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Qué lee Gusmán?

- Lee lecturas.
Vathek: serie Borges, Beckford, Mallarmé: la pregunta por el método biográfico como
una enciclopedia china de la vida. Biografías de órganos, sueños. Es la pregunta por el
método de lectura de Borges sobre Beckford, que se encuentra con lo sieniestro, y la
lectura de Mallarmé que encuentra la escenificación oriental. Un relato que genera
visiones, donde el decorado no es el tema sino el proceso de escritura. Como en Arlt.

- Lee el espesor de los nombres: desierto, piedra, artista, dinero, intimidad. No son
tópicos, no son conceptos, son palabras que apuestan a la nominación de algo y que a
su vez son rodeadas por imágenes y sentidos, sin que una de esas partes sea la
referencia. La relación entre esos nombre y la figura o el acontecimiento y el nombre
es similar al de la máscara es durante la representación teatral: esta oculta algo que no
pertenece a la escena, “una entidad que le es ajena y a la que, de hecho, ni siquiera
sabemos si atribuir una forma”. El nombre, la cosa, las máscaras. Ahora volveré sobre
esto.

Los nombre como máscaras por la distorsión, que hace diferir siempre a la cosa, al ser,
de sí mismo, en tanto no es ni la máscara ni el rostro que la enmascara.

- Lee desbordes. La ficción calculada es la fantasía del cálculo. Mármol calcula para
cautivar más que para demostrar; como Puig se excede con sus notas, como el dinero
de Pauls.

- Una nota editorial: las citas más bellas, las más intensas, las más potentes para el
pensamiento de Gusmán están en página par. Quienes editamos sabemos que la
preciada es la página impar, la más cómoda a la lectura, la de los títulos, la de
comienzo de capítulos. En una revista no se cobra igual un anuncio en página par que
impar. Un don convertido en azar hace caer estas citas en la página par como reverso
de lo visible, como en entretejido de lo que obsesiona a Gusmán y por transferencia de
deseo al lector.

- Series: Sarmiento – Volney // Beckford, Mallarmé, Borges // Kafka, Baudelaire.

*Lugar de lo fragmentario. En relación a lo nominal, nombrar y APOSTAR A LA ESCRITURA


COMO POÉTICA, EN EL GESTO DE JOYCE DONDE EL SILENCIO ES PARTE DE LA
TRANSFIGURACIÓN DE LAS PALABRAS. Abandono de la retórica por la poética (en Joyce, en
Arlt)

*Pregunta por QUÉ SUJETO es un escritor.


Los nombres del desierto.

Facundo:

- Es la pampa sin monumento (no hay ruina como enseñanza de un civilización perdida)
- El desierto es la dificultad de pensar (no es el silencio de la libertad)
- La soledad vasta es la extensión deshabitada del desierto. La analogía aquí forma un
soporte, una geografía mítica. Facundo inventa un mito esencial, entre las soledades
argentinas y las soledades asiáticas. El desierto es el pretexto de una argumentación.
- La llanura como el lugar del despotismo. Donde se radican las mentiras de la
imaginación.
- Pero el desierto… y esto parece interesarle a Gusmán es ver nada… es ver la
fascinación, soñar despierto. Por lo tanto, el desierto es también MURMULLO.

Arlt.

- Afuera: palabra profética. Es desierto la palabra, esa voz que necesita del desierto paa
gritar y que sin tregua despierta en nosotros el espanto, la audición, y el recuerdo del
desierto. Es metáfora del lugar que ocupa la literatura. Necesitar desierto/ recordar
desierto.
Foucault: ya no es discurso ni comunicación de un sentido, sino exposición del lenguaje
en su ser bruto, pura exterioridad desplegada; y el sujeto que habla no es tanto el
responsable del discurso como la inexistencia en cuyo vacío se prolonga sin descanso el
derramamiento indefinido del lenguaje.
- El desierto es inseparable de la COPIA y de la remisión a otras literaturas. – Decorado,
utilería, maqueta, telón pintado – Abandona la figura retórica. El desierto es el
registro de un símil que desborda la figura retórica para situarse en el relato como
huella de lo que está ahí. El cartón.
- Pero también desierto es utopía. Allí a su modo, construyen la felicidad.

La piedra.

La piedra como el lugar del jeroglífico (Sarmiento)

El artista.

Kafka: ¿el artista entierra al hombre? El desafío del artista es inventar palabas capaces de
aventar el olor a cadáver. El arista pivotea entre la piedra y la muerte, ahí encuentra su
nombre. La piedra, la palabra muda, el jeroglífico.

Pero el artista también es el bufón. Es un saltimbanqui. Y acá me detengo que algo que cautiva
porque quizás sea de la potencia privativa de la literatura: el morirse de vergüenza, ser el
duende del ridículo, el fraile del absurdo, el acróbata, el artista como aquel que apuesta incluso
a ser el ridículo de sí, que no sabe cómo va a quedar en su acto, porque eso es un acto. La
dubitación previa.
Para Kafka el arista está unido a la verdad y el espanto; para Baudelaire a lo bello y el espanto.

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