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1.El Internet
de las cosas: Una
perspectiva general
una solución suficientemente cómoda y divertida para registrar sus datos. Otras
personas prefieren utilizar dispositivos como una pulsera o una cinta fijada en el
pecho. El diseño de estos dispositivos permite que leamos su pantalla mientras
corremos, utilizarlos bajo la lluvia y conectarlos a periféricos como monitores de
pulso cardiaco.
Lógicamente, ningún teléfono móvil (ni ninguna tablet ni portátil) es lo
suficientemente grande ni resistente al agua como para utilizarlo de paraguas,
pero podríamos emparejar un smartphone con un paraguas y utilizar una
aplicación que comprobase el pronóstico del tiempo. Además, podríamos
programar la aplicación para que realizase esta comprobación antes de
salir de casa y avisarnos si debemos llevar el paraguas. Desgraciadamente,
el funcionamiento de la aplicación no es tan sencillo como el paraguas que
describíamos en nuestro ejemplo, cuyo mango parpadeaba para captar nuestra
atención. Pero, si nos acostumbramos a revisar la aplicación antes de salir de
casa, podríamos saber si va a llover. Fíjese que el paraguas de nuestro ejemplo es
un dispositivo capaz de aplicar un pequeñísimo grado de inteligencia para que no
tengamos que modificar nuestras rutinas.
Así pues, la idea del Internet de las cosas sugiere que, en vez de tener un pequeño
número de dispositivos informáticos muy potentes (ordenador portátil, tablet,
smartphone, reproductor de música), podríamos tener un sinfm de pequeños
dispositivos periféricos con poca potencia (paraguas, pulsera, espejo, nevera,
zapatos). Comentábamos hace unos párrafos que se utiliza la expresión de
computación ubicua, o ubicomp, para referirse a este concepto. Con ella podemos
hacernos una idea de la cantidad de objetos que podrían incorporar esta
tecnología. Hoy, que Internet es el canal central de los datos, es dificil imaginar
un ordenador que no tenga una conexión de banda ancha. Es posible que los
lectores más jóvenes de este libro no hayan conocido ningún ordenador que no
estuviese conectado a Internet. En el año 2012, el periodista tecnológico Russell
Davies bromeaba en la 2012 Open Internet ofThings Assembly que se celebró en
Londres diciendo:
No entiendo por qué los ositos de peluche nunca han tenido Wi-Fi. No se puede
decir que un osito sin Wi-Fi esté vivo. Como mucho, será un semi-ost"to.
-http: // storify.com/PepeBorras/opent-iot-assembly
Sin embargo, con esta defmición de ubicomp también podemos incluir los
ambientadores de la marca Glade que sueltan una fragancia cuando detectan
movimiento en la habitación donde se encuentran. Es decir, estos dispositivos
tienen un procesador programado de forma inteligente que se activa por medio
de sensores e interactúa con el mundo real. Hoy encontramos este tipo de
dispositivos por todas partes. Estos factores son los que hacen de este producto
un ubicomp. Y lo único que le diferencia del Internet de las cosas es que no está
conectado a Internet, que es donde ocurren la mayoría de las cosas interesantes.
EL INTERNET DE LAS COSAS: UNA PERSPECTIVA GENERAL 27
Pero, ¿qué significa que un objeto esté conectado a Internet? Obviamente, que
una silla tenga una conexión Ethernet o que una motosierra tenga un módem 3G
no es suficiente para que estos objetos tengan propiedades mágicas. Debe haber
algún tipo de intercambio de información para que estos objetos, representados
por la palabra "Cosas" trabajen con el mundo de los datos y de su procesado que
representa la palabra "Internet".
El dispositivo es un objeto fisico que se encuentra en el mundo real, ya sea en
casa, en el trabajo, en el coche o junto a nuestro cuerpo. Puede recibir estímulos
de nuestro mundo y transformarlos en datos que procesa y envía a Internet.
Por ejemplo, la silla que comentábamos en el párrafo anterior podría recopilar
información sobre el uso que hacemos de ella, y la motosierra podría calcular
cuánto tiempo queda hasta la próxima revisión. En los próximos capítulos
hablaremos de los sensores.
Los dispositivos a los que hacemos referencia con el Internet de las cosas pueden
generar respuestas en el mundo real por medio de actuadores. Algunas de estas
respuestas se podrán generar a partir de los datos que se recogen y procesan en
Internet. Por ejemplo, la silla podría vibrar para indicarnos que hemos recibido
un correo electrónico.
Resumimos estos componentes en la ecuación de la figura 1.1.
Objeto físico
+
Controlador, sensor y actuadores
+
Internet
=
Internet de las cosas
Fíjese que, en todos los casos que hemos visto, el objeto en cuestión sirve
exactamente para lo que se diseñó: la silla para sentarnos en ella, la motosierra
para cortar, etcétera. El hecho de estar conectado a Internet y ser capaz de
procesar datos no debe tener ningún impacto en la fmalidad del objeto. Alguien
podría argumentar que la última generación de smartphone y tablet son formas
avanzadas de un ordenador, y no de un dispositivo de telefonía. Pero viendo la
cantidad de smartphone que tienen rotas sus pantallas, uno podría preguntarse
si realmente se han diseñado para ser resistentes y aguantar los impactos que
reciben durante su uso cotidiano.
CAPÍTULO 1
tecnológicas, estos dispositivos salen al mercado con un precio muy alto y lo van
bajando con el paso del tiempo. La demanda reduce los precios y la investigación
genera optimización y miniaturización. Actualmente, no sólo es posible, sino
también factible, incluir dentro de otro dispositivo las funcionalidades que antes
habrían necesitado su propio aparato. Vamos a fijarnos en las televisiones.
Originalmente, estos aparatos se diseñaron para ocupar un lugar preferente en
la.sala de estar, pero el avance de la tecnología ha generado pantallas planas,
estrechas, con una gran resolución, capaces de mostrar televisión de alta
definición. Hoy encontramos casas donde estas pantallas aparecen colgadas
en la pared o en las puertas, o en algún electrodoméstico. Incluso encontramos
las pantallas más pequeñas instaladas en los reproductores de música y en los
teléfonos móviles.
Con los ordenadores ha ocurrido algo similar. La producción de microchips
genéricos es tan barata que hoy encontramos lavadoras que incorporan
un pequeño ordenador que funciona con Linux, la caja registradora del
supermercado que funciona con Windows o un reproductor de vídeo que
utiliza el último sistema operativo de Apple. Pero el mero hecho de disponer de
potencia de cálculo no es condición suficiente para que un objeto pertenezca al
conjunto del Internet de las cosas. Este tipo de dispositivos deben tener poder de
cálculo y estar conectados a sensores o actuadores electrónicos que interactúen
con el mundo real, y deben estar conectados a Internet. El hecho de compartir
y procesar información con servicios o con otros usuarios es un elemento
diferenciador.
Como ejemplo, vamos a pararnos un momento en los ordenadores que
encontramos en los automóviles: tienen miles de sensores para determinar el
funcionamiento del vehículo, desde el medidor de combustible y la presión de
las ruedas, hasta el estado interno del motor. Además de dar un diagnóstico,
los sistemas de frenado computerizados pueden ayudar al conductor cuando el
procesador determine que se está produciendo una condición extrema, como
un bloqueo de las ruedas o un giro descontrolado. Toda esta información es
local, y aunque su procesado y análisis pueda ser muy sofisticado, sólo puede
hacer aquello que el fabricante haya programado. Pero el coche podría registrar
nuestra posición utilizando un GPS. Estaríamos hablando entonces de datos
externos, aunque no estén necesariamente vinculados a Internet. Los coches
de alta gama pueden comunicar su ubicación a las compañías de seguros para
evitar el robo. Estos vehículos incorporan un equipamiento capaz no sólo de
enviar datos, sino de dialogar con un servicio externo. Cuando el ordenador de
un coche se conecta a Internet (ya sea de forma temporal o permanente), puede
activar servicios o responder al estado del tráfico en tiempo real calculando una
nueva ruta hasta el destino. Es cierto que los GPS también pueden suministrar
esta información, pero estamos hablando de planificar en tiempo real una ruta
basándose en la información procedente de otros conductores conectados a
Internet y que estén cerca nuestra. Cuando se envían a Internet los datos internos
so CAPÍTULO 1
del vehículo, se pueden procesar, analizar, combinar y mezclar con otras fuentes
de información. Esto abre un sinfm de posibilidades y ni siquiera somos capaces
de imaginar muchas de ellas.
Hablamos de un cambio real que afectará a los objetos o a las aplicaciones cuando
les dotemos de poder de cálculo, y habrá otro cambio cuando los conectemos con
Internet. Merece la pena analizar por qué decimos que este cambio está teniendo
lugar ahora.
Cuando Internet abandonó el mundo académico y militar en la década de 1980
y pasó a ser público, aparecieron los primeros proveedores de servicios de
Internet (IPS). Entonces, para disfrutar de la red de redes, teníamos que comprar
un ordenador con un procesador Intel486, que costaba alrededor de 200.000
pesetas (1.200 € ). Hoy, podemos comprar un microchip con una potencia similar
por lo que cuesta una chocolatina. El incremento tan rápido de la potencia de
cálculo y el continuo descenso del precio es una ley que lleva cumpliéndose desde
hace mucho. Se la conoce como la ley de Moore, en honor a la persona que la
formuló, uno de los fundadores de Intel. Aseguró que el número de transistores
que se podían montar en un chip de silicio se doblaría cada 18 meses.
En la tecnología, la reducción del precio no sólo implica que sea más barata
su fabricación. También lleva asociada una mejora en la calidad. El proceso
que nos ha conducido al momento actual, donde existe un equilibrio muy
interesante entre el precio/rendimiento, ha sido largo. El precio de la potencia
de cálculo necesaria para hablar con Internet ha caído hasta tal nivel que se
puede incorporar a cualquier objeto. Hoy, los fabricantes no se preocupan por
los chips, sino por el tipo de material o diseño que utilizarán en sus creaciones
como, en el caso de una silla, el tipo de madera que usarán para construirla. En
realidad, añadir estas funcionalidades a los objetos cotidianos apenas influye en
su coste de producción, pero aportan un gran valor al cliente. Cuando hace unos
años, el hardware necesario para hablar con Internet costaba miles de euros, era
impensable incorporarlo a estos objetos. Pero hoy, la situación ha cambiado.
El precio de la informática ha descendido hasta niveles aceptables. Los
fabricantes de productos electrónicos han empezado a incorporar pequeñas CPU
genéricas, desde lavadoras hasta coches, y son genéricas porque es más barato
utilizar la tecnología existente que desarrollar chips personalizados. La cantidad
de recursos disponibles para programar y depurar estos dispositivos ha llamado
la atención de técnicos y de desarrolladores y por eso han proliferado tanto los
microcontroladores, como veremos en los capítulos 4 y s.
La conexión con Internet también es más barata y funciona mejor que antaño.
En el pasado dependíamos de conexiones muy caras y muy lentas. Hoy en día en
España el 72% de los hogares tienen conexión a Internet de banda ancha. Antes,
para disfrutar de Internet, había que conectar un cable Ethernet al dispositivo.
Pero hoy, como la mayoría de los router ofrecen conexiones inalámbricas, ha
desaparecido la dependencia del cable. Hace unos años sólo había un ordenador
EL INTERNET DE LAS COSAS : UNA PERSPECTI VA GENERAL 31
en los hogares españoles, y como tenía que estar conectado a un cable, estaba en
un lugar fijo en la casa. Lo utilizaba el cabeza de familia para trabajar o los más
jóvenes para jugar con sus amigos. Hoy, toda la familia puede acceder a Internet
desde el sofá de casa o desde cualquier habitación, por lo que el número de
usuarios de esta red se ha dispar ado.
120
100
.,.-.....::, ·- -,:_ .
- ~
~ Mujer 16-24
80
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 201o 2011 2012
Año
Figura 1.2. Estadísticas de UNECE sobre el uso del ordenador según el género.
OBJETOS ENCANTADOS
De las tres leyes de Arthur C. Clarke, la más famosa dice:
1\1.aking del Albert Museum, estas palabras significan cosas distintas para cada
persona. La figura que aparece a continuación recoge su intento de mostrar el
significado de crear cosas.
1:1
"Hago Cosas"
Ol•e:: O"~ T~=t
Tspograffa
Diseño 1nteraco6n
Cerim~
.Joyeria
ExperienCia del ususario
Usabilldad Productos Producios
Fotografta Muebles Arquitectura lnoustriales
Pintura llustraoón Moca Ingeniero
Esalitura 20
'" 21
Kits autoconstl'UCCI6n
Artista
Programador
zo Web
Hay muchos puntos en común entre las disciplinas de las que hemos hablado
aquí. Los artistas pueden colaborar con los diseñadores en las instalaciones o con
los artesanos en la impresión. Los diseñadores y los ingenieros trabajan mano a
mano para construir productos industriales y los manitas e ingenieros amateur,
por su naturaleza, forman un grupo diverso con intereses, habilidades técnicas
y destrezas artísticas. El mapa no está completo, y hemos prescindido de ciertos
perfiles de forma consciente. Por ejemplo, en nuestra lista no aparece ningún
arquitecto, pero sí hemos hablado de la arquitectura como una combinación de
funciones propias de un ingeniero, de un diseñador y de un artesano.
Otro de los papeles que no existe en el Internet de las cosas, tal y como destacó
Deschamps-Sonsino, es el de constructor. Y no es accidental. El Internet de las
cosas combina el trabajo de muchas personas: una podría desarrollar el prototipo
de un dispositivo; un desarrollador de software podría escribir el componente
online; un diseñador podría convertir el prototipo inicial en un objeto bello,
posiblemente colaborando con un artesano; y un ingeniero podría resolver todos
los retos técnicos del producto, y hacerse cargo de su ampliación hasta que el
diseño llegue a la cadena de producción. Por último, como veremos en el próximo
EL INTERNET DE LAS COSAS: UNA PERSPECTIVA GENERAL 35
capítulo, el Internet de las cosas es, o debería ser, el "Internet de las cosas
bonitas", y todos los objetos que han pasado por las manos de un artesano, un
diseñador y un ingeniero se podrían considerar productos de un artista.
Estamos ante un tipo de Renacimiento individual que cubre todas estas
disciplinas con fluidez y facilidad, una corriente que lleva a crear un producto
de éxito. Si sus habilidades solo encajan con uno de los perfiles vistos en este
capítulo, tendrá que aprender de otras personas. No es malo adquirir experiencia
en un proyecto, trabajando desde que es un prototipo hasta que llega a la cadena
de producción, como veremos en los capítulos 9 y 10.
La moraleja más importante que debemos extraer es que, si tiene interés y es una
persona creativa, está perfectamente cualificado para entrar en el apasionante
mundo del Internet de las cosas.
RES UM EN
Hemos empezado revisando algunos ejemplos del Internet de las cosas. A través
del libro, veremos muchos proyectos similares, desde la creación de prototipos
(Parte I) hasta su fabricación y comercialización (Parte II). Podemos ver el
Internet de las cosas como la fusión de un objeto físico, de la informática que
lleva integrada y la comunicación y codificación en Internet. En las secciones
dedicadas al desarrollo de prototipos y fabricación nos centraremos en estos tres
elementos.
Hemos comparado los dispositivos conectados a Internet con objetos encantados,
y retomaremos este símil a lo largo del libro, empezando por el próximo
capítulo donde trataremos los principios del diseño. Espero que, gracias a
estos principios, consigamos desarrollar dispositivos interesantes, usables y
elegantes que entusiasmen a los usuarios. Es posible que ahora le parezca una
tarea complicada crear un objeto mágico y encantador porque, como vimos en
la sección anterior, hace falta mucha experiencia para lograrlo. Y es que el nivel
necesario para construir un dispositivo conectado a Internet es muy alto, pero
sepa que, dependiendo de sus habilidades e intereses, está tan preparado como
cualquier otra persona para empezar a experimentar y a construir. En realidad,
no hay otro momento mejor para adentrarse en el fantástico mundo del Internet
de las cosas.