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Jaaziel decía que le gusta el estilo poético de las traducciones, y que lo primero que le
busca es quizás la cadencia del fraseo. Según dice, hay párrafos enteros en las traducciones
para lenguaje actual que carecen de "color". Creo que tiene razón: hay traducciones no sólo
intolerables a la lectura y al "oído", sino también versiones que son un espanto, más que
nada por el objetivo con que fueron hechas. Y si el objetivo en muchos casos fue el de
simplificar a costas del contenido, lo lograron con creces. La gente pide simplificar lo que
no se puede, y los comerciantes dan el producto demandado aunque no se deba.
Pero este problema no es nuevo, sino que acompaña de siglo en siglo a todas las
traducciones bíblicas. Por mi parte, además del "color" le busco contundencia en la
expresión del contenido, y por ahora me tuve que conformar con tres o cuatro versiones,
usándolas en modo "superpuesto", comparativo o directamente concomitante.
Reyna&Valera
La versión de Casiodoro de Reyna duró doce años, se dice, contando los años de
traducción y de publicación. Me parece que don Casiodoro y sus amigos en equipo
resolvieron demasiado rápido los problemas, y que en su versión se transliteró mucho lo
que no se pudo traducir en tan corto tiempo; y no quiero decir con esto que haya sido una
labor floja a juzgar por su brevedad. Pero colocaron como con apuro en el Nuevo
Testamento trozos enteros de la traducción al castellano de Francisco de Enzinas
(Amberes, 1543)
Después de treinta y tres años, en 1602, Cipriano de Valera la republicó en forma revisada,
añadiendo o intercalando traducciones de Francisco de Pineda (Ginebra, 1556) desde la
carta de Santiago hasta Apocalipsis. Pero para revisarla demoró más de veinte años.
Y a esta versión, desde la llamada Edad de Oro de la literatura española hasta el día de
hoy, se le hicieron más de 100.000 modificaciones indirectas (en la ortografía y en la
sintaxis, especialmente en las puntuaciones) y más de sesenta mil cambios directos de
palabras.
Sabemos que los procesos tuvieron su mecánica: Luego de que cada tramo de texto se dio
por aprobado, toda su lectura revisada se colocaba en esténciles, y de ellos se hacían copias
múltiples, las que se enviaban por correo a los asesores. Y después regresaban con más
correcciones.
Lamento esta noticia para quienes gustan de recitar "labiblia" como si la ipssiima verba y
la ippsisima vox de Jesús estuvieran calcadas por don Cipriano y por don Casiodoro, los
extremeños de Badajoz. Algunos predicadores de video, hoy me hacen recordar a los
parapsicólogos del equipo del Doctor Joseph Rhine, cuando suponían que con sus
procedimientos retrospectivos obtenían las psicofonías del Nazareno.
Una revisión es una especie de "barrido" de las formas en atención al fondo. La historia
que el lector aporta con su interacción, a través de los años, le informa a los traductores y a
los responsables de las revisiones bíblicas del modo en que la versión está siendo entendida
y aplicada. Esa interacción sirvió muchas veces -aunque no todas las veces- para que en no
pocos países, incluido éste, se concretaran calamidades literalistas en nombre de una
palabra de Dios. Como si utilizaran Reyna/Valera del mismo modo literal que los
versionistas de la ilegible Biblia italiana de Ferrara.
Lenguaje elegido
En algunos lugares recónditos de nuestras Américas, por no decir aquí a la vuelta de la
esquina, en otros tiempos más oscuros que estos, el idioma castellano se preservó de
galicismos y anglicanismos gracias a que la gente conservaba traducciones bíblicas
complejas. Habrá sido sólo la virtud de las personas que decidieron esa preservación y no
hay por qué atribuirle funciones culturales a la Biblia, pero escribo esto a causa de que,
como dice Jaaziel, si se trata de hacerle el juego a la media lengua de la contemporaneidad,
acabaremos teniendo las Escrituras en formato SMS. La ley del menor esfuerzo actual es
muy potente, y en los cristianos mediocres el simplismo tiene todo el viento a favor.
Pero, por si faltaba algo, hace mucho tiempo empecé a escribir la versión del Nuevo
Testamento en lunfardo porteño y con esa versión es la que, me parece, me voy a quedar.
En honor a todos los que detestamos el espantoso "venid" y los impronunciables "estábais"
y los chistosos "oísteis" y el horroroso "vosotros".
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