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Para cumplir este punto, voy a comentar el problema del tratamiento de agua
residuales, un tema casi trillado, pero quisiera exponer como políticamente lo
tratan como una solución moderna, eficaz y eficiente, pero que sin embargo
muchas veces lo hacen desde la ética antropocéntrica, vieja y equivocada.
Problema:
Las aguas residuales, son la suma de aguas cloacales y otras aguas
contaminadas, ya sea por industrias u otro motivo. El problema con estas
aguas es que además de ser altamente contaminantes de las napas freáticas,
son causales de muchas enfermedades si no son tratadas, ya que se corren
por los suelos.
Solución desde la ética antropocéntrica:
La solución mas común que es planteada en países en desarrollo o
tercermundista, es la de instalar grandes centros de tratamiento de aguas. Esto
es hacer llegar las cloacas hasta una planta de tanques enormes, y, por
diferentes métodos, decantación y tamizados, rayos UV, tratamientos químicos,
y biológicos, etc., se acondicionan las aguas para ser liberadas a un receptor
(por lo general un río), donde naturalmente se terminará de depurar y el agua
seguirá su curso al mar.
El problema de esta solución es que solo está pensada desde el punto de vista
del hombre, las aguas que son liberadas al final del proceso, por supuesto que
no son peligrosas al humano en primera instancia, más si las se las llevan río
abajo, pero siguen siendo contaminantes. Confían en los causes pedregosos
de los ríos para actuar como filtro para que la contaminación no llegue a la
ciudad rio abajo, pero los contaminantes no se van de entre las piedras.
Un ejemplo de ello es que en el Rio Negro, a la altura de General Roca, está
prohibido bañarse por los niveles de contaminación provocados por las
ciudades de rio arriba.

Solución desde la ética biocéntrica:


En países como Israel, donde no hay ríos que transporten los “desechos” de
los desechos cloacales, han implementado un sistema de tratamiento de aguas
más eficiente ecológicamente: reactores biológicos.
El sistema de red cloacal e industrias contaminantes tienen distintas redes,
pero ambos confluyen en biorreactores. Estos biorreactores se encargan de
purificar todo el material que les llega al nivel de obtener agua de riego, el cual
devuelven en una red separada al de agua potable.
Los biorreactores están en manos de empresas privadas, al igual que el
transporte desde las industrias contaminantes (por lo general el transporte es
por cañería). El estado se encarga solamente de la red cloacal, y de controlar
que una empresa contaminante halla contratado una empresa de transporte y
una de descontaminación; también controla a cada una de las dos operarias.
Las empresas que poseen biorreactores además de cobrar un canon a la
empresa contaminante venden agua tratada para riego al estado.
De esta manera, no solo se protege al humano de su propia contaminación,
sino que favorece al medio ambiente al convertir aguas residuales en aguas de
riego.

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