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Yuyarccuni Año II N° 2 Axel Sanchez

ENTRE ADOBES, TIMONES, JARANAS Y MATCHES:


LA IDENTIDAD LIMEÑA POPULAR DEL
CLUB ALIANZA LIMA, 1927-19361
Axel Sánchez Fano2
Universidad Nacional Federico Villarreal
Instituto de Estudios Históricos Aeroespaciales del Perú

Resumen

El presente artículo tiene como objetivo el análisis de la evolución identitaria


del Club Alianza Lima en la ciudad de Lima dentro del marco temporal
inicial de 1927, época en la cual Alejandro Villanueva es incorporado al club
aliancista tras su destacable actuación con la selección de Lima que enfrentó
en un match al Real Madrid. La extendemos hasta 1936, año en que tres
jugadores afrodescendientes del equipo íntimo participaron con la selección
peruana en las Olimpiadas de Berlín. Asimismo, se aborda el concepto
teórico de la popularización del Club Alianza Lima en este contexto, a partir
de sus consecutivos triunfos en el Campeonato de Primera División de la
Liga Peruana de Fútbol y su evolución de ser un equipo de barrio a un equipo
popular dentro de la sociedad limeña.

Palabras clave: Club Alianza Lima, identidad, fútbol, afrodescendientes,


Oncenio de Leguía, Lima, siglo XX.

1 Este artículo forma parte de la tesis de Licenciatura Identidad y Popularización del Club Alianza
Lima. Lima, 1927-1936. Fue expuesto en el XX Coloquio Internacional de Historia, Perú 200 años de
República: Etnias, clases y Nación en la Universidad Nacional Federico Villarreal el 13 de
noviembre del 2015. Presentado en las IV Jornadas de Historia y Geografía en Concón-Chile,
organizada por la Sociedad de Estudios Históricos, geográficos y Arqueológicos de Chile. Obtuvo el
Segundo Puesto en el XIV Encuentro Interfacultades de Estudiantes Investigadores, realizado el 7
de diciembre del 2017 por el Vicerrectorado de Investigaciones de la Universidad Nacional
Federico Villarreal. Tema expuesto en el XXV Coloquio de Lima organizado por la UNMSM. Ha sido
presentado para el curso de Seminario de Tesis I y II (2017) dictado por los profesores Carlos Flores
y Julio Quintanilla, a quienes agradezco por su constante asesoría. Así mismo, agradezco a la
profesora María Inés Valdivia por su apoyo.
2 Egresado de Historia de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Ha participado en calidad de
ponente en eventos académicos a nivel nacional e internacional, siendo el último: Es autor de
diversos trabajos de investigación en torno a la Historia del fútbol e Historia aeronáutica peruana.
Resalta su artículo titulado Fútbol y sociedad brasilera: Maracanazo, identidad verdeamarella y
Mineirazo (Yuyarccuni, 2017). Contacto: axelinho.0317@gmail.com

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Abstract

In this investigation we analyze the evolution of the Alianza Lima Club in the city of
Lima, with the beginning of 1927, at that time Alejandro Villanueva was incorporated
into Alianza club after his remarkable performance with the Lima team that he faced
in a match against Real Madrid. We extend until 1936, the year in which three
Afrodescendant players of the intimate team participated with the Peruvian team at the
Berlin Olympics. Also, we will approach the theoretical concept of the popularization of
the Club Alianza Lima in this context, from its consecutive victories in the First
Division Championship of the Peruvian Football League and its evolution from being a
neighborhood team to a popular team within of Lima society.

Keywords: Alianza Lima Club, identity, soccer, afrodescendants, Leguia’s


government, Lima, 20th century.

Introducción

El fútbol es una de las actividades deportivas que es producto del proceso de


industrialización y racionalización del tiempo de ocio que esta demandaba,
que surgió a mediados del siglo XIX. América Latina no fue ajena a este
proceso donde las disciplinas deportivas se impulsaron en la sociedad desde
arriba como parte de un proyecto modernizador para la urbe.
Las capitales eran las ciudades más desarrolladas de los países latino-
americanos donde su evolución socioeconómica, arquitectónica y cultural era
importante para el ejemplo de las demás regiones. Entre ellas están Buenos
Aires, Ciudad de México, Montevideo y Sao Paulo, metrópolis demográfica-
mente de alta densidad. El fútbol llegó a las ciudades desde los puertos cuyo
común denominador fue un deporte incorporado por los ingleses y por las
élites urbanas, convirtiéndolo en su deporte de confrontación colectiva favo-
rito junto al cricket, rugby y básquet.
En esta coyuntura difusora del balompié, los países del litoral atlán-
tico, como Brasil, y los de la cuenca del Río de la Plata, como Uruguay y
Argentina, tuvieron mayor competitividad por la alta densidad poblacional
de sus ciudades. Brasil recién se había independizado en 1889 y sus princi-
pales lazos sociales en un primer momento no estaban vinculados al fútbol.
Mientras que, en las capitales rioplatenses a inicios del siglo XX, el fútbol era
la actividad deportiva más popular y las ligas contaban con numerosos equi-
pos. El vínculo que unía a Europa con el oriente sudamericano estaba ligado
al fútbol por las giras que realizaron los equipos acoplando estilos de juego y

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ganando mayor competitividad. Para el caso peruano, la coyuntura fue adver-


sa por la Guerra del Guano y del Salitre (1879-1884), que paralizó toda clase
de actividad en Lima. Tuvieron que pasar ocho años para que se jugara ofi-
cialmente el primer duelo de fútbol (1892). El balompié recién se convertiría
en un deporte popular en la década de los años 20 cuando Leguía utilizó las
festividades deportivas como baño de popularidad y medio de control social.
Muñoz (2001) sintetiza que el fútbol fue un deporte incorporado por
la élite capitalina como parte del proyecto de modernización para alejar a la
sociedad limeña de las antiguas costumbres coloniales como las corridas de
toros y las peleas de gallos, aspecto que para los viajeros europeos que visita-
ban la Ciudad de los Reyes, hacían incivilizados al poblador de la capital.
Además, se buscaba erradicar con los desenfrenos provocados por el consu-
mo de alcohol, fumaderos de opio y juegos de azar que aquejaron a la juven-
tud de aquel entonces. Este ideal modernizador de progreso se inculcó en los
centros educativos a través de la incorporación de la educación física, y así el
balompié empezó a difundirse en todos los sectores de la población. Con
referente a ello, menciona que:

El fútbol personificó el ideal de este nuevo hombre de acción y con iniciativa


al que se aspiraba para que el país progresara. En el siguiente número de la
revista El Sport publicaba que las reglas de juego de este deporte constituían
un verdadero sistema educativo” qué produce hombres muy amantes de la
libertad, muy respetuosos de la autoridad y las leyes, que se bastan a sí mis-
mos y que poseen en alto grado espíritu de asociación”. El fútbol personificó
el poder de cambio de los deportes en las costumbres de los hombres. Juego
de competencia por excelencia, el fútbol se convirtió en el prototipo del ideal
masculino. (Muñoz, 2001, p.229)

El fútbol representó un deporte colectivo de valores y principios bur-


gueses y de espíritu libre, como señala Jaime Pulgar Vidal (2014); sin embar-
go, la unicidad de este deporte se explica a partir de su objetivo principal.
Bellos (2010) sostiene que el fútbol llegó a Brasil, primero en la región de Sao
Paulo en 1894, y en 1901 llegaría a Río de Janeiro, donde Oscar Cox fue el
personaje quien introdujo el balompié en la región carioca.

En Río, 350 kilómetros arriba y en la costa, la llegada del fútbol fue de igual
de poco llamativa. Oscar Cox, otro anglo-brasileño, regresó de sus estudios
en Lausana, Suiza. En 1901 organizó un encuentro entre miembros de la
Asociación Atlética y de Cricket de Río y jóvenes locales acomodados. Fue
la primera vez que el fútbol se extendió por Río más allá de los británicos. El
acontecimiento paso casi desapercibido. Los espectadores eran el padre, la

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hermana de un jugador, dos amigos y once jugadores de tenis que se encon-


traron con el partido de casualidad. (Bellos, 2010, p.35)

El fútbol llegó a Río de Janeiro después de Sao Paulo, cuya razón se


encuentra explicada en la ubicación latitudinal. En Río, a inicios del siglo
XX, se fundó el primer club impulsado por Oscar Cox, el Fluminense, cuyo
equipo estaba conformado por la juventud profesional de la élite blanca. En
Lima, Santiago y Buenos Aires, se realizaron entre 1927 y 1941 cinco suda-
mericanos consecutivos a diferencia de otras capitales. En Montevideo se
organizó el I Campeonato Mundial organizado por la Federación Internacio-
nal de Futbol Asociado (FIFA).
Para recordar, las ligas de fútbol de Lima y Santiago representaron la
competencia nacional en general, porque sus instituciones representativas
(Federación Peruana de Fútbol y Federación de Fútbol de Chile) se ubicaban
en sus respectivas capitales. Los viajes para los equipos de provincias resulta-
ban complicados, ya que no se contaba con presupuesto. Esto, obligó a que se
jueguen ligas departamentales de menor escala en las regiones peruanas y
chilenas.

Censo/ Nro. de Año de


Ciudad Población Mundiales
año equipos profesionalización
Lima 1930 300 000 12 2 1951

Santiago 1930 967 603 8 2 1933

Buenos Aires 1936 2 415 142 36 3 1931

Río de Janeiro 1940 1 764 141 11 3 1941

Montevideo 1930 655 389 20 3 1932

Tabla 5. Cuadro comparativo en la que nos detalla la cantidad de equipos participantes


en las ligas nacionales.
Fuente: Elaboración del autor. 3

En la Tabla 5 plasmamos el peso demográfico de las metrópolis lati-


noamericanas y su nexo con los campeonatos de primera división de fútbol.
Buenos Aires contaba con 36 equipos para 1931, año en que se profesionalizó
el balompié gaucho y sirvió como vínculo entre la política y la sociedad. Para
el caso uruguayo, se contó con 20 representaciones, habiendo ganado compe-

3 Para el caso de Lima los datos fueros extraídos de Steven Stein (1983) Lima Obrera 1900-1930. Más
detalle del censo de Santiago en http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-86204.html.

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tencia y prestigio internacional tras el bicampeonato olímpico en París y


Ámsterdam, y el primer mundial de fútbol organizado en su país en 1930.
Otro factor que interviene en este desarrollo del balompié y su competitividad
esta con la construcción de estadios de futbol como un nuevo espacio público
de espectáculo.
Los campos deportivos fueron sinónimo de modernidad. El estadio
más grande para la cantidad de personas de una metrópoli representaba para
la sociedad un aspecto moderno. Para el caso de Lima, Santa Beatriz; San-
tiago de Chile, el campo de Ñuñoa, construyéndose el Estadio Nacional en
1937 con capacidad para albergar más de 50 mil espectadores. Los primeros
estadios en Río se diversificaron a lo largo de la región carioca. Como detalla
Álvarez (2001), las políticas públicas se centraron en la concentración de las
masas en los estadios para el mejor control de la sociedad y esto se vio refle-
jado en los años 20 a partir de la importancia de los espectáculos deportivos.

Fútbol en Lima: ocio, salud e interacción social

En el Perú, las actividades futbolísticas junto al cine son los eventos de masas
más importantes que marcaron en el siglo XX. Este deporte ha sido estudia-
do, mayoritariamente, por sociólogos como Panfichi y Benavides. Sin embar-
go, no ha recibido el mismo interés desde el campo historiográfico. Apenas
contamos con los estudios precursores de Stein (1986) y Álvarez (2001),
sumándole el aporte desde la cuestión sociocultural de Wood (2005) y Pulgar
Vidal (2016), pese a que dicha temática resulta llamativamente su atención en
todo el mundo, en casi todos los países donde se ha incorporado este deporte.
El fútbol se ha convertido en el deporte más importante de cada nación,
creando identidades, expresiones tan únicas y rivalidades entre los clubes por
circuns-tancias políticas, económicas, culturales y regionales.
Según Muñoz (2001) y en lo planteado por Álvarez sobre la difusión
del fútbol en Lima, concuerdan el tema del discurso higienista modernizador
y su relación con el impulso de las actividades durante la coyuntura de inicios
del siglo XX. Por otro lado, Basadre (1963) sostiene que el fútbol fue un
deporte traído por los inmigrantes ingleses al Perú, también, algunos jóvenes
pertenecientes a la élite modernizadora que habían estado en Europa por
temas de estudio y/o labores al retornar al país incorporaron este nuevo
deporte en la capital. Según Basadre, el primer encuentro de fútbol se dio el 7
de agosto de 1892 durante el gobierno de Remigio Morales Bermúdez. El
siguiente compromiso se llevó a cabo para las Fiestas Patrias: se enfrentaron

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un equipo formado por peruanos contra otro integrado por ingleses; siendo
vencedores estos últimos. El tercer desafío fue el mismo año y significó un
gran acontecimiento, pues acudieron 3000 personas como lo detalla Gálvez.
En 1896 hubo un partido entre un combinado de Barranco y Callao contra
uno de Lima, y existen noticias de que en 1897 se jugó un encuentro entre
Barranco y Chorrillos.4
Stein (1986) teoriza que el fútbol fue una expresión de relación social
en la ciudad a comienzos del siglo XX, siendo esta actividad deportiva un
escape de la jornada laboral de los obreros que trabajaban en las fábricas de
Lima y Vitarte, y se relacionaba con la búsqueda de la libertad en sociedad a
través del sindicalismo, la asistencia al teatro, las óperas y la práctica del
balompié. Además, el autor hace hincapié que los juegos de fútbol eran una
forma de enfrentar a la polaridad clasista en Lima por temas como el color de
piel, la condición socioeconómica, la clase política, en igualdad de condi-
ciones, aquella democracia que hizo falta en la colectividad social del Perú,
pero, hasta cierto punto en un nivel simbólico. Esto se expresó en los partidos
que jugaron los obreros frente a los dueños aristocráticos de las fábricas de
Lima.
Para Pulgar Vidal (2014), el análisis de este deporte tiene que partir
desde su definición, como un deporte colectivo de confrontación, con una
determinada cantidad de jugadores, en igualdad de condiciones, que se
desenvuelven llevando un balón con los pies. El objetivo es introducirlo en un
arco rectangular, esto se da en un terreno de juego con un rango de espacio y
un reglamento de juego a cumplir. El fútbol, dentro del contexto de fines del
siglo XIX e inicios del XX, servía para ejercitar a los hombres, hacerlos jugar
colectivamente bajo los principios burgueses de disciplina.5
Por otro lado, hace referencia que la primera gran rivalidad fue los
enfrentamientos entre seleccionados de Lima y Callao, aspecto que para
Álvarez (2001) no concuerda, porque plantea que la rivalidad entre peruanos
e ingleses fue la rivalidad inicial que describió nuestro balompié. Los enfren-
tamientos entre el Sport Alianza y el Atlético Chalaco eran muy reñidos y
casi siempre terminaban en serios pugilatos. Este enfrentamiento se puede
interpretar desde el punto de vista de la rivalidad entre el orgullo del puerto y
la jerarquía de la ciudad, dentro del contexto de un Estado centralizado.

4 Véase en Historia de la República del Perú, 8va ed. Lima: Universidad Ricardo Palma.
5 Fórum: Historia de una pasión: El fútbol en el Perú. Realizado en la Universidad Nacional Federico
Villarreal el 27 de junio del 2014 por la Comisión Organizadora de Estudiantes del Coloquio, donde
participaron el Dr. Germán Peralta, el Dr. Efraín Trelles, el Dr. Aldo Panfichi y el Mg. Jaime Pulgar.

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Wood (2005) analiza al fútbol dentro de los esquemas literarios


(como artículos en revistas y simbolismos de obras literarias) como parte de
las nuevas prácticas culturales de la sociedad peruana. Esta cultura popular
era expresada en la narrativa publicada y difundida en el cine, la TV, la
música y los medios de comunicación. Además, enfatiza que el balompié fue
un mecanismo de prejuicio racial y social como representación de las contro-
versias psicosociales. A diferencia de Muñoz (2001), Wood plantea que el
fútbol fue el nuevo opio de la población peruana integrando a las clases
populares y distrayendo el carácter revolucionario de las masas. Esta rivali-
dad lo interpreta en Los Ríos Profundos de José María Arguedas, señalando
que “el fútbol sirve, entonces a los futbolistas negros (y de otros sectores
marginados) como manera de salir de su posición de inferioridad socioeconó-
mica y político-cultural para imponerse frente a los que se consideran superio-
res” (Wood, 2005, p. 132).
Álvarez (2015) señala que la identidad se puede construir a partir del
rechazo hacia una identidad contraria. Esta premisa nos traslada a lo que
ocurrió en septiembre del año 1928, fecha en que se enfrentaron el Club
Alianza Lima frente a la Federación Universitaria de Fútbol (hoy Univer-
sitario de Deportes). Un partido que enfrentó a dos expresiones sociales
contrapuestas como lo detalla Pulgar Vidal (2014), el estilo de Alianza, un
estilo pícaro de juego cuyos jugadores veían al futbol como diversión y
pasatiempo después de las jornadas laborales, el equipo del pueblo, de los
obreros, de los afrodescendientes; contra el estilo estudiantil, de los principios
de valores burgueses, el juego con respeto al rival, de los trabajadores con un
empleo digno para la sociedad, el de la élite.

Los matches de antaño y la identidad perenne de los jugadores aliancistas

Desde la llegada del fútbol al Perú gracias a los marineros ingleses quienes
arribaron al puerto del Callao a finales del siglo XIX y según el poeta José
Gálvez, fue Alejandro Garland quien en 1872 trajo el balompié al Perú, el
fútbol pasó a formar parte de las actividades recreativas en los clubes de la
alta sociedad limeña, espacios destinados para el ocio de la aristocracia de
aquel entonces.
Desde 1920, el fútbol no era el único deporte que captaba la atención
del poblador limeño, lo eran también deportes conformacionales como el
vóley, básquet y natación, esto se explica a partir de la presencia de Augusto
B. Leguía en los festivales deportivos. Sin embargo, el fin principal del Esta-

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dio Nacional fue el balompié, como puntualiza Pulgar Vidal (2014), a partir
de la presencia de Leguia en un partido del representativo peruano en el
sudamericano organizado en Lima en 1927. El deporte tanto política como
socialmente se centralizó en la ciudad de Lima.
Lima en 1930 ya contaba con aproximadamente 300 000 personas,
pero menos del 5% de la población limeña podía ingresar al Coloso del José
Díaz. Su organización espacial circundaba el viejo casco urbano colonial con
algunos distritos que se fueron creando en la periferia como: Lince, La
Victoria y Jesús María. Sin embargo, sus fronteras naturales eran las
haciendas agrícolas que limitaban el espacio costero, cuyo litoral estaba
poblado por las clases adineradas y extranjeros quienes vivían en los
balnearios de Barranco y Miraflores. Hacia el oeste se crearon los distritos de
San Miguel (1920) y Pueblo Libre (1940) al descomponerse jurisdiccional-
mente el pueblo de Magdalena. Estos distritos formaban otros ambientes que
eran aptos. El Estadio Nacional de Lima fue un obsequio de la colonia
inglesa al gobierno peruano por las celebraciones del Centenario de la
Independencia del Perú (1921). Pulgar en El clásico argumenta que el Estadio
Nacional fue un nexo que facilitó al presidente Leguía a relacionarse con las
masas. Además, hace referencia que:

En la ciudad de Lima de la tercera década del siglo XX, el espacio ideal para
que los pobladores se encuentren y demuestren sus pasiones, sin mucho
control, fue el estadio de fútbol. A el llegaban aficionados procedentes de
todos los sectores sociales, sobre todo porque los equipos que participaban de
los partidos habían sido fundados por la elite, por los obreros, por los
estudiantes y por los pobladores de los vecindarios. El estadio tiene una de
las características de todo espacio público: en él se encuentran los iguales y
los diferentes que, durante su permanencia en las tribunas, pueden ejercer
esa igualdad o esa diferencia con relativa libertad, pese a las limitaciones
arquitectónicas. (Pulgar Vidal, 2014, p.123)

El autor nos señala que el estadio democratizaba el aspecto social,


racial y económico de los fanáticos que acudían al escenario deportivo puesto
que, la acción de seguir a un equipo y compartir pasiones y emociones hacían
iguales a todos frente a un mismo hecho. Sin embargo, las comodidades y los
diferentes precios que se daban por entrar a una parte de la tribuna ya sean
lejos o cerca, con asientos o escalones, con sombra o al aire libre, marcaban
siempre un estatus.

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Figura 17. Fotografía del Estadio Nacional en 1927.


Fuente: Günther y Henry Mitrani (1927), tomo IV, Geografía de Lima.

Álvarez (2013) sostiene que fueron dos los estadios principales en


Lima durante la década de los veinte en Víctor Manuel III, escenario del
Circolo Italiano y el Nacional, el primero llevando el lema “la casa de todos
los deportistas”. En la práctica, los dos estadios fueron escenarios de los
distintos deportes como se puede ver en las fotografías que nos muestran las
revistas Mundial y Variedades desde 1924, cuando se dan espacios para la
información de las actividades deportivas. El estadio se convirtió en el nuevo
espacio donde el público asistía en grupos para la diversión y el ocio (2013,
pp.154-155).
Los primeros lugares donde Alianza Lima se presentaba ante la so-
ciedad fueron justamente estos dos escenarios que señaló Álvarez (2013). El
fútbol fue el vínculo que atrajo al poblador limeño para seguir al cuadro
aliancista. Los nombres más resaltantes que el individuo de la calle opinaba y
que los diarios de la época hacían mención eran Alejandro Villanueva, Juan
Valdivieso, José María Lavalle, Montellanos y los hermanos García. Estos
jugadores, como enumera Jaime Pulgar, fueron adoberos, choferes, albañiles
y obreros que laboraban en jornadas breves de trabajo. Se identificaron con el
Alianza a partir de compartir y convivir similares experiencias desde lo inter-
no, lo que justifica el planteamiento de Benavides (2001) sobre la identidad
íntima barrial.

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Entre 1927, cuando Villanueva accedió al cuadro blanquiazul, y


1936, cuando “Manguera” y el arquero Valdivieso formaron parte del equipo
peruano que jugó las Olimpiadas de Berlín, surgió una identidad macro que
simplifica la identidad barrial de La Victoria, de un equipo de obreros o de
una representación afro. En esta época el equipo aliancista se conocía de me-
moria, en 1927 la Selección de Lima jugó frente a un representativo español
donde participó la mayoría de jugadores aliancistas, entre ellos Villanueva,
empatando ante los españoles, como narra Guillermo Thorndike.

Evolución identitaria del Sport Alianza al Alianza Lima: De negros,


victorianos y obreros a limeños

Gunn (2011) sostiene que la identidad es un asunto psicológico mutuo que se


entiende desde el binomio del yo a lo social. La identificación teóricamente
es compleja de entender como resultado de los múltiples procesos históricos a
diferentes escalas. Además, el autor hace referencia que el aspecto identitario
está adherido a la estructura de la cotidianidad, que tuvo gran valor durante
el siglo XX. Gunn categoriza la identidad en una trinidad propia del hombre
en toda sociedad que son los aspectos del género (masculino o femenino), la
raza (blanco, negro, indio, chino) y la clase (aristócratas u obreros). Contras-
tando esta primera premisa con lo que nos plantea Lawrence Kolhberg en
Theory of moral development sobre el tema de la identidad social, él lo interpreta
desde el punto de vista del cómo percibimos y nos interrelacionamos con el
mundo a partir de nuestro desarrollo humano mediante el aspecto de la cog-
nición en seis niveles ordinales que son: el yo, el yo y la familia nuclear, el yo
y la familia, el yo y el entorno, el yo y la sociedad, y el yo con el mundo.
Alianza Lima durante las décadas de los años 20 y 30 era una institu-
ción deportiva que participó todos los años, a excepción del 29, en la Liga
Peruana de Fútbol. Este club era integrado por jóvenes varones que practica-
ron el fútbol y ganaron la expectativa por ser un deporte que a veces se tornó
violento por cuestiones del honor y la victoria competitiva como lo detalla
Elías (1995). Muchachos que en su mayoría eran afroperuanos que pertene-
cieron a los sectores populares, por los oficios que ejercieron como choferes,
adoberos, albañiles y taxistas (Libro de Oro, 2001). Benavides describe a este
equipo desde la intimad relacional de sus miembros, identificándose desde su
entorno cotidiano y la amistad que unía a los jugadores aliancistas.
Gunn detalla que la identidad se entiende desde sus significados
paradójicamente opuestos. El primero que indica los rasgos en común de un

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colectivo social, para el caso de los jugadores de Alianza Lima durante los
años 20, eran afrodescendientes en su mayoría y en su totalidad pertenecían a
los sectores económicos bajos, practicaban el mismo deporte que era el futbol
y vivían en el barrio de La Victoria en una cotidianidad similar para todos
estos personajes. Eran bohemios, se divertían juntos en jaranas y eran muy
religiosos. El segundo aspecto contradictorio al primero es lo que diferencia a
un individuo o colectivo frente a los demás. Este aspecto tiene su explicación
teórica en el carácter racista de la sociedad peruana desde la instauración de
la colonia (1542) con la dicotomía opuesta entre lo blanco europeizado; y lo
andino/afro, el primero propio y natural de estas tierras y lo segundo como
migración obligada en condición de esclavitud hasta 1854.
La identidad se define desde la cualidad de lo semejante o similar
entre dos o más personas u objetos. Además, se puede entender desde el con-
junto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracte-
rizan frente a los demás. Para este estudio entendemos cómo la colectividad
aliancista de las décadas del 20 y 30 forjaron una identidad desde el club
blanquiazul hacia gran parte de la fanaticada limeña, teniendo rasgos propios
de sus costumbres como la jarana, la devoción por el Señor de los Milagros,
la intimidad amical como lo detalla Benavides (2000), todo alrededor del
placer por jugar al fútbol. Benavides (2001) enfatiza que la identidad del club
aliancista empezó desde lo interno de sus jugadores, identificándose como
una familia, por la cuestión de los gustos comunes, misma condición social y
haber sido vecinos de La Victoria en aquel tiempo. La identificación del club
blanquiazul nace desde el equipo, la convivencia, la cotidianidad y sus
costumbres como por ejemplo las jaranas y la devoción al Señor de los Mila-
gros como lo contrasta el Libro de Oro. Al respecto, se detalla lo siguiente:

¿Pero qué contenido tiene las relaciones de intimidad? Se puede entender, en


nuestro contexto urbano, a la intimidad como una categoría que describe un
sistema de normas, valores, y relaciones sociales en torno a la amistad mas-
culina. Así, son relaciones de amistad diferentes de la amistad a secas. En
esta última, las relaciones las relaciones no tienen mayor contenido emocio-
nal ni tampoco implica necesariamente un grado de confianza suficiente pa-
ra acercarse a pedir un favor. En cambio, la intimidad, está cargada de mu-
cha emotividad y define una serie de obligaciones mutuas. La intimidad defi-
ne, por ejemplo, relaciones de solidaridad entre amigos que se consideran
iguales. (Benavides, 2001, p.73)

Giménez (2012) sostiene la relación binomial que existe entre los


conceptos de cultura e identidad, señalando que

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Los conceptos de cultura e identidad son conceptos estrechamente interrela-


cionados e indisociables en sociología y antropología. En efecto, nuestra
identidad solo puede consistir en la apropiación distintiva de ciertos reperto-
rios culturales que se encuentran en nuestro entorno social, en nuestro grupo
o en nuestra sociedad. Lo cual resulta más claro todavía si se considera que
la primera función de la identidad es marcar fronteras entre un nosotros y los
“otros”, y no se ve de qué otra manera podríamos diferenciarnos de los
demás si no es a través de una constelación de rasgos culturales distintivos.
Por eso suelo repetir siempre que la identidad no es más que el lado subjetivo
(o, mejor, intersubjetivo) de la cultura, la cultura interiorizada en forma espe-
cífica, distintiva y contrastiva por los actores sociales en relación con otros
actores. (Giménez, 2012, p.72)

Este concepto lo podemos contrastar en el entorno aliancista de ini-


cios del siglo XX, cuyo entorno social fue un grupo de muchachos del mismo
barrio, con problemas equitatios y aspiraciones cotidianas, siendo considera-
dos como una familia, según el Libro de Oro (2001). Del carácter grupal,
pertenecieron a un club de fútbol con 25 años de fundación y 15 años de jugar
en el campeonato de la liga peruana, la cual ya habían pasado jugadores entre
ellos jugadores cholos, inmigrantes italianos, afrodescendientes y criollos que
por tradición oral compacta le dejaron un legado futbolístico a la generación
aliancista que Panfichi y Leveau categorizan como el equipo de oro al cuadro
íntimo de 1927-1940. Y su respectiva sociedad, se puede entender desde la
cultura popular, diversiones, jaranas, procesiones y sus oficios o empleos que
identificaban a estos jugadores que pertenecían a los sectores populares.
Stein (1986) sostiene que la identificación de los grupos afrodescen-
dientes en Lima radicaba en el culto al Cristo Morado y el seguimiento al
club Alianza Lima, a esto se le puede sumar lo que menciona Muñoz acerca
de las fiestas carnavalescas estudiado por Sonke Hansen (2014), con relativo a
esto Stein nos menciona:

Hasta ahora hemos buscado la imagen y la auto imagen del afroperuano en


las referencias de individuos que expresan una ideología ambivalente acerca
del negro en el Perú. Se trataba, pues, de una ideología con una corriente
dominante de desprecio, temor, desconfianza y autonegación, y otra contra-
ideología algo subversiva y conflictiva que valorizaba ciertas características
negroides. Pero para rescatar esta imagen compleja y ambigua del significa-
do de ser negro en el Perú se requiere una metodología supra individualista;
se necesita comprender lo negroide como expansión de la colectividad, Esta
historia colectiva que nos propondremos a reconstruir aquí, enfatiza sobreto-
do en dos instituciones negroides centrales; el culto religioso al Señor de los
Milagros y el club de fútbol Alianza Lima. (Stein, 1986b, p.219)

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El autor, además, detalla el tema de la polaridad racial, una proble-


mática de la herencia colonial, donde las bases del virreinato establecieron a
los africanos incorporados al nuevo territorio americano, una condición de
esclavitud por la mano de obra que suplantó a los indígenas. Stein hace hin-
capié que este aspecto, detallado al inicio, se perdió en la memoria colectiva
de la etnia afrodescendiente en Lima para el siglo XX, porque sus agrupacio-
nes eran pequeñas y estaban dispersos en todo el territorio nacional, princi-
palmente en la costa. Asimismo, Stein realizó un estudio sociodemográfico
de la composición negroide en Lima durante los primeros años del siglo XX,
en la cual plantea la cuestión racial que fue netamente biológico, y lo étnico
que representó la mistura racial y su concentración en una determinada loca-
lidad que para este estudio es Lima.
Aproximadamente el 30% de la población afro en el Perú radicaba en
la capital; sin embargo, se notó un aparente descenso demográfico de la po-
blación negra, esto fue la respuesta que se acostumbró a que los negros se
autodenominen como mestizos en las cuestiones censales, donde perdieron
su identidad afro, pero que en la práctica conservaron aun sus manifestacio-
nes culturales, a lo que el autor menciona como la fluidez racial. En la confi-
guración urbana limeña que abarcó los primeros treinta años del siglo XX, se
notó que la concentración mayoritaria de los afrodescendientes estuvo en los
distritos rurales-agrícolas. Sin embargo, el 82% de los negros en Lima estaban
en las localidades urbanas como La Victoria, el Rímac y Lince. Esto explicó
el proceso migratorio que se dio en la ciudad de Lima, en aquel entonces, por
la cuestión de la pequeña industrialización que atravesó y las mayores opor-
tunidades laborales.
Según examina Stein, las oportunidades de trabajo de los grupos
negroides se dieron en los oficios como obreros, agricultores, taxistas y en las
construcciones. Este último aspecto ligado a las obras públicas del gobierno
del Oncenio y la modernización de la ciudad. Para los afrodescendientes las
ocasiones laborales se daban por herencia o lazo de parentesco y por redes de
amistad, dentro de una sociedad en la cual el nivel económico favoreció a los
blancos, donde impusieron los prejuicios raciales para establecer la decencia
del trabajo. El 20% de la población afro la conformaban obreros que trabaja-
ban en las principales fábricas de Lima.
Otro aspecto importante que se puntualiza en Lima Obrera (1986) es
la condición del adobero, ejemplificando del jugador aliancista el caso de
Miguel Rostaing, por la exigencia física que representó y las mínimas reposi-
ciones salariales. Siendo para la elite, trabajos que no representaban un esta-

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tus en la sociedad, estando al margen del desarrollo que atravesó en otros


contextos. Con referente a esto, el discurso de los pensadores de la época fue
importante para la determinación racista y discriminatoria de aquel entonces,
en la cual se valoró más a lo andino que a lo afro. Paradójicamente, creó una
atmósfera sentimental en los ideólogos del veinte por la culpa de la margina-
ción social a lo afro. Eso se representó en un artículo del diario El Comercio,
en 1900, donde se refiere que “la piel oscura tiene un carácter arbitrario de la
oscuridad moral asignada está inserto al alma pura de victimización de lo
afrodescendiente” (Stein, 1986, p.172).
Canclini (1998) define a las prácticas culturales como eje de la cultu-
ra popular en una sociedad determinada, en su estudio para el caso mexicano
donde detalla que lo popular es una creación espontánea del pueblo a partir
de su memoria que es convertida en mercancía o en un espectáculo exótico
que se va reduciendo por la curiosidad de los turistas. En este ámbito, el
fútbol fue un deporte inglés que se difundió en todos los sectores de la pobla-
ción limeña polarizada socialmente y fue acogido en los sectores populares
como parte de una práctica cotidiana en el aspecto de la recreación y el ocio,
además de la competencia masculina.
Nosotros interpretamos “lo popular” como el seguimiento a las
mayorías, para el caso de Lima entre 1927 y 1936, los sectores socioeconómi-
cos de la población mayoritaria eran los pobres y la clase media. Sin embar-
go, el fútbol como práctica de la élite se masificó. Esto contrasta con el texto
de Nolbert Elías (1983), quien plantea que la práctica deportiva es producto
de las sociedades industriales como pasatiempos a la rutina laboral diaria. El
balompié es el resultado del capitalismo inglés en su etapa imperialista a fines
del siglo XIX.
Siguiendo con lo anterior, el autor hace énfasis que la cultura sirve
como un elemento para comprender, reproducir y transformar el sistema so-
cial, como también para construir y elaborar la hegemonía de cada clase, esto
último para la absorción de la ideología dominante. David Parker lo ejempli-
fica con el caso de los “huachafos” quienes eran indígenas de la época que se
enriquecían informalmente y se acoplaban al estilo de vida decente arbitrario
por la élite. Otro caso ejemplificador es el argumentado por Stein (1983),
quien refiere sobre los negros que se autodenominaban mestizos para ganar
un estatus más en la sociedad de la capital.
El capitalismo reestructura el significado de las creencias y prácticas
cotidianas a fin de integrar a las clases populares en el desarrollo capitalista,
como infiere el autor. Sin embargo, en nuestro contexto la situación es dife-

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rente debido a que los ideólogos de los 900, como Francisco García Calde-
rón y Clemente Palma, plantearon que la problemática del Perú radicaba en
la multiciplidad de sus razas porque representaban la mayoría y por ello, los
cambios desde arriba no se pudieron dar a corto plazo. El capitalismo se
relaciona con la expansión de la cultura materialista de occidente impuesta en
nuestro contexto desde la llegada de los españoles hasta la incorporación del
Perú dentro del desarrollo económico mundial.
En la revista Mundial del 23 de agosto de 1929, se plasmó una carica-
tura donde la afición y el público de entonces reclamaban por los jugadores
aliancistas que habían sido desafiliados y la importancia que ellos tenían para
el nivel competitivo de la Selección peruana. En la coladera representativa
donde se exprime a los jugadores de la Selección se rescata o se quiere convo-
car a los jugadores aliancistas como: Valdiviezo, Neira, Pardón, Moquillón,
Villanueva y Lavalle (ver Figura 18). Se jugó un partido de fútbol entre la
Selección del 29 frente al Alianza a fines de mayo de 1930, destacando lo
siguiente:

Un nuevo y definitivo triunfo para el glorioso equipo del Alianza Lima fue el
match que sostuvo el útimo domingo con el Seleccionado de 1929, que tuvo
a su cargo la representación del perú en el Campeonato de Buenos Aires. El
popular team de los íntimos ganó dos a cero y dejó la impresión de que al no
todos, algunos de sus miembros, hubieron ido al troneo internacional, otro
hubiera sido la suerte de los colores naconales. (Mundial, 1929, p.30)

La FPF levantó el castigo que se les impuso a los jugadores aliancis-


tas, siendo celebrado por la opinión pública quienes que argumentaba la
ausencia de los jugadores íntimos en la Selección debido a la falta de orga-
nización de la Federación. Asimismo, la pésima actuación en el sudame-
ricano de Buenos Aires se explicaba por la no presencia de los aliancistas. La
revista Mundial detallaba dentro de sus páginas el artículo informativo
titulado: “¡Alianza, rah, rah, rah!”.
Entre mayo y junio de 1930, meses previos a la participación mun-
dialista del representativo peruano en Uruguay, el diario El Comercio realizó
una encuesta de quién debía ser el equipo titular que nos representaría. Se
reflejó la preferencia de jugadores del Alianza Lima y de la Federación
Universitaria como De las Casas; no obstante, casi el 100% de los encuesta-
dos planteaban en sus listados al arquero Valdivieso y José María Lavalle
junto a Alejandro Villanueva como delanteros. El Club Alianza desde lo
sociocultural por su carácter externo de festividades, jaranas y diversión con

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el fútbol, se identifica con lo limeño popular de la época. Políticamente y


producto de su popularidad y forma de juego, se agregó al nombre original
“Sport Alianza” el concepto “Lima” y “Sport”, nomenclatura inglesa que
tenían la mayoría de los equipos en la liga de ese entonces, desapareció. Tuvo
que ver la influencia de Juan Bromley, dirigente del cuadro aliancista y ligado
a la Municipalidad de Lima por 1928-1929, en representar en el escudo de
Alianza las tres coronas del emblema de la ciudad.

Figura 18. Caricatura de portada. Fuente: Mundial, 23 de agosto de 1929.

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Cuenta José María Lavalle en una entrevista para la revista Equipo en


setiembre 1949, que casi toda su vida jugó en Lima y los duelos esperados
eran ante los de la Universidad, y fueron esos duelos los más esperados por
parte de la población. Según Pulgar Vidal (2014), la rivalidad entre obreros y
estudiantes representados en los cuadros de Alianza Lima y la Federación
Universitaria de Fútbol fue la manera antagónica de representar la rivalidad
social de estos grupos y el fútbol democratizaba estos aspectos, borrando
jerarquías externas. Estos enfrentamientos marcaron una identidad dentro del
imaginario limeño desde esta época. Finalmente, la consagración de Alianza
Lima durante los torneos de 1931, 1932 y 1933 acrecentó el apego popular a
partir de su identidad y estilo de juego que simpatizaba al público espectador;
además de la gira exitosa aliancista por tierras chilenas en 1935.

Conclusiones

Los factores que influyeron en la construcción de una identidad con el Club


Alianza Lima fueron que los jugadores aliancistas de los años 20 pertenecie-
ron a los sectores populares de la sociedad limeña y la evolución de su
popularidad se debió al boom triunfalista de los años 30 y la presencia de
jugadores afrodescendientes en la Selección Peruana de Fútbol. El contexto
en el cual se construyó una identidad aliancista fue durante el Oncenio de
Leguía, donde los espectáculos deportivos primaban como medio de control
de la sociedad. La identidad macro fue una identidad limeña que se cons-
truyó a partir de la opinión pública con el tema de la desafiliación del Club
Alianza Lima en 1929. Esta injusticia se expresó en los medios y justificó la
falta de competitividad que dio la representación nacional en el sudamericano
de Buenos Aires; además de la aprobación de la mayoría de jugadores alian-
cistas para que integraran la selección nacional durante el Mundial de Uru-
guay 1930.

Fuentes

Revista Mundial, 1928-1930

Diario El Comercio, mayo 1930

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