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LA MAMÁ MÁS MALA DEL MUNDO

Yo tuve la Mamá más mala de todo el mundo.


Mientras que los niños no tenían que desayunar, yo tenía que comer cereal,
huevos y pan tostado.
Cuando los demás tomaban refrescos y dulces para el almuerzo, yo tenía que
comer un sándwich y un licuado.
Mi Madre siempre insistía en saber en dónde estábamos, también tenía que
saber quiénes eran nuestros amigos y lo que estábamos haciendo.
Insistía en que si decíamos que íbamos a tardar una hora, solamente nos
tardaríamos una hora.
Me da vergüenza admitirlo, pero hasta tuvo el descaro de romper las leyes
contra el trabajo de menores. Hizo que laváramos trastos, tendiéramos camas,
y aprendiéramos a cocinar, a planchar y muchas cosas igualmente crueles.
Hasta creo que se quedaba despierta en la noche pensando en las cosas que
podría obligarnos a hacer. Siempre insistía en que dijéramos la verdad.
Y cuando llegamos a la adolescencia nuestra vida se volvió aún más miserable.
Nadie podía tocar el claxon para que saliéramos corriendo. Nos avergonzaba
hasta el extremo, obligando a nuestros amigos a llegar a la puerta para
preguntar por nosotros.
Mi Madre fue un completo fracaso. Ninguno de nosotros ha sido arrestado.
Cada uno de mis hermanos ha servido en una misión y también a nuestro país,
y ¿a quién debemos culpar? Tienen razón: a nuestra Madre.
Vean de todo lo que nos hemos perdido. Nunca hemos podido participar en una
manifestación, en actos violentos y miles de cosas más que hicieron nuestros
amigos.
Ello nos hizo convertirnos en adultos educados y honestos, trabajadores,
responsables. Y saben algo, tomando esa referencia, yo estoy tratando de
educar a mis hijos de la misma manera.
Y le doy gracias a Dios por haberme dado a “LA MAMÁ MÁS MALA DEL
MUNDO”.

PAPÁ ¿CUÁNTO GANAS?


La noche había caído ya; sin embargo, el pequeño niño hacía grandes esfuerzos por
permanecer despierto. El motivo bien valía la pena; estaba esperando a su papá. Los
traviesos ojos iban cayendo pesadamente cuando se abrió la puerta.
Hijo: “Papá, ¿puedo hacerte una pregunta?”
Padre: “Sí, claro, ¿qué es?”
Hijo: “Papá, ¿cuánto dinero ganas en una hora?”
—dijo con ojos muy abiertos.
Su padre entre molesto y cansado, fue muy tajante en su respuesta.
“Eso no es asunto tuyo, ni tu madre lo sabe, ¿por qué me preguntas tal cosa?”
Hijo: “Sólo quiero saber, por favor dime, ¿cuánto ganas por una hora?”
El papá contrariado contestó con un simple: “100$ por hora”.
Hijo: “Oh” —El niño con tristeza agacha la cabeza hacia abajo...
“Papá, ¿puedo pedir prestado 50$?”
El padre se puso furioso: “Si la única razón por la que quieres saber lo que gano es para
pedir prestado dinero para comprarte algún juguete tonto, entonces quédate en tu
habitación, no salgas y piensa por qué estás siendo tan egoísta. Yo trabajo duro todos los
días, como para lidiar con este comportamiento tan infantil”.
El niño en silencio cerró la puerta de su habitación. El hombre se sentó y comenzó
incluso a ponerse más enojado acerca de la pregunta del pequeño. ¿Cómo se atreve a
hacer tales preguntas sólo para obtener algo de dinero? Después de una hora o algo así,
el hombre se calmó y comenzó a pensar: Tal vez había algo que realmente necesitaba
comprar con esos 50$, después de todo, el niño no pedía dinero muy a menudo. Así
pues, se acercó a la puerta de la habitación del niño y abrió la puerta.
Padre: “¿Estás dormido, hijo?”
Hijo: “No papá, estoy despierto".
Padre: “He estado pensando, tal vez yo fui demasiado duro contigo. Ha sido un día
largo y descargué mi frustración en ti. Aquí tienes los 50$ que me pediste…”
El niño se irguió, sonriendo.
“Oh, gracias papá!” -susurró el niño mientras metía su manita debajo de la almohada y
sacaba varias monedas.
Entonces, se levanta y agarra debajo de la almohada unas monedas y unos billetes
arrugados. El hombre vio que el muchacho ya tenía dinero, empezó a enfadarse de
nuevo. El niño contó despacio su dinero, y luego miró a su padre.
Papá: “¿Por qué quieres más dinero si ya tiene bastante?”
Hijo: “Porque yo no tenía suficiente, pero ahora sí.” –Contestó entusiasmado.
“Papá, ahora tengo 100€. ¿Puedo comprar una hora de tu tiempo? Por favor, mañana
ven a casa temprano, me gustaría cenar contigo."
El padre se sintió acongojado. Puso sus brazos alrededor de su pequeño hijo, y le
suplicó por su perdón.
Recordemos siempre, que la mejor inversión de nuestro tiempo es en la familia que
tenemos, las personas que tenemos a nuestro lado y en nuestros corazones. Si el día de
mañana morimos, en apenas unos breves días habría alguien reemplazándonos en el
trabajo; en cambio, para la familia y amigos que dejamos atrás, la pérdida sería eterna.
Valora el tiempo que pasas con los tuyos, porque no hay nada más valioso.

EL ERROR MÁS GRANDE

El error más grande lo cometes cuando, por temor a equivocarte, te


equivocas dejando de arriesgar en el viaje hacia tus objetivos.
No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino,
retrocede para seguir avanzando hacia el mar; se equivoca el agua que por
temor a equivocarse, se estanca y se pudre en la laguna.

No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta; se


equivoca la que por no morir bajo la tierra, renuncia a la vida.

No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus


metas, se equivoca aquel que por temor a equivocarse no acciona.

No se equivoca el pájaro que ensayando el primer vuelo cae al suelo, se


equivoca aquel que por temor a caerse renuncia a volar permaneciendo en
el nido.

Pienso que se equivocan aquellos que no aceptan que ser hombre es


buscarse a sí mismo cada día, sin encontrarse nunca plenamente.
Creo que al final del camino no te premiarán por lo que encuentres, sino
por aquello que hayas buscado honestamente.

¿QUÉ ES LA RIQUEZA?

¿Qué es la riqueza?
A dos grupos de personas se les hizo la siguiente pregunta:
¿Qué es la riqueza?
El primer grupo contestó de la siguiente manera:
Arquitecto: tener proyectos que me permitan ganar mucho dinero.
Ingeniero: desarrollar sistemas que sean útiles y muy bien pagados.
Abogado: tener muchos casos que dejen buenas ganancias y tener un
BMW.
Médico: tener muchos pacientes y poder comprar una casa grande y
bonita.
Gerente: tener la empresa en niveles de ganancia altos y crecientes.
Atleta: ganar fama y reconocimiento mundial, para estar bien pagado.
El segundo grupo contestó lo siguiente:
Preso de por vida: caminar libre por las calles.
Ciego: ver la luz del sol y a la gente que quiero.
Sordo: escuchar el sonido del viento y cuando me hablan.
Mudo: poder decir a las personas cuánto las amo.
Inválido: correr en una mañana soleada.
Persona con una enfermedad terminal: Poder vivir un día más.
Huérfano: Poder tener a mi mamá, mi papá, mis hermanos, y mi Familia.
“No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mide tu riqueza por aquellas
cosas que no cambiarías por dinero”
EL PAQUETE DE GALLETAS
Una señora que debía viajar a una ciudad cercana llegó a la estación de
tren, donde le informaron que este se retrasaría aproximadamente una hora.
Molesta, la señora compró una revista, un paquete de galletas y una botella
de agua. Busco una banca y se sentó a esperar.
Mientras ojeaba la revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer el
periódico. Sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó el paquete de
galletas, lo abrió y comenzó a comer. La señora se molestó; no quería ser
grosera pero tampoco permitiría que un extraño se comiera su comida. Así
que, con un gesto exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la
comió mirando al joven con enojo. El joven, tranquilo, respondió tomando
otra galleta, y sonriéndole a la señora, se la comió. La señora no podía
creerlo. Furiosa, tomó otra galleta, y con visibles muestras de enojo, se la
comió mirándolo fijamente.
La actuación de miradas de fastidio y sonrisas continuó entre galleta y
galleta. La señora estaba cada vez más irritada y el joven cada vez más
sonriente. Finalmente, ella notó que solo quedaba una galleta. Con
paciencia, el joven tomo la galleta y la partió en dos. Con un gesto amable,
le dio la mitad a su compañera de almuerzo.
-¡Gracias! -respondió, arrebatándole la galleta al joven.
Finalmente, el tren llegó a la estación. La señora se levantó furiosa y subió
al vagón. Desde la ventana, vio que el joven continuaba sentado en el
andén y pensó “Qué insolente y maleducado. ¡Qué será de nuestro mundo a
cargo de esta generación tan grosera!”.
De pronto sintió mucha sed por el disgusto. Abrió su bolso para sacar la
botella de agua y se quedó estupefacta cuando encontró allí su paquete de
galletas intacto. Todo este tiempo, ¡el joven le estuvo compartiendo sus
galletas! Apenada, la señora quiso regresar para pedirle disculpas pero el
tren ya había partido.
Moraleja: ¿Cuántas veces nuestros prejuicios y decisiones apresuradas nos
hacen cometer errores y despreciar a los demás? Nuestra desconfianza hace
que juzguemos a otras personas, catalogándolas en estereotipos o
colocándolas dentro ideas preconcebidas y alejadas de la realidad. Por lo
general, nos inquietamos por sucesos que no son reales y nos atormentamos
con problemas que quizás nunca ocurran.

LEYENDA DE UNA MUJER


Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando
delante de una caverna escuchó una voz misteriosa que allá adentro le
decía: -”Entra y toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo principal.
Pero recuerda algo: después que salgas, la puerta se cerrará para siempre.
Por lo tanto, aprovecha la oportunidad, pero no te olvides de lo
principal…”
La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas. Fascinada por el
oro y por las joyas, puso al niño en el piso y empezó a juntar, ansiosamente,
todo lo que podía en su delantal. La voz misteriosa habló nuevamente. -
“Tienes solo ocho minutos…”
Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas,
corrió hacia fuera de la caverna y la puerta se cerró…..Recordó, entonces,
que el niño quedó adentro y la puerta estaba cerrada para siempre. La
riqueza duró poco y la desesperación… ¡para el resto de su vida!.
Lo mismo ocurre, a veces, con nosotros. Tenemos unos 80 años para vivir
en este mundo y una voz siempre nos advierte: “Y No te olvides de lo
principal!”
Y lo principal son los valores espirituales, la oración, la vigilancia, la
familia, los amigos, la vida. Pero la ganancia, la riqueza, los placeres
materiales nos fascinan tanto que lo principal siempre se queda a un
lado….
Así agotamos nuestro tiempo aquí, y dejamos a un lado lo esencial” Los
tesoros del alma!”. Que jamás nos olvidemos que la vida en este mundo,
pasa rápido y que la muerte llega inesperadamente.
Y que cuando la puerta de esta vida se cierra para nosotros, de nada valdrán
las lamentaciones.
Ahora….piensa por un momento que es lo principal en tu vida……
“Que cosa extraña es el hombre: Nacer no pide, Vivir no sabe, Morir no
quiere“

EL HOMBRE Y EL MUNDO

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba
resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su
laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.

Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a


trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que
fuese a jugar a otro lugar. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó
en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.

De repente se encontró con una revista en donde venía el mapa


del mundo ¡Justo lo que precisaba!. Con unas tijeras recortó el mapa en
varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo
diciendo: -”Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo
roto, para que lo repares sin ayuda de nadie”.

Entonces calculó que al pequeño le llevaría días componer el mapa, pero no


fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba
calmadamente. -”Papá, ya hice todo, conseguí terminarlo”.

Al principio el padre no dio crédito a las palabras del niño. Pensó que sería
imposible que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que
jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus
anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.

Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido
colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había
sido capaz?

-Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lograste armarlo?

-Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la


revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un
hombre…

Así que di vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que si


sabía cómo era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi
que había arreglado al mundo.

LAS SIETE MARAVILLAS


Un grupo de estudiantes de geografía, estudiaban las Siete Maravillas
del Mundo. Al término de la clase, se les pidió hacer una lista de las que
ellos consideraban deberían ser actualmente las Siete Maravillas
del Mundo.
A pesar de algunos desacuerdos, la mayoría votó por lo siguiente:
Las Pirámides de Egipto.
El Taj Mahal.
El Gran Cañón.
El Canal de Panamá.
El Empire State.
La Basílica de San Pedro.
La Muralla China.

Mientras se hacía la votación el maestro notó, que una estudiante


permanecía callada y no había entregado aún su lista. Así que le preguntó si
tenía problema para terminar de hacer su elección.
La muchacha tímidamente respondió. -Sí, un poco. No podía decidirme
pues son tantas las maravillas.
El maestro dijo: -Bueno, dinos lo que has escrito y tal vez podamos
ayudarte.
La muchacha titubeo, y después leyó, Creo que las Siete Maravillas
del Mundo son:
Poder tocar.
Poder saborear.
Poder ver.
Poder escuchar.
Titubeando un poco continúo:
Poder sentir.
Poder reír.
Y… Poder amar.
Al terminar de leerlas el salón de clase quedó en un silencio absoluto.
Es muy sencillo para nosotros poder ver muchas de las hazañas del hombre
y referirnos a ellas como maravillas, cuando a veces pasan desapercibidas
las maravillas que Dios hizo por nosotros y que son sencillamente
“comunes”.
¡Que hoy te acuerdes de aquellas cosas que son realmente Maravillosas!
¿Las 7 Maravillas? Quizá hay otras "menos comunes"...

LA RIQUEZA

Un día como cualquiera, un padre de una familia adinerada llevó a su hijo a


un viaje por el campo con el firme propósito que su hijo viera cuan pobre
era la gente que vive en el campo.
Estuvieron pasando todo el día y la noche en una granja de una familia
campesina muy humilde.
Al concluir el viaje, ya de regreso a casa, el padre le pregunta a su hijo:
Padre: ¿Qué te pareció el viaje?
Hijo: Muy bonito, papá
Padre: ¿Viste lo pobre que puede ser la gente?
Hijo: Si
Padre: ¿Y qué aprendiste?
Hijo: Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cinco.
Nosotros tenemos una piscina larga hasta a la mitad del jardín, ellos tienen
un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos lámparas importadas en el
patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la muralla de la
casa, el de ellos tiene todo un horizonte. Ellos tienen tiempo para conversar
y convivir en familia, tú y mi mamá tienen que trabajar todo el día y casi
nunca los veo.
Al terminar el relato, el padre se quedó mudo, y su hijo agregó:

¡Gracias papá, por enseñarme lo rico que podemos llegar a ser!

EL MAESTRO Y EL ALACRAN

Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió


sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de
nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el
alacrán lo picó.

Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:


Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente
sacarlo del agua lo picará?"
El maestro respondió:
"La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es
ayudar".
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua
y le salvó la vida.
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma
precauciones.
LA ROSA Y EL SAPO
Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que
era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la
gente la veía de lejos. Se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un
sapo grande y oscuro, y que era por eso que nadie se acercaba a verla de
cerca. Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de
inmediato; el sapo muy obediente dijo: Está bien, si así lo quieres.
Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió
al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces:
Vaya que te ves mal. ¿Qué te pasó?
La rosa contestó: Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido
día a día, y nunca pude volver a ser igual.
El sapo solo contestó: Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas
hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.
Moraleja:
Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que
ellos, más bellos o simplemente que no nos “sirven” para nada. Todos
tenemos algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe
despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual
ni siquiera seamos conscientes.

EL CAZADOR
Un cazador andaba disparando en el monte cuando vio a
un hombre que le preguntó.
— ¿Qué haces?
—Estoy cazando —contestó.
—Ven, sígueme.
Aquel hombre lo condujo y, como en un sueño, el cazador
vio a todos los animales que había herido sin matar.
— ¿Ya viste cuántos animales has lastimado? Cuando
vayas a cazar, apunta bien, porque si nada más los lastimas
y hieres, te voy a mandar a mis perros para que te
castiguen.
El hombre se asustó mucho, pues supo que aquel hombre
era el Dueño de los Animales. Ya nunca volvió a cazar.

EL CIELO Y EL INFIERNO
En un reino lejano de Oriente se encontraban dos amigos que tenían
la curiosidad y el deseo de saber sobre el Bien y el Mal. Un día se
acercaron a la cabaña del sabio Lang para hacerle algunas preguntas. Una
vez dentro le preguntaron:
-Anciano díganos: ¿qué diferencia hay entre el cielo y el infierno?…
El sabio contestó:
-Veo una montaña de arroz recién cocinado, todavía sale humo. Alrededor
hay muchos hombres y mujeres con mucha hambre. Los palos que utilizan
para comer son más largos que sus brazos. Por eso cuando cogen el arroz
no pueden hacerlo llegar a sus bocas. La ansiedad y la frustración cada
vez van a más.
Más tarde, el sabio proseguía:
-Veo también otra montaña de arroz recién cocinado, todavía sale humo.
Alrededor hay muchas personas alegres que sonríen con satisfacción. Sus
palos son también más largos que sus brazos. Aun así, han decidido darse
de comer unos a otros.
AFILAR EL HACHA
En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito
de obtener trabajo. Habló con el responsable y éste, al ver el aspecto y la
fortaleza de aquel joven, lo aceptó sin pensárselo y le dijo que podía
empezar al día siguiente.
Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos
árboles.
El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue
escasamente la mitad del primer día.
El tercer día se propuso mejorar su producción. Desde el primer momento
golpeaba el hacha con toda su furia contra los árboles. Aun así, los
resultados fueron nulos.
Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven
leñador, le preguntó:
-¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?
El joven respondió:
-Realmente, no he tenido tiempo… He estado demasiado ocupado cortando
árboles…

LA TRISTEZA Y LA FURIA
En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás
donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta…
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas.
Había una vez… un estanque maravilloso. Era una laguna de agua
cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y
donde todas las tonalidades del verde se reflejaban
permanentemente… Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron
a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al
estanque.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se
bañó rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua… Pero la furia es
ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda
y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró… Y sucedió que
esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza… Y así vestida de tristeza, la
furia se fue. Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse
en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o
mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente,
salió del estanque. En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al
desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa
de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia,
ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien,
encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del
disfraz de la furia, en realidad…, está escondida la tristeza.

EL SACO DE PLUMAS
Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo,
todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado.
Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese
amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo:
"Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo
hacerlo?", a lo que el hombre respondió: "Toma un saco lleno de plumas
ligeras y pequeñas y suelta una donde vayas".
El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas
y al cabo de un día las había soltado todas.
Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado", a lo que el sabio
contestó: "Esa es la parte más fácil. Ahora debes volver a llenar el saco con
las mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas".
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo
juntar casi ninguna.
Al volver, el hombre sabio le dijo:
"Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento,
así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho.
Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma
de revertir lo que hiciste".
"Cometer errores es de humanos y de sabios pedir perdón".

EL AGUILA Y EL LEON
El águila les dijo a los otros animales:
—No se metan con los hombres, contra ellos no podemos hacer nada,
porque son muy listos.
—No es cierto —rugió el león—, a mí nadie me gana. Yo soy el rey —y
enseñaba sus garras presumiendo.
El león salió al monte buscando a un hombre para demostrarle que él era
más valiente. Se encontró uno que estaba cortando leña.
— ¡Te voy a comer! —le amenazó.
— ¿Por qué? Yo no te he hecho nada. Siquiera espérame a que acabe de
cortar mi leña.
El hombre dio un golpe fuerte con su hacha y ésta se quedó atorada.
—Tú que eres tan fuerte —le dijo al león—, ayúdame a sacar mi hacha.
El león quiso sacar el hacha, y la pata se le quedó atorada. Mientras tanto,
el hombre huyó.
El león regresó y les dijo a los otros animales:
—De veras que no podemos con los hombres, son muy listos.
Por eso es que, hasta la fecha, los leones no molestan a los hombres, les
tienen miedo.

ACUÉRDATE DE SOLTAR EL VASO


Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todo el
mundo esperaba la típica pregunta: “¿Está medio lleno o medio vacío?” Sin
embargo, preguntó: – ¿Cuánto pesa este vaso? Las respuestas variaron
entre 200 y 250 gramos. El psicólogo respondió: “El peso absoluto no es
importante. Depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo un
minuto, no es problema. Si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo. Si lo
sostengo un día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no
cambia, es siempre el mismo. Pero cuanto más tiempo lo sujeto, más
pesado, y más difícil de soportar se vuelve.”
Y continuó: “Las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores,
el resentimiento, son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no
pasa nada. Si piensas en ellos todo el día, empiezan a doler. Y si piensas en
ellos toda la semana, acabarás sintiéndote paralizado, e incapaz de hacer
nada.” ¡Acuérdate de soltar el vaso!
TODO ACTO GENERA CONSECUENCIAS
Ese año las lluvias habían sido particularmente intensas en toda la región.
Una gran corriente del río se llevó la choza de un campesino, pero cuando
cesaron, habían dejado en la tierra una valiosa joya. El buen hombre vendió
la alhaja y con la suma que le entregaron reconstruyó su choza y el resto se
lo regaló a un niño huérfano y desvalido del pueblo. La riada había
arrasado también otro poblado y un campesino, para salvar la vida, tuvo
que encaramarse a un tronco de árbol que flotaba sobre las turbulentas
aguas. Otro hombre, despavorido, le pidió socorro, pero el campesino se lo
negó, diciéndose a sí mismo: “Si se sube éste al tronco, a lo mejor se vuelca
y me ahogo”.
Los años pasaron y estalló la guerra en ese reino. Ambos campesinos
fueron alistados. El campesino bondadoso fue herido de gravedad y
conducido al hospital. El médico que le atendió con gran cariño y eficacia
era aquel muchachito huérfano al que él había ayudado. Lo reconoció y
puso toda su ciencia y amor al servicio del malherido. Logró salvarlo y se
hicieron grandes amigos de por vida.
El campesino egoísta tuvo por capitán de la tropa al hombre a quien no
había auxiliado. Le envió a primera línea de combate y días después halló
la muerte en las trincheras.
Las consecuencias siguen, antes o después, a los actos. La generosidad
engendra generosidad y el egoísmo, egoísmo. Debemos cultivar los cuatro
bálsamos de la mente: amor, compasión, alegría por la dicha de los otros y
ecuanimidad.

EL MIEDO DEL LEÓN


En una lejana sabana africana, andaba perdido un león. Llevaba más de
veinte días alejado de su territorio y la sed y el hambre lo devoraban. Por
suerte, encontró un lago de aguas frescas y cristalinas. Raudo, corrió veloz
a beber de ellas para así, paliar su sed y salvar su vida.
Al acercarse, vio su rostro reflejado en esas aguas calmadas.
– ¡Vaya! el lago pertenece a otro león – Pensó y aterrorizado, huyó sin
llegar a beber.
La sed cada vez era mayor y él sabía que de no beber, moriría. Al mañana
siguiente, armado de valor, se acercó de nuevo a lago. Igual que el día
anterior, volvió a ver su rostro reflejado y de nuevo, presa del pánico,
retrocedió sin beber.
Y así pasaron los días con el mismo resultado. Por fin, en uno de esos días
comprendió que sería el último si no se enfrentaba a su rival. Tomó
finalmente la decisión de beber agua del lago pasara lo que pasara. Se
acercó con decisión al lago, nada le importaba ya. Metió la cabeza para
beber… y su rival, el temido león ¡desapareció!
▪ La gran mayoría de nuestros miedos son imaginarios. Cuando nos
atrevemos a enfrentarlos acaban desapareciendo. No dejes que tus
pensamientos te dominen y te impidan avanzar con tus propósitos

SIN PARPADEAR
Durante una guerra civil en Corea, cierto general avanzaba implacablemente con
sus tropas, tomando provincia tras provincia, y destruyendo todo lo que
encontraba a su paso. El pueblo de una ciudad, al saber que el general se
aproximaba -y habiendo oído historias de su crueldad- huyó a una montaña
cercana.
Las tropas encontraron las casas vacías. Después de mucho buscar, descubrieron
a un monje zen que había permanecido en el lugar. El general ordenó que viniese
ante su presencia, pero el monje no obedeció.
Furioso, el general fue donde se encontraba el monje.
-¡Tú no debes de saber quién soy yo! -rugió-. ¡Yo soy quien puede atravesar tu
pecho con mi espada, sin parpadear siquiera!
El maestro zen se volvió hacia él y le respondió serenamente:
-Usted tampoco debe de saber quién soy yo. Yo soy aquel que puede ser
atravesado por una espada, sin parpadear siquiera.
Al escuchar esto, el general se inclinó, hizo una reverencia, y se retiró.
EL REY Y EL BIEN
Thomas Michael Powell

Érase una vez un rey que, oyendo de la existencia de un sabio, lo mandó traer
para que fuera su consejero. Comenzó el rey de llevarlo siempre a su lado y
consultarlo sobre cada acontecimiento de importancia en el reino. El consejo
principal del sabio era siempre: "Todo lo que pasa es siempre para bien". No pasó
mucho tiempo antes que el rey se cansara de oír la misma cosa una y otra vez.

El rey amaba cazar. Un día mientras cazaba, el rey se dio un tiro en un pie. Presa
de su dolor, se volvió hacia su consejero - siempre a su lado- para pedirle su
opinión. Y el consejero respondió corno siempre "Todo lo que pasa es siempre
para bien."

Se sumó su coraje a su dolor, y el rey ordenó la prisión para el consejero.


Esa noche, el rey bajó a la prisión para ver al consejero, y le preguntó que sentía
acerca de estar en la cárcel. El consejero respondió como siempre: "Todo lo que
pasa es siempre para bien." Esto sólo enfureció más al rey y dejó al sabio en la
prisión.

Un mes más tarde, salió el rey otra vez a cazar. Pero se fue demasiado adelante
de sus acompañantes y fue capturado por una tribu hostil. Los nativos lo llevaron
a su pueblo para ser sacrificado para los dioses. Por sus tradiciones, solamente
ofrendas perfectas son aceptables a los dioses y el rey parecía un espécimen
excepcional. Pero el próximo día, cuando llegaron los nativos para llevarlo al
sacrificio, al inspeccionarlo descubrieron la cicatriz en su pie y tuvieron que
rechazarlo para el sacrificio. Lo soltaron y se fue corno flecha para su reino -
dándose cuenta de lo que le decía su consejero: "Todo es siempre para bien."

El rey llegó a liberar al consejero quien, al escuchar sus aventuras, le señaló que
bien que lo había encarcelado porque ya que siempre estaba a su lado y no tenía
imperfecciones, lo hubieran sacrificado en el lugar del rey.

LEY: No existen coincidencias, accidentes o suerte (buena o mala). Todo lo que


pasa tiene un propósito y siempre sucede para el bien de todos los involucrados.
Como dijo Nietzsche: "Lo que no me mata, me hace más fuerte". Y como dice un
refrán mexicano: "No hay mal que por bien no venga". La cuestión para ti es de
enfoque: te vas a enfocar en lo "malo" que te pasa, o vas a buscar y abrirte a lo
"bueno" que trae consigo.

NO LO DEJES PARA MAÑANA

Había una vez...


Un chico que nació enfermo. Una enfermedad que
no tenía cura.
Con 17 años y podría morir en cualquier momento.
Siempre vivió en su casa, bajo el cuidado de su
madre. Ya estaba harto y decidió salir solo por una
vez. Le pidió permiso a su madre y ella aceptó.
Caminando por su cuadra vio muchas tiendas.
Al pasar por una tienda de música y ver el aparador
notó la presencia de una niña muy tierna de su edad.
Fue amor a primera vista. Abrió la puerta y entró sin
mirar nada que no fuera ella.
Acercándose poco a poco, llegó al mostrador donde
se encontraba ella.
Ella lo miró y le dijo sonriente: "¿Te puedo ayudar en
algo?" Mientras él pensaba que era la sonrisa más
hermosa que había visto en toda su vida.
Sintió deseos de besarla en ese mismo instante.
Tartamudeando le dijo:
Si, eeehhh, uuuhhh… me gustaría comprar un CD".
Sin pensar, tomó el primero que vio y le dio el dinero.
"¿Quieres que te lo envuelva?" - Pregunto la niña
sonriendo de nuevo.
El respondió que sí, moviendo la cabeza; y ella fue
al almacén para volver con el paquete envuelto y
entregárselo.
Él lo tomo y salió de la tienda.
Se fue a su casa, y desde ese día en adelante visitó
la tienda todos los días para comprar un CD.
Siempre se los envolvía la niña para luego
llevárselos a su casa y meterlos a su closet.
Él era muy tímido para invitarla a salir y aunque
trataba, no podía.
Su mamá se enteró de esto e intentó animarlo a que
se aventara, así que al siguiente día se armó de
coraje y se dirigió a la tienda.
Como todos los días compró otra vez un CD, y como
siempre, ella se fue atrás para envolverlo. Él tomó el
CD; y mientras ella no estaba viendo, rápidamente
dejo su teléfono en el mostrador y salió corriendo de
la tienda...
Ringggg !!! Su mamá contestó: ¿Bueno?", era la
niña, preguntó por su hijo; y la madre desconsolada,
comenzó a llorar mientras decía: "¿Que, no
sabes?... murió ayer"
Hubo un silencio prolongado, excepto los lamentos
de su madre. Más tarde; la mamá entró en el cuarto
de su hijo para recordarlo. Ella decidió empezar por
ver su ropa, así que abrió su closet, Para su
sorpresa se topó con montones de CD envueltos; Ni
uno estaba abierto.
Le causo curiosidad ver tantos y no se resistió; tornó
uno y se sentó sobre la cama para verlo; al hacer
esto, un pequeño pedazo de papel salió de la cajita
plástica.
La mamá lo recogió para leerlo y decía:
"Hola!!!, estás súper guapo, ¿quieres salir
conmigo?". TQM.... Sofía.
De tanta emoción, la madre abrió otro y otro,
encontrando pedazos de papel en varios CD; y estos
decían lo mismo....

Moraleja: Así es la vida, no esperes demasiado para


decirle a ese alguien especial lo que sientes. Díselo
hoy. Mañana puede ser muy tarde.

EL CREE QUE NO PUEDE

A un niño le encantaban los circos y lo que más le


gustaba era los animales y de todos ellos el que más
llamaba su atención era el elefante. Durante la
función, la enorme bestia hacía despliegue de peso,
tamaño y fuerza descomunal... pero después de su
actuación y hasta un rato antes de volver al
escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por
una cadena que aprisionaba una de sus patas a una
pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo


pedazo de madera apenas enterrado unos
centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era
gruesa y poderosa, parecía obvio que ese animal
era capaz de arrancar con facilidad la estaca y huir.
El misterio era evidente: ¿Por qué no huía si aquello
que lo sujetaba era tan débil comparado con su
fuerza?

Cuando tenía cinco o seis años, pregunté a varias


personas por el misterio del elefante y alguien me
explicó que el elefante no se escapaba porque
estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: Sí esta


amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo
haber recibido ninguna respuesta coherente. Hace
algunos años descubrí a alguien lo bastante sabio
como para encontrar la respuesta: "El elefante del
circo no escapa porque ha estado atado a una
estaca parecida desde que era muy pequeño".

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién


nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en
aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó
tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo
no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para
él. Juraría que se durmió agotado y que al día
siguiente volvió a probar, y también al otro y al que
seguía... hasta que un día, un terrible día para su
historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó
a su destino.

Este elefante enorme y poderoso no escapa porque


CREE QUE NO PUEDE. El tiene registro y recuerdo
de su impotencia, de aquella impotencia que se
siente poco después de nacer. Y lo peor es que
jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese
registro. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su
fuerza otra vez.

Cada uno de nosotros somos un poco como ese


elefante: vamos por el mundo atados a cientos de
estacas que nos restan libertad. Vivirnos creyendo
que un montón de cosas "no podemos hacer",
simplemente porque alguna vez probamos y no
pudimos.

Grabamos en nuestro recuerdo "no puedo... no


puedo y nunca podré", perdiendo una de las
mayores bendiciones con que puede contar un ser
humano: la fe.
La única manera de saber, es intentar de nuevo
poniendo en el intento TODO NUESTRO CORAZON
y todo nuestro esfuerzo como si todo dependiera de
nosotros, pero al mismo tiempo, confiando
totalmente en Dios como si todo dependiera de Él.

LA CUCHARA DEL SABIO


Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para
que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven anduvo durante cuarenta
días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo, en lo alto de una
montaña. Allí vivía el sabio que buscaba.

Sin embargo, en vez de encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en


una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían,
personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba
melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella
región del mundo. El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar
dos horas para que lo atendiera. El sabio escuchó atentamente el motivo de su
visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el
Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese
dos horas más tarde.

Pero quiero pedirte un favor - añadió el sabio entregándole una cucharita de té


en la que dejó caer dos gotas de aceite-. Mientras caminas, lleva esta cucharita
y cuida que el aceite no se derrame. El joven comenzó a subir y bajar las
escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara.
Pasadas las dos hora, retornó a la presencia del sabio.

_¿Qué tal?- preguntó el sabio _. ¿Viste los tapices de Persia que hay en mi
comedor? ¿Viste el jardín, que el Maestro Jardinero tardó diez años en crear?
¿Reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca?

El joven, avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única


preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había
confiado.

Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo - dijo el sabio _ No


puedes confiar en un hombre si no conoces su casa. Ya más tranquilo, el joven
tomó nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando
con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio
los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero
con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De regreso a la
presencia del Sabio, le relató detalladamente todo lo que había visto.

¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? -preguntó el Sabio.
El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado.
-Pues éste es el único consejo que puedo darte- el secreto de la felicidad está
en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos
gotas de aceite en la cuchara.
EL COFRE

Érase una vez un anciano que había perdido a su


esposa y vivía solo. Había trabajado duramente
como sastre toda su vida, pero los infortunios lo
habían dejado en bancarrota, y ahora era tan viejo
que ya no podía trabajar.

Las manos le temblaban tanto que no podía


enhebrar una aguja, y la visión se le había
enturbiado demasiado para hacer una costura recta.
Tenía tres hijos varones, pero los tres habían crecido
y se habían casado, y estaban tan ocupados con su
propia vida que sólo tenían tiempo para cenar- con
su padre una vez por semana.

El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo


visitaban cada vez menos.
-No quieren estar conmigo ahora -se decía- porque
tienen miedo de que yo me convierta en una carga.
Se pasó una noche en vela pensando qué sería de
él y al fin trazó un plan.

A la mañana siguiente fue a ver a su amigo el


carpintero y le pidió que le fabricara un cofre grande.
Luego fue a ver a su amigo el cerrajero y le pidió que
le diera un cerrojo viejo. Por último fue a ver a su
amigo el vidriero y le pidió todos los fragmentos de
vidrio roto que tuviera.

El anciano se llevó el cofre a casa, lo llenó hasta el


tope de vidrios rotos, le echó llave y lo puso bajo la
mesa de la cocina. Cuando sus hijos fueron a cenar,
lo tocaron con los pies. ¿Qué hay en ese cofre?
preguntaron, mirando bajo la mesa.

OH, nada -respondió el anciano-, sólo algunas


cosillas que he ahorrado.
Sus hijos lo empujaron y vieron que era muy pesado.
Lo patearon y oyeron un tintineo. - Debe estar lleno
con el oro que ahorró a lo largo de los años
susurraron.
Deliberaron y comprendieron que debían custodiar el
tesoro. Decidieron turnarse para vivir con el viejo, y
así podrían cuidar también de él. La primera semana
el hijo menor se mudó a la casa del padre, y lo cuidó
y le cocinó. A la semana siguiente lo reemplazó el
segundo hijo, y la semana siguiente acudió el mayor.
Así siguieron por un tiempo.

Al fin el anciano padre enfermó y falleció. Los hijos le


hicieron un bonito funeral, pues sabían que una
fortuna los aguardaba bajo la mesa de la cocina, y
podían costearse un gasto grande con el viejo.
Cuando terminó la ceremonia, buscaron en toda la
casa hasta encontrar la llave, y abrieron el cofre. Por
cierto, lo encontraron lleno de vidrios rotos.
-¿Qué triquiñuela infame! -exclamó el hijo mayor-.
¡Qué crueldad hacia sus hijos!
-Pero, ¿qué podía hacer? -preguntó tristemente el
segundo hijo-.
-Seamos francos. De no haber sido por el cofre, lo
habríamos descuidado hasta el final de sus días.

Estoy avergonzado de mí mismo -sollozó el hijo


menor-. Obligamos a nuestro padre a rebajarse al
engaño, porque no observamos el mandamiento que
él nos enseñó cuando éramos pequeños. Pero el
hijo mayor volcó el cofre para asegurarse de que no
hubiera ningún objeto valioso oculto entre los vidrios.
Desparramó los vidrios en el suelo hasta vaciar el
cofre. Los tres hermanos miraron silenciosamente
dentro, donde leyeron una inscripción que el padre
les había dejado en el fondo: "Honrarás a tu padre y
a tu madre".

¿CUÁLES SON TUS HERENCIAS?

Érase una vez dos hermanos criados en el mismo


hogar, cercanos entre ellos, pero muy distintos el
uno al otro.
Habían compartido la dura experiencia de crecer
junto a un padre alcohólico, autoritario,
irresponsable, el cual estuvo varias veces en la
cárcel por creer vivir bajo su propia jurisdicción.

El hermano mayor se convirtió en alcohólico, dejó la


escuela y se casó. Frecuentemente maltrataba a su
familia, apenas trabajaba y en repetidas ocasiones
tenía problemas con la policía.

Cuando en una ocasión le preguntaron por qué


actuaba de esa manera, él contestó:
- Con un padre y una infancia corno la que tuve,
¿Cómo hubiera podido ser distinto?
- El Hermano menor, a pesar de los problemas y
dificultades, nunca dejó de estudiar, se casó y se
convirtió en un atento esposo y en un buen padre.
- Era también un empresario exitoso que aportaba
mucho a su comunidad.
-Un día, en una entrevista, le preguntaron a qué
atribuía el éxito que en su vida había tenido, y
respondió:
- Con un padre y una infancia así, ¿Cómo hubiera
podido ser distinto? ¿Cuáles son tus herencias y
cómo has decidido usarlas?

LA EXACTA HONORABILIDAD

Un día, un carpintero estaba cortando una rama de


un árbol debajo de un río y su hacha se le cayó al
agua.
El infeliz carpintero le rogó a Dios, y Dios se le
apareció preguntándole:
¿Por qué estás llorando?
El carpintero le respondió que su hacha se le Había
caído al río.
Entonces, Dios se metió a la corriente y sacó un
hacha de oro. Luego le preguntó:
¿Es esta tu hacha?
El noble carpintero respondió negativamente. Dios
entró de nuevo al río sacando un hacha de plata.
Y ésta, ¿es la tuya?
De nuevo el carpintero negó. Dios volvió al río y
sacó un hacha de madera, y repitió la pregunta:
¿Es esta tu hacha? El carpintero, lleno de contento,
le responde:
¡Sí!
Dios estaba tan contento con la sinceridad del
carpintero que le dejo las tres hachas y mandó al
carpintero a su casa.
Un día en el campo paseaban el carpintero y su
esposa. Ésta tropezó y cayó al río. El infeliz
carpintero rogó a Dios, que se le apareció y le
preguntó:
¿Por qué estas llorando? El carpintero le contó el
accidente, luego de lo cual Dios se metió al río y
sacó una Hermosa doncella y pregunta: ¿Es esta tu
esposa?
¡Sí, sí! --contestó el carpintero. Dios se enfureció:
¡¡¡Eres un mentiroso!!!, ¡¡¡un rufián!!!
El carpintero contestó:
Dios, perdóname. Ha sido un malentendido, porque
si te hubiera dicho que no es ella mi esposa,
después hubieras sacado a otra aún más bonita;
luego, si digo que tampoco es ella, sacarías a mi
esposa y yo tendría que decir que sí, que es ella, y
entonces tú me dejarías con las tres.
Dios, compréndeme, soy un humilde carpintero y no
podría mantenerlas a las tres.
Sólo por eso dije sí la primera vez.

Moraleja: “Los hombres sólo mienten por causas


honorables y siempre con las mejores
intenciones”.

LA INTELIGENCIA DE LOS GANSOS

El próximo otoño cuando veas a los gansos dirigiéndose hacia el sur para el
invierno, fíjate que vuelan formando una “V”.
Tal vez te interesa saber lo que la ciencia ha descubierto acerca del por qué en
esa forma.
Se ha comprobado que cuando cada pájaro bate sus alas, produce un
movimiento en el aire que ayuda al pájaro que va detrás de él. Volando en “V”
la bandada aumenta por lo menos un 71% más de poder que si cada pájaro
volara sólo.
Las personas que comparten una dirección común y tienen sentido de
comunidad pueden llegar a donde desean más fácil y rápidamente porque van
apoyándose mutuamente.
Cada vez que un ganso sale de la formación siente inmediatamente la
resistencia al aire, se da cuenta de la dificultad de hacerlo sólo y rápidamente
regresa a su formación para beneficiarse del poder del compañero de adelante.
Si nosotros tuviéramos la inteligencia de un ganso nos mantendríamos con
aquellos que dirigen en misma dirección.
Cuando el líder de los gansos se cansa, se pasa a uno de los puestos de atrás
y otro ganso toma su lugar.
Obtenemos mejores resultados si tomamos turnos haciendo los trabajos más
difíciles.
Los gansos que van de tras graznan (producen el sonido propio de ellos) para
alentar a los que van adelante a mantener la velocidad.
Una palabra de aliento produce grandes beneficios.
Finalmente, cuando un ganso se enferma o cae herido por un disparo, otros
dos gansos se salen de formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo. Se
quedan acompañándolo hasta que esté nuevamente en condiciones de volar o
hasta que muere, y sólo entonces los dos acompañantes vuelven a su bandada
o se unen a otro grupo.
Si nosotros tuviéramos la inteligencia de un ganso nos mantendríamos uno al
lado del otro apoyándonos y acompañándonos.
“La soberanía del hombre está oculta en su conocimiento”

COMÉ LA FRUTA

El maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos
no siempre entendían el sentido de la misma…

– Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos
explicas su significado…

– Pido perdón por eso. – se disculpó el maestro – Permíteme que en señal de reparación
te convide con un rico durazno.

– Gracias maestro. – respondió halagado el discípulo.


– Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?

– Si. Muchas gracias – dijo el alumno.

– ¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te
sea más cómodo?…

– Me encantaría… Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro…


– No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte… Permíteme también que
te lo mastique antes de dártelo…

– No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! – se quejó sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo: – Si yo les explicara el sentido de cada cuento… sería
como darles a comer una fruta masticada.

EL COJO Y EL CIEGO
En un bosque cerca de la ciudad vivían dos vagabundos. Uno era ciego y
otro cojo; durante el día entero en la ciudad competían el uno con el otro.
Pero una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió. El
ciego podía escapar, pero no podía ver hacia donde correr, no podía ver
hacia donde todavía no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que
aún existía la posibilidad de escapar, pero no podía salir corriendo – el
fuego era demasiado rápido, salvaje- , así pues, lo único que podía ver con
seguridad era que se acercaba el momento de la muerte.
Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro. El cojo tuvo una
repentina claridad: “el otro hombre, el ciego, puede correr, y yo puedo ver”.
Olvidaron toda su competitividad.
En estos momentos críticos en los cuales ambos se enfrentaron a la muerte,
necesariamente se olvidaron de toda estúpida enemistad, crearon una gran
síntesis; se pusieron de acuerdo en que el hombre ciego cargaría al cojo
sobre sus hombros y así funcionarían como un solo hombre, el cojo puede
ver, y el ciego puede correr. Así salvaron sus vidas. Y por salvarse
naturalmente la vida, se hicieron amigos; dejaron su antagonismo.
EL BAMBÚ JAPONÉS
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla,
buen abono y riego. También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene
impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita
sea! Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma en no apto
para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la
semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría
convencido de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de
bambú crece
¡más de 30metros!
¿Tardó sólo seis semanas crecer?
No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando
un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener
después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones
rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del
crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

EL CIEGO
Había un ciego sentado en la vereda, con una gorra a sus pies y un pedazo de madera
que, escrito con tiza blanca, decía:
"POR FAVOR AYÚDEME, SOY CIEGO".
Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas
monedas en la gorra.
Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio vuelta, tomó una tiza y escribió otro anuncio.
Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue.
Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna, su gorra estaba
llena de billetes y monedas.
El ciego reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él, el que re escribió su cartel y
sobre todo, qué había escrito.
El publicista le contestó:
"Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras".
Sonrió y siguió su camino.
El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel decía:
"HOY ES PRIMAVERA, Y NO PUEDO VERLA"
Cambiemos de estrategia cuando no nos sale algo, y verán que puede que resulte mejor
de esa manera.
Lo difícil es encontrar nuevas estrategias para lograr respuestas diferentes.
Decía Einstein: "Si hace lo que siempre ha hecho, obtendrá los resultados que siempre
ha obtenido”

PAGADO CON UN VASO DE LECHE


Un día, un muchacho muy pobre que era vendedor de puerta a puerta para pagar sus
estudios, se encontró con sólo diez centavos en su bolsillo y tenía mucha hambre.
Entonces decidió que en la próxima casa iba a pedir comida. No obstante, perdió su
coraje cuando una linda y joven muchacha abrió la puerta. En lugar de pedir comida
pidió un vaso con agua. Ella pensó que él se veía hambriento y le trajo un gran vaso con
leche. Él se lo tomó y le preguntó: – “¿Cuánto le debo?”. – “No me debe nada. Mi
mamá nos enseñó a nunca aceptar pago por bondad.” Él dijo: – “Entonces le agradezco
de corazón.” Cuando Howard Kelly -así se llamaba- se fue de esa casa, no sólo se sintió
más fuerte físicamente sino también en su fe en Dios y en la humanidad. Él estaba a
punto de rendirse y renunciar, pero se animó a seguir luchando con sus estudios.

Años más tarde esa joven muchacha se enfermó gravemente. Los doctores locales
estaban muy preocupados. Finalmente la enviaron a la gran ciudad donde llamaron a
especialistas para que estudiaran su rara enfermedad. Uno de esos especialistas era el
Dr. Howard Kelly. Cuando él se dio cuenta del nombre del pueblo de donde ella venía,
una extraña luz brilló en sus ojos. Inmediatamente él se levantó y fue al cuarto donde
ella estaba. Vestido en sus ropas de doctor fue a verla y la reconoció inmediatamente.
Luego volvió a su oficina determinado a hacer lo imposible para salvar su vida. Desde
ese día le dio atención especial al caso. Después de una larga lucha, la batalla fue
ganada. El Dr. Kelly pidió a la oficina de cobros que le pasaran la cuenta final para darle
su aprobación. La miró y luego escribió algo en la esquina y la cuenta fue enviada al
cuarto de la muchacha. Ella sintió temor de abrirla porque estaba segura de que pasaría
el resto de su vida tratando de pagar esa cuenta. Finalmente ella miró, y algo llamó su
atención en la esquina de la factura. Ella leyó las siguientes palabras: “Pagado por
completo con un vaso de leche.” Firmado, Dr. Howard Kelly.

LOS ZAPATOS DEL CAMPESINO


Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor, a quien los
alumnos consideraban su amigo debido a su bondad para quienes seguían sus
instrucciones. Mientras caminaban, vieron en el camino un par de zapatos viejos y
supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que
estaba por terminar sus labores diarias. El alumno dijo al profesor: "Hagámosle una
broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara
cuando no los encuentre".
Mi querido amigo - le dijo el profesor - nunca tenemos que divertirnos a expensas de los
pobres. Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Coloca una moneda en
cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre. Eso
hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos. El hombre pobre, terminó sus
tareas, y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo. Al ponerse el abrigo
deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y
encontró la moneda. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le
dio vuelta y la volvió a mirar. Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no se
veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al
encontrar la otra moneda. Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó
la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su
esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano
desconocida no morirían de hambre. El estudiante quedó profundamente afectado y se
le llenaron los ojos de lágrimas. Ahora, dijo el profesor ¿no estás más complacido que si
le hubieras hecho una broma? El joven respondió: "Usted me ha enseñado una lección
que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía: es mejor dar que
recibir".

EL CÍRCULO 99
En un país no muy lejano había un rey muy triste, el cual tenía un sirviente que se
mostraba siempre pleno y feliz.
Todas las mañanas, cuando le llevaba el desayuno, el sirviente lo despertaba tarareando
alegres canciones de juglares. Siempre había una sonrisa en su cara, y su actitud hacia la
vida era serena y alegre.
Un día el rey lo mandó llamar y le preguntó:
-Paje, ¿cuál es el secreto?
-¿Qué secreto, Majestad?
-¿Cuál es el secreto de tu alegría?
-No hay ningún secreto, Alteza.
-No me mientas. He mandado cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
-Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome
atenderlo. Tengo a mi esposa y a mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha
asignado, estamos vestidos y alimentados, y además Su Alteza me premia de vez en
cuando con algunas monedas que nos permiten darnos pequeños gustos. ¿Cómo no estar
feliz?
-Sino no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey- Nadie puede ser
feliz por esas razones que has dado.
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.
El rey estaba furioso, no conseguía explicarse cómo el paje vivía feliz así, vistiendo
ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos.
Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le preguntó:
-¿Por qué él es feliz?
-Majestad, lo que sucede es que él está por fuera del círculo.
-¿Fuera del círculo? ¿Y eso es lo que lo hace feliz?
-No, Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
-A ver si entiendo: ¿estar en el círculo lo hace infeliz? ¿Y cómo salió de él?
-Es que nunca entró.
-¿Qué círculo es ese?
-El círculo del noventa y nueve.
-Verdaderamente no entiendo nada.
-La única manera para que entendiera sería mostrárselo con hechos. ¿Cómo? Haciendo
entrar al paje en el círculo. Pero, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el
círculo. Aunque si le damos la oportunidad, posiblemente entrará por sí mismo.
-¿Pero no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
-Si se dará cuenta, pero no lo podrá evitar.
-¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo
círculo, y de todos modos lo hará?
-Tal cual, Majestad. Si usted está dispuesto a perder un excelente sirviente para entender
la estructura del círculo, lo haremos. Esta noche pasaré a buscarlo. Debe tener preparada
una bolsa de cuero con noventa y nueve monedas de oro.

Así fue. El sabio fue a buscar al rey y juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y
se ocultaron junto a la casa del paje. El sabio guardó en la bolsa un papel que decía:
"Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no le cuentes a
nadie cómo lo encontraste".
Cuando el paje salió por la mañana, el sabio y el rey lo estaban espiando. El sirviente
leyó la nota) agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció. La apretó
contra el pecho, miró hacia todos lados y cerró la puerta.
El rey y el sabio se acercaron a la ventana para ver la escena. El sirviente había tirado
todo lo que había sobre la mesa, dejando sólo una vela, y había vaciado el contenido de
la bolsa. Sus ojos no podían creer lo que veían: ¡una montaña de monedas de oro! El
paje las tocaba, las amontonaba y las alumbraba con la vela. Las juntaba y
desparramaba, jugaba con ellas... Así, empezó a hacer pilas de diez monedas. Una pila
de diez, dos pilas de diez, tres, cuatro, cinco pilas de diez... hasta que formó la última
pila: ¡nueve monedas! Su mirada recorrió la mesa primero, luego el suelo y finalmente
la bolsa.
"No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más
baja. "Me robaron -gritó-, me robaron, ¡malditos!” Una vez más buscó en la mesa, en el
piso, en la bolsa, en sus ropas. Corrió los muebles, pero no encontró nada. Sobre la
mesa como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había
noventa y nueve monedas de oro. "Es mucho dinero -pensó- pero me falta una moneda.
Noventa y nueve no es un número completo. Cien es un número completo, pero noventa
y nueve.
El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, tenía el
ceño fruncido y los rasgos tensos, los ojos se veían pequeños y la boca mostraba un
horrible rictus. El sirviente guardó las monedas y, mirando para todos lados con el fin de
cerciorarse de que nadie lo viera, escondió la bolsa entre la leña. Tomó papel y pluma y
se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar para comprar su moneda
número cien? Hablaba solo en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta
conseguirla; después, quizás no necesitaría trabajar más. Con cien monedas de oro un
hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien
monedas de oro se puede vivir tranquilo. Si trabajaba y ahorraba, en once o doce años
juntaría lo necesario. Hizo cuentas: sumando su salario y el de su esposa, reuniría el
dinero en siete años. ¡Era demasiado tiempo! Pero, ¿para qué tanta ropa de invierno?,
¿para qué más de un par de zapatos? En cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda
cien.
El rey y el sabio Volvieron al palacio.
El paje había entrado en el círculo del noventa y nueve. Durante los meses siguientes,
continuó con sus planes de ahorro. Una mañana entró a la alcoba real golpeando las
puertas y refunfuñando.
-¿Qué te pasa? -le preguntó el rey de buen modo.
-Nada -contestó el otro.
-No hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
-Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría Su Alteza, que fuera también su bufón y juglar?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable
tener un paje que estuviera siempre de mal humor.

Reflexión:
Muchos de nosotros hemos entrado en el círculo del noventa y nueve alguna
vez: sentimos que nos falta algo para estar completos, y pensamos que sólo
entonces podremos disfrutar de lo que tenemos. Como siempre algo "falta"
parece que la felicidad deberá esperar hasta que todo esté completo... y entramos en un
círculo en el que nunca podemos gozar de la vida.
Muchas veces pensamos que la satisfacción y el bienestar llegarán "cuando tenga un
buen sueldo" o "una buena casa", "cuando me case", "cuando tenga un hijo", "cuando
me jubile y tenga tiempo", cuando consiga tal o cual meta.. sin embargo el bienestar y la
plenitud ha de venir de dentro, no desde fuera, y estar presente a lo largo de todo el
camino de nuestra vida. Nos generamos insatisfacción y sufrimiento si nos centramos en
añorar lo que nos falta y dejamos de disfrutar de lo que si tenemos.
Esta es la trampa del círculo: no entendemos que con 99 podemos ser felices, podemos
sentirnos plenos a lo largo del camino, si nos centramos en esa moneda que creemos que
falta y dejamos de valorar lo que tenemos nunca estaremos "completos" siempre nos
faltará algo.

No dejemos de disfrutar de lo que tenemos por añorar lo que creemos que nos falta.
LOS DOS LOBOS QUE LUCHAN
Cuenta una antigua leyenda india, concretamente de los Cherokees, que un
sabio anciano hablaba durante una noche de luna llena con sus
nietos. Alrededor de una hoguera, al anciano le gustaba hablar de sus
emociones con los niños, y contarles bellas historias que les ayudara a
entender nuestros actos.
Esa noche, sus nietos le miraban con mucha atención. El anciano se movía
nervioso, aturdido. Y los niños le preguntaron:
– Abuelo, ¿qué te pasa?
Y él contestó:
– Siento como si dos lobos estuvieran peleando dentro de mí, en mi corazón.
Uno de ellos es un lobo violento, lleno de rabia, vengativo y envidioso… El otro
lobo sin embargo es bueno, compasivo, generoso… está lleno de amor.
Los niños se quedaron atónitos. Y después de un largo silencio, preguntaron:
– Abuelo, ¿y quién ganará la pelea?
Y el abuelo contestó:
– Aquel a quien yo alimente.
Moraleja: ‘Puedes ser un lobo lleno de ira y rencor o un lobo repleto de
generosidad y amor. Todo depende del lobo al que alimentes’.
LA MULA Y EL POZO

Cierto día paseando en por el campo, un campesino ve caer su mula vieja en


un en un pozo.
El campesino oyó los bramidos del animal, y corrió para ver lo que ocurría.
Le dio pena ver a su fiel servidora en esa condición, pero después de analizar
cuidadosamente la situación, creyó que no había modo de salvar al pobre
animal, y que más valía sepultarla en el mismo pozo.
El campesino llamó a sus vecinos y les contó lo que estaba ocurriendo y los
enlisto para que le ayuden a enterrar la mula en el pozo para que no continuara
sufriendo.
Al principio, la mula se puso histérica.
Pero a medida que el campesino y sus vecinos continuaban paleando tierra
sobre sus lomos, una idea vino a su mente. A la mula se le ocurrió que cada
vez que una pala de tierra cayera sobre sus lomos.
¡ELLA DEBÍA SACUDIRSE Y SUBIR SOBRE LA TIERRA!
Esto hizo la mula palazo tras palazo.
¡SACÚDETE Y SUBE. sacúdete y sube. sacúdete y sube! Repetía la mula para
alentarse a sí misma.
No importaba cuan dolorosos fueran los golpes de la tierra y las piedras sobre
su lomo, o lo tormentoso de la situación, la mula luchó contra el pánico, y
continuó SACUDIÉNDOSE Y SUBIENDO.
EL CHINO Y EL ARROZ

Un hombre estaba poniendo flores en la tumba de su esposa, cuando vio a un


hombre chino poniendo un plato con arroz en la tumba vecina. El hombre se
dirigió al chino y le preguntó:

-“Disculpe señor, ¿de verdad cree usted que el difunto vendrá a comer el arroz?”
-“Sí”- responde el chino, “cuando el suyo venga a oler sus flores…”
Respetar las opiniones del otro, es una de las mayores virtudes que un ser
humano puede tener. Las personas son diferentes, por lo tanto actúan diferente y
piensan diferente. No juzgues…solamente comprende.. , y si no lo puedes
comprender… OLVÍDALO.
Recuerda las 5 reglas para ser feliz, según la sabiduría oriental:
1. Libera tu corazón del rencor y del odio
2. Libera tu mente de preocupaciones.
3. Vive sencillamente.
4. Da más.
5. Espera menos.

LA VERDADERA HISTORIA DE LA MUJER

Cuenta una leyenda que al principio del mundo, cuando Dios decidió crear a la mujer,
encontró que había agotado todos los materiales sólidos en el hombre y no tenía más de
que disponer.
Ante este dilema y después de profunda meditación, hizo esto:
Tomó la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la tierna adhesión de la
enredadera, el trémulo movimiento de las hojas, a esbeltez de la palmera, el tinte
delicado de las flores, la amorosa mirada del ciervo, la alegría del rayo del sol y las
gotas del llanto de las nubes, la inconstancia del viento y la fidelidad del perro, la
timidez de la tórtola y la vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma del cisne, y la
dureza del diamante, la dulzura de la paloma y la crueldad del tigre, el ardor del fuego y
la frialdad de la nieve.
Mezcló tan desiguales ingredientes, formó a la mujer y se la dio al hombre.
Después de una semana vino el hombre y le dijo:
Señor, la criatura que me diste me hace desdichado, quiere toda mi atención, nunca me
deja solo, charla intensamente, llora sin motivo, se divierte en hacerme sufrir y vengo a
devolvértela porque NO PUEDO VIVIR CON ELLA.
Bien, contestó Dios y tomó a la mujer.
Pasó otra semana, volvió el hombre y le dijo:
Señor, me encuentro muy solo desde que te devolví a la criatura que hiciste para mí, ella
cantaba y jugaba a mi lado, me miraba con ternura y su mirada era una caricia, reía y su
risa era música, era hermosa a la vista y suave al tacto. Devuélvemela, porque NO
PUEDO VIVIR SIN ELLA.

LOS PASOS PERDIDOS

"Una noche desperté oyendo un ruido insistente, que


no cesaba. Era el vecino de arriba que andaba de un
lado para otro, y sus pasos resonaban en el techo.

¡Aquello era insoportable! Me estaba poniendo cada


vez más nervioso! Y no podía dormir. Aquellos pasos
me obsesionaban. Eché una ojeada al reloj: las dos
de la madrugada. Entonces fue cuando me indigné.
Tenía que madrugar para ir al trabajo y necesitaba
descansar y dormir. Y el vecino paseándose arriba y
abajo sin parar y sin la más mínima consideración.
Como no se podía hacer nada me puse a
maldecidlo, a quererle mal. Y pensaba: mañana
subiré arriba y le partiré la cara. En aquel tiempo era
joven y podía hacerlo.

Al día siguiente subí al piso de arriba y fue entonces


cuando me enteré de que el hijo de mi vecino había
muerto aquella madrugada y que, durante toda la
noche, aquel padre afligido había paseado en brazos
a aquel pobre niño, consumido por la fiebre, como
para impedir que se muriera, como para infundirle
vida, insultarle vigor, hacerle llegar su ternura, para
que el niño no sufriera tanto.

EL CHINO Y EL CABALLO

Un chino tenía un caballo. El caballo se le escapó.


Los vecinos fueron a darle el pésame.
¿Quién dice que sea una desgracia? Les contestó el
chino.
En efecto, a la mañana siguiente el caballo vino
trayendo una yegua salvaje. Los vecinos le
felicitaron.
¿Quién dice que sea una fortuna? Respondió el
chino.
A los dos días su hijo primogénito, montando la
yegua se cayó y quedó cojo. Los vecinos expresaron
su sentimiento de dolor. ¿Quién dice que sea una
desgracia? Volvió a preguntar el chino.
Al año siguiente hubo una guerra en el país. El
primogénito, por estar cojo no tuvo que alistarse en
el ejército. Y la vida siguió con sus episodios...

LA ANCIANA

Se encontraba una familia de cinco personas


pasando el día en la playa. Los niños estaban
haciendo castillos de arena junto al agua cuando, a
lo lejos, apareció una anciana, con sus vestidos
sucios y harapientos, que recogía cosas del suelo y
las introducía en una bolsa.
Los padres llamaron junto a sí a los niños y les
dijeron que no se acercaran a la anciana. Cuando
ésta pasó junto a ellos, inclinándose una y otra vez
para recoger cosas del suelo, dirigió una sonrisa a la
familia. Pero no le devolvieron el saludo.

Muchas semanas más tarde supieron que la anciana


llevaba toda su vida limpiando la playa de cristales
para que los niños no se hirieran los pies.
LA ÚLTIMA CENA

Existe una anécdota del gran pintor, escultor e


inventor Leonardo Da Vinci, acerca de su pintura "La
última Cena", una de sus obras más copiadas y
vendidas en la actualidad. Tardó 20 años en hacerla
debido a que era muy exigente al buscar a las
personas que servirían de modelos. Tuvo problemas
en iniciar la pintura porque no encontraba al modelo
para representar a Jesús, quien tenía que reflejar en
su rostro pureza, nobleza y los más bellos
sentimientos. Así mismo debía poseer una
extraordinaria belleza varonil. Por fin, encontró a un
joven con esas características, fue el primero que
pintó. Después fue localizando a los 11 apóstoles, a
quienes pintó juntos, dejando pendiente a Judas
Iscariote, pues no daba con el modelo adecuado.
Este debía ser una persona de edad madura y
mostrar en el rostro las huellas de la traición y la
avaricia. Por lo que el cuadro quedó inconcluso por
largo tiempo, hasta que le hablaron de un terrible
criminal que habían apresado. Fue a verlo y era
exactamente el Judas que él quería para terminar su
obra, por lo que solicitó al alcalde le permitiera al reo
que posara para él. El alcalde conociendo la fama
del maestro Da Vinci, aceptó gustoso y llevaron al
reo custodiado por 2 guardias y encadenado al
estudio del pintor. Durante todo el tiempo el reo no
dio muestra de emoción alguna de que había sido
elegido para modelo, mostrándose demasiado
callado y distante. Al final, Da Vinci, satisfecho del
resultado, llamó al reo y le mostró la obra, cuando el
reo la vio, sumamente impresionado, cayó de
rodillas llorando. Da Vinci, extrañado, le preguntó el
porqué de su actitud, a lo que el preso respondió:
¿Maestro Da Vinci, es que acaso no me recuerda?"
Da Vinci observándolo le contesta: "No. nunca antes
lo había visto". Llorando y pidiendo perdón a Dios el
reo le dijo: "Maestro, yo soy aquel joven que hace 19
años usted escogió para representar a Jesús en este
mismo cuadro"...
LA CASA IMPERFECTA
Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a
disfrutar su pensión de jubilación. Le contó a su jefe acerca de sus planes de
dejar el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia.
Iba a extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las
arreglarían de alguna manera.
El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la
compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo:
construir una casa más. El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía
a las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacía. Utilizaba
materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes,
era deficiente. Era una infortunada manera de poner punto final a su carrera.
Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le
extendió las llaves de la puerta principal. «Esta es tu casa, querido amigo —
dijo-. Es un regalo para ti». Si el albañil hubiera sabido que estaba
construyendo su propia casa, seguramente la hubiera hecho totalmente
diferente. ¡Ahora tendría que vivir en la casa imperfecta que había construido!
Reflexión: A veces construimos nuestras vidas de manera distraída, sin poner
en esa actuación lo mejor de nosotros. Muchas veces, ni siquiera hacemos
nuestro mejor esfuerzo en el trabajo. Entonces, de repente, vemos la situación
que hemos creado y descubrimos que estamos viviendo en la casa que hemos
construido. Sí lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.

PRESTAME TU RECUERDO
Decía John Lennon que vivimos en un mundo en el que nos escondemos para hacer el amor,
mientras la violencia se practica a plena luz del día.
HOY PODEMOS AFIRMAR QUE:
Vivimos en un mundo donde vibra más fuerte un teléfono que un corazón.
Vivimos en un mundo en el que la comida está repleta de químicos, mientras un jabón contiene
cereales, miel y vitaminas.
Vivimos en un mundo donde los televisores son más delgados y la gente más gorda.
Vivimos en un mundo donde los teléfonos son más inteligentes que sus dueños.
Vivimos en un mundo donde pintar un grafiti es un delito y matar un toro es arte.
Vivimos en un mundo donde la forma de vestir se valora más que la de pensar.
Vivimos en un mundo donde una pizza llega más rápido que la policía, o un urber llega antes
que una ambulancia.
Vivimos en un mundo donde los animales son mejores amigos que las personas.
Vivimos en un mundo donde no se intentan solucionar los problemas, sino convivir con ellos.
Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el difunto y donde el festejo de una
boda es más importante que el amor.
Vivimos en un mundo donde las redes sociales están llenas de fotos felices y gente triste.
Vivimos en un mundo en el que se le exige más a un futbolista que a un político.
Estamos convencidos de que ese mundo es el que nos ha tocado vivir, sin reflexionar sobre el
hecho de que cada uno tiene el poder de vivir en el mundo que elija y no en el que le toca.
Tú decides el mundo que quieres tener. Tienes el poder de cambiar el tuyo y, por ende, el de
aquellos que te rodean.
Aquí NADA es imposible. Lo imposible, sólo tarda un poco más...
Lennon dijo imagina...

EL HOMBRE QUE CONTABA HISTORIAS


Este relato nos sitúa en un pequeño pueblo en medio del bosque y frente al mar, donde
vivía un hombre sabio que salía del pueblo cada mañana y por la noche regresaba para
contar fantásticas historias a los lugareños que lo escuchaban atentamente.
Cuando volvía el hombre sabio le preguntaban insistentemente:
-Cuéntanos, ¿Qué has visto hoy?
A lo que él respondía con su voz suave y pausada:
-He visto a un fauno que tocaba una melodía hermosa con su flauta y con ella obligaba a
bailar en círculo a un grupo de silvanos.
-Y qué más has visto? Preguntaban insistentemente los aldeanos al hombre sabio.
-He visto a 3 sirenas mientras me dirigía a la orilla del mar, todas ellas eran criaturas
hermosas que peinaban sus verdes cabellos con un peine de oro.
Estas historias fascinaban a todos y cada uno de los habitantes del pueblo, desde niños
hasta adultos e incluso a los viejos. Es por eso que todos los vecinos del pueblo lo
apreciaban por encima de cualquier otro habitante.
Una mañana el hombre que contaba historias salió de nuevo hacia el mar y vio a tres
sirenas en el filo de las olas, que peinaban sus largos cabellos verdes con un peine de
oro.
Asustado, el hombre se dirigió de nuevo hacia el bosque para regresar a casa, y allí vio
con sus propios ojos a un fauno que tañía delicadamente su flauta y con sus sonidos
hacía bailar a un grupo de silvanos que se encontraban con él.
Cuando regresó al pueblo esa misma noche, todos los habitantes le preguntaron, como
de costumbre, qué es lo que había visto, a lo que él contestó.
-No he visto nada".
EL CÍRCULO DEL ODIO
“Un importante empresario estaba enojado y regañó al director de uno de
sus negocios.
El director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de que estaba
gastando demasiado porque había un abundante almuerzo en la mesa.
La señora gritó a la empleada, que rompió un plato y le dio una patada al
perro porque la hizo tropezar. El animal salió corriendo y mordió a una
señora que pasaba por allí. Cuando ella fue a la farmacia para hacerse una
curación, gritó al farmacéutico porque le dolió la aplicación de la vacuna.
Este hombre llegó a su casa y le gritó a su madre porque la comida no era
de su agrado.
La señora, manantial de amor y perdón, le acarició la cabeza mientras le
decía: “Hijo querido, te prometo que mañana haré tu comida favorita.
Trabajas mucho, estás cansado y hoy precisas una buena noche de sueño.
Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras bien limpias y perfumadas
para que puedas descansar en paz. Mañana te sentirás mejor”.
Lo bendijo y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus
pensamientos.
En ese momento se interrumpió el círculo del odio, al chocar con la
tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor”.

VAS MUY A PRISA

Cierta vez, un conductor se desplazaba por una de


las highways de los Estados Unidos a una velocidad
excesivamente alta, cuando, de repente justo
después de una curva aparece un hombre parado en
medio de la vía, haciendo señal de parada con los
brazos y de una forma desesperante.
El conductor, sorprendido ya a la vez asustado, toca
insistentemente la bocina para ver si así el individuo
se quitaba del camino. Pero fue inútil, el hombre
seguía haciendo señal de pare con sus brazos.
Debe de estar loco- dijo el conductor mientras
pisaba el freno provocando un fuerte chillido y
dejando dos largas marcas negras en el pavimento,
logrando así detener el auto antes de chocar a aquel
hombre. Muy enojado, se desmonta del carro y,
estrellando la puerta, se dirige hacia el hombre y le
dice: -Acaso no tienes ojos? ¿No ves lo peligrosa
que es ésta carretera y te atraviesas en ella como si
nada? ¿O acaso eres loco para no ver el peligro que
corres?
-No, señor, no estoy loco –le contestó el individuo- .
Lo que pasa es que el puente que está en la próxima
curva acaba de desplomarse; y sabía que, si no
hacía algo, usted, en este momento, ya estaría
muerto. Tuve que arriesgar mi vida para ver si podía
salvar la suya.
Quizás, en la carretera de tu vida algún loco –como
lo llaman te ha obstaculizado en paso para hablarte
del Amor de Dios, lo mucho que Cristo te ama; y te
has enojado sobremanera porque VAS MUY A
PRISA.
Quizás hoy yo esté obstaculizando tu camino
quitándote unos minutos; pero ¿Qué habría pasado
si el conductor hace caso omiso al individuo del
camino?, ¿qué crees que pasará a los que oyen la
advertencia de la palabra de Dios y no lo hacen
caso?

“Hay caminos que al hombre le parecen


derechos, pero su fin es camino de muerte
“LA COSECHA DE MAIZ”
Había un agricultor que cultivaba maíz de excelente calidad.
Todos los años ganaba el premio al mejor maíz cultivado. Un año,
un periodista lo entrevistó y aprendió algo interesante sobre cómo
lo cultivaba. El reportero descubrió que el agricultor compartía su
semilla de maíz con sus vecinos. "¿Cómo puede permitirse
compartir su mejor semilla de maíz con sus vecinos cuando
compiten con el maíz cada año?" preguntó el reportero.
“¿Por qué señor?”, Dijo el granjero, “¿No lo sabía? El viento
recoge el polen del maíz en maduración y lo hace girar de un
campo a otro. Si mis vecinos cultivan maíz inferior, la
polinización cruzada degradará constantemente la calidad de mi
maíz. Si voy a cultivar un buen maíz, debo ayudar a mis vecinos a
cultivar un buen maíz”.
Lo mismo ocurre con nuestras vidas... Aquellos que quieren vivir
bien y con sentido deben ayudar a enriquecer la vida de los
demás, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca.

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