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Por otra parte Quico, con su traje de Marinero (que alude al espíritu
profundamente conservador de la Armada Mexicana), se niega una y otra vez
a compartir sus bienes descalificando transversalmente al Chavo en tanto
animal semiótico y destrozando además el afán lúdico del mismo. La
reacción (casi al modo de un fenómeno físico) es -desde luego- la violencia.
Pero curiosa violencia que siempre marra el tiro, pues quiere herir y a la vez
preservar a la doble Imago de un Quico dolorosamente introyectado. Imago
doble, porque el Chavo lo divide en dos enemigos: Antilúdico el uno y
Antisemiótico el otro. Finalmente el deseo de preservar se impone al de herir
y no es complejo entender porqué. Porque si el Chavo hiere a Quico, se hiere
a sí mismo, como gregario y mamífero, en su propio imaginario social, por
más ramplón y precario que éste sea, es aquello que lo sustenta, virtual
cordón de plata entre su malformada psique y esa miserable vecindad de los
suburbios del Distrito Federal.
1
desnutrición, hecho que lo condena a una infancia permanente; como ocurre
con todos los pobres. Afortunadamente para eso están los trabajadores
sociales; que viene a oficiar como Maestros Jardineros de menesterosos.)
Decíamos pues que esas instancias los rodean, los definen y los elevan
escalonados a status inasibles. Hablamos de un juego ¿Cuál es este juego?
¿Cuál su razón de ser? La Verdad ha desaparecido como tal. Solo queda un
enorme espacio en blanco: el de Don Ramón y la Chilindrina y ése es el lugar
clave. Ellos dos In Absentia acaparan esa verdad perdida que permitirá
recrear el drama a pinceladas massmediáticas (tal como los muralistas
mexicanos) en el próximo capítulo.