Está en la página 1de 12

REPÚBLICA 

BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL
“SIMÓN RODRIGUEZ”
AULA MOVIL: ALTAGRACIA DE ORITUCO
TRAYECTO INICIAL

CARTA DE JAMAICA

FACILITADOR: PARTICIPANTE:

TANIA SIERRA GUILLEN G CELI E

C.I: 17.082.279

SECCION: F2-B2

ALTAGRACIA DE ORITUCO, DICIEMBRE 2.021


ANALISIS DE LA CARTA DE JAMAICA

De los escritos dejados por El Libertador durante su exilio en


Jamaica, ninguno tan importante ni de tanta trascendencia como
su carta de fecha 6 de septiembre de 1815, conocida con el
nombre de CARTA DE JAMAICA. Este documento aparece en las
obras de El Libertador bajo el título de “Contestación de un
americano meridional a un caballero de esta isla” y aunque
durante muchos años se creyó que el destinatario había sido un
personaje imaginado por Bolívar, una meticulosa investigación ha
dejado aclarado que el destinatario fue el Sr. Henry Cullen, vecino
del puerto de Falmouth, al norte de Jamaica. Muchos elogios se
han escrito para El Libertador en torno a la Carta de Jamaica,
basándose unos en la claridad del análisis de los acontecimientos
a que se refiere; a la certeza de las ideas sociales que expone; al
conocimiento profundo de la realidad hispanoamericana que
revela o a la facultad de prever el futuro de nuestros países. Se ha
insistido tanto en este último aspecto, que a veces se olvidan
otros no menos importantes o quedan opacados por la fascinación
que produce el acierto con que El Libertador predijo entonces el
futuro de los países de Hispanoamérica. Esto ha dado origen al
nombre de “Carta Profética” como también se conoce el
documento.

LOS ASPECTOS MÁS IMPORTANTES DE QUE TRATA LA CARTA DE


JAMAICA, SON LOS SIGUIENTES:

1. Presenta un panorama general de la guerra de independencia a


fines de 1815. Los realistas dominaban la mayor parte de sus
antiguas colonias (Venezuela, Nueva Granada, Quito, Perú, Cuba,
Puerto Rico). En Chile y México la situación no se había decidido; y
sólo en el Río de La Plata habían triunfado los independientes. A
pesar de este balance negativo, El Libertador expresa su
seguridad y confianza en el triunfo definitivo de la causa patriota.
Dice al respecto: “Porque los sucesos hayan sido parciales y
alternados, no debemos desconfiar de la fortuna. En unas partes
triunfan los independientes, mientras que los tiranos en lugares
diferentes obtienen sus ventajas, y ¿cuál es el resultado final? ¿No
está el Nuevo Mundo entero conmovido y armado para su defensa?
El suceso coronará nuestros esfuerzos porque el destino de
América se ha fijado irrevocablemente.” El Libertador considera la
revolución de independencia como un hecho irrevocable, que no
podía volver atrás, y que a pesar de los fracasos sufridos,
terminaría con la victoria definitiva de la causa independiente.
2. En la Carta de Jamaica, El Libertador critica duramente el
sistema colonial y señala la incapacidad de España para seguir
manteniendo su dominación en América. En sus críticas al sistema
colonial, El Libertador señala como aspectos negativos la
conducta de los españoles con la población americana, desde las
“barbaridades” cometidas contra los indígenas a partir del
descubrimiento, hasta las “atrocidades”; que hablan puesto en
práctica durante la guerra de independencia. Y al denunciar estos
hechos, El Libertador se apoyaba en testimonios de los propios
españoles, entre otros el Padre Bartolomé de Las Casas, quien
fuera
uno de los primeros en denunciar el carácter inhumano de la
colonización española. En cuanto a la incapacidad de España para
mantener su dominio en las colonias, El Libertador emite juicios
acertados sobre las condiciones económicas, sociales y políticas
de la metrópoli que justificaban aún más el movimiento de
independencia. “Que demencia la de nuestra enemiga, pretender
reconquistar la América, sin marina, sin tesoro y casi sin soldados,
pues los que tiene apenas son bastantes para retener a su propio
pueblo en una violenta obediencia...”. ¿Podrá España hacer el
comercio exclusivo de la mitad del mundo, sin manufacturas, sin
producciones territoriales, sin artes, sin ciencias, sin política?
Según El Libertador, España no estaba en condiciones de atender
el comercio de sus colonias. El comercio español fue en gran parte
un comercio de comisión. Compraban las mercancías a otros
países europeos y luego las revendían en sus colonias. Las
consecuencias de este sistema fueron la escasez y los altos
precios, y el desarrollo del contrabando, que en muchos casos fue
superior al comercio legal. Todo esto tuvo su origen en la política
económica de España, que durante siglos se orientó a la búsqueda
de metales preciosos y su atesoramiento y al monopolio
comercial, descuidando la industria y la manufactura. Estas
circunstancias determinaron que a la postre el mercado colonial
quedara indirectamente al servicio de otros países, en donde el
mercantilismo se orientó hacia el desarrollo de la industria, la
navegación y el comercio, a objeto de lograr una balanza
comercial positiva. España no podía, pues, continuar
usufructuando un comercio que no podía satisfacer y cuyos
beneficios tenían que pasar a manos de los nuevos países y de las
naciones extranjeras que estuvieran en condiciones de atenderlo.
En cuanto a la situación política de España a la cual también hace
referencia El Libertador en la Carta de Jamaica, era igualmente
desfavorable para la causa realista. En efecto con la restauración
vino al trono Fernando VII, quien desconoció la Constitución de
1812 dictada por las Cortes españolas durante la guerra. Fernando
restableció los privilegios y volvió al gobierno absolutista. Estas
medidas, unidas al malestar económico y al descontento que
producía la guerra con las colonias, dio origen a un movimiento
liberal revolucionario en España, que culminó hacia 1820 con la
proclamación de la Constitución, el establecimiento de impuestos
al clero y la nobleza, suprimió la inquisición y tomó otras medidas
de clara orientación liberal. Este movimiento fue sofocado con la
intervención de la Santa Alianza, que junto con el ejército
organizado por la reacción española, aplastaron al movimiento
liberal y restauraron el absolutismo. A estas circunstancias aludía
El Libertador en la Carta de Jamaica, al decir que España
pretendía
“reconquistar la América... casi sin soldados, pues los que tiene
apenas son bastantes para retener a su propio pueblo en una
violenta obediencia”.
3. En la Carta de Jamaica, El Libertador hace un llamado a las
naciones extranjeras para que ayuden a la independencia de las
colonias españolas. Las demandas de ayuda se dirigían, en primer
término, a Inglaterra; y, en segundo término, a los Estados Unidos
e Inglaterra, por su tradicional rivalidad con España por el control
del comercio colonial. En muchas oportunidades Inglaterra trató
de apoderarse de territorios coloniales españoles, y ayudó militar
y económicamente a los colonos en sus intentos de
independencia. Además, siendo Inglaterra la primera potencia
industrial de su época, era la nación que con más propiedad podía
servir las necesidades del comercio de los nuevos estados. En
cuanto a los Estados Unidos, era de esperar que ayudaran al
conflicto; primero, por ser un país vecino, que treinta años antes
había conquistado su independencia y servido de ejemplo a las
demás colonias americanas; segundo, porque les interesaba que
se afirmara en América un sistema de estados independientes
como garantía de su propia seguridad; y tercero, por los beneficios
económicos que obtendrían al poder participar en el comercio con
los nuevos estados. Sin embargo, la política tradicional de
Inglaterra había cambiado con la entrada de España en la lucha
contra Napoleón. El gobierno inglés retiró su ayuda a los
revolucionarios hispanoamericanos, a quienes venia auxiliando en
sus intentos separatistas; y a partir de 1810 se negó a reconocer
el gobierno de la Junta Suprema de Caracas. La política de
Inglaterra en aquellos años de guerra contra Napoleón era la de
garantizar la integridad del imperio colonial de su aliada España.
Con la derrota de Napoleón, 1815, la política inglesa debía volver a
su antiguo cauce y ayudar a la independencia de las colonias
españolas, por ser lo más conveniente a los intereses de
Inglaterra. En este sentido, El Libertador trataba de estimular el
cambio, y ofrecía ventajas económicas a los ingleses y en general
a todos los países extranjeros que ayudarán a la causa patriota.
En cuanto a Estados Unidos, su política era de neutralidad en el
conflicto de las colonias con España. Esta política en la práctica,
favorecía al bando español, por la libertad de acción internacional
que disfrutaba frente al aislamiento y a la falta de reconocimiento
de los países hispanoamericanos. Y así lo habían denunciado los
patriotas, desde comienzos del movimiento de independencia. El
enviado del gobierno de la Junta Suprema a Estados Unidos,
Telésforo Orea,
escribía al gobierno de Caracas lo siguiente: “Usted sabe muy bien
que este gobierno, como todos los del mundo, no trata más quede
su propio interés”. En este caso, el interés del gobierno
norteamericano era mantener su neutralidad en el conflicto y
aprovechar sus relaciones comerciales con ambos bandos. A
estas cuestiones relacionadas con la ayuda exterior se refería El
Libertador en las siguientes frases de la Carta de Jamaica: “La
Europa misma, por miras de sana política, debería haber preparado
y ejecutado el proyecto de la independencia americana, no sólo
porque el equilibrio del mundo así lo exige, sino porque éste es el
medio legítimo y seguro de adquiriese establecimientos
ultramarinos de comercio... Sin embargo... no sólo los europeos,
pero hasta nuestros hermanos del norte se han mantenido
inmóviles espectadores de esta contienda...”. No hay dudas que la
independencia de las colonias españolas dependía en gran parte
de la situación internacional, de la correlación de fuerzas entre las
potencias europeas. Y la ayuda que buscaban los patriotas se
justificaba, entre otras, por las siguientes razones: primero, por las
ventajas recíprocas que obtendrían los nuevos países y las
naciones que los ayudaran, las cuales iban a conseguir un amplio
mercado para el comercio y la colocación de los productos de su
industria; segundo, por la incapacidad económica y política de
España para mantener aquel inmenso imperio colonial; y tercero,
porque la formación de los nuevos estados significaría un factor
importante para el equilibrio político internacional.
4. En la Carta de Jamaica, El Libertador señala las causas
principales del movimiento emancipador. La Carta de Jamaica es,
sin duda, uno de los primeros documentos en los cuales se
analizan las causas de la independencia hispanoamericana. Tales
causas fueron, según El Libertador, las siguientes: A) POLÍTICAS:
Los hispanoamericanos estaban privados de derechos políticos.
Los colonos, dentro del sistema español, carecían de lo que El
Libertador llama “el derecho a ejercer la tiranía activa”. Se les
privaba del derecho elemental de gobernarse a sí mismos. El
Libertador consideraba que ésta fue una de las causas de
descontento que provocaron el rompimiento con España, el no
haber podido los hispanoamericanos “siquiera manejar nuestros
asuntos domésticos en nuestra administración interior”. A este
respecto, El Libertador dice en la Carta lo siguiente: “Estábamos
abstraídos y ausentes del universo en cuanto es relativo a la
ciencia del gobierno y administración del estado. Jamás éramos
Virreyes, ni gobernadores, sino por causas muy extraordinarias;
Arzobispos y Obispos pocas veces; diplomáticos nunca; militares
sólo en calidad
de subalternos; nobles sin privilegios reales; no éramos, en fin, ni
magistrados, ni financistas y casi ni aún comerciantes: todo en
contravención directa de nuestras instituciones”. Es importante
observar que El Libertador reivindica estos derechos al gobierno y
administración de las colonias para la clase de los criollos, a los
cuales caracteriza como “naturales del país originarios de
España”. “americanos por nacimiento que disputaban sus
derechos a los indios y a los dominadores españoles”. El
Libertador hablaba a nombre de los criollos, quienes constituían la
“sociedad nueva en casi todas las artes y ciencias, aunque en
cierto modo vieja en los usos de la sociedad civil”. La experiencia
civil de que habla El Libertador no era la de los indios, ni siquiera
la de los pardos, sino la de la oligarquía territorial que se formó al
influjo de las luchas civiles de los cabildos, a través de las cuales
se fueron definiendo sus intereses y su conciencia de clase. B)
ECONÓMICAS: El monopolio comercial y las prohibiciones y
restricciones económicas, que impedían el desarrollo de las
colonias. España mantuvo sus colonias como “coto cerrado” en
beneficio de la economía peninsular. Se prohibió el comercio con
otros países y se impuso estricta vigilancia para impedir el
contrabando. Se prohibía el comercio entre las propias colonias.
Se estableció un riguroso control de la navegación, mediante la
autorización de ciertos puertos para el comercio. Además de esto,
se prohibía la siembra de frutos europeos. Se prohibía establecer
en las colonias fábricas de paños y otros artículos, para que
tuvieran que ser comprados a los comerciantes peninsulares. Toda
esta política económica estaba dirigida a convertir la economía de
las colonias en una economía complementaria de la economía
española. A este respecto, El Libertador dice en la Carta lo
siguiente: “Los americanos, en el sistema español... no ocupan
otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo,
y cuando más, el de simples consumidores, y aún esta parte
coartada con restricciones chocantes: tales son las prohibiciones
del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones
que el rey monopoliza, el impedimento de la fábrica que la misma
península no
posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos
de primera necesidad, las trabas entre provincias y provincias
americanas, para que no se traten, entiendan ni negocien”.
5. En la Carta de Jamaica, El Libertador predice el futuro de los
países hispanoamericanos, y opina sobre la forma de gobierno que
debían adoptar. El futuro político de los países hispanoamericanos
es objeto de la preocupación del Libertador, quien al respecto se
plantea las siguientes cuestiones: ¿Debían las antiguas colonias
unirse en un solo Estado? ¿Se organizarían repúblicas o
monarquías? El Libertador consideraba que en aquellos momentos
no era posible unir todos los países hispanoamericanos en una
sola nación, no porque no fuera partidario de la unificación de
Hispano
América, sino porque “climas remotos, situaciones diversas,
intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la
América”.
En el mismo párrafo, escribe lo siguiente: “Es una idea grandiosa
pretender formar de todo el Nuevo Mundo una sola nación con un
solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que
tienen un origen, una lengua, unas costumbres y una religión,
debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase
los diferentes estados que hayan deformarse”. El Libertador era
partidario, pues, de la unidad de los países hispanoamericanos,
ligados entre sí históricamente por el origen, la lengua, las
costumbres, la religión. La paternidad de la idea de unir a América
Española en un solo estado corresponde al Precursor Francisco de
Miranda, quien en 1790 propuso formar con todas las colonias una
monarquía bajo la autoridad de un Inca. En 1815, El Libertador
descarta parcialmente estas ideas mirandinas: la vasta extensión
del territorio, la diversidad de climas, el aislamiento de regiones
tan distantes, y, en particular, los intereses opuestos de los
grupos regionales, impedían llevar a cabo idea tan grandiosa. Era
una idea más realizable, formar uniones regionales, unir secciones
más pequeñas de aquel inmenso territorio y establecer lazos que
ligaran las distintas porciones así organizadas. En los párrafos
transcritos, encontramos un buen antecedente del Congreso de
Panamá, convocado y reunido por El Libertador en 1826, como un
intento para unir los países hispanoamericanos y asegurar su
independencia. Y encontramos también un antecedente directo de
la creación de la República de Colombia, realizada a partir de 1819
en el Congreso de Angostura. En efecto, El Libertador, al referirse
al futuro de Venezuela y Nueva Granada, dice lo siguiente: “La
Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en
formar una república central, cuya capital sea Maracaibo, o una
nueva ciudad que, con el nombre de Las Casas, en honor de este
héroe de la filantropía, se funde entre los confines de ambos
países... Esta nación se llamaría Colombia, como un tributo de
justicia y gratitud al creador de nuestro hemisferio. Su gobierno
podrá imitar al inglés, con la diferencia de que, en lugar de un rey,
habrá un poder ejecutivo electivo, cuando más vitalicio y jamás
hereditario, si se quiere república; una cámara o senado
legislativo hereditario, que en las tempestades políticas se
imponga entre las
olas populares y los rayos del gobierno; y un cuerpo legislativo, de
libre elección, sin otras restricciones que las de la cámara baja de
Inglaterra...” Descartada, pues, la idea de un solo estado, El
Libertador prevé la formación de 17 naciones en el territorio
hispanoamericano; y difiere también de Miranda en la forma de
gobierno que debían adoptar los nuevos estados. El Libertador era
Partidario decidido del sistema republicano. Rechaza toda idea de
crear monarquías en la América antes española. Según él, el
sistema republicano está más de acuerdo con las necesidades de
los nuevos estados, “ansiosos de paz, ciencias, artes, comercio y
agricultura”. Las monarquías buscan el aumento del poder, la
riqueza, la autoridad y a la conservación de estos objetos por
medio de la guerra y la conquista contra sus vecinos. Los países
hispanoamericanos, recién salidos de la colonia, necesitaban de
un sistema político que los ayudara a superar el atraso
institucional, la inexperiencia política, a lograr la paz y el progreso
económico y social. Para estos fines, quería Bolívar que se
establecieran repúblicas, aunque, pensaba que “se fundarían
monarquías casi inevitablemente en América”. El Libertador
estuvo siempre en el centro de esta polémica sobre monarquía o
república, que fue una de las más interesantes en el proceso
ideológico de la independencia. El ejemplo norteamericano y la
revolución francesa, ofrecían asideros sólidos en favor de la
república; mientras, por otra parte, el supuesto atraso cultural, la
ignorancia, falta de virtudes en el pueblo, fueron argumentos de
quienes sostenían que nuestros pueblos eran incapaces de
gobernarse por sí mismos, y, por tanto, inaptos para el gobierno
republicano. Argumentaban, además, que las grandes potencias de
Europa verían con mejores ojos la formación de monarquías
América. Consecuente con sus ideas políticas, El Libertador
pensaba que dentro de un régimen republicano sería más fácil
elevar el nivel cultural y material de nuestros pueblos, sacarlos del
atraso y lograr para ellos la paz necesaria para organizar sus
instituciones y superar las devastaciones dejadas por la guerra.
Pensaba, además, que la composición étnica, el carácter mestizo
de nuestros pueblos, debía contar con un sistema de gobierno que
estimulara la marcha hacia la igualdad social y la democracia.
6. En la Carta de Jamaica, El Libertador se refiere al régimen
político y a la naturaleza de los gobiernos que se debían adoptar
en Hispanoamérica. El Libertador rechaza el sistema federal de
gobierno y se pronuncia a favor del centralismo. Considera que la
América Española no estaba preparada para separarse de la
metrópoli, y como consecuencia de la crisis ocurrida en la
península, los americanos han pasado, “sin los conocimientos
previos, ni la práctica de los negocios públicos, a desempeñar
funciones de gobierno”. Las instituciones perfectamente
representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres
y luces actuales”. Las instituciones de gobiernos liberales y
perfectas se logran en sociedades civiles basadas en la justicia, la
libertad y la igualdad, y nosotros estábamos distantes de poseer
tales bienes cuando apenas recién salíamos de las cadenas. Por lo
tanto, no estábamos en condiciones de practicar un gobierno
perfecto como el federal. Para llegar a tanto, se necesitaba la
práctica y la experiencia civil política de la cual carecíamos. Era
preciso organizar los nacientes estados bajo un régimen político
intermedio, a través del cual se pudiera lograr la unidad y formar
los talentos y virtudes que se requieren para el ejercicio de
sistemas populares de gobierno.

También podría gustarte