Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ANALISIS UNIDAD IV
GASTO PUBLICO
Realizado por:
Sección 111
Venezuela es un país con grandes recursos humanos y recursos naturales
renovables y no renovables, recursos que de haber sido canalizados en su
momento de manera eficaz y eficiente nuestro país sería hoy día una potencia
económica, pero en las últimas dos décadas los resultados económicos han
sido decepcionantes debido a la aplicación de políticas económicas
erróneas.
Como consecuencia del aumento del precio del petróleo en los años 1973 y
1974 se produjo una expansión transitoria del crecimiento económico
impulsada por la demanda, pero a pesar de una segunda alza de dichos
precios en petróleo en 1979 y 1980, el crecimiento anual per cápita fue
negativo en el período comprendido entre 1979 y 1985.
Desde 1983 en adelante el poder adquisitivo de la inmensa mayoría de las
personas a disminuido debido a constantes devaluaciones y una inflación que
hoy es una de las más altas. El empleo público, que abarca alrededor del 15%
de la fuerza de trabajo, ha sido un pesado lastre que en nada ha contribuido a
mejorar la situación económica y social del país, esta es una inmensa suma,
que supera el producto bruto de muchos países de la región.
Entre los años 1986 y 1988 se pusieron en marcha políticas de expansión que
llevaron a un aumento transitorio del crecimiento. Dichas políticas, sin
embargo, resultaron insostenibles, la inflación aumentó, las reservas externas
disminuyeron y se produjo una escasez generalizada.
Luego de un corto período de crecimiento económico en los primeros años de
la década de los noventa, entre 1992 y 1994 pero que no se traduce en una
mejor calidad de vida para los habitantes: las escuelas y los hospitales de la
nación están en ruinas, las carreteras siguen sin terminarse, no hay nuevas
obras de infraestructura desde hace décadas y ni siquiera se ha podido
restablecer la vialidad y los servicios básicos, esto conlleva que las condiciones
económicas políticas y sociales de Venezuela se deterioren
considerablemente, debido a una serie de hechos que tuvieron un gran impacto
negativo en el país: la disminución de los precios de exportación del petróleo, la
inestabilidad política, una crisis bancaria de importancia, el nivel de desempleo
sigue creciendo, como consecuencia, se produjo una caída del PIB de los
sectores no relacionados con el petróleo, la inflación continua en aumento y las
reservas internacionales disminuyeron.
A principios de 1.996, el gobierno puso en marcha un programa económico de
Estabilización y Reformas Estructurales denominado "Agenda Venezuela",
cuya fase inicial tuvo como objetivo el restablecimiento de los equilibrios
macroeconómicos, incluía la unificación de los tipos de cambio, que en un
primer momento se encontraban bajo un sistema cambiario flotante y que
posteriormente fue reemplazado por bandas cambiarias; la liberalización de las
tasas de interés; la eliminación de la mayor parte de los controles en los
precios, y el ajuste del precio interno de los combustibles.
Petróleos de Venezuela (PDVSA), dio inicio a la modalidad de "Apertura
Petrolera", que consistía en otorgar contratos a empresas privadas, para la
exploración y explotación de petróleo, algo parecido a la política implantada por
el gobierno del general Gómez, pero con la diferencia que estas concesiones
son cedidas, en este caso a la empresa que mayor porcentaje de ganancia
deje al país.
Hacia 1.997 la economía del país una economía monoproductora dependiendo
en su mayor porcentaje del sector petrolero y con serios desequilibrios
estructurales, que incluían un aumento del déficit fiscal, un déficit en la cuenta
corriente externa, un elevado nivel de desempleo, elevados índices de inflación
y elevados actos de corrupción.
Uno de los problemas que ha debido enfrentar Venezuela en la última década
ha sido su dependencia económica del petróleo y la baja generalizada de los
precios reales de este producto así como de los ingresos por este concepto ,
exceptuando 1.999 cuando su valor durante todo el año está en US$16 por
barril.
La contribución del petróleo al PIB total aumentó de aproximadamente el 21% a
principios de los años noventa, al 26% a finales de esa década. Al mismo
tiempo, la participación de la agricultura en el PIB disminuyó de alrededor del
6% en 1990, al 4% en 1998, la participación de la industria manufacturera
disminuyó de aproximadamente el 13% al 10%, y del sector de servicios se
mantuvo en alrededor del 60% del PIB.
La participación de los productos de exportación distintos del petróleo ha sido,
en promedio, inferior al 25% de las cifras totales de exportación, lo que refleja
la falta de diversificación fuera del sector petrolero y el impacto que ha tenido, a
lo largo del tiempo, la sobrevaloración de la moneda en la competitividad
externa.
En estas circunstancias, los salarios reales disminuyeron significativamente y el
desempleo aumentó. A pesar de la existencia de un salario mínimo obligatorio
durante la mayor parte del período comprendido entre 1990 y 1999, el salario
real medio disminuyó aproximadamente un 23%. La caída del salario real
afectó a todos los sectores del mercado laboral.
Durante el segundo trimestre del año 2000, el PIB creció entre 2% y 3% en
relación con igual período del año anterior (tras una expansión de alrededor del
0,3% en el primer trimestre), dando una señal de recuperación económica
después de una caída del 7,2% en 1999.
En agosto de 2.000 la inflación se redujo al 15%, la tasa más baja de los
últimos 14 años que, además, se ajusta a la meta de 16% fijada por el gobierno
para el año 2000.
La disminución de la inflación se ha logrado a costa de una recesión económica
y de una caída tanto del consumo como de la inversión, y el gobierno estima
que el desempleo alcanzó el 13,5% en el mes de julio.
La combinación de un tipo de cambio sobrevalorado y bajas tasas de interés
real ha creado las condiciones para que surjan presiones en el sector externo.
Sin embargo, no se han producido restricciones inmediatas a la balanza de
pagos, las salidas de capital han sido ampliamente compensadas por el efecto
expansivo de los elevados precios del petróleo en los ingresos provenientes de
las exportaciones y, al mismo tiempo, las importaciones se han visto
restringidas como consecuencia de la recesión. Hasta mediados de
septiembre, el precio medio de la cesta petrolera Venezolana era de
aproximadamente US$28, en comparación con aproximadamente US$16
durante todo 1999.
Las reservas de divisas han aumentado a más de US$18.000 millones, de los
cuales se han destinado al fondo de estabilización macroeconómica US$2.300
millones, que equivalen a 16 meses de importaciones.
A fines de agosto el tipo de cambio llegó a 690 bolívares por dólar y es
probable que se mantenga estable durante el resto del año, ya que el Banco
Central todavía mantiene pleno control de los movimientos cambiarios. Aun
después de la reciente monetización del déficit fiscal correspondiente a los
sectores no relacionados con el petróleo, las reservas internacionales cubren
por lo menos 2,1 veces la base monetaria y más del 75% del M2.
Gracias a los considerables ingresos generados por el petróleo, el sector
público registró un superávit durante el primer semestre del 2000. Sin embargo,
algunas medidas clave adoptadas por el gobierno a comienzos de año, tales
como la reducción de 1% del IVA, la eliminación del impuesto de débito
bancario, y el aumento de los gastos corrientes, sumado a una baja
recaudación de impuestos y a la disminución de los ingresos por tal concepto
debido al bajo crecimiento económico, han conducido al deterioro del déficit
fiscal correspondiente a los sectores no relacionados con el petróleo.
Aun así, el desempleo aumentó, afectando especialmente a los trabajadores no
calificados, a las mujeres y los jóvenes, y a la población urbana.
Aunque no hay consenso sobre el verdadero nivel de pobreza en Venezuela,
todos están de acuerdo en que el crecimiento ha continuado. Tanto la pobreza
como la desigualdad se han mantenido por debajo del promedio para el resto
de América Latina.
Actualmente el gobierno enfrenta los mismos problemas de otras
administraciones anteriores: un creciente déficit, presiones sobre la moneda y
una inflación que comienza otra vez a salirse de control.
La Política Económica.
Para hablar acerca de lo que es la Política Fiscal, debemos de entender
primero lo que es la Política Económica. El ultimo objetivo de la economía es
desarrollar políticas (tradicionales y no tradicionales) que puedan resolver
nuestros problemas. Las políticas económicas sirven para mover la curva de
demanda en la dirección que se necesite para alcanzar el pleno empleo y para
que esto suceda, el Estado puede usar 2 instrumentos (medidas) principales
para regular la demanda agregada. La política fiscal y la política monetaria.
La política económica es una rama dirigida hacia el acondicionamiento de la
actividad económica para evitar que ocurran fluctuaciones en los niveles del
empleo y de los precios, así como para condiciones necesarias para el
desarrollo.
Para lograrlo, la política económica recurre a las ideas elaboradas en el campo
de la teoría económica ya que a través de los principios, de las teorías, de las
leyes y de los modelos ofrecidos por esta última, los resultados de las acciones
prácticas desarrolladas adquieren mayor confiabilidad, seguridad y certeza. La
formulación de la política económica comprende 2 procedimientos
interdependientes:
La política fiscal:
Es el conjunto de medidas e instrumentos que toma el estado para recaudar los
ingresos necesarios para la realización de la función del sector publico. Se
produce un cambio en la política fiscal, cuando el Estado cambia sus
programas de gasto o cuando altera sus tipos impositivos. El propósito de la
política fiscal es darle mayor estabilidad al sistema económico, al mismo tiempo
que se trata de conseguir el objetivo de ocupación plena. Como hemos dicho
anteriormente.
Recursos gratuitos;
Recursos tributarios ;
Recursos monetarios,
Evasión fiscal
El Superintendente del SENIAT, Trino Alcides Díaz, informó que la evasión
tributaria alcanza 47%, es decir, un monto mayor a 4 billones de bolívares.
Considera que la recaudación en Venezuela debería estar en el mismo nivel
que en Chile, donde se obtiene por la vía impositiva hasta 20% del producto
interno bruto, mientras que en el país sólo llega a 10% del PIB.
El Banco Mundial podría dar asesoramiento técnico, así como préstamos no
reembolsables, para apoyar el proceso de modernización de las aduanas que
se adelanta en Venezuela, según lo informó el Superintendente Nacional
Aduanero y Tributario, Trino Alcides Díaz.
Por lo que se refiere a la evasión fiscal, debemos reconocer que, según las
cifras oficiales, los índices en Venezuela son superiores a los de la mayoría de
los países de Europa y América. En todo caso, habría que tener cuidado a la
hora de identificar la fuente de esas cifras y el volumen de la economía informal
en cada país. Pero en todo caso, aceptemos como válidos los criterios y los
resultados existentes.
A este punto es necesario hacer la reflexión que se han hecho en alguna
oportunidad casi todos los contribuyentes en cualquier parte del mundo cuando
tienen que pagar impuestos: ¿adónde va a parar mi dinero?, ¿en qué se
invierten mis impuestos?
De la respuesta que dé el propio contribuyente, se podrá inferir, por una parte,
la disciplina fiscal que existe en ese país, y por la otra, la disposición de ese
contribuyente a pagar impuestos.
Si el contribuyente está satisfecho con su respuesta, se podrá suponer que
respeta y reconoce como proba la forma en que se manejan los dineros
públicos, y en consecuencia, está en buena sintonía con el pago de impuestos.
Si impera la indisciplina fiscal, la falta de probidad, la ausencia de rendición de
cuentas públicas, ausencia de sistemas de información computarizados que
permitan la transparencia en las instituciones públicas y la imposibilidad del
ciudadano común de reclamar estas situaciones, estaremos en presencia de un
administrador no legitimado para exigir el pago de impuestos, y por ende, frente
a un contribuyente contumaz.
Así que, sin adherirnos a la posición de rebeldía de algunos frente al pago de
impuestos, no podemos dejar de lado el derecho de poner de manifiesto como
ciudadanos nuestro más alto rechazo a la conducta dispendiosa y a la visión
feudal que del ejercicio del poder tienen y han mantenido en muchos años en
este país, muchos de sus empleados públicos en todos sus niveles. Los gastos
superfluos, el derroche de los fondos públicos por parte de la administración y
la falta de control e información de la gestión administrativa pública, unidos a
continuos rumores de que la corrupción flagelo que se posicionó en Venezuela
desde la década de los sesenta (en los cuales por supuesto han estado
involucrados altos personeros de los gobiernos anteriores), ha continuado
creciendo, trayendo consigo una serie de calamidades económicas sociales
morales, por lo visto no solo ha podido ser controlada sino que se ha desatado
en estos últimos dos años de manera alarmante.
Una corrupción flagrante y generalizada, echan por tierra cualquier motivación
que trate de justificar ante la opinión pública la creación de nuevos o mayores
impuestos, y merma la recaudación de los existentes.
Pudiéramos decir entonces que al lado del principio de legalidad tributaria,
según el cual solo por ley se pueden crear tributos, existe un principio de
legitimidad tributaria que deriva del precepto constitucional basado en la justa
distribución de las cargas públicas, debiendo entender por "justa" no solo la
distribución, sino también la carga, la cual debe dar fiel respuesta al ejercicio,
desarrollo y protección de los más legítimos intereses de la sociedad.
Por lo tanto, la indisciplina fiscal deslegitima no solo al gobierno que la
protagoniza, sino además puede quitarle legitimidad a los tributos.
Y dentro de las distintas gamas del dispendio, hay derroches que por su
futilidad son más condenables que otros. Tal es el caso de los cambios de
nombre de organismos públicos, como por ejemplo el Ministerio de Hacienda,
que actualmente se denomina Ministerio de Finanzas, e incluso se le ha
cambiado el nombre al país. Todo ello se hace sin una razón válida, lo cual,
además de generar costos inútiles, produce malestar en la comunidad, más
aún, si luego se le pide a esa comunidad utilizar el papel de escribir por ambas
caras.
Pago impuestos para mantener un Estado que me brinde buenos servicios y
me dé seguridad social. Pago impuestos a cambio de que exista una disciplina
fiscal por parte de quienes determinan y ejecutan el gasto público. Pago
impuestos a cambio de que me rindan cuentas claras y fidedignas, a las que
tenga fácil acceso. Pago impuestos para que éstos no terminen indebidamente
en el peculio de quienes los administran.
Estas reflexiones tienden a contribuir con esa corriente de opinión pública que
exige inaplazablemente la actuación eficiente y transparente de los poderes
públicos, lo cual, entre otros beneficios, dará legitimidad a los distintos tributos.
Se clasifica:
Se ejecuta:
A través de los Presupuestos o Programas Económicos establecidos por los
distintos gobiernos, y se clasifica de distintas maneras pero básicamente se
consideran el Gasto Neto que es la totalidad de las erogaciones del sector
público menos las amortizaciones de deuda externa; y el Gasto Primario, el
cual no toma en cuenta las erogaciones realizadas para pago de intereses y
comisiones de deuda publica, este importante indicador económico mide la
fortaleza de las finanzas públicas para cubrir con la operación e inversión
gubernamental con los ingresos tributarios, los no tributarios y el producto de la
venta de bienes y servicios, independientemente del saldo de la deuda y de su
costo.
Gasto Programable: es el agregado que más se relaciona con la estrategia
para conservar la política fiscal, requerida para contribuir al logro de los
objetivos de la política económica. Por otro lado resume el uso de recursos
públicos que se destinan a cumplir y atender funciones y responsabilidades
gubernamentales, así como a producir bienes y prestar servicios.
La clasificación económica permite conocer los capítulos, conceptos y partidas
específicas que registran las adquisiciones de bienes y servicios del sector
público. Con base a esta clasificación, el gasto programable se divide en gasto
corriente y gasto de capital. Estos componentes a su vez se desagregan en
servicios personales, pensiones y otros gastos corrientes dentro del primer
rubro, y en inversión física y financiera dentro del segundo.
Gasto corriente: Dada la naturaleza de las funciones gubernamentales, el gasto
corriente es el principal rubro del gasto programable. En él se incluyen todas
las erogaciones que los Poderes y Órganos Autónomos, la Administración
Pública, así como las empresas del Estado, requieren para la operación de sus
programas. En el caso de los primeros dos, estos recursos son para llevar a
cabo las tareas de legislar, impartir justicia, organizar y vigilar los procesos
electorales, principalmente. Por lo que respecta a las dependencias, los montos
presupuestados son para cumplir con las funciones de: administración
gubernamental; política y planeación económica y social; fomento y regulación;
y desarrollo social.
Por su parte, en las empresas del Estado los egresos corrientes reflejan la
adquisición de insumos necesarios para la producción de bienes y servicios. La
venta de éstos es lo que permite obtener los ingresos que contribuyen a su
viabilidad financiera y a ampliar su infraestructura.
Gasto de Capital: El gasto de capital comprende aquellas erogaciones que
contribuyen a ampliar la infraestructura social y productiva, así como a
incrementar el patrimonio del sector público. Como; gastos de Defensa
Nacional, también se pueden mencionar la construcción de Hospitales,
Escuelas, Universidades, Obras Civiles como carreteras, puentes, represas,
tendidos eléctricos, oleoductos, plantas etc.; que contribuyan al aumento de la
productividad para promover el crecimiento que requiere la economía.
Gasto social es un subconjunto del gasto público que agrupa los recursos que
el Estado destina directamente para atender el desarrollo y el bienestar de su
población. Hay diferentes criterios sobre las partidas presupuestarias que
deben incluirse en el cómputo del gasto social, pero hay acuerdo respecto a
sectores básicos tales como la educación, la salud y la vivienda. En este
trabajo se utilizan los datos suministrados por la Oficina Central de
Presupuesto (OCPRE) donde se especifican los siguientes sectores sociales:
educación, salud, seguridad social, cultura y comunicación social, ciencia y
tecnología, vivienda y servicios y desarrollo social.
Estrategia del gasto en los sectores sociales: La distribución sectorial del gasto
con relación al PIB permite analizar cómo el gasto se reparte entre los distintos
sectores sociales y establecer la priorización en su distribución. La participación
del sector educación fluctuó entre un mínimo 2,12 % en 1996 y un máximo
3,74% en 1992, Esta asignación es bastante baja si se considera que expertos
de la UNESCO establecen que el gasto en educación debe ser por lo menos el
6% del PIB. La participación del sector salud, disminuyó en 1.993 aunque se
aprecia una pequeña recuperación en el año. El sector vivienda y sus servicios
mantuvo su participación, advirtiéndose disminuciones durante el lapso 1993-
1995 e incrementos en 1997 y 1998. Los sectores de seguridad social y
desarrollo social mejoraron su prioridad en los dos últimos años.
El análisis de la distribución del gasto social sectorial no permite evaluar el
impacto en el progreso y desarrollo de un país o región, es necesario
especificar dentro de estos sectores inversiones sociales eficientes en el
progreso social.
Para analizar el Desarrollo Humano es importante considerar las agrupaciones
del gasto que tengan un importante impacto diferenciado en los niveles de
desarrollo de la población (gasto social destinado a la inversión). En la
búsqueda de esta eficiencia se define la prioridad del gasto social como los
gastos en educación básica, atención primaria en salud e infraestructura social
básica (de acuerdo a lo establecido internacionalmente por el Programa para
las Naciones Unidad para el Desarrollo PNUD).
La razón de prioridad social refleja el porcentaje de gasto social destinado a
acciones de prioridad humana. Si bien la información disponible en estos
momentos no permite el análisis de esta razón para Venezuela, existe
bibliografía donde se resalta la inadecuada distribución del gasto en educación,
al favorecer programas altamente regresivos como la educación universitaria
descuidando la inversión en el sector básico, y la concentración del gasto del
sector salud en programas de atención médica curativa de menor impacto
colectivo, en desmedro de los recursos para atender las prioridades de la
estrategia de atención primaria en salud (García, 1988) (De Venanzi, 1996). Sin
embargo, según el nivel de desarrollo socioeconómico alcanzado en un
momento dado por un país, será necesario definir indicadores diferentes de
gasto en capital humano con una concepción más amplia. Si se toma en cuenta
esta acotación, la razón de prioridad social, en un sentido amplio, se puede
calcular con los gastos totales en educación y en salud (CEPAL, 1994, p. 37).
De acuerdo con lo antes expresado, la razón macroeconómica del gasto en
capital humano (educación y salud) para Venezuela, durante el período
considerado, fluctuó entre 2,89% en 1996 y 5,62% en 1992 y la razón de
prioridad social se mantuvo en niveles bastante elevados, moviéndose entre el
39,9% en 1996 y el 59,3% en 1994 (ver Gráfico No. 5.3). En 1998, esta razón
registró un porcentaje de 52,1%. Sobre la base del concepto de "desarrollo
humano", el PNUD recomienda, en general, alcanzar el valor del 50% para la
razón de prioridad social y del 5% para la razón macroeconómica en capital
humano (ibídem, p. 36).
El elevado gasto público, en vez de contribuir a mejorar la situación de los más
pobres, ha favorecido como siempre a determinados grupos de interés y
amenaza ahora con alterar (como ya lo ha hecho en Argentina) los propios
equilibrios económicos básicos. Las ilusiones de que puede servir para mejorar
la calidad de vida y reducir las distancias sociales se han mostrado, una vez
más, como un peligroso mito que deberíamos desenmascarar y combatir.
Disminuir el desempleo
Desde hace 21 años, la inversión bruta fija viene cayendo, con un levísimo
intento de recuperación en 1991-1992; y en 1999-2000.
A este descenso se le ha añadido el mayor riesgo político, lo que la ha
contraído aún más. Y es que, según Asdrúbal Baptista, profesor del Instituto de
Estudios Superiores de Administración (IESA), el descenso en los niveles de
compra de activos fijos obedece 'a una fractura profunda en la economía
venezolana', que sólo puede ser revertida recuperando niveles de inversión
pública y mediante un profundo proceso de apertura que abra al sector privado
áreas que el Estado se reserva. Lo que es más: La mayor caída en la inversión
bruta fija no petrolera se da entre 1979 y 1983, coincidiendo con el mayor flujo
de ingresos petroleros de la historia.
En el 2000, el aporte del petróleo en términos nominales ($25 millardos) será
considerado el mayor de la historia y la mayor per cápita en términos reales
desde el año 1981. La administración actual, como la de aquella época,
apuesta a reactivar la economía mediante el gasto público, con resultados más
que escasos si se ve 0,3% de crecimiento del PIB en el primer trimestre de
2000 y una perspectiva de alrededor de 1% para el segundo, según la visión no
sólo de Baptista, sino de otros dos economistas consultados (Luis Zambrano
Sequín, Universidad Católica Andrés Bello; y Domingo Fontiveros, Consultora
Data Forecast & Analítica.
'Hemos perdido completamente la capacidad de convertir el ingreso petrolero
en inversión, no sólo a nivel privado, sino también en el ámbito de lo público,
afirma Baptista e indica que esta variable macroeconómica es la que incide en
el pobre desempeño del PIB y también en el desempleo. Según este
economista, la falta de inversión (originada por escasas perspectivas de futuro
en el país) condiciona el alto desempleo que se vive actualmente y el
incremento de la ocupación informal. 'Podemos decir que un país está más
desarrollado en la medida en que su población está mejor salariada. Aquí
hemos involucionado en ese aspecto, puntualiza el profesor del IESA, quien
señala que en este momento el acervo de capital por habitante se haya en los
niveles más bajos desde 1950.
Una política económica efectiva resulta en mejoras inmediatas y sostenidas en
el tiempo en el bienestar de la mayor parte de la población. En otras palabras,
no tiene ninguna lógica, y mucho menos algún mérito, controlar la inflación, por
ejemplo, a costa de causarle un mayor sufrimiento a la población. Este es el
mismo razonamiento errado según el cual, como los países desarrollados
producían grandes cantidades de acero, al producir grandes cantidades de
acero un país subdesarrollado inexorablemente pasaría a ser un país
desarrollado. "Se confunde el efecto con la causa".
Las políticas económicas erradas si tienen consecuencias, y muy graves. Las
sufrimos todos al tener que convivir con una mayor criminalidad y un deterioro
en la calidad de la vida.
Pese a un explosivo incremento en el gasto público, la economía venezolana
no da signos de recuperación. Y la posibilidad de que este aumento en las
erogaciones del Estado se vaya por la vía de importaciones y por fuga de
capitales crece en la medida en que lo hace la incertidumbre política, según
analistas consultados.
La falta de confianza se manifiesta en la fuga de capitales y la caída de la
inversión bruta fija no petrolera (Producto Interno Bruto) que han llevado a la
misma a su nivel más bajo de la historia, si se exceptúa el año 1996, en el cual
un ajuste macroeconómico 'licuó' este importante indicador de la economía.
El Ejecutivo Nacional hace abstracción de la realidad, al vincular la inviabilidad
del presupuesto fiscal 2002 con algunas coyunturas externas como la recesión
económica mundial y la caída de los precios del petróleo, sin reconocer la
mediocre gestión financiera del Gobierno Central caracterizada por el
crecimiento desbordado de la deuda interna en un poco más de 9.000 millones
de US$, en los últimos tres años.
Se estiman nuevos ingresos fiscales que suponen la reducción del presupuesto
de ingresos ordinarios (básicamente petróleo) en casi 6 billones de Bs., se
anuncia un paquete de medidas tributarias altamente regresivas del ingreso
personal disponible (como el débito bancario y reforma de la Ley del IVA)
orientadas a compensar la merma del presupuesto y para completar se anuncia
la reducción del gasto de inversión en proyectos de infraestructura y desarrollo
(potencialmente generadores de crecimiento y empleo). Con un escenario
como el anterior, la economía venezolana en el mejor caso no crecerá en este
año. Y si la economía no crece, no crecerá la tributación.
Se plantea una reducción de los ingresos fiscales petroleros (por precio y
volumen de crudo colocado en los mercados internacionales), lo cual
obviamente supone una contracción en el producto interno bruto petrolero. Si
recordamos que el petróleo, impacta globalmente a la economía en más de un
50% (de los cuales 25% son en forma directa y 35% en forma indirecta),
entonces, menos dinámica petrolera, supondrá menor crecimiento en la
actividad económica en general. Este cuadro se complica aún mas cuando se
somete a la actividad económica al gravamen de nuevos impuestos como los
anunciados, a los impactos que en la intermediación financiera en créditos
tendrá el débito bancario y al desdibujamiento de la actividad crediticia que
supondrá el mayor empapelamiento de la banca por efecto de las nuevas
emisiones de deuda interna. De manera, que no se entiende como el Ejecutivo
Nacional podrá mantener constante la meta de crecimiento del año 2002 en un
contexto de importante caída en la demanda agregada interna.
6. Inflación y crecimiento.
A este fenómeno de la economía se le da el nombre de inflación, que no es
más que el alza constante de los precios de los bienes y servicios de un país,
lo cual hace que el dinero valga cada día menos, es decir, hace falta más
dinero para comprar las mismas cosas.
La inflación (como todas las variables macroeconómicas) se interrelaciona con
otras variables como la liquidez monetaria, la demanda, el consumo y las tasas
de interés, entre otras. Por esta causa, resulta tan difícil combatirla o conseguir
una causa determinada para justificar su existencia.
Existen dos razones ligadas al proceso productivo como son los elementos
reales y otros de orden sociológico -como las expectativas y los temores que
tienen los agentes económicos y los consumidores- que generan acciones
especulativas que inciden en los precios.
Para resumir, podríamos decir que el espiral inflacionario, en principio, se
retroalimenta y funciona de la siguiente manera: los precios impulsan los
salarios y el gasto, y éste, a su vez, eleva los precios.
¿Qué es el PIB?
Tiene mucho que ver con el ahorro que se invierte y se trasforma en desarrollo.
El Producto Interno Bruto es la suma del valor de los bienes y servicios
producidos por un país. El PIB nos demuestra el nivel de crecimiento de una
economía.
El director del Banco Central de Venezuela, Domingo Maza Zavala, estimó el
miércoles 3 de abril de 2.002 que la inflación del país cerrará entre 20 y 22 por
ciento este año, cifra que ató a que el tipo de cambio se mantenga por debajo
de 1.000 bolívares por dólar, informó Reuters.
"Podríamos tener una franja de inflación de entre 20 y 22 por ciento", dijo
Domingo Maza en entrevista con la emisora Unión Radio.
Explicó que el comportamiento de los precios en marzo de 2.002, cuando
treparon 4,2 por ciento y la inflación fue la más alta desde octubre de 1996, no
puede proyectarse para el resto del año, dado que espera que el alza de los
precios tienda a estabilizarse.
La inflación en el primer trimestre fue de 7,0 por ciento y la anualizada a marzo
de 17,6 por ciento, cifras que dejaron atrás la meta inicial del Gobierno de 10
por ciento para todo el año, y que ahora se encuentra ajustando junto con otras
variables macroeconómicas.
Papeles Comerciales
En el período del 1º al 22 de febrero el mercado de papeles comerciales
registró 12 emisiones: ocho denominadas en moneda nacional y cuatro en
divisas. Las primeras totalizaron 59,2 millardos de bolívares, mientras que las
segundas sumaron 23 millones de dólares. Frente al comportamiento del
mismo período del mes anterior, supone una menor emisión en moneda local y
el sostenimiento del mismo nivel en emisiones en dólares. Obviamente, la
posibilidad de lanzar papeles en dólares está atada a que las empresas
emisoras obtengan ingresos en divisas. En el período, todas las emisiones se
correspondieron con programas iniciados en el 2001. Los plazos de
vencimiento estuvieron entre 7 y 154 días. En cuanto al rendimiento, las tasas
de interés para las emisiones en bolívares oscilaron entre 30 y 48%, lo que
reflejó la tendencia al alza en las tasas, mientras que las emisiones en dólares
ofrecieron una tasa entre 3,13 y 4,50%. A su vez, las calificaciones de riesgo
obtenidas por estas emisiones estuvieron entre un rating de A1 y B1.
Nuevamente, este mercado supondrá para las empresas emisoras un costo de
alquiler del dinero inferior al que les representarían las tasas bancarias de
interés, lo que podrá incentivar las emisiones en los meses siguentes.
Fondos mutuales
Obstaculizados por IDB
Las reinversiones en el mercado de fondos mutuales se vieron obstaculizadas
en el mes de febrero, debido a la expectativa creada por la eventual
implantación del Impuesto al Débito Bancario. Ciertamente, todas las
transacciones que realicen las instituciones financieras con las carteras
administradas de los fondos mutuales estarán gravadas con este impuesto. De
esta forma, los inversionistas, que estuvieron atraídos por incrementar sus
posiciones en los fondos mutuales (tanto por el alza en los rendimientos en
instrumentos de renta fija, como por el alza del precio de la divisa, para el caso
de fondos denominados en moneda extranjera), tuvieron que posponer
indefinidamente sus aspiraciones. En general, la tendencia en el mercado
apunta a reestructurar las opciones de inversión en este sentido, pero en todo
caso el ánimo es a esperar que se defina la suerte de los fondos mutuales para
cuando comience el régimen del impuesto al débito bancario. En todo caso,
quienes poseían inversiones en los fondos mutuales pueden mantenerlas. Lo
que en algunos casos estuvo detenida fue la realización de nuevas inversiones
en estos instrumentos, a causa del anunciado tributo. Independientemente de
ello, los valores activos netos de los distintos fondos se vieron favorecidos en el
mes, por efecto del alza en los tipos de interés y el alza en el precio del dólar
registraron un desplazamiento de 21,16 a 22,98 puntos en promedio (máxima
de 42,50 y mínima de 15,33%).
Respecto a las tasas que paga la banca por los depósitos del público (en sus
niveles máximos), los movimientos fueron los siguientes: las tasas pasivas
pasaron de 18,53 a 23,65% para depósitos a 30 días; se desplazaron de 18,81
a 22,71% para depósitos a 60 días, y se movieron de 19,10 a 22,31% para
depósitos a 90 días. La tasa promedio para depósitos a 120 días varió de 18,74
a 20,42%; 180 días pasó de 17,50 a 19,78%, y 360 días varió de 15,89 a
18,40%.
En depósitos de ahorro la tasa máxima promedio se ajustó de 8,57 a 10,29%,
mientras que en activos líquidos el tipo de interés se mantuvo en 6,07%. Tras
haberse decretado la libre flotación del dólar, esta situación de altas tasas de
interés se corregiría si se deja que efectivamente el mercado marque el precio
de la divisa, y luego se inyecte liquidez a un mercado monetario que refleja una
fuerte escasez.
En el mercado interbancario la tasa overnight dominante mostró un nivel
mínimo de 30 puntos y máximo de 58,60%; la tasa mínima interbancaria se
mantuvo entre 10 y 55%, y la overnight máxima se movió entre 40 y el
astronómico nivel de 100% que, nuevamente, es expresivo de la limitada
liquidez presente en el sistema.
Mercado cambiario
En el mes de febrero de 2.002 el tipo de cambio tendió a desplazarse
sustantivamente por efecto de la tensión en el ámbito político, lo que incidió en
un fuerte descenso de las reservas internacionales, y obligó, el día 12 de
febrero, a adoptar la libre flotación del dólar, dejando atrás el régimen de
bandas cambiarias. Este suceso permitió en parte corregir la sobrevaluación de
la moneda nacional. En total, el precio del dólar pasó en el mes, de 767
bolívares a 1.038,25, lo que representa una devaluación contundente de
35,37% en el mes (la de enero fue de 1,19%). Con este resultado, la
expectativa de devaluación del año 2002 estará sujeta a que la divisa logre un
nivel de equilibrio, sin intervenciones extraordinarias del Banco Central. Pero
en este punto el factor en juego no es solo la corrección de la sobrevaluación
de la divisa, sino la reacción de un mercado (sesgado inherentemente por el
nerviosismo) ante los acontecimientos en el ámbito político.
Para revertir la tendencia a la fuga compulsiva de capitales, el mejor signo que
podría percibir el mercado cambiario en este momento sería un acuerdo de
gobernabilidad realizado entre todos los actores de la esfera política, social,
económica.
En el mes de febrero del 2002 el volumen de reservas internacionales totales
cayó a 10,2 millardos de dólares, sin contar los 5,6 millardos depositados en el
Fondo de Estabilización monetaria.
Tasas de interés
Reacción drástica
En el período del 1º al 22 de febrero de 2.002 las tasas de interés del sistema
financiero nacional registraron una drástica reacción tras la libre flotación del
tipo de cambio: la tasa promedio del crédito al consumo (tarjetas de crédito)
pasó de 32,89 a 44,51%, siendo la máxima 95% y la mínima 18.
La tasa para créditos hipotecarios también se ajustó, al pasar de 38,25 a
46,48%, con máximos y mínimos entre 95 y 32%. La tasa para créditos
comerciales también mostró un ascenso, al pasar de 37,24 a 51,89%,
situándose sus niveles máximo y mínimo entre 95 y 19,36%. En cuanto a los
créditos a tasas especiales para la pequeña y mediana empresa, la tasa activa
promedio se ajustó de 33,11 a 39,57%, con extremos entre 25 y 71%.
Asimismo, las tasas para créditos agrícolas
Dotar al estado de una clara transparencia en todos los asuntos públicos para
combatir el flagelo de la corrupción y rescatar la confianza y credibilidad de la
comunidad nacional e internacional en el más pequeño de sus actos. En este
sentido, se trata de proponer una nueva ética, en la cual la práctica institucional
de quienes proponen y ejecutan políticas públicas esté claramente signada por
una actitud de servicio y no por la búsqueda de beneficios personales.
El incremento del salario acorde con las necesidades existentes, ya que está
muy por debajo de las expectativas del sector laboral, en cuanto a los
beneficios sociales si el estado está en capacidad de absorberlos que los
cumpla de lo contrario sustituirlo por efectivo.