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La política de seguridad y protección social llegó a Colombia con retraso y a cuenta gotas. Primero
fueron los militares, luego los magistrados, más tarde los funcionarios del Estado y le siguieron los y
las trabajadoras del sector privado, hasta llegar, finalmente, a la familia, todos concentrados en su
propio cuerpo, exclusivo y excluyente de los demás. La política de protección empezó con medidas de
salud, le siguieron los recursos para la viudez, pasaron por la determinación de las primeras pensiones,
se extendieron a varios sectores en un esfuerzo de construir un sistema de “salubridad pública”, les
asignaron subsidios y concluyeron con la construcción del sistema de seguridad social vigente, luego
de la Ley 100 1993. Para financiarlo se establecieron los parafiscales y las cotizaciones a la seguridad
social.
Durante el siglo XIX, y en plena vigencia de las acciones militares de la Independencia, se plantearon
las primeras ideas de alguna política de protección social. Lo hizo Bolívar (Riaño, 2013) con los
militares del ejército libertador y a la usanza de los montepíos militares existentes en España, en 1819.
Por entonces, fueron financiadas con contribuciones destinadas a las familias desamparadas por los
estragos de la guerra. Con el tiempo, y por sugerencia de una misión suiza, se estructuró la Caja de
Sueldos de Retiro de las Fuerzas Militares, en 1925, y más tarde, la de la Policía, embrión del principal
régimen excluido de la Ley 100 1993.
Los congresistas fueron el segundo grupo a tener en cuenta. En 1886, con la Ley 50, se les otorgó
una pensión (después de que cumplieran 20 años en cargos políticos). En 1905, se aprobó la Ley 29,
el primer régimen pensional para magistrados de la Corte Suprema de Justicia, complementando en
1927, con Ley 102, a los empleados de los tribunales superiores y se les reconoció la pensión a sus
viudas. En 1912 se aprobó la pensión de viudas de presidentes (Ley 29) y se creó la primera Caja de
1 Documento síntesis del grupo constituido para presentar una agenda alternativa de empleo e ingresos que impulsa la
Escuela Nacional Sindical (ENS) y en el que participan el Observatorio de Deuda de la Universidad Javeriana, el Grupo de
Investigación en Socioeconomía, Instituciones y Desarrollo (GSEID) de la Universidad Nacional, la Corporación
Latinoamericana SUR, la Asociación Colombiana de Estudios del Trabajo (ACET), y veintiocho investigadores de diferentes
espacios académicos.
Previsión Social (Ley 82); la de Correos y Telégrafos, transformada luego en Caprecom se implantó
en 1960. Con la Ley 86 de 1923 se aprobó la primera pensión temporal por incapacidad para
funcionarios públicos. En 1945 se amplió su cobertura al resto del sector público con la Caja Nacional
de Previsión (Cajanal) (Ley 6ª), y la autorización para crear cajas departamentales. Este conjunto es
el embrión de lo que se llama regímenes especiales, el sector público financiado por el presupuesto
nacional.
El magisterio (Gómez y Rodríguez, 2016) empezó a ser considerado con tratamiento especial en la
llamada “pensión gracia”, reconocida a los maestros de escuela primaria oficial a cargo de los entes
territoriales con la Ley 114 de 1913, como una compensación al tiempo de servicio y sin cotización.
Con las leyes 116 de 1928 y 37 de 1933 se amplió la cobertura a empleados y profesores de escuelas
normales, maestros de enseñanza secundaria e inspectores de instrucción pública, organizando pagos
de pensiones y jubilaciones. En 1975, la Ley 43 nacionaliza la educación primaria y se organiza el
escalafón. Para 1989, con la Ley 91, se creó el Fondo Especial de Prestaciones Sociales del Magisterio
(Fomag). La Ley 100 de 1993 los exceptuó, situación que se mantuvo hasta el 2003, cuando las leyes
797 y 812 los incluye, en lo esencial, ratificado por el Acto Legislativo del 2005, dejándolos como
régimen de prima media (RPM) del Sistema General de Pensiones, con recursos en el Fomag.
Para los trabajadores particulares se creó el Instituto de Seguros Sociales (ISS) con la Ley 90 de 1946,
en salud y pensiones. Sin embargo, solo hasta el Decreto 3041 de 1965 se reglamentó el seguro social
obligatorio de invalidez, vejez y muerte. Mientras tanto, las empresas respondían por sus trabajadores,
hasta que fueran transferidos al ISS y durante el período de transición, pero, mientras el ISS asumía
plenamente el riesgo se presentó el fenómeno de pensiones compartidas. Con la Ley 100 de 1993, el
ISS quedó como operador del RPM para los trabajadores particulares y aquellos nuevos funcionarios
del sector público que se le afiliasen. Más tarde, mediante el Decreto 2013 de 2012, se liquida, y la
Administradora Colombiana de Pensiones (Colpensiones) asume el rol de operador.
La Ley 100 de 1993, que entró en vigencia el 1 de abril de 1994, creó el Sistema General de la
Seguridad Social Integral, compuesto de cuatro subsistemas: i) pensiones, ii) salud, iii) riesgos
profesionales y iv) servicios sociales complementarios. En pensiones, se creó el Régimen de Ahorro
Individual con Solidaridad (RAIS) en competencia con el RPM, administrado por el ISS, y que otorga
un período de transición para los regímenes especiales de la administración pública y los
convencionados, y exceptúa de su aplicación a las Fuerzas Militares, Policía, Magisterio y Ecopetrol.
En salud, promueve el régimen contributivo, retirando la exclusividad al ISS y a las cajas de previsión
social, reemplazándolas por Entidades Promotoras de Salud (EPS) de diverso origen. Mantiene como
regímenes especiales a los mismos exceptuados en pensiones, y sustituye el subsidio de oferta por el
de demanda en el nuevo régimen subsidiado, atendido por sus propias EPS, mientras las Instituciones
Prestadoras de Servicios de Salud (IPS) se encargan de la prestación de los servicios. En riesgos
profesionales, introduce a las Aseguradoras de Riesgos Laborales (ARL). Como servicios sociales
complementarios se incluyen los auxilios a los adultos mayores.
Después de 26 años de vigencia de la Ley 100 de 1993 tenemos tres regímenes y ocho
administradores encargados de organizar a sus afiliados y recaudar cotizaciones; ellos son: i) en RAIS
hay cuatro administradores: Porvenir, Protección, Skandia y Colfondos; ii) en RPM, dos
administradores: Colpensiones, en reemplazo del ISS, y el Fomag, para el Magisterio, y iii) en
regímenes exceptuados, dos administradores: la Caja de Retiro de las Fuerzas Militares (Cremil) y la
Caja de Sueldos de Retiro de la Policía Nacional (Casur), para las Fuerzas Militares y la Policía,
respectivamente. De ellos, solamente los cuatro administradores de RAIS y Colpensiones, en RPM,
suministran información a la Superintendencia Financiera. El Fomag, que en la Ley 100 de 1993 fue
exceptuado, Cremil y Casur no suministran información en la Superintendencia y constituyen una caja
negra respecto a situación efectiva de afiliados, cotizantes y recursos. Los antiguos regímenes
especiales ya no tienen afiliados ni cotizaciones, por tanto, no hay administrador ni expectativa de
nuevos pensionados bajo esas condiciones.
Tabla 1.
Colombia: afiliados y cotizantes en sistemas de pensiones (diciembre 2020)
* Estimados.
A diciembre del 2020 se reportaron 24,6 millones de afiliados (tabla 1), que prácticamente son el 99%
de la PEA, lo cual no es de extrañar, dado que la afiliación es un acto único y permanente del cual la
persona solamente puede retirarse cuando cumpla el requisito de la edad y se resuelva su situación,
ya sea esta la devolución de saldos o la declaratoria de pensión de vejez. Esa es la razón del ahorro
forzoso del sistema pensional. Lo real son los cotizantes del último mes, de los cuales se asume que
en las cajas de retiro y el Fondo del Magisterio coinciden con los afiliados, lo que no sucede ni en RAIS
ni en Colpensiones, dejando un estimado de 9,7 millones de personas, equivalentes al 39,1% de la
PEA. El impacto de la pandemia redujo el número de cotizantes en 250.244 personas, con respecto a
los que había a diciembre del 2019; de ellos 180.369 en RAIS y 69.875 en Colpensiones.
De acuerdo con información de la Superintendencia Financiera, en los próximos diez años cumplen el
requisito de edad 3,24 millones de personas, a un promedio de 324.000 por año, distribuidas en 1,88
en Colpensiones y 1,36 en RAIS. Sin embargo, se presume que el segundo requisito, el del tiempo
cotizado, solamente lo alcanzarán a cumplir 1,18 millones de personas, a un promedio de 118.000 por
año, distribuidas en 0,78 en Colpensiones y 0,40 en RAIS. Ante esta situación, se espera que 2,06
millones de personas soliciten la devolución de sus aportes (1,1 en Colpensiones y 0,96 en RAIS). El
52% se encuentra cotizando sobre un salario mínimo y, el 29%, entre uno y dos; de tal manera que,
para el 81% de los futuros pensionados la expectativa es obtener una pensión equivalente a un salario
mínimo mensual, sea por garantía de pensión mínima (GPM) o por reconocimiento del Estado.
Solamente 434.096 afiliados reportan cotizar por más de 16 salarios mínimos, de ellos, el 96% se
encuentra en RAIS y el 4% en Colpensiones.
Tabla 2. Colombia: pensionados, costo fiscal ($miles de millones) y % del PIB (2019)
Los pensionados, las personas que cumplieron requisitos y accedieron a la pensión de vejez, invalidez
o sobrevivencia, constituyen un segmento particular del sistema pensional colombiano. Las cifras de
la tabla 2 son a diciembre de 2019. En el mundo de los pensionados hay cuatro regímenes y diez
administradores: i) RAIS, con cuatro administradores y 181.697 pensionados, de los cuales el 45,5%
son por vejez, 22,5%, por invalidez y 32% por sobrevivencia; ii) en RPM hay dos administradoras:
Colpensiones y el Fondo Nacional de Pensiones del Magisterio (Fomag). En el caso de Colpensiones
son 1.386.960 pensionados, de los cuales el 72,1% son por vejez, el 5,2%, por invalidez y el 22,7%
por sobrevivencia; mientras en el Fomag se reportan 219.927, sin distribuir; iii) los antiguos regímenes
especiales, marchitados para efectos de nuevos pensionados, pero vigentes para quienes recibieron
resolución y sus potenciales sobrevivientes, concentrados en Fondo de Pensiones Públicas (Fopep) y
el Fondo de Pensiones de la Entidades Territoriales (Fonpet), en la práctica los administra el Ministerio
de Hacienda, quien hace los traslados presupuestales a las diferentes cajas pagadoras. Se reportan
322.471 pensionados sin mayor información; y iv) las exceptuadas Fuerzas Militares y Policía, en sus
respectivas cajas de sueldos de Retiro (Cremil y Casur), con recursos transferidos desde el Ministerio
de Hacienda, reportan 242.376 pensionados.
Tabla 3.
Portafolio inversiones RAIS, títulos deuda pública ($millones) (junio 2020)
* Inversiones en títulos de deuda con respecto a los recursos totales del fondo.
El costo fiscal equivale a los desembolsos que hace el Ministerio de Hacienda para cubrir los
requerimientos del sistema pensional colombiano, y corresponde a cuatro tipos de gasto: i) el principal:
el pago a pensionados respaldados por el Estado, asignado en el Presupuesto General de la Nación
(PGN) (Ministerio de Hacienda y Crédito Público, 2018), que es el 4% del PIB, y se destina a las
administraciones de fondos y cajas pagadoras de los regímenes especiales: Fopep y Fonpet; el 1,3%
del PIB para los exceptuados: Cremil y Casur; el 0,75% del PIB para antiguos exceptuados y
reagrupados en la Ley 100 de 1993, Fomag; el 0,74% del PIB y el complemento de Colpensiones,
1,2% del PIB; ii) redención de bonos Tipo A solicitados por RAIS con destino a asignar pensiones o
devolver aportes: en 2019 fue 0,3% del PIB; la oficina de bonos pensionales del Ministerio de Hacienda
(2020) informó haber pagado a RAIS $18,9 billones por este concepto desde 1995 y estima en $28
billones los pagos para el período 2020-2029; iii) el reconocimiento de intereses por el servicio de la
deuda pública en manos de las administradoras de pensiones RAIS (Superintendencia Financiera de
Colombia [SFC], 2020), (tabla 3) que constituye la fuente principal de los rendimientos incluidos en las
cuentas individuales, son $108.5 billones de deuda, equivalentes al 40,2% del acumulado de los
fondos, y una retribución de $7,6 billones a la tasa efectiva del 7% anual, y iv) la asignación de recursos
para cubrir el aporte patronal por empleados públicos y trabajadores oficiales, proyectados en los
presupuestos de personal.
En el subsistema de salud, la Ley 100 de 1993 dejó cuatro regímenes y múltiples administradores:2 i)
el régimen contributivo (que reemplazó al ISS y a las cajas de previsión públicas) cuenta con 23,4
millones de afiliados, distribuidos entre cotizantes (aproximadamente 11 millones), y beneficiarios
(aproximadamente 12,4 millones), en una relación de un cotizante por cada 1,13 beneficiarios; ii) el
régimen subsidiado, que reemplazó la red pública y de beneficencia con subsidio de oferta por el
subsidio de demanda (24 millones de afiliados); iii) los regímenes especiales y exceptuados, los
docentes (en Fomag) y las universidades públicas (acogidas en la Ley 647 de 2001), la Policía, las
Fuerzas Militares y Ecopetrol (2,2 millones de afiliados, de ellos un millón cotizando), y iv) los
vinculados, los que no se encuentran en ninguno de los regímenes anteriores y cuya atención se
realiza a partir de contratos entre entidades territoriales y Empresas Sociales del Estado (ESE).
Veinticinco administradoras del sistema en los regímenes contributivo y subsidiado (41 EPS, 14 de
ellas concentradas en el contributivo y 27 en el subsidiado) tienen alguna medida especial en la
Superintendencia Nacional de Salud (Superintendencia Nacional de Salud, 2019), mientras que 18
EPS tienen medida preventiva de restricción para realizar nuevas afiliaciones y traslados. Los
regímenes especiales y exceptuados tienen sus propias administradoras y redes de servicio, mientras
2 Ministerio de Salud, Sistema Integrado de Información de la Protección Social (SISPRO) y Base de Datos Única de
Afiliados (BDUA) del Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS) de la Administradora de Recursos del
Sistema (ADRES). (Cifras de aseguramiento en salud, corte a febrero 2021).
que el grupo de vinculados está ligado a las ESE. Hay más de 8.000 Instituciones Prestadores de
Salud (IPS) registradas, sin embargo, solo 51 están acreditadas a nivel nacional.
La financiación proviene del PGN y de las cotizaciones de los usuarios. El PGN financia todo el régimen
subsidiado y el aporte patronal, en especiales, exceptuados y unidades productivas de régimen
tributario ordinario que inscriben sus trabajadores en el contributivo. El aporte de los particulares se
concentra en trabajadores activos (4%), independientes (4%, sobre el 40% del ingreso), pensionados
(12% para mesadas superiores a 2 salarios mínimos, 10% para mesadas entre uno y dos salarios
mínimos y 8% para la mesada de un salario mínimo); también el aporte patronal de unidades
productivas personas naturales que contraten un solo empleado, de toda empresa que contrate
empleados de más de 10 salarios mínimos y las que correspondan al régimen tributario especial.
Otro aspecto de la política social, el subsidio familiar no condicionado y el subsidio de desempleo, está
delegado en las cajas de compensación familiar (CCF) (Asociación Nacional de Cajas de
Compensación Familiar [Asocajas], 2021), creadas en 1957 al finalizar la dictadura de Rojas Pinilla.
Las CCF se financian con el 4% del impuesto a la nómina y retribuyen a los hogares con un subsidio
familiar en que se invierte 1,1%. Actualmente hay 43 CCF en todo el país, con 9,2 millones de
trabajadores afiliados y 10,4 millones de familiares beneficiarios. La cuota monetaria se aplica a
trabajadores que devengan hasta cuatro salarios mínimos mensuales y por cada persona a cargo,
hijos menores de 18 años, hermanos y padres dependientes y otros con capacidad física reducida o
invalidez, y cobija a 4,6 millones de niños, personas de la tercera edad y otros en situación de
discapacidad. La cuota monetaria distribuida se estimó en $2,2 billones en 2019 mientras el recaudo
de las CCF, el mismo año, fue de $8,1 billones, es decir que, el subsidio familiar equivale al 27% de lo
recaudado.
Después de las reformas tributarias de 2012 (Ley 1607 y Ley 1819), el pago de parafiscales y
contribuciones a la seguridad social quedó sujeto a diversas condiciones de las empresas, así: i) las
empresas de régimen tributario ordinario declaran y pagan la tarifa plana del impuesto de renta
corporativo (31%), el parafiscal para las CCF, el aporte a la ARL y el aporte patronal del sistema de
pensiones (en total, el 16,5% sobre la nómina); ii) las empresas de régimen tributario especial, tipo
Entidades Sin Ánimo de Lucro (ESAL), declaran y pagan a tarifa baja, (20%), el impuesto de renta
corporativo, y los parafiscales destinados a las CCF, Sena e ICBF y los aportes patronales
correspondientes a salud, pensiones y ARL; (en total, 30% sobre la nómina, es decir, 13,5% más que
los anteriores); iii) las empresas e instituciones públicas pagan parafiscales y contribuciones a la
seguridad social completas (el 30% de la nómina); iv) las personas naturales que contraten un
empleado (30% de la nómina); y v) las empresas que contraten empleados que devenguen más de 10
salarios mínimos (pagan sobre ellos la totalidad de parafiscales y contribuciones a la seguridad social).
Con la definición estadística de informalidad (OIT, 2003) de incluir a todo el que trabaje en una empresa
con menos de 10 empleados (T10) y los trabajadores independientes no profesionales, la informalidad
llegaba al nivel del 60%. Con el cambio estadístico de la definición reduciéndolo a cinco trabajadores
(T5),3 la informalidad se redujo al 51%, con una caída de nueve puntos originada en una simple
reducción de tamaño. Con la reducción de 13,5 puntos de impuesto a la nómina se esperaba mayor
El objetivo de tener un sistema pensional universal y con solidaridad significa replantear las prioridades
y el destino de los subsidios. La pensión mínima en Colombia está amparada constitucionalmente y
es de un salario mínimo, a la que se accede desde Colpensiones por cumplir requisitos de edad y
tiempo cotizado; mientras, en RAIS, se cubre con un seguro que garantiza la pensión mínima, que
finalmente también está respaldado por el Estado. La pensión máxima está establecida en 25 salarios
mínimos y recibe un subsidio del Estado de hasta del 80%, es decir, es una pensión altamente
subsidiada y con ella se podrían pagar muchos subsidios a no pensionados. Para la organización del
sistema es necesario definir cuatro aspectos: i) la renta básica para quienes no cumplieron requisitos,
ii) una transición para quienes podrían cumplir el requisito de tiempo cotizado luego de superar la edad
de retiro, iii) el monto de una pensión tipo BEPS para quienes no pudieran cumplir el requisito de
tiempo cotizado, y iv) el tope de pensión máxima que podría pagar el Estado, asumiendo el subsidio
allí incluido, que tendría que bajar de los actuales 25 a siete o diez salarios mínimos, limite por definir.
Más bien se trata de que es en el los regímenes especiales y exceptuados donde está la mayor carga
del Estado, si se considera el monto de la pensión con respecto al número de pensionados. De los
800.000 pensionados en estos regímenes, 250.000 corresponden al sector Defensa, que no realiza
cotizaciones y cuenta con beneficiosas tasas de remplazo (hasta del 95%), entre otros beneficios;
220.000 corresponden al magisterio y por medio de reformas constitucionales han venido ingresando
a los parámetros de Ley 100 de 1993, y 330.000 están distribuidas entre Fopep y Fonpet, que se
corresponde a un grupo de pensiones financiadas con $27 billones del PGN, y que tienen mesadas
promedio de 2,8 salarios mínimos; las mesadas de 10.000 personas alcanzan hasta 25 salarios
mínimos.
Marchitar los regímenes especiales con una reforma al sistema único, basada en el reparto simple,
ajustaría el sistema de subsidios en un proceso de desaparecimiento de estos beneficios
excepcionales para la realidad actual. Finalmente, se critica a Colpensiones por otorgar subsidios para
complementar la mesada pensional, pero no se reconoce que estos también quedaron presenten en
el RAIS con el agotamiento del fondo de Garantía de Pensión Mínima (GPM).
10. POR UN PISO DE PROTECCIÓN SOCIAL EFECTIVO, HAY QUE DEROGAR EL DECRETO
1174
En plena pandemia y sin consulta, en el paquete de decretos de emergencia, el Gobierno expidió el
1174, dirigido a establecer un Piso de Protección Social, el cual corresponde a una versión limitada
respecto a lo que realmente debería ser: justo y equitativo. Al menos tres problemas tiene el decreto
de emergencia: i) plantea un contrato “cero horas” de disponibilidad de tiempo de las personas, lo cual
es absurdo y crea una relación de dependencia y falta de libertad de las personas para tomar
decisiones sobre el uso de su tiempo; ii) es una reforma laboral no debatida, en la cual se crea un
nuevo régimen de contratación y se instrumentaliza el trabajo por horas; y iii) es un decreto no
concertado en las instancias tripartitas correspondientes y, además, al ser expedido como decreto, se
saltó la competencia del Congreso y el control de legalidad de la Corte Constitucional. Por esas y más
razones, el Decreto 1174 de 2020 debe ser derogado y el gobierno debe iniciar la discusión tripartita
correspondiente.