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3°, 4° y 5° grado

GRATIS
M. ADAMS

Una tarde nuestro pequeño se acercó a su madre, que preparaba la


cena en la cocina y le entregó una hoja de papel en el que había
escrito algo. Después de secarse las manos en el delantal, ella leyó
lo que decía:

Por cortar el césped s/.


5.00
Por limpiar mi cuarto esta semana s/. 1.00
Por ir al almacén en tu lugar s/. 0.50
Por cuidar a mi hermanito mientras ibas de compras s/. 0.25
Por sacar la basura s/. 1.00
Por tener la libreta con buenas notas s/. 5.00
Por limpiar y barrer el patio s/. 2.00
Total s/.14.75
Bueno, es que la madre lo miró con fijeza; él aguardaba, lleno de expectativa.
¡Caramba, cómo se veían pasar los recuerdos por la mente de mi esposa! Por último,
tomó un lapicero y en el dorso de la misma hoja, escribió:
Por nueve meses por cargarte en mi panza NADA
Por tantas noches de velarte, curarte y orar por ti Nada
Por los problemas y el llanto que me hayas causado Nada
Por el miedo a las preocupaciones que me esperaban Nada
Por juguetes, comida y ropa Nada
Por limpiarte la nariz Nada
COSTO TOTAL DE MI AMOR NADA

Bueno amigos cuando nuestro hijo terminó de leer lo que había escrito su madre,
tenía los ojos llenos de lágrimas. La miró a los ojos y le dijo:

-Te quiero mucho mamá.


Luego tomó su lapicero y escribió, con letra muy grande: TOTALMENTE PAGO.

PREGUNTAS:

1. ¿Quiénes son los personajes de la historia?


2. ¿Por qué el hijo hizo una lista de la cantidad de dinero que le debía su mamá?
3. ¿Qué opinas de la actitud de la madre?
3°, 4° y 5° grado

VÍSTEME DE ROJO POR FAVOR


Cindy Dee Holms

En mi dual profesión de educadora y trabajadora de la salud,


he tenido contacto con muchos niños contagiados con el virus del
SIDA. Las relaciones que mantuve con esos niños especiales han
sido grandes dones en mi vida. Ellos me enseñaron muchas cosas,
pero descubrí en especial, el gran coraje que se puede encontrar en
el más pequeño de los envoltorios. Permíteme que te hable de Tyler.

Tyler, nació infectado con el VIH, su madre también lo tenía.


Desde el comienzo mismo de su vida, el niño dependió de los
medicamentos para sobrevivir. Cuando tenía cinco años, le insertaron
quirúrgicamente un tubo en una vena del pecho. Este tubo estaba
conectado a una bomba, que él llevaba en la espalda, en una
pequeña mochila. Por ahí se le suministraba una medicación
constante que iba al torrente sanguíneo. A veces necesitaba un
suplemento de oxígeno para complementar la respiración.

Tyler no estaba dispuesto a renunciar un solo momento de su infancia por esa


mortífera enfermedad. No era raro encontrarlo jugando y corriendo por su patio, con su
mochila cargada de medicamentos y arrastrando un carrito con el tubo de oxígeno.
Todos los que lo conocíamos nos maravillábamos de su puro gozo de estar vivo y la
energía que eso le brindaba. La madre solía bromear con el diciéndole que, por lo rápido
que era, tendría que vestirlo de rojo para poder verlo desde la ventana, cuando jugaba
en el patio.

Con el tiempo, esa temible enfermedad acaba por desgastar hasta a pequeños
dínamos como Tyler. El niño enfermó de gravedad. Por desgracia, sucedió lo mismo con
su madre, también infectada con el VIH. Cuando se tornó evidente con Tyler no iba a
sobrevivir, la mamá le habló de la muerte. Lo consoló diciéndole que ella también iba a
morir y que pronto estarían juntos en el cielo.
Pocos días antes del deceso, Tyler hizo que me acercara a su cama del hospital,
para susurrarme:

- Es posible que muera pronto. No tengo miedo cuando me muera, vísteme de rojo por
favor. Mamá me prometió venir también al cielo. Cuando ella llegue yo estaré jugando y
quiero asegurarme de que pueda encontrarme.

PREGUNTAS:
1. ¿Quién narra la historia?
1. ¿Cuál era la actitud del niño ante la enfermedad de VIH (Sida)?
4. ¿Qué valor refleja la historia?
3°, 4° Y 5°
EL DÍA EN QUE TODO SALIÓ MAL
Cada vez que necesito ayuda como madre, recuerdo a mi propia madre y a
mi abuela, mujeres que plantaron semillas de sabiduría en mi alma.

Hace unos días, llegué a casa y encontré una carta de advertencia de una
planilla de luz sin pagar, el estado de cuenta de mi tarjeta de crédito y varias
facturas atrasadas.

Además, mi hijo Tommy, de 15 años, se quejaba de un mal corte de


cabello. Tuvo que aguantar todo el día que otros estudiantes del colegio lo
llamaran "calvo".

Lisa, mi segunda hija, se sentía devastada, pues aunque había estudiado


mucho para la prueba final del séptimo grado, le habían faltado dos
decimales para no reprobar.
Por último, Jenni, en su primer año de escuela, había sido "víctima" de la
timidez al momento de realizar una lectura frente a toda la clase.

Miré los rostros desconsolados de mis hijos, y fue entonces cuando la


imagen de mi abuela vino sonriendo a mi cabeza. Entonces dije: Muy bien,
¿saben qué día es hoy? Es "un día en que todo salió mal" ¡Vamos a
celebrarlo!

Me miraron, sorprendidos y con curiosidad. Continué: "Mi abuela siempre


decía que aprendemos más de nuestros errores que de nuestros éxitos.
Siempre nos decía que cuando uno más se equivoca o las cosas le salen
mal, es cuando existe mayor oportunidad de superarse y triunfar".

Esta fue la primera de muchas otras fiestas por "las cosas que no
funcionaron". En medio de la tragedia, buscamos siempre una excusa para
celebrar, en lugar de angustiarnos por lo que habíamos sufrido.

Espero haber plantado en las almas de mis hijos las semillas recogidas por
la sabiduría de las mujeres que me precedieron. Y que estas semillas se
extiendan en sus propios jardines algún día.

RESPONDEMOS:
1. ¿Qué le pasó a la familia ese día?
2. ¿Cuál fue la actitud de la madre? ¿Qué propuso realizar?
3. ¿Qué enseñanza nos deja esta historia?

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