Está en la página 1de 53

Gracia a Vosotros.

McArthur

Una lección viva del perdón


Filemon: 1-3
Esta mañana vamos a comenzar con un estudio de un nuevo libro en el Nuevo
Testamento, el libro de Filemón. Y quiero que abra su Biblia en este libro. Es un libro
muy breve. Un capítulo, veinticinco versículos, una lección acerca del perdón. El breve
libro de Filemón, para aquellos de ustedes que están ahí buscándolo en el índice de su
Biblia, se encuentra entre Tito y Hebreos.

De todas las cualidades humanas que hacen de los hombres en algún sentido como Dios,
ninguna es más divina que el perdón. Dios es un Dios de perdón. De hecho, en Éxodo,
capítulo 34, Dios se identifica a sí mismo de esa manera. El versículo 6 dice: “Después
Jehová pasó frente a él” -éste es el Señor hablando de sí mismo- “Jehová, Jehová Dios,
misericordioso y compasivo, tardo para la ira y grande en misericordia y verdad, que
guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado.”
Él dice: “Yo soy el Dios del perdón, ese soy Yo.” Salomón dijo: “Honra del hombre es
pasar por alto la ofensa,” Proverbios 19:11. El hombre nunca es más como Dios que
cuando él perdona.

Ahora, el tema del perdón es, obviamente, enfatizado a lo largo de las Escrituras. Pero
hay algunos puntos enfatizados cuando vemos el perdón de Dios subrayado. Uno de
ellos, quizás el más conocido, es la historia del hijo pródigo de Lucas 15. Solo voy a
hacer referencia al mismo porque sé que usted conoce bien la historia. Un padre tenía
dos hijos; y uno de sus hijos estaba cansado de estar en la casa del padre y quería irse y
vivir solo y llevar toda su herencia. Y así lo hizo, se fue de la casa, desperdició todo su
dinero en el pecado y después, cuando llegó al punto bajo de la vida, quiso regresar y
sólo ser un siervo en la casa de su padre, ya que ser un siervo en la casa de su padre
sería mejor que ser aquel en quien se había convertido. Ese hijo no era diferente de
muchos hijos: avaro, ansioso por tener sus manos en las riquezas que él no se había
ganado, tan insensato en términos humanos en el modo en el que él utilizó el dinero en
una vida disoluta con aquellos que lo explotaron y lo dejaron en la miseria cuando se le
acabó el dinero. Pero lentamente, llegó a entender lo que había pasado porque estaba
muriéndose de hambre en una pocilga que realmente reflejaba su vida. Y después, vino
el despertar. Él dijo: “Los siervos de mi padre viven mejor que yo, me levantaré e iré a
mi padre.”

Parece en la historia del hijo pródigo que el joven no esperaba ningún tipo de perdón. Él
sólo esperaba algún tipo de tolerancia suave. Lo único que quería era la oportunidad de
decirle a su padre que había sido un vago y que no era digno ya de ser llamado su hijo;
pero, ¿podrías hacerme tu esclavo? Sé que he desperdiciado y he perdido todo para
hacer tu hijo, pero, ¿podría ser tan sólo un esclavo? Lo único que quiero es un techo
sobre mi cabeza y lo único que quiero es un poco de comida mejor que la de los cerdos.
Y entonces, él comenzó a regresar. Y es entonces que Jesús nos enseña cómo perdonar.
El padre ni siquiera esperó a que el hijo llegara allí. Él corrió hacia él dijo cuando lo vio
venir en la distancia. Sus palabras no fueron groseras. La Biblia dice que cayó sobre su
cuello y lo besó repetidamente. Y entonces, Jesús nos dice cómo es el corazón del
perdón. Está dispuesto, es pronto a perdonar, no lento. Ni siquiera espera a que llegue el
pecador. De hecho, cuando usted lo ve que se acerca desde lejos, usted corre a
encontrarlo y usted lo abraza y lo besa. Y cuando él comienza a decir ‘lo siento’, usted
difícilmente escucha eso, ni siquiera le da tiempo para terminar. Usted simplemente lo
abraza, lo ama, le da el mejor atuendo, le coloca un anillo en su dedo, saca la mejor
comida del congelador, cocina la mejor comida que usted puede preparar, enciende la
música, se regocija con sus amigos y orgullosamente, invita a que todo el mundo venga
la celebración de su hijo que ha regresado. Así es como Dios perdona. Así es como Él
quiere que nosotros perdonemos.

El Señor nos advierte también a partir de esa historia del hijo pródigo, que dicho perdón
no será valorado. Un perdón así será malentendido. Usted preguntará cómo eso es
posible. Bueno, usted recordará, no es cierto, que el hijo que no fue a ningún lugar no
valoró esto y estaba enojado con su padre por ser tan perdonador. Y hay muchos hijos
que están, en cierta manera en la casa, quienes se enojan y lo llamarán un necio por un
perdón tanto torpe y le dirán que debería mandarlo de regreso a pocilga en donde él
pertenece. Pero el padre perdonador sólo puede decir que él ama y siempre amará
inclusive al que no merece el perdón.

A partir de esa historia, aprendemos cómo es que Dios perdona - de manera dispuesta,
total, generosa. Y es sorprendente que en base de eso, que cuando Jesús nos enseñó a
orar, las mejores palabras en las que Él podía pensar para nosotros, que tenemos una
necesidad tan grande de ser perdonados, fueran las palabras: “Perdona nuestras deudas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Esas palabras realmente
colocan nuestros pies en el fuego. Nos dicen que el perdón de Dios hacia nosotros se
basa en nuestro perdón a otros. Santiago lo expresó de esta manera en el capítulo 2,
versículo 13: “Habrá juicio sin misericordia para aquellos que no han sido
misericordiosos.” O, tomándolo en una nota positiva, las bienaventuranzas dicen:
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia.” ¿Quiere
misericordia? Extiéndala. ¿Quiere perdón? Extiéndalo y perdone como Dios, porque
usted nunca se parece tanto a Dios como cuando usted perdona.

Escuche nuevamente las palabras de Jesús en la oración de Sus discípulos en la oración


de Mateo. Mateo lo dice de esta manera: “Y perdona nuestras deudas como también
nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.” Y después, él dice: “Porque si
perdonáis a los hombres sus transgresiones, vuestro Padre celestial también os
perdonará a vosotros, pero si no perdonáis a los hombres, entonces vuestro Padre no
perdonará vuestras transgresiones.” Usted no perdona, usted no es perdonado.

Ahora, cuando Pablo estuvo en su primer encarcelamiento romano, él escribió varias


cartas, estas son Efesios, Colosenses y Filipenses. Llamamos a esas ‘las epístolas de la
prisión’ porque fueron escritas desde la prisión, un encarcelamiento del cual Pablo fue
liberado más tarde y después, otro encarcelamiento en el cual habría sido martirizado.
Pero el primer encarcelamiento en Roma fue la ubicación en la que Pablo escribió estas
epístolas muy conocidas. Particularmente, Efesios y Colosenses nos interesan porque
están relacionadas con esta pequeña carta de Filemón. Tanto en Efesios como en
Colosenses hay un fuerte énfasis en el tema del perdón. Quiero mostrarle eso, así que
tome su Biblia por tan sólo un momento y acompáñeme a Efesios, capítulo 4, versículo
32. Y aquí, el apóstol Pablo le dice a los creyentes efesios - y claro, ésta fue una carta
circular que fue por toda Asia menor. Pero él dice a todos nosotros: “Antes sed
benignos unos con otros, misericordiosos” - y aquí está el mismo principio –
“perdonándoos unos a otros, así como Dios en Cristo también nos ha perdonado.”

En Colosenses, capítulo 3, esta carta escrita a la Iglesia en Colosas y también circulada


en la Iglesia en Laodicea, y sin duda otras, capítulo 3, versículo 13 dice: “Debemos estar
soportándonos unos a otros y perdonándonos unos a otros. Si alguno tuviere queja
contra otro, así como el Señor os ha perdonado, así también vosotros.”

Ahora, si usted une todo esto, usted llega a tener la idea tan clara de que Dios es un Dios
perdonador y ustedes tienen que ser personas perdonadoras. Eso es básico. De hecho,
Dios lo ha perdonado a usted y así usted también debe perdonar. Ese es un principio. El
otro es que Dios lo perdonará usted si usted perdona. Y entonces, por un lado las
Escrituras dicen que Dios lo ha perdonado a usted, por lo tanto, perdone. Y por otro
lado, las Escrituras dicen que si usted no perdona, Dios no lo perdonará a usted y usted
habrá violado la relación, la comunión que usted podría disfrutar con Dios. El Señor ha
perdonado todos nuestros pecados y por lo tanto, Pablo dice, debemos perdonarnos unos
a otros. Y si no lo hacemos, seremos disciplinados por Dios. Ese es el mensaje simple y
claro.

Ahora, este principio es presentado en una perspectiva muy clara en Mateo 18 y quiero
llevarlo ahí y vamos a hacer todo esto para llegar a Filemón. Quiero mostrarle en Mateo
18 cómo es que este principio es ilustrado en una parábola. Y usted la conoce, si usted
estuvo en nuestro estudio de Mateo. Mateo 18, Pedro le dice el Señor en el versículo 21:
“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano
que peque contra mí? ¿Hasta siete?” El rabino dijo tres, entonces Pedro pensó que él
estaba siendo muy generoso. Versículo 22 de Mateo 18: “Jesús le dijo: No te digo hasta
siete, sino aun hasta setenta veces siete.” En otras palabras, perdona tantas veces como
alguien peca contra ti. Simplemente, continúa perdonando de manera interminable.

Y después, él cuenta una parábola que presenta el punto. Y es una parábola que presenta
a Dios y el pecador. El rey en la parábola es Dios. El hombre que le debe la deuda
grande es el pecador. Versículo 23: “Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un
rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue
presentado uno que le debía diez mil talentos.” Esta es una deuda impagable. Una deuda
enorme que él nunca podría haber pagado. “A éste, como no pudo pagar, ordenó su
señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.”
La deuda era demasiado grande, pero si vendía a todas estas personas a la esclavitud, al
menos el rey podría obtener algo. El hombre obviamente lo había defraudado.
Probablemente, era uno de esos siervos quien era un recaudador de impuestos y quien
estaba a cargo de grandes cantidades de dinero; y había defraudado al rey y ahora lo
había perdido todo y no tenía medio de pagar. Y él dijo: ‘bueno, si no puedo recibir lo
que me debe, voy a obtener lo que pueda y entonces, vendan a toda su familia a la
esclavitud y por lo menos denme eso.’

Versículo 26: “Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten
paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.” El tuvo un corazón correcto, él tenía un
espíritu dispuesto. Aunque él no podía haberlo hecho, su intención era correcta. “El
señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.” Ese es
Dios y el pecador. Cuando el pecador viene delante de Dios y está convencido por su
deuda impagable, él está convencido de su pecado, Dios le dice que no tiene medios
para pagarle, ‘debes ser enviado al infierno, debes pagar lo que puedas aunque nunca
podrías pagarme lo que me debes.’ Y eso es lo que es el infierno, por cierto, es pasar la
eternidad pagando lo que usted podría pagar, lo cual nunca paga la deuda de lo que
usted debe de manera total, porque usted ha afrentado a Dios de una manera tan grande
como alguien que rechazó a Su Hijo.

Pero este rey es compasivo y cuando él ve la disposición del hombre, él le perdona la


deuda. Ahora, aquí viene el punto. “Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus
consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo
que me debes.” No era una deuda grande. Lo aferró y comenzó a ahogarlo y a decirle
que le pagara lo que le debía. Y la gente que estaba escuchando a Jesús contar la
historia, en este punto, habría estado enojada. “Entonces su consiervo, postrándose a sus
pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no
quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.”

Esto es impensable. Aquí está un hombre a quien se le ha pagado una deuda inmensa
quien se voltea y no quiere perdonarle a alguien una deuda pequeña. “Viendo sus
consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo
lo que había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda
aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia
de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?” Y aquí está ese principio. ¿Quiere
misericordia de Dios?, muestre misericordia. ¿Quiere el perdón de Dios?, sea
perdonador. “Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase
todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de
todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.”

Hombre, ¡qué historia! ¡Qué historia! Esa parábola es tan severa que hay muchas
personas que concluyen que el principio que Jesús enseña no podría posiblemente
aplicarse a un cristiano. Pero se aplica. Porque el hombre que no quería perdonar al
esclavo ya era un hombre perdonado. Dios ya lo había perdonado, él es un hijo de Dios.
Pero lo que eso nos dice es que el Señor algunas veces trata de manera muy dura con
Sus propios hijos que no perdonan a alguien más. Aquel a quien Dios ama, Él disciplina
y azota a todo hijo que tiene, dice Hebreos 12. Y una de las razones por las que Él
disciplina y nos azota y hace que la vida sea tan difícil y llena de aflicción es porque
tenemos un corazón no perdonador hacia alguien. Los cristianos, entonces, deben
perdonar. Ese es el principio enseñado en las Escrituras, ese es el principio ilustrando la
naturaleza de Dios en la parábola del hijo pródigo y ése es el principio ilustrado en esta
parábola que es el caso de todo creyente.

Este es un tema, creo yo, no sólo de bendición y comunión con Dios, sino que es un
tema de la seguridad de la salvación. Thomas Watson escribió hace muchos años atrás
una declaración muy interesante. Él dijo, y cito: “No necesitamos subir al cielo para ver
si nuestros pecados son perdonados. Veamos nuestros propios corazones y veamos si
podemos perdonar a otros. Si podemos, no necesitamos dudar de que Dios nos ha
perdonado.” Fin de la cita. Thomas Adams escribió, y cito: “El que demanda
misericordia y no muestra nada de misericordia, arruina el puente por el cual debe
pasar.” Fin de la cita.
Entonces, hay un principio en las Escrituras y es este: Usted nunca se parece tanto a
Dios como cuando usted perdona. Y dicho perdón debería ser fácil para usted, porque
usted ha sido perdonado. Y si usted no perdona, entonces se coloca a usted mismo en
una posición de disciplina por parte de Dios, severa. Ahora, la prioridad del perdón no
es sólo dada en las Escrituras, en principio, sino que es dada en las Escrituras en
parábola; y también, es dada en las Escrituras en términos personales. Y está en el libro
de Filemón. Veámoslo.

Aquí está la carta más corta de los escritos inspirados de Pablo y el tema primordial del
perdón se presenta no en principio, no en parábola, sino en un caso personal. El hijo
pródigo no es una historia verdadera. El rey y el siervo no es una historia verdadera.
Esas simplemente fueron parábolas inventadas por Cristo para presentar un punto. Esta,
es una historia verdadera. Ahora, vamos a ver el principio encarnado. Leamos los
primeros tres versículos.

“Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador


nuestro, y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la
iglesia que está en tu casa: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor
Jesucristo.” Ahora, esta es una introducción paulina muy típica. Comienza con la
palabra Pablo. Las cartas antiguas siempre comenzaban con el nombre de la persona que
las escribía, lo cual tiene sentido. Usted recibe una larga carta y usted tiene que pasar
por varias páginas hasta saber de quién es. Pero nunca en tiempos antiguos, siempre
comenzaban con el nombre del hombre o la mujer que la escribió. Señala entonces que
esta es del apóstol Pablo. Usted puede imaginar que cuando Filemón recibió esta carta
él dijo: ‘¿Pablo?’ Su adrenalina comenzó a fluir. Su corazón comenzó a latir muy
rápidamente porque Pablo no sólo era el gran apóstol que todos conocían y Pablo no
sólo era el que había, en un sentido, fundado la Iglesia primitiva en Colosas, en donde
Filemón vivía, sino que Pablo había, de manera personal, llevado al hombre a Cristo. Y
entonces Pablo se identifica a sí mismo y ciertamente, hace que el corazón de Filemón
lata a mayor velocidad.

Pablo se identifica a sí mismo como prisionero de Cristo Jesús. Esta es una nota que nos
dice que él estaba en prisión. Este es el mismo lugar desde donde escribió Filipenses,
Colosenses y Efesios. Esta es la cuarta de las epístolas de la prisión, una breve carta a
un individuo y la única de esas cuatro escrita a un individuo. Y Pablo dice: “Yo soy un
prisionero de Jesucristo”. Él nunca se identifica a sí mismo de esa manera para
comenzar ninguna de sus otras epístolas. Usualmente, él quería identificarse a sí mismo
como un apóstol, como alguien que había sido llamado por Dios, como siervo de
Jesucristo, para establecer algo de autoridad sobre ellos. Para enfatizar su llamado y
enfatizar su autoridad. Por cierto, él inclusive hizo eso, en sus cartas a Timoteo. Aunque
eran cartas personales, que él estaba escribiendo a un individuo e inclusive en su carta a
Tito. En esas cartas, aunque eran cartas personales como esta, él todavía menciona su
apostolado porque tenían que recibir su autoridad e implementarla en la vida de una
Iglesia que necesitaba corrección y dirección y necesitaba venir a través de ellos como
una palabra con autoridad por parte de Pablo.

No obstante, esta no necesita eso. Él no está estableciendo algún mensaje de autoridad


sobre la Iglesia; él está hablando de manera tierna, personal, cálida, compasiva a un
amigo. Y esta es una apelación a su corazón, una apelación a su compasión, a su amor.
Y entonces, no hay necesidad de referirse a su posición apostólica o su llamado o
autoridad. Él dice ‘yo soy prisionero de Cristo Jesús’. Es una nota maravillosa porque es
la manera en la que usted esperaría que Pablo reaccionara a los romanos. Los romanos
pensaban que él era un prisionero de Roma. Ellos lo habían capturado. Lo habían
encarcelado. Él estaba bajo su autoridad. Pero desde su punto de vista, él era un
prisionero de Jesucristo. Él estaba en la cárcel porque Cristo lo colocó ahí, no porque
Roma lo puso ahí. Y si en algún momento usted tiene dudas acerca de eso, lo único que
tiene que hacer es recordarse a sí mismo de algunas de las cosas que él dijo mientras
que estuvo en la prisión, específicamente está al final de Filipenses: “Saludad a todo
santo en Cristo Jesús, todos los santos os saludan, especialmente los de la casa de
César.” El Señor lo tenía en la prisión y mientras que él estuvo ahí, él estaba
evangelizando la casa de César.

En varias ocasiones en Efesios, capítulo 4, versículo 1, capítulo 6, versículos 19 y 20,


como también Colosenses, capítulo 4, él se refiere a sí mismo como un prisionero. Pero
fue debido a predicar a Cristo y fue por causa de Cristo y fue por la voluntad de Cristo
que él fue un prisionero. Y él está diciéndole esto a Filemón, y creo que esto es muy
sabio porque él realmente está diciendo de manera algo sutil a Filemón: “Mira, Filemón,
si puedo hacer esto por Cristo, ¿puedes hacer tú por él lo que yo te pido? Si yo puedo
soportar la tarea más dura de estar en esta prisión, ¿puedes hacer la tarea más fácil que
te voy a pedir que hagas y esto es perdonar?” Pablo es muy sabio. Él tiene mucho tacto.
Porque tan pronto como Filemón escucha la palabra Pablo, su amor comienza a hervir.
Y tan pronto como él lee “un prisionero de Cristo Jesús”, sus ojos podrían llenarse de
lágrimas conforme piensa en este amado hombre que lo llevó a Cristo, este gran apóstol,
llevando el dolor y la agonía del encarcelamiento. Y conforme él piensa acerca de todo
lo que Pablo ha sufrido para llevar el Evangelio a personas como en él, esto debe tener
un efecto en su disposición de hacer lo que Pablo le pide que haga.

Y después, Pablo incluye: “Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo…”


Timoteo no es el coautor. Timoteo es simplemente un compañero que está presente, un
hermano en Cristo. Timoteo había estado con Pablo en su tercer viaje misionero -
Hechos capítulo 19. Él estaba familiarizado con los creyentes en Colosas,
probablemente había conocido a Filemón y entonces, esta sería una palabra de alguien
que Filemón conocía. Pero hay otros con Pablo que Filemón pudo haber conocido.
Digo, estaba, hasta donde podemos saber, si unimos todo lo que está pasando aquí en
Roma, estaba Tíquico, Epafrodito, Aristarco, un compañero de prisiones. Estaba
Marcos, estaba Jesús Justo, estaba Epafras, estaba Lucas y estaba Demas. ¿Por qué no
habla de estos hombres? ¿Por qué no hace una referencia a ellos? Bueno, lo hace al final
de la carta. Pero al principio de la carta, él menciona a Timoteo. Y al resto de ellos, los
menciona al final de la carta.

¿Por qué? Yo creo que es porque Timoteo con frecuencia sobresalía en la parte de
introducción de la carta porque Pablo sabía que algún día, él le iba a entregar la estafeta
del liderazgo espiritual primordialmente a las manos de Timoteo y él quería colocar a
Timoteo en el lugar de alguien que tuviera la función de un líder. Y entonces, él se
identificó con Timoteo de cerca, muy de cerca, de hecho, consigo mismo.

Y entonces, es de Pablo, junto con el saludo de Timoteo a Filemón. Este es el hombre


quien es la cabeza de una familia Colosas. Colosas era una ciudad pequeña. La Iglesia
ahí probablemente era muy pequeña. Y la Iglesia se reunía en su casa. Entonces,
sabemos que él era un hombre rico. La mayoría de las personas en el Imperio Romano
que se convertían en cristianos eran esclavos. Algunos de ellos eran hombres libres, esto
es esclavos antes y ahora, eran libres. Había pocos que eran ricos, no muchos nobles, no
muchos poderosos. Y cuando usted tenía una persona rica que se convertía, tenían una
casa. Los esclavos y los hombres libres no tenían cosas así. La mayoría de los hombres
libres vivía en apartamentos o en cuartos y pagaban una suma modesta. La gente rica
era dueña de sus propias casas.

Entonces, aquí hay un hombre con cierta capacidad económica que tiene a la Iglesia
reuniéndose en su casa. Él lo llama nuestro hermano amado y colaborador. Y eso
significa nuestro querido amigo, una descripción familiar que Pablo utiliza tanto acerca
de individuos como grupos, agapētos, el amado. Colaborador, simplemente nuevamente
un término utilizado por Pablo muchas veces para hablar de personas que trabajaron con
él. Entonces, aquí hay un hombre que él amaba y un hombre que había trabajado junto
con él.

Ahora, esta amistad probablemente se desarrolló en Éfeso - simplemente como una nota
-porque Pablo nunca fue a Colosas. Cuando dije que él fue responsable de haber
fundado la Iglesia ahí, fue porque él fundó a Éfeso, se quedó ahí tres años y a partir de
Éfeso, todas estas iglesias en Asia Menor fueron plantadas. Sin duda alguna, durante el
tiempo que Pablo estuvo en Éfeso, este hombre fue convertido, llegó a conocer a Pablo
de un modo personal, aunque él vivió a algo de distancia en la ciudad pequeña de
Colosas. Entonces, a partir de ahí habían desarrollado una amistad. Y ahora Pablo va a
arriesgar su amistad. Realmente lo hará. Esta es una carta directa. Él va a pedirle
Filemón que haga algo en el área del perdón que es crucial.

Además, el versículo 2 dirige la carta a Apia, nuestra hermana. Sin duda alguna, es su
esposa. La mejor lectura es “Apia, nuestra hermana, nuestra hermana en Cristo”. Y
nuevamente, esta ciertamente es la esposa de Filemón y también una amiga de Pablo. Y
después, él dice: “a Arquipo nuestro compañero de milicia”. Lo más probable es que
éste era su hijo. Su hijo, Arquipo, un hijo mayor y un cristiano noble quien había estado
al lado de Pablo en la batalla espiritual en algún lugar, peleó valientemente en esa
guerra y es reconocido por su vida espiritual.

Ahí en Colosenses 4:17 se vuelve a mencionar a Arquipo. Nunca se vuelve a mencionar


a Filemón y tampoco a Apia. Pero a Arquipo se lo vuelve a mencionar allí en donde
Pablo escribe a la Iglesia colosense. Él le dice Arquipo: “Arquipo, cuida del ministerio
que has recibido en el Señor para que lo cumplas.” Entonces, este joven estaba en el
ministerio. No sabemos hasta qué punto, o en qué área específica. Pero aquí estaba un
padre y una madre con una Iglesia en su casa y un hijo que estaba en el ministerio. Él
había servido, sin duda alguna, en Colosas y también había servido en Laodicea, como
la nota al final de la carta a los colosenses lo indica. Entonces, esta pequeña familia es
muy importante en la vida de Pablo y con el tema del perdón en juego, se vuelve una
oportunidad para que Pablo presente un punto muy importante que el Espíritu Santo
quiere que enseñe.

Al final del versículo 2, ‘la Iglesia en tu casa’. Ahora, Pablo quería que la carta fuera
leída ahí. Era una carta privada, pero él quería que se leyera para que la Iglesia entera
hiciera que Filemón le rindiera cuentas a ellos. Por esto que Pablo le escribe, para que
todos pudieran aprender la lección del perdón y para que todos supieran cómo tratar al
hombre perdonado.
Ahora, necesito señalar para usted que cuando usted regresa en tiempos antiguos, la
mayoría de las iglesias se habrían reunido en un hogar, si no es que se estaban
reuniendo afuera. Los edificios para las iglesias no comenzaron sino hasta el siglo
tercero. Se estaban reuniendo en hogares. Esto era muy típico. Inclusive, todavía hay
lugares en el mundo en donde las iglesias todavía en la actualidad, se reúnen en hogares.
No hay nada especialmente sagrado acerca de eso, pero los edificios para las iglesias
realmente no se desarrollaron sino hasta el siglo tercero. La iglesia más antigua
conocida se ha encontrado en la parte este de Siria en un lugar llamado Dura Europos y
se cree que se remonta al año 232 d. C. Eso estaría en el siglo tercero. Entonces, en esta
época, antes de que los edificios de las iglesias fueran construidos como tales, se
estaban reuniendo en hogares. Y había una Iglesia que se reunía en su casa.

En el versículo 3 encontramos nuevamente el saludo estándar. No voy a pasar mucho


tiempo en esto. Él dice ‘gracia y paz a vosotros de Dios nuestro Padre y del Señor
Jesucristo’. Ahí está el saludo cristiano estándar típico. Gracia, el medio de la salvación,
paz, el resultado de la salvación. Y también quisiera señalar, no puedo resistir decirlo,
que cuando dice de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, la unión de estos dos
nombres sería blasfemia si Jesús fuera un hombre o ángel. ¿Puede entender eso? Esto
debe ser entendido como una afirmación de la deidad de Jesucristo. Si Jesús fuera un
hombre, hacer este tipo de combinación habría sido blasfema. Si Jesús fuera un ángel,
hacer este tipo de combinación habría sido blasfemo. Porque es decir que la gracia que
salva y paz, que es el resultado de ella, tiene como su fuente tanto de Dios como el
Señor Jesucristo. Y por lo tanto, deben ser divinas ambas. De esta manera, Pablo
introduce esta carta, la única de sus cartas desde la prisión a un individuo.

Ahora, mucho se ha escrito acerca del propósito de esta carta. Y no quiero pasar mucho
tiempo en esto, pero quiero darle una idea de cómo esta carta ha sido enfocada. Algunos
creen que el propósito de esta carta es demostrar la naturaleza del amor cristiano, y
ciertamente eso está presente aquí. Algunos sugieren que el propósito es revelar la obra
de la providencia de Dios y ciertamente, existe ese elemento. Algunas personas sugieren
que es un ejemplo de modales apropiados y cortesía cristiana, no hay mandatos, no hay
nada ofensivo, simplemente el ruego de amor y ciertamente, eso es verdad. Algunos
creen que su propósito es dar principios para mantener buenas relaciones cristianas. De
hecho, estaba hablando recientemente con un hombre que está escribiendo un libro de
Filemón y ése es el enfoque que está adoptando. Algunos sugieren que el propósito de
la carta es revelar el efecto de la conversión en la cultura y la sociedad. Algunos creen,
y muchos creen esto, que es un ataque en contra de la institución de la esclavitud y el
propósito de Filemón era derribar la esclavitud. Bueno, ciertamente los principios de
Filemón tendrán un efecto en los abusos de las relaciones de esclavos, no hay duda al
respecto.

Pero debe ser señalado porque este último es el enfoque más popular, aparentemente,
que en ningún lugar en las Escrituras se hace un esfuerzo para abolir la esclavitud. Y en
ningún lugar, ninguno de los profetas o predicadores o maestros o apóstoles del Nuevo
Testamento jamás atacaron la esclavitud. Pero cualquier llamado a la vida justa,
cualquier llamado al amor santo, eliminará los abusos que están en cualquier sistema
social. De hecho, por el contrario, a lo largo del Nuevo Testamento, hay muchos,
muchos textos en donde la esclavitud se convierte en un modelo de principios
cristianos. La esclavitud se convierte en un retrato, por así decirlo, de cómo nos
relacionamos con Dios como Sus esclavos y Sus siervos. Y de manera repetida, sea en
Efesios 6 o en Colosenses 4 o en 1 Timoteo 6:1 y 2 o en 1 Pedro 2:18, a los esclavos se
les manda a ser obedientes, sumisos y leales y fieles a sus amos sin importar cómo
actúan y a los amos se les dice que traten a sus esclavos con amor e igualdad y bondad y
justicia, sin importar lo que puedan hacer. Entonces, mientras que nada ataca a la
institución de la esclavitud, todo en el principio cristiano ataca a los abusos que
cualquier sistema social, incluyendo la esclavitud. La esclavitud era parte del Imperio
Romano a tal grado que la sociedad entera dependía de ella, estaba edificada sobre ella.

Ya para el tiempo de Cristo, la esclavitud no necesariamente era lo que pensamos que es


en la actualidad. Había sido modificada. Se habían promulgado algunas leyes y en
muchos casos, los esclavos eran tratados muy bien. De hecho, si usted lee algo de la
literatura antigua alrededor del tiempo de Cristo, usted encontrará que la mayoría de los
escritores dicen que un hombre estaba mucho mejor como esclavo que como un esclavo
que había huido, mucho mejor como un esclavo que inclusive como un hombre libre,
porque como esclavo se le aseguraba el cuidado y el alimento y un lugar en donde
dormir. Y si él tenía un amo bueno y amable, la vida era muy próspera para él.

Los esclavos para el tiempo de Cristo podían estar totalmente preparados


académicamente en toda disciplina, y muchos de ellos, inclusive, entraban en
profesiones médicas. Los esclavos podían disfrutar del beneficio de ser dueños de su
propia propiedad y de desarrollar su propia economía. Los esclavos podían dejar sus
patrimonios a sus propios hijos. Entonces, ya para el tiempo de Cristo, la esclavitud se
había alejado de muchos de los primeros abusos, aunque esos abusos todavía ocurrían
en algunos casos. Y vemos eso inclusive en el libro de Santiago, en donde algunos
cristianos debieron haber sido sus esclavos o siervos y habrían sido tratados de una
manera física muy mala y muy grosera y de manera muy abusiva. Pero la esclavitud
estaba cambiando y el Evangelio cristiano estaba llegando a ese mundo y los
predicadores cristianos no iban a cambiar el enfoque de un enfoque espiritual a uno
social. Usted simplemente puede imaginarse si Jesús y los apóstoles hubieran
comenzado a atacar la esclavitud, lo que habría sucedido en el Imperio Romano.
Sesenta millones de esclavos revelándose habría sido una situación increíble. La
sociedad habría caído en un caos y en un problema que usted podría imaginarse cuando
una rebelión así hubiera comenzado, los esclavos habrían sido aplastados y habrían sido
masacrados de manera salvaje.

Entonces, había algunas razones en la manera cambiante del Imperio Romano de ver
algo de esperanza por abolir la esclavitud y esa esperanza habría venido a través de
corazones cambiados. Las semillas del fin de la esclavitud fueron sembradas en el
Imperio Romano mediante el Evangelio cristiano y eventualmente, la esclavitud murió,
así como en todo lugar en el mundo la esclavitud ha muerto cuando vino el Evangelio
cristiano. Y ciertamente, fue el caso en Estados Unidos eventualmente. El cristianismo,
como puede ver, introduce una nueva relación entre un hombre y otro hombre, una
relación en la cual las diferencias externas no importan y somos unos en Cristo, judíos,
gentiles, esclavos o libres. No hay ni griego ni judío, dijo Pablo, circuncisión o falta de
circuncisión, bárbaro, esclavo libre. Esto no ataca a la institución de la esclavitud. De
hecho, hace lo opuesto. Le dice a un esclavo que regrese a su amo y sea el tipo de
esclavo que debe ser de un amo amoroso y fiel. Su tema entonces es el perdón. Ése es
su mensaje, esa es su intención. La historia detrás de la carta lo presenta de una manera
absolutamente clara. Permítame leerle la historia y vamos a hacer algunos cuantos
comentarios acerca de ella.
Versículo 4: “Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis
oraciones, porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con
todos los santos; para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo
el bien que está en vosotros por Cristo Jesús. Pues tenemos gran gozo y consolación en
tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos.
Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, más
bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero
de Jesucristo; te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones, el cual
en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil, el cual vuelvo a enviarte;
tú, pues, recíbele como a mí mismo. Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar
tuyo me sirviese en mis prisiones por el Evangelio; pero nada quise hacer sin tu
consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario. Porque
quizá para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; no
ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para
mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor. Así que, si me tienes
por compañero, recíbele como a mí mismo. Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi
cuenta.” Nos detendremos ahí.

Esta es una historia increíble. Filemón fue llevado a Cristo por Pablo. Probablemente,
durante los tres años de Pablo en Éfeso, como dije, aunque él vivió en Colosas, él
conoció a Pablo. Él tuvo un esclavo y el nombre del esclavo era Onésimo. Y la relación
de estas dos personas, Filemón y Onésimo, es realmente el contexto de este llamado al
perdón. La historia es fascinante.

Años habían pasado desde la conversión de Filemón. Pablo ahora es un prisionero en


Roma. Filemón está activo en el ministerio en su Iglesia. Él tiene a la Iglesia
reuniéndose en su casa. Él está ocupado sirviendo, refrescando a los hermanos por su
utilidad. Su esclavo, Onésimo, no es un creyente, probablemente sintió el calor de la
familia creyente, Apia, su esposa, habiéndose convertido y Arquipo, su hijo. Onésimo
decidió que él estaba mejor huyendo, aunque la familia que lo había empleado era una
buena familia. Y entonces, huyó. Como lo indica el texto, cuando él huyó, se llevó algo
de dinero. Se lo robó a su amo.

Ahora, la esclavitud estaba cambiando, pero no estaba cambiando tanto como para que
un esclavo pudiera robar. No estaba cambiando tanto como para que un esclavo pudiera
huir. Algunos nos dicen que en algunos lugares, todavía estaba en vigencia la pena de
muerte por alguna actividad así. Podían perder su vida. En otros decían que el castigo
era un encarcelamiento severo o inclusive castigo corporal físico. Onésimo, había
cometido a la luz de la ley romana un crimen, un crimen serio y se había ido y había
intentado esconderse. Algunas veces, cuando un esclavo huía y era atrapado, le
colocaban una letra F, le quemaban una letra F en su cabeza. F para fugitivus, fugitivo.
Algunos de ellos, sabemos en la historia, que eran crucificados. Algunos fueron
torturados. El huir era una ofensa seria. Supongo que él habría huido a donde él habría
podido huir, él huyó a Roma porque esa era la ciudad más grande. Se estima que la
población en ese entonces era de 870,000 personas. Y él pensó que se podría esconder
en el mundo de Roma y tratar de sobrevivir. Hablamos acerca de las personas que viven
en la calle en la actualidad. Hablamos de las personas que no tienen un hogar. Él sería
uno de ellos. Él habría estado viviendo ahí en la calle, durmiendo en los callejones de
atrás, en los agujeros en el piso.
Un estudio del tesoro sagrado de los romanos para los años 81 al 49 a. C., incluyó
impuestos por manumisión. La manumisión significa la liberación de esclavos. La
esclavitud estaba cambiando tan rápido que la gente estaba liberando a sus esclavos.
Cada vez que ellos liberaban a un esclavo, 5% del valor de ese esclavo tenía que ser
pagado al gobierno. Al encontrar este antiguo estudio de los años 81 al 49 y al usar la
cantidad de dinero que se registra en los registros, la conclusión es que en ese período
de 30 años, fueron liberados 500,000 esclavos. Simplemente en este período de 30 años.
Los registros de César Augusto muestra que cuando los amos morían, los esclavos
típicamente eran liberados al por mayor. Si un amo moría, todos sus esclavos eran
liberados. Esto se volvió un problema tan serio, usted tenía a 500,000 y todos se están
mudando a las ciudades y han sido liberados; y usted tenía personas que se estaba
muriendo y liberando a todos sus esclavos y el número era tan grande que el gobierno
tuvo que promulgar una ley. Y en el tiempo de César Augusto, la ley era que cuando un
hombre moría, él no podía liberar más que cierto porcentaje de sus esclavos. Si él tenía
cinco, él podía liberar a uno. Se tenía diez, podía liberar a dos. ¿Por qué? Porque había
muchas personas que no tenía empleo y vivían en las calles por todos lados en el
Imperio Romano.

Aunque los esclavos habían adquirido la mayoría de sus derechos de los hombres libres,
aunque podían ser preparados en todos los campos, aunque tenían mejores condiciones
de vida que los hombres libres, cuando se quedaban en el lugar en donde habían sido
empleado por sus amos, ellos tenía mejor alimento, mejores ropas, eran tratados mejor,
eran parte de una familia, solían enseñar a los hijos, les proveían cuidado médico a los
hijos, cuidaban de las finanzas, se les permitía casarse, se les permitía poseer propiedad,
podían desarrollar su propia vida, se les permitía estar en toda religión, aun así, muchos
de ellos corrían. Huían. El sueño de la libertad. Y terminaban en una situación peor.

¿Quién sabe qué tipo de desastre estaba Onésimo? Y por la providencia impresionante
de Dios - piense en esto. En una ciudad de alrededor de 870,000 personas o de casi un
millón de personas, él se encontró con el apóstol Pablo. Ahora, usted tiene que
imaginarse que él tenía algunas necesidades personales, ¿verdad? Y quizás, él sabía que
Pablo estaba predicando ahí y él quería escuchar a este hombre predicar.

Aunque Pablo había sido prisionero, él debió haber tenido algo de acceso. Un
encarcelamiento así pudo haber adoptado diferentes formas, lo cual le dio a Pablo no
solo acceso a sus amigos, lo cual se manifiesta en que tenían alguna relación con él,
pero inclusive con los incrédulos. Pablo persuadió a Onésimo a convertirse en cristiano
y se convirtió. Su vida fue transformada. No sólo eso, se convirtió en una ayuda para
Pablo. Nos dice, como lo señalamos en el texto, que él se volvió en un siervo muy
alentador para Pablo en su confinamiento. Quizás él le cocinó alimentos y se los trajo a
él para que lo nutrieran de manera apropiada. Quizás, él le proveyó información. No
sabemos. Pero por mucho que Pablo lo amaba, por mucho que Pablo y quería quedarse
con él, Pablo sabía que había algo que tenía que ser corregido. Él era un criminal, este
hombre. Y la relación entre Onésimo y Filemón no estaba bien. Y usted sabe que
Filemón todavía tenía esta amargura contra un amigo muy cercano, ya que Onésimo,
aunque era un esclavo, habría sido un esclavo del hogar y un compañero muy cercano.
Onésimo estaba mal. Filemón era un buen amo cristiano. Filemón había sido ofendido
mucho por Onésimo, porque financieramente le había robado y también, perder a su
empleado de esta manera significaba que tenía que contratar a alguien más y tenía que
pagar otro precio por alguien más.
Entonces, Pablo sabía que él tenía que regresar. Él tenía que regresar con una actitud de
arrepentimiento y él tenía que regresar y pedirle perdón a Filemón. Y la oportunidad se
presentó a sí misma para enviarlo de regreso. ¿Por qué? Pablo había terminado
Colosenses y había terminado Efesios; e iba a enviarlas de regreso a esas dos iglesias
con un hombre llamado Tíquico. Y entonces, era la oportunidad perfecta de enviar a
Filemón, a su esclavo que había huido.

En Colosenses, capítulo 4, simplemente una nota: “En cuanto a todos mis asuntos,” dice
él, “Tíquico, nuestro amado hermano y siervo fiel y compañero de milicia en el Señor,
te traerá la información,” después, versículo 9 “y con él, Onésimo.” Entonces, él está
enviando a Tíquico con estas dos cartas y con él a Onésimo. Ahora, eso es arriesgado
porque Filemón tendría el derecho de castigar a Onésimo. Pero Pablo decide enviarlo de
regreso de cualquier manera, pero no sin una carta; y entonces, él envía esta carta. Y en
ella básicamente dice que tiene que perdonar a este hombre. Tiene que estar dispuesto a
ser misericordioso. Tiene que tratar a este esclavo del mismo modo que Cristo lo trató a
él. El mismo principio que él pone en Efesios 4:32, Colosenses 3:13. Perdónalo como tú
has sido perdonado. Y ese es básicamente el trasfondo de esta historia.

¿Qué sucederá cuando él regrese? Bueno, el resto de este libro, desde el versículo 4, se
divide en tres partes. Simplemente las voy a mencionar. Se divide en tres partes. La
primera parte, versículos 4 al 7, básicamente trata con la virtud espiritual del que
perdona. Este es simplemente un mensaje emocionante y eso es de lo que hablaremos la
próxima vez. La virtud espiritual del que perdona, ¿qué tipo de persona es una persona
que perdona? Vamos a ver eso en los versículos 4 al 7. Después, la segunda parte del
libro es la acción espiritual del que perdona. Primero, vemos la virtud de un perdonador
y después, vemos la acción de un perdonador, versículos 8 al 18. Y después, de los
versículos 19 al 25, está la motivación espiritual del que perdona.

Ahora, ya para cuando terminemos con este libro, sólo vamos a necesitar tres mensajes
más para terminarlo. Y usted sabrá cómo es una persona perdonadora en virtud, en
acción y en motivación. Y esto es esencial. Vamos a regresar a donde comenzamos,
amados, cuando comencé esta mañana diciendo esto: usted nunca se parece tanto a Dios
como cuando usted perdona. Y usted ha sido perdonado y por lo tanto, debido al perdón
de Dios en Cristo, ustedes deben perdonarse unos a otros y si no se perdonan unos a
otros, entonces Dios a nivel de relación, va a mantener Su distancia alejado de usted y
va a colocar Su mano de disciplina en usted en lugar de colocar Su mano de bendición.

Hágase usted la pregunta: de todos los temas acerca de los cuales Pablo pudo haber
escrito, ¿por qué escogió tema del perdón? Esta pequeña carta rara, fuera de orden,
tangencial en medio de estas grandes epístolas, para hablarle a un hombre acerca de
perdonar a un esclavo. ¿Por qué tanto problema? De nuevo, le vuelvo a decir, porque
nunca un creyente se parece tanto a Dios, tanto a Cristo, como cuando él o ella perdona,
porque esa es la naturaleza de Dios y la naturaleza de Cristo, la cual es aplicada de la
manera más maravillosa a nosotros en la salvación.

Nosotros leemos a lo largo del Nuevo Testamento, ¿no es cierto?, Sean como Cristo,
sean como Cristo, anden como Él anduvo, recuerden a Jesucristo, sean imitadores de
mí, así como yo de Cristo. Y haya pues en vosotros este sentir, esta manera de pensar
que hubo también en Cristo. Bueno, ¿qué significa eso? Todos debemos ser como
Cristo. ¿Qué significa ser como Cristo? Bueno, claro que significa ser ¿Qué?
Perdonador. Porque así es como lo conocemos, el que nos perdonó todos nuestros
pecados.

La naturaleza del perdón de Dios es vista en la parábola del hijo pródigo. Perdón
dispuesto, generoso, amoroso. Y la severidad de la disciplina para uno que no perdona
es vista en la parábola del rey y el siervo. Este es un tema central en todas las escrituras.

Padre, Te damos gracias en esta mañana porque hemos tan sólo podido introducir este
maravilloso libro pequeño y creemos que en las siguientes semanas, conforme
estudiamos sus verdades, Tú vas a transformarnos para que nos volvamos más como
Jesucristo, quien perdonó todos nuestros pecados y quien estableció el patrón para que
nosotros nos perdonáramos unos a otros.

Señor, estoy seguro de que inclusive conforme estamos aquí en esta mañana, en este
momento de oración, viendo a nuestros propios corazones, podemos identificar alguien
a quien necesitamos perdonar, alguien que nos ha hecho algo malo, alguien que no ha
sido amable, ha sido injusto, alguien que ha hecho que la vida sea difícil, dolorosa,
alguien que nos ha engañado, nos ha traicionado, nos ha robado algo preciado - tangible
o intangible - alguien que nos ha representado de manera errónea. Pero Señor,
necesitamos perdonar. Porque ¿cómo podremos ser como Tú si no perdonamos a
aquellas personas necias que pecan en contra de nosotros, así como el hijo pecó contra
su padre? ¿Cómo podemos ser como Tú si salimos y ahogamos y sofocarnos a una
persona que no nos perdona cuando demandamos perdón de Ti?

Padre, haznos perdonadores. Conforme estudiamos este breve libro, que desarrollemos
la virtud, la acción, la motivación de aquellos que perdonan. Oramos en el nombre de
Cristo. Amén.

Las características de uno que perdona.


Filemon 4-7

Para nuestro estudio esta mañana, quiero llevarlo de regreso al pequeño y maravilloso
libro de Filemón. Si es tan amable de abrir su Biblia en Filemón, se encuentra entre Tito
y Hebreos; el libro de Filemón. Esta mañana, nuestro texto de Filemón es tomado de los
versículos 4 al 7. Estamos en una serie de cuatro partes titulada Una Lección en el
Perdón. Y esta mañana, es la segunda parte. Permítame leerle los versículos 4 al 7 para
entrar a nuestro mensaje.

“Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, porque oigo
del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que
la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en
vosotros por Cristo Jesús. Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por
ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos.”

Obviamente, vivimos en una sociedad que conoce poco acerca del perdón. Vivimos en
una sociedad a la que le importa poco el perdón. De hecho, yo pensaría que uno de los
contribuyentes primordiales, si no es que el contribuyente primordial a la destrucción de
relaciones en nuestra cultura es la ausencia del perdón. Nuestra cultura nos presiona
para ser no perdonadores. Celebra y exalta a personas que no están dispuestas a
perdonar. Hacemos héroes de los Harry el sucio y los rambos que asesinan a la gente
por venganza.

Como resultado de la pecaminosidad, la impiedad y la ausencia de cualquier tipo de


restricción social cristiana en nuestra cultura, tenemos una sociedad llena de amargura,
llena de venganza, llena de enojo, llena de odio, llena de hostilidad hacia otros. Esto
puede ser visto en el tipo de crímenes vengativos que se convierten en algo tan común
en nuestro día. Puede ser visto en las demandas en contra de todo el mundo por todo lo
concebible y lo inconcebible. De hecho, es aterrador pensar en el hecho de que hay más
personas en la escuela de leyes en la actualidad que en el resto de las escuelas de
posgrado profesional combinadas. Estamos promoviendo una cantidad casi interminable
de abogados para encargarse de un número interminable de demandas conforme la gente
se venga por todo asunto minúsculo y grande de la vida que les ha ofendido.

Inclusive los consejeros en la actualidad nos están diciendo que no es saludable


perdonar. Eso es algo nuevo. Hay un libro nuevo popular escrito por Susan Forward y
se titula Padres Tóxicos. La tesis del libro es realmente es la actitud prevaleciente en la
cultura actual de nuestro día y es que tiene una actitud negativa hacia el perdón. Hay un
capítulo del libro titulado No Tienes que Perdonar. En otras palabras, eres una víctima
de algunos padres tóxicos que te envenenaron y hasta que los culpes a ellos, no vas a ser
una persona saludable. Vivimos en una cultura vengativa, hostil, enojada que quiere
hacer del resto de la gente el responsable de un crimen en contra de nosotros. Y
nosotros, francamente no somos responsables por nada fuera de la venganza.
Ciertamente, nuestra cultura es la más hostil, la más enojada, la mas no perdonadora, la
más vengativa que jamás he experimentado en mi breve vida.

Ahora, para un cristiano, el no perdonar es impensable. No me importa cuál sea el


problema, no me importa cuál sea la ofensa, el no perdonar es un acto de desobediencia
abierto y desafiante. Se nos ha dicho de la manera más explícita que se nos puede decir,
que, si alguien nos ofende, debemos perdonarlos. ¿Cuántas veces? Setenta veces siete,
¡oh!, eso significa, un número innumerable de veces. Y la razón por la que debemos
perdonarlos es porque nuestro Padre en los cielos nos ha perdonado y continuará
perdonándonos conforme somos fieles en perdonar a otros.

Para ver este tema desde el punto de vista negativo por un momento, si aceptamos la
manera de pensar de esta cultura, una cultura que dice que no tienes que perdonar, que
tú tienes el derecho de vengarte y puedes demandar a todo el mundo porque todo asunto
y debes culpar a alguien más por tu responsabilidad y asegurarte de que paguen
dolorosamente por lo que te han hecho, si adoptamos esa mentalidad, esto es lo que va a
producir: le voy a dar tan sólo cuatro cosas que sucederán en la vida de un cristiano.

Número uno, lo encarcelará a usted en su pasado. El no perdonar, lo encarcelará a usted


a su pasado. Mientras que usted no perdone a un ofensor, una ofensa cometida en contra
de usted, usted quedará esclavizado al pasado. El no perdonar mantiene ese dolor vivo.
El no perdonar mantiene esa herida abierta. El no perdonar nunca permite que esa
herida sane; y usted vivirá su vida recordándose a sí mismo de lo que le fue hecho a
usted. Y entonces, usted alimenta esa herida abierta. Usted alimenta esa llaga abierta.
Usted agita ese dolor y de manera acumulativa, usted cultiva un grado de enojo más y
más grande. Usted vivirá su vida acumulando sentimientos malos.

Ahora, piense en eso. ¿Cuál es el punto de eso? ¿Qué virtud trae eso? El no perdonar
simplemente lo encarcela al pasado a usted y por todo el tiempo que usted regresa al
pasado y repite esta actitud no perdonadora, usted acumulará en su vida la tragedia del
enojo y la hostilidad incrementadas, acumulada, apilada, lo cual le robará el gozo de
vivir. Usted vivirá la vida sintiéndose tan mal como se siente ahora o peor. Sin ningún
alivio en el horizonte.

Por otro lado, el perdón abre la puerta y deja que el prisionero salga. El perdón lo libera
a usted de su pasado. Tan pronto como usted perdona, usted termina, usted está libre. Si
usted insiste en acordarse de la ofensa y nunca la perdona, entonces usted le perdona a
la persona que lo siga ofendiendo a usted el resto de su vida. Y es culpa de usted, no de
ellos.

En segundo lugar, la falta de perdón no sólo lo hace a usted un prisionero de su propio


pasado, sino que la falta de perdón produce amargura. Produce amargura. El efecto
acumulativo de recordar sin perdonar alguna ofensa cometida en contra de usted sin
importar cuán breve o largo sea el tiempo, es que usted se convierte en una persona
amargada. Entre más se acuerde usted de la ofensa, más datos usted acumula de esto,
más lo recita en la memoria, más ocupa su pensamiento y más ocupa su mente.
Básicamente, lo moldea a usted más como persona.

La amargura no es sólo un pecado, es una infección. Y va a infectar su vida entera. Y la


amargura puede ser rastreada de manera directa al no perdonar. Lo hace volverse a
usted a una persona sarcástica, lo hace a usted convertirse en una persona contenciosa,
lo hace condenador, lo hace a usted tener una disposición horrenda. Molestado por los
recuerdos de lo que usted no puede perdonar, sus pensamientos se convierten en
pensamientos malos hacia otros y usted termina con una perspectiva distorsionada de la
vida y usted literalmente ha enfermado toda su existencia. El enojo comienza a agitarse
en usted y usted fácilmente se sale del control. Sus emociones están fuera de control. Su
mente se vuelve la víctima de eso. Usted entretiene pensamientos continuos de
venganza y, ¿qué sucede? Inclusive la conversación casual se convierte en un foro para
la calumnia, un foro para el chisme, un foro para hablar en contra del ofensor. Y su
carne, ese remanente horrible de su viejo hombre, ha ganado el control.

Y supongo que esto sucede de manera más notable y más frecuente en los matrimonios.
Dos cristianos, casados el uno con el otro, nunca deben divorciarse, nunca deben
separarse y deben disfrutar de una relación feliz. Eso es por diseño de Dios. Ahora,
cuando yo me casé, me casé con una pecadora. Y lo que es más impensable es que
también lo hizo mi esposa. Y la realidad es que es una imposibilidad total para nosotros
el no ofendernos el uno al otro. No es que nada más sucede de vez en cuando lo largo
del año, sino que sucede de manera bastante frecuente.

Pero en donde el perdón opera, una ofensa es un momento en el tiempo. Llega y se va.
En donde no hay perdón para eso, está la amargura acumulada que comienza a
convertirlo a usted en contra de su propio cónyuge, que lo hace que usted sea
contencioso y sarcástico. Usted abandona su afecto, abandona su amabilidad. Y usted
busca maneras de vengarse. Y la amargura resulta en la destrucción de la relación.
El perdón, por otro lado, disipa la amargura y la reemplaza con amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, fe, mansedumbre y templanza. ¿Por qué es que alguien querría
vivir en la prisión de su pasado? ¿Por qué es que alguien querría vivir en la amargura
acumulada que los hace violar toda relación?

Hay una tercera cosa que hace la ausencia de perdón. La falta de perdón le da a Satanás
una puerta abierta. La falta de perdón saca el tapete de bienvenida e invita a que entren
los demonios. En donde usted tiene un enojo no resuelto, en donde usted tiene amargura
no resuelta, en donde usted tiene un espíritu no perdonador, usted le ha dado lugar al
diablo. Efesios 4:26 y 27 dice: “Airaos, pero no pequéis, no dejéis el sol se ponga sobre
vuestro enojo y no deis ocasión al diablo.” El punto es que si usted se acuesta en la
noche y no ha perdonado de manera completa, de tal manera que su enojo se acabó,
usted le dará oportunidad a Satanás para operar.

En 2 Corintios capítulo 2 hay una afirmación muy directa hecha por el apóstol Pablo.
En el capítulo 2, versículo 10, él dice: “perdono.” Perdono, en el versículo 11, para que
no se aproveche Satanás, porque no ignoramos sus estrategias. El diablo entra a un
corazón no perdonador, a una vida no perdonadora.

No es exageración decir, escuche con atención, no es exageración decir que la mayor


parte, la mayor parte del terreno que Satanás gana en nuestras vidas se debe a la
ausencia de perdón. No somos ignorantes de su estrategia de entrar en una actitud no
perdonadora y destruir relaciones. Y francamente, usted puede evitar a todos los
invasores demoniacos mediante un acto de perdón. ¿Por qué es que alguien quisiera
estar en la prisión de su pasado? ¿Por qué es que alguien quisiera tener la enfermedad de
la amargura para que desfigure su vida? ¿Y por qué querría alguien abrirle la puerta y
darles la bienvenida a los demonios?

En cuarto lugar, la falta de perdón estorba su comunión con Dios. La falta de perdón
estorba su comunión con Dios. Jesús dijo: “si perdonáis a los hombres cuando pecan
contra vosotros, vuestro Padre celestial también os perdonará. Si no perdonáis a los
hombres sus pecados, vuestro Padre no perdonará vuestros pecados.” En la relación
continua con Dios, si no perdonamos a otros, Él no nos perdona. Entonces, si yo no
estoy bien con usted, no estoy bien con Él. ¿Por qué es que me voy a sentenciar a mí
mismo a algo menos que estar en el lugar de bendición máxima de Dios, ¿verdad? ¿Qué
tipo de necedad es esa? ¿Cuán torpe puedo ser? ¿Encuentro algún valor en tener a Dios
enojado conmigo? ¿Hay alguna virtud en aislarme de la pureza y el gozo de mi
comunión con Dios?

Ve usted, ¿no es cierto?, lo torpe que es una actitud no perdonadora. Lo hace a usted un
prisionero de su pasado. Le da a usted una enfermedad de amargura que afecta su vida.
Abre la puerta a los demonios, lo aísla de la comunión plena, rica que Dios quiere tener
con usted. Hay muchas razones buenas entonces para ser una persona perdonadora. Si
usted se rehúsa a perdonar a otros, usted pierde la comunión con Dios. Usted se abre a sí
mismo al involucramiento satánico. Usted contamina su vida y roba su gozo. Y usted se
hace a sí mismo una víctima de su propio pasado.

Este asunto del perdón, debido a su importancia, entonces, es tratado en profundidad en


las Escrituras. Hay por lo menos setenta y cinco diferentes retratos de palabras en la
Biblia acerca del perdón. Hay por lo menos setenta y cinco retratos de palabras acerca
del perdón en la Biblia. Y todas están ahí para ayudarnos a entender la importancia de la
naturaleza, el efecto, algo acerca del perdón. Permítame tan sólo darle unas cuantas de
las palabras que presentan retratos acerca del perdón.

Perdonar es dar vuelta la llave, abrir la puerta de la celda y dejar que salga el prisionero.
Perdonar es escribir con letras grandes una deuda que dice “no se debe nada.” Perdonar
es dejar caer el martillo en una corte y decir “inocente.” Perdonar es disparar una flecha
tan alta y tan lejos que nunca puede ser hallada otra vez. Perdonar es recoger toda la
basura y tirarla dejando que la casa esté limpia y fresca. Perdonar es desatar las amarras
de un barco y liberarlo para que se vaya en el mar abierto. Perdonar es conceder un
perdón total a un criminal condenado. Perdonar es relajar el brazo en contra de un
adversario en una lucha y darle su vida. Perdonar es volver a pintar un muro que tenía
algo escrito dejándolo verse como nuevo. Perdonar es romper una vasija de barro en mil
pedazos de tal manera que nunca pueda volver a ser ensamblada. Este asunto del perdón
es muy importante y se encuentra en la médula de su salud espiritual y de la mía.

Ahora, debido que es tan esencial, el Espíritu Santo ha dedicado un libro entero de la
Biblia acerca del perdón. No un libro muy largo, pero un libro. El libro de Filemón.
Aquí, en este pequeño libro de tan sólo 25 versículos, se encuentra el deber espiritual de
perdonar enfatizado. No en forma de principio, no en forma de parábola, no en un
retrato de palabras, sino en una historia personal verdadera. Ahora, usted recuerda la
historia, ¿no es cierto? Un hombre llamado Filemón vivía en Colosas. Él estaba casado
con una dama llamada Apia y tuvieron un hijo, Arquipo, quien estaba en el ministerio
cristiano. Ellos tenían una casa. Él debió haber sido un hombre algo rico; y en su casa,
se reunía la Iglesia. Ellos tenían un esclavo. El nombre del esclavo era Onésimo.
Aunque Filemón era un buen amo, Onésimo quería su libertad. Y entonces, un día, él
huyó. Su amo había pagado mucho dinero por él. Esto fue fraude. No sólo eso, él robó
algunas cosas de su amo y se las llevó con él. Y entonces, él había cometido una ofensa
criminal por lo cual el encarcelamiento, e inclusive la muerte podía ser la sentencia
justa.

Onésimo huyó de la pequeña ciudad de Colosas para perderse en la humanidad masiva


de la ciudad de Roma. Pensando que podía esconderse ahí en Roma, como otro de los
esclavos y gente de la calle que habían huido y que ocupaban los rincones de esa gran
ciudad. Pero no pasó mucho tiempo, no sabemos exactamente cuánto tiempo hasta que
este esclavo que huyó conoció cara a cara un hombre excepcional llamado Pablo.

Y entonces, aquí está el esclavo que huyó, Onésimo, y es confrontado por Pablo. Pablo
tuvo el privilegio de llevarlo a Jesucristo. Él se convierte en cristiano. Y Pablo, claro,
después se entera que Onésimo es de su amigo Filemón, que pertenecía ahí, que él ha
huido. Y a pesar de que Onésimo es un cristiano y le es útil a Pablo, Pablo sabe que
tiene que enviarlo de regreso.

Y entonces, él envía a Onésimo de regreso a Filemón con esta carta explicando lo que
ha sucedido. Y en la carta él está diciendo: “quiero que perdones a este esclavo que
huyó.” La sociedad dice que no lo perdones, la sociedad dice acúsalo y encarcélalo, la
sociedad dice hazlo pagar hasta el último centavo que robó y que desperdició en Roma.
La sociedad dice: colócale el estigma de “fugitivus,” el esclavo que huyó y coloca en su
frente una gran “F” para que el resto de su vida, él quede cicatrizado como un esclavo
que huyó, no digno de confianza.
Pero Pablo simplemente dice: perdónalo. Simplemente, perdónalo. No importa cuánto te
cueste, perdónalo. El ruego de esta carta entonces es un ruego por el perdón. Ahora,
conforme la carta se desarrolla, es aparente que Pablo le está pidiendo a Filemón que
perdone a un hombre que está arrepentido. Onésimo ha hecho su parte; él está
arrepentido. Él está regresando, por así decirlo, pidiendo perdón. Dios ha llevado acabo
la obra correcta en su corazón y ahora, es el turno de Filemón.

Ahora, la semana pasada vimos los primeros tres versículos, lo cual fue la introducción
y, en cierta manera, hablamos de la importancia de la historia. Esta mañana estamos
viendo los versículos 4 al 7, la segunda sección en estas cuatro secciones. Y esta sección
trata con uno de los tres enfoques principales. Versículos 4 al 7, nos dan la virtud
espiritual del que perdona. Los versículos 8 al 18, la acción espiritual del que perdona.
Los versículos 19 al 25, la motivación espiritual del que perdona. Entonces, aprendemos
mucho de alguien que perdona aquí. Aprendemos cómo ser un perdonador. Aprendemos
los principios del perdón y esa es la intención del Espíritu Santo al escribir esta carta
maravillosa.

Ahora, para esta mañana, estamos viendo los versículos 4 al 7, la virtud espiritual del
que perdona. Y no quiero que se pierda. Entonces, quiero que escuche lo que digo. Si
usted lee los versículos 4 al 7, usted no va a ver a Pablo de manera necesaria identificar
1, 2, 3, 4, 5 y 6, los principios de una persona perdonadora. Pero los va a haber emerger,
surgir en lo que él dice. No son lo que decimos explícito, sino que son implícitos. Se
presentan implícitos aquí de manera muy, muy clara. En esta sección, Pablo se refiere a
Filemón con términos muy brillantes. Él lo felicita en el versículo 4 al 7 por su virtud
cristiana. Y conforme él hace eso, él está definiendo el tipo de hombre que será un
perdonador. Esta es la virtud espiritual de un hombre que será un perdonador.

Entonces, él de hecho está diciendo: “Filemón, yo sé que tú eres el tipo de hombre en


quien puedo confiar para que perdone a Onésimo.” Él realmente lo está preparando al
recordarle su propia virtud. Es parte de la sabiduría, no es cierto, el presentar
reconocimiento cuando es posible, porque la alabanza en sí misma se convierte en un
alimento sustentador para la virtud. ¿Entiende usted eso? El reconocimiento en sí
mismo, el reconocimiento legítimo se convierte en un alimento que nutre la virtud y un
fuerte antídoto contra el pecado. Si alguien viene a usted y dice: “quiero decirte, veo tu
vida y simplemente, le doy gracias a Dios porque eres un cristiano piadoso virtuoso y
santo,” créame que eso es alimento que nutre a la virtud y al mismo tiempo es un
antídoto contra el pecado, no es cierto, porque si usted sabe que la gente lo ve a usted de
esa manera y cree que usted es de esta manera, eso acelera el deseo que usted tiene por
la virtud y su deseo por mantenerte alejado del vicio.

Entonces, Pablo habla de la gran virtud de Filemón como el cimiento para su apelación
a perdonar; “yo sé que tiene el tipo de virtud que perdonará.” Ahora, ¿qué tipo de virtud
es esta? Bueno, lo vemos en los versículos 4 al 7 aquí conforme Pablo da esta especie
de presentación maravillosa, calidad de la virtud de Filemón, vemos el tipo de persona
que perdona. Ahora, él dice tantas buenas cosas acerca de él que usted tiene que hacer la
pregunta ¿cómo es que él supo eso?

Uno, se conocían de manera personal. Se conocían, de hecho, en el versículo 1 él llama


a Filemón nuestro amado, nuestro agapetos, nuestro amado y nuestro sunergos, nuestro
colaborador. Entonces, trabajaron juntos, se amaban el uno al otro. Le dije la semana
pasada que Pablo había llevado a Filemón a Cristo. Él conocía al hombre. Además, la
Iglesia en Colosas se reunía en su casa y muchos cristianos sabían de él. Uno de esos
cristianos fue líder de la Iglesia en Colosas, un hombre llamado Epafras. Y Epafras,
según el versículo 23 de Filemón, estuvo con Pablo en Roma.

Entonces, fuera lo que fuera que Pablo sabía de él, Epafras, pudo haber ayudado porque
Epafras era el líder de la Iglesia en la casa de Filemón. Y después, estuvo Onésimo, el
esclavo que huyó. Él debió haber afirmado todo esto. Él no huyó porque Filemón era un
hombre malo, un amo malo, un tipo de amo fuerte, tirano. En absoluto. Todo el mundo
habría afirmado la virtud del hombre y entonces, Pablo tenía buen conocimiento de la
virtud del hombre.

Ahora, conforme vemos estos versículos, versículo 4 en adelante, vamos a ver el tipo de
persona que perdona. ¿Qué tipo de persona tiene la capacidad de perdonar? Veamos el
versículo 4 y comenzaremos ahí. “Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de
ti en mis oraciones.” Ahora, simplemente un comentario breve de eso. Él de hecho está
diciendo: “cada vez que oro por ti, es con gratitud.” Eso es lo que él está diciendo.
Haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones. Doy gracias a mi Dios. Esa sería otra
manera de presentarlo. Siempre, cuando surges en mis oraciones, expreso mi gratitud.
Siempre. Digo, no tengo nada más que decirle a Dios más que agradecerle a Dios por
Filemón. No sé nada negativo acerca de ti. Todo lo que jamás he oído acerca de ti y
todo lo que jamás he experimentado contigo es bueno.

Además, versículo 5, porque oigo. Literalmente, yo continúo oyendo. Sigo escuchando,


Filemón, acerca de ti, cosas que me hacen orar por ti. Y en mis oraciones simplemente
digo “gracias”. Pablo está diciendo oro y en mis oraciones, tú vienes a la mente. Y cada
vez que vienes a mi mente, le doy gracias a Dios porque cada vez que oigo algo, es
positivo. ¡Qué afirmación tan maravillosa! Todas las noticias acerca de ti, Filemón, son
buenas. No hay nada en esta carta para corregir a Filemón. No hay nada en esta carta
para sugerir que él estaba fuera de línea. No hay nada para sugerir que él tenía error en
su teología. Que algo no estaba bien en su casa, que algo no estaba bien en su
matrimonio. Digo, todo estaba como debía ser en la vida de este hombre. Entonces, él
dice: “todo lo que sé acerca de ti me hace agradecer a Dios por ti.”

¿Y qué es lo que el oyó? ¿Y qué es lo que él sabía acerca de él? Varias cosas. Número
uno, él tuvo una preocupación por el Señor. Él tuvo una preocupación por el Señor. Por
favor, observe la primera cosa en el versículo 5. Él dice: “porque oigo,” sígame aquí,
“del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús.” Esa es la frase que quiero que
entienda primero. Lo primero que oigo acerca de ti es que tienes una fe verdadera en el
Señor Jesús. Tienes una preocupación por el Señor. Sé que puedo acudir a ti, Filemón, y
pedirte que perdones porque estás preocupado por el Señor. Tienes una verdadera fe
salvadora. Eres un cristiano real y genuino. Por lo tanto, tienes la capacidad de
perdonar. Has sido perdonado. Entonces, puedes perdonar. Tienes los impulsos de la
vida nueva. Tienes la motivación del Espíritu Santo que mora en ti. Tú experimentas la
convicción de la Palabra de Dios. Tú eres un creyente verdadero. Y un creyente
verdadero desea hacer lo que es correcto y lo que honra el Señor. Y entonces, puedo
apelar a ti al perdonar porque estás preocupado por el Señor.

Por cierto, es el verbo “tienes” - tiempo presente. Continúas teniendo. Una naturaleza
continua de preocupación por el Señor. Tienes una confianza continua hacia el Señor
Jesús. Tienes una fe constante. Eres un creyente fiel, verdadero, genuino. Él dice:
Filemón, tú andas por fe en el Señor Jesucristo. Tú muestras confianza en Él en todo. Tú
buscas Su voluntad. Yo sé que puedes perdonar.

Como puede ver, somos aquellos a quienes se les ha perdonado mucho. Y podemos
perdonar mucho. Somos aquellos, usted recordará, de quien Pablo escribió en Efesios
4:32 y Colosenses 3:13, que debemos perdonarnos unos a otros, porque Dios por causa
de Cristo, nos ha perdonado a nosotros. Somos aquellos, como la parábola de Mateo 18,
a quienes se les ha perdonado una deuda impagable y debemos salir y perdonar a otros.
Filemón, tú tienes una fe real. Es un creyente verdadero. Puedes perdonar. Y lo que él
está diciendo realmente aquí es que la primera característica de un perdonador es que él
es un cristiano. Él tiene una preocupación por el Señor.

El contraste de eso se encuentra ahí atrás en Romanos 3 de manera muy breve. Lo llevó
a Romanos 3:10. Aquí el apóstol Pablo describe en un no cristiano, un incrédulo. En el
versículo 10, él dice, aquí está la descripción básica de la naturaleza, la disposición de
un incrédulo. “No hay justo, ni aún uno. No hay quien entienda, no hay quien busque a
Dios, todos a una se desviaron, a una se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno,
no hay ni siquiera uno.” Entonces, lo primero que él dice acerca de un incrédulo es que
simplemente no son buenos. Son malos, impíos, injustos, pecaminosos. No pueden
hacer nada bueno. Inclusive su bondad es bondad mala. Porque inclusive lo que hacen
puede ser humanamente bueno, pero está motivado por su propio orgullo, no la gloria
de Dios. Y, por lo tanto, es bien malo. Entonces, le he dicho en el pasado: “los
incrédulos sólo pueden hacer malo malo o bueno malo.” Todo es malo.

Después, en el versículo 13 él habla acerca de relaciones: “sepulcro abierto es su


garganta.” En otras palabras, cuando abren su boca sale una peste y putrefacción e
inmundicias. Con su lengua, engañan. Sus labios están llenos de veneno de áspides. Su
boca está llena de maldición y amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre.

Ahora, ahí hay una descripción de gente no regenerada. Abren su boca y sale
inmundicia. En su lengua, engaño. En sus labios, moviéndose del interior hacia afuera
en los labios, el veneno de una serpiente. De su boca, maldición y amargura y usted se
les da una oportunidad y si ellos lo atrapan a usted, lo matarán. Allí no hay perdón. Esa
es la amargura y la venganza y el enojo y el odio y la hostilidad de la gente no
regenerada. Están motivados por el odio. Están motivados por la amargura. Lo van a
maldecir a usted a partir de su amargura, los matarán a usted si tienen la oportunidad.
Por otro lado, los que han sido reconciliados con Dios y aquellos que, como Pablo dice
de Filemón, tienen fe hacia el Señor Jesús, están preparados para perdonar. Y
únicamente esos.

No me sorprende que nuestra sociedad esté continuamente demandándose entre sí. No


me sorprende que la gente se mate unos a otros. No me sorprende que, si alguien se le
mete en frente de usted en la autopista, se colocan al lado de usted y le hacen gestos
obscenos, si no es que lo matan. No me sorprende que la hostilidad y el enojo de nuestra
cultura sea lo que es porque eso está en el corazón humano. Y nos hemos alejado tanto
de cualquier aura cristiana de cualquier tipo de restricción social cristiana que ahora es
tolerada - más que tolerada, es promovida. Y eso es así porque así es como los
incrédulos esperan actuar. Eso no es sorprendente. Algunas veces, lo que sí me
sorprende es cuando alguien se acerca a mí en la autopista y hace eso y noto una
calcomanía de un pececito en la parte trasera del auto. Y me imagino que es un auto
cristiano, pero no un conductor cristiano.

Aquellos que están reconciliados con el Señor Jesucristo, no obstante, perdonan porque
tienen la capacidad de perdonar. Este mundo está destrozado por todos lados, desde
matrimonios a naciones porque la gente no puede perdonar. Únicamente los cristianos
realmente pueden perdonar desde el corazón como Jesús lo dijo. Solo los cristianos
pueden realmente perdonar desde el corazón. Entonces, una persona perdonadora tiene
una preocupación por el Señor. Él está muy preocupado por el Señor. Él ama al Señor,
quiere honrar al Señor, desea aquello que expresa su fe en el Señor. Y debido a que su
fe es real, él tiene la capacidad de perdonar. Él tiene una nueva naturaleza, él es una
nueva criatura, el Espíritu Santo que vive en él le da esa capacidad.

En segundo lugar, una persona perdonadora también tiene una preocupación por la
gente. Una preocupación por la gente. Versículo 5, Pablo dice, “porque oigo del amor y
de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos.” Ahora, notará que
ya expliqué ese versículo y está algo mezclado, digamos. Esto, en el lenguaje griego es
algo que llamamos un arreglo quiasmico. En otras palabras, las palabras y los
pensamientos en el versículo están ordenados como una cruz. Y la primera expresión,
oigo de tu amor, va con la última expresión. Y la segunda expresión de fe va con la
primera expresión hacia nuestro Señor Jesús.

Entonces, usted lo tiene que ver como una cruz. Eso es un quiasmo en el idioma griego.
Entonces, cuando él dice fe, él está hablando de la fe que tienes hacia el Señor Jesús y
cuando él dice amor, él dice el amor que tienes hacia todos los santos. Esa es la segunda
característica. Tú amas a los santos. Éste es amor agape, este es el amor de la decisión,
el amor de la voluntad, el amor de la abnegación, el amor de la humildad. Este es el
amor que dice: “no me importa lo que me interesa a mí, me importas tú”. Este es el
amor que dice: “haré cualquier sacrificio por satisfacer tu necesidad”. Este es el amor
que dice: “no es con emoción conmigo, es obediencia. No me veo motivado a servirte
porque a haya algo en ti que sea atractivo. Me veo motivado a servirte porque hay algo
en el poder de Dios que me mueve en esa dirección.”

Eso es lo que Pablo dijo en Gálatas 5:6, como la fe operando mediante el amor. Usted
recuerda 1 Tesalonicenses 4:9. Pablo dice: “no tengo que enseñarles a cómo amar. Han
sido enseñados por Dios a amar.” Romanos 5, el amor de Cristo ha sido derramado en
vuestros corazones. Primera de Juan 3:14, él simplemente dice, “si son nacidos de
nuevo, aman a los hermanos. Si no aman a los hermanos, no son nacidos de nuevo.” En
otras palabras, si eres un cristiano, tienes la capacidad de amar. Tienes el amor de Dios
derramado en tu corazón. Haz sido instruido por Dios a amar. Se te ha dado la
capacidad, está ahí. Es el amor del Espíritu que está en ti.

Y entonces, él le dice a Filemón: “sé que puedes ser un perdonador.” ¿Por qué? Tu fe es
real, entonces, por eso tienes una preocupación real por el Señor. Tu amor es real, por
eso tienes una preocupación por la gente. Usted no le puede pedir a un incrédulo que
perdone. No tiene amor alguno hacia la gente. No tiene pasión alguna, amor sacrificial
de la voluntad por hacer lo que está bien hacia alguien como algo innato en ellos. Si les
beneficia a ellos, lo harán. Y el amor que conocen es el amor del sentimiento y el amor
de emoción, no el amor de la decisión, no el amor del compromiso. Entonces, él dice:
“Filemón, tú eres un perdonador porque tú tienes una preocupación por el Señor, tú
conoces a Dios, tú caminas con Cristo, tu fe es hacia Él y es continua y tienes un amor
hacia la gente.”

En tercer lugar: uno que es un perdonador se preocupa por la comunión. Tiene una
preocupación por la comunión. Él dice: “oigo del amor y de la fe que tienes hacia el
Señor Jesús y para con todos los santos para que la participación de tu fe sea eficaz”.
Ahora, aquí él añade otro concepto. Él está diciendo: “tienes fe salvadora verdadera,
tienes amor espiritual verdadero y tienes un deseo de comunión. Tu fe busca la
comunión.” Él la llama la participación de tu fe. Y él dice: “yo espero que la
participación de tu fe se vuelva eficaz.” Y esa es la palabra poderosa. Poderosa. Sé que
te preocupa la comunión.

Ahora, eso es verdad en los cristianos; si usted es un cristiano, a usted le preocupa la


comunión. A usted le preocupa el cuerpo de Cristo, es lo que él está diciendo. Tú te
preocupas por otros. Tú dices: “mira, quiero perdonarte porque no quiero caos en la
comunión. Quiero armonía, quiero paz, quiero unidad.”

No hay individualismo que diga: “realmente, no me importas, yo voy a hacer lo que


quiera y voy a pedir lo que quiera y sólo voy a dar lo que quiera. Yo voy a hacer las
cosas a mi manera porque sólo me preocupo por mí.” No. Un cristiano no dice eso. Un
cristiano dice: “me preocupa la comunión, me preocupas. Me preocupa nuestra unidad,
me preocupa nuestro ministerio. Me preocupa nuestra participación mutua.”

La palabra participación, koinōnia es una palabra difícil de traducir, de hecho. Con


frecuencia se traduce comunión, pero cuando hablamos de comunión, normalmente nos
referimos a que disfrutamos la compañía de alguien. Decimos que tuvimos comunión,
simplemente, nos divertimos o hablamos o estuvimos juntos o en cierta manera,
compartimos algo de comida. Pero eso no es de lo que estamos hablando aquí. Aquí
estamos hablando de pertenecer, esa es la palabra que más me gusta. Pertenecer. Usted
le pertenece a alguien más. Y alguien más le pertenece a usted en una relación mutua.

Entonces, él dice: “yo sé que tu fe se preocupa con cuán importante es esta pertenencia
mutua.” ¿Y cuál es su implicación aquí? Bueno, Onésimo va a regresar. Usted ahora
sabe que Onésimo, al leer esta carta, es cristiano. Y eso lo hace estar en la comunión. Y
él te pertenece a ti ahora no sólo como esclavo, sino como hermano en Cristo y tú le
perteneces a él no sólo como amo, sino como hermano en Cristo. Y yo sé que a ti te
preocupa el pertenecer. Ésa es la idea. “Sé que esto te es importante.”

Y después, él dice: “y quiero que tu participación, tu comunión, la comunión, la


participación de tu fe se vuelva eficaz, que tenga un impacto poderoso.” Y lo que él está
diciendo es “si tú perdonas a este hombre, va a tener un impacto poderoso. Porque este
fue un crimen serio por el cual este esclavo podía perder su vida. Y si tú tan sólo
perdonas a este hombre y punto, eso va a enviar un mensaje fuerte a la Iglesia acerca de
la prioridad de pertenecer.” Este hombre ahora me pertenece a mí no como mi esclavo,
sino como mi hermano. Y mi hermano necesita perdón. Esa va hacer una afirmación
poderosa de comunión.

No importa lo que un hombre le haga a usted o lo que una mujer le haga a usted. Si
usted puede tomar a esa persona de regreso y abrazarla en amor, usted ha hecho una
afirmación fuerte acerca de la preocupación que usted tiene por la participación. ¿No es
cierto? Por la pertenencia mutua. Usted no se preocupa por usted y su aislamiento y su
individualismo o a usted le preocupa la participación mutua, la participación.

Entonces, una persona, con fe salvadora verdadera se preocupa por el Señor. Una
persona en quien el amor de Dios ha sido derramado en su corazón se preocupa por la
gente, por otros. Y una persona que se preocupa por la comunión, la participación y
tiene la prioridad de la pertenencia mutua de creyentes en su mente va a ser el tipo de
persona dispuesta a perdonar. Si usted ama al Señor, si usted ama a la gente, si usted
ama la comunión, será un perdonador.

Hay una cuarta. Una cuarta preocupación. Y es esta: él tuvo una preocupación por el
conocimiento. Pablo quiso que él recordará esto. Y entonces Pablo dice en el versículo
6: “oro porque la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que
está en vosotros.” Deténgase ahí. En el conocimiento de todo el bien que está en
vosotros.

Ahora, permítame hacerle una pregunta. Cuando usted se volvió cristiano, ¿acaso Dios
colocó cosas buenas en usted? Sí. Usted ha sido bendecido con ¿qué? Con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo Jesús. ¿Sabe que usted es
nuevo? Dios lo ha recreado. ¿Sabe que hay muchas cosas buenas en usted? Muchas
cosas buenas. Y él le dice a Filemón: Filemón, quiero que tengas conocimiento de toda
cosa buena en ti. Entonces, ¿cómo las aprendo? ¿Cómo es que sé acerca de las cosas
buenas que están en mí? ¿Las leo en un libro? No. La palabra para conocimiento es
epignōsis, no sólo conocer, gnōsis, sino epignōsis, conocimiento profundo,
conocimiento rico, conocimiento pleno. Escuche esto, conocimiento experimental. Es el
conocimiento que viene mediante la familiaridad personal con la Verdad. Es el
conocimiento que viene mediante la experiencia.

Ahora, escuche lo que él le está diciendo. Él le está diciendo: “Filemón, si perdonas a


este hombre,” escuche ahora, “si perdonas a este hombre vas a experimentar
inmediatamente lo bueno que hay en ti llamado perdón. Puedes leer acerca del perdón
en un libro, pero realmente no lo vas a conocer porque no lo has experimentado.” Usted
puede oír a alguien predicar acerca del perdón y cuán maravilloso es y cuán bendito es.
Pero usted realmente no lo va a conocer hasta que lo haga.

¿Sabe usted cómo tener el conocimiento de las cosas buenas que hay en usted?
Ejerciéndolas. Usted va a descubrir la voluntad tremenda de lo que Dios ha colocado en
usted cuando usted camine en obediencia a la voluntad de Dios y usted haga cosas y vea
y experimente estas cosas en su propia vida. Dios le ha dado la capacidad de perdonar.
Perdone a alguien y lo experimentará. Eso es lo que él está diciendo. Una vez que lo
hagas, Filemón, vas a experimentar el perdón.

Digo, todos nos hemos sentado y leído los libros que muestran a algún hombre
esquiando ahí en los Alpes suizos en una mañana soleada y la nieve volando y la belleza
y la maravilla de todo eso y la emoción. Pero lo voy a decir una cosa, hay mucha
diferencia entre ver el retrato o la foto en el libro y bajar por la montaña. Hay cierto
conocimiento unidimensional plano que usted obtiene del libro que ni siquiera puede
relacionarse con lo que usted experimenta cuando usted va bajando por la montaña
esquiando. Y lo mismo es el caso en la esfera espiritual. Yo puedo leer las palabras
planas en las páginas de la Biblia que definen el perdón, pero nunca tendré la epignōsis,
o el conocimiento profundo del perdón hasta ¿qué? Perdone y lo experimente. Y así es
como yo aprendo y conozco toda buena cosa que Dios ha colocado en mí.

Entonces, la persona que puede perdonar está preocupada por el Señor. Está preocupada
por la gente. Está preocupada por la comunión y está preocupada por el conocimiento.
Quiere el conocimiento pleno, rico, profundo de toda cosa buena que está en él. Y sabe
una cosa, simplemente piense en esto. Yo quiero hacer lo que Dios quiere que yo haga
porque quiero experimentar el poder de la bondad que está en mí a través de Él. No es
mi propia bondad, sino que es la bondad que Él ha colocado en mí. ¿Acaso usted no se
goza por eso? A veces, cuando tenemos la oportunidad de dar, por ejemplo y de dar
generosamente y de dar sacrificialmente, sentimos esta emoción, este gozo, esta
exuberancia, porque hemos experimentado la bondad profunda, rica que Dios ha
colocado en nosotros que nos hace tener la capacidad de dar sacrificialmente. Y
entonces, él le está recordando a Filemón y a nosotros de la prioridad de estar
preocupados por el conocimiento.

Hay un quinto componente, creo, en la virtud de alguien que perdona y esa es una
preocupación por la gloria. Una preocupación por la gloria. Al final del versículo 6, está
esta pequeña frase: “por Cristo Jesús.” De hecho, en el griego dice: “para Cristo.” Para
Cristo. En otras palabras, él está diciendo: “Filemón, sé que tú tienes la comunión como
una prioridad. Quiero que sea poderosa. Sé que estás preocupado por el conocimiento y
quiero que sea el conocimiento de toda cosa buena que hay en ti. Y sé que quieres que
todo esto sea por causa de Cristo.” Eso es implícito.

En otras palabras, estás preocupado por la gloria de Cristo. Lo haces para Él. Como para
Él. La vida cristiana, con todas sus obras, con todos sus logros, con todo lo que
hacemos, con todas sus responsabilidades es para la gloria de Cristo. Es por causa de
Cristo, es por el nombre de Cristo. Es para la alabanza de Cristo, es para la gloria de
Cristo. Y francamente, si usted está entregado a eso, usted va a perdonar, ¿verdad? Yo
no puedo decir en un momento: “quiero hacer todo para la gloria de Cristo, pero no creo
que te voy a perdonar.” Usted no puede decir eso. Sea honesto. Lo que usted tiene que
decir es: “no te voy a perdonar, entonces, Cristo, no estoy interesado en Tu gloria. Estoy
interesado en mi venganza.” Eso es lo que usted está diciendo.

Pero si usted quiere honrar a Cristo, entonces usted perdonará como Él lo perdonó a
usted, ¿verdad? Si usted quiere honrar a Cristo, usted obedecerá lo que Él le dijo a usted
que hiciera. Con toda certeza, Filemón estaba preocupado con glorificar a Cristo.
Ciertamente, él lo haría por causa de Cristo para Cristo.

El que perdona, entonces, es marcado por una preocupación por el Señor, una
preocupación por la gente, una preocupación por la comunión, una preocupación por el
conocimiento experimental profundo y una preocupación por la gloria de su Señor.

Hay una última nota, la persona que perdona, se caracteriza por una preocupación por
ser una bendición. Él se caracteriza por una preocupación por ser una bendición. Y esto,
de nuevo, es implícito, versículo 7. Pablo dice: “pues tenemos gran gozo y consolación
en tu amor.” Deténgase ahí en este punto. Este hombre tuvo una reputación por ser
amoroso. Y Pablo dice: tu amor me ha traído gozo y consolación. Eso es lo que él dice.
No sólo gozo y consuelo. Mucho gozo y consuelo. He llegado al punto en el que me has
dado razón para regocijarme. He llegado al punto en el que has alentado mi corazón
mediante tu amor. ¿De qué manera? Versículo 7. De nuevo, a la mitad del versículo,
“porque por ti, oh hermano, han sido confrontados los corazones de los santos.” ¡Qué
afirmación! Los corazones. Él usa la palabra splanchna, de hecho, las entrañas, los
sentimientos, el lugar de la emoción y el sentimiento.

Él dice: “la gente en problemas, la gente con sentimientos, la gente sufriendo y


lastimada y luchando han hallado que tú eres una bendición. Tú los refrescaste.” Es un
término militar usado para un ejército que marcha, se detiene y descansa. Tú le traes a la
gente descanso. Tú eres un pacificador. Tú renuevas a la gente. Tu preocupación y tu
cuidado y tu servicio y tu corazón trae aliento, es un bálsamo a la gente que está
turbada. Nada indica que él fue un anciano en la Iglesia. Nada indica que él fue un
diácono en la Iglesia. Nada indica que él fue un maestro en la Iglesia. Obviamente, él
fue algún tipo de hombres de negocios. Él no fue un diplomático calculado. Él
simplemente fue un hombre de bondad instintiva. Y él fue una bendición para todo el
mundo. Ese tipo de persona, perdonará. La persona que está preocupada por ser una
persona que refresca a otros - no quiere traer problemas a tu vida. No quiere traer
turbación, no quiere traer molestias. “Sólo quiere traerte descanso.”

Escuche, ése es el tipo de personas que me trae gozo. Hay gente en mi mundo, créame,
hay personas en mi mundo, más de lo que me gusta pensar, que me traen problemas. Y
normalmente, es constante. Y usted busca por mucho tiempo y con mucho trabajo para
encontrar gente que simplemente lo refresca a usted todo el tiempo porque ellos
resuelven todo. Porque traen paz a todo, porque ejercen dirección y liderazgo sabios,
porque sirven y se preocupan y ministran; y porque simplemente, bendicen a todo el
mundo. Ése es el tipo de gente que va a perdonar, porque lo único que quieren traer es
bendición.

Bueno, Filemón ya para este punto debe estar diciéndose a sí mismo, “hombre,
realmente soy algo importante. ¡Guau!” Y eso es exactamente lo que Pablo espera que
esté diciendo, porque en el versículo 8 le va a pegar fuerte con lo que necesita hacer. Y
ahora, él se va a sentir tan bien por lo maravilloso que es como hombre, que él va a
tener que hacerlo o de lo contrario, no va a vivir al nivel de sus comunicados de prensa.
Cualquier persona que ama al Señor Jesucristo, cualquier persona que ama a los santos,
cualquier persona que ama a la comunión, cualquier persona que ama al conocimiento
verdadero, cualquier persona que ama la gloria de Cristo, cualquier persona que ama ser
una bendición, va hacer un perdonador. Esa es la virtud del tipo de personas que
perdonan. Entonces, Pablo establece esa virtud como la virtud de Filemón. Y después,
como lo veremos el próximo domingo, le pide que perdone.

Estaba leyendo un libro antiguo de poemas que es uno de mis favoritos. Y me encontré
un poema, y no sé si le va a impactar tanto como me impactó a mí. Quizás, porque soy
un padre de cuatro hijos y tengo memorias tan maravillosas de mis hijos, me impactó y
me conmovió. Y cada vez que lo leo, he tenido el mismo tipo de respuesta. Pero
simplemente, es un pequeño recordatorio de las cualidades simples del perdón. Vea si
puede seguir lo que el poeta dice:

“Mi pequeño hijo, que me vio con ojos pensativos y se movió y habló y había llegado a
ser sabio, habiendo desobedecido por séptima vez mi ley, lo confronté y lo despedí con
palabras fuertes y sin besarlo. Su madre, quien fue paciente, estaba muerta. Temiendo
después que la tristeza de él estorbara su sueño, visité su cama, pero lo encontré
dormido. Con párpados oscuros y cerrados, pero con pestañas mojadas aún por haber
llorado. Y yo, gimiendo, besé sus lágrimas para dejar otras que eran mías. Porque en
una mesa junto a su cama, él había colocado, cerca de él, una caja de colores y una
piedra roja, un pedazo de cristal erosionado por la arena de la playa y seis o siete
conchas, una botella pequeña y dos monedas de cobre francés para consolar su triste
corazón. Entonces, cuando en esta noche oré a Dios, yo oré y dije: ah, cuando al final
estemos con un aliento tranquilo, viéndote la muerte, y Tú te acuerdes de cuáles fueron
los juguetes que hicimos que fueran nuestros simples gozos, cuán débilmente
entendimos el bien tan grande que Tú nos mandaste. Entonces, paternalmente, no menos
yo, a quien has formado del barro, Tú dejaras Tu ira y dirás: “perdono tu actitud
infantil.”

Si Dios puede hacer eso por nosotros, ¿acaso no podemos hacer eso el uno por el otro?

Padre, gracias por este recordatorio esta mañana del tipo de persona que perdona.
Queremos ser ese tipo de persona. Anhelamos ser ese tipo de persona. No encontramos
virtud alguna en ser menos que eso. Y entonces, pedimos que Tu Espíritu nos haga
como el querido Filemón, aquellos que tienen la virtud de un perdonador. Si hay algo
que aún no hemos perdonado en nuestras vidas, resuélvelo en este momento y libéranos
de la esclavitud del pasado, la enfermedad de la amargura, la puerta abierta a Satanás y
la pérdida de la comunión dulce contigo, porque sólo el perdón puede hacer eso, por
causa de Jesús. Amén.

Las acciones de uno que perdona.

Filemon: 8-18
Esta mañana en nuestro estudio de la Palabra de Dios junto, regresamos a la carta de
Pablo a Filemón, la epístola a Filemón. Esta epístola de desde 25 versículos cortos, un
capítulo, es una lección viva del perdón. Y este es nuestro tercer estudio de cuatro de
esta pequeña epístola. Y de nuevo, en esta mañana, nos sentamos a los pies de Pablo y
aprendemos a cómo perdonar. Usted recordará que los primeros tres versículos nos dan
la introducción. Después, los versículos 4 al 7 nos mostraron las características de
alguien que perdona. Y ahora, en los versículos 8 al 18, llegamos a la acción del perdón
mismo. Vamos a estar viendo el asunto mismo del perdón.

Para colocar en su mente un pequeño repaso en caso de que lo haya olvidado o que sea
nuevo, Filemón fue un cristiano laico que vivió en la ciudad de Colosas. Y en su hogar,
la Iglesia de Colosas se reunía. Él había sido llevado a Cristo por Pablo, su esposa fue
Apia, su hijo, Arquipo. Ellos tuvieron un esclavo llamado Onésimo. Onésimo huyó. Él
fue un fugitivo, un esclavo que huyó. Él quería su libertad. Terminó en Roma.

Y cuando él estuvo en Roma, de alguna manera, por la providencia de Dios, él se


encontró con el apóstol Pablo. Pablo estuvo como prisionero en una casa, en una casa
rentada y pudo llevar a cabo algo de ministerio. Y de alguna manera, este esclavo que
huyó, Onésimo, fue llevado a Pablo; y Pablo lo llevó a Cristo. Ahora, él lo envía de
regreso su dueño, Filemón, con esta carta pidiendo a Filemón que le perdone por su
abandono, por haber huido, por lo que pudiera haberle debido a Filemón habiéndole
robado cosas cuando se fue. Entonces, es un llamado a un hombre a perdonar a alguien
que ha pecado contra él, esto es este esclavo Onésimo que huyó.

El tema de este pequeño libro es el perdón. Lo que es interesante es que la palabra


nunca es mencionada aquí, es casi como si el Espíritu Santo la hubiera hecho una
epístola en donde se “llenan los espacios en blanco”. Está por todos lados, sin embargo,
nunca se presenta como perdón. Y, sin embargo, es tan claro para el lector de lo que
trata.

Otra curiosidad de este libro es el hecho de que no hay principios doctrinales dados que
provean el cimiento para el perdón. Usted asumiría que alguien como el apóstol Pablo,
siendo un teólogo, al llamar a un hombre al perdón, le hubiera querido dar la teología
del perdón o los principios bíblicos que constituyen el perdón como un mandato, un
requisito, un mandamiento. Pero usted no los encuentra aquí. De hecho, conforme usted
avanza a lo largo de esta epístola, no se dice nada acerca de principios acerca del
perdón.

La apelación, por el contrario, no es una ley o principio o teología o textos bíblicos, sino
que la apelación es a amar. Él adopta la postura más elevada. Él sabe que Filemón es un
hombre piadoso, él sabe que es un hombre espiritual, él sabe que es un hombre cuyo
corazón hacia Dios está bien. Entonces, él no hace apelación alguna la ley, sino que él
hace una apelación al amor, lo cual, como dije, es la postura elevada.

Ahora, debemos asumir que Filemón conoció la teología del perdón. Debemos asumir
que Filemón conocía los principios sobre los cuales el perdón está edificado. Las
doctrinas bíblicas que nos llevan al perdón. Él debió haberlas conocido. Es obvio que él
estaba cimentado en el conocimiento de la Palabra.

No obstante, por más que quisiera hacer esa misma suposición de todos ustedes, no
puedo. Podría apelar a la postura elevada del amor, pero no estoy seguro de que todos
ustedes entienden la teología del perdón que se encuentra detrás de esta apelación. Y
entonces, creo que sería bueno que nosotros tomáramos una parte breve de nuestra
discusión en esta mañana para establecer algunos elementos básicos del perdón que
emanan de las Escrituras que nos motivan a perdonar desde el punto de vista de la
Palabra de Dios que tiene autoridad. Permítame darle siete claves o siete elementos o
siete características de una defensa bíblica doctrinal teológica del perdón.

Número uno: no es sólo el homicidio el que se prohíbe en el sexto mandamiento, sino


una ausencia de perdón. No sólo es el homicidio en sí mismo que es prohibido por el
sexto mandamiento, sino una ausencia de perdón. El sexto mandamiento, no matarás.
Sino que es una afirmación muy delgada que necesita mucho más contenido para
completarla. Y para ese contenido, tenemos únicamente que recordar Mateo, capítulo 5,
las palabras de Jesús mismo quien dijo esto: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No
matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera
que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a
su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará
expuesto al infierno de fuego.”
En otras palabras, Jesús dijo: cuando Dios dijo “no matarás”, Él también quiso decir no
odiarás, no tendrás malicia, no te enojarás, no cargarás ira, no tendrás deseo de
venganza, no buscarás venganza, no mostrarás una falta de perdón. Dios también
prohíbe eso. La teología del perdón, entonces, comienza con el decálogo o con los diez
mandamientos. No sólo no debemos matar, sino que no debemos entretener ningún tipo
de emoción que, en últimas, termina quitándole la vida de alguien como fin extremo.

Ahora, ¿cómo puedo deshacerme de algunas de estas actitudes de enojo, y hostilidad y


falta de perdón y venganza? Bueno, en primer lugar, vea al que usted no quiere
perdonar como la creación de Dios. En otras palabras, ame a esa persona y perdónela
por aquello que hay de Dios en él. Para cada uno de nosotros que ha sido creado a la
imagen de Dios, aunque esa imagen está distorsionada, si yo veo a un creyente quien es
un cristiano, él por lo tanto es santo. Y él lleva algo de la imagen moral de Dios. Y
puedo perdonarlo por aquello que hay de Dios en él. Si veo a un incrédulo que no es
santo, él todavía lleva la imagen natural de Dios. Y puedo perdonarlo por aquello que
hay de Dios en él. Si puedo reemplazar mi enojo y mi ausencia de perdón con
reverencia, si puedo ver la imagen de Dios en alguien.

Además, Jesús dijo amarás a tu prójimo como a ti mismo. Ciertamente, usted busca ver
la imagen de Dios en usted, ¿no es cierto? ¿Acaso no se halla a sí mismo
eminentemente digno de perdón? ¿Acaso no le parece difícil entender por qué alguien
más no lo perdonaría usted? Ciertamente, usted es pronto para perdonarse a usted
mismo en contra de usted mismo. Y usted no lleva amargura contra sí mismo. Usted no
busca vengarse contra usted mismo. Y si usted no peca contra usted mismo y usted no
desea destruirse a sí mismo, sino desea bendición, usted busca recuperar lo que usted
busca. Y entonces, en primer lugar, usted debe reconocer que cualquier odio, cualquier
ausencia de perdón es una violación del mandamiento a no matar porque detrás de eso
está esa actitud de homicidio que, si pudiera, le quitaría la vida a alguien o lo dañaría, si
pudiera.

Además, si usted va a tratar con esta actitud, usted debe reconocer que su ausencia de
perdón es simplemente egoísta. Usted tiene que enfrentar su egoísmo. Es exactamente
ese afecto inmerecido hacia usted mismo que lo hace engrandecer las fallas de otros que
lo ofenden a usted. Lo vuelvo a decir: es un afecto inmerecido hacia usted mismo lo que
hace que usted haga más grave las fallas de otros que lo ofenden a usted.

Por otro lado, si usted es humilde y no es egoísta y se niega a sí mismo, usted se verá así
mismo como una persona tan baja que ninguna ofensa en contra de usted será
considerada importante. Un ego orgulloso, que se estima a sí mismo, se enoja
fácilmente y normalmente no perdona porque piensa de una manera tan elevada de sí
mismo y después, odia tanto a alguien que lo ofende, que ofende a esta entidad gloriosa.
Entonces, usted no nada mas no debe matar, dice Dios. Usted no debe odiar, no debe
enojarse y no debe ser alguien que no perdona. Y si usted no perdona, usted manifiesta
egoísmo y usted no ve en otros la imagen de Dios. Y usted, de hecho, viola el sexto
mandamiento.

Permítame darle un segundo principio básico teológico para el perdón. La persona que
lo ha ofendido a usted, ha ofendido a Dios más. La persona que lo ha ofendido a usted,
ha ofendido a Dios más. Y si Dios, el más Santo, lo ha perdonado a él del pecado más
grande, ¿puede usted, el que es menos santo, perdonarlo a él el pecado menor?
¿Entiende eso? David, quien pecó contra Betsabé, quien pecó contra su marido Urías,
quien pecó contra su propia esposa, sus propios hijos, su propia nación. David, quien
pecó contra todas esas personas, dijo en el Salmo 51: “contra Ti, contra Ti sólo he
pecado.”

En otras palabras, él sabía que sin importar cómo él había ofendido a los hombres, él
había ofendido más a Dios. Y si Dios puede perdonar la ofensa más grande, entonces,
¿por qué usted no puede perdonar la ofensa menor? Este es el punto. Ese es el asunto
inexplicable en la parábola de Mateo 18 en donde el rey perdona al hombre con la deuda
imposible de pagar y después, el hombre no quiere perdonar a otro hombre que le debe
una deuda muy simple, sino que lo estrangula y lo arroja a la prisión.

Y el punto es: ¿cómo es posible que puede usted ver a Dios perdonar la ofensa más
grande y usted no perdonar la que es menor? Cualquier crimen contra usted es un
crimen mayor en contra de Dios. Cada vez que alguien peca contra usted, quizás lo
ofenden a usted, pero lo ofenden más a Dios. ¿Por qué? Porque Él es más Santo de lo
que usted es. El pecado es más pecaminoso para Él. Es más ofensivo para Él. La misma
ofensa puede ser algo serio para usted, pero es mucho más serio para un Dios
infinitamente Santo. Sin embargo, Dios perdona de manera misericordiosa. ¿Es usted
más justo, es usted más Santo, es usted una corte más elevada, con una ley más elevada?

La verdad es que, si usted no perdona, usted no es como Dios en absoluto, usted es más
como el diablo. No olvide esto. Dios le tiene que perdonar mucho para usted. Y no hay
comparación entre las ofensas de otro hombre en contra de usted y las ofensas de usted
en contra de Dios. Sea en números o en seriedad o en consecuencias, ningún hombre
jamás podría ofenderlo a usted en la manera en la que usted ofende a Dios. Y Dios lo
perdona a usted.

¿Acaso usted no puede perdonar a otros? Usted merece condenación por parte de Dios y
yo también. Pero Él nos da misericordia para todas nuestras trasgresiones. ¿Va a pasar
usted toda su vida buscando venganza por las heridas insignificantes que vienen en
contra de usted? ¿Qué es la teología del perdón? Recuerde esto: Dios perdona el enojo,
el odio y la ausencia de perdón, no sólo el homicidio. Recuerde esto: Él es el más
ofendido y Él perdona. Usted, siendo el menos ofendido, debe perdonar.

Principio número tres, muy importante, usted no disfrutará del perdón de Dios si usted
no perdona a otros. Hemos señalado eso en Mateo, capítulo 6, versículos 14 y 15, en
donde Dios dice que, si usted perdona a otros sus pecados, vuestro Padre perdonará los
suyos. Si usted no perdona a otros, Él no lo perdonará a usted. En otras palabras, en el
sentido de nuestra relación con Dios, estamos delante de Dios con pecado no perdonado
bajo Su disciplina si no perdonamos a otros. Ese es un precio elevado que pagar por una
ausencia de perdón. Si usted se rehúsa a perdonar a alguien más, entonces Dios se
rehúsa a perdonarlo a usted. Y usted queda aislado de la comunión significativa con
Dios si usted es disciplinado.

Número cuatro, usted no disfrutará del amor de los hermanos si usted no perdona. Usted
no disfrutará del amor de los hermanos si usted no perdona. En otras palabras, usted
nunca podrá participar en comunión gozosa y amor de creyentes cristianos si usted no
perdona. ¿Se acuerda usted de la parábola de Mateo 18? ¿Se acuerda usted del hombre
que salió y estranguló a este hombre y le dijo “quiero que me des todo lo que me
debes”? Y él no le pagó. Entonces, lo arrojó a la prisión hasta que le pagara todo lo que
le debía.

Entonces, aquí había un hombre a quien Dios había perdonado, pero él no quiso
perdonar a un amigo. En el versículo 31 de Mateo 18 dice: “y todos los amigos de ese
hombre fueron al amo, al señor y le dijeron al señor lo que ese hombre había hecho,
“Señor, tienes que tratar con este hombre.” ¿Qué es eso? Le voy a decir lo que es: sus
amigos cristianos, viéndolo con una actitud que no perdona, van a acudir a Dios y van a
decirles: “Dios, tiene que disciplinar a esa persona.” Realmente, allí un retrato de la
disciplina de la Iglesia. Los santos reuniéndose delante de Dios y diciendo: “Dios,
implementa algo de disciplina en la vida de esa persona.”

Usted va a destruir sus propias relaciones con otros cristianos, quienes entonces van a
tener que acudir a Dios y pedirle que lo enfrente a usted en términos de disciplina si
usted no perdona. Si usted no perdona, ellos no van a perdonar y van a pedirle a Dios
que trate con usted. Entonces, no sólo para usted a perder su comunión con Dios, sino
que va a perder el apoyo dulce, alentador y amoroso afirmador de otros creyentes que lo
ven a usted como una amenaza para la pureza de la Iglesia. Y acudirán a Dios para que
Él cambie la vida de usted o los saque a usted.

Escuche, la teología del perdón es así: “Dios prohíbe la actitud de la ausencia de perdón
tanto como el homicidio. Él es más ofendido y, sin embargo, Él perdona. Y entonces,
usted, que es menos ofendido, debe perdonar. Usted no disfrutará de comunión con
Dios fluyendo del perdón si usted no perdona a otros ni disfrutará de la comunión dulce
y el amor de los cristianos.

Número cinco, un elemento muy importante en entender el perdón. Si usted no quiere


perdonar, sino que más bien busca la venganza, usted habrá usurpado la autoridad de
Dios. Usted habrá usurpado la autoridad de Dios. En la carta de Pablo a los romanos, en
ese maravilloso capítulo 12 práctico, escuche lo que él dice en los versículos 14 y 19:
“bendecid a los que os persiguen, bendecid y no maldecid.” Y después, esto en el
versículo 19: “nunca os venguéis, amados, sino dejad lugar para la ira de Dios porque
escrito está, “la venganza es Mía, Yo daré el pago,” dice el Señor.” Deje la venganza a
Dios.

Cuando usted no quiere perdonar a alguien, cuando usted se aferra a esa actitud de enojo
y amargura y hostilidad, usted literalmente está presumiendo de tomar la espada del
juicio divino sacándola de la mano de Dios y usarla por usted mismo. Usted está
diciendo: “Dios, dame esa espada, yo estoy a cargo.” Una actitud así dice: “yo debo ser
el vengador porque Dios es injusto, Dios es lento.” O Dios es indiferente. O Dios
simplemente no entiende, Él es ignorante. O Dios es incapaz de juzgar y todo eso es
blasfemia.

Dios está mucho mejor capacitado para enfrentar cualquier ofensa en contra de usted
que usted mismo. Él es capaz de enfrentar la consecuencia del pecado mucho mejor que
usted. Él tiene el entendimiento más verdadero, más puro del asunto. Usted está
limitado en su entendimiento. Él es la autoridad más elevada. Usted no tiene autoridad
alguna. Él es imparcial y justo, usted es parcial, egoísta. Él es omnisciente y eterno. Él
ve el fin de todo. Usted es miope, ignorante y no ve nada más allá del momento. Él es
sabio y bueno y todo lo que Él hace tiene propósitos perfectamente justos. Usted es
ignorante y está cegado por su enojo y sus propósitos pueden ser malos. No tiene
sentido que alguna persona sean tan blasfema como para quitarle la espada de la mano
de Dios y usarla por sí mismo o sí misma.

Número seis, un punto muy importante. La ausencia del perdón hace que usted no sea
apto para la adoración. La ausencia de perdón lo hace a usted no apto para la adoración.
De nuevo, en el sermón del monte de Mateo, capítulo 5, nuestro Señor dijo: “por tanto,
si traes tu ofrenda ante el altar y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja
tu ofrenda delante del altar y ve y primero reconcíliate con tu hermano y después, ven y
presenta tu ofrenda.” No te atrevas a adorarme a Mí si no estás completamente
reconciliado con tu hermano cristiano. Usted no puede acercarse a Dios cuando usted
tiene esa manera de pensar con ausencia de perdón. Usted no es apto para la comunión
con la gente de Dios. Usted no es apto para la comunión con Dios. Usted está en una
situación de pecado agravado, usted no puede ser una bendición a otros. Y usted no
puede ser aceptable a Dios.

Como puede ver, la teología bíblica del perdón entonces involucra entender que Dios
prohíbe la ausencia del perdón, así como el homicidio. Que Él, aunque Él es el más
ofendido, aun así, perdona y usted también debe perdonar. Que, si usted no perdona,
usted pierde esa comunión con Él y pierde el amor de los hermanos. Si usted no perdona
y siente que tiene que vengarse, entonces usted usurpa la venganza de Dios, un acto de
blasfemia y usted no es apto para adorar.

Finalmente, muy importante: sus heridas y ofensas, las heridas y ofensas en contra de
usted son sus pruebas y tentaciones. Eso es tan importante. Usted tiene que reconocer
que cuando algo le sucede a usted que es una ofensa o pecado contra usted, esa es una
prueba y/o tentación y usted tiene que enfrentarlo como tal. De nuevo, de regreso en
Mateo 5:44, Jesús dijo: “os digo, amad a vuestros enemigos y orad por aquellos que os
persiguen para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos.”

Si usted quiere ser verdaderamente cristiano, si usted quiere manifestar verdaderamente


el hecho de que usted es hijo de Dios, si usted quiere manifestar de manera verdadera y
distintiva que es cristiano, entonces, sin importar lo que alguien le haga a usted, usted
debe perdonarlos y amarlos. Cada vez que alguien lo ofenden a usted, esa es una prueba
o tentación. Si usted la pasa y los perdona, esa es una prueba que produce fortaleza. Si
usted fracasa y usted no perdona, es una tentación que produce pecado. Sus
acontecimientos, los acontecimientos que enfrenta usted en la vida van en una u otra
dirección. Una respuesta correcta, la hace una prueba que produce justicia. Una
respuesta incorrecta, la hace una tentación que produce injusticia.

La única preocupación que usted debe tener acerca de la acción de alguien en contra de
usted es asegurarse de que usted no caiga en pecado al verse tentado por esa ofensa.
Usted debe estar poco preocupado por las acciones de otros en contra de usted, sean las
que sean, y estar muy preocupado porque se conviertan en pruebas que lo hagan a usted
fuerte o a las tentaciones que lo hagan a usted pecaminoso.

Ahora, asumimos que Filemón sabía todo esto porque Pablo no se lo da. Ciertamente, la
teología del perdón era conocida por Filemón. Y entonces, Pablo no lo dice y lo he
dicho para que todos aquellos de ustedes que necesitaban oírlo. Ahora, regresemos al
texto.
Habiendo entendido todo eso, Pablo, en lugar de presentar un argumento o reafirmación
de esa postura teológica, adopta la postura elevada noble y apela al amor sabiendo que
Filemón sabe que ese es el cimiento, doctrinalmente. Versículos 8 y 9: “Por lo cual,
aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, más bien te
ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de
Jesucristo.” Él dice mira: podría mandarte, tengo suficiente confianza en mí comisión en
Cristo, es lo que quiere decir. Tengo suficiente valentía, tengo suficiente denuedo como
un apóstol directamente comisionado por el Cristo resucitado para mandarte a perdonar
en base a la teología del perdón que es mandada por Dios. Tengo el derecho divino de
mandarte, no tengo falta de valentía en usar ese derecho divino porque es en Cristo dado
a mí en mi comisión; y entonces, podría demandarte que hicieras lo que es apropiado o
literalmente, lo que es apropiado en el Señor, lo que distintivamente cristiano, esto es
que perdones. En el versículo 9, él dice: “mas bien te ruego por amor,” estoy adoptando
la postura más elevada.

Pablo amaba a Filemón. De regreso en el versículo 1, él lo llama agapētos, amado. En


el versículo 7, él dice: “Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor.” Hubo un
vínculo de amor entre estos dos hombres, no había necesidad de mandar. Recuerda
usted que Jesús dijo que, si quieres guardar la ley, haz esto, “ama al Señor tu Dios con
todo tu corazón, alma mente y fuerzas y alma a tu prójimo como a ti mismo; de esto
depende toda la ley y los profetas.” Pablo dijo: “en esto la ley entera es cumplida. El
amor cumple la ley entera.” El amor es el cumplimiento de la ley. Él dice en Romanos
13. El amor es la postura elevada cuando alguien posee el amor verdadero, piadoso,
virtuosos dado por el Espíritu. Ésa es la postura elevada: más allá de la ley y la demanda
y el mandato, motiva a uno a hacer lo que es correcto. Y mientras que el perdón se
manda en las Escrituras, y mientras que pudo haber sido mandado con autoridad
apostólica, Pablo conoce al hombre a quien le habla y sabe que es un hombre motivado
por amor. Él no está hablándole a un hermano que está pecando, que está en la carne. Él
está hablándole a un hombre piadoso, maduro, con una mente espiritual y el amor
moverá su corazón.

Entonces, la referencia a la autoridad de Pablo es colocada ahí simplemente para que


Filemón la vea y tenga un vistazo. Y después, es quitada. Un pequeño recordatorio de
que él podría usarla si él quisiera. Pero después él dice, simplemente te lo ruego por
causa del amor. Y después, para enternecer el corazón de Filemón debido a que esta es
una escena difícil, él incluye dos afirmaciones acerca de sí mismo. “Te ruego por
amor,” él dice, “siendo como soy, Pablo, ya anciano y ahora, además, prisionero de
Jesucristo.”

Para llegar al corazón de Filemón, Pablo quiere usar términos que motiven la
compasión. Él dice: “¿harías esto por mí, pobre de mí?” Él realmente simplemente está
buscando influenciarlo. Y él habla de sí mismo en una especie de dos maneras que lo
presentan como a una persona necesitada. Con la intención de enternecer a Filemón.
Después de esto, esta es una posición bastante interesante en la que encontramos a
Filemón. Y él aquí está leyendo, como usted y yo estamos leyendo en la actualidad. Él
está leyendo ahí a lo largo del versículo 8, está en su casa leyendo esta carta breve. Y
ahí enfrente de él, puede ver a Onésimo, el esclavo que huyó, que lo defraudó. Y toda la
emoción que él ha estado sintiendo desde el momento en el que Onésimo se fue por
primera vez y todo el tiempo que ha pasado, está hirviendo en su corazón.
Él realmente no sabe lo que está pasando. Aquí está Tíquico, a quien él conoce. Él tiene
la epístola a los colosenses en sus manos, lista para leérsela a la Iglesia entera, pero aquí
está Onésimo, este hombre que ha motivado en el corazón de Filemón todo tipo de
hostilidad y tentaciones y enojo que tiene que enfrentar y él está de regreso y él le está
viendo al ojo y él realmente no entiende lo que está pasando. Y él está sintiendo
emoción que quizás pueda hacer que quiera tomar a Onésimo y lo golpee y lo encarcele.
Y entonces, el apóstol Pablo simplemente le dice: “simplemente, te voy a pedir que los
perdones por causa del amor. ¿Y serías tan amable de hacer eso porque la petición viene
de Pablo, el anciano que es un prisionero?” Pablo simplemente quiere que él muestre
compasión. La palabra anciano simplemente significa eso, presbutēs, ya de edad. Él no
era tan viejo, digo. Sesenta. Pero en esos días, la gente no vivía más allá de eso con
mucha frecuencia. Juan, el apóstol, vivió más allá de eso. Pero eso fue raro. La
expectativa de vida de la gente era más corta en ese entonces. De hecho, él quizás no
fue mucho más viejo que Filemón porque Filemón ya tenía la suficiente edad como para
tener un hijo en el ministerio.

Pero, la palabra anciano conlleva más que tan sólo años, en el caso de Pablo. Conlleva
la idea de un proceso de edad que sin duda había sido acelerado por las experiencias de
Pablo. Usted puede estar seguro de que los años que se habían acumulado, por así
decirlo, en la espalda de Pablo, eran más pesados que los años que se habían acumulado
en la espalda de Filemón. Quizás, no eran muchos, pero eran muchos en el proceso de
envejecimiento.

Pablo era más viejo que su edad. Ahí atrás, en Hechos 7, cuando él estuvo de pie viendo
a la gente apedreando a Esteban, dice que él era un hombre joven. Él ya no era un
hombre joven. Él ya es mayor y él es mayor que sus años porque él ha soportado tantos
encarcelamientos, comida terrible, enfermedades, viajes, persecuciones, trabajo, heridas
corporales. Él dijo: “llevo en mi cuerpo las marcas de las cicatrices de Cristo,” por las
piedras que le habían arrojado y porque le habían golpeado con varas y con látigos y
todo lo demás. Y él había estado en cepos como prisionero. Toda la experiencia
dolorosa, debilitante que había sido comprimida en esos años, hacían que Pablo, el
anciano y este vistazo tierno tienen la idea de conmover el corazón de Filemón y
hacerlo sentir compasión hacia este guerrero de edad. Y de esta manera, motivar amor
hacia el apóstol sacrificial que lo llevó a Cristo.

Y si eso no fuera suficiente como para motivar la compasión, Pablo vuelve a sacudir las
cadenas y dice: “también soy prisionero de Cristo Jesús.” Nunca un prisionero en Roma
en su mente, siempre de Cristo Jesús, cautivo por Cristo. Hechos 28 dice que él fue un
prisionero de una casa rentada. Él tiene gente que va y viene, él está encadenado
probablemente a un soldado romano. Y él está diciendo: “Filemón, ¿podrías atreverte a
rechazar una petición de mí, pobre de mí, ya mayor?” ¿Y cuál es la petición? ¿Qué
acción es la que él debe tomar?

Comenzando en el versículo 10, entramos en la médula, por así decirlo, del perdón. Y
hay tres acciones que uno que perdona debe tomar. Tres cosas están involucradas en el
perdón. En primer lugar, recepción. Recepción. ¿Qué quiero decir con eso? Bueno, el
primer elemento en el perdón es simplemente abrir su vida y recibir a la persona.
Permítale entrar a su vida. Versículo 10: “te ruego por mi hijo Onésimo, a quien
engendré en mis prisiones, el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos
es útil, el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo. Yo quisiera
retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el Evangelio;
pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de
necesidad, sino voluntario.” Simplemente, recíbelo, dice él. Simplemente, te estoy
apelando, vuélvelo a recibir.

Y esto debe ser hecho inmediatamente porque hay tres cosas que ahora son verdad
acerca de Onésimo. ¿Está listo para escucharlas? Él está arrepentido, él está
transformado y él ha mostrado ser fiel. Él está arrepentido, él ha sido transformado y él
ha mostrado ser fiel. Se desarrollan en estos simples versículos.

Él está diciendo que “necesitas recibirlo de regreso porque él está listo para ser recibido
de regreso”. Y el perdón comienza con la recepción personal. Cierra el espacio. Cierra
el valle. Cubre la herida. Deja que Onésimo regrese a tu vida. Apelo a ti, dice él, por mi
hijo. Como tú, Filemón, lo llevé a Cristo. Él es mi hijo en la fe como Timoteo, como
Tito, como otros. Y la escena es muy dramática, porque ahí está de pie Onésimo. Este
es un shock para Filemón, porque él ha regresado con Tíquico y él ha regresado con esta
experiencia increíble con el apóstol Pablo. Y Pablo dice: “recíbelo de regreso. Él ha
venido en arrepentimiento.”

Usted pregunta dónde está al arrepentimiento. Versículo 10: “te ruego por mi hijo
Onésimo, a quien engendré en mis prisiones.” Es implícito. ¿Cómo sabe usted que se
arrepintió? Porque él está ahí. Él está ahí. Él regresó. Él hizo lo más peligroso, él
regresó en humillación, arrepentido para enfrentar al hombre a quien él había
defraudado, el hombre que tenía el poder sobre su vida para demandar castigo. Él
regresó. Eso es arrepentimiento. Usted no tiene que decir la palabra. Usted simplemente
tiene que hacer la obra. Recuerde lo que Juan el Bautista le dijo a los fariseos y los
escribas. Él dice: “¿por qué no me muestran los frutos de arrepentimiento?” No sólo
hablen de eso. Aquí está el fruto. Él regresó. Muy peligroso, le podría haber costado su
vida. Pero él hizo lo que era correcto. Él dice: “apelo a ti por éste que está delante de ti,
a quien he engendrado. Yo soy el instrumento humano de su salvación por la gracia de
Dios, él ahora es mi hijo. Él vino a Cristo aquí en mi encarcelamiento y lo estoy
enviando de regreso. Abre tus brazos. Él está arrepentido.” Obviamente, o de lo
contrario, no estaría ahí. Él es humilde, él busca tener una relación restaurada con este
hombre a quien él ha ofendido. Ese es el primer elemento del perdón, la recepción de la
persona de regreso en la vida de uno. Ábrase, mate la hostilidad, abrace a la persona.

En segundo lugar, no sólo él estaba arrepentido, sino que él había sido transformado.
Observe el versículo 11. Él dice: “no estás recibiendo al mismo que perdiste, el cual en
otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil.” Él no es el mismo hombre.

Por cierto, este es un juego de palabras. Onésimo significa útil. Fue un nombre común
para los esclavos, probablemente comenzó como un apodo. Simplemente, apodaban a
sus esclavos útiles. Y probablemente, les habían dado apodos a algunos esclavos como
inútiles, porque esas dos palabras en el griego son muy parecidas. Entonces,
dependiendo de qué tan buenos eran ellos, les daban apodos, ‘útiles’ o ‘inútiles’.
Onésimo significa útil.

Entonces, Pablo, aquí presenta un juego de palabras en el versículo 11. Él dice: “Útil,
antes era inútil pero ahora es útil, tanto para ti como para mí.” ¿Por qué? Dios lo ha
cambiado. Él no es el mismo hombre. Él es diferente. Se ha llevado a cabo un cambio
radical. Él te va a servir como Colosenses 3:22 y 23, la carta que él leerá más adelante,
dirá: “no sirviendo al ojo como los que agradan al hombre, sino sirviendo el Señor de
corazón. Él está regresando como un siervo diferente. Él no es sólo te va a servir
simplemente viendo, si lo estás viendo, y viendo si va a trabajar, él te va a servir como
si estuviera sirviendo el Señor. Él es un hombre transformado. Y él ahora es útil, él está
viviendo al nivel de su nombre para ti y para mí. He visto su utilidad. Y tú también la
verás.”

Hay un tercer elemento que indica que él era digno de ser recibido en la relación y eso
es que no sólo estaba arrepentido y transformado, sino que él había probado ser fiel.
Versículo 12, Pablo dice, te lo he enviado de regreso en persona, esto es, enviándote mi
corazón mismo. Este hombre está aprobado. Digo, el hecho de que yo te lo envío es
muy doloroso. Te lo envíe con Tíquico de regreso porque sabía que estaba bien. Él tenía
que ser restaurado, tenía que haber la reconciliación de la relación, él tenía que ser
recibido por ti, tenía que ser corregido esto, pero simplemente tengo que decirte que lo
estoy enviando de regreso y está lastimándome hasta el corazón.

Este hombre, puede ser amado. El apóstol Pablo tuvo una capacidad inmensa para amar
y él había llegado al punto en donde él amaba a este hombre. Enviándote mi corazón, la
palabra corazón, de hecho, son entrañas. La parte más baja en donde sentimos. Los
hebreos siempre se referían a eso como el lugar de la emoción y el sentimiento. Y él
dice: “mi sentimiento es profundo hacia este fugitivo, este criminal, este esclavo se ha
vuelto amado por mí. Le he abierto mis brazos, lo he recibido y te estoy diciendo que él
es un gran hombre, a quien debes conocer y amar. Y te lo estoy enviando. Y está
cortando mi corazón.”

Y entonces, él le dice: “recíbelo de regreso, él está arrepentido. Recíbelo de regreso. Él


ha cambiado. Recíbelo de regreso. Él es digno, él es un hombre de valor, él es un amigo
maravilloso. Abre tu corazón, recíbelo de regreso. Él dice en el versículo 13: “A quien
yo quiero mantener conmigo.” Me gustaría que se quedara conmigo. Esa es la razón por
la que me está cortando el corazón enviártelo.

Y escuche esta nota de subtítulo: “para que, en lugar tuyo, me sirviese en mis prisiones
por el Evangelio.” ¿Qué quiere decir con eso? Esa es otra manera de afirmar la virtud
amorosa de gracia de Filemón. Él dice: “oh, Filemón, te lo estoy enviando de regreso y
está cortándome el corazón. Quería que se quedara conmigo para que pudiera
ministrarme a mí en mi encarcelamiento por el Evangelio en tu lugar. Yo sé que a ti te
gustaría estar aquí para ministrar. Yo conozco tu corazón de amor. Yo sé cuánto te
gustaría estar aquí y pensé que, si tan sólo me quedara con Onésimo, él sería como si tú
estuvieras aquí y él me ministraría a mí si tú no pudieras hacerlo. Sé que a ti te hubiera
encantado tener algún ministerio hacia mí. Sé que a ti te habría encantado hacerlo por ti
mismo si hubieras podido. Entonces, pensé, simplemente, se va a quedar aquí y él va a
poder ministrarme en tu lugar porque sé que a ti te encantaría hacer eso.”

Pero él dice: “mira,” versículo 14, “pero nada quise hacer sin tu consentimiento. No
quise hacer nada. Sé que a ti te hubiera encantado dejarlo aquí para ayudarme en mi
encarcelamiento.” Y él vuelve a sacudir sus cadenas por cuarta vez simplemente para
mantener el corazón de Filemón tierno. “Sé que a ti te hubiera encantado que él se
quedara, pero yo no quise hacer eso sin tu consentimiento. Para que tu favor no fuese
como de necesidad, sino voluntario.” No quise que tú hicieras el bien porque no te
quedó otra opción. Quise que tú hicieras el bien porque tu tuviste una opción. No quise
hacer nada en contra de tu voluntad. No quise imponerte nada. Sé que eres un hombre
maravilloso y sé que te hubiera encantado servirme y sé que lo hubieras hecho tú mismo
y probablemente me habrías dado a Onésimo para hacerlo, pero no quise presumir de tu
amor y quise que tú tomaras la decisión para hacer el bien de tu propia voluntad.

Más que eso, Pablo quería que él viera la transformación, el arrepentimiento y el valor
de Onésimo. Amados, aquí es donde el perdón comienza. Comienza al abrir mi vida y
dejar que la persona regrese. Comienza con perdonar la amargura y perdonar las ofensas
y simplemente, abrir mi vida y dejarlos entrar y decir: “sí, si lo lamentas, te recibo de
regreso. Sí, puedo ver que no es la misma persona que eras cuando hiciste eso. Sí, tienes
valor y lo reconozco.” La persona a quien usted perdona que no está arrepentido, usted
nunca puede traerla de regreso a esta relación. Y entonces, el perdón es unidimensional.
Pero en donde hay arrepentimiento y cambio y valor, usted lo recibe de regreso.

Ahora, eso lleva a un segundo elemento. El primero es la recepción, el segundo es


restauración. Pablo sugiere que usted no sólo debe abrir sus brazos y recibirlo de
regreso porque él es digno de amar, sino que usted lo coloca de regreso en el servicio.
Usted necesita colocarlo para que esté funcionando en el ministerio.

Versículo 15, esto es fascinante, “Porque quizás,” y aquí él apela a la providencia de


Dios, “para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre, no
ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado…” ¡Que
afirmación! Pablo dice: “mira, no voy a mitigar la culpabilidad de Onésimo,
obviamente, lo que Onésimo hizo estuvo mal. Pero simplemente quiero que consideres
que quizás Dios tuvo un propósito.” Y Pablo dice quizás porque ningún hombre puede
ver la providencia secreta de Dios operando.

¿Pero no crees, Filemón, que quizás Dios estaba usando esta maldad para producir bien?
¿Se acuerda usted de Génesis 50:20? “Vosotros hicisteis mal contra mí, mas Dios lo
encaminó a bien.” Romanos 8:28, “a los que aman a Dios, todas las cosas que les
ayudan a bien, a los que son llamados según Su propósito.” Salmo 76:10: “Dios hace
que la ira de los hombres lo alaben.” Dios puede sobrepasar, sobreponerse a cualquier
maldad. Dios siempre está triunfando sobre el pecado mediante Su poder providencial y
Su gracia providencial. Él toma las contingencias y decisiones infinitas de toda la
humanidad y las usa para cumplir Sus propios propósitos.

Y entonces, Pablo dice, ¿no crees que quizás Dios ha planeado todo esto cuando este
hombre te dejó, que él regresara de otra manera? Él partió de ti por un tiempo para que
lo tuvieras de regreso para siempre. Perdiste a un esclavo y ganaste a un hermano.
Perdiste a un esclavo y ganaste a un hermano. Dios lo permitió. Dios se sobrepuso. Una
separación temporal para llevar a una relación eterna.

Lo que Onésimo hizo, pudo haber tenido un daño irreparable en términos de la


confianza de Filemón. Pero él necesitaba ver que Dios estaba operando en esto. Y Dios
había llevado a ese hombre a Pablo. Lo convirtió y lo envío de regreso. Y ahora, en el
versículo 16, él dice: “no meramente como esclavo,” no significa que él no debe ser un
esclavo. Esta no es una proclamación de emancipación. Él está diciendo que ya no
meramente un esclavo, él es más que un esclavo, él regresa como un hermano amado.
Entonces, recíbelo de regreso, sí, para ser un siervo de nuevo, sí para ser un esclavo,
pero no tan sólo eso, más que eso, le dice: “él ya ha sido eso,” versículo 16,
“especialmente para mí. Pero cuánto más para ti, tanto en la carne,” esto es como un
esclavo físico, “como en el Señor, como un hermano en Cristo.” Tú lo tienes a dos
niveles. Pablo no está aboliendo la esclavitud. Él dice que él regresa como un siervo. Él
regresa como un esclavo, pero él no es tan sólo un esclavo. Tú meramente perdiste a un
esclavo. Recibiste de regreso a un esclavo más fiel que operará para la gloria del Señor
y recibiste de regreso a un hermano amado en Cristo. Cuanto más él será para ti, Pablo
dice, de lo que fue para mí. Para mí, él únicamente en el Señor, un hermano. Para ti, él
en la carne es un siervo y en el Señor, un hermano. Tú recibes su servicio físico y
recibes su servicio espiritual de manera completa.

El perdón significa: abro mi corazón; recibo a la persona a nivel de relación. Significa


que lo recibo en términos de restauración al servicio. Recepción, eso es personal.
Restauración, a la utilidad y al servicio.

En tercer lugar, el tercer componente en una relación perdonadora es restitución.


Restitución. Se ha cometido un mal y ese mal tiene que ser enfrentado. ¿Cómo será
enfrentado? Obviamente, cuando Onésimo huyó del lugar, defraudó a Filemón. Si el
precio de un siervo bueno era 500 denarios, él habría tenido que tomar los 500 denarios,
los cuales habrían sido un sueldo común, 500 días de sueldo y haberse comprado otros
siervo, lo cual significa que le habría costado mucho.

No sólo eso, parece que cuando Onésimo se fue, se llevó algunas de las posesiones y
dinero de Filemón para poder financiar su vida como fugitivo. Y entonces, él
definitivamente lo ha defraudado. La Biblia tiene principios muy directos de restitución.
Usted puede leer acerca de ellos, por ejemplo, en Números capítulo 5, versículos 6 al 8,
se habla acerca de esto. Tenía que ser pagado, devuelto. Y entonces, tenía que haber
restitución. ¿Cómo es que Pablo va a enfrentar esto? Onésimo no tienennada. Como el
hijo pródigo, se gastó todo lo que tenía en una vida disoluta, disipada y él no tenía un
trabajo. Él simplemente sirvió al apóstol Pablo, lo cual es comprensible porque, debido
a su nueva fe y el anhelo de su corazón por estar con este hombre piadoso, él
probablemente regresa con los bolsillos vacíos.

Y entonces, ¿cómo es que él va a enfrentar la restitución? Versículo 17 y18, “Así que, si


me tienes por compañero,” un koinōnon, un colega de vida espiritual, “recíbele como a
mí mismo.” Él dice: simplemente, trátalo, me tratarías a mí. Quiero que Onésimo tenga
mi justicia en sus ojos. Darle la bienvenida a él como me darías la bienvenida a mí.
Perdónalo a él como me perdonarías a mí. Trata lo que te debe como si tu tratarías lo
que yo te debiera. Simplemente, recíbelo de la misma manera que me recibiría esa mí.

Y después, en el versículo 18, Pablo añade: “Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi


cuenta.” La restitución siempre es un componente esencial del perdón. Sería correcto
por parte de Filemón que dijera: “me vas a devolver lo que me costó reemplazarte. Lo
voy a retener de su sueldo. Vas a trabajar tiempo adicional y vas a restaurarme lo que
me robaste cuando te fuiste.” Eso sería justicia. Eso no estaría mal. Pero tampoco está
mal mostrar gracia.

Tampoco está mal decir: “sé que fuiste un hombre impío, pecaminoso y entiendo la
conducta que era apta, apropiada para ese tipo de naturaleza. Ahora sé que eres una
persona transformada y ya no te voy a hacer responsable por aquello que hiciste en tu
estatus no redimido. En gracia, te perdono.” Eso habría sido algo maravilloso que hacer.
Y ciertamente, habría mostrado un enfoque noble elevado, cristiano ante el asunto. Pero
simplemente, para quitar cualquier prisión de Filemón, de forzarlo en un acto de gracia
de perdón total, Pablo dice: “lo que él te debe, yo te lo pagaré, porque no tiene dinero.”

Obviamente, él no tenía nada con qué pagar. Entonces, Pablo dice que él lo pagará.
Usted pregunta si Pablo acaso tenía dinero. Debió haber tenido un poco, él estaba
rentando la casa en donde se estaba quedando y desde el tiempo que él había trabajado,
él habría acumulado dinero. Entonces, él podría apoyar a la gente que estaba con él. Y
Pablo dice: “simplemente, ponlo a mi cuenta.” Y después, en el versículo 22 él dice:
“Prepárame también alojamiento.” La suposición sería: “cuando llegue ahí, voy a saldar
su cuenta.” Necesita haber restitución. Algunas veces, la restitución es devolver - si la
persona puede hacer eso. Pero, algunas veces, el mejor tipo de restitución es
simplemente solo perdón. Y simplemente, la gracia de Dios.

En este caso, hay un componente maravilloso añadido porque quiero que siga el
pensamiento aquí. Pablo está teniendo una parte muy, muy personal en la vida de
Filemón y Onésimo. Es una parte que él conocía bien. Es la misma parte que Jesucristo
juega o tiene en la relación entre el pecador y Dios. Filemón es como Dios. Él ha sido
objeto de violación. Él ha sido defraudado. Onésimo es como el pecador que huyó de
Dios, que defraudó a Dios, que desperdició su vida. Y si el pecador va a ser reconciliado
con Dios, alguien debe pagar el precio, ¿verdad? Fue Cristo. Pablo conoce muy bien esa
muerte sustitutiva de Jesucristo. Él la ha predicado por años. Lo que Pablo está diciendo
aquí es magnífico.

Está diciendo: yo quiero ser como Cristo. Yo quiero tomar la deuda y el pecado de
Onésimo para que él pueda reconciliarse contigo. ¿Acaso esto le ayuda a entender algo
de Pablo? ¿Se acuerda cuando él dijo en varias ocasiones “sed imitadores de mí, así
como yo de Cristo”? Aquí usted lo ve como la sustitución para la reconciliación, muy
parecido a Cristo.

Nunca nos parecemos tanto a Dios como cuando perdonamos. Nunca nos parecemos
tanto a Cristo como cuando llevamos la deuda para que el perdón pueda llevarse a cabo.
Pablo está actuando como Cristo. Él dice: “yo, tomaré la consecuencia de su pecado. Tú
nada más recíbelo de regreso.” Una perspectiva hermosa, hermosa en este tema de la
restitución. No nos dice lo que hizo Filemón, pero tengo la confianza de que él perdonó
y que él no le cobró nada al apóstol Pablo.

¿Cómo perdonamos? Recepción, abrimos nuestros brazos, recibimos a la persona de


regreso de manera personal al amor. En segundo lugar, restauración. Lo recibimos para
que sirva de manera útil. En tercer lugar, nos auguramos de que la deuda haya sido
saldada de manera total y completa. Si pueden pagar, y es justo, y es su deseo,
recibimos el pago. Si no pueden, ofrecemos perdón y quizás, usted al mismo tiempo
puede ser el sustituto para esa reconciliación inclusive para usted mismo. Así es la
naturaleza del perdón y así es el perdón que Dios nos pide que le extendamos el uno al
otro. Inclinémonos en oración.

Padre, somos tan afectados por esta lección tremenda del perdón. Si hay algo, Señor, en
mi corazón o en los corazones de los Tuyos aquí, que de alguna manera pueda ser vista
como una actitud que no perdona a alguien, por favor, perdónanos y quítala, porque
sabemos que Tú prohíbes un corazón no perdonador tanto como Tú perdonas el
homicidio. Sabemos que Tú, aquel contra quien hemos pecado más, nos perdona. Y
demandas que perdonemos el pecado menor, nosotros, que somos menos santos.

También sabemos, Señor, que una ausencia de perdón nos hace perder la comunión, la
comunión contigo y deja nuestros propios pecados no perdonados, una ausencia de
perdón nos roba del amor de otros cristianos y nos coloca bajo disciplina. Y después,
sabemos, con temor, que una ausencia de perdón quita la espada de Tu mano y de
manera blasfema, afirma ser un mejor juez, nos hace no estar aptos para la adoración y
nos hace caer víctima de la tentación. Señor, que no seamos no perdonadores, sino que
seamos como Pablo, quien fue perdonador como Cristo y quien busco que otros fueran
iguales. Y de esta manera, que conozcamos Tu bendición y el gozo que viene a los
creyentes obedientes por causa de nuestro Salvador. Amén

Los motivos de uno que perdona.


Si es tan amable en abrir su Biblia esta mañana para nuestra lección final de cuatro en la
maravillosa historia pequeña de Filemón. Hemos titulado estas cuatro lecciones
“Lecciones Vivas Acerca del Perdón”.

Para aquellos de ustedes que no han estado con nosotros en la serie, simplemente un
repaso breve. El apóstol Pablo escribió esta carta la cual es un capítulo de 25 versículos
del largo. La escribió a un amigo. Un amigo llamado Filemón. Él había llevado a
Filemón a Cristo. Filemón, obviamente había crecido en Cristo. Es evidente partir de
esta carta que él fue un hombre de gran virtud y convicción cristianas. Su esposa es
mencionada en el versículo 2, Apia. Y lo más probable es que su hijo también es
identificado como Arquipo, quien también estuvo involucrado en el ministerio cristiano.

Aparentemente, Filemón fue un hombre de cierta riqueza; por lo menos, él pudo


hospedar a la Iglesia de Colosas en su propia casa. Se reunían en su casa. Y entonces, él
estaba bien familiarizado con muchos de los líderes espirituales y maestros y
predicadores de ese entonces. Hubo otro miembro de la casa de Filemón, un esclavo que
es mencionado en el versículo 10 llamado Onésimo. Onésimo había querido su libertad.
Él no era cristiano. Y entonces, él huyó. Él fue un cristiano fugitivo que escapó y
cuando se fue, él debió haberse llevado algo de dinero o de valor para poderse sustentar
a sí mismo en la vida en las sombras de la ciudad de Roma, a donde él fue.

Por la providencia de Dios, este esclavo que huyó en la ciudad de Roma de alguna
manera se puso en contacto con el apóstol Pablo, quien estaba ahí en Roma como
prisionero en una casa alquilada. Pero, aun así, podía enseñar y predicar la Palabra de
Dios a la gente que iba y venía. Quizás, la aflicción de la situación de Onésimo fue tan
severa, quizás la convicción de su pecado fue tan grande, que él determinó encontrar a
Pablo, de quien él debió haber sabido algo, debido a que él era conocido por toda la
gente en la casa de Filemón y en la Iglesia que se reunía ahí. Fueran cuales fueran las
circunstancias, él llegó a oír la predicación de Pablo y se convirtió a Jesucristo. Este
esclavo Onésimo ya cristiano se convirtió en un amigo muy cercano y valorado por
Pablo y un ayudante de Pablo inclusive en su tiempo de encarcelamiento. Cuando Pablo
se enteró, no obstante, de que él fue un esclavo que había huido del amigo mismo de
Pablo, Filemón, él sabía que tenía que enviarlo de regreso.

Esta carta, entonces de Pablo a Filemón tiene un énfasis primordial: le pide a Filemón
que perdone a este esclavo que huyó, Onésimo, quien ahora se ha convertido en un
creyente. Y entonces, decimos que es una lección viva del perdón.

Como ya hemos aprendido, el perdón es una promesa. Eso es exactamente lo que es, es
una promesa. Es una promesa a nunca vengarse. Es lo opuesto de rehusarse a perdonar,
lo cual es una promesa de buscar venganza. Si usted quiere una definición simple
entonces del perdón, véalo como una promesa a nunca vengarse. Es una promesa
verbalmente declarada. Es una afirmación de amor que afirma: “no me aferro al enojo,
no me aferro al odio, no me aferro a la amargura en contra de ti.”

Y tiene una perspectiva triple, nunca jamás lo mencionaré, nunca jamás lo mencionaré a
alguien más, nunca jamás volveré a traerlo a mí. Eso es el perdón. Sin importar lo que
me hayas de hecho, no importa cómo me hayas ofendido, hago una promesa a que
nunca buscaré la venganza. No me aferro al enojo, no me aferro al odio, no me aferro a
la amargura, nunca jamás te lo mencionaré, nunca jamás se lo mencionaré a alguien más
y nunca jamás lo consideraré. Eso es el perdón.

El perdón, hemos señalado, es el acto más parecido a Dios y más parecido a Cristo que
un cristiano puede hacer. Usted nunca se parece tanto a Dios o a Cristo como cuando
perdona porque eso es lo que Dios hace, eso es lo que Cristo hace. El perdón es una
virtud magnífica. Sir Thomas More, el Señor de Inglaterra, después de haber sido
juzgado en Westminster y ser condenado a la muerte sin ninguna causa justa, habló con
sus jueces. Estas son sus famosas palabras, y cito: “así como San Pablo tenía la ropa de
aquellos que apedrearon a Esteban hasta la muerte y así como ahora ambos son santos
en el cielo y continuarán ahí siendo amigos para siempre, así también, ciertamente,
confío y oro ardientemente que aunque ustedes, señores, ahora en la tierra han sido
jueces de mi condenación, no obstante después, nos reunamos gozosamente en el cielo
en salvación eterna.” Fin de la cita. Oh, la belleza del perdón. La belleza del perdón de
Esteban del cual Sir Thomas More habló, quien dijo: “Señor, no les tengas en cuenta
este pecado,” mientras aplastaban su vida bajo las piedras. La belleza del perdón de
Jesús quien vio a quienes lo crucificaron y dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo
que hacen.”

Ahora, esta maravillosa breve carta sin mencionar una sola vez la palabra perdón, nos
enseña a nosotros una lección viva en el perdón. Nos enseña algunos elementos muy
esenciales del perdón en maneras prácticas, sutiles y gentiles.

Pablo ya nos ha ayudado a ver e identificar el tipo de virtud que uno debe tener para
perdonar. En los versículos 4 al 7 indicamos que, si usted va a tener la virtud de uno que
perdona, usted va a tener una preocupación por el Señor, una preocupación por la gente,
una preocupación por la comunión, una preocupación por el conocimiento, una
preocupación por la gloria de Cristo y una preocupación por el servicio. Y todo eso sale
de los versículos 4 al 7.
Después, Pablo también nos enseñó no sólo la virtud de uno que perdona, sino también
la acción de uno que perdona. Y señalamos que hay tres elementos de esa acción. Hay
recepción, después restauración y después, restitución. Esto está en los versículos 8 al
18.

Y después, llegamos ahora a los versículos finales de esta carta, versículos 19 al 25. Y
Pablo nos presenta los motivos para el perdón. ¿Por qué perdonar? ¿Cuál es la
motivación interna que motiva el perdón?

Ahora, de nuevo le recuerdo que todas estas características que hemos estado viendo
son sutiles en esta carta, pero están presentes y nos dan una descripción completa de uno
que perdona. ¿Qué motiva a alguien a perdonar? Ciertamente, el perdón es valiente.
Ciertamente, el perdón es osado. Ciertamente, el perdón es heroico. Pero al mismo
tiempo, debe ser normal para un cristiano humilde.

Entonces, en la nota de los motivos, Pablo cierra va la carta con palabras de gracia, pero
llenas de significado, que tienen la intención de motivar el corazón de Filemón a
perdonar a Onésimo. Y cada una de las afirmaciones finales en esos versículos que
quedan, conllevan el embrión de una verdad que actúa como una motivación para que
nosotros también perdonemos.

¿Qué es lo que entonces motiva a una persona perdonar? Número uno, el


reconocimiento que yo llevo una deuda que no puedo pagar. El reconocimiento que
tengo una deuda que no puedo pagar. Observe el versículo 19: “yo Pablo, lo escribo de
mi mano. Yo lo pagaré.” Deténgase en este punto por un momento. Esta es una nota
bastante interesante. La costumbre de Pablo era dictar sus cartas a un amanuense o a un
secretario, a alguien que las escribía.

Pero también, la costumbre de Pablo, al final de muchas de sus cartas era tomar la
pluma, por así decirlo, y firmar su propio nombre. Por ejemplo, al final de su carta a los
colosenses que habría sido entregada en el mismo momento en el que la carta a Filemón
fue entregada, notará en el capítulo 4, versículo 18 que la epístola cierra con esto: “yo
Pablo, escribo este saludo con mi propia mano. Acordados de mi encarcelamiento, la
gracia sea con vosotros.” No es raro que usted haga eso en la actualidad cuando usted
dicta una carta con su secretaria escribiéndola en su totalidad. Y después, firma su
nombre y añade una postdata con su propia mano. Fue común para el apóstol Pablo
tomar la pluma y escribir algo con su propia mano.

Ahora, notará que él ha dicho algo muy significativo en el versículo 18. Él dijo: “Y si en
algo te dañó Onésimo o te debe, ponlo a mi cuenta.” Este es el asunto de la restitución.
Pablo sabe que Onésimo no tiene nada, él no puede devolver lo que él robo. Él no puede
pagar los 500 denarios que Filemón tuvo que gastar para que alguien tomara el lugar de
Onésimo. Él no tiene ese dinero. Entonces, Pablo dice, en lugar de tratar de sacarlo de
él, él no lo tiene, simplemente cárgalo a mi cuenta.

Y después, lo que es muy interesante, Pablo dice: “yo, Pablo, lo escribo de mi mano. Yo
lo pagaré.” Y Pablo toma la pluma y firma este pagaré con su propio nombre. Eso es lo
que está haciendo. Estoy escribiendo mi propio nombre, con mi propia mano, como una
garantía de que, si lo pones a mi cuenta, yo lo pagaré. Y mantiene la pluma en su mano
desde el versículo 19 hasta el final.
Entonces, los últimos versículos aquí vienen del apóstol Pablo lo mismo. Entonces, aquí
tenemos no sólo lo que es de su mente inspirada, si no lo que es también de su propia
mano. Él está firmando su nombre y diciendo: “yo voy hacer restitución por Onésimo,
quien no tiene dinero.” Obviamente, Pablo debió haber tenido algo. Recordará que él
había recibido algunas ofrendas durante su encarcelamiento. Él las señala en Filipenses
capítulo 2, versículo 30 y en el capítulo 4, versículos 14 al 18 y le dice a la Iglesia
filipense: “gracias por enviarme algunas cosas, algo de dinero, algo de apoyo en mi
encarcelamiento. Entonces, él tuvo algunos recursos. Quizás, tenía la suficiente para
pagar la deuda. Pablo estaba dispuesto a hacer eso.

Pero después, observe lo que él dice en paréntesis, “por no decirte que aun tú mismo te
me debes también.” ¿Que está diciendo aquí? Él está diciendo: “por cierto, yo sé que
Onésimo tiene una deuda contigo, pero quiero recordarte que tú tienes una mayor deuda
conmigo de lo que él te debe a ti.” Aquí está el plan de Pablo. Por su deuda en mi
cuenta. Después, cancélala porque tú me debes tanto. Eso es lo que él dice.

Ahora, aquí hay un principio. Filemón no es tan sólo un hombre a quien se le debe el
pago de una deuda. Filemón también es un deudor que tiene una deuda mucho mayor e
impagable para con Pablo. Onésimo le debe a Filemón una deuda material. Filemón le
debe a Pablo una deuda espiritual. Onésimo le debe a Filemón una deuda temporal.
Filemón le debe a Pablo una deuda eterna. ¿Por qué? Pablo le había dado el Evangelio.
Pablo lo había guiado al conocimiento salvador de Jesucristo. ¿Cómo es que él jamás va
a poder pagarle eso a Pablo?

Entonces, él dice, “la deuda de Onésimo debe ser colocada en mi cuenta y después, debe
ser cancelada porque tú me debes tanto. Porque yo fui usado por Dios para liberarte de
la muerte y del infierno.”

Ahora, el principio es así de simple: alguien le hace algo a usted, lo ofende, le debe
algo, recuerde esto: usted debe deudas tan impagables a otros, quienes de manera
generosa y en gracia y fielmente y amorosamente lo beneficiaron a usted con la más rica
de las bendiciones espirituales y ellos no demandan paga y usted tampoco podría
pagarlo si es que ellos lo demandaran de usted. Entonces, ¿acaso usted no puede liberar
la deuda financiera temporal u obligación de uno que lo ha ofendido únicamente a usted
de una manera terrenal? Ese es su punto.

Permítame personalizarlo: estoy endeudado tan profundamente con tanta gente, por
tanto, que nunca jamás ni siquiera me acercaría a pagarles lo que les debo. Estoy
endeudado con mis padres piadosos. Estoy endeudado con mi padre y mi madre,
quienes me guiaron al conocimiento de Jesucristo. Estoy endeudado con ellos por
enseñarme las Escrituras. Estoy endeudado con ellos por guiarme al ministerio. Estoy
endeudado con ellos por apoyarme y proveer mis necesidades y educarme. Estoy
educado con ellos por hacerme responsable de vivir una vida disciplinada y hacerme
espiritualmente responsable por mi conducta. Nunca jamás podría pagar la deuda que
tengo para con mis padres.

Estoy endeudado con mi esposa por su amistad, por su amor, por su apoyo y por su
sabiduría, por sus comentarios, por su corrección, por sus convicciones. Estoy
endeudado con ella. Nunca jamás podría pagar la deuda espiritual que le debo a Patricia.
Estoy endeudado con mis hijos por amarme inclusive en mi debilidad. Estoy endeudado
con mis hijos por su bondad, por su preocupación, por su cuidado de su padre, por la
respuesta responsable que ellos tienen a las cosas que pido de ellos.

Estoy endeudado para con mis amigos. Estoy endeudado con un mundo entero de
amigos que me ha ministrado de manera benéfica y en gracia. Estoy endeudado con mis
maestros. Estoy endeudado con hombres que han escrito libros, libros que han
moldeado mi vida y mi manera de pensar y ministerio. Estoy endeudado con mis
colaboradores y co pastores.

Estoy endeudado con ustedes como congregación porque ustedes me han dado de
manera tan constante sus oraciones y su sabiduría y su comunión. Inclusive, han pagado
mi sueldo por muchos años. Estoy tan profundamente endeudado con tanta gente por
tanta bendición espiritual que nunca podría pagarles. Jamás.

Y estoy tan endeudado con tantos que sólo Dios debe devolverles lo que les debo. Sólo
Dios. Y Dios tendrá que pagarles lo que les debo al darles una recompensa eterna por
todo lo que han sacrificado por mí, porque nunca jamás podría pagarles lo que les debo.

¿Puedo yo entonces, quien debo tanto a tantos no perdonar a alguien que debe una
deuda terrenal tan simple a mí? ¿Ve usted el punto de Pablo? Debido a que yo tengo
tantas deudas espirituales que nunca podría pagar, ¿acaso no puedo permitir de manera
gozosa que una deuda material dejara o quedara sin ser pagada y perdonar de manera
completa al que la debe? Entonces, Pablo con su genio inspirado busca motivarnos a
perdonar al recordarnos cuánto debemos.

Segunda motivación: el reconocimiento que yo puedo convertirme en una bendición a


otros. Si yo perdono, puedo convertirme en una bendición a otros, versículo 20: “si,
hermano,” y ahí está esa ternura amable de Pablo. “Si, hermanos, tenga yo algún
provecho de ti en el Señor; conforta mi corazón en el Señor.” Y las palabras “yo,” “mi,”
son enfáticas en el griego. Él está diciendo: “tú has bendecido a tantos.” Él ya dijo esto
en la primera parte de este libro maravilloso.

En el versículo 7, él dice: “Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque


por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos.” Tú has bendecido
a tantas personas por tanto tiempo. Ahora, me toca a mí, dice Pablo. Hermano, deja que
yo sea bendecido. Deja que yo me beneficie. Deja que yo encuentre utilidad espiritual.
Y es una palabra cognada de la palabra misma Onésimo. Entonces, él todavía está
usando ese juego de palabras para el nombre mismo de Onésimo, el cual significa
benéfico o útil. Me toca a mí, él dice. Si tú lo perdonas a él, me vas a bendecir a mí, tú
me beneficiaras también a mí en el Señor.

¿Qué quiere decir con eso? En la dimensión de lo espiritual, en la esfera de lo espiritual.


Entonces, déjame beneficiarme a mí de tu acción, de tu acto de perdón. Déjame
beneficiarme del hecho de que tú lo recibas, lo restaures y canceles su deuda. Eso me va
a beneficiar a mí.

¿Cómo es que eso va a beneficiar a Pablo? Oh, le va a dar gozo. Le va a dar gozo.
Como el apóstol Juan dijo, que él no tenía mayor gozo que este, que el oír que sus hijos
andaban en la verdad. Pablo diría lo mismo. No tengo yo mayor gozo que este, que el
saber que mis hijos andan en amor el uno hacia el otro.
¿Usted se acuerda de Filipenses en el capítulo 2, esas palabras tan maravillosas?
Capítulo 2, versículo 2: “haced mi gozo completo. ¿Cómo podemos hacer eso Pablo?
¿Cómo podemos darte gozo? “Al ser de la misma mente, manteniendo el mismo amor,
unidos en espíritu, teniendo un mismo propósito, no haciendo nada por contienda, por
vanagloria, sino siendo humildes, considerando a otros más importantes, no mirando
por los suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. En otras palabras,
Filemón, si te humillas a ti mismo y consideras a Onésimo más importante que tú, y si
buscas la unidad y el amor y la comunión; y por lo tanto, perdonas a ese hombre, me
traerás gozo.

Y entonces, él está diciendo: debes verte motivado al querer ser una bendición a otros.
Debes verte motivado a perdonar porque regocijará el corazón de otro. Entonces, él
dice: “déjame beneficiarme de ti en el Señor”. Y después, él añade y dice: “conforta mi
corazón en el Señor.” De nuevo, en esa esfera espiritual, “bendíceme, confórtame.” Tú
confortaste al resto de la gente, ahí atrás en el versículo 7. Ahora me toca a mí, el
perdón de Onésimo por parte de Filemón va a traer gozo espiritual y consuelo, porque
Pablo ama a estos dos hombres. Pablo quiere que sean uno. Pablo ama la unidad de la
Iglesia. Pablo quiere que la Iglesia colosense sea una Iglesia que vea a ese perdón como
un gran ejemplo, una lección objetiva. Si Filemón se rehúsa perdonar a Onésimo, va a
cargar el corazón de Pablo. Va a entristecer el corazón de Pablo. Va a turbar el corazón
de Pablo, porque él ama a ambos hombres y él ama a esa Iglesia y él ama la unidad de
esta Iglesia. El no por donar va a dañar a esa relación. Va a dañar a esa Iglesia. Va a
distorsionar a su ministerio y eficacia y va a representar de manera equivoca el poder
del Evangelio al mundo de inconversos que está observando.

Entonces, él simplemente dice: “tú, que has estado dispuesto a hacer tanto para consolar
a otras personas, ¿harías tan sólo esto para mí? ¿Perdonarás a este hombre y me
consolarás y me bendecirás y me traerás gozo? Dos buenos motivos para perdonar.
Usted debe más de lo que jamás puede pagar. Y si usted perdona, usted bendecirá a los
santos, porque usted buscará la unidad.

Tercer motivo, el reconocimiento que yo soy llamado a ser obediente el Señor.


Versículo 21, Pablo dice: “te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás
aún más de lo que te digo.” De nuevo, con pluma en mano, Pablo dice: “mira, tengo
confianza en tu obediencia.” Y él toca otra vez esa fibra en el corazón de Filemón que
es jalada por la necesidad de obedecer a Dios. Él no está hablando de ser obediente a
Pablo porque ahí atrás en la primera parte del capítulo, usted recordará que Pablo le dijo
en el versículo 8, “por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo
que conviene, más bien te ruego por amor.”

Entonces, Pablo nunca le mandó. Pablo simplemente le está diciendo: “sé que
obedecerás al Señor en esto. Pablo tiene la confianza de que Filemón es un hombre
piadoso. Él presentó sus características en los versículos 4 al 7. Él tiene confianza de
que él actuará de una manera correcta la obedecer el mandato de Dios del perdonar.
Recuerde que le dije que esa teología del perdón no está en esa carta, pero podemos
asumir que Filemón la conocía. Podemos asumir que Filemón estaba bien familiarizado
con Mateo, capítulo 6, con el principio de que, si usted no perdona su hermano, Dios no
lo va a perdonar a usted.
Él estaba muy familiarizado con Mateo 18, con los principios que ahí se enseñan como
“debes perdonar, debes perdonar setenta veces siete”. O como Lucas 17:3 y 4 nos dice,
“debes perdonar, si es necesario, siete veces al día. Él estaba bien familiarizado con la
convicción de Pablo, 2 Corintios 2:7, de que el perdón era esencial. Él ciertamente
estaba seguro de lo que Pablo dijo en Efesios 4:32 y Colosenses 3:13, aunque él no los
había leído, de que debía perdonar porque a él se le había perdonado tanto. Filemón
sabía que Dios había mandado a perdonar. Pablo está seguro de que él lo sabía. Esa es la
razón por la que él no lo menciona.

Y Pablo inclusive está seguro de que lo hará. Pablo dice: “estoy confiando en tu
obediencia. Yo sé que vas a hacer lo que Dios te ha mandado a hacer. Y Dios te ha
mandado a perdonar.” Entonces, usted no sólo es motivado por las deudas que usted
tiene, que no puede pagar. No sólo por lo que él dice en el versículo 20, usted será una
bendición y gozo a otros creyentes, sino porque usted sabe que Dios espera que usted
obedezca.

Y después, él inclusive dice esto en el versículo 21: “sabiendo que harás aún más de lo
que te digo”. Ahora, algunas personas han hecho la suposición innecesaria de que este
es un llamado a Filemón a emancipar a Onésimo, a liberarlo de su esclavitud en su
totalidad. Pero eso no está indicado en el texto. Cuando él dice: “sabiendo que harás aún
más de lo que te digo,” podría ser que él quiere decir que serás más magnánimo en tu
perdón de lo que inclusive yo te he pedido. Tú serás más magnánimo en tu amor hacia
Onésimo de lo que yo inclusive he asumido. Tú le darás a él quizás un tipo de
celebración como la del hijo pródigo, le colocarás el anillo y la túnica y matarás al
animal engordado y prepararás una celebración. Quizás, es el más que le hará.

O quizás, el más que le hará es recibirlo no sólo como siervo. Y Pablo, indica que él
regresa como un siervo en el versículo 16, cuando él dice que “no sólo lo tendrás en la
carne, sino en el Señor.” En otras palabras, él te servirá la carne y él también te servirá
en el Señor. Y quizás eso es más de lo que él está pensando aquí. Quizás el más es que
no sólo lo vas a regresar a un servicio como esclavo, sino que le vas a dar la libertad de
involucrarse en el ministerio debido a sus capacidades espirituales. Entonces, tu harás
más que tan sólo recibirlo de regreso y restaurarlo al servicio. Le darás la oportunidad
de ministrar a tu lado.

Quizás, el más podría ser que no sólo lo perdonarás, sino que perdonarás hasta a otras
personas, a quienes debes perdonar. Y el más es un tipo de perdón más magnánimo y de
mayor alcance y más amplio, en el que Filemón inclusive perdonará a aquellos de
quienes Pablo no sabe que está amargado en contra de ellos.

Hay muchas posibilidades para lo que el más podría ser. Pero él dice: “conozco tu
virtud, tengo confianza y sé que obedecerás y que inclusive harás más de lo que te he
pedido. De manera voluntaria, sin presión, no debido a la ley, no debido al temor, sino a
partir de un corazón justo, Filemón obedecerá a Dios, quien le mandó perdonar.

Hay una cuarta motivación contundente para el perdón y ese es el reconocimiento de


que yo soy responsable ante líderes piadosos. El reconocimiento de que yo soy
responsable a líderes piadosos. Esto es muy refrescante, versículo 22. Y Pablo dice:
“prepárame también alojamiento, porque espero que por vuestras oraciones y os seré
concedido.” ¿Sabe usted lo que está diciendo? Más vale que hagas esto porque voy a
revisar que lo hiciste. Esto es lo que está diciendo. Voy a estar ahí. Prepara el cuarto.

Esto es lo menos sutil de todo lo que él dice en la epístola entera. “Oh, por cierto, voy
para allá.” Cuando él escribió 1 Corintios, él estaba lo suficientemente preocupado por
los corintios como para advertirles que él iba a venir. Y conforme usted lee 1 Corintios
4:18 al 21, él dice “voy para allá”. Él todavía está preocupado cuando él escribe 2
Corintios y usted encuentra que en 2 Corintios 12:14 y 13:1 que él dice: “les digo otra
vez, los voy a ver”. Y de todas las veces que él dice eso, en estas tres ocasiones, él
realmente les está diciendo: “más vale que se corrijan porque voy para allá.” Y aquí fue
menos sutil que con los corintios.

Él dice: “prepárame alojamiento, voy para allá.” Y lo que él quiere decir, “voy a estar
ahí para que pueda ver lo que has hecho.” Pablo realmente está haciendo algo de
autoridad espiritual aquí. Voy a supervisarte. Es una motivación gentil. Realmente, no
es una amenaza. Es una promesa. Él no dice lo que le dijo a los corintios en 1 Corintios
4:21 en donde dijo que, si era necesario, iba a tener que ir con una vara. Él no dice eso.
Él simplemente está diciendo “voy a estar ahí”. Esto es optimista, por cierto, porque
todavía es un prisionero en una casa alquilada en Roma, encadenado a un soldado
romano.

Pero él dice, véalo de nuevo, en el versículo 22, Pablo dice: “porque espero que por
vuestras oraciones os seré concedido.” Esto es maravilloso.” Él sabe que la soberanía de
Dios cumple Sus propósitos, pero él también sabe que la soberanía de Dios cumple Sus
propósitos mediante la oración. Nadie puede estudiar la oración sin estudiar ese
versículo. Pablo dice: mi esperanza es que yo os seré concedido a ustedes y que el
medio de que yo sea concedido a ustedes es mediante sus oraciones.

Como he dicho en años pasados, las oraciones mueven a Dios. Las oraciones son los
nervios que mueven los músculos de la omnipotencia. La oración no es nada más que
un ejercicio en futilidad, porque Dios va a hacer lo que Él quiera. La oración es el
medio mediante el cual Dios hace lo que Él va a hacer. La oración eficaz del justo puede
mucho, como nos dice Santiago 5. Pablo es muy consciente de la obra providencial de
Dios. Él se refirió a esto ahí en el versículo 15, cuando él asumió que quizás Onésimo
había huido para que pudiera regresar como un cristiano. Él supo que Dios estaba
operando en todo esto. Y él dice, mi esperanza es que Dios me va a dejar venir a ti; y el
medio de eso será mediante sus oraciones.

Y entonces, lo que él hace, es que no sólo le dice a Filemón voy para allá, sino que le
dice a Filemón, de hecho, “comienza a orar por mi llegada”. Y le voy a decir que, si él
sabe que viene y él estaba orando por la llegada de Pablo, esto va a afectar la manera en
la que él actúa hacia Onésimo, con toda seguridad. Porque si él no ha perdonado de
manera completa a Onésimo, él no va a orar de esta manera: “Oh, Señor, Dios, por favor
trae pronto al apóstol Pablo.” De ninguna manera, si él no ha perdonado a Onésimo.

Entonces, Pablo literalmente lo coloca en una esquina. Yo vengo y estoy esperando que
lo que me liberará son tus oraciones. Esa es una carga pesada. Ahora, Filemón está
pensando: “sino oro, no sale de la prisión. No quiero ser responsable por que él esté en
la prisión. Tengo que orar por su liberación. Estoy orando por su liberación. Y sé dónde
va a estar su primera escala: aquí. Tengo que perdonarlo.” Eso es responsabilidad
espiritual. Usted debe ser responsable a aquellos que están sobre usted en el Señor,
quienes tienen un derecho conforme ellos son los que velan por sus almas y son los que
tienen el derecho de conocer la calidad de su vida.

Esa es la razón por la que hablamos de disciplina en la Iglesia. Cuando hablamos de


pastorear a las ovejas, estamos hablando de asegurarse de que las ovejas sean
obedientes, asegurándose de que estén haciendo lo que el pastor, el gran pastor de sus
almas quiere que hagan. Usted es responsable a esos líderes espirituales que están sobre
usted que tienen el derecho, conforme velan por sus almas, de hacer que usted sea
responsable por el perdón.

Hay un quinto motivo, no sólo el hecho de que debo más de lo que puedo pagar y que
puedo bendecir a los santos y soy llamado a obedecer al Señor y soy responsable a mis
líderes espirituales, pero, en quinto lugar, otro motivo para perdonar es el
reconocimiento de que no estoy solo, sino que soy parte de una comunión. No estoy
sólo, soy parte de una comunión.

Versículos 23 y 24. Afirmación maravillosa que Pablo hace aquí. De nuevo, tiene la
pluma en su mano y él escribe: “Te saludan Epafras, mi compañero de prisiones por
Cristo Jesús, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores.” Él identifica a
Epafras como un compañero de prisiones. Él identifica a Marcos, Aristarco, Demas y
Lucas como colaboradores. Cinco hombres. Cinco hombres preciados para Pablo. Cinco
hombres preciados para Filemón. Cinco hombres que conoce Filemón. Cinco hombres
que conocen a Filemón.

¿Qué está diciendo él? Él está diciendo: “tú no puedes actuar de manera independiente
de la comunión. Tú no actúas solo. Si tú no perdonas, tú facturarás el vínculo de amor
que existe entre estos hombres y tú. Tú violarás las expectativas que ellos tienen de ti.
Tú vas a darles un mal ejemplo. Tú no puedes hacer simplemente lo que querías hacer
como si tu existieras sólo. Tú no sólo tienes un nivel de responsabilidad al que es tu
líder espiritual, sino que tienes un nivel de responsabilidad de establecer el estándar para
aquellos que son sus amigos espirituales. Cinco hombres. Te mandan saludos, Filemón.
Tienen expectativas elevadas de ti.”

Estos hombres también son mencionados en Colosenses 4. Observe Colosenses 4


porque los versículos hay en Colosenses 4 nos van a ayudar a entender algo de esto
cinco hombres. Obviamente, Tíquico, quien llevó la carta a la Iglesia colosense podía
mandar sus propios saludos. Él habría sido conocido por Filemón, lo más probable. Pero
después, la lista comienza con Epafras en Filemón. Epafras es mencionado en
Colosenses 4:12: “Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo,
siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes,
perfectos y completos en todo lo que Dios quiere. Porque de él doy testimonio de que
tiene gran solicitud por vosotros, y por los que están en Laodicea, y los que están en
Hierápolis.”

Epafras, llamado primero, probablemente fue convertido bajo Pablo. Probablemente, él


es el fundador de la Iglesia colosense. Y las otras dos iglesias en el valle del Lico, hubo
tres en total, esto es Laodicea y Hierápolis. Probablemente, Epafras había fundado esas
tres Iglesias. Él mismo era de Colosas, ciertamente bien conocido por Filemón. Él,
siendo descrito aquí como uno de vosotros, todavía estaba asociado, claro, con la Iglesia
que se reunía en la casa de Filemón. Él es un esclavo, un siervo de Jesucristo, lo cual
habla de su compromiso profundo con el servicio. Él es un hombre de oración, rogando
encarecidamente por la perfección de los santos para que estén completamente seguros
de que están en la voluntad de Dios, él tiene una preocupación profunda, pastoral por la
Iglesia colosense, por la Iglesia de Laodicea, la Iglesia en Hierápolis. Este es un hombre
maravilloso, piadoso e impresionante.

En el capítulo 1 de Colosenses, en los versículos 7 y 8, él es llamado “nuestro amado


colaborador, quien es un siervo fiel de Cristo por nosotros y nos ha informado de
vuestro amor en el Espíritu.” Epafras es un cristiano noble. Él es el mejor, piadoso,
comprometido. Oraba, servía. Y después, en Filemón, él es llamado “mi compañero de
prisiones por Cristo Jesús”. Ahora, no sabemos si esto significa que él también se había
convertido en un prisionero de Roma o si él simplemente se había identificado con el
encarcelamiento de Pablo hasta el punto en el que él se encarceló de manera personal y
estuvo al lado de Pablo en sus cadenas. O él era un cautivo, o él era un prisionero
voluntario por causa de Pablo.

El segundo nombre en la lista es el nombre de Marcos. Él es mencionado en Colosenses


4:10 como el sobrino de Bernabé. Y a la Iglesia colosense se le dice que, si viene, que lo
deben recibir. Deben darle la bienvenida. Aquí descubrimos que él es el sobrino de
Bernabé o primo de Bernabé, lo cual podría explicar algo del conflicto en Hechos 15.
Recordará que cuando Pablo y Bernabé estaban viajando, Juan, Marcos había venido,
nada más que era débil y a él no le gustaban las dificultades. Él quería salirse y entonces
Pablo dijo: “Suficiente con él. Deshagámonos de él. Si él no es lo suficientemente fuerte
para el asunto, vamos a deshacernos de él.” Bernabé lo defendió y recordará que se
separaron Pablo y Bernabé.

Esto explica quizás porque Bernabé estaba tan apegado a Marcos. Eran primos. Marcos,
por cierto, había mejorado mucho para este entonces. Mediante esa disciplina fuerte por
parte de Pablo, él aprendió una gran lección, probablemente bajo la influencia fuerte de
Pedro. Primera de Pedro 5:13 podría indicar eso. Y después, bajo la tutela de Bernabé
mismo, Marcos había cerrado el circulo hasta llegar a la fortaleza espiritual. Marcos se
convirtió en un hombre tan maravilloso que en 2 Timoteo 4:11, cuando Pablo estaba al
final de su vida y escribió a Timoteo, él le dijo: “envíame a Marcos, porque él es tan
útil”. Entonces, aquí hay un hombre piadoso, Marcos.

El tercero mencionado en Filemón es Aristarco. Él también es mencionado en


Colosenses 4:10. Aquí dice: “Aristarco, mi compañero de prisiones”. Él no es un
llamado un compañero de prisiones en Filemón, sino un colaborador. Entonces, quizás,
de nuevo, él fue un compañero de prisiones de manera voluntaria, no por la ley. Y
simplemente, estuvo dispuesto a identificarse con el encarcelamiento de Pablo y asistir
y ayudar a Pablo.

Aristarco estuvo asociado con la ciudad de Tesalónica según Hechos 20:14. Y él estuvo
con Pablo en Éfeso durante su tercer viaje y su larga estancia de varios años ahí. Él
inclusive fue capturado por los que estaban causando un escándalo en Éfeso, ahí en
Hechos 19:29. Y él estuvo con Pablo en el viaje en Hechos 27. Aquí, él está con él,
compartiendo este tiempo de encarcelamiento, quizás de manera voluntaria,
colocándose en esclavitud o en encarcelamiento para servir a Pablo. Él es conocido y
amado por Pablo. Y obviamente, conocido y amado por Filemón.
El siguiente nombre es ese nombre infame de Demas. Demas también es mencionado en
Colosenses, capítulo 4, versículo 14. Simplemente su nombre, Demas. No conocemos
mucho acerca de Demas. Lo único que sabemos es triste. Segunda de Timoteo 4:10,
Pablo dice: “Demas me ha desamparado habiendo amado este mundo.” Triste. Juan
dijo: “si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” Lo más probable que
Demas fue un hipócrita. Pero aquí, él era parte de la comunión. Él estuvo involucrado
en asistir, ayudar a Pablo, conocido por Filemón.

El nombre final en la lista de Filemón es Lucas. Colosenses 4:14 dice: “Lucas, el


médico amado.” Así es como él es conocido. Un doctor cristiano gentil lleno de amor,
el autor del tercer Evangelio. No es interesante que de estos cinco, dos de ellos
escribieron Evangelios, Marcos y Lucas y estuvieron juntos con Pablo. Lucas fue el
compañero frecuente de viajes de Pablo. Lucas escribió el libro de Hechos. Y usted lee
a lo largo del libro de Hechos, capítulo 16, 20, 21, 27, 28 y el escritor dice: “nosotros,
nosotros, nosotros, nosotros”. Y eso significa que Lucas está ahí con lo que está
pasando. Él está presente para eso. Algo de eso le fue dado por el Espíritu Santo.
Experiencias que él no tuvo, pero mucho de eso, lo vivió.

Él estuvo con Pablo en su segundo viaje en Troas y Filipos, según Hechos 20, versículo
6. Él fue con él a Jerusalén, estuvo en el viaje registrado en Hechos 27. Sólo él estuvo
con Pablo en su encarcelamiento final, 2 Timoteo 4:11. Entonces, aquí están cinco
personas bien conocidas y prominentes. Conocen a Filemón, están en comunión con él.
Si él no perdona, él destruirá ese vínculo con estos hombres.

Como puede ver, usted no hace cosas de manera aislada. Si usted se amarga, usted
fractura su comunión. El perdón entonces es algo obligatorio. Es algo obligatorio
porque tengo deudas que no puedo pagar. Porque puedo bendecir a los santos si
perdono. Porque soy llamado a obedecer y Dios dice que perdone. Porque soy
responsable para con mis líderes espirituales y porque debo recordar que soy parte de
una comunión es interrumpida por el pecado.

Finalmente, el perdón es motivado por el reconocimiento que debo estar capacitado por
la gracia de Dios. Debo ser capacitado por la gracia de Dios. Versículo 25, “la gracia de
nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro Espíritu,” esas son las palabras finales de Pablo
y él deja la pluma y lo que él está diciendo es: “Filemón, sólo quiero recordarte que para
poder hacer esto, vas a tener que tener la gracia del Señor Jesucristo. No lo puedes hacer
solo. La naturaleza humana no podría perdonar esta ofensa.

Esta bendición conocida realmente es una oración. Y no es muy general aquí, sino muy
específica. Que la gracia divina le sea concedida a Filemón y a toda su familia y a la
Iglesia en Colosas, a todos ustedes, para que puedan perdonar a Onésimo. Pablo está
pidiendo lo que no es posible en la carne, porque la carne quiere venganza. Lo que no es
posible por la ley, porque la ley quiere justicia. Pero lo que es posible por la gracia, la
gracia del Señor Jesucristo operando con Su Espíritu, Su hombre interior. Esa es la
misma gracia que permitió que Cristo perdonara. Pablo dice: “que tú tengas esa misma
gracia para perdonar, la que le permitió a Cristo perdonar.”

Esos son los motivos. Usted debe perdonar. ¿Por qué? Usted tiene una deuda que nunca
podría pagar. Usted puede bendecir a los santos. Usted puede obedecer a Dios. Usted
puede cumplir su responsabilidad para con sus líderes espirituales. Usted puede
mantener la comunión intacta. Y usted puede hacerlo en el poder de la gracia de Cristo,
quien lo perdonó a usted.

Ese es el final del libro, ese no es el final de la historia. ¿Cómo terminó? Sin duda
alguna, Filemón perdonó a Onésimo. Pablo fue liberado de ese encarcelamiento. Hizo
muchos viajes. Viajó muchas veces. Seguramente, uno de ellos fue a Colosas Y a la
casa de Filemón. Él fue al este, aunque originalmente él pensó que iría al oeste. Usted
recordará que unos seis años antes de que él escribiera esta carta, él escribió Romanos y
dijo: “voy a venir y después de que llegue ahí, voy a dejarlos y voy a ir al oeste, a
España,” Romanos 15:22 al 24. En los años intermedios, sus planes habían cambiado.

Él estuvo en Roma, pero él decidió que no iba a ir a España, que no iba a ir a conquistar
territorios nuevos. “Tengo que regresar y corregir algo en el territorio antiguo.” Cuando
él salió de ese primer encarcelamiento, él no pudo ir al oeste, porque él tuvo que ir a
corregir, a arreglar algunas de las iglesias, porque habían caído en pecado. Y uno de los
lugares al que debió haber ido fue Colosas y una de las casas que él debió haber
visitado, claro, porque allí era donde se reunía la Iglesia, fue la de Filemón. Y entonces,
él debió haber sabido lo que pasó.

Los eruditos bíblicos le dicen que no es probable que este libro hubiera entrado al canon
del Nuevo Testamento si Filemón no hubiera perdonado a Onésimo, porque habría
dejado a Filemón para toda la historia humana como un hombre maravilloso, piadoso y
virtuoso. Y si ése no hubiera sido el caso, entonces no habría sido el propósito del
Espíritu de Dios el dejar este libro en el texto, para dar una impresión falsa acerca del
hombre. Entonces, el hecho de que Dios incluyó esto en el canon significa también que
Dios, de manera maravillosa, se movió para cumplir esto en la vida de Filemón y de
Onésimo. La Iglesia entera debió haber sabido de la carta, digo, la Iglesia entera no sólo
en Colosas, porque fue un libro inspirado que circuló por todos lados. Y fue una de las
grandes historias de la época apostólica y podemos estar seguros de que habría habido
algo en algún lugar para decir que nunca sucedió, si nunca hubiera sucedido. Pero
permanece como un testimonio del perdón y debió haber habido respuesta a esto.

Y simplemente, como una nota a pie de página, la historia registra que poco tiempo
después de esto, un hombre se convirtió en el pastor de la Iglesia en Éfeso y su nombre
fue Onésimo. ¿Podría ser el mismo hombre? Si es así, ciertamente conocemos el poder
maravilloso del perdón. El perdón es poderoso. Esa es parte de la razón por la que esa
historia está aquí. El perdón impacta a la gente.

Permítanme actualizar la historia. Acabamos de celebrar el 50 aniversario del ataque


japonés en contra de Pearl Harbor. El 7 de diciembre de 1941, a las 7:55 de la mañana
en un domingo sin nubes, despejado, los japoneses atacaron Pearl Harbor. En dos horas,
2403 estadounidenses murieron, 1178 fueron heridos, 169 aviones de Estados Unidos
fueron destruidos de manera total. Tres barcos enormes se hundieron y otros 18 fueron
dañados.

Este ataque increíble fue encabezado por unos de los mejores pilotos japoneses, un
piloto de 39 años de edad, el comandante Mitsuo Fuchida, cuyo héroe en su vida fue
Adolfo Hitler. Mitsuo Fuchida guió a 183 aviones japoneses y los llevó al puerto de
Honolulu y devastó a miles de hombres y a una nación entera y disparó, como usted
sabe, la muerte masiva, masiva mediante la respuesta estadounidense atómica, así como
también mediante armas convencionales. Mitsuo Fuchida, un hombre que usted puede
leer una, y otra y otra vez en todo lo que usted lee acerca de la Segunda Guerra
Mundial. Su avión fue dañado muchas veces conforme él entraba y salía de Pearl
Harbor, pero sobrevivió.

Después de que se acabó la guerra, él fue inundado con las memorias de la muerte. Él
decidió aislarse hasta cierto punto. Y entonces, se dedicó a ser un granjero cerca de
Osaka. Le dio tiempo para pensar. Se enfocó más y más en el problema de la paz y
decidió en el medio de su culpabilidad y preocupación por todo lo que había sido hecho
en la guerra, decidió escribir un libro. Él determinó que el título del libro sería No Más
Pearl Harbors. El instaría al mundo a entregarse a sí mismo a buscar la paz. Mitsuo
Fuchida luchó en vano, no obstante, por encontrar un principio mediante el cual la paz
funcionara. Durante años, él trató de encontrar el principio que le permitiera escribir el
libro. No pudo encontrarlo. Él no pudo encontrar nada en las religiones de Japón, las
filosofías del mundo.

Después, la historia de un giro dramático. Y la historia es así. El primer reporte vino de


un amigo, un teniente que había sido capturado por los estadounidenses y encarcelado
en un campamento para prisioneros de guerra en Estados Unidos. Fuchida vio su
nombre en un periódico en una lista de prisioneros de guerra que estaban regresando a
Japón. Él determinó visitarlo. Cuando se reunieron, hablaron de muchas cosas. Después,
Mitsuo Fuchida hizo la pregunta que más le preocupaba: “¿cómo es que los
estadounidenses te trataron en el campamento de prisioneros de guerra?” Su amigo
respondió que fueron tratados bien.

Después, él le contó a Mitsuo Fuchida una historia de la cual él dijo que le hizo una
impresión impresionante en él y en todo prisionero en el campamento estadounidense.
“Algo sucedió en el campamento en el que yo estuve,” dijo él, “lo cual hizo posible para
aquellos de nosotros que estuvimos presentes en ese campamento el dejar todo nuestro
resentimiento y odio y regresar con un espíritu perdonador y un sentimiento de alivio.”
Fuchida preguntó qué fue eso. El que había sido un prisionero le dijo: “hubo una joven
niña estadounidense llamada Margaret ‘Peggy’ Covell,” y que ellos pensaban que tenía
unos 20 años de edad, “quien venía al campamento de manera regular haciendo todo lo
que podía hacer por los prisioneros. Ella les traía cosas que podían disfrutar como
revistas y periódicos. Ella cuidaba de sus enfermos y ella constantemente se ponía a
disposición de ellos para ayudar como pudiera. No obstante, ellos fueron sacudidos
cuando le preguntaron a ella por qué estaba tan preocupada por ayudar a estos
prisioneros japoneses. Ella respondió: “porque mis padres fueron matados por el
ejército japonés.”

Una declaración así podría conmover a una persona de cualquier cultura, pero era
incomprensible para los japoneses. En su sociedad, ninguna ofensa podía ser mayor que
el homicidio de los padres de uno. Peggy trató de explicar los motivos que ella tenía.
Ella dijo que sus padres habían sido misioneros. Cuando los japoneses invadieron las
islas, las Filipinas, sus padres escaparon a las montañas de North Luzon para encontrar
seguridad. No obstante, poco después fueron descubiertos. Los japoneses los acusaron
de ser espías y les dijeron que serían matados. De manera apasionada, negaron que eran
espías, pero los japoneses no quedaron convencidos y fueron ejecutados.
Peggy no oyó del destino de sus padres hasta el final de la guerra. Al principio, ella
estaba enfurecida, llena de tristeza e indignación; los pensamientos de las últimas horas
de la vida de sus padres la llenaron de mucha tristeza. Ella los veía atrapados,
totalmente a merced de los que los capturaron, sin salida alguna. Ella vio la brutalidad
cruel de los soldados, ella los vio enfrentando a sus ejecutores japoneses y cayendo sin
vida al suelo ahí, en esa montaña filipina lejana.

Después, Peggy comenzó a considerar el amor abnegado que sus padres tuvieron hacia
la gente japonesa. Gradualmente, ella se convenció de que ellos habían perdonado a la
gente a quienes Dios los había llamado a amar y servir. Después, se le ocurrió que, si
sus padres habían muerto sin amargura o rencor hacia sus ejecutores, ¿por qué es que
debía ser diferente la actitud de ella? ¿Acaso ella debería estar llena de odio y
sentimientos de venganza cuando ellos habían estado llenos de amor y perdón? Por lo
tanto, Peggy escogió el camino del perdón y el amor. Ella decidió ministrar a los
prisioneros japoneses en el campamento de prisioneros de guerra como prueba de la
sinceridad que ella tenía. Fuchida fue tocado por la historia, pero quedó especialmente
impresionado por la posibilidad de que eso era exactamente lo que él había estado
buscando, un principio que fuera la base suficiente para la paz. El principio era un amor
perdonador. ¿Acaso ese podría ser el principio sobre el cual el mensaje del libro que él
había proyectado, No Más Pearl Harbors, pudiera basarse?

Poco tiempo después de esto, Fuchida fue llamado por el general Douglas MacArthur a
Tokio. Conforme él bajo del tren en la estación Shibuya, se le entregó un panfleto
titulado: “Fui un prisionero de Japón.” Hablaba de un sargento estadounidense, Jacob
DeShazer quien había pasado 40 meses en una celda, en una cárcel japonesa y que
después de la guerra había regresado a Japón a amar y a servir a la gente japonesa al
ayudarles a conocer a Jesucristo.

Para resumir la historia, Jacob DeShazer contó cómo él había ido un bombardero en uno
de los 16 aviones B25 del ejército bajo el general Jimmy Doolittle, que salió el día 18
de abril del año 1942 desde la cubierta del portaaviones USS Hornet para bombardear
Tokio. Ninguno de los aviones fue derribado, pero se les acabó el combustible.
DeShazer fue capturado y encarcelado durante 40 meses, la duración de la guerra.
DeShazer señaló que todos los prisioneros fueron tratados de mala manera. Él dijo que,
en un punto, él casi se volvió loco debido al odio violento que tenían los guardias
japoneses.

Después, un día un guardia les trajo una Biblia. Estaban en confinamiento solitario y
entonces, tomaban turnos para leerla. Cuando fue el turno de DeShazer, él la tuvo por
tres semanas. Él la leyó intensa y apasionadamente, el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Finalmente, él escribe, el milagro de la conversión se llevó a cabo el 8 de junio de 1944.
DeShazer fue convertido. Él determinó que si vivía hasta que la guerra terminara y si él
fuera liberado, él regresaría a Estados Unidos, estudiaría la Biblia durante un período de
tiempo, regresaría a Japón para compartir el mensaje de Cristo con la gente japonesa. Y
eso es exactamente lo que él hizo. Grandes multitudes vinieron a oírlo. Muchos
respondieron y fueron salvos.

Aquí estuvo una segunda persona que perdonó a los japoneses y vino en perdón a
mostrarles el amor de Cristo. Fuchida quedó profundamente impresionado. Él consiguió
un Nuevo Testamento. Él comenzó a leer el Nuevo Testamento y en septiembre de
1949, ocho años después de Pearl Harbor, él estaba leyendo Lucas 23 y él oyó a Jesús
decir esto: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” Y él dobló su rodilla y
recibió Jesucristo como Señor y Salvador.

Mitsuo Fuchida, admirador devoto de Adolfo Hitler se convirtió en cristiano. Él escribió


su libro, usted lo puede ver hoy en la librería. El título es: “De Pearl Harbor al Gólgota.”
A usted también le podría interesar saber que Fuchida está ahora en el cielo. Pero antes
de que se fuera, él habló en Grace Community Church. El poder del perdón para afectar
el mundo. El Espíritu Santo lo supo, Dios lo supo, Pablo lo supo, Filemón necesitaba
saberlo y esa es la razón por la que este libro está aquí. Y esa es la razón, por la que esta
lección le es enseñada a usted. Oremos.

Gracias, Padre, por el gran gozo que nos das mediante Tu Palabra, por el gran
recordatorio de la virtud del perdón. Que seamos fieles en perdonar para que podamos
disfrutar de bendición, comunión y para que podamos tener un testimonio poderoso
hacia el mundo que nos ve. Que el mundo que nos ve, vea a un grupo de personas
perdonadoras, así como Tú nos has perdonado, que seamos como Tú y Te manifestemos
a aquellos que ven al perdonar a otros. Todo para la gloria de Cristo lo pedimos. Amén.

También podría gustarte