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MI CACHORRO DE ORO

Un día, contemplando el tibio frío del atardecer en la calida ciudad de


Quillabamba, mientras me preparaba mental y psicológicamente para entrenar
natación, doña Petronila me ofreció un cachorro Schnauzer, estaba en su
casa. Sin embargo como carecía de espacio para criarlo, lo había
abandonado, al darme cuenta de tan terrible acción de la dueña, le di refugio
y comida. Le di un poco de leche y una cómoda cama a base de telas.
Cuando tan sólo llevaba una hora conmigo, se comportaba un poco extraña
como si estuviera extrañando su verdadero hogar, mostraba tristeza y lloraba
mucho, pensé que era natural ya que no estaba en su hogar junto a su mamá y
pronto hizo amistad conmigo por el cariño que le brindaba, calmándose al poco
tiempo.
Lola estaba feliz, es el nombre que le puso mi papá luego de un debate con los
miembros de la familia, quedaba bien dicho nombre, nos gustó, pero lo
verdaderamente importante era que lola gozaba de buena salud. Creció
hermosa y era parte de la familia, todos la queríamos, pero un día lola sufrió un
terrible accidente, fue atropellada por una moto. Hice lo que pude para poder
llevarle al veterinario lo más pronto posible, gracias a la reacción que tuve se
salvó. Una semana más tarde renga de una de sus patas traseras comenzó su
recuperación la cual tardó cerca de un año. Lola siempre nos acompañaba a
los diversos lugares que visitábamos, estaba feliz por tan hermosa compañía y
por ser parte de la familia.
Era un día nublado y bastante fresco, los arboles comenzaban a adquirir un
fuerte color verde. La lluvia que había pasado dejo ese aroma delicioso a tierra
mojada. Al atardecer como era costumbre, lola salía de casa a pasear. Sin
embargo al darme cuenta que había pasado el tiempo y notaba su ausencia,
preguntaba a mi mamá si ya había vuelto lola, en ese momento nos dimos
cuenta que había pasado el tiempo y aún no había vuelto, sabiendo que
siempre retornaba rápidamente, la angustia me invadió inmediatamente y temía
lo peor, durante los minutos siguiente le busqué incansablemente mientras
anochecía, amargo fue el momento cuando me di cuenta que ya no volvería.
Comuniqué por los medios, le busque todos los días sin encontrarla.
Hacía mucho calor y la humedad era grande. Antes de salir de casa pude ver la
humedad condensada en la parte exterior de mi ventana, como si allí
hubiese
estado llorando lola durante toda la noche usando la ventana de pañuelo. Eso
pensaba al escuchar una llamada amigable que me decía haberla visto a lola,
no lo pensé dos veces y fui en busca al lugar donde pensé encontrarla. El pelo
ensortijado, color cenizo cuyo espesor no dejaba ninguna duda que era ella, la
alegría me embargaba que sin dudarlo cual botín, alcé entre mis brazos y al no
poner resistencia por ella, lo lleve a casa, estaba seguro que la había
encontrado. Era el día perfecto para retomar su compañía a la luz del sol
resplandeciente. Sin embargo horas más tarde una llamada inesperada
desdobló completamente mi ser al saber que no era lola, el parecido era
inminente, pero en el fondo de mi corazón sabía la verdad, pero quería que lo
falso se convirtiera en certeza.
Transcurrió el tiempo pero siempre lo tengo en mi recuerdo. Sé que en algún
momento cual silbido característico volverá a casa mi cachorro de oro.

PSEUDONIMO: EL PERIQUIN

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