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La pandemia no cambiará todo en nuestras vidas, pero parece seguro que algo
cambiará –ya lo está haciendo- para todos. Si lo centramos en los lazos y
vínculos familiares, vemos como un reto importante será encontrar una fórmula
híbrida entre la presencia –hasta ahora nuestra norma- y la virtualidad, como un
nuevo escenario donde también se viven y articulan esos lazos. Por supuesto
que eso ya estaba antes, que las redes sociales ya convivían con las redes de
proximidad, con la familia nuclear y extensa. El escenario inédito es el
protagonismo en alza que adquiere lo virtual en cualquier ámbito de nuestras
vidas: educación, ocio, sexualidad, política, relaciones sociales, trabajo…
Antes, conviene un previo necesario para indicar que siempre que hablamos de
familia debemos hacerlo en plural: familias, puesto que las diferencias entre ellas
son muy amplias en todas sus dimensiones: formas, número, condiciones
sociales, diversidad sexual…La pandemia nos ha mostrado cuanta diferencia ha
habido entre familias que han podido confinarse manteniendo hábitos, rutinas de
vida y proyectos (escolares, laborales) porque disponían de los recursos
necesarios y otras para las que la crisis sanitaria ha supuesto la imposibilidad de
acceder a la educación online en condiciones adecuadas, la difícil convivencia
en espacios muy reducidos, el agravamiento de su precariedad económica, la
1 Este texto ha sido redactado por los profesores Eva Azaña y José Ramón Ubieto a partir del libro El
mundo pos-COVID. Entre la presencia y lo virtual (Ned ediciones, 2020) escrito por José R. Ubieto.
2 Ubieto, José Ramón (ed.). Del Padre al iPad. Familias y redes en la era digital. Ned, Barcelona, 2019.
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pérdida del trabajo e incluso, en ocasiones, el aumento de la violencia machista
(y a veces también de padres a hijos y viceversa).
La experiencia de la educación online nos ha mostrado sus virtudes –sin ella, las
consecuencias de pérdida del nivel académico, de dificultades de socialización
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Venegas Tresierra, C.E. y Leyva Pozo, A.C. (2020). “La fatiga y la carga mental en los
teletrabajadores: a propósito del distanciamiento social”. Revista Española de salud pública, 94, pp.
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y de salud mental hubieran sido mucho más graves que las que ha habido. Eso
no obvia que, una vez pasada la fase más dura de restricciones y de cara al
futuro pos-COVID, debamos dimensionar ese registro online de acuerdo a
criterios pedagógicos y no de intereses económicos u otros. Ya disponemos de
estudios rigurosos que nos hablan de una proporción de clases online que no
debería suponer los 45-60’ semanales, sobre todo en la educación primaria y
secundaria, etapas de constitución de la persona que requieren esa interacción
más personalizada y presencial.4
El mundo pos-COVID nos confronta a un dilema en el que hay que elegir entre
una educación monitorizada y bien programada –de acuerdo a criterios de
excelencia y con algoritmos de precisión- o aquella educación que, sin renunciar
a los aportes tecnológicos, admite el no saber (lo no programable de entrada)
que surge como sorpresa, ingrediente clave en el aprendizaje y en la transmisión
de saber. Todas y todos hemos conocido, sea en carne propia o en ajena, casos
de alumnos/as que han fracasado en momentos de su vida académica, que han
superado con dificultades algunas pruebas y que más adelante, cuando han
podido elegir mejor sus materias (bachiller, grado medio, universidad)
sorprendentemente han tenido éxito académico. Un itinerario muy programado
habría tenido efectos de exclusión y sentimientos de fracaso negativos.
Por otro lado, también sabemos ya que hay prácticas que funcionan mejor en el
mundo analógico y que, por tanto, no hay que renunciar a ellas. La lectura en
papel implica una mayor comprensión lectora que la digital. El hecho sencillo de
tener que sostener el libro, por su peso y volumen, ya disminuye la dispersión
que provoca tener las manos libres cuando leemos en una pantalla fija. Además
de que la lectura virtual es una lectura en diagonal, con menos posibilidad de
vuelta atrás y de fijación del concepto estudiado. Los contenidos online tienden
más fácilmente a la superficialidad y su lectura favorece el multitasking
reduciendo la comprensión.
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Bettinger, Eric, et alt. “Does edtech substitute for traditional earning? Experimental estimates of the
educational production function”. National Bureau of Economic Research No. w26967, 2020.
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El futuro pos-COVID será un híbrido
Por lo visto hasta ahora podemos ya afirmar con cierta seguridad que el mundo
pos-COVID no volverá a los parámetros anteriores ni tampoco se instalará en los
presentes. Los cambios experimentados no son reversibles en buena parte, pero
tampoco son sostenibles en la magnitud en la que los hemos vivido. La vida
familiar no se confinará al nivel en que lo hemos hecho, pero tampoco podrá
eludir el hecho de que hemos comprobado cómo algunos lazos se podían
mantener también a través de videoconferencias. O que algunas personas
mayores (abuelos/as) que aceptaban más fácilmente su ingreso en residencias
en determinado momento de su vida ahora no lo hagan o lo retrasen, por su
propia voluntad o a petición de sus hijos/as. Sin ignorar que muchas familias han
revisado sus prioridades optando por modelos de vida más próximos al contacto
con la naturaleza y a encuentros sociales menos multitudinarios, incluidos los
familiares.
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Bowles, Nellie. “Silicon Valley Came to Kansas Schools. That Started a Rebellion”. The New York
Times, 21/4/2019. Disponible en Internet.
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interacciones con repercusiones graves en la productividad y en la salud mental
de los trabajadores.
Ver a una familia completa reunida en su sala de estar, cada uno con su gadget,
es una escena relativamente habitual. El padre o la madre leen su diario digital
mientras la adolescente consulta las stories del Insta y los más pequeños ven
videos de YouTube o juegan a algún videojuego. Todos están presentes pero
cada uno atento a lo suyo, conectado a su objeto y a sus intereses. Todos ellos
6 CARE
COACH. https://www.care.coach/
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sometidos a la economía de la atención, concepto nacido al calor del éxito de las
tecnológicas y la realidad digital, que implica concentrar toda nuestra atención en
la conexión a la red para así monetizarla mediante la minera de datos, basada
en la extracción del máximo de informaciones (ubicación, preferencias, planes…)
que facilitamos voluntariamente al navegar por la red.
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La conversación como método
Esa nueva fórmula híbrida que nos toca construir para recuperar los vínculos y
elaborar los duelos de las múltiples pérdidas que la pandemia ha introducido
(vidas, salud, negocios, trabajo, encuentros, proyectos) requiere de un método y
de una cierta disciplina ya que no es sin esfuerzo ni tampoco puede ser
espontánea. El bedel de la excelente serie Gambito de Dama enseña y oculta, al
inicio, su ajedrez provocando así el deseo de la protagonista por ese misterio que
tanto tiempo ocupa al que será su maestro. Pero una vez que ella manifiesta su
deseo de aprender, él no le permite que ella flaquee cuando se encuentra con
los primeros tropiezos porque es ese esfuerzo sostenido lo que le permitirá
descubrir las novedades de ese juego, con el que encontrará una salida y un
futuro.
Esa conversación que toma como punto de partida el encuentro presencial y que
puede prolongarse y complementarse en lo virtual, como evocación –y no
sustitución- de esa presencia origina y de la futura, tiene sus propios
ingredientes. Veamos algunos.
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sorpresa es el reconocimiento del azar, de la contingencia, como aspectos
centrales con los que contar. A veces, pueden ser molestos e incluso
desagradables y penosos, pero no por ello inevitables. Hay pérdidas no previstas
que se nos imponen (muertes, rupturas, enfermedades) y que nos causan dolor.
La pandemia es ella misma, un buen ejemplo, pero sería iluso creer que se puede
vivir a riesgo cero. Ese acontecimiento traumático que nos desborda exige una
respuesta para abordarlo, admitiendo alguna perdida y los imposibles que
genera (no hay vuelta atrás ni soluciones fáciles) para, de esa manera, hacer lo
posible en cada caso.
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mismo ocurre en otros ámbitos sociales, donde se puede dejar un tiempo de
incertidumbre y alojar el sinsentido sin que eso bloquee la conversación.
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Los lazos sociales entre nosotros, y especialmente los familiares, requieren pues
algo más que palabras e imágenes retransmitidas. No olvidar la presencia es
apostar por un futuro pos-COVID donde el deseo siga siendo el signo de una
falta, la causa que propicie los encuentros e intercambios. Donde haya lugar
también para el vacío y el aburrimiento, eso inútil e improductivo, cuya única
razón de ser es la búsqueda del lazo con el otro y las invenciones que de ese
vínculo puedan surgir. Decía Alba Rico que el riesgo cuando hay implicados dos
cuerpos no es tanto el de contagiarse, sino el “de condolerse, el de amarse, el
de entenderse o, al menos, el de escucharse y a veces el de discutir. Solo entre
cuerpos ocurren esas cosas”. La conversación que proponemos, trufada de
sorpresas, sinsentidos, humor e invenciones requiere de esos cuerpos.
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