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SALUDO A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA (SalVM)

1
Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha iglesia
2
y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo
amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito,
3
en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien.
4
Salve, palacio de Dios; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya.
5
Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya
6
y todas vosotras, santas virtudes, que sois infundidas por la gracia e iluminación del Espíritu
Santo en los corazones de los fieles, para hacerlos de infieles, fieles a Dios.

Con este título se conoció este escrito desde antiguo y se encuentra en la mayoría de
manuscritos. manifiesta la piedad mariana de Francisco, es una de las alabanzas que solía
componer.
Nunca ha sido discutida su autoría. Todas las biografías nos describen la particular devoción
que Francisco profesa a la Madre de Dios.
En el texto aparecen expresiones litúrgicas y bíblicas referidas a María. Es significativo ver el
que la mayoría de las advocaciones tienen relación con la encarnación.
Autenticidad
No ha suscitado dudas. Todos los manuscritos mencionan a Francisco como autor.
2Cel 198 nos presenta la peculiar devoción de Francisco a María, “le tributaba peculiares
alabanzas, le multiplicaba oraciones y le ofrecía afectos”.
- Contiene expresiones propias de Francisco y comunes a 1R 9,5; 23,3-6; Adm 1,26;
ExhAlD 4; SalVir.
- Hay expresiones (“Virgen hecha iglesia, palacio de Dios, tabernáculo de Dios, casa de
Dios…”) originales en su formulación, pero doctrinalmente se enraizan en la más pura
tradición patrística-litúrgica.
- En algunos códices aparece el SalVM seguido al saludo a las virtudes (SalVir), como si
fuera una segunda parte de la misma, como constituyendo una unidad. El argumento de
cada escrito es distinto, a pesar de la semejanza de estilo y el contenido de la última
estrofa; Son dos escritos independientes.
Cronología:
No hay datos para situar el tiempo de composición del saludo.
Estilo:
- Es el mismo estilo de las alabanzas, frases exclamativas, saludos galantes a la Madre
de Jesús… Tono caballeresco.
- Hay una sucesión de 7 “Salve” dirigidos a María: el primero desarrollado con conceptos
teológicos; los otros 6 saludos cortos en forma de letanía que exalta los atributos de
María (metáforas de tipo físico – corporal). Y uno más dirigido a las virtudes.

Clave de lectura.
Podemos descubrir tres estrofas y en cada una de ellas un ritmo ternario también:
1ª.- (1-3): María, obra de la Trinidad. María en el plan de Dios, elegida por el Padre y
consagrada por el Espíritu como Madre de Jesucristo. Su seno fue la “primera iglesia”.
Tres aclamaciones y tres oraciones.
2ª.- (4-5): María dentro de la vida trinitaria. María la madre de Jesús (palacio-
tabernáculo-casa; vestidura-esclava-Madre). Las primeras la saludan desde la
inhabitación de Dios en ella; y las segundas inducen a pensar en la persona misma de
María: creada por Dios, dotada de una “vestidura” de carne, y antes de ser “Madre” de
Dios, se declaró su “esclava”.
Esta estrofa central es la más breve; la anterior y posterior más desarrolladas; pero
contiene más “saludos” que de alguna forma compensan su brevedad…
3ª.- (6): Saludo a las virtudes que, infundidas por el Espíritu Santo, hacen del creyente
morada de Dios por la fe, como María.
Cierra: sobre las virtudes y dones del Espíritu Santo que de alguna manera aluden a
María como modelo de la Iglesia; virtudes con que el Espíritu dotó a María y que pueden
actuar también en los demás hombres.
Profundizando
La piedad mariana y eclesial de Francisco: mutuamente compenetradas. María es la “primera
Iglesia”, la primera consagrada por Dios Trinidad. A través de la iglesia concreta (la
Porciúncula…), contempla a María; y a través de María, a la Iglesia. Ella es el prototipo de la
iglesia virgen y madre.
Una mariología centrada en la maternidad divina de María en estrecha relación con la Trinidad:
fue elegida por el Padre, consagrada con el Hijo por la acción del Espíritu Santo. Refleja su
devoción trinitaria.
La veneración a María está enmarcada en la adoración a la Trinidad. Todas las alabanzas
brotan de su maternidad divina y la expresan y cantan con imágenes gráficas.
“En ti estuvo y está toda la plenitud de la gracia…” Lo que Dios realizó en María, puede seguir
realizándolo, de otra forma, mediante su Espíritu. “Para hacerlos de infieles, fieles a Dios…”: la
iglesia unipersonal aparece ampliada a todos aquellos en los que el Espíritu va haciendo su
obra…
La devoción mariana de Francisco, la podemos condensar en esta fórmula: vivir en la Iglesia
como vivió María. Para Francisco, María es también iglesia, la primera iglesia consagrada por
Dios Trinidad: por el Padre, que la ha hecho virgen madre de su Hijo y tabernáculo del Espíritu
Santo.

Francisco expone la vida cristiana de manera propiamente mariana: en cuanto a su naturaleza,


es la vida de un ser que lleva en sí a Cristo; en cuanto a su eficacia, da a luz a Cristo en los
demás. Con términos sencillos y luminosos Francisco describe todo el misterio de la Iglesia y de
su maternidad, cuya figura es María

María es verdaderamente la figura de la Iglesia. Y cualquiera que tome el camino que


Francisco le traza, con fidelidad al Evangelio, está configurado a imagen de María, sea cual
fuere su estado de vida, su misión, su profesión, su edad, su sexo... No hay diferencia esencial
entre el fiel más humilde y la Virgen María.

La difusión del “Ave María” desde 1200 (los sínodos recomiendan que se aprenda), puede estar
influyendo a Francisco.

LAS DOS ORACIONES MARIANAS DE SAN FRANCISCO


El “SALUDO a la Bienaventurada Virgen María” Y la ANTIFONA que él recitaba al principio y al
final de cada una de las Horas de su Oficio de la Pasión :

1“Santa Virgen María,


no ha nacido en el mundo entre las mujeres
ninguna semejante a ti,
2hija y esclava del altísimo Rey sumo y Padre celestial,
madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo,
esposa del Espíritu Santo:
3ruega por nosotros,
junto con el arcángel san Miguel
y todas las virtudes del cielo
y con todos los santos,
ante tu santísimo Hijo amado,
Señor y Maestro”.
Francisco conocía una antigua oración que es también una antífona que, desde dos o tres
siglos antes, formaba parte de la liturgia con que los monjes celebraban la fiesta de la Asunción
de la Virgen María. Francisco reelabora esta oración, adaptándola a su mentalidad e introduce,
afirmaciones mucho más importantes:
- Llama a María «Santa Virgen».
- La presenta íntimamente relacionada con la Santísima Trinidad: María es hija y esclava
del Padre, madre del hijo, esposa del Espíritu Santo. Estas relaciones de María con Dios
Uno y Trino son, el añadido más importante y más valioso desde el punto de vista
ecuménico.
- Completa el ruego a María con la súplica a todos los ángeles y santos.
- Amplía la última parte de la oración según su visión de Cristo: califica la palabra «Hijo»
con los atributos, sublimes a la vez que íntimos y personales, santísimo, amado, Señor y
Maestro.
La Antífona consta de dos partes: una serie de aclamaciones, y una súplica:

Aclamaciones:
En primer lugar, aparece la veneración y el homenaje. María es aclamada con una serie de
títulos que proclaman su dignidad y su unión con Dios Trinidad. El hecho de que esta serie de
aclamaciones sea más larga que los ruegos es en sí misma una clara demostración de que la
aclamación tiene prioridad sobre la súplica:
- Santa Virgen María
- Hija y esclava
- Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo
- Esposa del Espíritu Santo
Lo más importante es que estas aclamaciones contemplan a María en su relación con la
Trinidad. Estos títulos, con palabras que se emplean para designar a las personas, son
conceptos personales tomados de la vida familiar: hija, madre, esposa, esclava, hacen
referencia a alguna de las divinas personas. Lo que María es, lo es por Dios.

Súplica:
Tras haber enumerado, en una corta letanía, los signos distintivos esenciales que María ha
recibido de Dios, Francisco añade una petición: “Ruega por nosotros, junto con el arcángel san
Miguel y todas las virtudes del cielo y con todos los santos...”.

La expresión “ruega por nosotros” Francisco la conoce muy bien de la letanía de todos los
santos. Lo que aquí llama la atención es que amplíe la breve súplica responsorial de la letanía:
no ve a María sola, sino junto con todos los ángeles y con todos los santos. Menciona
expresamente a san Miguel, a quien profesa una veneración especial. Entre las virtudes del
cielo están los querubines y serafines, los arcángeles y los ángeles . Francisco prosigue:
«...ante tu santísimo Hijo amado, Señor y Maestro».

La Antífona mariana es cristocéntrica, se refiere a Cristo, Señor y Maestro. Él es quien importa,


cuando se venera a su Madre y nos revela también la imagen que de Cristo tenía Francisco:
Jesucristo es, por una parte, el santísimo Señor, el Señor y Maestro, y por otra, es el amado
Hijo de María, cercano a los hombres.

Otras referencias a María en los Escritos de San Francisco:


Además de las dos oraciones dirigidas a la Virgen, en los escritos de Francisco encontramos,
las siguientes referencias a ella:
-«Salve, María, llena de gracia, el Señor está contigo” (ExhAD 4).
«.. y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen..» (ParPN 7).
-- «... y nació de la bienaventurada Virgen santa María» (OfP 15,3).
-- «Este Verbo del Padre, tan digno, tan santo y glorioso, anunciándolo el santo ángel Gabriel, fue
enviado por el mismo altísimo Padre desde el cielo al seno de la santa y gloriosa Virgen María, y en él
recibió la carne verdadera de nuestra humanidad y fragilidad. Y, siendo Él sobremanera rico, quiso,
junto con la bienaventurada Virgen, su Madre, escoger en el mundo la pobreza» (2CtaF 4-5).
-- «... si la bienaventurada Virgen es tan honrada, como es justo, porque lo llevó en su santísimo seno...»
(CtaO 21).
-- «Además, yo confieso todos los pecados al Señor Dios..., a la bienaventurada María, perpetua
virgen...» (CtaO 38).
-- «Ved que diariamente se humilla (el Hijo de Dios), como cuando desde el trono real descendió al seno
de la Virgen» (Adm 1,16).
-- «Y (nuestro Señor Jesucristo) fue pobre y huésped y vivió de limosna tanto Él como la Virgen
bienaventurada y sus discípulos» (1 R 9,5).
-- «Y los ministros... vendrán al capítulo de Pentecostés junto a la iglesia de Santa María de la
Porciúncula» (1 R 18,2).
«Y te damos gracias porque... quisiste que Él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la
gloriosa siempre Virgen beatísima santa María» (1 R 23,3).
-«..porque cada una será reina en el cielo coronada con la Virgen María» (ExhCl 6).
-«Y tampoco estamos obligadas a ayunar en las Pascuas, como lo ordena el escrito de san Francisco; ni
en las festividades de Santa María y de los santos apóstoles...» (3CtaCl 36).
-«Yo, el hermano Francisco, pequeñuelo, quiero seguir la vida y pobreza de nuestro altísimo Señor
Jesucristo y de su santísima Madre»(UltVol 1).
Títulos o nombres de la Virgen:
En las oraciones y textos a los que nos estamos refiriendo se encuentran 13 títulos o nombres
de la Virgen, de un total de 26 en sólo 6 de los escritos de Francisco:
Virgen, Madre, Hija, Esclava, Esposa, Señora,
Reina, Virgen hecha Iglesia,
Palacio de Dios, Tabernáculo de Dios, Casa de Dios, Vestidura de Dios.
11 de ellos en el Saludo de la Virgen María; 4 en la Antífona del Oficio de la Pasión; 4 en la
primera Regla; 3 en la segunda Carta a los Fieles; 2 en la Carta a toda la Orden, y 1 en la
primera Admonición.
La imagen que dichos títulos o nombres esbozan de María acentúa sobre todo lo que Dios ha
hecho en ella y con ella; lo que ella es desde la acción de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y
desde su relación con ellos, más que su actitud acogedora y responsiva, sin que neguemos que
también esta dimensión está presente en ellos. Imagen que está en línea con la primacía y
anterioridad de la acción de Dios, de lo objetivo sobre lo subjetivo, que Francisco confiesa
tantas veces en sus escritos.
En ellos, como es sabido, el Señor es el que da la gracia de hacer penitencia, el que conduce a
los leprosos, el que da la fe, o el que hace y dice todo bien.

Los adjetivos que coronan su nombre


El nombre y los títulos a que nos hemos referido van acompañados en los escritos, como
sucede cuando nombra a Dios, a las personas de la Trinidad y a Jesucristo, de uno o más
adjetivos que los califican:
Santa, Gloriosa, Beatísima, Bienaventurada,
Perpetua Virgen, siempre Virgen, Santísima, santísimo seno.
Francisco proclama con ellos, como hace la Iglesia en su liturgia, la gloria, la bienaventuranza y
la santidad de la Virgen por su referencia a Jesucristo bienaventurado, santo y glorioso, y,
desde Él y por Él, a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que sin principio ni fin es bendito y
glorioso. Sólo desde la fe en Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, se llega a descubrir la
grandeza y dignidad de María, su Madre, viene a decir Francisco.
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