espacial al saber geográfico
y este trabajaba sobre dichas premisas.
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Fernand Braudel: conversaciones sin reloj ni brújula
Pero esta perspectiva que plantea una inquietud sobre el quehacer científico
del saber geográfico evolucionaría sobre la necesidad de dar una definición al
espacio, desde la geografía como disciplina, además de mudar el planteamiento
de un espacio absoluto por uno relativo que en el universo social era mejor reci-
bido que la concepción estática y purista de las llamadas ciencias duras.
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Andrés Castiblanco Roldán
pone sobre la mesa todo el panteón teórico geográfico (una característica muy
particular de los teóricos en la edición de sus textos). Cuando se piensa en ese
acumulado de las escuelas y sus especialistas, se evidencia que el lenguaje en
la afirmación, refutación o dialéctica del discurso geográfico está en constante
revisión retrospectiva y proyectiva. De igual forma este autor brasilero enuncia
los conceptos de la geografía y dispone de los anclajes geográficos y de la teoría
social para construir fortalezas teóricas sobre fenómenos ausentes de análisis al
interior de la disciplina.
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Fernand Braudel: conversaciones sin reloj ni brújula
En este panorama Braudel agrega ese rasgo del hecho total, a través del espa-
cio–mundo, el cual expresa en su análisis de las estructuras económicas cuando
propone que: “una economía mundo es una suma de espacios individuales,
económicos y no económicos, reagrupados por ella (para el caso utiliza a Vene-
cia como Ejemplo) que abarca una superficie enorme (en principio es la más
vasta zona de coherencia; en tal o cual época en una parte determinada del
globo); que traspasa de ordinario, los límites de los otros agrupamientos masi-
vos de la historia” (Braudel, 1979, p. 8).
[…] toda ciudad, cualquier ciudad era ante todo un mercado, sin él la
ciudad es inconcebible; por el contrario, puede situarse un mercado
cerca de un pueblo, incluso en una vacía rada feriante, en un simple
cruce de carreteras, sin que por ello surja una ciudad. Toda ciudad en
efecto necesita estar enraizada, nutrida por la tierra y los hombres que
la rodean. (Braudel, 1979, p. 438)
2 Durkheim entiende el orden social y las estructuras del mismo como externo, coercitivo y supe-
rior al individuo. Así una de las reglas esenciales que toma Braudel es la de la causa determinante
de un hecho social, que debe ser buscada en los hechos sociales precedentes y no en los estados de
conciencia individual. Por otro lado también el elemento colectivo se toma con fuerza cuando se
aduce que un fenómeno no puede ser colectivo, más que si es común a todos los miembros de la
sociedad, o por lo menos a la mayoría de ellos si es general (Durkheim, 1982, p. 43).
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Andrés Castiblanco Roldán
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Fernand Braudel: conversaciones sin reloj ni brújula
Finalmente espacio–tiempo son dos conceptos claves para formular una hipó-
tesis de la producción social de artefactos e identidades colectivas sobre la base
territorial, tanto rural o urbana. La producción social del espacio lo es también
del tiempo, aunque se vea como algo imperativo, lo estacional, lo conmemo-
rativo, lo que se recuerda–en razón a la memoria–; es creación de momentos
colectivos, tiempos sobre espacios, nuevas formas que se sobreponen en len-
guajes heredados y que se alimentan constantemente.
En el mismo artículo sugerí con prudencia de no sonar obvio, que: “las catás-
trofes se pueden calcular y predecir, pero no se puede impedir que sucedan.
Una alerta roja puede configurarse en la señal de una erupción volcánica o
quizá en el inminente movimiento de tierra de un terremoto” (Castiblanco,
2005, p. 25). Y siguiendo el argumento, las señales no son más que signos que
informan, pero realmente simbolizan cuando se determinan colectivamente, y
en este caso el pensar cómo el territorio vive en sus pobladores recuerda que
lo físico es inminente pero el signo varía, que las élites elaboraron un conjunto
de imaginarios burgueses, pero que los sectores populares tomaron los mismos
signos y los establecieron en otro sentido.
Desde lo anterior Braudel tomó una especie de stop motion: una sucesión de
imágenes que configuraban signos, símbolos e interpretaciones, coexistiendo
con lo imperante de la naturaleza y sus fenómenos, pensando esa reflexión para
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Andrés Castiblanco Roldán
Pero al volver a mirar la hora, la de este día y las que quedan pienso en el reloj:
ese remedo de máquina del tiempo que acompasa la vida de todos, incluso de
los que no lo usan. Si bien esto es verídico, respondería a Perec que cada uno
tiene su brújula en sí mismo, cuando recordamos los cerros que rodean la ciu-
dad o la estación de Transmilenio. Donde siempre nos encontramos con el otro
o la otra, estamos haciendo geografía sin brújula, mejor dicho, nosotros somos
la brújula y el reloj: nuestro rostro marca el tiempo y nuestros pasos el espacio.
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Fernand Braudel: conversaciones sin reloj ni brújula
Referencias bibliográficas
Augé, M. (2007). Por una antropología de la movilidad. Barcelona: Gedisa.
Fabian, J. (1983). Time and the imagined other. In Time and the Other, (pp. 1-35).
New York: Columbia University Press.
Fabian, J. (1983). Conclusions. In Time and the Other, (pp. 143-165). New York:
Columbia University Press.
65
Andrés Castiblanco Roldán
Wallerstein, I. (1998). The Time of Space and the Space of Time: The Future of Social
Science. London: Political Geography 17(1)5-18.
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La crisis y el cambio en los
paradigmas de la educación: una
perspectiva a partir de Alain Touraine
y otros autores en el marco de la
teoría dramática de la sociedad
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La crisis y el cambio en los paradigmas de la educación: una perspectiva a partir de Alain Touraine y otros
autores en el marco de la teoría dramática de la sociedad
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Gabriel Restrepo Forero
La teoría postula que son las pasiones y no las acciones racionales las que
predominan en la acción social, por ejemplo la envidia como pasión central
de la tragedia de Colombia en los mundos de la vida y en el mundo del sis-
tema social, nefasta cuando se alía con la ira y el orgullo. La teoría propone
una visión homeopática de la transformación de pasiones en virtudes sociales,
dependiendo siempre de las transformaciones en la cultura y en especial en
la ética, y por supuesto en la educación: así por ejemplo, una acción racional
puede concebirse no obstante como pasión desapasionada o la envidia de la
mala puede generar en Colombia envidia de la buena si media un encuadre
institucional democrático para las luchas sociales, y aún en visión sabia de la
multiculturalidad si potencia la razón.
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La crisis y el cambio en los paradigmas de la educación: una perspectiva a partir de Alain Touraine y otros
autores en el marco de la teoría dramática de la sociedad
Mundos desconocidos.
Supramundo
Profundas: Mitología, religión, imagina- Procesos de
rios, filosofía y sapiencia. significación,
formación y confi-
Integradoras guración
Ética y moral; ideología;
Derecho 0
Mundos de la cultura. Códigos de costumbres
Significaciones: Expresivas
(Guiones o libretos del Lenguajes, semántica.
0
drama) Estéticas
Artes y letras, rituales, estilos de vida,
artificios.
Científicas.
Tecnológicas. 0
Técnicas.
Comunidades 0
Mundos de la vida social
(Dramatis personae, Familias
reparto)
Sujetos
“Humanizados”
Mundos de la naturaleza Procesos de con-
(Escenarios de los dramas Orgánicos dicionamiento,
sociales: cronotopos) Inorgánicos prefiguración e
información
Mundos desconocidos: inframundo
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Gabriel Restrepo Forero
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autores en el marco de la teoría dramática de la sociedad
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autores en el marco de la teoría dramática de la sociedad
apoyada por Anna Freud, distinta a la que postularán más tarde Lacan y otros
psicoanalistas críticos de las teorías de la adaptación o del sujetamiento del
individuo a un mundo de los sistemas que ejerce de forma sistemática una
borradura del sujeto.
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Gabriel Restrepo Forero
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La crisis y el cambio en los paradigmas de la educación: una perspectiva a partir de Alain Touraine y otros
autores en el marco de la teoría dramática de la sociedad
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Gabriel Restrepo Forero
La tesis puede ser expuesta del siguiente modo: mientras que la educación
escolar siguió una pauta de sujetamiento con distintas variantes entre la disci-
plina, la represión y la uniformidad, denunciadas aquí y allá por pensadores
críticos que iniciaron innovaciones (Rousseau, Pestalozzi, Montesori, Dewey),
la educación universitaria sufrió metamorfosis profundas hasta configurar un
delicado tejido que solo en forma parcial, deficiente y filtrada se proyectó en el
cambio de la escuela, pero no hasta el punto de alterar su configuración vertical.
Dicha conciliación no fue, ni es todavía, empero, fácil, porque supone que se acepte
en la sociedad el valor del pensamiento divergente. Tampoco es fácil mantener un
equilibrio dentro de la universidad entre los distintos saberes, hacia lo cual ha ten-
dido, con altibajos. Tampoco lo será el balancear, como se hará desde el primer ter-
cio en la universidad norteamericana, la libertad de enseñanza, defendida como un
principio por los maestros desde la Universidad de Paris, con la libertad de apren-
dizaje, que fuera el ideal de los estudiantes en la universidad medieval de Bolonia.
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La crisis y el cambio en los paradigmas de la educación: una perspectiva a partir de Alain Touraine y otros
autores en el marco de la teoría dramática de la sociedad
Sobre el lomo de los infinitos cambios que ocurrieron desde entonces (flota-
ción de las monedas, crisis de la OPEP, ascenso del neoliberalismo, constitu-
ción de mercados supranacionales, caída del socialismo real, inicio de Internet,
genoma humano), el pensamiento sobre la educación ha intentado una y otra
vez descifrar el sentido de la crisis significada allí.
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Gabriel Restrepo Forero
Tal inflación de recursos hacia una dimensión de los saberes, trizó el balance
relativo que la universidad mantenía entre las ciencias y las humanidades, entre
la formación general y la formación especializada, entre la docencia y la inves-
tigación, entre libertad de enseñanza y libertad de aprendizaje, justo cuando,
incubándose la guerra de Vietnam, crecía una juventud que, formada según los
parámetros conservadores, en las teorías libertarias de crianza del Dr. Spock y
en la influencia de Marcuse y de la generación Beat, se había saturado de una
escuela sin sentido y de unos patrones familiares puritanos, como se revelaba
entonces en la película Rebelde sin causa, protagonizada por James Dean.
Pese al intento de hacer honor a un sistema integrado y que, por tanto, apun-
taba a la complejidad y a lo holístico, sensible al cambio señalado por Daniel
Bell cuando indicaba que el estilo de pensamiento del siglo XIX se guiaba por
una simplicidad compleja (dominada por dilemas y dicotomías), mientras que
el pensamiento emergente después del primer tercio del siglo XX se orientaba
por una “complejidad organizada” (ese fue el significado de la Revolución
Estructuralista en todos los dominios), la obra de Parsons, como la de otros
estructuralistas cuyo pensamiento había aparecido en los años treinta, todavía
estaba permeado de no pocos reduccionismos.
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La crisis y el cambio en los paradigmas de la educación: una perspectiva a partir de Alain Touraine y otros
autores en el marco de la teoría dramática de la sociedad
Dicha perspectiva de equilibrio entre las exigencias del mundo del sistema
social global y las propias de los mundos de la vida, ya estaban de hecho con-
tenidas en la denuncia de la modernidad, enunciada por Lyotard y aplicables
por entero a la crítica del pensamiento de Parsons, en la medida en que éste
reduce el conocimiento o el saber al conocimiento científico – técnico y es inca-
paz de distinguir entre saber científico, saber narrativo y otras formas de saber
estético, ético y filosófico o religioso, distinción con la cual Lyotard funda, de
modo convergente con Jay Gould, con Howard Gardner, con Jerome Bruner y
muchos otros los fundamentos epistémicos que conducirán a las teorías de la
complejidad, o a las llamadas “inteligencias múltiples” o a procesos holísticos
de pensamiento, cuyo transvasamiento a la escuela es aún una promesa:
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La crisis y el cambio en los paradigmas de la educación: una perspectiva a partir de Alain Touraine y otros
autores en el marco de la teoría dramática de la sociedad
Y puesto que la ética y la estética están una y otra más cerca del afecto o del
amor, que de la razón instrumental, la gran pregunta del siglo XXI, la misma
2 “Las perspectivas de ‘los de adentro’ y ‘los de afuera’” pueden encontrarse en Merton (1977). El
tema del sadismo social figura a partir de la página 194.
3 Fromm, Erich ha sido quien más ha insistido sobre el malestar del individuo como causado
por una estructura social injusta o enferma. Ver, entre otros, los textos de Erich Fromm: Gran-
deur et Limites de la Pensé Freudienne (1980); La crise de la psychanalyse. Essais sur Freud, Marx et la
psychologie sociale (1971) La Revolución de la Esperanza. (1974); El arte de amar. ; Marx y su con-
cepto del Hombre. Manuscritos económico-filosóficos (1982); El arte de escuchar (1991).Ver también de
Alexander Lowen, los textos Narcicismo o la negación del yo. (1987). Los dos autores indican que
no siempre el psicoanálisis sirve para adaptar al individuo a la sociedad (una perspectiva que, de
paso, distancia la interpretación parsonsiana de Freud y de buena parte del psicoanálisis aplicado
en Estados Unidos, del psicoanálisis crítico), pues puede haber sociedades más enfermas que el
individuo. En tales casos lo que hace el psicoanálisis es procurar al individuo una intelección de sí
mismo y de la sociedad tal que pueda cambiar de modo más creativo lo que puede ser cambiado
en la sociedad o, como suele ocurrir, contribuir a que el individuo, al comprender lo inevitable,
no añada más infelicidad a la que ya de suyo infringe una sociedad enferma. Tal fue el caso de
Fromm ante la sociedad nazi.
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Gabriel Restrepo Forero
Tal vez este u otros paradigmas pudieran servir a un renacimiento que debe-
ría concernir por igual a nuevas creencias religiosas (sobre todo aquellas que
valoren la inmanencia y la potencialidad del hombre/mujer y el respeto a la
naturaleza), a nuevas modalidades de la ética, la moral, la ideología, los ima-
ginarios (en particular centradas sobre los derechos humanos/femeninos en un
contexto de multiculturalismo), a nuevas creencias científicas (en especial las
que integren los saberes sobre la evolución del cosmos, de la vida, del cere-
bro y de la cultura), a nuevas creencias estéticas y expresivas (con énfasis en
una semiótica que permita la deconstrucción de la imagen en movimiento, y
pueda por tanto contribuir a equilibrar escritura e imagen). Pero ante todo, a
una nueva relación de estas creencias entre sí —eso que aquí se llama sabiduría
— y a una nueva educación que exalte la dignidad del hombre/mujer, sabiendo
que, empero, se trata de una especie que es, a la vez, sapiens/demens.
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La crisis y el cambio en los paradigmas de la educación: una perspectiva a partir de Alain Touraine y otros
autores en el marco de la teoría dramática de la sociedad
Referencias bibliográficas
Bruner, J. (1994). Dos modalidades de pensamiento. En Realidad mental y mun-
dos posibles. Los actos de la imaginación que dan sentido a la experiencia. Barce-
lona: Gedisa.
Derrida, J. (1990). La ley del Género. Retórica de la droga. Elipsis ocasionales.. Pasto:
Graficolor.
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Gabriel Restrepo Forero
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Umberto Eco: la teoría como ficción
Betty Osorio1
Las novelas de Umberto Eco, desde El nombre de la rosa (1980), Las aposti-
llas al nombre de la Rosa (1983), El Péndulo de Foucault (1988), La isla del día de
antes (1994), Baudolino (2000), La misteriosa llama de la Reina Loana (2004) y El
cementerio de Praga (2010), construyen “máquinas aristotélicas” que eviden-
cian su condición de textos de ficción. Siempre hay un manuscrito perdido,
un libro apócrifo, un dato que impide completar el mosaico narrativo. Todos
estos recursos desplazan constantemente la figura del autor hasta difuminarla
en un origen imposible de comprobar. Por ejemplo, en El péndulo de Foucault, el
Eco deja al descubierto que sus novelas son documentos que lectores paranoi-
cos hacen crecer. Esta estrategia le permite borrar la diferencia entre narrador
y lector para dislocar la pretensión de realidad y subrayar la voracidad del acto
de lectura que, a su vez, tiene su origen en el acto de relatar historias que inter-
pretan la experiencia humana de estar y ser en el mundo. La intertextualidad es
otro recurso usado con frecuencia para desautorizar la pretendida originalidad
y autenticidad de un texto, uno de los fetiches de la sociedad capitalista. Eco
inventa, copia, da pistas falsas, coloca en el mundo medieval ideas, citas de
textos contemporáneos y cubre ideas de otras tradiciones como la cábala o el
pensamiento hermético con chistes. Juega al gato y al ratón con sus lectores y,
cuando parece más erudito y serio, se burla de los académicos, como cuando
inventa bibliografías o coloca una cita de una tira cómica en la voz de un monje
medieval, como el mismo autor lo revela en Las apostillas: “¿Cómo decir ‘era una
hermosa mañana de finales de noviembre’ sin sentirse Snoopy? Pero, ¿Y si se lo
hubiera hecho decir a Snoopy2?” (Eco, 1992a, p. 639).
2 Creado por Charles Schulz, es uno de los personajes principales de la tira cómica Peanuts cono-
cida en castellano como “Carlitos” o “Charlie Brown y Snoopy”.
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Umberto Eco: la teoría como ficción
fue forjando la malla del pensamiento que produce los rasgos, las lenguas y
las ideologías que son la impronta en continua transformación de sociedades
como la francesa y la italiana que aparecen imbricadas en sus ficciones. Sus
novelas son cosmos que permiten recorridos en diferentes direcciones, a partir
de los cuales el lector no solamente recibe información, sino que experimenta
los paradigmas característicos de un momento histórico. Para comprender esta
afirmación voy a invitarlos a pasear por una abadía medieval italiana durante
noviembre de 1327, cuando está comenzando la estación invernal. “Era una
hermosa mañana de noviembre…” (Eco, 1992b, p. 29)
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Betty Osorio
Este ejercicio de interpretación recoge una tradición platónica sobre los arque-
tipos, y de los pitagóricos sobre las cualidades mágicas de los números transmi-
tida al occidente cristiano por el tratado de arquitectura del arquitecto de Julio
Cesar Marco Vitrubio, y mantenida en secreto por los cabalistas. Este manual se
reeditó en Roma en 1486. La biblioteca, a su vez, es un mapa del mudo comen-
tado por versos de La Apocalipsis de San Juan conocido también como Libro de
la revelación, es un libro profético que contiene un simbolismo muy denso. El
espacio se convierte en texto, en voz, su lectura presupone una mente capaz
de leer el mundo como símbolo, como alegoría, no como un objeto externo a la
estructura que le da sentido. Las descripciones de los espacios arquitectónicos
aluden a la mente de Jorge de Burgos, un homenaje a Jorge Luis Borges, pero a
su vez producen la síntesis de la cultura de abadía que durante siglos dominó
el entorno intelectual europeo. La abadía y su biblioteca contienen ecos de las
tradiciones grecoromanas como por ejemplo la estética de la proporción, pero
igualmente están asociadas a las profecías del año mil sobre el fin del mundo,
el anticristo y el maligno.
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Umberto Eco: la teoría como ficción
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Betty Osorio
Los primeros asesinados son monjes que están trabajando textos paganos
relacionados con el tema de la transformación. Adelmo de Otranto está ilu-
minando las márgenes de un manuscrito con imágenes de un mundo grotesco
que provocan la risa de Guillermo, pero a un nivel más profundo son indicios
de la fractura del mundo benedictino. Venancio, el segundo asesinado, está
copiando El Asno de oro de Lucio Apuleyo, uno de los escritores romanos más
importantes del siglo II, en el que ocurre una transformación entre hombre y
animal, además este monje es versado en griego.
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Umberto Eco: la teoría como ficción
enseñarle, sin ningún éxito, que el cuerpo concreto de la Virgen María, la única
imagen femenina permitida en el convento, trasciende lo mezquino y corrupto,
asociado con el cuerpo de la mujer, y que un monje debe interpretar este cuerpo
desde la teología.
Las enseñanzas del franciscano dejan todavía más inquieto a Adso, quien se
atreve a desobedecer a su preceptor y esa noche se interna solo en la biblioteca,
donde descubre un libro sobre la meretriz de Babilonia, un símbolo femenino
que representa la mujer como síntesis de lo perverso y abyecto. Adso huye
desubicado debido a las resinas que Jorge quema para asustar a los monjes y,
en este despavorido recorrido, se encuentra con una campesina que lleva un
envoltorio extraño.
Mientras hacen el amor, Adso recita el Cantar de los cantares. Eco usa dos
versiones, la de Adam de Saint Victor y la de Gilbert of Hoyts. Este texto,
según la patrística, es totalmente teológico, pero para Adso es el único lenguaje
disponible para hablar del cuerpo de la muchacha. En una tensión derriana,
Adso no puede comprender que las mismas palabras puedan designar referentes
tan distantes. El contacto de los cuerpos logra socavar las barreras lingüísticas y
de poder que separan a los amantes: ella es un miembro de los desplazados, el
muchacho es un novicio benedictino. Adso, viejo, escribe la novela impulsado
por la fuerza de este momento y, a pesar de que ya se encuentra en la etapa
final de su vida, usa las mismas palabras que utilizó en el piso de la cocina para
rememorar la escena.
Y me besó con los besos de su boca, y sus amores fueron más deli-
ciosos que el vino, y delicias para el olfato eran sus perfumes, y era
hermoso su cuello entre las perlas y sus mejillas entre los pendientes,
qué hermosa eres amada mía, qué hermosa eres, tus ojos son palomas
(decía). (Eco, 1992b, p. 301)
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estaba tratando de seguir con los dedos el ritmo de la escena, de modo que no
podía detenerme para escoger una cita” (Eco, 1992b, p. 650).
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Umberto Eco: la teoría como ficción
por los libros le ha impedido destruir uno de los manuscritos más valiosos que
encierra la biblioteca, el libro segundo de la Poética de Aristóteles, relacionado
con el tema del humor, del carnaval y de la comedia. La cultura popular, iden-
tificada con la herejía, adquiriría reconocimiento y valor artístico y filosófico,
inversión que para este monje fanático sería una cachetada en los dogmas del
catolicismo.
El nudo que tiene la clave de los acontecimientos es un libro que nunca exis-
tió, y que fue reconstruido y publicado por un académico inglés, casi al tiempo
que la novela de Eco, Richard Janki (Aristotle on comedy: Towards the reconstruc-
tion of poetics II, 1984; y Walter Watson The lost second book of Aristotle, 2012). La
novela gira alrededor de un centro vacío. La explicación que da Jorge de su
gran odio por el libro y lo que representa, se expresa de la siguiente manera:
“cada libro escrito por ese hombre ha destruido una parte del saber que la cris-
tiandad había acumulado a lo largo de los siglos” (Eco, 1992b, p. 572).
El libro ha envenenado a los monjes. A medida que pasan sus hojas, se untan
los dedos con arsénico que luego pasa a sus lenguas cuando usan la saliva para
despegar sus páginas, aún pegajosas del veneno preparado por Jorge de Burgos.
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Betty Osorio
Esta es la última línea del primer libro de Bernardo de Cluny (monje bene-
dictino del siglo XII) De contemptu mundi, que enfatiza la condición pasajera
de la existencia humana y de sus instituciones. La historia acaba con el cese
de la escritura y con la presencia irrevocable del cuerpo del anciano Adso, y el
cansancio del lector, que como Jorge de Burgos ha devorado más de seiscientas
páginas, con mucho latín y citas de múltiples escritos de todas las épocas y de
autores tan disimiles como Aristóteles, los manuales inquisitoriales y la novela
de detectives a lo Sherlock Holmes.
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Umberto Eco: la teoría como ficción
• Ha sido nombrado Duque de la Isla del Día de Antes por el Rey Xavier I
de Redonda, al recibir el VIII Premio Reino de Redonda en 2008.
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Betty Osorio
Referencias bibliográficas
Adams, H. y Leroy S. (1990). Critical Theory since 1965. Tallahasee: University
Press of Florida.
Bolongaro, E. (2003). Italo Calvino and the compass of literature. Toronto: Univer-
sity of Toronto Press.
Curtius, E. & Read R. (1948). Literatura europea y Edad Media Latina. Trad. Margit Frenk.
Eco, U., Vivanov V. & Rector, M. (1989). Carnaval. México: Fondo de Cultura
Económica.
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Eco, U. (1986a). Art and Beauty in the Middle Ages. Yale, University Press.
Eco, U. (1996). Seis paseos por los bosques narrativos. Barcelona: Editorial Lumen.
Gabriele, T. (1994). Italo Calvino: Eros and Language. London and Toronto: Asso-
ciated University Press.
Haft, A., Jane G. & White, R. (1999). The Key to “The Name of the Rose”. Ann
Arbor: The University of Michigan Press.
99
Capitalismo y subjetividad:
contribuciones de Mijaíl Bajtín a la
política menor y del acontecimiento
Introducción
Durante las últimas dos décadas la política contemporánea se ha cons-
tituido en un objeto de investigación que ha incorporado nuevos marcos de
comprensión, los cuales han contribuido significativamente a la lectura de su
complejidad y mutabilidad. Una de estas nuevas variables es la producción
de subjetividad, fenómeno que no solo se inscribe en los debates modernos
sobre sujetos, identidades y clases sociales. Particularmente, las perspectivas
posestructuralistas (Deleuze & Guattari, 2008; Lazzarato, 2006) han mostrado
que la consolidación del capitalismo a finales del siglo XX e inicios del siglo
XXI está asociada con la fabricación de subjetividades no solo por la vía de la
sujeción social (tema ampliamente desarrollado por Foucault desde la década
del setenta) sino a través de un sometimiento maquínico, el cual involucra sig-
nos, flujos y técnicas que, mediante el régimen del significante, pueden llegar a
provocar formas de desubjetivización.
1 Director del Instituto para la Pedagogía, la Paz y el Conflicto Urbano de la Universidad Distrital
Francisco José de Caldas (IPAZUD).
Juan Carlos Amador Baquiro
Lazzarato (2007) considera que no hay fórmulas para darle salida al pro-
blema, pues se trata de una fabricación de subjetividad en la que el sujeto es
adyacente a la máquina. Ya no hay distinciones entre sujeto-objeto, palabras-
cosas, individual-colectivo. El significante domina el orden social y se consti-
tuye en un vector de subjetivación que no solo empobrece materialmente sino
que sostiene la servidumbre. No obstante, considera que existen en el mundo
experiencias colectivas que están ensayando nuevos modos de vida. Se trata
de una suerte de inversión del dispositivo maquínico para convertirlo en un
agenciamiento que posibilita nuevas formas de enunciación y efectuación. En
consecuencia, las luchas políticas también son, según el filósofo italiano, luchas
semióticas, epistémicas y narrativas.
Este planteamiento ha sido definido por Lazzarato (2006) como Política menor.
Se trata de un énfasis en lo molar y lo molecular de la acción política. Basados
en la idea de multitud de Negri y Hardt (2004), este tipo de política (micropolí-
tica) es un modo de agenciamiento que no pretende totalizar o constituirse en la
gran política, al estilo de los partidos, los sindicatos y los grandes movimientos
de inspiración socialista. En suma, lo menor y lo micropolítico, apoyados en la
idea de la mónada, configuran formas de poder local y minoritario que entre-
cruzan ideas, sensibilidades y proyectos, alrededor de la diferencia y lo común.
Al parecer, existe en este modo de acción política una suerte de mediación semió-
tica, epistémica y narrativa que posibilita la construcción de un nosotros distinto.
A este proceso Lazzarato (2006) le llama acontecimiento, una forma de experien-
cia individual y social que engendra subjetividades, las cuales se introducen en
el régimen maquínico y pueden convertirse en una especie de virus. Asimismo,
pueden emerger subjetividades que se desprenden de dicho régimen, cuyas luchas
se caracterizan por el despliegue de agenciamientos de expresión y efectuación
distintos, quizás bajo repertorios semióticos, epistémicos y narrativos divergentes.
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operó como una teoría del signo lingüístico que remitía a reglas que enmarca-
ban el funcionamiento del sistema semiótico y discursivo, sino como una rede-
finición del sujeto que lo ubicaba como receptáculo del discurso y constituido
en la lengua, el papel del signo fue representar y ocupar el puesto de otra cosa,
evocándola a título de sustituto (Benveniste, 1979).
Es por esto que para los estructuralistas los comportamientos, las condicio-
nes de vida social e intelectual y las formas de producción e intercambio están
sujetas a los sistemas de signos, los cuales regulan, modelan y condicionan a
la sociedad y a los individuos. Revisando el evidente acento colocado al nivel
semiológico del régimen de signos, se puede admitir que para los estructura-
listas la significación surge mediante su modo de operación, su dominio de
validez, su carácter cuantitativo y sus tipos de funcionamiento.
En el contexto del auge capitalista de las décadas del sesenta y setenta, los plan-
teamientos de Althusser y Foucault fueron centrales. Mientras que Althusser
señalaba que el sujeto se determina a partir de su identificación con ciertas for-
mas ideológicas y discursivas, bajo prolijas formas de reclutamiento, Foucault
planteó que los modos de constitución del sujeto están atravesados por prác-
ticas discursivas (saber/verdad), prácticas clasificatorias (operaciones de suje-
ción sobre el cuerpo) y formas de control biopolítico (operaciones de sujeción
sobre el cuerpo social como gubernamentalidad).
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A esto añadirá Žižek (2005) que contra la idea de un sujeto unitario, lo que
vale considerar es la existencia de posiciones de sujeto, por ejemplo en las cir-
cunstancias de la política contemporánea (antiglobalización, ecologista, demó-
crata, feminista…), cuya definición no está fijada a priori. La significación de
estas posiciones no está estructurada en las esencias ni en los universales, sino
más bien en un conjunto de significaciones subyacentes de cadenas de equi-
valencias abiertas que se dan en las estructuras discursivas. Finalmente, estas
posiciones, a la vez que sitúan al sujeto como unidad contingente, lo convierten
en agente social ubicado en una condensación simbólica inacabada.
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Esto hace posible entender por qué una opción de resistencia está en aquellas
formas de subjetivación que tramitan lo social y lo político a través de los sig-
nos, los saberes y las narrativas. Para Lazzarato, esta es la política menor, una
experiencia de subjetivación que parte de otros modos de agenciamiento que
priorizan la potencialidad de la enunciación y la expresión. Es una neomona-
dología que emerge a partir del acontecimiento, comprendido como algo que
puede ser creado en el orden de lo posible.
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las contribuciones de la obra del lingüista y filósofo ruso con el fin de demarcar
otras posibilidades de pensar el acto ético, el lenguaje y la significación.
Concepto de exterioridad
Lazzarato parte de la existencia de una crisis heredada por los grandes rela-
tos de la modernidad en los que el sujeto queda atrapado en una matriz de
poder que funciona sólo a partir de dicotomías: hombre-mujer, blanco-negro,
civilizado-bárbaro, Estado-ciudadano, obrero-capitalista. En tal sentido el indi-
viduo, en tanto consumación ideacional y empírica de la modernidad, debe
llegar al todo que representa este modelo. La noción de idea como verdad en
Hegel o la relación capital-trabajo de Marx, por tan solo apelar a dos grandes
sistemas de pensamiento, aunque reconocen atributos de lo sensible y de lo
material respectivamente, determinan la unidimensionalidad en la que se situó
al hombre civilizado de Occidente.
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Iniciando el siglo XX, James señalaba que era necesario considerar la existen-
cia de un punto de vista distributivo, más que colectivo, tal como lo declaraban
las consignas del liberalismo, el socialismo o la socialdemocracia. Aceptar que
las cosas existen, una por una, independientemente de la posibilidad de reunir-
las todas a la vez, es un primer paso para romper la lógica de la totalidad y de
lo universal. En cuanto a los hechos y las experiencias, señalaba que un cierto
número de hechos es posible, solamente bajo una forma distributiva en donde
el conjunto, al ser organizado por cada unos, en plural, no requerirá de interpre-
taciones ni experimentaciones para acontecer.
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En primer lugar, varios de sus textos, especialmente Filosofía del acto ético,
exploran opciones para delimitar qué es el otro, introduciendo referentes de
gran potencia que más adelante dotarán de contenido conceptos como alteri-
dad y otredad5, piezas claves en la construcción de su heterogeneidad radical,
la cual descansa en la demarcación de una ética y una estética que progresan
en la indagación profunda del lenguaje y la literatura. Así, serán el estudio del
lenguaje y de los géneros del enunciado, de una parte, y el análisis de la litera-
tura a través de la figura autor/personaje, de otra, la base de su translingüística.
Esta última se distancia de ser concebida como una teoría del signo, o como una
metalingüística abstracta, constituyendo así una poética social y una ética de la
responsabilidad que lo van llevando a su concepto de dialogismo.
Mientras que el régimen del signo era el culto a la verdad en Occidente, Bajtín
introduce otras formas de análisis del enunciado, por ejemplo observando la
vida cotidiana y la experiencia cultural así como sus implicaciones en la rela-
ción yo-otro. La interpretación que realiza Zabala (1995), amplia conocedora de
la obra del filósofo ruso, a esta clásica figura de la alteridad, se basa en la idea
de una especie de anticipación lograda por Bajtín a las teorías de la intersubje-
tividad, en las cuales la referencia imaginaria del ser humano se esconde en la
imagen del semejante (Zabala, 1995), no como proyección sino como asimetría.
5 Sin duda, la obra de Tzvetan Todorov (1991, 1998) se ha valido de los referentes de Bajtín para
exponer teorías asociadas al concepto de otredad y alteridad. Además de un texto intitulado Lo
humano y lo interhumano, el cual hace parte de su difundido libro Crítica de la crítica, en el que hace
alusión a la obra del filósofo ruso, será en su texto La conquista de América. El problema del otro
(1998), el trabajo que introducirá con mayor énfasis las problematizaciones subyacentes al yo y
el otro.
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Esta filosofía moral que vuelve sobre los cimientos de una auténtica ontolo-
gía encuentra en la idea de responsabilidad del acto ético y de la otredad las
bases para su despliegue conceptual. Bajtín, en lugar de recurrir a la razón del
ego solipsista, la perfección de la idea o la lucha de contrarios, como las piezas
determinantes en la constitución del sujeto, descubre en el acto irremediable
procedente de la palabra, entretejida entre el yo y el otro, el principio de la
construcción de la intersubjetividad. Así, la figura red de relaciones, en el marco
de lo que denomina la arquitectónica de las formas del sentido, hará su entrada.
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6 En el análisis que realiza Bajtín a la obra de Dostoievski destaca que el personaje puede ser
un ser repugnante que exhibe sus bajezas en lo que denomina el subsuelo de la realidad. Sin
embargo, es justo en esa capacidad de exponer lo humano donde adquiere gran valoración la
obra literaria. Es en la plasticidad del personaje y su propensión a transformarse, en donde hace
apertura una relación particular con el lector, pues se producen confrontaciones y autodefini-
ciones inacabadas en las que el sujeto puede interpelarse. El asunto llega a tal nivel, que el héroe
también se vuelve ambiguo e imperceptible (Bajtín, 1993).
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En este sentido, Bajtín revela que es posible encontrar otros modos de sub-
jetivación bajo una nueva concepción del mundo como arquitectónica, esto es,
un escenario de la acción en el que fluyen relaciones entre posibles. Estas rela-
ciones, caracterizadas por su dialogismo, no son de carácter lingüístico, son
polifónicas y orientadas por el pathos, una dimensión de lo humano en la que
emoción, juicios de valor y expresión constituyen la unidad viviente del enun-
ciado. Esta es la base de la creación, el culmen de una existencia en la que el otro
es referente, pero también frontera y diferencia. El sujeto de Bajtín no se halla
atrapado en el sistema de las esencias ni de los opuestos, pero tampoco está
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Este sujeto del acto ético se convierte en artista, no solo como artífice en la cons-
trucción de una estética de su propia vida (Foucault, 1988), sino como protagonista
de una poética social en la que puede explorar el afuera, apelando a metáforas y
formas de irrupción del enunciado en el que se vuelve testigo de sí mismo, crea
nexos con personajes, confronta puntos de vista con el otro, quien no es su pro-
yección sino más bien su divergencia. Aquí aparece otro modo de interpelación
subjetivante, al que aludía Althusser, una interpelación que trastorna la cadena
de significantes vacíos sobre los que se fijan las esencias universales (Laclau, 2009)
y los relatos contemporáneos de la política liberal (Mouffe, 2009). Quizás otra
manera de proceder frente a los agenciamientos de efectuación a los que refieren
Deleuze (2006) y Lazzarato (2006). En el marco de la lucha entre monolingüismo y
plurilingüismo, se producen co-creaciones, pero también creaciones diferenciales
animadas por la polifonía y las nuevas posibilidades semánticas.
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Referencias bibliográficas
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123
Juan Carlos Amador Baquiro
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Todorov, T. (1991). Crítica de la crítica. Caracas: Monte Ávila.
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Ciudad, cultura y literatura:
bosquejos teóricos de un
camino por recorrer
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Ciudad, cultura y literatura: bosquejos teóricos de un camino por recorrer
innovador tuviera este texto, es justamente esa apuesta por aportar al debate
sobre la manera como el arte puede contribuir a entender los cambios urba-
nísticos de las ciudades en donde se centra esa apuesta. Los autores aquí pre-
sentados ya han hecho avances significativos en la materia, pero en nuestras
latitudes aun hoy este tipo de enfoques son catalogados como alternativos,
raros o descontextualizados. Las bases del debate han sido sentadas desde hace
tiempo, el reto está en avanzar sobre ellas.
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Leopoldo Prieto Páez
Este enfrentamiento entre visiones y enfoques que devino en crisis dejó una
ganancia, o al menos así lo reconocieron algunos sectores académicos, pues
promovió una orientación mucho más modesta e integradora de acercamiento
al hecho urbano. De manera que no era raro que se comenzara a recurrir al
saber antropológico y psicológico para entender el impacto en el sentir de los
habitantes de una obra de infraestructura en una urbe determinada, ni extraño
era que se recurriera a la experticia de planificadores y arquitectos en la com-
prensión de fenómenos sociales vinculados al estudio del espacio y el territorio.
Otro tanto ocurrió en la disciplina histórica, una crítica que se fue configurando
desde la segunda década del siglo XX con la enorme influencia de la Escuela de los
Annales en Francia, en donde las mentalidades o la vida cotidiana fueron conver-
tidas en fuente de interés por parte de investigadores, particularmente franceses.
Más adelante este enfoque influyó en otras perspectivas como la microhistoria
en la cual no sólo se incluían temas poco considerados por la historia tradicional,
sino que además se integraron fuentes desechadas por irrelevantes o poco serias,
como los relatos orales, las imágenes, los testimonios, la ficción, etc.
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Ciudad, cultura y literatura: bosquejos teóricos de un camino por recorrer
Es decir, más allá del alcalde Mazuera o de la obra de Le Corbusier, existe una
serie de figuraciones o relaciones que determinan la forma como se produce el
espacio en Bogotá en los años cincuenta, de hecho, una serie muy compleja e
intricada de relaciones. Desde ese punto de vista resulta fundamental conside-
rar aquellos aspectos que se ubican al margen del gran acontecimiento una y
otra vez estudiado, con el único fin de buscar nuevos modelos de interpretación
que permitan explicar la ciudad de mediados de siglo XX. Parte del trabajo
del citado autor en su libro sobre los cortesanos en el siglo XVIII, se centra en
dilucidar los elementos de base que dan explicación a la formación de un tipo
específico de sociedad, a través del examen de los espacios de habitación y
quienes lo ocupan.
131
Leopoldo Prieto Páez
las ciudades que estaban fuera del ámbito Europeo o Norteamericano, pues el
foco había sido puesto solo en un tipo de urbanismo considerado ‘ejemplar’, un
tipo de urbanismo que se presentaba en las facultades de todo el mundo como el
‘deseado’, dejando de lado posibles explicaciones de formas de organización de
las ciudades que, de haber sido integradas, habían contribuido a comprender la
construcción urbanística de ciudades como las latinoamericanas o asiáticas que
entraban en la genérica categoría de “tercer mundo”. El argumento del histo-
riador y urbanista es que al despreciársele calificándolo simplemente como ‘no
urbanismo’ se limitó el alcance del poder explicativo de enfoques no alienados
con el canon hegemónico; Watanabe se preguntaba entonces “Is planning his-
tory the history of ‘all’ kinds of planning, namely, a history of ‘good’ AND ‘bad’
planning?” y él mismo respondía “of course the answer is YES. For me it is worth
knowing both about ‘good’ planning and ‘bad’ planning”2 (Watanabe, 2003).
2 ¿Es la historia del urbanismo, la historia de ‘todos’ los tipos de urbanismo, es decir, una historia
de buenos ymalos urbanismos? … Por supuesto que la respuesta es SI. Para mí es valioso conocer
tanto del ‘buen’ urbanismo como del mal urbanismo. (Traducción propia).
132
Ciudad, cultura y literatura: bosquejos teóricos de un camino por recorrer
Esta salida descrita por Steiber, recuerda las mencionadas teorías de alcance
intermedio antes citadas o incluso los abordajes reflexivos a propósito del con-
cepto de lo cotidiano (tan apreciado por los micro-historiadores) que hace a
modo de crítica Norbert Elías; él asegura que es una falacia crear una contradic-
ción antitética entre lo cotidiano y lo no-cotidiano, entre lo objetivo y lo subje-
tivo o entre lo social y lo individual. Él mismo se encargó de mostrar el modo en
que las transformaciones que podríamos llamar más estructurales, por ejemplo
la creciente centralización del poder del Estado, están imbricadas en una rela-
ción de influencia reciproca con los cambios en las formas de comportamiento
de las personas en ámbitos más íntimos, por ejemplo, en la mesa3. De ahí que el
mismo Elías se atreva a asegurar que la importancia está definida “justamente
en la posibilidad de relacionar los cambios de la estructura de la personalidad
con cambios en la estructura social” (Elías, 1998, p. 338). Desde este punto de
vista los cambios en la estructura urbana han de entenderse como agenciados
por cambios en las formas de pensamiento pero a su vez los cambios físicos
urbanos transforman las formas de pensamiento de quienes la habitan.
133
Leopoldo Prieto Páez
reflexión, que han obligado a los locales a realizar una tipo de construcción
original e híbrida del espacio físico urbano.
Otra de las críticas la apuntó en forma de objeción Germán Mejía, quien indica
que hasta hace no muy poco había dos escenarios, igual de desalentadores,
que evidenciaban la crisis de la historia urbana y de la historia del urbanismo
en Colombia. Por un lado se encuentran los tipos de abordaje realizados por
profesionales adscritos a la arquitectura y el urbanismo, sobre estos estudios
menciona el historiador:
Por otro lado estaba presente lo que ocurría en el ‘reino’ de las ciencias socia-
les en cuyos trabajos:
134
Ciudad, cultura y literatura: bosquejos teóricos de un camino por recorrer
The literary text codifies ideas and attitudes about the city and that
as the city itself changes under historical influence, so do these code,
5 Sobre la apuesta del análisis cultural de la ciudad véase el trabajo de Arturo Almandoz (2002).
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Leopoldo Prieto Páez
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Ciudad, cultura y literatura: bosquejos teóricos de un camino por recorrer
él mismo “se superó la concepción del arte como forma ideológica mediante
la teoría del valor cognoscitivo de la obra artística, con lo que, al desprenderse
aquélla de muchas de sus formulaciones simplistas, se abrió un ancho camino
de posibilidades interpretativas y metodológicas diversas que se desarrollaron
simultáneamente” (Tarragó, 1971, p. 11), un argumento cercano al de Pierre
Bourdieu, según el cual “la relación que un creador sostiene con su obra, y por
ello, la obra misma, se encuentran afectadas por el sistema de relaciones socia-
les en las cuales se realiza la creación como acto de comunicación, o con más
precisión, por la posición del creador en la estructura del campo intelectual”
(Bourdieu, 1969, p. 135).
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Leopoldo Prieto Páez
6 Algunos interesantes ejemplos son: Harvey (2008) Especialmente la primera parte titulada: Re-
presentaciones: París 1930 – 1948. También Lehan (1998), Moretti (2001), Prieto (2012) y
Peña (2000).
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Ciudad, cultura y literatura: bosquejos teóricos de un camino por recorrer
Podría reafirmarse este argumento con la tesis según la cual “la imagen no
es un algo recibido desde afuera, o no es algo solamente recibido desde afuera.
La imagen es el medio material, sensible y concreto, a través del cual se hace
posible la representación” (Pérgolis, 2003, p. 114), es decir la imagen se vuelve
determinante no solo porque tiene su asidero en la ciudad construida, sino tam-
bién porque
139
Leopoldo Prieto Páez
de Wirth) sin la posibilidad que sobre ellos actúe un elemento abstracto y uni-
ficador, un mecanismo que accione el equivalente de la comunidad imaginada
de la que habla Anderson (1993) para la nación. Hallar ese aspecto es el objetivo
central de muchas investigaciones, y ahí radica la relevancia del arte pues:
Las palabras que construyen una imagen son una condición genérica de todos
los ambientes urbanos, es una consecuencia no esperada de la aglomeración en
las ciudades durante aquello que ha dado en llamarse la modernidad. Siguiendo
a Améndola “el relato de la ciudad nace y vive con la ciudad: éste le da fuerzas
a la ciudad y recibe fuerza de ella. Es impensable una ciudad sin su relato”
(Améndola, 2000, p. 167), y ser parte integral de la realidad urbana con la que
se fusiona, a la que alimenta y de la que se alimenta, le da los argumentos sufi-
cientes a este autor italiano para asegurar que
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Ciudad, cultura y literatura: bosquejos teóricos de un camino por recorrer
Luque Valdivia asegura que para entender este postulado de Rossi, es nece-
sario volver la mirada hacia la propuesta del lingüista Suizo F. Saussure, en
donde se haya la base teórica del concepto de lo analógico; según Luque “una
forma analógica es una forma hecha a imagen de otra o de otras según una regla
determinada (…) Saussure insiste en el carácter creativo de la analogía que no
produce propiamente cambios sino elementos nuevos. Por ello la analogía apa-
rece como un principio innovador, o con más propiedad, como un principio al
mismo tiempo de renovación y conservación” (Valdivia, 1996, p. 323). Y es la
ciudad de la literatura, o más precisamente su imagen, un tipo de construcción
analógico en cuyo proceso de creación no solo produce algo nuevo sino que en
lo fundamental condensa lo que permanece; es además pertinente a nuestros
fines porque “el pensamiento analógico, conoce a través de la intuición y no a
través de razonamientos, expresa lo conocido mediante imágenes, mediante
lo que podríamos llamar metáforas” (Sainz, 1999, p. 132), y tanto más resulta
sugestiva la utilización de este concepto, en la medida que se entiende que “la
analogía es ‘la ciencia de las correspondencias’, pero para que esta funcione, y
puedan establecerse dentro un determinado colectivo, relaciones significantes
entre diversos hechos se requiere una base cultural compartida” (Sainz, 1999,
p. 133), condición fundamental que conecta con la idea de imagen mencionada
más atrás.
Intentando ser más preciso, Luque Valdivia asegura que la idea subyacente a
la analogía lingüística es la de proporción, que ayuda a entender la existencia de
una nueva regla y la utilización de ella para crear una palabra nueva. Expone
el siguiente esquema:
X= indecorable
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Leopoldo Prieto Páez
Tal vez una de las miradas más reiteradas sobre lo analógico es la asociación
con una teoría de la proyectación en la que
Habría que añadir que un proyecto, en este caso específico, bien puede ser
una obra de literatura. Dice adicionalmente Luque Valdivia, que la ciudad aná-
loga posee un elemento profundo que forma parte de la biografía de quien crea;
así pues, la analogía actúa sobre una estructura mental que tiene unas carac-
terísticas preeminentemente personales, de modo que esa estructura pone de
manifiesto –como el propio Rossi señala acudiendo a Benjamin– la deformación
a la que el arquitecto está sometido por los nexos con las cosas que le rodean. Lo
más significativo de esta inmersión del creador en un mundo de relaciones que
convierte la ciudad en una obra de arte colectiva, es que reconoce lo improbable
de una originalidad total o de una homogeneidad absoluta. Existe entonces la
posibilidad de hacer una obra nueva, de vanguardia si se quiere, pero que res-
ponde de manera abierta o soterrada a las condiciones de existencia en la que
fue llevado a cabo el proceso de creación.
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Ciudad, cultura y literatura: bosquejos teóricos de un camino por recorrer
se realiza en el tramado de las ideas que la imaginan diferente, aun de las que
creen perseguir objetivamente su realidad, pero, en rigor, están produciendo
nuevas significaciones que la constituyen” (Gorelik, 1998, p. 91).
Gorelik, además, resalta otro aspecto de la ciudad análoga; afirma que es posi-
ble rastrear un escape a través de este concepto de la banalización del entorno
urbano, permitiendo tener una mirada crítica sobre él y, en esa medida, conver-
tir la ciudad ya no solo en un objeto de proyectación, sino también en objeto de
estudio, de crítica y de pregunta. El mecanismo mental que antes mostró Luque
Valdivia se ve enriquecido en esta nueva visión, donde la analogía no solo es
propiedad exclusiva del genio creador sino que se asocia de manera muy estre-
cha con el investigador urbano. La ciudad análoga quiebra el perfil y la concep-
ción de lugar común, la de la ciudad naturalizada, aquella que se apoya en “la
fruición distraída del paseante [y] ya no permite componer una mirada crítica,
porque no hace sino reproducir los valores que se presentan como inmutables
e indiscutibles, como naturales” (Gorelik, 1998, p. 92). Se alza lo análogo como
un tipo de abordaje de la ciudad que cuestiona la ciudad naturalizada, aquella
del sentido común que disimula los conflictos.
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Leopoldo Prieto Páez
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Ciudad, cultura y literatura: bosquejos teóricos de un camino por recorrer
Referencias bibliográficas
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Bourdieu, P. (1995). Las reglas del Arte. Génesis y estructura del campo literario.
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Gorelik, A. (2004). Miradas sobre Buenos Aires. Historia cultural y crítica urbana.
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Leopoldo Prieto Páez
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Jaramillo, S. (1998). La Imagen de Bogotá en textos de los años treinta y los años
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Lehan, R. (1986). Urban sings and urban literature: literary forms and historical
process. New Literary History, 18(1).
146
Ciudad, cultura y literatura: bosquejos teóricos de un camino por recorrer
147
La construcción cultural de la
ciudadanía: Jeffrey Alexander y la
fragmentación de la sociedad civil
Introducción
Desde la aparición en 1993 del artículo precursor, The discourses of American
civil society: a new proposal for cultural studies, el grupo de investigación dirigido
por Jeffrey Alexander ha puesto de manifiesto las lógicas culturales que subya-
cen a la sociedad civil y desde una apuesta neodurkheimiana, han afirmado la
necesidad de dar un giro cultural a la teoría sociológica. Con esta renovación
teórica, se han realizado con éxito aproximaciones conceptuales que visibilizan
las condiciones culturales necesarias para que en el interior de una sociedad
civil se asuman como legítimos los escándalos (Alexander, 2000), el papel des-
empeñado por la opinión pública en el ámbito civil (Jacobs y Townsley, 2011),
la relación entre la guerra y sociedad civil (Smith, 2005), y el trauma cultural
(Alexander, 2012), entre otros temas. Sin embargo, vale la pena mencionar que,
además de algunos ejercicios recientes de Paolo Baiocchi (2006) para estudiar
la sociedad civil brasileña, así como de Cuéllar (2009), Tognato (2011) y Tog-
nato y Cuéllar (2013) para el caso de la sociedad civil colombiana, el interés en
la ampliación del alcance explicativo de esta teoría a otras realidades sociales
como la latinoamericana ha sido bastante periférico. Por lo tanto, este artículo
busca mostrar cómo la teoría cultural, expuesta en el Programa Fuerte en Sociolo-
gía Cultural, puede ser aplicada a contextos como el colombiano. Para ello, dos
serán las estrategias argumentativas: la primera, se plantearan los elementos
gnoseológicos que relacionan a los códigos culturales y la sociedad civil. En
segundo lugar, se mostrará el alcance interpretativo de la teoría para el caso
colombiano.
150
La construcción cultural de la ciudadanía: Jeffrey Alexander y la fragmentación de la sociedad civil
civil pueden ser la Iglesia Católica y otros grupos de filiación religiosa, los gru-
pos económicos, las ONG, los movimientos campesinos, los grupos étnicos y
de género, entre otros.
151
Sebastián Cuéllar Sarmiento
Estos códigos han sido localizados, con el tiempo, en el centro de los conflic-
tos civiles dentro de la esfera pública en contextos democráticos liberales. Los
códigos binarios de la sociedad civil “pueden ser pensados como si fueran una
especie de ADN cultural” (Smith, 2004:15), pues se trata de un producto del
devenir de la tradición occidental, en tanto que ellos se basan en los valores
secularizados de la herencia judeo-cristiana, el republicanismo cívico y algu-
nos elementos de la ilustración liberal. En este conjunto de estructuras básicas
compartidas se han configurado desde los antiguos griegos así como el cristia-
nismo, hasta la estructura de pensamiento que permitió el surgimiento de la
modernidad.
152
La construcción cultural de la ciudadanía: Jeffrey Alexander y la fragmentación de la sociedad civil
última instancia, la esfera civil funciona como una religión secular, en tanto que
el sistema de clasificación de las sociedades occidentales cumple con la labor
de excluir a aquellos que representan el polo negativo (profano) por conside-
rarlos una amenaza de impureza. Los ciudadanos creen profundamente en esta
lógica de la diferenciación y asumen los asentamientos simbólicos a partir de
descripciones realistas de la vida social e individual (Alexander, 1993, 2000).
Quienes participan desde el lado positivo tendrán un carácter de benevolencia
y aquellos que lo hacen desde el lado negativo son representados como expre-
siones del mal.
Por lo tanto, una sociedad civil entendida en estos términos, tiene un impacto
directo en la vida cotidiana de los agentes. De acuerdo con Alexander (2006),
estos códigos orientan las motivaciones de los agentes bajo parámetros axio-
máticos donde la autonomía, la racionalidad, el realismo, la calma, la civilidad,
entre otros, son la expresión de prácticas orientadas por un código civil–demo-
crático y sagrado, a diferencia de quienes asumen comportamientos contrarios
a los cuales se les clasificara como anti-democráticos pues evocarían valores
como la dependencia, la histeria y la arbitrariedad, etc., es decir, el lado pro-
fano del código. También ocurre cuando se trata de establecer relaciones socia-
les: el que se encuentra inscrito en el lado sagrado/civil establecería relaciones
abiertas, fiables honorables y altruistas, etc. Cuando se produce la profanación
habrá aquellos valores inferiores tales como el secreto, la sospecha, la deferen-
cia, ambición, etc., y por último, en el ámbito de las instituciones, estas jugaría
con valores tales como la ley, la regulación moral, la equidad, el impersona-
lismo, etc., del lado sagrado, mientras que del lado profano se recurriría a las
lógicas del poder, lo arbitrario, la exclusión, el trato personalizado, etc. Es en
este contexto y sobre estos códigos que los agentes construirían narrativas den-
tro del discurso de la libertad: un sistema de creencias que consolida y legitima
dentro de una sociedad.
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Dentro de este contexto, el caso colombiano resulta muy interesante para ser
indagado desde la perspectiva cultural, ya que es un ejemplo clásico de la frag-
mentación de la sociedad o la esfera civil, la cual fue colonizada por el subsis-
tema religioso desde el siglo XIX. Al igual que en el caso de Brasil (Baiocchi,
2006), este proceso de colonización implicó la aparición de códigos no nece-
sariamente civiles o democráticos que finalmente determinaron la moral que
regularía a la sociedad. En otras palabras, es muy probable que en sociedades
como la colombiana, discursos indiferenciados sociológicamente surjan como
cuerpos comunes de creencias morales que a su vez establecen segmentos
reguladores dentro de la sociedad. En la mayoría de los casos, estos códigos
alternativos a los democráticos se caracterizan por tener bases axiológicas tra-
dicionales, donde el impacto de la modernidad y su conjunto consecuente de
valores son más bien débiles.
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Sin embargo, con la orientación liberal del Estado, la unidad nacional se vio
comprometida. Verdaderos señores de la guerra regionales conformaron ejér-
citos propios y amenazaron con la desintegración del territorio nacional. Esta
situación de “caos” dio lugar al segundo gran proyecto nacional: La Regenera-
ción, proyecto profundamente católico y moralista, que logró la centralización
del poder y la proyección futura de Colombia. Este proyecto, que se consagro
en la Constitución de 1886 y que proclamó a la religión católica como la reli-
gión del Estado; en tanto proceso civilizador se sostuvo sobre tres bases onto-
lógicas que definían la civilidad: el catolicismo, la pureza del idioma (español)
y un cuerpo altamente delineado de las tradiciones y protocolos de conducta
que eran una herencia directa de las tradiciones españolas. Fue muy significa-
tivo que la Constitución de 1886, profundamente conservadora y religiosa, se
presentará como el garante del orden para los próximos ciento cinco años de
historia de Colombia. Los valores determinados en el mismo naturalizaron y
marcaron el tono de las regulaciones de la vida pública.
Cuando los valores religiosos son asumidos como valores civiles, surgen dile-
mas y paradojas: a pesar de que el corpus católico implica la libertad, esto está
condicionado por las fuentes de sabiduría superior que le dan un matiz más
o menos limitado a la acción individual. Así, se acoge con satisfacción la obe-
diencia acrítica por encima de una actitud crítica sobre la propia vida. La reli-
gión católica y sus regímenes axiomáticos han acompañado la historia moral,
estableciendo profundos valores arraigados que se presentan como absolutos:
el “buen católico” en la práctica y la creencia, es el que históricamente ha obte-
nido los beneficios del reconocimiento civil y merece no sólo los favores de la
salvación en el otro mundo sino también los beneficios en esta vida también.
Pero nos interesa llamar la atención sobre el hecho de que el producto de esta
fusión y su impacto es un avance que permite observar el alcance interpretativo
de la teoría cultural de la sociedad civil: la existencia de múltiples discursos que
legitiman la vida social en el mismo espacio.
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El código del patrón/peón establece que el patrón tiene que ser civilizado,
culto, solidario, ordenado, respetuoso y considerado, mientras que el peón debe
corresponder con valores que suponen modestia, mansedumbre, humildad,
buena voluntad, respeto y generosidad (Tognato, 2012) en el nivel del análisis.
En cuanto al nivel de relación social, el código de patrón/peón se define por el
paternalismo, la lealtad y la caridad, mientras que el código bandido implica
individualismo, la traición, el egoísmo y el resentimiento. Y, por último, en el
plano institucional, el código de patrón/peón implica tradición, autoridad, per-
sonalización y orden, mientras que el código bandido establecería la anarquía,
la rebelión, la impersonalidad y el caos.
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Conclusiones
En este artículo hemos tratado de establecer puentes que unan la teoría de
la sociedad civil propuesto en el programa fuerte en sociología cultural a con-
textos que trascienden los límites de la misma, refiriéndonos específicamente
a el caso colombiano. Nuestra estrategia de exposición tiene dos aspectos
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Referencias bibliográficas
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Editorial Norma.
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Smith, P. (2005). Why war? The cultural logic of Iraq, the Gulf War, and Suez. Chi-
cago: The University of Chicago Press.
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Este libro se
terminó de imprimir
en abril de 2015
en los talleres de impresión de
la Editorial UD
Bogotá, Colombia