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Siete cosas que Dios detesta

A algunas personas les puede resultar increíble que Dios sea capaz de
detestar, de aborrecer. Ellas le consideran solamente como un Dios de
amor. Como saben que Dios es amor, y que el amor es lo opuesto al odio
entonces deducen que Dios no puede odiar a nadie ni a nada. Pero ello no
es cierto. Dios es amor, pero El aborrece el mal.
Podemos ver la misma situación en un nivel puramente humano, es decir,
en las relaciones humanas normales. Por ejemplo, alguien ama a su hijo,
pero detesta a esa fiebre que le está atormentando y consumiendo el
cuerpo del niño. Alguien ama a su hijo, pero odia también al perro feroz que
entra en su jardín e intenta morder al pequeño. Es decir, que al mismo
tiempo que siente amor por su hijo, aborrece al animal o persona que
pueda causarle daño. Mientras exista un mundo de contrastes, un mundo
en el que ha entrado el pecado, amaremos lo bueno, lo justo, y
detestaremos lo que es malo e injusto. Aunque, por otra parte, si usted
ama al pecado, a la maldad, entonces usted detestará la bondad y la
rectitud.
La Palabra de Dios nos dice que amemos lo bueno y detestemos el mal.
Cuando lleguemos al libro de Eclesiastés, veremos que en una parte, en el
3:8 dice que hay tiempo de amar y tiempo de aborrecer.
Ahora veremos que hay siete cosas que Dios aborrece. Aquí está la lista.
Leamos los versículos 16 al 19:
"Seis cosas aborrece el Señor, y aun siete le son abominables: los ojos
altivos, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, el
corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies que corren presurosos
al mal, el testigo falso, que dice mentiras, y el que siembra discordia entre
hermanos."
Dios dijo claramente que detestaba estas cosas, y nosotros también
deberíamos incluirlas en la lista de cosas que aborrecemos. No fue la
primera vez que Dios declaró que El detestaba algo. Si vamos al libro de
Deuteronomio 16:22, leeremos lo siguiente: ni te levantarás estatua, lo cual
aborrece el Señor tu Dios. Dios aborrece cualquier clase de ídolo, o
cualquier cosa que ocupe en nuestros corazones el lugar que solo le
corresponde a Él. Un gran salmo mesiánico, el Salmo 45:7 dice: Has amado
la justicia y aborrecido la maldad. Una sigue a la otra como la noche sigue
al día. En el libro de Apocalipsis 2:6, Dios le dijo a la iglesia primitiva: pero
tienes esto: que aborreces las obras de los nicolaitas, las cuales yo también
aborrezco. Es que, estimado oyente, Dios ama, pero también detesta. Dios
es amor pero, por el mismo motivo, puede odiar. Y las Sagradas Escrituras
presentan sus argumentos, es decir, que exponen su caso.
El número siete en la Biblia no indica perfección sino lo que es completo.
Dios experimenta un odio completo hacia estas cosas, que son todas obras
de la naturaleza humana pecaminosa. Hay cosas que revelan la depravación
total y la degradación completa de las especies humanas. Dios ha dejado
constancia de que odia estas cosas. Ya ha quedado atrás esa vieja
concepción de Dios como un anciano senil y sentimental que llora pero no
actúa, y de que simplemente cierra sus ojos a los pecados de la humanidad
y es tolerante con el mal, y de que perdona porque no tiene el valor o la
fortaleza para castigar el pecado. Recordemos que Dios dice: "Yo amo" pero
también dice. "Yo detesto".
La idea de que tenemos que ser benévolos y comprensivos con los culpables
está ampliamente difundida, y los que la propugnan no han tenido el valor
de aplicar un programa severo de castigo. Ese es uno de los problemas de
la sociedad actual, y uno de los factores que está desintegrando esta
sociedad. Dios está dispuesto a castigar a los culpables. A Dios no le afecta
la opinión pública. A Dios no le intimida ninguna apariencia que pueda
ofender al ser humano. Dios no es cobarde. Dios dijo que de ninguna
manera tendría por inocente al culpable. Sus leyes son inviolables e
inexorables.
Vamos entonces a examinar esta desagradable lista, que aparece en la
sección negativa del libro mayor de Dios:
1. Los ojos altivos. (v. 17) Este es el significado literal, los ojos altaneros.
Es la actitud de una persona que se sobrevalora a sí misma y subestima a
otras. Se trata del orgullo. Es ese pensamiento del corazón, es esa mirada
leve y al desviar la cabeza, ese destello en la mirada expresa que una
persona se considera mejor que los demás. Dios dice "Yo detesto esa
actitud". Es la primera cosa mencionada en esta lista. Y El la puso por
delante del homicidio y la ebriedad. Dios detesta la mirada altiva.
Es extraño que hoy en círculos cristianos o en la misma iglesia uno puede
ser aceptado o conseguir pasar inadvertido con esa mirada altanera que
revela orgullo, y nadie dirá nada al respecto. ¿Sabía usted que el primer
pecado manifiesto en el cielo, el pecado original, fue el orgullo? Fue cuando
Satanás, Lucifer, el hijo de la mañana dijo en su corazón: Subiré al cielo. En
lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono y en el monte del
testimonio me sentaré, en los extremos del norte; sobre las alturas de las
nubes subiré y seré semejante al Altísimo (Isaías 14:13-14).Y él fue el que
se presentó ante el hombre en el jardín del Edén y le dijo: seréis como
dioses (Génesis 3:5).
Es bastante interesante que más allá de los trastornos psicológicos y la
enfermedad psicosomática hay un tronco de árbol del cual surge la
anormalidad. ¿Sabe usted cuál es? La falta de ser una personalidad
completa. Es querer ser alguien importante, tener ciertos símbolos de una
posición, uno de los cuales es la independencia de Dios. Es que una persona
quiere ser su propio dios. Es querer convertir a la pequeña criatura en un
Dios. Esa es la razón por la cual la salvación por las obras apela al ser
humano. Ese ser humano pequeño que cree que va a conseguir su propia
salvación, que la va a obtener por sí mismo y que, por lo tanto, no necesita
a Dios. Cree que no necesita tener un Salvador que muera por él, y que
cuando llegue a Su presencia, podrá ocupar el lugar de Dios porque se
considerará tan bueno como Él, y podrá sentarse justamente junto a Él.
Estimado oyente, una salvación por las obras revela una carencia en la
personalidad. Dios resiste a los soberbios, y tiene respeto y consideración
por los humildes. Más adelante, en este mismo libro de los Proverbios 11:2,
dice: Cuando llega la soberbia, llega también la deshonra. Y recordemos
que en el Libro de Job, en el capítulo 40, de ese libro, versículo 12, dice:
Mira a todo soberbio, y humíllalo, y destruye a los impíos donde quiera que
estén.
Recordemos que en las bienaventuranzas del Sermón del Monte, en Mateo
5:3, el Señor Jesús dijo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de
ellos es el reino de los cielos. Y esto es lo que dijo el Salmista en el Salmo
131:1: Señor, no se ha envanecido mi corazón ni mis ojos se enaltecieron;
ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí. Estimado
oyente, necesitamos ocupar un lugar humilde y decir: "Oh, Dios, yo soy
débil, no puedo hacerlo; te necesito a Tí."
En cierta ocasión, observé a un joven que pretendía introducirse en un
grupo de jóvenes. Era grande de estatura y tenía un aspecto jactancioso. E
intentaba ser aceptado por sus colegas. Así que se introdujo en el grupo y
comenzó a maldecir como un viejo marino y experimentado en su profesión.
Y yo pensé: pobre joven, está tratando de resultar aceptable ante los
demás. ¿Por qué simplemente no se acerca a Dios y le dice la verdad?
¡Cuánto mejor sería decirle a Dios lo que el salmista expresó en su poema:
Señor, mi corazón no es orgulloso, ni son altivos mis ojos; no busco
grandezas desmedidas, ni proezas que excedan a mis fuerzas. Estimado
oyente, cuando usted acude a Dios para recibir la salvación, es entonces
cuando se convierte en alguien real, en una personalidad hecha y derecha.
Escuchemos lo que Dios dijo por medio de Isaías, capítulo 66, versículo
2. . . . pero yo miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu y que
tiembla a mi palabra. Así habla Dios, amigo oyente. Y si usted está
dispuesto a acercarse a Él con esa actitud, va a ver que Dios está dispuesto
a recibirle. Porque Dios dijo que aborrece la mirada o los ojos altivos.
2. Dios aborrece la lengua mentirosa (v. 17) ¿Ha notado alguna vez que en
la Biblia se dice más acerca del uso y abuso de la lengua, que del abuso del
alcohol? El abuso de la lengua es algo muy común en todas las razas y en
todos los idiomas. Permítanos decirle estimado oyente, que eso es algo
verdaderamente trágico.
El salmista dijo: Y dije en mi apresuramiento: Todo hombre es mentiroso.
(Sal. 116:11) El Dr. Carroll acostumbraba decir a sus alumnos: "David en
un momento de apresuramiento dijo que todos los hombres eran
mentirosos. Yo he tenido mucho tiempo para pensar en ello y todavía estoy
de acuerdo con David". Bueno, ciertamente tenemos que admitir que
estamos de acuerdo con David. En otra ocasión el salmista, en 120:2 dijo:
Libra mi alma, Señor, del labio mentiroso, y de la lengua fraudulenta. Y en
su oración de confesión, en el Salmo 51:6, el rey David dijo: Tu amas la
verdad en lo íntimo y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Dios es el Dios de la verdad. Y lo dijo el salmista en el Salmo 31:5, con
estas palabras: En tu mano encomiendo mi espíritu; tú me has redimido,
Señor, Dios de verdad. ¡Qué hermoso es esto y cuan diferente es de una
lengua mentirosa! Recordemos que la cosa más peligrosa hoy en este
mundo es la lengua. Hay muchas personas que han sufrido el ataque por
este medio de otras personas y es como si hubiesen sufrido un asesinato a
su reputación. Así que debería estar más controlado el uso de la lengua.
3. La tercera cosa que Dios detesta son las manos que derraman sangre
inocente (v. 17). Un asesino es especialmente odioso e inaceptable ante
Dios y los hombres. Dios dice que el asesino debe ser castigado porque
arrebató a alguien algo que Dios dijo que era sagrado, la vida humana.
4. La cuarta cosa que Dios detesta es el corazón que maquina pensamientos
perversos, planes inicuos (v. 18) Y creemos que todos los hombres y
mujeres tienen malos pensamientos. En Mateo 15:19 el Señor Jesús dijo:
19porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los
adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios, las
blasfemias. Realmente, es una camada peligrosa la que proviene del
corazón humano. Por cierto, ¿ha confesado usted alguna vez a Dios lo que
tiene en su mente y en su corazón? Todos necesitamos hacerlo.
Necesitamos ser limpiados. Dios está en estos casos, como el médico
divino, tratando la anatomía o, mejor dicho, la patología del mal y de la
maldad, las enfermedades espirituales del ser humano, y los diferentes
síntomas que aparecen de tales enfermedades. El estudio y análisis divino
incluye ? los ojos, la lengua, las manos, el corazón, y los pies, que veremos
a continuación. Ahora, lo próximo que se va a mencionar son los pies.
5. Así que tenemos ahora a los pies que corren presurosos al mal. (v. 18)
¿Sabe, amigo oyente, que el corazón abre el camino que van a recorrer los
pies? Es interesante notar lo que Isaías dijo en el capítulo 59 de su libro,
versículo 7: Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar sangre
inocente; sus pensamientos son pensamientos perversos; destrucción y
quebrantamiento hay en sus caminos. Esta es la lista de las cosas que Dios
dice que aborrece.
6. Ahora, la sexta cosa mencionada, aparece aquí en la primera parte del
versículo 19, y es el testigo falso que dice mentiras. Hoy en día no es raro
que la gente cometa perjurio. Parece ser uno de los pecados más comunes
de nuestro tiempo. Y es algo que Dios detesta.
7. Esta aparece aquí en la segunda parte del versículo 19 y es el que
siembra discordia entre hermanos. Existe una bienaventuranza,
pronunciada por el Señor, que mira al problema desde el lado positivo. La
encontramos en Mateo 5:9 y dice: Bienaventurados los pacificadores,
porque serán llamados hijos de Dios. Hay verdaderas multitudes de
personas que están sembrando la discordia, y no están todos motivados
políticamente. Se encuentran en su propio vecindario, y hay posibilidades
de que también haya algunos en su iglesia. Quizás tenga usted uno en su
hogar o familia, y que incluso se siente donde usted se sienta. Estimado
amigo, el causar problemas entre los miembros de la familia o entre los
hermanos en Cristo y entre sus colaboradores es algo que Dios aborrece.
Esta lista de siete pecados es como un espejo. Echamos una mirada al
espejo y nos avergonzamos, porque nos vemos a nosotros mismos.
Estimado oyente, permítame pedirle que se dirija una buena mirada a sí
mismo, en este espejo de la Palabra de Dios. Después de que usted y yo
nos veamos tal como realmente somos, vayamos ante la presencia de Dios
y confesemos estas cosas que a El tanto le desagradan. Seamos honestos
con El y pidámosle que nos limpie.
Continuemos ahora leyendo los versículos 20 al 22 de este capítulo 6 de
Proverbios:
"Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre y no abandones la
enseñanza de tu madre. Átalos siempre a tu corazón, enlázalos a tu cuello.
Te guiarán cuando camines, te guardarán cuando duermas y hablarán
contigo cuando despiertes."
Aquí recordamos al joven de hace unos capítulos, que ha crecido, que ha
ido a la escuela, pero a quien se le recuerda que no olvide las cosas que le
fueron enseñadas por su padre y por su madre. Las cosas que él ha
aprendido en el hogar son muy importantes. Las habrá de tener
constantemente ante él.
Y dice el versículo 23 de este capítulo 6 de Proverbios:
"Porque el mandamiento es lámpara, la enseñanza es luz, y camino de vida
son las reprensiones que te instruyen"
Y así esta sección concluye recapitulando verdades ya establecidas
anteriormente. La instrucción paternal proporciona guía, protección (2:11) y
consejo (6:22). Esa enseñanza deberá provenir de la Ley de Dios, porque
los mandamientos de los padres, como la Palabra de Dios, deberán ser
como una lámpara y como una luz, proveyendo guía y dirección para la
conducta) Salmo 119:105). Y la disciplina, aunque dolorosa, (Hebreos
12:11ª) ayuda a mantener a una persona en el sendero correcto,
conduciéndola por el camino de la vida.

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