Está en la página 1de 1

El hombre virtuoso es aquel que racional y libremente reconoce lo que es el bien y a

través de buenos hábitos perfecciona sus virtudes. Este hombre virtuoso ha de tener
mucha fuerza de voluntad para no dejarse llevar por sus pasiones o apetitos.

La virtud nos ayuda a perfeccionar los juicios firmes, adecuados, rectos y valederos que
conducen al buen ejercicio de la misma, a tener la resolución y la voluntad necesaria para
deliberar sobre las cosas que creemos buenas con juicios reflexionados desde la libertad
para que puedan ser los mejores. Se debe tener una voluntad firme para no dejarnos
llevar por las pasiones o apetitos que pueden afectar el espíritu.

La primera, que por sí propia mostrase evidente, es la de que la


pretensión de los autores consensualistas de concebir una
fundamentación para los derechos humanos en el simple
consenso, acaba, ipso facto, relativizándolos y, por consecuencia,
debilitándolos de tal forma que no sería posible hablar más de
derechos “humanos” propiamente, mas sí de derechos de los
cuales hay un cierto consenso en una determina época y en una
determinada comunidad[40].

La secunda es que “el horror a un fundamento incondicionado y


absoluto y la consiguiente búsqueda de un fundamento relativo
de los derechos humanos, no es sino una manifestación más del
fenómeno llamado de la ‘muerte de Dios’[41], que aparece como
llevando inevitablemente a la muerte del hombre, de su dignidad
y de sus derechos.”[42]

: la dignidad ontológica, o el valor propio del ser, y la dignidad fenomenológica, o el valor asociado
a nuestros hechos .

También podría gustarte