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LA INFORMÁTICA EN TU VIDA DIARIA

Se dice que estamos viviendo en la sociedad de la información en buena medida


porque las computadoras, la microelectrónica y las telecomunicaciones, que no son
otra cosa que medios de procesar y transmitir información, están por todas partes y
cada día ocupan un lugar más importante en muchas actividades. Sin embargo, nuestra
vida cotidiana nos lleva a pensar que la informática —término con el que a partir de
este momento designaremos a la unión de los aparatos de procesamiento de
información y las telecomunicaciones— juega un papel central sólo entre los expertos
en cómputo o entre quienes tienen un trato cotidiano con las telecomunicaciones.
Pues bien, esto no es así, y en las siguientes líneas trataremos de demostrártelo.

¿Qué es algo de 2 centímetros de ancho, 5 milímetros de alto, y que se encuentra


tanto en tu despertador como en el Voyager, en los semáforos o en los coches, en tu
horno de microondas, en los cajeros automáticos, en el banco o en cualquier
laboratorio de análisis clínicos? Exacto, es el microchip, tal vez el dispositivo
informático más famoso, y aunque a veces no nos demos cuenta de ello, este pequeño
componente integrado por millones de circuitos microscópicos y conectado a través de
las telecomunicaciones modernas, está en muchos de los aparatos que usamos y es el
actor principal detrás de una gran cantidad de las acciones que realizamos
cotidianamente.

OK, estás en la calle y tienes que hacer esa llamada telefónica urgente. Todo parece ser
muy fácil: localizas un teléfono público, sacas de tu bolsillo una tarjeta telefónica, la
introduces en él, marcas y listo. Lo que en realidad sucede es que pones a trabajar y a
comunicarse entre sí a un buen número de microchips: el que lleva el registro de tu
dinero en la tarjeta, el que procesa el número telefónico al que marcas y que va
descontando el dinero de tu tarjeta, el de la central telefónica que enruta tu llamada y,
finalmente, el del teléfono de la persona a la que estás llamando. Sin darte cuenta,
consultas tu reloj para ver si llegarás a tiempo al supermercado; en 10 minutos estás
ante sus puertas, pero no es solamente una tienda de autoservicio, es también una
jungla de informática. Tomas la caja de cereal y, ¿qué ves en ella?,¡ Exacto!, el código
de barras (que es algo así como el alfabeto que pueden leer las computadoras) que
sirve para que cuando vayas a pagar la caja registradora sepa cuál es el precio
correcto. Esta no es más que una computadora, la herramienta informática por
excelencia, que se distingue de las que hay en la

oficina o el hogar porque corre un programa especial para supermercados y controla


un cajón en el que se guarda el dinero. Hora de pagar el cereal. De nuevo metes la
mano al bolsillo y sacas tu tarjeta de crédito, un certificado informático entre tu banco
y tú que te permite efectuar pagos. En la parte de atrás tiene una banda magnética en
la que se almacenan tus datos de identificación, la misma que la cajera pasa por un
lector que los lleva hasta tu institución de crédito por medio de telecomunicaciones,
en donde el pago es aprobado. ¿Sorprendido?, pues con la aprobación de tu compra
apenas empieza el proceso informático: esa caja de cereal que te compraste se reporta
en el inventario de la tienda como artículo vendido que necesita ser repuesto, y es
marcado en la base de órdenes de compras al distribuidor y, más adelante es enviada
por medios electrónicos a éste para que surta otra caja de cereal. ¡Ah!, por cierto,
llegaste a tiempo al supermercado gracias a que tu reloj de pulsera también contiene
informática o, en otras palabras, algunos cientos de circuitos impresos en un chip que
hacen sonar la alarma a la hora que indicas, ponen en marcha el cronómetro o,
simplemente, llevan la contabilidad de los pulsos de tu vida cotidiana. En tu reloj, en
las tarjetas telefónicas y las de crédito, en los códigos de barras y en las modernas
cajas registradoras de las tiendas de autoservicio, en todos está presente, de manera
silenciosa, la informática.

El mismo mecanismo que hace funcionar a tu reloj de pulsera está detrás de el nunca
agradable sonido de tu despertador por las mañanas; y tu televisión y aparato de video
pueden programarse para grabar un programa o apagarse a determinada hora gracias
a que contienen aditamentos informáticos. Un aparato de sonido puede grabar la
ubicación de varias estaciones de radio en su memoria o recordar el orden en que
quieres escuchar las canciones de un disco compacto, también porque cuentan con
chips, y los mismos discos compactos no son otra cosa que medios informáticos en los
que se encuentran grabadas las canciones en forma de archivos digitales. Un lugar
aparte merecen los videojuegos que conectas a la televisión, como la Nintendo o la
PlayStation, que son verdaderas computadoras disfrazadas de electrodoméstico,
capaces de interpretar millones de instrucciones por segundo para que puedas ganar
esa carrera de Fórmula 1 o meter el gol definitivo en tu partido de fútbol virtual. Pero
en donde la informática ya tiene un espacio y puedes esperar los desarrollos más
visibles es en tu cocina.

Muchas personas recuerdan a sus abuelitas entre otras cosas por los deliciosos
pasteles que preparaban. Para ellas, todo empezaba con consultar el libro de recetas
de la familia; y después salir a comprar harina, levadura, azúcar y huevos a la tienda
del barrio; las fresas y los duraznos, en el puesto de frutas del mercado; y finalmente,
preparar la masa, rellenarla con la fruta y cocinarla en un horno que podía haber sido
de gas o incluso de carbón. ¿Tiempo total?, Unas cuatro horas. Las personas de hoy ni
siquiera tienen que salir de su casa, basta con que consulten la receta, que puede estar
almacenada en formato digital en los últimos modelos de horno de microondas, hagan
el pedido de los ingredientes por teléfono o incluso por Internet, preparen la masa y el
relleno y presionen 3 o 4 teclas en el tablero del microondas. Como ves, no es
necesario que conozcan el tiempo que requiere la cocción, ya que está programado en
las instrucciones del horno. ¿Tiempo total? una hora En un futuro muy cercano la
informática sustituirá muchas de las funciones del hogar. Ya se está buscando la
comercialización de refrigeradores inteligentes que llevan el inventario de los
alimentos, y pueden conectarse por Internet con el supermercado para solicitar
aquellos productos que hagan falta. Tan es una perspectiva real, que las principales
compañías de sistemas de red ya han desarrollado prototipos para controlar la
comunicación entre electrodomésticos, así que, por ejemplo, dentro de un tiempo
bien podrá darse el caso de que para hacer el pastel de fresas, tu horno de microondas
le solicite al refrigerador los materiales necesarios y éste compre los que hagan falta
directamente en el supermercado. No creas que esto está a un siglo de distancia; las
bases tecnológicas ya están dadas, hasta tal punto que hoy existen restaurantes que
funcionan con sistemas de refrigeración como el descrito. La tecnología en el hogar ha
cambiado muchas más cosas que hacer pasteles. Desde la década de los cincuenta,
cuando un alud de electrodomésticos, entiéndase lavadoras, aspiradoras, licuadoras,
batidoras, planchas eléctricas, secadoras, etcétera, invadió el hogar, el papel
tradicional de la mujer se transformó radicalmente, acortando el tiempo dedicado al
trabajo doméstico, y favoreciendo su participación en otras actividades. Con la llegada
de la informática al hogar, nos encontramos a las puertas de una nueva reducción del
tiempo que hay que dedicarle a las tareas del hogar, llenando la vida cotidiana de
posibilidades en muchos sentidos.

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