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Mod 5;
- Anzalone, Pablo (2018) Participación social dentro del Sistema Nacional Integrado de
Salud en Uruguay. Tesis Maestría en Sociología Departamento de sociología, Facultad
de ciencias Sociales, Udelar, Uruguay. Páginas 42 a 52.
Mod 6;
- Morales Calatayud, F. (2009). La Psicología en la atención primaria de la salud. En
Introducción a la psicología de la salud, (97-132). Buenos Aires: Koyatún.
● Morales Calatayud, F. (2009). La Psicología en los hospitales y centros de
rehabilitación. En Introducción a la psicología de la salud, (133-152). Buenos Aires:
Koyatún.
● Stolkiner, A. (2005, Octubre) Interdisciplina y Salud Mental. Comunicación presentada
a las IX Jornadas Nacionales de Salud Mental, I Jornadas Provinciales de Psicología:
Salud Mental y Mundialización: Estrategias posibles en la Argentina de hoy. Posadas,
Argentina.
● Spink, P. (2009): Los psicólogos y las políticas públicas en América Latina: El big mac
y los caballos de Troia. Psicoperspectivas. Individuo y Sociedad, Vol. 8, No. 2 (2009).
● Alfaro, J., & Martin, M. (2016). Proceso y oportunidades de la transferencia del
conocimiento desde la Psicología Comunitaria a las políticas públicas. Universitas
Psychologica, 14(4), 1347-1358.
- Chavez Bidart, Jorge, & Piquinela Averbug, Pablo. (2017). Expertos en ciencia, legos en
política: ¿Que psicólogos para las políticas públicas?. Psicoperspectivas, 16(3), 87-98.
Epub 15 de noviembre de
2017.https://dx.doi.org/10.5027/psicoperspectivas-vol16-issue3-fulltext-1006
En 1948 se aprueba la Ley 11.139, creación de la Comisón Honoraria del Patronato del
Psicópata. A pesar de su nombre, con su sanción se produce un giro conceptual histórico
para la época ya que se relaciona mas estrechamente con las nociones de derechos
humanos:
- “proteger a los enfermos mentales, promover su integración a la sociedad, y apoyar
a sus familiares, teniendo entre otros cometidos la creación de un “hogar-taller”
donde continuar la cura de los pacientes”
En 1966 – visita nuestro país Piere Chainot en calidad de consultor de la OMS, realiza el
informe de Salud Mental del Uruguay. En ese informe se reclama la intervención del Estado
para corregir la violación de derechos humanos (Bajos presupuestos Estatales para
asistencia psiquiátrica, malas condiciones imposibilidad de terapéuticas, “poderes públicos
tienen el deber de intervenir, ya sea con nuevos asilos o enfrentando el problema”.
En 1971 se crea por decreto del Poder Ejecutivo, el Centro Nacional de Rehabilitación
Psíquica, como una dependencia de la Comisión Honoraria del Patronato del Psicópata y en
1974 se crea el Taller Protegido, por entenderse necesario que existiese para favorecer las
condiciones de capacitaciones para la reinserción laboral e integración social.
En 1992- El instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay (IELSUR) publica libro
sobre normas vigentes que regulan la asistencia de la salud y enfermedad metal, donde se
recomiendan 11 acciones a implementar en el Uruguayu. Proponen la atención integral
médica, psiquiátrica, psicológica y social, conservicios comunitarios distribuidos en áreas
territoriales, incluyendo centros de atención diurna y nocturna y atención de casos agudos
en hospital general.
En las primeras páginas del capítulo se hace un recorrido histórico del nivel
socio-económico del Uruguay en referencia a la Salud, con un enfoque epidemiológico de
las enfermedades, las tazas de natalidad y mortalidad y problemas de salud así como
problemáticas de salud psicosocial como la violencia doméstica. Hacen un punto de
inflexión en la crisis del 2002-2003, la cuál generó un deterioro en las condiciones de vida
de los Uruguayos (caída del PBI, desempleo, aumento de las desigualdades y la pobreza).
Los niveles e pobreza pasaron de el 5% al 40% de la población. En 2004-2005 el país
comienza a recuperarse y comienza su camino a un crecimiento económico. En 2012 el
nivel de pobreza se había reducido en un 12% y para el 2014 era inferior al 10%.
Recuperaciones salariales y bajos niveles de desempleo (incluso llegando a valores
históricos para el país). Estos resultados respondían entre otros factores a las Políticas
sociales integradas.
En el año 2004 triunfa por primera vez en la historia el Frente amplio, un partido
socialdemócrata, que reúne diversas expresiones de izquierda nacional. Esto llevo a una
amplia co-alianza político-social, compuesta por sindicatos de trabajadores, movimientos
sociales e intelectuales. Este gobierno asume en plena crisis del 2002-2003, y marca un
punto de inflexión en relación a las experiencias que se desenvolvían en las décadas del
1990, con formas neoliberales de manejar la economía, desregulacion del mercado de
trabajo y la tendencia a la privatización de los servicios públicos. El programa de reformas
económicas y sociales engloba diversos temas, reformando el Estado, el sistema
Tributario, la Educacion y la Salud. En este marco de reformas se crea el SNIS
(SISTEMA NACIONAL INTEGRADO DE SALUD). El proceso de su implementación puede
entenderse como un proceso de mudanza gradual, habiendose negociado con los
principales actores sectoriales para ir modificando la estructura del antiguo sistema de
salud, sin ignorar su historia.
El MSP crea en 2005 una organización llamada Consejo consultivo de implementación para
el SNIS. Integrando los principales actores de la salud: Camara de prestadores,
asociaciones de profesionales y trabajadores, UdelaR, Congreso de Intendentes y
organizaciones de usuarios. En este espacio el gobierno discute sus orientaciones
partidarias y establece un consenso social básico para el inicio de la implementación de la
reforma del sistema de Salud.
El siguiente paso fue la creación de los instrumentos jurídicos, que fueron discutidos en el
Parlamento. Las normas mas importantes fueron: ● la creación de un Fondo Nacional de
Salud (FONASA) ● el Seguro Nacional de Salud de estructuras de GOBERNANZA
(SNIS) ● y la descentralización de los Servicios de Salud del Estado (ASSE)
Dos grandes circuitos pueden ser reconocidos, que conectan el financiamiento con los
prestadores integrales. El primer circuito sería la JUNASA con el FONASA y este con los
prestadores de Salud. La JUNASA es la responsable de la administración del SNIS y
emite las ordenes de pago que el FONASA efectúa para los prestadores de Salud
públicos y privados que componen el SNIS. La JUNASA acuerda y asigna contratos con
los prestadores, el cuál establece las obligaciones que estos deben cumplir, tanto en
derechos como en formas de pago a los prestadores. Estos contratos constituyen un
elemento fundamental de conexión con el SNIS.
Por otra parte, un segundo gran circuito esta conformado por el Fondo Nacional de
Recursos (FNR), que administra y financia accesos a beneficio de terapéuticas de alto costo
para todos los habitantes del País. Esta entidad fue creada en el inicio de la década de
1980.
Los contratos con los prestadores exigen: ● Proporcionar atención de calidad, efectivo y
eficiente, humano, en hora ascertiva, accesibilidad, abordage preventivo en los diversos
niveles de asistencia y complejidad.
CONQUISTAS Y DESAFIOS
Las implementaciones de los procesos de Reforma de la Salud en Uruguay ocupan un
lugar de mucho destaque en las Reformas sociales y estructurales del gobierno progresista.
Los principios rectores de la reforma, definidos en el nivel legislativo con un fuerte liderazgo
parlamental del Frente Amplio y el fondo público FONASA, establecen armonía con
equidad, cobertura universal y redistribución de la renta. Sin embargo, la equidad, en la
perspectiva de recibir la atención necesaria de acuerdo a las necesidades, es uno de los
principales desafíos del sistema. Algunas de las principales criticas en este sentido señalan
una calidad que diverge según el prestador si es público o privado, aunque la “libre
elección” de los usuarios sobre su prestador podría contribuir a una concurrencia en la
calidad, en la medida en que las prestaciones públicas de los servicios sean accesibles, de
calidad y de mayor abarcabilidad.
Estas tres asociaciones tienen sus características propias y desde la implementación del
_SNIS ocupan varios espacios tomando decisiones a nivel nacional, tanto en ASSE como
JUNASA.
Cabe destacar que tanto las organizaciones sociales de ASSE como JUNASA son sede de
muchísimas organizaciones sociales como por ejemplo: - MNUSPP (Movimiento nacional de
los Usuarios de Salud) - EPUS (Espacio participativo de usuarios de la Salud) - ADUSS
(Asociacion de ususarios de la Salud) - FUS (federación de ususarios de la salud) - FFSP
(Federacion de funcionarios de Salud Publica) - ETC…
Agenda y capacidad de tomas de decisionesUruguay tiene una ley muy importante desde el
2009, la “Ley de Negociacion Colectiva de Sector Público”, esta ley permitió justamente
agilidad en la generación de demandas o construcción de problemas para la agenda,
permite las discusiones sobre las condiciones de trabajo y salarios.
Politicas de Equidad;
En el texto se realiza un pasaje histórico en las políticas de Uruguay en relación a la
equidad, su abarcacion jurídica y se realiza un análisis de cada uno de los temas en donde
se hace centro la equidad (Interrupcion voluntaria del embarazo, salud sexual y
reproductiva, Violencia de Género, Poblacion vulnerable y políticas de trabajo con LGBT)
Luego se hace mencion sobre las Identidades étnicas y culturales e Inmigrantes.
Desde 2005 Uruguay cursa una Reforma en su Sistema de Salud, la cual toma cuerpo en
2007. Los principios rectores de la reforma procuran asegurar en forma UNIVERSAL y
EQUITATIVA los servicios que garanticen respuestas satisfactorias a las necesidades de
salud de la población.
- Universalidad
- Enfoque Equitativo
- Mejorar accesibilidad
- Atencion de calidad
- Promocion y prevención de salud en todos los niveles de atención.
- Equipos interdisciplinarios
- Gobernanza participativa.
Salud Mental y SNISEl concepto de Salud Mental es inseparable del concepto de Salud
Integral. Se propone como objetivo para el final del perído contar con todos los efectores
integrales con un abanico de prestaciones en Salud Mental. Se integran al SNIS con
carácter obligatorio para todos los prestadores integrales.
ANTECEDENTES
- Salud mental atravesada por desigualdades e inequidades, prejuicios, y enfoques
estigmatizantes de la problemática.
- En Uruguay el Plan Nacional de Salud Mental aprobado en 1986 promovido por
movimiento de multiples sectores [población organizada, grupos de familiares de
personas con trastornos mentales, UdelaR, Sociedades Cientificas y gremios). De
donde surgen la comisión asesora técnica permanente (CATP) y el Programa
Nacional de Salud Mental (PNSM).
- El organismo rector (MSP) del cuál emanan los lineamientos programáticos, trabaja
conjuntamente con la comisión Honoraria del PAtronáto del Psicopata creada en
1948.
- 1996 ASSE-MSP desplegó plan de desarrollo nacional a través de los Centros de
Salud y Equipos de Salud Mental (ESM), logrando resultados no muy notorios,
dependiendo en general de iniciativas aisladas, ya que actuaban escindidos dentro
del sistema sanitario.
- 2005 se crea la Coordinacion de Salud Mental de ASSE-MSP responsable de
operativizar el Plan.
- Desarrollo del SNIS con principios rectores universalidad, equidad, calidad de la
atención, promoción y prevención integral con trabajso interdiciplinarios.
- Atencion de las personas con trastornos mentales, con énfasis en la rehabilitación,
superando el modelo tradicional discriminatorio, cautelar y asilar, procurando un
nuevo modelo, la desmanicomializacion y la integración social
JUSTIFICACIÓN
FIJACION DE PRIORIDADES
La inclusión de las prestaciones y modalidades de acción terapéutica dentro del SNIS
implica:
1. Abordar la integralidad de la salud en las diferentes franjas etarias, con las
especificidades correspondientes a la niñez y adolescencia y por otra parte al adulto,
incluyendo los aspectos instrumentales, psicológicos y sociales.
2. Que la atención psicológica es un derecho que progresivamente debe integrarse a
las prestaciones universales de salud.
3. Priorizar el primer nivel de atención actuando sobre los factores de riesgo y las
poblaciones vulnerables.
4. Actuar sobre aquellas situaciones más frecuentes para contribuir a facilitar el
desarrollo saludable de niños, adolescentes y jóvenes.
5. Poner el acento en aquellos motivos de consulta más frecuentes en la infancia y
adolescencia cuya atención puede actuar como prevención de situaciones
posteriores de exclusión, violencia y/o muerte prematura.
6. Poner el acento en aquellos colectivos que pueden ser multiplicadores de salud.
PROPÓSITO-
Contribuir a mejorar la situación de salud de la población del país a través de la
implementación de nuevas prestaciones en salud mental para el período 2011-2015.
ACTIVIDADES
1. Promoción en Salud
2. Prevención Primaria de los Trastornos Mentales
3. Tratamiento de los usuarios con enfermedad mental y su rehabilitación psicosocial.
Población priorizada;
- Niños y niñas
- Adolescentes.
- Adultos con ciertas situaciones de salud
- Multiplicadores de salud
Modo 1;
adultos: grupal, hasta 16 sesiones, gratuito.
niños/as y adolescentes; grupal, hasta 12 sesiones, gratuito.
Modo 2;
adultos; individual, pareja, flia, grupal, hasta 48 sesiones, co-pago
niños/as y adolescentes: individual, pareja, flia, grupal, hasta 24 sesiones, co-pago
Modo 3;
adultos; individual, grupal, hasta 48 sesiones que se pueden renovar, co-pago menor
niños/as adolescentes: individual, grupal, hasta 48 sesiones que se pueden renovar,
co-pago menor.
● República Oriental del Uruguay. Ley 19.529, de 24 de agosto de
2017. Recuperado de:
http://www.impo.com.uy/bases/leyes/19529-2017
En la ley 18211 de diciembre de 2007 se crea la Junta Nacional de Salud que tiene como
cometidos administrar el Seguro Nacional de Salud SNS y velar por la observancia de los
principios rectores y objetivos del SNIS. En la JUNASA se estableció la participación de
representantes de trabajadores y usuarios. En la misma ley se crean los Consejos Asesores
Honorarios Departamentales y Locales, llamados luego Juntas Departamentales de Salud
JUDESAS y Juntas Locales de Salud JULOSAS. La reglamentación del artículo 27 de la ley
18.211 se realizó en 2011 mediante el decreto 237/201119. En dicho decreto se considera
que “la participación social es uno de los principios rectores del Sistema Nacional
Integrado de Salud” y que es “objetivo del SNIS fomentar la generación de espacios
para la participación social activa, que propicien el mejoramiento de la calidad de los
vínculos entre los actores involucrados en el mismo”. Se establece asimismo que “el
papel de dichos Consejos es relevante para promover la observancia y el desarrollo de los
principios rectores y objetivos del Sistema Nacional Integrado de Salud, así como para el
mejor conocimiento de las realidades y necesidades locales en materia de salud, por lo que
sus informes y propuestas deberán ser tratados prioritariamente por la JUNASA”.
Módulo 6;
- Morales Calatayud, F. (2009). La Psicología en la atención primaria de la
salud. En Introducción a la psicología de la salud, (97-132).
2) La promoción de salud
Aunque durante muchos años los servicios de salud, en mayor o menor grado, han
realizado acciones que pueden considerarse dentro del concepto actual de
promoción de salud, en los últimos 20 años ha aumentado el interés por el mismo,
tanto por su definición como por la búsqueda de formas de organización y de uso de
recursos tecnológicos para llevarla a cabo. La promoción de salud tomó auge a
partir del documento producido en 1974 por el gobierno de Canadá titulado "A
New perspective on the Health of Canadians". Este documento enfatizaba a la
promoción de salud como medio para enfrentar los problemas de salud que
aparecían como significativos en la población de ese país, y la definía (a la
promoción de salud) como "el proceso para capacitar a las personas para
aumentar el control y mejorar su salud" (Lalonde, 1988). Las acciones de
promoción de salud deben tener, por tanto, carácter multisectorial (no son exclusivas
del sector salud) y multidisciplinario (tampoco son exclusivas de la medicina), y
deben implicar un importante compromiso de las autoridades políticas. De acuerdo
a Martínez (1994), las acciones de promoción de salud pueden definirse como
el "conjunto de elementos básicos para realizar las políticas sanitarias
orientadas a una estrategia poblacional en salud", y se resumen en:
elaboración de una política pública sana, creación de ambientes favorables,
reforzamiento de la acción comunitaria, desarrollo de las aptitudes
personales, reorientación de los servicios sanitarios. Esta autora también cita la
expresión de White (1990) en el sentido de que "la promoción de salud se origina en
las ciencias que se ocupan del comportamiento social". El interés para la psicología
es evidente. En un artículo anterior sobre este tema (Morales, 1991), se realiza un
análisis de su significado para nuestra disciplina, destacando como las acciones
promocionales necesitan apoyarse en conceptos puramente psicológicos tales
como: hábitos, actitudes, motivaciones, interacciones personales y familiares, y
habilidades.
En promoción de salud y en atención primaria en general se ha observado una
reiterada referencia al concepto "estilo de vida"; se utiliza generalmente en la
actualidad para describir de manera resumida el conjunto de comportamientos que
un individuo concreto pone en práctica de manera consistente y mantenida en su
vida cotidiana y que pueden ser pertinente para el mantenimiento de su salud o que
lo colocan en situación de riesgo para la enfermedad. En la revisión que Coreil,
Levine y Jaco (1985) realizaron sobre el término encontraron diversas acepciones;
desde 1972 cuando apareció por primera vez como un descriptor en el "Index
Medicus", se utiliza en el sentido de comportamientos específicos identificados
como factores de riesgo para enfermedades y muertes accidentales. Estos autores
llaman la atención acerca de que este uso supone la noción de que los hábitos
personales son discretos y modificables independientemente, y de que las personas
pueden decidir voluntariamente la alteración o modificación de estas conductas; sin
embargo, se presta poca atención a la modificación de los aspectos generales de
las sociedades en las cuales los individuos participan. Al ignorar las influencias
sistemáticas de la sociedad, se pone el foco de atención en el individuo y en su
propia responsabilidad. Considerar los comportamientos como elementos
aislados divorciados de su contexto, induce a la formulación de programas de
promoción de salud que lo que intentan es cambiar comportamientos
específicos sin considerar el complejo total dentro del cual estos elementos
son sólo una parte, sin tomar en cuenta el nivel del sistema
macro-socio-cultural que sostiene y le da sentido a esos patrones de
conducta. La interpretación biomedicalizada del estilo de vida eclipsa el
análisis de los factores de contexto. Cuando los programas se centran
solamente en la modificación de comportamientos individuales a partir de la
acción directa sobre los individuos, los esfuerzos pueden marchar hacia el
fracaso.
Después de que han transcurrido cinco años desde la publicación de ese artículo,
el propio autor se ve en la necesidad de revalorizar el asunto. En primer lugar surge
la cuestión de sí es o no adecuado el uso del término "psicosocial", el cual es una
palabra compuesta en la que se yuxtaponen dos términos que sirven para
denominar dos realidades muy relacionadas e interdependientes, pero que
cualitativamente son diferentes. Al procederse al uso indiscriminado de la expresión
"factor psicosocial de riesgo" se aplicará indistintamente, ya sea a procesos
definidamente psicológicos, ya sea a procesos definidamente sociales, ya sea a
procesos complejos en los que están presentes variables psicológicas y variables
sociales, con lo que se puede perder especificidad acerca de lo que se quiere
describir. Más oportuno parece hoy esforzarnos por precisar mejor las expresiones,
dándole contenido a los conceptos "factor (o factores) psicológico (s) de riesgo",
"factor (o factores) social (es) de riesgo", y cuando sea necesario porque es
reconocible en la realidad que se analiza y describe la presencia de ambos tipos
diferenciados de factores, entonces usar la expresión "factores psicológicos y
sociales de riesgo". La segunda cuestión sería entonces, definir cuáles son los
integrantes de cada uno de estos conjuntos de factores, qué hechos o realidades
son las que describen, cómo se reconocen, cómo se evalúan y se miden. Los
"acontecimientos de la vida":
De acuerdo a los usos más frecuentes de los términos de atención secundaria y terciaria,
esta se relaciona con la atención del período patogénico de la enfermedad y de las
secuelas de la enfermedad. Hoy en día muchos de esos problemas del período
patogénico y de las secuelas se resuelven en instituciones ambulatorias de la comunidad,
pero otros muchos requieren de un conjunto de acciones concentradas en el tiempo, con un
nivel de intervención profesional adecuado a la naturaleza del problema y con un conjunto
de recursos para facilitar tanto el diagnóstico como el tratamiento del proceso patológico,
incluso en condiciones de encamamiento. Por lo tanto, para esos problemas, la práctica
confirma a la institución más antigua de todas las que existen en los servicios de salud, que
es el hospital. Se trata de una institución compleja por la naturaleza de los problemas que
atiende, y se ha definido de varias maneras. Hay una definición de la OMS que es de 1946
que expresa que el hospital "es parte integrante de una organización médica y social
cuya misión consiste en proporcionar a la población una asistencia médica-sanitaria
completa, tanto curativa como preventiva y cuyos servicios llegan hasta el ámbito
familiar. El hospital es también un centro de formación de personal sanitario y de
investigación". Otra definición de la OMS, en 1968, expresa que "son instituciones
donde permanecen enfermos para recibir asistencia médica y de enfermería, y que
pueden tener otras funciones, tales como métodos de diagnóstico, tratamiento y
rehabilitación a ingresados y en forma ambulatoria, incluso domiciliaria. Puede
también participar en planes de educación del personal de salud y en la investigación
médica y social". Los psicólogos han estado presentes en los hospitales desde hace más
de 50 años, pero durante la mayor parte de ese tiempo su actividad estuvo vinculada casi
exclusivamente a los servicios de psiquiatría. A partir de la década de los años 70 la
psicología ha ensanchado su actividad en los hospitales sobre la base de los siguientes
hechos: 1) el aumento del reconocimiento del papel de las variables psicológicas en la
evolución de las personas que tienen padecimientos crónicos degenerativos, las que por
otro lado cada vez están más presentes en los hospitales. El tema de la adherencia a los
tratamientos ha sido uno de los más influyentes en este sentido; 2) el desarrollo,
concomitantemente, de los recursos tecnológicos de la psicología para intervenir en una
mayor diversidad de problemas de salud; 3) el aumento del interés por la calidad de los
servicios, la satisfacción de los pacientes y familiares, y por la adecuación de los ambientes
hospitalarios a las necesidades de los usuarios; 4) el surgimiento de los servicios de
cuidados intensivos, los que han incorporado a la dinámica de los hospitales nuevas formas
de atención de los enfermos graves y de relaciones y comunicación con los familiares,
tecnología sofisticada, y ritmos de trabajo muy peculiares para el personal de los mismos; 4)
el surgimiento de la transplantología, que obliga a una rigurosa preparación de los pacientes
para la recepción de nuevos órganos, incluida la preparación psicológica, así como a un
delicado trabajo de comunicación con los familiares de los donantes; 5) el aumento del
interés por recursos no farmacológicos o físicos para el tratamiento del dolor; 6) la
introducción de algunas tecnologías de avanzada, que a la par que crean nuevas opciones
para el tratamiento de ciertas condiciones, generan problemas éticos y psicológicos nuevos
(por ejemplo, la fertilización "in vitro"); 7) aparejado a todo lo anterior, se ha mostrado un
mayor interés por el trabajo en equipo; y por parte de los profesionales de la salud (médicos
y enfermeras sobre todo) por obtener y aplicar conocimientos psicológicos; 8) un mayor
interés de los propios psicólogos por actuar en un ámbito más amplio y de manera más
independiente; 9) paralelamente, ha aumentado el reconocimiento que los dirigentes de los
hospitales y los jefes de servicios hacen de la actividad profesional de los psicólogos.
Cuando esta es parte de un sistema de servicios de salud en el que comparte con otras
instituciones (como los centros de atención primaria) una orientación hacia el uso racional
de los recursos, la evitación del tecnologismo, y a la satisfacción completa de las
necesidades de los pacientes y sus familiares sin dependencia del mercantilismo, las
oportunidades de la psicología serán mayores. También se ha señalado la importancia de
que se logre realmente una integración de trabajo en equipo, ya que en algunos casos se
ha observado una tendencia a realizar un trabajo paralelo.
Resulta imposible, dentro de los límites de este texto, agotar la diversidad de problemas
susceptibles de ser abordados por la psicología, que pueden presentarse en los hospitales
de diferente tipo, no obstante puede hacerse una descripción de carácter general que sirva
de orientación para este trabajo:
I.- Servicios clínicos y quirúrgicos de adultos
Áreas problemas frecuentes asociadas a las condiciones de la enfermedad y a la situación
de hospitalización:
1) búsqueda y proporcionamiento de información acerca de la etiología, el diagnóstico, el
tratamiento, el pronóstico, las posibles limitaciones para la vida futura y en relación al uso
de recursos y otros servicios, 2) toma de decisiones, preparación emocional y
consentimiento para la realización de procederes diagnósticos y terapéuticos; cooperación
con los mismos 3) cumplimiento de indicaciones de administración de medicamentos,
reposo, realización de ejercicios, medidas dietéticas, tanto durante la hospitalización como
en el futuro, 4) cumplimiento de rutinas institucionales, 5) manifestaciones psicológicas de
nivel clínico: depresión, ansiedad, trastornos de conciencia, alteraciones de la percepción
del tiempo y del esquema corporal; síntomas psíquicos asociados a daño orgánico cerebral,
7) relaciones interpersonales: paciente-equipo de atención; paciente-familiares;
familiares-equipo de atención; de los miembros del equipo de atención entre ellos mismos,
8) satisfacción con los servicios.
Acciones que pueden ser emprendidas: 1) análisis de los patrones de comunicación en uso,
de acuerdo al tipo de servicio y enfermedades; identificación de insuficiencias; 2)
favorecimiento del proceso de toma de decisiones siguiendo las mismas pautas del punto
anterior en lo que a comunicación se refiere; asesoramiento al equipo de atención para
ayudar al paciente a la reducción de la ansiedad y en el afrontamiento de las experiencias
displacenteras de procedimientos diagnósticos y terapéuticos; trabajo directo con pacientes
mediante el uso de técnicas apropiadas; 3) asesoramiento al equipo de trabajo en técnicas
de fomento de la adherencia a los tratamientos; 4) análisis de las rutinas institucionales a
nivel del servicio o de la institución en general, y de su correspondencia con las
necesidades de pacientes y familiares; 5) evaluación clínico-psicológica de pacientes;
realización de acciones terapéuticas con recursos psicológicos (técnicas de psicoterapia
apropiadas al problema específico) durante la hospitalización y con seguimiento posterior al
egreso; asesoramiento del equipo de atención en el manejo de problemas propios de cada
paciente; coordinación de trabajo con las especialidades médicas indicadas; 6)
asesoramiento al equipo de atención con respecto al uso de procedimientos psicológicos
para el control y reducción de la experiencia del dolor; asistencia directa a pacientes
específicos que lo requieran con técnicas psicológicas apropiadas; 7) a) análisis de las
prácticas habituales de relación equipo de atenciónpacientes, incluyendo médicos,
enfermeras, técnicos, etc. Identificación de insuficiencias. Asesoramiento al equipo para
optimizar sus relaciones con los pacientes; desarrollo de entrenamiento de habilidades, de
acuerdo a las necesidades; intervenciones directas para favorecer estas relaciones en
situaciones específicas; b) seguir la misma pauta acerca de las relaciones del equipo de
atención con los familiares; c) favorecimiento de la comunicación del paciente con sus
familiares; d) observaciones y análisis de la comunicación entre los miembros del equipo de
atención; intervenciones directas para optimizarlas (trabajo de grupos, asesoría); 8) diseño y
ejecución de estudios generales periódicos, o específicos, para conocer la satisfacción de
pacientes y familiares con los servicios; uso de cuestionarios, grupos focales,
observaciones, entrevistas; sugerencias a las autoridades institucionales; trabajo directo con
miembros de equipos de atención, grupos; adiestramiento en técnicas de información, etc.
La rehabilitación está dirigida a brindar recursos médicos, psicológicos y laborales para que
las personas que presentan secuelas de alguna enfermedad en forma de limitaciones
estables y permanentes puedan reducir esas limitaciones, y desarrollar nuevas capacidades
que les permitan el máximo de desempeño autónomo en su medio habitual. Actualmente las
personas que tienen limitaciones sensoriales, de sus capacidades intelectuales, de su
motricidad o de su capacidad funcional general, u otras, pueden beneficiarse de programas
que se basan en procedimientos quirúrgicos, fisioterapia, entrenamientos, adaptación de
prótesis y otros dispositivos, orientación o reorientación de su capacitación laboral e
inserción en determinadas condiciones adecuadas de trabajo. Muchos de estos servicios, o
una parte de ellos, pueden brindarse en centros de atención primaria y en hospitales, pero
también existen instituciones que no son precisamente hospitales ni por sus objetivos ni por
el modo en que están organizadas, que desarrollan programas con propósitos de
rehabilitación. El papel de la psicología en estas instituciones es muy importante para: 1)
evaluar las limitaciones de las personas en términos de la repercusión psicológica de las
mismas; 2) ofrecer tratamientos a esas personas para fomentar su cooperación en el
proceso de rehabilitación y sus comportamientos adaptativos; 3) evaluar y favorecer el
apoyo familiar y social; 4) orientar vocacionalmente a estas personas; y 5) asesorar al
equipo de atención acerca del manejo de los problemas psicológicos de los pacientes.
Resumiendo: la psicología tiene amplias posibilidades de integración en la atención a
la enfermedad y en la rehabilitación de las secuelas en hospitales y centros
especializados. Para realizar estas posibilidades es necesario: 1) modificar la
asociación tradicional de los psicólogos, que se limitaba sólo a los servicios de
psiquiatría, y asumir la institución como un todo; 2) organizar servicios de psicología,
con objetivos definidos y los recursos materiales y humanos necesarios; 3)
considerar el "componente psicológico de la enfermedad" como un resultado
complejo de diferentes variables, y que tiene una expresión individual en cada caso
que requiere ser evaluada para decidir las intervenciones de ayuda necesarias; 4)
trabajar en equipo, compartiendo el conocimiento psicológico con los demás
miembros del equipo de atención, asesorando y supervisando sus acciones; 5)
vincular la investigación al diseño y evaluación de las estrategias; 6) considerar los
aspectos institucionales como parte de las tareas de la psicología en este nivel de los
servicios de salud.
En un trabajo anterior (Stolkiner A. 1999 II) planteaba que en el caso de los equipos
llamados interdisciplinarios de los servicios y programas de salud, la composición de los
miembros se desliza desde los campos de las disciplinas a los de las incumbencias y
perfiles profesionales. Los contextos institucionales en que se desenvuelven no son
académicos y pregnan fuertemente sus prácticas. Para contemplar problemas y
requerimientos específicos preferiría diferenciar los equipos que se insertan en Servicios
Hospitalarios de aquellos que se desenvuelven en prácticas comunitarias. En estos últimos
es cada vez más frecuente que algunos de sus miembros no sean profesionales o no
representen una disciplina científica sino otro tipo de saber (saberes no-disciplinarios). La
primera tarea de construcción inter-saberes que desafían estos equipos es, obviamente, la
formulación del programa a desarrollar y de sus objetivos. La base de la misma es la
definición del problema y de sus actores. El marco referencial común implica, entonces,
acuerdos básicos ideológicos. Los márgenes de autonomía del equipo en sus definiciones,
dependerán del marco institucional y de los planes en los que se inscribe, además de las
complicadas tramas burocráticas en las que suelen encontrarse atrapados. Al estar
demasiado cerca de las demandas y necesidades sociales, y demasiado lejos de los
ámbitos destinados a la reflexión; la temporalidad de estos equipos suele carecer de
dispositivos específicos en los cuales conceptualizar rigurosamente sus prácticas. Estos
dispositivos son los espacios necesarios para pasar de la sustentación pragmática o
intuitiva a la explicitación de los distintos saberes en interjuego, resulta indispensable que
los constituyan e institucionalicen. Uno de los pasos para sistematizar los conocimientos
producidos en las prácticas es Incorporar herramientas de investigación. Buena parte del
propósito de la Investigación en Sistemas y Servicios de Salud es realizar un enlace
entre los investigadores académicos y los actores del sector salud, fructífero para
ambas partes. (Almeida C., 2000) En el espacio hospitalario y de atención de mayor
complejidad lo esperable sería pasar de la “interconsulta” a la integración de accciones de
salud mental en los servicios, con el objetivo de revertir la desobjetivación de las prácticas
tradicionales. Este proceso puede venir de la mano de la modificación posible de la
institución hospitalaria desde una agrupación de servicios por órgano a patología a una red
de prestaciones por cuidados progresivos que tenga como figura central al sujeto de la
atención. Pese a estas consideraciones, debemos reconocer que el núcleo de las prácticas
interprofesionales es el abordaje interdisciplinario. Sucede que en ellas se conjugan otros
problemas: todo grupo humano pone en juego la cuestión del poder. Un discurso
disciplinario y una competencia profesional son herramientas de poder, aceptar su limitación
reduce el mismo. En los equipos de salud lo interdisciplinario se manifiesta cuando la
distribución de funciones y la importancia relativa de cada saber se define en relación
al problema y no por el peso o tradición de cada profesión.
La propuesta desde las deliberative politics enfatiza que las respuestas a los
problemas sociales requieren de la participación de las comunidades para definir
tanto los problemas públicos como las políticas públicas que se diseñan para
abordarlos. De manera que en formulación de políticas (policymaking), las decisiones en
las diversas etapas de desarrollo de las políticas y las opciones de los agentes
gubernamentales no se relacionan, de manera directa y simple, con bases de conocimiento
y no se traducen en productos de decisiones meramente técnicas, sino que involucran
procesos de decisiones de múltiples actores que actúan en el tiempo de manera
simultánea o secuencial. Se evidencia que el proceso de transferencia de conocimientos
hacia las políticas está cruzado por tensiones múltiples que es necesario asumir como
condición para la articulación entre el mundo académico y los formuladores de políticas.
Con base en lo cual se propone y fundamenta la necesidad de tener en cuenta aspectos
institucionales propios de las políticas públicas, en particular considerando aspectos
relacionados con las dinámicas de actores sociales y los marcos de ideas y valores que
comportan en los mecanismos de participación en las políticas públicas.
Trayectoria, contribución mutua y tensión en la relación entre psicología comunitaria y
políticas públicas
Es interesante tener en cuenta, como muestra Perkins (1995), que las conexiones entre el
contenido de las políticas y la teoría en psicología comunitaria no solo no son directas, sino
que normalmente tienden a ser débiles, de forma tal que resulta simplista creer que una
mayor disponibilidad y utilización del conocimiento académico por sí solo, y de manera
mecánica, mejoraría la influencia y transferencia a las decisiones gubernamentales. En este
sentido, es un error el pensar que simplemente cuanto más conocimiento científico
se ponga a disposición y se utilice, mejores serán las decisiones del Gobierno. Más
bien, la evidencia y la práctica de trabajo en políticas públicas muestra que su formulación
es un proceso complejo, en el que participan actores múltiples, posicionados desde distintos
intereses, en donde cobra relevancia crucial familiarizarse y conocer las dinámicas,
relaciones y procesos de intercambio entre estos agentes participantes y los distintos
niveles de organización que concurren en la formulación e implementación de una política
–ejecutivo, legislativo y judicial– y en general con los organismos y organizaciones de todo
tipo, desde asociaciones barriales y vecinales hasta las agencias federales e incluso
internacionales (Perkins,1995). Por otra parte, Phillips (2000) también asume que la
relación entre psicología comunitaria y políticas públicas es compleja, en cuanto los
vínculos e intercambio entre estos campos están cruzadas por tensiones múltiples,
en las cuales tienen un rol relevante concepciones erradas respecto las políticas
públicas presentes entre los agentes disciplinares, que no facilitan entender y actuar
en consecuencia y en particular dificultan entender que las políticas públicas se
construyen como el arte de lo posible, en un marco de restricciones presupuestarias,
agendas, presiones de los partidos políticos, etc. No dimensionado suficientemente,
según señala esta autora, que en estos procesos juegan un rol relevante los marcos
institucionales y normativos que delimitan las políticas, así como también lo juegan
las dinámicas bidireccionales desde donde estas se construyen, en un proceso
jerárquico de lo nacional o federal a lo local, o también desde lo local a los niveles
superiores (Phillips, 2000).
Conclusiones
Una primera reflexión los diversos autores analizados en este trabajo, tanto del campo de
las políticas públicas, como de la psicología comunitaria, muestran que las corrientes
principales de análisis tienen una perspectiva vertical, que entiende el uso de la
investigación social como una simple transferencia de conocimiento desde un científico a un
formulador de políticas, que acoge resultados de investigaciones y las aplica en
consecuencia en el diseño de políticas. Esta perspectiva, según se ha señalado desde los
análisis del deliberative politics, presenta límites al enfatizar tecnocracias que no son
capaces de resolver los problemas complejos de las sociedades actuales, que requieren de
mecanismos de participación y gobernanza. Es necesario considerar y valorar esa
perspectiva como una posibilidad entre otras para entender y orientar el diálogo entre la
academia de la psicología comunitaria y las políticas públicas. Ello aun cuando, tal cual ha
sido reportado en los trabajos expuestos, este proceso de diálogo sea normalmente
complejo, integrando dinámicas multiactor y multinivel, en el cual la influencia de la
investigación en las políticas públicas ocurre a través de redes y comunidades de políticas,
incluyendo luchas entre diversas opciones de definición de los contornos de los problemas
públicos y las orientaciones y contenidos de las políticas públicas por formular. Una
segunda reflexión que muestra el análisis realizado es que la comunicación entre científicos
y políticos es un proceso de resultados inciertos, y de alta complejidad, cobrando relevancia
dos aspectos a tener en cuenta. El primero es que existen distintas culturas entre la
comunidad de los formuladores de políticas respecto a la de los productores de
conocimiento, lo que hace que la comunicación entre ambas comunidades sea difícil. El
segundo aspecto que se debe considerar es que los agentes gubernamentales y los
investigadores tienen importantes diferencias en términos de valores, prioridades e
incentivos. No existen posturas unívocas, por lo que se deben considerar espacios de
discusión entre estos. En muchos casos, cada una de las partes utiliza los conocimientos
científicos disponibles y fuentes opuestas de información para fortalecer sus posiciones, en
el marco de las luchas ideológicas, de valores y orientaciones que están presentes en la
relación entre conocimiento y políticas públicas. Una tercera reflexión que surge de la
anterior es que para generar contextos favorables de interacción o interfaz entre científicos
y agentes gubernamentales tomadores de decisiones se requiere la construcción de
espacios o estructuras de diálogo que permitan las influencias mutuas y acercamiento entre
dos mundos. Efectivamente, hay una relación compleja entre dos lógicas institucionales
diferentes, pero en las sociedades actuales los límites entre la ciencia y la política son cada
vez menos taxativos y claros, por lo que las relaciones recursivas y no unidireccionales son
las que dominan; de manera que las redes de confianza y la generación de espacios de
interacción son cruciales y de ellos depende que se de un uso más frecuente de insumos
técnicos en la formulación de políticas. Al respecto, es particularmente relevante el hecho
que para generar influencias se requiere instalar consensos sobre la definición de los
problemas sociales de modo de generar cambios graduales en las representaciones y
significados de los actores acerca de las causas de ciertos fenómenos sociales. Ello como
vía para impactar en la formulación de las políticas. Por lo tanto, los científicos que deseen
generar procesos exitosos de relación con los tomadores de decisión de las políticas
públicas, requieren de una cierta comprensión sobre cómo funciona el proceso de la política
y cómo la experiencia científica se trata por lo general en la política y se integra en los
procesos de diálogo, negociación y resolución de conflictos de interés entre los agentes y
coaliciones participantes en el contexto de los problemas y soluciones sociales. Finalmente,
en el contexto de transformaciones que caracterizan a las sociedades contemporáneas es
necesario destacar la importancia de las políticas públicas basadas en una sólida
investigación empírica, en procesos estructurados de consulta entre múltiples actores y de
las redes de investigación y de política, así como en la consideración de la participación de
los actores sociales en la producción de conocimientos. De manera que el enlace
estratégico entre conocimiento y políticas se genere en un contexto donde se puedan
confrontar las diferencias y se produzcan acercamientos en torno a la manera como se
aborda un problema de política pública. Los procesos de comunicación, diálogo y
concertación entre diversos actores constituyen el contexto inicial definido para
alcanzar nuevos aportes, tanto en la generación de conocimiento como en el sentido
de la acción.
Las formas de gobernar emergen del entramado de relaciones que se establecen entre
estado, mercado y organizaciones de la sociedad civil. Desde estos dominios, actores
implicados movilizan intereses que entran en disputa y elaboran formas de gobernar y
gobernarse. La década de los 90, es recordada por la instalación y profundización del
neoliberalismo como racionalidad de gobierno hegemónica en todo el continente. La
preponderancia de sus intereses contribuyó a consolidar un proyecto global en torno al
capitalismo mundial, de las que las dictaduras previas fueron articuladores fundamentales.
En la actualidad, las democracias latinoamericanas se presentan como campos de disputa
donde emergen o se imponen nuevas configuraciones del entramado
estadomercado-sociedad civil y los psicólogos somos agentes que creamos y
recreamos esos entramados. Desde hace más una década en el Uruguay, la relación
entre estado y población cuenta con la masiva intervención de expertos de lo social en el
marco de las políticas públicas, entre los que la psicología aporta buena parte. En los datos
del primer censo nacional en psicología del Uruguay, se refleja un ámbito bien definido de
inserción profesional, poniendo en evidencia que los problemas sociales requieren para
su comprensión de los conocimientos psicológicos. Según Rodríguez (2012), la
disciplina comenzó a incorporar las políticas públicas como campo de estudios, muchas
veces impulsada por el objetivo de comprender al “marginado” y en la búsqueda de un
potencial transformador. Esto supuso jerarquizar su carácter político reflexionando acerca
de qué subjetividades se construyen y qué papel juega, teniendo presente que la política
pública es un terreno donde se pone en juego la trasmisión más o menos impuesta de los
consensos, significados y sentidos sociales, es decir, un campo de gobierno. En este
contexto, los psicólogos pasaron a ocupar lugares de gestión, diseño y planificación
de las políticas públicas además de intervenir en el campo. Procesos similares se han
dado a nivel regional a partir de la acción de gobiernos interesados en recuperar la
presencia del estado en la vida de las personas. Existe un amplio panorama de
investigaciones llevadas adelante en Brasil, relacionadas con la intervención de la
psicología en las políticas públicas (Macedo, & Dimenstein, 2012; Serna, & Guzzo, 2012;
Bastos, & Rocha, 2011; Cruz, Hillesheim, & Guareschi, 2005). Estos estudios afirman un
aumento sustantivo de la participación de los psicólogos en las políticas públicas, fenómeno
que no fue acompañado, de acuerdo a los autores, por una formación específica para el
área; siendo las políticas públicas un campo de tensiones. Si bien dichos autores parten de
la noción de que el campo de las políticas sociales es algo ajeno a la disciplina, la relación
entre la psicología y la gestión de la vida no es una relación coyuntural sino un punto
esencial del nacimiento de la psicología como ciencia de la subjetividad (Ferreira, Machado,
Monteiro, Padilla, Sarosky, Kauffman, & Barrenechea, 2008; Rose, 1998). En cuanto a la
evolución de la psicología en las políticas sociales, Alfaro y Zambrano (2009), afirman a
partir de la inserción del psicólogo en las políticas sociales en Chile que el campo de trabajo
pasó de un compromiso político y militante en los 80, a una profesionalización e inclusión en
la academia que llevó al abandono de un proyecto político de transformación, resultando en
una hibridación teórico-metodológica (Alfaro, 1993). Así las intervenciones psicológicas,
comienzan a orientarse hacia polos asistencialistas y abandonan la promoción de
procesos participativos por un trabajo orientado hacia lo individual, apareciendo en
su trabajo los conceptos de manejo del riesgo y de desarrollo humano (Alfaro, &
Zambrano, 2009). Spink (2009), lanza un desafío vinculado al modo de habitar las políticas
públicas por parte de los psicólogos, que nos provoca y asumimos: Nos enfrentamos a una
elección. Podemos aceptar este léxico cada vez más amplio de expresiones políticas y
sociales como algo “dado” cálido y cómodamente que nos ayudará a dormir por las noches
y nos permitirá continuar con nuestras tareas básicas, preferentemente en base a la
relación uno a uno y a puertas cerradas, o podemos verlo como una red de desafíos
discursivos y oportunidades que están disponibles – no porque creemos en ellas sino
porque están allí – y a través de las cuales podemos intentar mejorar un poco nuestro
mundo colectivo, hacerlo más sostenible, más equitativo, con un gobierno más abierto y
responsable y con menos pobreza. El desafío es que sabemos cómo responder a la primera
opción, pero hemos olvidado cómo responder a la segunda (Spink, 2009). Interesados en el
estudio de las prácticas profesionales de los psicólogos y en aportar respuestas a los
desafíos que provoca estudiar y trabajar en políticas públicas, a partir de estudios
empíricos, presentaremos el aporte que los estudios CTS pueden brindar a la reflexión
sobre los usos del conocimiento.
CTS y políticas públicas: una forma de aproximarnos a las relaciones entre ciencia y
política.
Los estudios CTS se han consolidado como un ámbito de estudios interdisciplinarios, que
apoyados en el carácter tecno-científico de la cultura actual, se ha dedicado a analizar las
interacciones entre la investigación científica, innovación tecnológica y transformaciones
sociales, políticas y culturales (Aibar Puentes, 2006). El complejo vínculo entre ciencia,
política y sociedad que comenzó a emerger en las primeras décadas del siglo XX, puso de
relieve la dependencia de la actividad científica de la dimensión social. Merton en EE.UU y
Bernal en Inglaterra se propusieron reafirmar un ethos moderno de la ciencia y aportaron la
idea de comprender a la ciencia como producto de interacciones sociales y constructora y
transformadora de ellas a la vez, destacándose como antecedentes de los estudios CTS
(Kreimer, 2000). Sociólogos e historiadores de la ciencia como Kuhn, permitieron clarificar el
rol de la comunidad científica, que a través de sus acciones legitiman y consensúan en
torno al conocimiento aceptado (Kreimer, 2000; Pinch, & Bijker, 1987). Este enfoque
propició centrar el interés de los estudios sobre la ciencia en las prácticas reales y concretas
de los científicos, pasando de estudiar la ‘ciencia hecha’ a estudiarla ‘mientras se hace’. La
teoría de los sistemas tecnológicos estudió el origen y la evolución de los sistemas
eléctricos en Estados Unidos y Europa, encontrando que los cambios tecnológicos no
pueden comprenderse como fenómenos aislados sino como grandes sistemas, donde se
integran y articulan elementos técnicos y otros elementos de diversa naturaleza como las
instituciones educativas, los gobiernos, instituciones financieras, consumidores en general.
Los sistemas tecnológicos se caracterizan por la heterogeneidad de sus componentes,
configurando un entramado sociotécnico, que no solo se crea y cambia, sino que también
se estabiliza y se debilita (Hughes, 1987).
Los estudios CTS aportaron a construir una perspectiva sociotécnica, que a la vez que
permite abordar el estudio de la producción social de una manera compleja, resulta un
modo innovador de estudiar la elaboración y ejecución de políticas públicas, estudiando la:
composición y dinámicas que se dan en los procesos de producción de políticas públicas,
es decir, los entramados de las decisiones y acciones llevadas a cabo por una gran
diversidad de actores que participan en la solución de un problema colectivo, a través de la
utilización de determinados recursos y en el marco de unas instituciones que reglamentan
sus acciones (Grau, Iñiguez, & Subirats, 2010, p. 1). De esta manera, el foco se ubica entre
las prácticas cotidianas ‘que hacen’ la política pública, en las relaciones que se establecen
entre actores diversos y en las acciones que realizan para movilizar intereses, alcanzar
objetivos y convencer a otros de buscar esos logros. Los desplazamientos y
transformaciones que ocurren en la conformación de una red se entienden y describen
desde la noción de traducción. Desde esta noción, se describe la agencia de los elementos
que participan en la elaboración de procesos complejos, cómo se asumen y distribuyen
roles, y cómo algunos pocos logran el derecho de representar a muchos otros que han sido
movilizados y estabilizados en una red (Callon, 1995). En nuestra forma de vida actual,
todos los movimientos que realizamos están mediados por la intervención de expertos.
Nuestro sistema de salud y transporte, nuestra educación, el cuidado sobre el medio
ambiente, la seguridad de nuestras comunidades, etc; están impregnados de la experticia, y
por la intervención de personas que, más formadas que otros logran su puesta en
funcionamiento y continuidad. Cada vez con mayor intensidad, los expertos son vistos como
agentes que poseen habilidades especiales o superiores y que nos ayudan a sostener
nuestra vida en sociedad. Esta experticia, en tanto, se ha convertido en la base sobre la
cual descansa nuestra democracia y por lo tanto, ciencia y democracia ya no resultan
términos contradictorios, sino complementarios (Gallopin, & Vessuri, 2015). Los estudios
CTS, a la vez que aportan un repertorio de herramientas para el estudio de las relaciones
entre ciencia y política, en el marco de las políticas públicas, nos permiten acercarnos de
manera lúcida a las relaciones que, en ese campo, establecen expertos y legos.
a impulsos de los estudios CTS, el creciente interés por democratizar el saber experto de la
Unión Europea, a través de nuevas formas de participación entre expertos, medios de
comunicación y responsables políticos y el público en general (Nowotny, 2003). De acuerdo
a Collins y Evans (2002) la democratización del saber experto puede ser lograda en
diferentes grados y a través de distintas herramientas, surgiendo tensiones epistemológicas,
políticas e institucionales. A nivel epistemológico, surge una tensión entre aquellos derechos
que se abrogan los expertos en las diferentes materias y aquellos que surgen a nivel político
y que resultan más difusos. Sin embargo, se puede destacar que la participación de las
personas concernidas en un asunto tiene una mayor implicación que de aquellos que lo
hacen desde un punto de vista experto. La inclusión de otros tipos de conocimientos y
perspectivas en la construcción de la ciencia y en el análisis del desarrollo plantea retos en
cuanto a los criterios de adopción de verdad y calidad generalmente aceptados por la
comunidad científica. Entre los desafíos se encuentra en qué conocimientos, de qué
manera, y bajo qué formas pueden ser incorporados (Gallopin, 2004, citado en Gallopin, &
Vessuri, 2015). De Vries (2007) plantea que la noción de política debe ser reconsiderada. Si
bien el conocimiento se puede ver como abierto y accesible, el público no tiene acceso a él.
Los dominios: público y privado, experto y lego, política y ciencia; siguen actuando como
órdenes dicotómicos. A pesar de que las revistas científicas y los laboratorios son espacios
que se presentan como abiertos, el ciudadano está alejado de estos espacios que están
presentados en un lenguaje encriptado para la inmensa mayoría de la sociedad (Shapin, &
Shaffer, 2005). Shapin y Shaffer (2005) señalan que nuestro conocimiento científico,
nuestras sociedades y nuestras formas de conocimiento deben ser tomadas como
convenciones y artificiales. El conocimiento en este sentido, es político, es fruto de la acción
humana. Esto nos invita a cuestionar la noción de sociedad democrática, el uso de los
conocimientos y específicamente, la agencia de psicólogos, y saberes ‘psi’ en la
construcción de las sociedades contemporáneas.
Las políticas públicas basadas en la evidencia, y en especial, las políticas sociales; son una
zona donde se recrea la separación entre conocimiento lego y experto como dicotómico y
donde se sustenta la separación entre ciencia y política. Asimismo, el conocimiento experto
se arroga el derecho de delimitar, definir y resolver los problemas de los concernidos,
hablando por ellos. Nos serviremos de tres estudios para describir la operativa del saber psi
y su relación con saberes legos y posteriormente, analizar el rol que juega la psicología en
la construcción de espacios públicos y políticos.
En el primer estudio abordamos cómo conciben su rol los psicólogos en cargos de dirección
y gestión, considerando el enlistamiento de profesionales de lo social que el ‘gobierno
progresista’, realizó, desde el 2005, para desempeñarse en el campo de las políticas
públicas, específicamente en el Ministerio de Desarrollo Social (en adelante Mides). Esta
acción motivó que en los años venideros la presencia y las tareas de los psicólogos
mutasen con celeridad. En su gran mayoría, los profesionales de la psicología operaban
como terminales de ejecución de las políticas, sin embargo en estos últimos años,
corroboramos la presencia de psicólogos en cargos de dirección y gestión de las mismas.
Este fenómeno de trascender los lugares tradicionales en el campo de las políticas públicas,
lo pensamos como efecto de un movimiento con dos dimensiones, por un lado la
profesionalización de la psicología, entendida como la especificidad con respecto a ciertas
áreas donde se monopoliza la intervención y por otro lado, la consolidación de su experticia,
entendiendo por esto lo que Rose (1991) caracteriza como un ‘know how’ que emerge del
ensamble entre conocimientos y técnicas de diferente procedencia.
De la subjetividad a la evidencia;
El segundo estudio, nos mostró un campo de intervención novedoso para la gran mayoría
de profesionales de lo social, y especialmente para los psicólogos, quienes manifestaron de
manera consensuada que su rol, en este campo, estaba en construcción: “está en vías de
construcción, es muy complejo, uno va descubriendo cuales son las posibles líneas de
acción desde la psicología...” (Entrevista a Psicóloga junio 2012). El programa de acción
(Latour, 2001) de la política, cuyo objetivo principal es que las personas dejen de estar en
situación de calle, aporta el sentido a las prácticas y al rol a construir. Las acciones de los
psicólogos y del resto de los profesionales, se dirigen a producir junto al beneficiario de la
política, lo que llamaron: ‘el proceso individual’ o ‘proyecto de vida’. Se refiere a un proceso
que permite a los sujetos dejar el sistema de refugios, ser autónomos y que se sostiene en
una secuencia de ‘acuerdos’ con los técnicos, cuyos logros reflejarían la evolución en ese
proceso.
El tercer estudio, sobre UCC, psicólogos y otros técnicos del área social, desarrollan su
tarea como operadores de cercanía, recorren una zona delimitada, y durante las visitas a
los hogares intervienen de acuerdo a un protocolo y a las demandas específicas de los
hogares (UCC, 2014). Los objetivos de esta política son: bajar los índices de anemia,
disminuir la desnutrición infantil y el retraso en la talla, re-vincular a las familias a los
dispositivos estatales, proponer pautas de crianza y cuidado para los niños. En términos
generales, dichos objetivos se sustentan en descubrimientos científicos que ‘hacen hacer’ a
los técnicos, ‘descubrimientos’ construidos en la intersección de varias disciplinas, donde
las neurociencias y la economía juegan un papel central. La inscripción que gráfica y nos
revela el problema causado por los inadecuados cuidados/alimentación/crianza, muestra
también cómo la ciencia se valida a sí misma. Las neurociencias, economía, estadística y
otras ciencias sociales y de la salud participan en lo que Latour (2007) llamó procesos de
purificación. La política pública es en este sentido una zona de purificación donde se recrea
la evidencia científica. La ciencia, específicamente el entramado de disciplinas que
intervienen, se adjudican la potestad de hablar de los problemas de los concernidos,
posicionándose en un estatus separado de la política y en ese movimiento, dividen el
dominio de lo social en cuestiones de relevancia científica o problemáticas de interés social
o público (Chavez, Piquinela, & Hontou, 2015). Si los científicos son los encargados de
hacer hablar a la naturaleza, son sus ‘representantes’ (Latour, 2001), podemos inferir que
los expertos de los social hacen lo suyo con el campo en donde intervienen, ‘los problemas
sociales’, síntesis de la complejidad sociohistórica. El ‘problema social’ se reduce a las
evidencias y datos que los expertos incluyen y movilizan, operando como cernidores de una
complejidad que desborda las prácticas de los profesionales. Esto ha puesto en cuestión la
formación de los psicólogos, su experticia, sus habilidades, llegando con demasiada
frecuencia a la búsqueda de ‘protocolos’ de actuación, que delineen y aseguren las
intervenciones. Retomando el asunto de la ciencia y la política, ambas tienen como objeto
en común la producción de la vida, proponen modos de componer vidas y la psicología
debe reconocerse en ese proceso.
Uno de los problemas principales a plantearse es en qué situaciones y lugares hay política y
quiénes son los protagonistas. La política no está ocupada por los clásicos personajes y
lugares como ciudadanos, votos y procesos electorales. Se la puede encontrar en
situaciones cotidianas y diversas, su actividad es llevada adelante en sitios ajenos y por
medios diferentes (Latour, 2007). La propuesta de Latour (2007) contiene un modo
particular de concebir a la ciencia y a la política. A partir de sus comentarios del artículo de
Gerard de Vries (Latour, 2007), sostiene que el desafío es que los Estudios CTS comiencen
a pensar en la política como lo han hecho con la ciencia: en lugar de decir de qué se trata,
estudiarla en sus trayectorias y cursos. El autor toma la interpretación de Dewey que hace
Marres (2005), donde la política es algo que tiene una trayectoria. Por lo tanto es un adjetivo
que puede hablarnos sobre momentos, estados, segmentos para ciertos asuntos. Lo
político, entonces, designa un tipo de situación, lo cual permite centrarnos en los asuntos de
preocupación y desde ahí comprender lo que se plantea (Latour, 2007). Dewey se refería al
problema del, y de lo público, es decir, hacer política a partir de asuntos que generan un
público alrededor de ellos. Por eso la política no tiene que ver con organizaciones,
procedimientos, representaciones; ni nada esencial, sino un público y sus problemas. Como
expresión de espacios democráticos, las políticas públicas diagraman las modalidades de
intervención sobre los asuntos que abordan, distribuyendo posiciones y tareas de quienes
participan en ellas. Las posiciones de cada actor, no solo actualizan la historia de
relacionamientos entre gente común, políticos y expertos sino que reiteran la
compartimentación de espacios, fijan identidades y legitiman el juego de delegar y
representar en el que se sostiene la posibilidad de que unos pocos hablen por muchos.
creemos necesario pensar el trabajo de los psicólogos en las políticas públicas como
acciones que son movilizadas por otras acciones donde se traducen intereses muy
heterogéneos. En el afán de traducir un programa de acción de una política pública, de
buscar el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas, también estamos
movilizando intereses que responden a otros dominios. Dominios que recortan los espacios
entre ciencia y política con firmeza, cuidadosos de mantenerlos puros, sin mezclar legos y
expertos, donde la experticia privatiza parte de un asunto público y se arroga hablar e
intervenir sobre él. Un modo posible de superar la dicotomía experto/lego no se logra si no
superamos otras dicotomías como las de ciencia/política o naturaleza/sociedad y para esto
es imprescindible transformar el modo de producir los asuntos comunes. Rancière (2010)
plantea que el modo de tratar los asuntos comunes configura las comunidades, define su
naturaleza, a quienes se incluye y a quienes excluye, a quienes les concierne y cómo se
vuelven sujetos de su noción de comunidad, estos momentos no son permanentes, son
momentos políticos. Politizar los saberes, politizar las psicologías, implica participar en esos
momentos políticos manteniendo el equilibrio de la comunidad. Con el comienzo del siglo
XXI nuevas formas de intervención en políticas públicas implicaron la participación de un
gran número de expertos en lo social con un fuerte protagonismo de los psicólogos. En sus
prácticas se pueden elucidar las nociones de representación y delegación que podemos
aplicar a la representación democrática en términos políticos/científicos. Este asunto, es
aplicable a las intervenciones que realizan los técnicos en nombre de la ciencia y sus
prácticas en la implementación de las políticas sociales. En este sentido, como señala
Nowotny (2013) los expertos deberían ser vistos como una voz que puede actuar en
nombre de sus representados públicos y sólo en nombre del bien común, y no como
poseedores de una autoridad trascendental dotada por la ciencia. De este modo,
problematizar la tensión entre saber experto y lego servirá para abrir juego en la
democratización de las intervenciones sociales y de los problemas, generando condiciones
para que se produzcan momentos políticos que recuperen el sentido público y político del
conocimiento y su aplicación a través de las prácticas profesionales.